Y una sonrisa apareció en mi rostro, mi mente se inundó de recuerdos... Su sonrisa, sus manos, sus besos y caricias.

Me acerco a mi padre con los ojos nublados y una enorme sonrisa.

—Saca la harina viejo, hoy hacemos tortas fritas.

El viejo sonríe y camina hasta la cocina. Comienzo a amasar y él habla sobre ella, de cuanto la amaba y lo feliz que fue con ella. Me hablaba de una pelea que tuvieron de novios cuando el timbre nos interrumpió.

En la puerta nos encontramos con una mujer que no parecía ser mayor que yo.

Ella se presentó como Raquel García y quería hablar con mi padre.

Los tres nos vimos en la sala y cuando estaba por volver a la cocina, para seguir con las tortas fritas, la escucho decir...

—Usted no me conoce pero yo soy su hija...