Capítulo 6
Capítulo 6
Al salir el sol por la mañana, el chico estaba acostado junto al cadáver sin ambos brazo y parte de la pierna izquierda. Se había devorado casi todo el cuerpo del hombre. Tenía sangre seca en su cuerpo, así que se fue hasta el lago, donde se bañó mientras pensaba en lo ocurrido el día anterior, sin recordar muy bien todo.
Tenía presente que en cualquier momento debía de marcharse de ese lugar. Alguien entrépito se daría cuenta que ese carro estaba ahí estacionado, o alguna pareja calenturienta que viniera a bañarse a este lago durante la noche. No era peligroso, no había animales en ese lugar, es árido, solitario y falto de alimentación para cocodrilos y otros animales capaces de habitar en un lago; por eso muchos no le temen durante la noche. Aunque hace mucho tiempo en este lugar había encontrado un cocodrilo africano, que aún no se explican como una bestia de esas había ido a dar en un lago solitario y sin alimento. Fue llevado a un refugio de animales.
Sacó toda la ropa de la bolsa, buscando algo para ponerse ese día. No quería regresar a ese lugar, pero se había enamorado de Sabina. Ella le hacía sentir seguro. De alguna manera él tenía algo que hacer por ella, sentía que debía ayudarla. Esa frase que ella le había dicho, sobre que quería ser reconocida por sus fotos, le habían taladrado su cerebro (no de manera literal), y tenía una idea de cómo hacerlo: Mataría por ella.
Terminó de vestirse y se fue caminando hasta la universidad, no se encontraba tan lejos.
Al llegar a la universidad se encontró con que Sabina ya había llegado, pero se despertó en el algo de celo, pues ella estaba abrazada con Damián, riendo a carcajadas.
—¿Qué hacen? —les preguntó sin siquiera saludar al menos.
—Hola, buenos días —Le saludó ella algo extrañada por su pregunta—. Estamos conversando sobre algunas cosas que han pasado. Pero acabo de recordar que papá viene ahorita para las preguntas que nos hará a todos.
—¿Preguntas? —preguntó sin saber muy bien, pero luego se dio cuenta que lo había olvidado—. Cierto, las preguntas sobre lo que ocurrió ayer. Disculpen por no saludar antes. ¿cómo se encuentran?
—Yo estoy bien, gracias por preguntar —respondió Damián con algo seriedad. Le había incomodado la forma en la que había llegado.
—Bueno, los dejo, tengo unas fotos pendientes con los chicos del equipo. Al fin y al cabo, vine a esta universidad fue por ellos, ¿cierto? —se despidió de ellos y se marchó, dejándolos con una expresión de extrañeza ante su despedida sin más.
—¿Qué le pasa a este loco? — Le preguntó a Sabina—. Pareciera que se disgustó porque estábamos abrazados o riéndonos.
—Lo mismo pensé, pero no le hagas caso—Respondió ella mientras caminaban para entrar a clases.
*****
Mike estaba caminando acercándose a los chicos, cuando de pronto una chica rubia, la cual estaba fumando hierba, lo llamó riendo desde un árbol cerca.
—Te vi, Mike... te vi—Le dijo ella entre risas silenciosas cuando este se acercó a ella.
—¿De qué hablas? — Le pregunta con seriedad y voz ronca.
—Fuiste tu quien la mató. Tú mataste a Leonor Fert— reía como si estuviera borracha.
—Estás... loca— Respondió dando un paso hacia atrás con sus ojos abiertos de lo sorprendido que estaba. Sabía que tenía que hacer algo antes que llegaran los de la policía y ella les dijera algo que pudiera despertar sospechas y quieran investigarlo—. Lo que me dices es un delito.
—Pero no es delito decir la verdad... ¿o sí?
—¿Qué quieres? —Le preguntó, esperando que ella le pidiera algo a cambio de su silencio, pues sabía que en ese lugar no podía matarla. Todos lo verían.
—Una noche conmigo. En mi casa—le respondió tocando su seno derecho con lo último que dijo, mientras soltaba una nube de humos desde su boca—. Quiero que hagamos algo de adultos. Tú me gustas desde que te vi llegar. Desde que mi novio te llamó para fumar y tú le dijiste que no. Eso me encantó. Eres un santo, y yo te quiero pervertir, Mike.
—Pero...—Su mente se nubló, porque nunca había hecho eso—. ¿dónde? —le preguntó. No podía negarse.
—Luego de salir de mi última clase. Te llevo a mi casa, no habrá nadie hoy allá. La pasaremos bien, ya verás que sí.
—Está bien, me pasas buscando—terminó aceptando mientras se daba la espalda y se iba.
Estaba pensando en que talvez eso era un sueño, que ella no sabía nada. O que en realidad lo único que quería era tener intimidad con él. Pero era imposible que alguien lo hubiera visto, La piscina estaba sola. Aunque la probabilidad de que, si fuera cierto, era poca, pero lo era.
Estuvo pensativo las próximas horas. Eran normal.
Mientras que Damián y Sabina presentaban en sus clases normal, Mike estaba siendo comido por la ansiedad y la angustia que le provocaba saber que pasaría en las próximas horas. Pero más angustia le dio cuando, desde el campo de futbol, pudo ver las camionetas del detective Vlas, y algunos Policías, que estaban llegando a la Universidad.
Se quedó pensando en que haría para poderse zafar de ellos, pero luego recordó la cita con la rubia. Fue corriendo hasta donde estaba ella, y disimulando su desespero, le dijo:
—Quiero ir ahora.
—¿Ahora? —Le preguntó ella echando su cabello a un lado y mordiendo su labio inferior. Caminó hacia a el—. Pues me encantaría. Vamos.
No se había dado cuenta que, Mike solo estaba huyendo de los policías. Lo había pensado muy bien, su coartada estaría con ella.
*********
—Y ahí viene tu padre —Le dijo Damián a Sabina tocando codo a codo—. El Detective Vlas.
Un hombre que tenía reflejos de canas en su cabello, su rostro serio con su mandíbula perfilada y, ligeramente tensada.
Se acercó a los chicos, diciéndoles en tono de orden:
— Quiero que por favor no se muevan de aquí. Necesito tenerlos a la vista para que no vayan a querer hacerles preguntas extrañas a ustedes. Por favor —se dirigió a Sabina—no quiero nada de fotos.
Sabina había entendido la clara prohibición sobre la usar la cámara para tomar fotos de ese día.
Aunque no pudo prohibirles eso a los periodistas que estaban a las afueras de la Universidad, quienes también grababan informes sobre la situación del asesinato. Por lo que se le ocurrió una idea, y le pidió a Damián que les dijera a los periodistas que ella tenía fotos sobre el día anterior que nadie más tenia, y que aceptaba ofertas por ellas.
—¿Estás loca? ¿Quieres que tu papa nos mate acaso?
*****
En cuestión de minutos ya estaban en casa de la chica, quien se abajo del carro y lo invitó a la casa, la cual se veía solitaria. Él entró con algo de miedo, pues no confiaba en ella. Pero sabía que le convenia estar en esa casa.
Al estar en la sala, ella fue hasta la cocina, diciéndole:
— Siéntate, iré por unas cervezas en el refrigerador, ¿quieres una?
—N-no. Gracias.
— ¿Estás seguro? —Preguntó trayendo consigo dos de ellas, las destapó y se la dio—. Si vamos a pasarla bien, que sea con todo incluido.
—Está bien— La aceptó resignado.
Comenzaron a tomarlas, entre tanto que ella lo besaba buscando excitación de parte de él, pero cuando le tocó sus genitales, se dio cuenta que este no hacía nada, todo estaba flojo. Se le separó de su boca, y le preguntó:
—¿Eres gay?
—¿Qué?
—Que si eres gay.
—N-No, ¿Por qué?
—Porque no está dura.
—Espera un momento—Se levantó y se fue a la cocina.
Ella al verlo nervioso, rio con malicia y se fue detrás de él luego de unos segundos, y besándolo hasta bajar a sus pantalones, lo miró desde abajo, y le dijo:
— Yo lo levanto, no te preocupes.
Le desabrochó el pantalón, y comenzó a jugar con él en su boca, hasta que este dejó a un lado su miedo, y disfrutaba de lo que estaba pasando.
La levantó por los pelos, la puso de espalda sobre el mesón de manera salvaje (ella se quejó pero de gusto mientras reía). Le quitó su short y la penetró bruscamente mientras ambos gemían de placer, aunque ella parecía más bien hacerlo de dolor, sin embargo, mordía su labio inferior para contener su risa placentera.
—No te detengas—Le decía con su voz temblorosa entre tanto él lo hacía cada vez más rápido.
En cuestión de segundos ella lo detuvo y lo llevó hasta su cuarto, donde pudo verle mejor su cuerpo, llamándole la atención algunas marcas que tenía en todo su cuerpo, como latigazos profundos. Intentó preguntarle, pero este la interrumpió subiéndose encima de ella salvajemente, haciendo lo mismo que en la cocina.
Luego de unos minutos ya estaba acostados mirando hacia el techo, pero de pronto él se levantó se comenzó a vestir.
—Pensé que durarías menos— Le confesó ella luego de sentarse en la orilla de la cama—. Me sorprendiste.
No había respuesta de parte suya, solo un silencio que gritaba que no dijera nada.
Pensando nuevamente en sus marcas cubiertas por su camisa:
— ¿Qué te pasó en la espalda, Mike?
—Un accidente de niño— respondió cortante mientras terminaba de abotonarse la camisa.
—Estuvo grave ese "accidente de niño"
No obtuvo respuesta ante ese comentario.
— ¿Es cierto lo que me dijiste? —Le preguntó estando aun de espalda hacia a ella.
—¿A qué te refieres? — hubo un momento de silencio, lo cual entendió, y se acercó a él, acariciando su espalda con su dedo índice, agregó—. Sí. Te vi cuando la golpeaste y la lanzaste a la piscina. No la defendí porque la odiaba. Y te agradezco lo que hiciste. No diré nada, solo con una condición.
Él no dio ninguna respuesta, ni preguntó cuál era, de igual forma ya se lo imaginaba.
—Tu ya la sabes.
Le dijo mientras este abandonaba la habitación y la casa sin mirar atrás.
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