CAPITULO 2
CAPITULO 2
Tomó aquella identificación y la ropa, y se fue a bañar en el río que estaba a unos metros más adentro del bosque, donde tardó unos minutos lavándose muy bien, quitando de su rostro todo aquello que se había adherido a su piel.
Ya bien bañado, salió del agua hasta recoger la ropa de encima de una piedra donde la había puesto. Se puso la ropa interior, sintiendo extraño, se puso el pantalón y luego la camisa con aquella tarjeta de identificación encima.
Caminó unos metros de donde estaba su cueva, buscando el vehículo con el que el muerto se había accidentado.
A sus pasos, las hojas secas sonaban como canción de cuna para él, entre tanto que ya se acercaba a una moto que estaba humeando por el impacto con una piedra. Viendo cerca de ahí un bolso con sus pertenencias, y decidido, emprendió su camino por la carretera hasta adentrarse al pueblo por la vía principal, donde pedía y pedía a los que pasaban, que le hicieran el favor de llevarlo, ya que transitaban muy pocos carros por el lugar.
Solo hasta que un camión se detuvo, y le conducía un hombre gordo de aspecto asqueroso y repugnante para el hombre que caminaba, pero ya estaba cansado, por lo que aceptó el viaje cuando el hombre le preguntó mirándole de pies a cabeza:
—¿Quieres que te lleve al pueblo, jovencito?
Asintió con la cabeza y se subió sin decir palabra alguna.
Ya mientras iban camino al pueblo, aquel hombre decía y decía cosas extrañas, como si le estuviera tratando de sacar conversación, pero de un momento a otro, al verle indefenso, se metió por un camino fuera de la vía, por lo que el chico le miró con ojos amenazantes, como advirtiéndole que no se pasara de listo con él, porque no sabía quién era.
Por lo que el conductor se percató de aquello y terminó llevándolo hasta la entrada del pueblo, donde le preguntó:
— ¿A dónde vas exactamente, jovencito?
—La... universidad de Bancaje —Respondió apenas tratando de no mostrarse nervioso.
—OK, irás a estudiar ahí —Replicó el hombre extrañado, pues él no tenía buena apariencia como para ser realmente un estudiante—. Yo pasaré por ahí.
Siguieron el camino hasta dejarlo frente a la Universidad, y mientras el se bajaba, lo miró de pies a cabeza pasando su lengua por sus labios asqueroso, y le dijo con morbosidad:
—Espero verte pronto, jovencito.
—No te conviene —Susurró el joven mientras caminaba a la entrada de la universidad.
Era muy extraño para él, pues ya habían pasado muchos años desde que se había ido del pueblo, por lo que entrar y ver a tantas personas le era muy extraño e incómodo.
Pero, algo extraño pasó, y fue cuando uno de los estudiantes le miró la tarjeta de identificación y exclamó a los demás:
— ¡Chichos, llegó Mike Blue, nuestro salvador!
Él se asustó al ver a algunos jóvenes deportivos acercándose a él, y al verle así, el chico que exclamó, le dijo para calmarle:
— No te preocupes Mike, es que hace mucho tiempo estábamos esperando que enviaran a alguien para las fotografías de nuestros juegos, ya que no tenemos fotógrafo. A veces contamos lo que hacemos, pero no nos creen porque no tenemos evidencias, entonces, al tenerte a ti, pues será mejor. Hoy iremos a practicar, así que te necesitamos para empezar a llenar el álbum de reportes.
No entendía nada, se mostraba arrepentido, como que era algo que nunca debió de hacer, ya que al parecer el hombre por el que se hacía pasar era muy esperado aquí.
—Pensamos que ya no vendrías, eh—Dijo mientras lo encaminaban hacia adentro de la universidad todos.
Él solo los miraba extraño, porque nunca alguien lo había tratado bien, por lo que prefirió mejor seguir así.
********
—Sabina, eh—Susurró Damián entre dientes a su amiga, quien estaba escribiendo en su cuaderno y luego le miró—. ¿Sabes la respuesta de la tres?
—Damián —Respondió susurrando también, pero con rabia—. Se supone que anoche dijiste que estabas estudiando.
—Lo siento, es que cuando juego con mi cuerpo antes de dormir, pues parece que se me olvida todo al otro día.
—Pero que asqueroso eres, Damián.
— ¡Señorita Vane! —Exclamó de repente la profesora, y bajando sus lentes, le preguntó desde su asiento a Sabina quien se sobresaltó con el grito—. ¿Tienes algo qué agregar a la clase referente al examen?
—N-no, no, Señorita—respondió poniéndose firme en su puesto.
—Entonces siga el examen.
Cuando la profesora volvió su mirada a su escritorio, Sabina lanzó una mirada de odio a Damián, quien le susurraba que lo sentía.
—12 de marzo— le diò la respuesta.
—Gracias —retuvo una risita.
Al cabo de unos minutos sonó la campana para que salieran del salón, por lo que enseguida todos se levantaron y salieron mientras la profesora decía algo en voz alta.
Sabina caminó hasta su casillero, el cual abrió y sacó de ahí una cámara digital de fotografías, la cual se colgó en su cuello, y al cerrar el casillero, Damián le asustó de repente por segunda vez, a lo que ella respondió empujándole y caminando hacia la piscina de natación.
—¿Irás a tomar fotografías otra vez a esas chicas aburridas de la piscina? —Preguntó con tono de queja mientras caminaban.
—Es mi trabajo —respondió—. Pero escuché que vendrá hoy un pasante de otra universidad para fotografiar a los chicos durante los campeonatos de futbol americano estas semanas, me alegra mucho saber que alguien como yo vendrá a esta universidad aburrida.
—Me extraña que te alegre alguien que viene a ocupar tu puesto de fotógrafa, Sabina—Dijo luego de abrir la puerta que daba a la gran piscina de natación, a lo que ella respondió con una mirada de matadora.
—Nadie viene a quitarme mi puesto, Damián. Simplemente viene a tomarle fotos a los chicos en estas semanas de campeonato, recuerda que yo solo fotografío a las chicas de natación. Y no puedo fotografiar también a los chicos en el futbol americano, es demasiado para mí sola. Necesito la ayuda de alguien en esto para estos eventos que se aproximan en estas semanas, y lo sabes.
Se sentaron entretanto enfocaba su cámara para tomar fotos a las chicas que estaban en la piscina.
—No sé qué ves tú en eso, la verdad que para mí es muy aburrido eso de estar detrás del lente de una cámara todo el día, y por la noche si así lo requiere.
—No es tan malo que digamos, eso lo dices porque en realidad no te gusta nada más que estar montado sobre esos autos. ¿Por qué no vas a jugar el futbol con los chicos?
—No, ellos son muy grandes para mí. Solo mírame Sabi, soy un enano comparado con ellos.
Mientras hablaban y Sabina tomaba algunas fotos a las chicas, Mike entró al lugar, también con la cámara en mano, por lo que enseguida Damián le hizo saber a sabina que su compañero había llegado, pero tenían mirada de rareza, porque aquel joven tenía su rostro y cuerpo algo raro, como si comiera muy poco, pero sin embargo ella bajó las escaleras y acercándose a él, le dijo extendiendo su mano:
—Hola, soy Sabina Vane, y seremos compañero de trabajo por estas semanas.
Él la miró con asombro y encanto, pues le parecía tan hermosa, que solo le extendió la mano sin decir nada más que:
—Ho-hola.
Sabina notó lo extraño que la miraba, por lo que le invitó a sentarse y Damián se levantó y bajando las escaleras caminó a la puerta, se despidió, diciendo:
—Adiós. Te dejo con tu compañero.
Ella le comenzó a hablar sobre todo lo que harían esa semana, pero él solo observaba esos ojos cafés que lo miraban con tanta dulzura (o al menos eso era lo que él pensaba).
—Ese fotógrafo da como asco, mírenlo nada más—Escuchó susurrar el chico a una de las que estaban sentadas cerca de ellos, a lo que el giro lentamente y la vio a los ojos, memorizando su rostro.
Rato después hablaron y Sabina le explicó todo, le preguntó:
—¿Entiendes ahora por qué no me puedo dedicar a fotografiarlos a todos?
Se dio cuenta que él no le había prestado atención en nada cuando solo la miró sin decir palabra alguna, pero, para su sorpresa, le respondió:
—Es que es muy egoísta de parte de todos al querer que tu hagas todo tú sola. Eres muy inteligente y me gusta eso.
Se sorprendió cuando escuchó aquello, pero río y se levantó para irse, diciendo:
—Debo ir a mi clase, así que nos vemos luego, ¿va? Te quiero mostrar un lugar donde tomo fotos muy seguido.
Él asintió con la cabeza entretanto ella se alejaba luego de despedirse. Pero luego de un rato, también salió de ahí.
Después de un largo rato de nadar y nadar, al fin llegaba la hora de salir de la piscina, pero la chica rubia no se dio cuenta que había quedado sola ya en los cambiadores mientras ella se daba un baño rápido.
Cuando se enjabonaba escuchó ruidos afuera, por lo que se giró preguntando:
—¿Erika? ¿Se te quedó algo?
No recibió ninguna respuesta, por lo que siguió bañándose, hasta salir de la regadera. Buscando el paño, salió hasta los vestidores, y no encontraba su ropa de cambio, asì que riendo solo dijo:
—Basta Érika, tengo que vestirme.
De pronto escuchó un ruido detrás de ella, y ahí estaba mirándola fijamente, era Mike, quien antes que ella dijera algo, le clavó en el ojo derecho un lápiz de ojo, el cual le sacó, pero luego se lo clavó en el cuello.
Ella cayó al suelo tratando de detener el sangrado, mientras lo mirada estupefacta y corrió hacia la salida, pero cuando lo hizo, él la empujó a la piscina dando un fuerte golpe en la cabeza con un tubo que había agarrado del baño. La miró tratando de salir de ahí dando gritos ahogados por el agua, mientras Mike solo la miraba riendo hasta verla ya quieta boca abajo, y el agua se enrojecía por la sangre que salía del cuerpo de la rubia desnuda.
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