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Capítulo 3: Líneas Difusas

El día siguiente amaneció gris, con un cielo cubierto de nubes pesadas que presagiaban más lluvia. Jungkook se encontraba en su oficina, revisando varios documentos, pero su mente estaba lejos de allí, atorada en la conversación del día anterior con Yoongi. Cada palabra, cada mirada, cada gesto del investigador encubierto quedaban grabados en su mente, dificultando su concentración.

—No tienes tiempo para distracciones —se reprendió a sí mismo, pasando una mano por su cabello corto, intentando despejar los pensamientos que lo acosaban.

Justo cuando se dispuso a continuar con su trabajo, un suave golpe en la puerta lo sacó de su ensueño.

—Entra —ordenó, sin levantar la vista.

La puerta se abrió lentamente y Jin entró, con una expresión que denotaba que algo importante estaba ocurriendo.

—Tenemos un problema —dijo Jin, dejando caer un sobre sobre la mesa.

Jungkook levantó una ceja, señalando el sobre.

—¿Qué es?

Jin suspiró, sentándose en la silla frente a él.

—Min Yoongi. Aparentemente, el tipo no es solo un investigador. Tiene contactos dentro de nuestras operaciones. Hay información que podría comprometerte, Jungkook.

El nombre de Yoongi resonó en la cabeza de Jungkook. No era la primera vez que algo relacionado con él ponía en peligro la seguridad de la familia Kim.

—¿Qué sabes? —preguntó Jungkook, su tono bajo pero cargado de tensión.

Jin deslizó el sobre hacia él, que contenía una serie de imágenes y documentos. Las fotos mostraban a Yoongi visitando lugares clave, puntos de distribución de armas, y otras actividades sospechosas. En algunos de los informes, también aparecían conversaciones con individuos que Jungkook no conocía.

—¿Qué significa esto? —preguntó Jungkook, observando las fotos.

—No lo sé, pero está claro que no solo está observando. Parece que está metido hasta el cuello en algo más grande. Y si está involucrado con alguien dentro de la organización, eso podría complicar las cosas.

Jungkook frunció el ceño, observando las imágenes. Si Yoongi era más que un simple investigador encubierto, entonces la situación era mucho más grave de lo que pensaba.

—Haz que lo sigan —ordenó Jungkook, dándole el sobre a Jin.

—¿Lo vas a enfrentar? —preguntó Jin, levantando la vista.

Jungkook lo miró fijamente.

—Lo haré. Pero de una manera diferente. No quiero matarlo... aún.

Yoongi, por su parte, continuaba con su misión sin saber que había caído bajo la mirada atenta de Jungkook. Pasaba las noches recorriendo la ciudad, buscando pistas, siguiendo el rastro de la mafia Kim, pero la creciente atracción hacia Jungkook lo mantenía distraído.

Se encontraba frente a una nueva pista: un edificio que parecía ser la clave para rastrear el flujo de dinero sucio. Yoongi sabía que no podía hacerlo solo, por lo que contactó a Hoseok para que lo ayudara a descifrar los datos en su computadora. Sin embargo, algo en su interior le decía que no debía confiar completamente en nadie. Había aprendido esa lección a la fuerza, pero Jungkook representaba una amenaza diferente.

—Te estás complicando, Yoongi —se reprendió a sí mismo mientras entraba en el edificio.

De pronto, un sonido a lo lejos lo hizo detenerse. Rápidamente, se agachó detrás de una columna y se asomó con cautela. A lo lejos, vio una figura familiar. Era Jungkook. El corazón de Yoongi dio un vuelco, y un escalofrío recorrió su espalda.

Jungkook estaba en el mismo edificio, pero parecía estar observando algo distinto al objetivo por el cual él se encontraba ahí. Con paso firme y decidido, avanzaba por el pasillo, completamente ajeno a la presencia de Yoongi.

Sin pensarlo dos veces, decidió seguirlo. Tal vez, ese encuentro sería la clave para entender qué tan involucrado estaba realmente Jungkook en todo esto. Si Jungkook no era solo un mafioso, si tenía una red más amplia de lo que aparentaba, Yoongi quería saber qué estaba pasando.

Jungkook caminaba con seguridad, pero en su mente, las piezas del rompecabezas seguían girando. Había algo extraño en Yoongi. Cada vez que creía haberlo descifrado, encontraba una nueva capa de misterio. Esa atracción que sentía por él no era solo física; había algo más. Algo que lo hacía sentir vulnerable, algo que nunca había experimentado antes.

Al llegar al final del pasillo, Jungkook entró en una habitación aislada. Yoongi, sigilosamente, se acercó, pegándose a la pared. A través de la puerta entreabierta, pudo ver a Jungkook reunido con varios hombres, discutiendo temas delicados. Sin embargo, lo que llamó su atención no fue la conversación, sino el leve destello de algo en la mesa. Una foto.

Yoongi no pudo evitar acercarse un poco más, y al hacerlo, tropezó con un objeto en el suelo, haciendo un ruido sordo.

Jungkook levantó la cabeza al instante, sus ojos encontrándose con los de Yoongi a través de la puerta entreabierta. El aire entre ellos se cargó de tensión, como si todo estuviera suspendido por un hilo invisible.

—No es lo que parece —dijo Yoongi, levantando las manos con una sonrisa tensa.

Jungkook no respondió de inmediato, sus ojos escaneándolo con frialdad, pero con una leve sonrisa en sus labios.

—¿Entonces qué es lo que parece? —preguntó Jungkook, con una calma inquietante.

Yoongi no podía evitar sentirse atrapado, pero no podía retroceder.

—Solo... averiguando qué tan profundo llega la madriguera —respondió, manteniendo la mirada fija en Jungkook.

Jungkook se acercó lentamente, sus pasos resonando en el silencio de la habitación.

—Creo que ya es hora de que te lo cuente todo. Pero antes, ¿qué tal si tú me cuentas qué haces aquí?

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