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Capítulo 32

『Este es el capítulo más largo hasta ahora de la novela (9257 palabras, son como tres capítulos en uno). Será mejor leer algunas partes por días para evitar el aburrimiento』




╔══════❀・°・❀══════╗

Llegamos a Nueva York exactamente a las cinco y media de la mañana, a tiempo en este día de Acción de Gracias. El frío es completamente más arrasador que en todo el camino hasta aquí, por lo que los dos suéteres en mí no ayudan mucho para protegerme de la ventisca, peor al ser de madrugada y el sol no sobresale para calentar a toda la población de esta ciudad.

Con las mantas, me acurruco lo más que puedo, chocando levemente mi cuerpo con Ryan. Sé que suena contradictorio decir que me siento nerviosa a su lado por lo que me alejo, y a la vez querer estar a su lado porque me hace sentir bien.

Lo sé, una completa tontería.

Al menos, nuestros cuerpos se transmiten el suficiente calor para no temblar en el camino hacia el hospedaje, que es un edificio menos moderno a comparación que los demás. No tenemos suficiente dinero para alquilar unas habitaciones de lujo en un hotel cinco estrellas, pero nos conformamos con este motel. Jayden y Max salen del auto con total rapidez hacia el interior para poder alquilar una habitación, los demás nos quedamos cuidando el auto.

Minutos después, la respuesta en el interior parece ser afirmativa, ya que Jayden nos hace una seña desde la puerta dando a entender que podemos ingresar con nuestras cosas y dejar el auto en el estacionamiento del pequeño lugar.

La mujer de la recepción nos mira con una cara que no sé describir, pero sinceramente, estaría igual que ella si viera a un grupo de jóvenes entrar a un motel en una misma habitación para quién sabe qué cosas hacer.

Subimos las escaleras con pesar al cargar todos los objetos, pero al llegar a donde Max nos indica, sentimos alivio. Al ver el interior de la habitación, no nos queda más que aceptar que nos alojaremos aquí por un día y deberíamos disfrutar de esto antes de estar en un auto en constante movimiento y sin suficiente espacio para tomar una siesta.

Aunque siendo sincera, este pequeño cuarto tampoco parece estar apto para que cinco personas duerman. Solo hay una cama que admitiría a dos personas, una ventana que da vista a la avenida y a los ruidos de los autos, y pequeños cajones para almacenar ropa. Paredes de color verde musgo, algunas grietas y rastros de humedad. Espero que el techo no nos aplaste al derrumbarse.

Ni siquiera hay aire acondicionado o al menos una pequeña chimenea para transmitirnos calor, agradezco que al menos haya un baño.

Max tiene en sus manos el mapa, que no entiendo por qué en un primer lugar lo pegó en la ventana del auto si después lo llevará a todas partes. Aún con la cinta en los bordes, lo pega en un lugar cerca del ojo de todos.

—Deberíamos buscar dónde es el lugar de la entrega —digo asomándome por la ventana. A pesar de ser las cinco de la mañana, las calles se encuentran con una cantidad considerable de personas.

—Tranquila. —Jayden se ubica a mi lado dando un pequeño vistazo—. Max conoce Nueva York como la palma de su mano.

—¿Vivías aquí? —inquiero hacia el mencionado.

Despega la vista del mapa, con una mano en su barbilla.

—Sí, hace años, tal vez tres o cuatro. La ciudad no ha cambiado nada, al menos la que yo recuerdo.

—¿Tienes familia viviendo aquí?

Parece pensar su respuesta, pero no es tan difícil hacerla.

—No, mi abuelo está en San Diego. Ahora que no estoy con él, se está quedando con unos amigos.

Suelto un suspiro de cansancio, los viajes no son lo mío. Creo que eso es obvio cuando habré viajado una o dos veces en mi vida. Ir de un lugar a otro en poco tiempo sí que es agotador, mis pies duelen al igual que mi espalda.

—Odio que este señor nos esté llevando de un lugar a otro —informo sobre mi malestar—, primero les avisó por mensaje que la entrega sería en Nueva York, luego Groversville, ahora estamos otra vez en Nueva York por indicaciones que no vinieron de parte de esta persona y ni siquiera se molesta en mensajearnos. Tuvimos que intimidar a un hombre que lo conocía para obtener toda esta información. ¿No lo creen extraño?

—Un poco —contesta Jayden a mi lado—. Pero no podemos hacer nada, solo hay que entregar esto y ya.

—¿Qué haremos ahora? —pregunto al notar que todos estaban metidos en otros asuntos—. ¿Creen que es lo suficientemente temprano como para desayunar?

—Sí, —Max observa su celular—. aún es temprano

—¿Creen que pueda? —señalo la cama con sábanas y almohadas blancas.

—Sí, ¿alguien más se apunta a querer dar una pequeña siesta?

No recibe una respuesta ya que Skyler se lanza literalmente a la cama para echarse, a los segundos la notamos profundamente dormida por su pausada respiración.

Camino por instinto hacia el espacio vacío, me echo y me acomoda. Mis ojos poco a poco van cerrándose, dejándome llevar por la suavidad y calidez de las sábanas.

—Las despertaremos cuando tengamos que partir. —Es lo que escucho de parte de Jayden antes de quedarme profundamente dormida.

—¡Son unos imbéciles! —exclama Skyler ya en los asientos traseros.

Subo con extrema rapidez y cuidado a mi asiento ya asignado por el tiempo en que llevo en el mismo lugar.

—¡No nos dimos cuenta del tiempo! —grita Max en el asiento del copiloto.

—¡Era tu trabajo revisar la hora! —replica el de mechas castañas a su lado.

—¡Solo acelera, Jayden!

No sé cuánto tiempo nos quedamos dormidas, pero debió ser por más de cuatro horas. Se supone que los chicos debieron habernos despertado mucho antes de la hora en que empieza el desfile, pero fue todo lo contrario. Jayden nos despertó a gritos que casi me caigo de la cama. Ya habían pasado como dos horas desde que empezó el desfile, dura normalmente dura tres horas, por lo que es probable que el desfile esté apunto de concluir tomando en cuenta el tiempo que demoraríamos en llegar y encontrar a esta persona.

Ni siquiera desayunamos.

Jayden conduce por las calles que parecen más abarrotadas de lo normal. Por supuesto que están llenas y hay tráfico, hay calles que se cerraron por el desfile. No sé cuántas veces el conductor designado por estos momentos ha tocado el claxon para que autos frente a nosotros se muevan. ¿Por qué no nos despertaron antes? ¿Qué se supone que hacían cuando ellos saben perfectamente que tenemos algo pendiente e importante que hacer? No quiero buscar más a este señor por otro lugar de la ciudad.

Jayden estaciona en cualquier lugar a las afueras del Central Park. Observamos el tumulto de personas sobre las veredas disfrutando del desfile de Macy's. Enormes globos de personajes animados de televisión, bandas, bailarines danzando en las calles, carrozas con princesas... Hay mucho que ver en esta celebración y lamentablemente, por el momento, no voy a poder disfrutarlo como desearía por buscar a la persona de la entrega.

Nos esparcimos, cada uno concentrado en encontrar al señor en toda la calle.

Buscamos y buscamos, pero parecemos no encontrarlo.

Miro un árbol que me ha llamado la atención, no por el hecho de que sea peculiar, sino porque sé para qué me servirá.

Con la experiencia que tengo en subir árboles gracias a mis pocas escapadas de casa, trepo el gran tronco que me lleva a una de sus ramas la cual, en esta ubicación, me da una vista perfecta de todo lo que se presenta en el desfile y las personas. Me quedo embobada por ver todas las atracciones, incluso en las cámaras que proyectan este momento en televisión nacional. Pero sé que debería centrarme en la búsqueda.

Mis ojos se posan en cada persona a mi alcance visual, me tomo todo el tiempo posible para comparar a cada uno de ellos con las características que nos describió el hombre en la carrera.

Hasta que parece ser un golpe de suerte.

¿O no?

Sí, es un señor, con una mujer joven a su lado que podría catalogarse como ardiente, dos niños rubios, estamos entre la calles sesenta y setenta del Central Park. Parece que eso es todo, o eso creo.

Me observan.

Sí, sé que parece absurdo cuando ellos se encuentran en la vereda opuesta y hay carrosas y globos interrumpiendo la vista, pero también hay que tomar en cuenta el hecho de que parezco ser la única chica subida a un árbol.

—Ahí está —murmuro para mí misma.

—¿Lo encontraste? —inquiere Jayden haciéndose paso entre la gente junto a los demás.

—Eso creo. —Doy un último vistazo a mi alrededor—. Son los únicos que cumplen con todas las características. Espero estar en lo correcto.

—Baja de una buena vez, en cualquier momento todo esto termina y será un gran problema.

Y ahora ¿cómo bajo?

Soy una completa tonta. ¿Qué diablos me sucede? He bajado y subido del árbol de mi casa con gran maestría, ¿y con este que es más pequeño no puedo? Le hecho un pequeño vistazo a Ryan, que es el único que mantiene sus ojos en mí. Los demás tratan de echar un vistazo al hombre que encontré para trazar un camino lo más corto posible. ¿Y qué tal si él puede ayudarme...? ¡No! ¿Qué estoy pensando? ¿Acaso voy a fingir que no puedo bajar un simple árbol solo para que él me ayude? ¿Entonces por qué mi cuerpo no responde a mis pedidos de bajar de una vez?

El de ojos avellana se acerca a paso lento hasta ubicarse debajo de la rama donde me encuentro. Extiende sus brazos en mi dirección, ¿en serio va a...? Rayos, no puedo simplemente rechazar su ayuda.

—El gatito no puede bajar del árbol, ¿quieres que llamemos a los bomberos para que te ayuden? —Max se acerca con los brazos en sus caderas y una sonrisa burlona plantada en su rostro—. No tengo el número de los bomberos de Nueva York, dame unos minutos y se lo pido a alguien por aquí.

—No es necesario —dice Ryan aún con los brazos extendidos, esperando a que me atreva a bajar.

—Solo lo decía de broma. —Max cruza sus brazos.

Max y Skyler me observan, la última con el ceño fruncido, ella sabe que yo sé bajar y subir árboles, ella me ha visto hacerlo, por lo que no necesito ayuda.

Acomodo ambas piernas a un costado de la rama, dejándolas colgar; me sostengo por unos instantes del tronco para no perder el equilibrio, con mi otra mano, la estiro lo suficiente para tomar la cálida y suave mano de Ryan. Dejo poco a poco el tronco y doy un pequeño salto de la rama, al final sintiendo al chico sostenerme por la cintura y yo de sus hombros. Quedo sana y salva en tierra firme, pero con mi cuerpo pegado al de él.

Se siente como un abrazo, uno que hace que me sienta tan cálida a pesar del frío en Nueva York. Las cosquillas comienzan a formarse en mi estómago, un pequeño escalofrío recorre mi columna vertebral y mis mejillas arden como un mismísimo volcán.

—¡Se acaba el desfile! —exclama Jayden acercándose a nosotros.

Por la acción de las personas que empezaron a amontonarse por buscar una salida, lo cual es muy tonto porque estamos al aire libre, poco a poco me separo de los demás. Empujones por acá, empujones por allá, siento que me arrastra una marea de gente en la dirección contraria a donde debo estar, pero una mano toma la mía firmemente evitando que me aleje. Me jala poco a poco donde se encuentra haciendo que camine un par de pasos. Mi mente lo asocia rápidamente con un secuestrador o un ladrón, por lo que trato de resistirme, pero al ver entre los pequeños orificios que crean las personas al ir de un lugar a otro, noto que quien sujeta mi mano es Ryan.

Otra vez mejillas rojas.

Con algo de dificultad salimos del tumulto de gente, pero ¿dónde se encuentran los demás?

—¿R-Ryan? —inquiero soltando mi mano de la suya—. ¿Dónde... están los otros?

—Mierda... —murmura, lo miro con temor—. Lo siento por decir eso.

No lo miré porque haya dicho una mala palabra, pero no se lo diré.

—¿A dónde se fueron?

Suspira.

—No lo sé.

—¿A dónde se fue el señor? —inquiero echando un vistazo a la ahora calle poca transitada.

—Tampoco lo sé.

—¿Conoces la ciudad?

—Ni un poco.

—¿Estamos perdidos?

—Sí. —Mueve la cabeza de un lado a otro—. Solo sé que atrás nuestro está el Central Park.

—¿Por qué nos dejarían solos en una ciudad que no conocemos?

—Deben haber pensado que los seguíamos. —Revuelve su cabello—. ¿Tienes tu teléfono contigo?

Niego con la cabeza.

—Salimos tan rápido que lo dejé en el hotel.

—Yo tampoco tengo el mío. —Se dirige al árbol donde me subí y se desliza sobre el tronco hasta acabar sentado—. ¿Ahora qué haremos?

Parece frustrado, yo también lo estoy, pero lo que debemos hacer es mantener la calma y no desesperarnos.

—Se darán cuenta que no estamos con ellos. —Le echo un pequeño vistazo a la calle y no veo ningún rastro de ellos—. O tal vez no.

Cubre su rostro con sus manos y parece hacerse una bolita. Rayos, acabo de desesperarlo más.

—E-Es decir, —Me acerco hacia él y me acuclillo a su lado—. no hay que desesperarse, nos encontrarán y apuesto a que harán la entrega por nosotros, solo hay que esperar, mantenernos en el mismo lugar. Si nos movemos, es probable que la situación empeore.

—Pero...

Apoyo una mano sobre su hombro.

—Tranquilo. —Me siento al lado suyo—. Si nos mantenemos juntos no nos pasará nada.

Nos quedamos en un profundo silencio, esperando, esperando... y esperando. Me mantengo observando a las personas pasar: Muchos ignorándonos, algunos mirándonos raro, otros nos ven con lástima porque apuesto que nos ven con cara de mendigos, y un muy pequeño porcentaje nos sonríe.

Suspiro y observo el pequeño pero notable vaho que sale de mi boca, siento el frío extenderse por mi cuerpo, no es una gran cantidad como para morirme, pero sí incomoda.

—¿Tienes frío? —Tomando en cuenta que me estoy haciendo bolita para darme calor, sí, estoy sintiendo frío. Asiento—. Tengo cinco o siete dólares en mis bolsillos, podría comprarte algo para que te mantenga en calor... C-Claro, a menos que tú quieras.

—Lo agradecería, pero no creo que haya alguna tienda cercana por aquí. —Ni siquiera me he tomado la molestia de observar a mi alrededor, pero lo que digo es una suposición.

Parece tomarse en serio la búsqueda, ya que se levanta de un salto y sus ojos se posan en cada cosa presente en su campo de visión.

Me extiende la mano.

—Vamos, encontré algo. Debes estar en movimiento para que sientas calor.

La tomo con algo de duda, ¿es necesario tomar su mano? No me desagrada, pero para él tal vez sí, me siento nerviosa a su lado, y Ryan no quiere sentir el pequeño rastro de sudor en su palma, es asqueroso.

No parece importarle cuando nuestras palmas se juntan y me lleva hasta a una señora un poco mayor vender ropa de lana a las afueras de un callejón.

—¡Oh! Pero qué hermosa pareja observo frente a mí. —Sus palmas se juntan y nos regala una sonrisa. Por Dios, qué vergüenza, ¿cómo se sentirá Ryan ahora? ¿Acaso gracias a mí lo estoy incomodando? Estiro mis dedos para darle una pequeña señal de que quiero que suelta mi mano, él parece entender—. Se ven tan lindos juntos. ¿Qué necesitan ahora?

—¿Tiene bufandas y una par de guantes? —Parece ignorar el hecho de que nos llamó pareja, tampoco se lo está negando y eso me hace sentir nerviosa.

—¡Claro! De diferentes colores, tamaños y diseños. —Señala una sección que ocupa el cartón donde se encuentra toda su mercancía—. Escojan el que quieran, se los dejo a siete dólares, me recuerdan tanto a mi nieta y su esposo que no puedo evitar dejarles la oferta.

Ryan, sin dudar, le extiende el dinero y me indica que puedo escoger la que sea.

Tomo una de color crema que parece ser la más abrigadora de los demás. La última vez que usé una bufanda fue cuando era muy pequeña, normalmente no soy de usarlas porque no tengo molestias en la parte que se encarga de abrigar la tela, así que es obvio mi falta de experiencia en ponerme una, si se le puede calificar a esto como falta de experiencia.

Mi acompañante nota cómo me enredo con la tela y los hilos, así que decide tomar la bufanda de mis manos, ocasionando un pequeño rose entre nuestros dedos que hace que me estremezca y no por el frío. Alisa la bufanda y delicadamente me lo extiende por el cuello y por un poco más encima de mi nariz ahora roja por la baja temperatura. Se separa de mí para examinarme, vuelve a acercarse y sus dedos se cuelan por la parte superior del abrigo para extenderlo a más parte de mi piel cercana a mi nariz. Se encuentra cerca, no tanto, pero sí el suficiente para sentir su respiración en mis rojas mejillas y observar el vaho salir a través de esos labios rosados.

—Awww, ¡sí que me recuerdan a la pareja que conforma mi nieta y su esposo!

El entusiasmo de la señora hace que nos separemos de golpe. Desvío mi mirada de sus ojos sintiendo mis mejillas de un característico color rojo. Tomo unos guantes que parecen ser de mi medida y me los pongo. Le dirijo una leve inclinación de cabeza. Ella no puede ver una sonrisa de mi parte al estar tapada, así que Ryan lo hace por mí para después despedirse con un movimiento de mano, no sin antes extenderle el dinero correspondiente. Le sigo el paso a su lado, hasta llegar al punto de inicial de partida: el árbol.

Sentados contra el tronco, esperamos otra vez.

Gracias a la bufanda, el calor empieza a extender cerca a mis clavículas y mi rostro, me siento un poco aliviada.

Ryan no parece inmutarse, claro que portar el gran abrigo especial para el invierno lo explica. Debí prepararme correctamente antes de partir hacia donde Max ese día, tengo mucha ropa de invierno por vivir en Boston y desde que me mudé a California donde es sol todo el día, pensaba en donarlo porque ya no me serviría de mucho.

Pensando en Max, recuerdos de los chicos cuando nos detuvimos en la gasolinera llegan a mi mente, siendo específica, en sus rostros confusos y contraídos. El objetivo principal por el que llevé a Max dentro de la tienda llega de golpe a mi mente. ¡Acabo de recodarlo! ¿En serio tardé tanto para hacerlo?

Como ese chico no se encuentra aquí, podría preguntarle a Ryan aprovechando que nos encontramos en silencio y que necesito distraer a mi mente de la situación que estamos pasando.

—¿Qué... les dijiste a los chicos cuando nos detuvimos en el taller? —Él voltea hacia mí con el ceño levemente fruncido, bajo la bufanda hasta la altura de mi boca—. Ya sabes, cuando el auto se averió y tuvieron que remolcarlo hasta una gasolinera cercana. Cuando bajamos noté, al menos yo, que actuaban raros.

—Ah... —Baja la mirada para fijarla en sus manos—. Te hice caso.

—¿Me hiciste caso en qué?

—Sobre hablar con los chicos.

—Oh. —Jugueteo con mi pulsera—. ¿Fue sobre tu nombre?

Hace una mueca.

—Dejaré eso para el final del día, pero sí les hablé sobre... mi padre.

—Creí que ellos lo conocían.

—Lo hacen, pero no a profundidad. Ellos habrán intercambiado un par de palabras con él y ya.

Este tema es delicado, al menos yo no quiero soltar algo que lo incomode, por lo que pienso bien mis palabras.

—¿Y... qué sucedió?

—Les hablé del golpe y... quedaron asombrados. No sé describir muy bien las situaciones, pero sentí que se preocuparon mucho por mí al soltar esas palabras. Se sintió bien, no lo sé, ¿decirlo?

—¿Te desahogaste?

—Creo que sí.

—¿Y qué más dijeron?

—Creo que después vino lo de "las caras raras" como me describiste.

—Es lindo que se hayan preocupado.

Agacha la mirada y veo un mínimo tinte rosado en su pómulos, pero creo que es por el frío, el cual, yo también estoy empezando a sentir en gran cantidad. Si pienso en otra cosa tal vez me olvide de este por unos momentos.

No, no funciona.

—¿Sigues teniendo frío? —No quiero responder, él ya gastó esos siete dólares por mí y no deseo que vuelva a hacerlo.

Pero lo siguiente es inesperado.

Una mano se posa sobre mi hombro izquierdo, para mejor explicación, su brazo acaba de rodearme los hombros; me ubica a su lado, codo a codo, y siento cómo una superficie caliente se posa en mi espalda. Ryan acaba de atraerme hacia él y, como su abrigo es lo suficientemente ancho para dos personas, prácticamente lo compartimos como si fuera una manta ubicada sobre nosotros.

Agradezco el gesto, pero ninguna palabra sale de mi boca solo un pequeño suspiro. ¿Por qué acabo de suspirar? ¿Por alivio? ¿Qué me sucede? ¿Por qué estoy tan nerviosa? ¿Esto es por ese sentimiento que me han estado insinuando Max y Skyler? ¿Esto es lo que realmente se siente cuando alguien te gusta?

Solo habrá que averiguarlo.

Con duda, mi cabeza poco a poco se deja caer en su hombro izquierdo. Siento su aroma y es tan, embriagante. Huelo una planta, no sé exactamente cual, pero es una con un olor tan refrescante, parece menta con un pequeño toque dulzón. Me gusta lo dulce, me encanta lo dulce. Estar a su lado, abrigada y con ese fantástico aroma se siente tan... placentero.

¿En serio me gusta?

—¡Oigan!

Me sobresalto al escuchar esa voz, se me hace conocida, pero no veo a nadie en mi campo de visión como para darme cuenta de quién es esa persona.

—¡Summer!

Si conoce mi nombre, entonces sí debe ser alguien a quien debo conocer.

Una caballera rubia se posa frente a mí haciendo que me sobresalte, logrando separarme del de ojos avellana y que el frío vuelva a mí.

—¿Skyler?

—¡Vámonos, vámonos! —Me sujeta con fuerza y rapidez mi mano haciendo que me levante. Observo a Max y Jayden llegar con nosotros y hacer lo mismo con Ryan.

—¿Q-Qué sucede? —Skyler me arrastra consigo y mis piernas empiezan a correr por instinto—. ¿Qué está pasando?

—Los tontos que fueron conmigo son tan imbéciles que crearon conflictos a unas calles no muy lejanas. —La escucho gruñir.

—¡También fue por tu culpa! —Escucho gritar a Jayden.

—¡Solo corre! Debemos encontrar el auto para largarnos.

Después de muchos empujones con personas desconocidas y malas miradas, logramos encontrar el auto que estaba muy cerca donde Ryan y yo nos quedamos a esperar. De todas formas, hubiera sido arriesgado salir y buscar.

En el auto, Jayden acelera y salimos disparados aprovechando unas calles vacías. Los temblores en mi mano desaparecen al ver que ya no nos encontramos en una difícil situación.

—¿Qué pasó exactamente? —inquiero. Apoyo mi espalda contra el asiento, relajándome

—Un par de policías pensaron que entregábamos un paquete con contenido ilegal —explica Max—. La forma en la que lo entregó Jayden fue muy sospechosa, por lo que no me sorprende que hayan pensado eso.

—Por supuesto que no fue sospechosa —replica el mencionado.

—Sigue conduciendo, idiota. —Esa fue Skyler desde atrás.

Ryan, a mi lado, me extiende las pegatinas infantiles (que sí, Max trajo con nosotros). Entiendo su mensaje al instante y las tomo, sacando de estas otra huella y ubicarla sobre el estado de Nueva York, a la vez, despegando el sticker de puntero.

—Bien hecho, Summer. —Me felicita, Max.

—No me vengas con halagos ahora. —Cruzo mis brazos y me inclino en su dirección—. ¿Por qué nos dejaron atrás a Ryan y a mí? ¡No conocemos para nada la ciudad! ¿Se imagina si nos hubiera sucedido algo? ¿Saben? No hubiera sido difícil regresar por su pasos y encontrarnos.

—Estábamos tan ensimismados en los pasos que daba el señor de la entrega, no podíamos perderlo y menos en una ciudad grande y abarrotada de gente. —Max me sonríe de forma tranquilizadora—. No es excusa, pero nos dimos cuenta que no se encontraban con nosotros minutos después. Perdón, fue nuestra culpa, no debimos dejarlos atrás y menos sin conocer nada.

—Graci...

—¿Disculpa? —Skyler se hace notar—. ¿Nuestra culpa? Si tú fuiste el que...

—¡Skyler! —Max le sonríe, pero esa sonrisa no me llega a convencer—. Fue nuestra culpa, ¿por qué no regresaste por ellos, o Jayden entonces?

El silencio es su respuesta.

—Como sea —gruñe la rubia.

—¿Tenemos que hacer algo más? —inquiero asomándome por los asientos de adelante.

—Lo único que queda es disfrutar del día —dice Jayden con las manos al volante y de vez en cuando fija su vista en los espejos retrovisores.

Vuelvo a mi posición normal y retuerzo mis dedos y de paso mi pulsera.

—¿Podemos...? —inquiero en voz alta para que Jayden y Max (que eran los únicos que mantienen una conversación en este auto) se detengan— ¿Podemos comprar algo de comida para la noche? Ya saben, es Día de Acción de Gracias.

No hubo ninguna falta de celebración de este día con mi familia. Es una tradición en Estados Unidos y mi familia no era la única en celebrarla. Hacemos cenas con deliciosa comida desde que tengo memoria, y son buenas memorias con mis padres y hermanos. Me sentiría vacía y mal no celebrar esto hoy, ese sentimiento se intensificaría al encontrarme lejos de mi hogar.

—Nunca lo he celebrado —dice Jayden mirándome por el espejo.

—Yo no lo hago desde que tenía cinco años —interviene Max—, creo.

Volteo en dirección a Skyler.

—No es lo mío.

Ahora miro a Ryan.

—¿Qué... Qué es el Día de Acción de Gracias? —Sus mejillas enrojecen al hacer la pregunta—. S-Sé que existe, pero... nunca supe en qué consistía.

Y me quedo sorprendida ante sus respuestas.

Me es tan normal este día todos los años, y resulta que, en total, cuatro familias en este país no lo celebran. ¿Dónde quedó el delicioso pavo, las reuniones familiares, el ver el desfile de Macy's por la televisión, las conversaciones en la mesa y los agradecimientos y a veces lágrimas?

—Nunca lo han celebrado.

—Yo sí. —Max alza la mano.

—No desde los cinco, ¿recuerdas este día pero hace años?

—Eh... no.

—Simplemente, ¿podemos detenernos a comprar algo luego? —inquiero—. Celebro este día desde que tengo memoria, y me sería raro no hacerlo hoy.

Jayden parece dudar, esa ceja fruncida no me convence.

—Por favor...

—Iremos por la comida. —Me sobresalto al escuchar la voz de Ryan—. Deberíamos encontrar algo más tarde.

—Pero eso sí, estará todo arrebatado de gente —añade Max.

Encojo mis hombros.

—Tenemos hasta la noche.

Compramos algo ligero para el almuerzo, estaba segura que más tarde conseguiríamos deliciosa comida, así que sería mejor reservar nuestros estómagos.

—Odio la comida china. —Skyler hace una mueca y alza una especie de la sopa en un envase de plástico, no tengo ni idea de lo que es eso.

—Come —demanda Jayden sentado a su lado en la cama—, si no será dinero a la basura.

—¿Te recuerdo que lo compraste por mí? —Skyler le sonríe falsamente—. Podría botar esto a la basura y sería tu dinero desperdiciado.

—¿Te recuerdo que sé que odias la comida china? —Una sonrisa maliciosa se extiende en el rostro del chico—. ¿Por qué crees que la compré por ti en un primer lugar? Y si llegaras a tirarlo a la basura, Skyblue, no tendrás nada más que comer hasta la noche si es que siquiera encontramos algo.

—Uhh, te derrotó, rubia. —Max, sentado en la ventana, se ríe con fuerza y segundos después se atora por mantener la comida en su boca—. M-Maldición.

—Te lo mereces por idiota. —Skyler gruñe.

—Conseguiremos comida deliciosa —replico al anterior comentario que hizo el de pelo castaño claro—, ya lo verán.

—Si es que no todas las tiendas se encuentran cerradas.

Ruedo los ojos.

—¿Y qué les dijo el señor a quien entregaron el paquete? —inquiero revolviendo un par de verduras dentro de la sopa.

—Ya me preguntaba cuándo empezarías con las preguntas —habla Max desde el alfeizar de la ventana.

—Solo aparecieron en mi cabeza y ya.

—No te estoy reclamando.

—Solo nos agradeció y nos fuimos —interviene Jayden.

—¿Por qué demoraron tanto entonces?

—Fue complicado perseguirlo cuando acabó el desfile, agreguémosle el escapar de una patrulla de policía

—¿Él señor tampoco se molestó en preguntarles algo sobre la entrega?

Él niega con la cabeza.

—¿Por qué habría de hacerlo?

Encojo los hombros.

—¿Y si se confundieron de paquete? ¿Y si no es la persona correcta? ¿Y si...?

—¿Por qué nos detenemos en los "qué hubiera pasado", lo entregamos y ya, Summer. —Deja su envase de sopa en su regazo.

—¿Por qué no nos despertaron a la hora acordada? —pregunto.

—Nos detuvimos a hablar sobre... —Ryan, a mi lado, carraspea—. Ya sabes.

—Pensé que lo habías hecho antes, en la gasolinera —susurro cerca de su oído.

—Expandimos más el tema, estuvimos tan inmiscuidos en la conversación que el tiempo pasó en un parpadeo.

—¿Qué tanto se susurran? —Max alza las cejas hacia nosotros. Por favor que no piense algo indebido—. ¿Nos ocultan algo?

Niego con la cabeza, pero Ryan se me adelanta al proporcionarles una respuesta.

—N-Nada, no es nada. —Él frunce el ceño y Ryan alcanza a retorcerse los dedos—. Solo le dije sobre lo... de mi padre.

Observo el cuerpo del castaño claro tensarse, las marcas de sus dedos quedan impregnadas en su recipiente de sopa. Max agacha la mirada, como si analizara sus palabras.

—Ah...

—¿De qué hablan? —Skyler deja de lado su comida—. El aire se siente tan tenso que no lo soporto.

Y, Jayden, a su lado, le dirige una mirada al chico a mi lado, así, pidiéndole a su amigo permiso para ser él quien le cuente a la rubia. Ryan duda por unos segundos, pero termina asintiendo con la cabeza.

Skyler, en toda la narración de Jayden, se mantiene con una cara neutral, sin expresiones o siquiera un pequeño brillo en los ojos para inferir qué emoción está sucumbiendo en ella.

—Eso explicaba tu nerviosismo —dice al terminar de escuchar el relato, pero de ahí, ni una sola oración más.

Para detener este tenso ambiente, decido levantarme y desechar el envase de mi almuerzo al tacho de basura ubicado en el baño, comí cada porción que había, ninguno de nosotros desayunó en un primer lugar; de paso, aprovecho en tomar el pequeño tubo de crema, que he observado usar a Ryan para los moretones en su pómulo, en la mesita de noche.

Me arrodillo cerca al de ojos avellana con el objeto en mi mano que ayudará a desinflamar el golpe, al menos eso dice en la parte trasera del medicamento. Me acerco más a Ryan y tomo su rostro entre mis manos, mis ojos se posan en cada área para así saber exactamente dónde aplicar la crema y, cuando ya lo tengo listo, mi mano izquierda se mantiene sosteniendo su barbilla y la derecha destapando la barra y derramar su contenido sobre mis dedos. El chico hace una mueca al sentir mis dedos toqueteando su rostro, pero voy a convencerme de que es gracias al ungüento que, por su temperatura fría, sobresalta cualquier piel que toca y no por mi nula experiencia siendo enfermera. Mi mano está caliente, y no es porque mi cuerpo obtenga reacciones extrañas y menos por los guantes que me saqué, es gracias a la temperatura actual de Ryan, hace que el calor de su cara se trasmita a mis manos.

A los segundos, mi valentía sale a flote haciéndole alzar la barbilla para tener una mejor vista de sus pómulos... y a la vez sus lindos ojos. El brillo se encuentra en todo el iris, la combinación del color verde con los marrones a través de pequeñas motas hacen que me hipnotice. Me siento nerviosa.

Vamos, Summer, se supone que debería ayudarlo en la curación de su ojo.

Concéntrate.

Le aplico un poco más de la crema y cuando termino me quedo observando su rostro.

Y a último momento me doy cuenta de que no estamos solos en la habitación.

Los pómulos del de ojos avellana se encuentran rojos, y no es por el golpe de su padre; Max nos dirige un ceño fruncido y una sonrisa socarrona que sé qué es lo que significa, Skyler se mantiene cruzada de brazos sin alguna expresión notable en su rostro, y Jayden solo se nos mantiene mirando sin algún rastro de insinuación como su amigo, lo cual me alivia, no está pasando nada.

¿O sí?

Maldición, ni siquiera sé por qué quise poner mis manos en su rostro. Sí, lo toqueteé mucho. Me siento una completa depravada, pero es que se sintió... bien.

Ya basta.

Desvío mis pensamientos hacia mi celular. Lo saco de mi mochila y observo que no tengo, otra vez, ni una llamada, ni un mensaje, ni una señal de vida de mi familia. Por un momento pensé que no obtuve nada de parte de ellos gracias a la falta de señal en la zona donde el auto se averió, pero parece que estuve equivocada de nuevo. Ahora no hay señales de vida de ninguno, ¿qué les está sucediendo?

Me fijo en la parte superior de la pantalla.

23/11/17
Jueves, 5:34 p.m.

—¿No es algo tarde como para comprar la comida? —inquiero—. Algunas tiendas deben estar por cerrar.

Jayden se levanta de la cama y toma las llaves de la minivan, de paso junto a Max, botan el envase de su almuerzo a la basura.

—No hay tiempo que perder. —Remueve las llaves ocasionando un tintineo—. Me va a dar hambre otra vez.

Los tres nos dirigimos a la puerta y noto que Ryan y Skyler se quedan en su misma posición.

Me apoyo contra el marco de la puerta, Jayden y Max me esperan unos pasos adelante.

—¿No vienen?

Ryan niega con la cabeza.

—No... Pensaba quedarme para cuidar las cosas.

—Yo también —le sigue la rubia.

Asiento con algo de duda, me desprendo del marco. ¿Ellos dos quedándose juntos, a solas? ¿Es una buena idea? ¿Por qué me desagrada? Esto no debería desagradarme, es tonto.

¿Pero por qué no puedo evitarlo? ¿Acaso estos son los famosos...?

—¡Ey, Summer! —Me sobresalto al escuchar a Max—. ¿No que ya es tarde? Apresúrate.

—Sí...

Y salimos del motel.

—No es normal tener pizza para comer en Acción de Gracias. —Acomodo la caja entre mis manos—. Pero al menos tenemos algo con que llenar el estómago.

—De todas formas, —Jayden saca la llave de la habitación mientras mantiene con la otra mano una botella de soda—. odio el pavo.

—El pavo es delicioso —añade Max—, solo que tú tienes malos gustos.

El niega con la cabeza y finalmente abre la puerta. Los vellos en mi cuerpo se ponen en punta al imaginar cantidad de situaciones que se pueden presentar ante nuestro ojos, ni si quiera sé por qué lo hago, es decir, solo son Ryan y Skyler en una habitación, son dos de mis amigos con uno de tal vez tirando al... gusto, pero eso no importa, no debería sentirme así.

Pero al final, no encontramos a ninguno de los dos.

—¿Ryan? —llamo dejando la caja de pizza sobre la cama seguido de Max con la otra.

—¿Skyler? —inquiere Jayden revisando el cuarto de baño—. No están.

Llamamos a sus celulares pero resulta que los dejaron a la deriva por algún lugar de la habitación que no nos molestamos en buscar. Estamos tan ensimismados en la búsqueda de esos dos más que en otra cosa. ¿Dónde se metieron? Esta es una ciudad que ninguno de los dos conoce, ¿por qué irían a las afueras si hay una gran probabilidad de que se pierdan? Y principalmente, ¿para qué?

Maldición, estoy preocupada.

Pasan minutos, tal vez horas en que los esperamos en la habitación, sentados sin saber qué hacer porque no tenemos ninguna pista como para ir a buscarlos. Jugueteo con mi pulsera y agito mi pierna una y otra vez, ¿y si les sucedió algo? ¿Y si los asaltaron o algo parecido?

—Me cansé. —Me sobresalto al escuchar de repente a Jayden, lo observo ir a a la mesita de noche y tomar las llaves de la minivan—. Iré a buscarlos, maldición.

—Te acompaño. —Max lo sigue y me mira esperando una respuesta de mi parte.

Asiento porque quiero estar segura de que estén bien.

Nos abrigamos lo más posible, las noches en Nueva York son muy frías en esta época del año, tal vez mi ropa no es la más apropiada para el invierno, pero basta un poco. Al menos no tengo que preocuparme por parte de mi cuello, rostro y manos, con la bufanda y guantes que compró Ryan para mí es más que suficiente.

Ryan, Dios, me estoy sintiendo más preocupada.

Cuando estamos listos, salimos pero no damos ni dos pasos más allá de la puerta cuando nos lo encontramos, a ambos. Suelto todo el aire contenido en mi pecho y mi corazón parece volver a latir con normalidad, ellos están bien, sin ningún rasguño visible.

Aparto a Max y Jayden de mi camino y no lo pienso dos veces antes de abalanzarme a ellos para darles uno de los abrazos más fuertes que habré dado en toda mi vida. Skyler parece no inmutarse manteniendo sus brazos cruzados sobre su pecho, pero Ryan parece tensarse ante mi contacto con él.

Siento a Skyler salir de mi abrazo de oso, pero no por decisión propia, Jayden la sostiene de los hombros y la zarandea levemente.

—¡Maldición, Skyblue, ¿dónde mierda estabas?!

—No te incumbe.

Me deshago del abrazo que mantenía con Ryan, para observar a esos dos.

—¿Cómo que no me incumbe? Maldición, Skyler, llevan fuera por horas y no teníamos ni la maldita idea de dónde demonios estaban.

—No es cosa mía. —Dicho esto, se adentra en el cuarto.

Jayden se queda unos segundos pensativo, hasta que se detienen en el chico a mi lado, Max hace lo mismo.

—¿Tienes algo que ver? —inquiere el castaño claro cruzándose de brazos.

—N-No... yo solo.

—Ya déjalo, Jayden, —interviene el pelinegro—, él no tiene la culpa de que Skyler y tú tengan problemas para intercambiar palabras.

El mencionado no dice nada, solo se limita a entrar a la habitación, Max siguiéndolo, y así nos quedamos Ryan y yo afuera, con tal vez, un par de personas chismosas que de seguro están escondidas para escuchar el pequeño problema que acabamos de tener.

—¿Qué acaba de pasar? —Jugueteo con mi pulsera—. Ni siquiera sé por qué estamos haciendo tan grande este problema.

—L-Lo siento, no quería... yo no quería.

Niego con la cabeza, interrumpiéndolo.

—Solo quiero saber por qué salieron sin avisar, estábamos muy preocupados... yo —Suspiro—. estaba por perder la cabeza.

—Es que... sucedió algo que... no creo que les guste.

No escucho nada más y me adentro a la habitación, dándole señal de que debemos entrar. Escucho sus pasos detrás de mí, así no me preocupo por ello.

Al entrar, veo a Jayden apoyado en la puerta cerrada del baño, Max mirándolo a una distancia considerable con el ceño fruncido.

—¿Qué... le sucede? —inquiero mientras le doy un pequeño vistazo a Ryan, solo por si acaso.

—Otra de sus peleas con Skyler. —Veo a Jayden rodar los ojos ante las palabras de Max.

—¿Y dónde está ella?

Max señala con su cabeza el interior del baño.

Me acerco a la puerta y le doy dos golpes ante el inminente silencio dentro del cuarto. Jayden sube la cabeza para observar mis movimientos, Ryan y Max esperan una respuesta de la rubia encerrada.

—¿Skyler? —Ninguna respuesta—. Abre la puerta por favor, tenemos que hablar, no hay que exagerar... demasiado.

Unos minutos esperando algo, incluso escuchar un pequeño suspiro o al menos un susurro, hasta que la escuchamos:

—No exagero por la situación, pero Jayden me irrita.

Y todas las miradas se dirigen a él. Jayden gruñe y se levanta apoyando su sien en la puerta media deteriorada del baño.

—Ya, está bien, sal rubia. No hay que pelear, no en este... —Me mira esperando que complete su oración.

—¿Día de Acción de Gracias?

—No en este Día de Acción de Gracias.

Escuchamos un fuerte suspiro por parte de la ojiverde, un suspiro muy grande que todos sabemos que fue con una exageración apropósito. La perilla gira y Jayden y yo nos apartamos para dejarla salir. Sus ropas negras combinadas con el blanco se hacen presente, sí, se ve muy chica mala, pero eso no evita que su ropa sea más abrigadora que la mía. Ella estaba más preparada que yo para el viaje.

—Jayden, si sacas a colación el tema, te voy a golpear.

Para aliviar el ambiente, me acerco a las cajas de pizza y reviso su temperatura. Sí, no me sorprende, están frías. Los esperábamos para comer y todo el tiempo que pasamos afuera más la temperatura en la que nos encontramos no ayudaron a que la comida se mantuviera intacta.

—Bueno, —Max se acerca, corta y come un pedazo—. sigue siendo comestible.

Con ayuda del pelinegro, juntamos las sábanas de la cama y las mantas que conservamos de nuestro viaje, en el suelo de que, a pesar de que no es un hotel cinco estrellas, se mantiene limpio para poder sentarnos con tranquilidad y paz. Jayden termina sentándose a mi lado izquierdo con un golpe seco; Max se ubica a mi costado derecho; Skyler hace una mueca al ver el lado izquierdo del castaño claro vacío, así que decide sentarse junto al pelinegro, dando espacio para que Ryan se ubique en el espacio restante del pequeño círculo que formamos.

Las cajas de pizza se mantienen en el centro junto la botella de soda y con cinco vasos de plástico que conseguimos de una tienda que conoce Max a no más de cinco manzanas de donde nos hospedamos.

Nadie parece dar el primer paso para tomar una rebanada, el ambiente se siente un tanto incómodo, así que, para aligerarlo, soy la primera en extender mi brazo y coger un pedazo.

—¿Estamos celebrando ya el día de Acción de Gracias o solo es la conversación de por qué salimos? —habla la rubia ubicada frente a mí.

—Ambos —contesto tomando un sorbo de la soda.

Observo de reojo a Max, que parece ignorar el "conflicto" que tenemos, coger su segundo pedazo de pizza.

—¿Por qué salieron? —inquiero—. Y no es por reclamar o ser pesada, pero estábamos preocupados, sé que no conocen la ciudad y podría haber pasado cualquier situación de riesgo como un asalto.

—Yo perseguí a Dane. —Le hecho un vistazo al mencionado que se encuentra al lado de la rubia. Él agacha la mirada ante la revelación.

—¿Y... por qué saliste?

Aclara su garganta y el sonrojo se hace presente, se visualiza a la perfección gracias a la gran iluminación del cuarto. Un aspecto positivo de quedarnos aquí: no tenemos que quedarnos ante la oscuridad por las noches.

—Como ya dije, no será de su agrado.

—¿Es grave?

—P-Parece que sí.

Dirijo mi vista a la ojiverde.

—¿Lo sabes? —Niega con la cabeza.

—Lo seguí, si mis sospechas son ciertas, sé con quién se encontró; pero no espié su conversación así que no tengo ni la maldita idea de qué hablaron.

—¿Nos involucra? —inquiero hacia el chico, asiente como respuesta—. ¿Entonces...?

—Mi padre nos está siguiendo.

Y las cabezas de los chicos que parecían concentrados en su comida, en especial Max, se fijan en él reflejando la total confusión. Ellos se levantan de repente.

—¡¿Que él qué?! —exclaman al unísono, la diferencia de altura parece poner nervioso al de ojos avellana.

—Que nos está siguiendo...

—Sí, escuchamos. —Jayden golpea el suelo con su zapato que temo que las personas del piso de abajo se quejen de nosotros—. Pero, ¿qué demonios? ¿Se atreve a seguirnos, como si nada? Ryan, amigo, ¡te golpeó! Ni siquiera podemos permitir que esté cerca de ti.

—¿P-Por qué nos sigue? —pregunto.

—Él solo quiere supervisar de que entreguemos los paquetes a sus amigos de forma adecuada, quiere principalmente verme a mí y saber si me encuentro bien, es solo eso, no creo que esté haciendo nada malo, es mi padre y desea que cumpla para poder salir de todo el tema del... narcotráfico.

Y mi corazón parece romperse ante sus palabras. Me duele que se comporte así a veces, a pesar de haberle conversado de ello cuando nos quedamos varados. Mis ganas de darle un fuerte abrazo, mucho mayor que el que le di cuando regresó de quién sabe dónde, aumentan, tener la capacidad de deshacer ese sentimiento de angustia que noto en sus lindos ojos avellana. Y lo lograré, necesito hacerlo. Ya no es por mi curiosidad de saber lo que esconde este chico, tal vez, y solo tal vez es por otra razón...

Jayden empieza a gruñir y murmurar palabras inentendibles, al menos para mí, lo que sí logro es distinguir una que otra mala palabra. Max parece concentrado en calmar la angustia del chico y Skyler pide que paren de hablar porque la molestan, Ryan no sabe dónde meterse y todo resulta un caos.

—¿Qué tal si empezamos a agradecer? —empiezo interrumpiendo el ambiente de enojo y angustia, quiero calmar esto de una vez, al menos cambiando de tema—. Dejemos este tema para, tal vez, mañana en la mañana, solo... calmémonos y agradezcamos.

Parecen entender, un par de respiraciones profundas después, lo tenso de sus cuerpos desaparece. Jayden y Max vuelven a sentarse.

—¿Puedes decirnos cómo es esto? —No noto ningún rastro de emoción en la pregunta de Jayden ahora suena tan monótono.

—Se supone que debíamos agradecer antes de probar bocado, pero podemos saltarnos ciertas tradiciones —explico con una ligera sonrisa. Las expresiones de los tres parecen perdidas, ¿así que qué mejor que la cena del Día de Acción de Gracias para mejorarlo?—. Agradezcamos.

—¿Agradecer? —Ryan dice en voz baja.

—Podemos agradecer por cualquier cosa, con tal que sean agradecimientos sinceros, se le hace especialmente a la... familia o alimentos, —Recuerdos de mi familia en este día vienen a mi cabeza, pero se desvanecen rápidamente al igual que como vinieron—. pero es decisión de ustedes a quién o a qué hacerlo.

»Puede empezar cualquiera y si no tienen nada, bueno, es la parte más importante de este día así que supongo que están obligados de cierta manera a decir algo.

—Skyler estará contenta por empezar. —Volteo hacia Jayden encontrándolo con, al fin, una sonrisa, no importa que sea socarrona, al menos tiene una.

—Te voy a golpear —gruñe la rubia.

—No saqué a colación ningún tema. —Él alza las manos con inocencia.

Todos la miramos esperando algo de su parte, la presión social haciendo su trabajo. Segundos de mirarnos dándonos señales de que no lo hará, decide hacerlo no sin antes soltar un suspiro, que fue exagerado, pero parece haber salido natural.

—Maldita sea, no sé qué decir. ¿Cómo se supone que debo empezar?

—Como quieras —respondo.

—Agradezco... —Gruñe cruzando sus brazos.

—Ahí se vienen las palabras cariñosas —canturrea Jayden.

—Maldita sea, Jayden, en serio te voy a golpear. —La rubia hace amago de levantarse pero Max la toma del antebrazo y la regresa a su lugar.

—Puedes proseguir, Skyler —anuncio.

—Con la cara del idiota de Jayden mirándome, se me están quitando la ganas, en serio.

Entrecerramos los ojos hacia el chico a mi lado, el rueda los ojos con una sonrisa de comercial de pasta de dientes y decide taparse lo ojos con una mano, con la otra le hace señas a la rubia para que prosiga.

—No puedo creer que vaya a decir esto... —Empieza—. Pero, agradezco... yo agradezco, —Suspira—. agradezco estar con ustedes.

—Aww, ahí está su lado adorable —Max, sentando como indio, apoya su codo izquierdo en su rodilla y su mentón sobre la palma de esta. Él ignora la severa mirada enfurecida de ella.

—Prosigue —susurro hacia ella para no alterar el cambio de ambiente.

—Este sería un día como cualquier otro si no hubiera viajado con ustedes: En mi habitación, sola, comprando la cena por teléfono y luego yéndome a dormir. Aburrido. —La miramos esperando más palabras (excepto, claramente Jayden, que he notado la sonrisa bobalicona que mantiene)—. No esperen más de mi parte, es lo máximo que puedo decir.

—Eso estuvo bien. —Golpeteo mis muslos—. ¿Quién sigue?

Max alza la mano como si fuera un niño pequeño pidiéndole permiso a su maestra. Se acomoda en el piso cuando le doy el pase.

—No recuerdo a la perfección sobre lo que debía decir en la cena este día, pero agradezco los alimentos que tenemos en la mesa... —Mira el piso—. Quiero decir suelo, pero saben a lo que me refiero; agradezco el estar aquí reunidos y... Eso es lo único que recuerdo. —Dirige su mano detrás de su nuca.

»¿A qué es el mejor agradecimiento?

—El mío será mejor. —Jayden se aclara la garganta. ¿En qué momento esto se volvió una competencia?—. Agradezco que se mantengan vivos, que compartamos esta deliciosa pizza en grupo y el no gastar dinero en el transporte por todo Estados Unidos y una parte de Inglaterra.

—Ese fue el peor agradecimiento que he escuchado en mi vida. —Skyler se hace notar por su voz—. ¿Por qué sigues siendo tan idiota?

—Nunca lo he celebrado, así que no sé qué decir, —Él, de una forma infantil, le saca la lengua, haciendo que la rubia revolotee los ojos

¿Deberían estar peleando en momentos como este? ¿Para qué me molesto? Ni en situaciones como esta los podré detener. Suelto una pequeña risita ante otro gesto infantil de parte de Jayden.

—Creo que voy yo —Suspiro analizando lo que voy a decir... ¿qué más da? Que me salga del corazón—. Agradezco, como ustedes ya dijeron, los alimentos que presentamos para esta cena; el estar reunidos aquí compartiendo el tiempo y experiencias inolvidables, incluso las que se vendrán en un futuro; espero que nuestras vidas estén llenas de buenos deseos y... Umm, amor.

—Lindo, —Max me lanza una mirada—. pero apuesto a que lo tenías preparado.

Abro ligeramente la boca, indignada.

—¡Claro que no!

—Ajá. —Se ríe de mí.

Ruedo los ojos con una sonrisa asomando por mi rostro, pero la disimulo viendo a Ryan, ya que es el único que falta del grupo en decir unas palabras.

—Vas tú —dice Jayden dirigiéndose a él, toma un sorbo de la bebida, y él no debería estar haciendo cuando aún no hemos acabo con las palabras de agradecimiento de cada uno.

—No creo que sea una buena idea... —murmura—, es decir, nunca lo he hecho y no sé de qué va. ¿Qué se supone que tenga que hacer? Lo voy a arruinar. Será mejor que sigamos con lo demás...

—No es necesario que digas un discurso enorme y largo, solo importa que venga de aquí. —Ubico una mano en mi pecho, en mi corazón—. Que salga de ti, que sea natural. Y por supuesto que no lo vas a arruinar.

—No tanto como lo hizo Jayden con esos estúpidos agradecimientos —interviene la rubia.

Jayden está apunto de defenderse, pero lo interrumpo haciéndole una seña para que así Ryan hable tranquilamente.

Se toma su tiempo, y por supuesto ninguno le reclama ello, puede hacerlo. Sus pómulos se mantienen rojos gracias a los tres pares de ojos que se mantienen sobre él. Suspira.

—Agradezco que formen parte de mi vida, son como, una segunda familia para mí. —Poco a poco el tono de su voz disminuye hasta que se convierte en un murmullo, pero el silencio que mantenemos nos ayuda a escucharlo perfectamente—. Gracias por ayudarme, me siento feliz. Solo... Gracias.

Y creo que tenemos un ganador. Sí, tal vez es el agradecimiento más corto de entre nosotros, pero el sentimiento con que lo expresó fue tan conmovedor para todos, y lo puedo notar en sus rostros. Eso no significa que lo que dijimos no nos salió de lo más profundo del corazón, pero Ryan tiene la capacidad de hacer eso y mucho más, parece un pequeño niño recitando un poema a su madre, esa inocencia y pureza característica que hace que nos enternezca.

—Salud. —Max alza su vaso con soda y los demás lo imitamos.

Chocamos nuestros vasos como si fueran copas de vidrio con una bebida alcohólica. Reímos un poco antes de atacar por completo las dos cajas de pizza enteras, disfrutando de lo poco que nos queda de la noche antes de dormir.

Al estar cada uno preparándose para dormir, la rigidez en nuestro cuerpos parece volver gracias al pensamiento de que mañana en la mañana tenemos que hablar sobre el tema que sacó Ryan a colación antes de que empezáramos con los agradecimientos.

Todos están descansando, pero más que lo intento, no puedo estar ahora como ellos, sumidos en sus sueños. Las palabras de Ryan se mantienen en mi cabeza y creo que eso provoca mi insomnio. Me remuevo en la cama sin ser exagerada, Skyler duerme a mi lado y mi objetivo no es despertarla, sino buscar una buena posición para caer en los brazos de Morfeo. En una de los tantos movimientos que he hecho, mi cara queda viendo hacia la pared, dándome vista de Jayden y Max recostados sobre el suelo, durmiendo encima de una cantidad moderada de ropa para que se sientan cómodos, y parece que funciona. El único que no aparece rápidamente en mi campo de visión es Ryan. Aflora en mí el temor de que haya salido a encontrarse de nuevo con su papá, que está en peligro, porque ya no puedo esperar nada más de ese señor.

Deshago la manta que me cubre, la rubia a mi lado no se puede quejar de llevármela ya que ella tiene una propia, creímos que era una buena idea para que así cuando alguien se moviera como lombriz no destapara a la otra. Mis pies se posan sobre el suelo e ignoro el frío colándose hasta por mis huesos. Mis ojos se adaptan rápidamente a la oscuridad del cuarto, así que el sentimiento de alivio me recorre el cuerpo opacando al frío al ver al de ojos avellana sentando a lado de la ventana, con la mirada perdida en la oscuridad de la noche y el manto de estrellas que la cubren. Ha movido su lugar donde dormiría, cuando las luces se apagaron él estaba al lado de los dos chicos. Dudo en acercarme, pero decido por hacerlo.

Esta vez soy yo la que toma la manta y tiene la iniciativa de abrigarnos con esta extendiéndola sobre nuestros hombros. Él es el que esta vez apoya su rostro sobre mi hombro, y así nos mantenemos unidos. No ignoro la humedad que siento en mi hombro izquierdo y la que se encuentra en mis ojos antes de decirle:

—Estará todo bien.

—Gracias.

Y nos quedamos dormidos.

╚══════❀・°・❀══════╝

Summer y Ryan en multimedia

Hola, no doy señales de vida desde cuándo, ¿dos meses? Ni yo lo sé. Pero he tenido este horrible bloqueo de escrito e incluso me he estado planteando dejar esta historia. Pero tranquis a las pocas personas que me leen, eso no sucederá XD. Son esos tipos de pensamientos random que me llegan a la cabeza, además, la escuela se me ha vuelto algo pesada así que la culpo ahre.

Este capítulo sí que está re largo, así que tengan paciencia leyéndolo. Pueden leer una parte hasta dónde se encuentra un separador y luego al siguiente día seguir leyendo. Esta parte cuenta como tres actualizaciones (por el hecho del total de palabras), Así que disfruten. Y sí, es algo raro que los protas celebren ya día de Acción de Gracias cuando hace unas horas (en mi país) aún era Halloween. Pero si quieren entrar en ambiente, ellos celebran Halloween en el capítulo 20 hasta el 22.

Perdón otra vez por dejarlas algo abandonadas, apuesto a que algunas lectoras ya dejaron abandonada esta historia XD,y no las culpo.
Pueden compartir esta historia con sus conocidos, eso me haría muy feliz :D, así la historia se expande un poquito a más personas u.u. Voten, comenten y disfruten x2

Como siempre, si encuentras un error, no dudes en avisarme, estaría muy agradecida uwu

(01/11/20)

ℒüḉ¥ ϟ℘αґкℓε

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