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IV

Creyó que en la Facultad de Medicina encontraría respuestas sobre el paradero de Kyung Soo, pero se dio con la sorpresa de que ninguno de sus compañeros sabía de él desde hace una semana. Al menos no mintió con el hecho de que estudiaba medicina, aunque no haberlo encontrado, solo provocaba mayor caos en su cabeza por no tener otro punto donde ubicarlo. Ahora sí que podía sentirse un grandísimo imbécil de haber confiado en alguien. Tiró todas sus notas al suelo en un arranqué de esparcir ciertos objetos por toda su habitación ante un presente ataque de rabia y desesperación que le hizo quedarse dormido tras tomar su medicamento.

Gotas de sudor aparecieron en su cuero cabelludo, frente y costados de su cabeza, como si hubiese salido a correr desde temprano. Sus amplias y grandes manos se aferraron con fuerza a la tela de la sábana por estar sacudiendo la cabeza a cada lado sobre la almohada al nuevamente estar sumergido en un mal sueño. No era la primera vez que le pasaba, esta debía ser la sexta o novena vez que soñaba ser una persona de prueba en algún quirófano. Un ruido estremecedor lo sacó de aquella pesadilla para respirar sumamente agitado por haber sido colocado en alguna especie de recipiente grande de agua.

Tanteo con sus dedos al estirar un brazo hacia la mesita de noche donde puso un vaso de agua y una pastilla para ingerirla. Esa mezcla conseguía calmar su estado y volver a echar la cabeza contra la almohada para suspirar pesado. ¿Desde cuándo ha empezado a tener pesadillas? Exactamente, desde hace tres meses. No sabía si eran solo preocupaciones habituales o seguía enojado consigo mismo por lo sucedido con Kyung Soo. Era una tortura.

Él siguió sin aparecer en su facultad y al parecer desconectó su teléfono o simplemente cambió de número permanentemente. Era como si hubiese desaparecido sin dejar rastro. Y eso solo causaba que siguiera con sumo malestar en toda su persona que se quedaba dormido algunas veces en clases y debía ser Jong Dae quien le recordará sobre alguna prueba importante o solamente despertarlo si el profesor se acercaba a sus pupitres.

—¿De nuevo te quedaste hasta muy tarde, Yeol? —Chan Yeol ya se había dado cuenta de que Jong Dae le había puesto un nombre de pila y por su distraído estado lo dejó pasar, pues no estaba para reprochar algo cuando seguía enojado consigo mismo. Eso era lo de menos—. Ten. Te traje esta vez... —no entendía por qué lo hacía; traerle algo de comer. Ha sido así por un mes y claro, al comienzo se ponía resistente a no tomar nada, pero a medida que veía su insistencia tuvo que agradecer el acto— jugo de uva y un sandwich de pollo. Me dijiste que el de jamón no te gusto esta vez.

—Sí, el jamón no me gusta mucho —respondió guardando ambos alimentos en su maleta para disponerse a levantar de su asiento por la clase haber culminado. Jong Dae también se puso de pie para seguirlo hacia la salida.

—¿Qué harás hoy? ¿Ya te animaste a ir a los bolos? —Esa invitación seguía pendiente desde hace dos semanas. Por supuesto, Chan Yeol seguía negándose como la primera vez—. Vamos, Yeol. Necesitas relajarte. Por eso, te andas durmiendo. De tanto pensar. Di que sí.

Siendo ambos en su animada charla que se cruzaron en el pasillo con el séquito de trogloditas y su imbécil líder. Él no dudó en echarle comentarios en son de burla a Chan Yeol y recibir a cambio la mirada desafiante de Jong Dae junto con un intercambio de palabras que terminó en miradas nada disimuladas por parte de algunos estudiantes. Al final, ese grupo de idiotas se fue alejando sin dejar de hacerle recordar a Chan Yeol lo patético que era.

—Ese imbécil... ¿Algún día te dejará en paz? —decía Jong Dae echando miradas nada amigables a las personas a su alrededor que se encontraban cuchicheando sobre lo sucedido—. ¿Qué miran? Mejor vayan a hacer algo productivo.

—Es que sí lo soy —confesó acomodando la montura de sus gafas en el puente de su nariz—. Soy patético.

—Oye, oye, ¿cómo vas a decir eso? No le creas nada a ese imbécil. Seguramente te tenga envidia o algo así. ¿O acaso lo conoces desde hace mucho para que te haga la vida imposible?

—Algo así —respondió, pero quiso restarle importancia—. Aunque es lo de menos, hablo de qué... —guardó silencio al darse cuenta a tiempo de lo que iba a hacer. Dejó de ver el suelo para echarle una mirada a Jong Dae y saber que por más amable que se muestre no podía volver a confiar en alguien—. Me tengo que ir.

Ni siquiera se tomó tiempo de escuchar a Jong Dae, ya que lo dejó hablando solo en el pasillo.

Se apresuró a encontrar una máquina expendedora para sacar su almuerzo y cena de esta noche. Sin evitar hacer caer su frente contra el frío metal y suspirar pesado por todo; por su plan haberse estropeado. Seguía siendo blanco de humillaciones y centrado únicamente en los estudios cuando todo eso debía cambiar con la creación de ese robot humanoide. Todo parecía perdido y el único culpable era él mismo. Eso le hacía sentirse patético. Muy patético.

—¡Hey! ¿Está descompuesta?

Una voz detrás de él fue esa alarma para hacerlo sobresaltar y echar una mirada por sobre su hombro para cerciorarse de quién se trataba. Se percató que aquel estudiante era más bajo que él y vestía con ropas de marca. Tenía su cabello castaño y una mirada dulce que combinaba con todo su armonioso rostro. Prácticamente, lo señaló como un ángel por su piel tan lechosa y aquel aura brillante a su alrededor que lo hacía resaltar a diferencia de él.

—No, no está bien —tartamudeo un poco cuando hizo un paso al costado para darle muestra que la máquina expendedora funcionaba perfectamente.

—Oh, gracias.

Observó al estudiante meter un billete y estar escogiendo los dulces que se compraría. Dándose cuenta de que debía irse porque después de todo no conocía a esa persona y que hacía quedándose más minutos como un acosador. Aunque algo lo detuvo al darle la espalda.

—Kyung Soo, ¿qué debía llevarte?

¿Kyung Soo?

Ese nombre lo hizo tener las orejas bien paradas y quedarse a percatar si era la misma persona que tenía en mente o posiblemente haya más de un Kyung Soo en la universidad.

—¡Cierto! A veces se me dificulta acordarme ese nombre. ¿Viniste a la facultad? Oh, de acuerdo. Lo llevaré para allá. Siempre tan misterioso. Ya nos vemos —colgó su llamada con una sonrisa y miró hacia el lado donde todavía se encontraba Chan Yeol de pie por no ser precisamente invisible—. ¿Vas a seguir usando la máquina? Porque ya terminé —haciendo que Chan Yeol lo miré para ver los dulces que compró—. Hasta luego.

Chan Yeol asintió y esperó que el estudiante estuviera a ciertos pasos de distancia para poder seguirlo. Supuestamente, no quería actuar como un acosador, pero tampoco quería perder la oportunidad de saber si se trataba de la misma persona que tenía en mente. Esta podría ser su única oportunidad de encararlo. Además, no perdía nada si no se trataba de él. Tenía tiempo para meterse en problemas.

Aquel misterioso muchacho lo condujo hasta un pabellón muy familiar para él que lo hacía tener sus sospechas cada vez más claras. Estaba casi shockeado cuando lo vio detenerse frente a la puerta de aquel antiguo laboratorio que no visitaba desde hace semanas para empezar a tocar y ser en cuestión de minutos que alguien en bata blanca y con lentes saliera a recibirlo. Chan Yeol debió frotarse más de una vez los ojos por haber encontrado por fin el paradero de la persona que lo tenía justamente rabiando en ese momento y todos estos meses que estuvieron siendo una tortura para él. Desde luego, que quería ir a encararlo; no obstante, tenía que aguantarse el tiempo que ese muchacho estuviera dentro de ese laboratorio para estar a solas con Kyung Soo.

Pasó exactamente una hora y media para que ese estudiante saliera a despedirse de Kyung Soo y tomar el otro corredor para alejarse. Siendo el momento preciso para que Chan Yeol salga de su escondite y con ambos puños apretando camine los pasos necesarios a estar frente aquella puerta que entre cinco insistentes toques pudo ser atendido.

Kyung Soo tuvo que dejar lo que hacía para atender a su insistente amigo que seguro se le había olvidado algo. Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando abrió la puerta y se encontró a otra persona en su lugar.

—Chan Yeol... —pronunció con asombro y a su vez retrocediendo unos pasos al notar aquel ceño fruncido que traía y el aspecto contrario a como solía verlo. Era obvio su malestar desde la cabeza a los pies.

Chan Yeol aprovechó que Kyung Soo estuviera retrocediendo para poder tomarlo del cuello de su camisa y levantarlo como si no pesara nada porque era muy evidente la diferencia de contextura y peso entre ambos.

—¡¿Acaso no sabes cuánto te estuve buscando?! ¡Eres un miserable! ¡Eres una rata miserable!

Kyung Soo tragó saliva y trató de respirar, pues el apretón le estaba siendo algo dificultoso en ese aspecto, por lo que trató de hacer que se relaje para hablar sensatamente.

—No, no creas que me vas a volver a engañar. ¡Sucia rata! —Kyung Soo abrió y cerró los ojos cuando su espalda chocó con la pared y le hizo quejarse en silencio. Esperaba una reacción distinta cuando volviera a verlo, pero también tenía cierta sospecha que no sería tan amigable.

—No... quiero engañarte —hablo como pudo por la falta de aire—. Déjame... que te... explique.

—¿Explicar? ¿Qué diablos tienes que explicar? ¡Yo solo quiero que me lo devuelvas! —y nuevamente frunció los ojos por el dolor en su espalda al chocar con la pared y saber que no podía ser tan dócil con esta situación. Tuvo que idearse un plan.

Kyung Soo lo sujeto de los costados de su cabeza para hacer chocar sus frentes y recibir ambos un electrizante dolor que lo hizo caer de trasero al suelo y poder tomar bocanadas de aire para calmar su agitado estado tras ser liberado de ese brusco agarre. Aprovechó la distracción de Chan Yeol para tomarlo de un hombro y darle un golpe en la boca del estómago al llevar un brazo hacia atrás y dar en el punto preciso para hacerlo caer de rodillas al suelo. Le tomó del cabello para conectar con sus ojos al alzar su rostro y darle una mirada amenazante.

—¿Acaso no sabes con quién te metes? —escupió con fastidio por la sensación de dolor en su cabeza y espalda que debió sufrir—. No soy alguien débil, Chan Yeol. Quería poder ser compasivo contigo, pero ve a qué llegamos. Tengo razones de por qué hice lo que hice.

Chan Yeol ni podía hablar por la falta de aire al estar rodeando su estómago con ambos brazos. De modo que, solo lo miraba esperando saber de qué trataba todo esto.

—Te propongo un nuevo trato. ¿Qué te parece? —recibiendo una negación de su parte al sacudir apenas la cabeza a ambos lados—. Escucha, tu creación está en un 85%, pero necesito tu ayuda después de todo. Si quieres que esté al 100% y te ayude con tu patética vida. No deberías desaprovechar este trato, ¿no crees?

Era la segunda vez en el día que alguien le hacía recordar lo patético que era. Y viéndose en la situación en la que se encontraba, empezó a cuestionarse si realmente quería esto. La idea de cambiar su vida. 

Sí, definitivamente, quería hacerlo.

—¿Puede haber una condición? —sugirió sintiendo el aire completo en sus pulmones por recobrar de a poco su estado para retirar la mano de Kyung Soo de sus cabellos y estar poniéndose de pie a torpes pasos—. Si estás de acuerdo con ello, te ayudaré.

Kyung Soo sonrió de lado por notar que a pesar de todo no cambiaba el hecho de saber que Chan Yeol tenía su carácter, de manera que asintió para estar dispuesto a escucharlo.

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