CAPITULO 3
CAPITULO 3
Mike iba caminando por el patio trasero de la Universidad, donde mira a jóvenes promiscuos deseosos de sexo por los arbustos escondidos.
El lugar le parecía muy extraño, más al ver a todos los chicos que le saludaban desde sus lugares mientras fumaban y reían entre ellos.
—Oye, tú —Le dijo uno de ellos —. ¿De dónde has salido? Tienes muy mala cara, caballero. Te puedo dar mi nave para que vueles con nosotros, ¿se te apetece?
—No—Le rechazó sin pensarlo.
Siguió su camino hasta llegar a donde estaban los chicos del futbol que practicaban, los cuales le llamaron haciendo señas para que les tomara fotos, y, aunque él no sabía, pues recordó cómo lo hizo Sabina en la piscina, por lo que sacó su cámara y comenzó a hacer lo mismo que ella.
La apariencia de Mike era algo extraña, pues estaba algo pálido, su cabello en cierto modo estaba despeinado, pero recogido con una trenza de zapatos, cosa que más que llamar la atención, era demasiado extraño.
Tomó varias fotos de los chicos mientras entrenaban, y se reía de cómo había aprendido rápido, pero su sonrisa fue borrada cuando escucha un susurro: Sabrán quién es Mike...
Sus manos comenzaron a temblar levemente, por lo que dejó de tomar fotos, pero se fue corriendo del lugar cuando la voz le terminó diciendo:
—Tendrás que matarlos. Matarla a ella también.
Al llegar a la parte frontal de la Universidad, se pudo escuchar a los lejos la sirena de una ambulancia, la cual llegó a ese lugar mientras las chicas lloraban afuera. Pero algo que le llamó la atención, fue que Sabina estaba tomando fotos de la situación, a la ambulancia, a los camilleros entrando, luego cuando salieron con el cuerpo de la rubia que él había asesinado en la piscina, por lo que se acercó y le preguntó:
— ¿Q-qué pasó?
—No puede ser posible—Respondió ella bajando su cámara—. Acaban de encontrar a Leonor Fert muerta en la piscina.
—Santo Dios—Replicó él, pues debía fingir asombro—. ¿Y te dejan tomar fotos de eso?
—Claro que si, al fin le tomo fotos a algo importante. De seguro estas fotos me la van a pedir los del periódico porque aún no han llegado.
Él se quedó pensando unos minutos, y sonrió como si se le hubiera ocurrido una idea.
El ver el cuerpo cubierto sobre la camilla que los paramédicos llevaban, de alguna manera le recordó cómo les había arrebatado la vida a sus padres.
—Oye, hoy mi papá dijo que tendremos una cena especial, si quieres puedes venir.
Pensó un momento, pero terminó aceptando mientras se alejaba de ella.
—Ya lo invitaste a tu casa, ¿cierto? —Le preguntó Damián.
—Pues...
—Eres una loca, no entiendo por qué lo hiciste. Igual sabía que lo harías, pero dime, ¿por qué llevarlo a tu casa? Sabes que a tu padre no le va a gustar, y menos que faltan dos días para tu cumpleaños y tiene eso del caso que aún no resuelve.
—Por eso quiero llevar a alguien diferente, porque quiero que mi papá piense en otra cosa que no sea el caso de los Fernaloid.
—Siendo el Detective Vane, pues... es prácticamente imposible que no lo piense.
—Damián, ¿es normal que me ponga triste cuando voy a cumplir año? — Pregunta mientras caminaban y ella tomaba fotos de la ambulancia saliendo y luego a los estudiantes que estaban llorando.
—Pues sí, en tu caso, si lo es. Tu papá el día de tu cumpleaños se pone de mal humor, porque exactamente un día como el 12 de marzo fue que ocurrió aquel asesinato, así que, si, en tu caso es normal que él esté así. No olvides que ese caso abierto lo dejó manos libres en su puesto, todos hablan de él por eso.
—lo sé, por eso a veces me pongo triste.
—Entonces deberías de entenderlo. Por cierto, ¿le diste tu dirección al rarito?
—No se lo di, en un momento se lo digo.
Mike caminaba por los pasillos cuando vio por las ventanas que venía llegando la policía, se puso nervioso al grado que sus manos comenzaron a temblar, y su mandíbula se presionaba fuerte. Sabía lo que significaba que la policía estuviera en ese lugar, así que se dijo a sí mismo:
— No seas idiota, deja de matar sin pensarlo antes. Te van a descubrir y te comerán vivo.
Comenzó a mirar a los lados, hasta que entró a los vestidores, donde aún no había nadie.
Paseaba su mirada por el lugar, hasta que vio una especie de closet donde había ropas y trajes en bolsas, así que sonrió, tomó un traje de esos y lo metió dentro de su bolso. Y se sentó a esperar a que los policías se fueran del lugar, ya que por la parte de atrás no podía irse, pues había estudiantes en la parte de atrás y lo verían marcharse del lugar.
Ya comenzaba a pensar un poco más con la cabeza fría, estaba pensando en controlarse. De alguna manera el haber conocido a Sabina, le estaba haciendo pensar de manera más cautelosa, pero aún tenía una idea extraña en su cabeza que no lo dejaba en paz, no dejaba que estuviera tranquilo.
Dio un respingo cuando escuchó que alguien había entrado a los vestidores, y corrió despacio y se escondió entre las ropas para que no lo vieran.
No era nadie importante, solo eran un chico de los jugadores con una de las chicas de la piscina, las cuales entraron al lugar besándose de manera salvaje, y se escondían entre los casilleros y ella gemía entre sollozos de placer; pero Mike estaba comenzando a sentirse molesto cuando escuchó que la chica le dijo:
— Ya podemos ser novios en público, Leonor está muerta.
—No hables de ella, no importa ahora. Ya mañana la llevan al cementerio, y nada pasó con ella. Terminemos de coger.
—Pero dime si seremos novios en público al fin, dímelo—le dijo ella deteniendo sus movimientos.
—Está bien, lo pensaré—Respondió penetrándola y besándola para callarla hasta que terminaron unos minutos más tarde, y, después le dijo que se fuera antes que la descubrieran en ese lugar.
Él se fue a bañar, entretanto, Mike estaba tratando de salir de las ropas sin hacer bulla, pero cuando salió, la voz del chico lo detuvo aun estando de espalda, diciéndole:
— Pensé que te quedarías ahí todo el día, o al menos hasta que yo me fuera.
Se detuvo y lo miró, diciendo:
— Disculpa, es que estaba buscando algo.
—Tranquilo, no dije nada porque en realidad te debo mucho a ti.
—¿A qué te refieres? —Le preguntó dando un paso adelante acercando su mano a un tubo que estaba cerca.
El chico se giró para verle de frente, y le dijo:
— Lo sé todo, amigo.
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