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Prueba el poder

La niña que nació esa día, 29 de febrero de aquel año, al ser todo en ella tan especial, tanto su origen, su fecha de nacimiento que se daba cada 4 años y sus poderes, le otorgaron el nombre de una piedra preciosa, única, recibió el nombre de Amethyst.

Habían pasado 4 años desde aquel día, en esos años Galicia trabajó sin parar, al no tener que pagar ni comida y tampoco estadía, pudo ahorrar casi que por completo su salario y con todo el dinero compró una acogedora casa cerca a la cafetería.

En el cumpleaños número 4 de Amethyst, Galicia había salido por un lindo pastel para su hija, la dejó un momento sola, la pequeña comenzó a caminar por toda la casa, encontró unas escaleras muy escondidas, por ahí subió con mucha torpeza al desván, siguió caminando con mucha curiosidad por la habitación, hasta que llegó a una pared levemente inclinada, posó sus manos allí, sus ojos se tornaron rojos y su cabello se tiñó de un rojo que parecía una llamarada, una figura abstracta se dibujó en la pared, y en el medio de la figura se hizo un círculo que se iba expandiendo, cuando quitó las manos de aquella zona, había un hueco allí, cruzó por la abertura, sin estar consiente que ella había abierto un portal.

El lugar al que llegó era oscuro pero una luz de color naranja iluminaba levemente el ambiente, en una esquina de la habitación a la que había entrado estaba un bulto extraño, no pudo controlar su curiosidad, dejó el portal abierto atrás y se aventuró a encontrarse frente a frente con aquel personaje que estaba en aquella esquina, se acercó lo suficiente como para verle su oscura cabellera y piel morena, le tocó el hombro sin pensar, el hombre se volteó, y sus ojos se abrieron de una forma extraordinaria.

-Increíble que estés aquí.- dijo la figura masculina al frente de ella.- he intentado llamarte con mis pensamientos varias veces pero nunca pensé que llegarías hasta aquí.- el extraño intentó moverse pero estaba encadenado.- te pareces tanto a tu madre... y a mi, me temo que más de lo que quisiera.

-No lo conozco, señor.- Amethyst hablaba con la inocencia propia de un infante.

-¿no sabes quien soy?.- unas pequeñas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, intentó secarse rápido estas gotas antes de que Amethyst lo notase.- ¿cómo te llamas, pequeña?.- hablaba pausado para que ella comprendiera.

-Mi nombre es Amethyst.- dijo con orgullo la niña.

-¿cómo se llaman tus padres?.- hizo la pregunta un poco temeroso.

-Mi mamá se llama Galicia pero no se como se llama mi papi, nunca lo he visto.- dijo Amethyst intentando recordar el rostro de su padre.

-Amethyst, querida hija... yo soy tu padre, Damian.- sus lágrimas no paraban de caer, intentó abrazar a la niña pero todo su cuerpo permanecía encadenado.

La niña lo miró confundida, tocó su rostro y su cabello y sus ojos cambiaron para volverse mucho más claros, pudo ver que lo que decía era cierto.

Sin pensarlo abrazó a Damian, su padre, con sus pequeños brazos, después él se percató de que el portal se cerraba, rápidamente ordenó a Amethyst que se fuera del lugar, ella obedeció.

Cuando volvió de nuevo a su dimensión todo era igual, intentó abrir el portal de nuevo pero no pudo, bajó las escaleras y allí se encontró a su madre, cuando pensó en lo que había sucedido momentos atras, decidió no contarle nada a su progenitora.

Su vida después de eso dio un giro, sabia que tenia un padre, que tenia el poder para abrir portales y atravesarlos, supo que no era una niña normal.

Pasó un año después de la visita que hizo a su padre, todos los días subía al desván para intentar abrir de nuevo el portal pero cada día era un intento fallido.

Entró a la escuela, allí todos los niños la molestaban diciendo que era una niña sin padre, una tarde, cuando estaba ella en el baño lavando sus manos, llegó Syd, el niño que más la molestaba, la empujó contra el lavabo haciendo que ella se lastimara el labio en el borde, su cabello se volvió rubio y sus ojos azules, la herida dio una luz blanca y se curó, el niño Syd al ver esto gritó de pánico.

Amethyst se acercó a él, ahora el color de su cabello era rojo al igual que sus ojos, le mostró la palma de su mano y de ella se desprendió una llama, con mucha ira, cerró en un puño la mano que estaba en llamas y le dio un golpe en la naríz, haciendo que sangrara sin parar.

La pequeña Amethyst de 5 años dejó tendido a Syd en el suelo del baño de damas, después de que el niño volviera en sí, se fue inmediatamente al contarle lo sucedido a su profesora, nadie creyó su historia del fuego y la curación pero igual castigaron a Amethyst por el hecho, cuando volvió a ver a Syd ese mismo dia, lo miró con superioridad y sintió satisfacción al haberlo golpeado, la castigaron con 3 días de suspensión.

Cuando Amethyst volvió de sus días de castigo, no volvió a ver a Syd, se había mudado de casa para estar lejos del demonio.

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