Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

👑Capítulo 14👑.

Mientras el amor florecía entre Alexey y Eryk, en otro rincón del reino, se tejían tramas de intriga y traición. Luisana, la hermana del rey y una joven de noble cuna, se encontraba enredada en un complicado triángulo amoroso con Camilo, un apuesto caballero, y Melanie, la doncella de la princesa.

Los susurros de amor prohibido se entrelazaban con las sombras del castillo, mientras Luisana luchaba por mantener su corazón dividido entre el deber y la pasión. A su lado, Melanie observaba en silencio, ocultando sus propios sentimientos tras una máscara de serenidad.

Pero las apariencias engañan, y en las profundidades del castillo, la traición acechaba en las sombras. Giovanna, confidente de Camilo, conspiraba en secreto para desestabilizar el reino, utilizando su influencia para sembrar discordia y desconfianza entre los nobles.

El destino de Luisana y Camilo estaba entrelazado en un juego peligroso de amor y traición, donde cada paso en falso podría significar la perdición para ellos y para el reino. Y mientras el triángulo amoroso se enredaba cada vez más, el destape de la traición de Camilo por parte de Giovanna amenazaba con desatar una tormenta que cambiaría el curso de sus vidas para siempre.

Mientras el sol se ocultaba tras las torres del castillo, Luisana se encontraba atrapada en las garras de un amor prohibido que la consumía desde dentro. Camilo, con su apuesto rostro y su carisma seductor, había logrado enredarla en sus redes de engaño y manipulación. Para Luisana, cada encuentro con él era una danza peligrosa entre la pasión y el peligro, donde la línea entre el deseo y la desesperación se desvanecía en las sombras del castillo.

Camilo, sin embargo, no era más que un depredador disfrazado de caballero galante. Utilizaba a Luisana como un peón en su siniestro juego de poder y seducción, saciando sus deseos más oscuros a costa de su corazón inocente. Para él, Luisana no era más que un medio para alcanzar sus propios fines, una pieza en un tablero de ajedrez que estaba dispuesto a sacrificar en aras de sus ambiciones desmedidas.

Pero detrás de su fachada de encanto y seducción, Camilo albergaba una oscuridad más profunda. En lo más profundo de su ser, ardía un fuego de odio y resentimiento hacia Luisana, una llama que amenazaba con consumirlo por completo. Para él, matarla no sería más que un paso necesario en su ascenso al poder, un acto de violencia que le permitiría liberarse de las cadenas que lo ataban a ella y reclamar su lugar en la corte con sangre y fuego.

Mientras Luisana se debatía entre el amor y la traición, en el corazón de Camilo se gestaba una tormenta que amenazaba con arrastrarlos a ambos hacia la perdición. Sus ojos brillaban con una intensidad fría y despiadada, reflejando el deseo oscuro que ardía en su interior y que amenazaba con consumir todo a su paso.

Y así, en medio de las sombras del castillo, el destino de Luisana y Camilo estaba sellado en sangre y fuego, una tragedia en ciernes que amenazaba con cambiar el curso de sus vidas para siempre.

La noche envolvía el castillo en un manto de sombras, mientras Luisana y Camilo se encontraban en una habitación apartada, iluminada por la suave luz de las velas. El aire estaba cargado de electricidad, una tensión palpable que flotaba entre ellos mientras se miraban con deseo y anhelo.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?—preguntó Luisana, su voz apenas un susurro en la oscuridad.

—Más seguro que de cualquier otra cosa en este mundo.—respondió Camilo con voz ronca, su mirada ardiente fija en la de ella.

Con manos temblorosas, se acercaron el uno al otro, sus labios casi rozándose en un beso cargado de anticipación. La pasión ardía entre ellos, un fuego que amenazaba con consumirlos por completo mientras se entregaban al deseo que los consumía.

—Te quiero.—murmuró Camilo, sus labios buscando los de Luisana en un beso apasionado que dejó a ambos sin aliento.

—Y yo a ti —respondió Luisana, su voz ahogada por el deseo mientras se perdía en la profundidad de los ojos de Camilo.

Sus cuerpos se fundieron en un abrazo apasionado, explorando cada rincón y cada curva con una avidez insaciable. Cada caricia, cada suspiro, era como una promesa de placer que alimentaba el fuego del deseo que ardía entre ellos.

—No puedo resistirme más.—susurró Camilo, su voz ronca de deseo mientras acariciaba la suave piel de Luisana.

—Entonces no lo hagas.—respondió ella, su aliento entrecortado por el deseo mientras se dejaba llevar por la ola de placer que la envolvía.

Y así, en medio de la oscuridad y la intimidad compartida, Luisana y Camilo se entregaron al éxtasis del amor, explorando los límites del placer en un frenesí de deseo compartido que los dejó sin aliento y los unió más allá de las palabras.

La habitación de Camilo era un remanso de serenidad en medio del bullicio del castillo. Con paredes revestidas de madera oscura y muebles labrados a mano, emanaba una atmósfera de elegancia y distinción. Las velas dispuestas estratégicamente iluminaban el espacio con una luz suave y dorada, creando sombras danzantes que parecían cobrar vida propia.

El aroma masculino impregnaba el aire, una mezcla embriagadora de madera y cuero que envolvía los sentidos con su cálido abrazo. Cada inhalación era como sumergirse en un mundo de seducción y tentación, donde el deseo y la pasión flotaban en el aire como una promesa tentadora.

En el centro de la habitación, una cama majestuosa invitaba al descanso y al placer, con sábanas de seda que prometían noches de deleite y éxtasis. Los muebles de madera maciza añadían un toque de rusticidad y encanto, creando un ambiente acogedor y lujoso al mismo tiempo.

En este santuario de intimidad y pasión, Luisana y Camilo se encontraban perdidos el uno en el otro, entregados al fuego del deseo que ardía entre ellos. Cada roce, cada susurro, resonaba en la habitación como un eco de la pasión desenfrenada que los consumía, llevándolos a un éxtasis compartido que los unía más allá de las palabras.

En la penumbra de su alcoba, mientras la luz de las velas danzaba en las paredes de piedra, Luisana y Camilo se encontraban en un momento de íntima complicidad. Sus respiraciones entrecortadas llenaban la habitación mientras se entregaban al calor del deseo que ardía entre ellos. Camilo, con manos temblorosas, acarició la suave piel de Luisana con fervor, mientras sus labios buscaban los suyos con ansias desbordantes. Cada roce, cada caricia, era un eco del deseo que los consumía, una promesa de placer que colmaba el aire con electricidad.

En medio del éxtasis compartido, un pensamiento fugaz cruzó la mente de Camilo. Con un gesto instintivo, retiró su cuerpo del de Luisana antes de sucumbir al clímax del placer. Era un acto rudimentario, un intento desesperado por evitar las consecuencias no deseadas de su pasión desbordada. Sin embargo, la eficacia de esta práctica era cuestionable y ambos lo sabían. Aunque el coitus interruptus ofrecía una pequeña esperanza de controlar la natalidad, sus posibilidades de éxito eran inciertas y no proporcionaba una protección confiable contra el embarazo.

Aun así, en medio del torbellino de sensaciones y emociones, Luisana y Camilo se aferraban a esta débil esperanza, dispuestos a arriesgarse por un breve instante de placer. A pesar de sus esfuerzos por contenerse, el arrebato del placer era inevitable. Un suspiro escapó de los labios de Camilo mientras sentía el calor de la lujuria inundando su ser, cada músculo tenso y cada fibra de su ser vibrando con la anticipación del éxtasis.

Y entonces, en un instante de éxtasis puro, la liberación llegó. Con un gemido ahogado, Camilo alcanzó el clímax, su cuerpo temblando con la intensidad del placer mientras las olas del orgasmo lo envolvían en un torbellino de sensaciones abrumadoras. Luisana, jadeante y sacudida por las oleadas del placer que había dejado Camilo antes de retirar su cuerpo, tenía la sensación de que su corazón latía al unísono con el suyo mientras se perdían en un abrazo apasionado que los dejaba sin aliento. 

En una sala adyacente, iluminada apenas por la débil luz de unas velas titilantes, se encontraba Giovanna, teniente del ejército y confidente de Camilo. Sus ojos, fríos como el acero, recorrían la habitación con determinación mientras trazaba en su mente los pasos de su maquiavélico plan.

La sala en la que se encontraba Giovanna era un espacio austero pero imponente, decorado con tapices que retrataban las glorias pasadas del reino y muebles de madera oscura que conferían un aire de solemnidad al lugar. En el centro, una larga mesa de roble macizo ocupaba el espacio, flanqueada por sillas talladas con detalles intrincados.

Con pasos sigilosos, se acercó al umbral de la puerta principal y se detuvo, su silueta se recortaba contra la penumbra, revelando una figura ominosa y siniestra. Una sonrisa maliciosa curvó sus labios mientras se preparaba para revelar la oscura verdad que había descubierto.

La razón por la que los nobles estaban reunidos en esa sala era una cuestión de urgencia. Se trataba de una reunión del consejo real, convocada por el rey para discutir asuntos de importancia estratégica para el reino. Los altos dignatarios, vestidos con sus mejores galas, habían acudido al llamado del monarca para deliberar sobre los asuntos que afectaban el destino de la nación.

Con voz firme y autoritaria, Giovanna irrumpió en la sala del trono, su presencia imponente y su mirada desafiante desafiaban a cualquiera que se atreviera a cuestionar su autoridad. Ante los ojos del rey y de los nobles reunidos, anunció con frialdad las acciones traidoras de Camilo, revelando los secretos oscuros que habían permanecido ocultos en las sombras.

Las palabras de Giovanna resonaron en la sala, cargadas de veneno y traición, mientras los nobles presentes escuchaban con horror y asombro. La revelación de la traición de Camilo al rey y al ejército amenazaba con desatar una tormenta que cambiaría el curso de sus vidas para siempre.

Sin embargo, lo que nadie esperaba era que en medio de esta reunión de alta importancia, surgieran revelaciones sorprendentes y perturbadoras que cambiarían el curso de la historia del reino para siempre. La traición de Camilo, revelada por la teniente Giovanna, agregó un nuevo nivel de complejidad y peligro a la situación, poniendo en peligro no solo la estabilidad del reino, sino también la confianza y lealtad entre sus habitantes y líderes.

Así, la sala se convirtió en el escenario de un drama político y personal que tendría consecuencias devastadoras para todos los involucrados, marcando un punto de inflexión en la historia del reino y alterando irrevocablemente el destino de sus habitantes.

La atmósfera en la sala se volvió densa, impregnada de una tensión que podía cortarse con un cuchillo, cuando Giovanna, con una determinación helada en sus ojos, pronunció las acusaciones que cambiarían el curso de la historia del reino. Sus palabras, afiladas como espadas, resonaron en el aire, perforando el silencio con una fuerza devastadora.

El Rey Alexey, con su semblante enmascarado por la sorpresa y la desilusión, se vio obligado a enfrentar la traición que había infiltrado las mismas paredes de su reino. El brillo de sus ojos oscuros se apagó momentáneamente, eclipsado por la sombra de la decepción.

— ¿Cómo te atreves a proferir tales acusaciones, Giovanna? —inquirió el Rey con una voz que, a pesar de su firmeza, no pudo ocultar la nota de incredulidad que se filtraba en sus palabras. Sus ojos, fijos en la teniente, buscaban desesperadamente una negación, una refutación de las acusaciones que amenazaban con desgarrar la confianza que había depositado en su círculo más íntimo.

Pero Giovanna, impasible ante el escrutinio de su soberano, mantuvo su postura con una determinación inquebrantable.—Las pruebas son innegables, Majestad —respondió con una frialdad que helaba los corazones de los presentes—. He sido testigo de las conspiraciones de Camilo con mis propios ojos. Ha conspirado contra ti y contra el ejército, poniendo en peligro la seguridad del reino.

El murmullo inquieto de los nobles que poblaban la sala subió de tono, convirtiéndose en un zumbido discordante que llenaba el espacio con un aire de incertidumbre y desconfianza. Algunos intercambiaban miradas inquisitivas, mientras otros se aferraban a la esperanza de que las acusaciones resultaran ser infundadas.

En medio del tumulto de emociones, el Rey Alexey se erguió con una majestuosidad que imponía respeto, su semblante endurecido por la gravedad del momento.—Si estas acusaciones resultan ser ciertas, Camilo deberá enfrentar las consecuencias de sus acciones —declaró con una determinación que no admitía réplicas—. Pero no permitiré que el caos y la discordia se apoderen de nuestro reino. Es nuestro deber mantener la unidad y la fortaleza en tiempos de crisis.

Las palabras del Rey resonaron en la sala, inyectando una chispa de esperanza en medio de la oscuridad que amenazaba con envolverlos. Sin embargo, el peso de la incertidumbre y la sospecha seguía flotando en el aire, recordándoles a todos que el camino hacia la verdad y la justicia sería arduo y tortuoso. Y así, en medio del conflicto militar y de poderes que asolaba la sala, el destino del reino pendía en el equilibrio de un hilo, a merced de las decisiones que se tomarían en los días venideros.

Mientras la sala resonaba con las acusaciones y los murmullos de descontento, los guardias reales, con sus armaduras brillantes y sus rostros imperturbables, se pusieron en movimiento. Siguiendo órdenes del rey, se dirigieron con paso decidido hacia los aposentos de Camilo, decididos a hacer cumplir la ley y preservar la seguridad del reino.

Los guardias reales, con sus armaduras brillantes y sus rostros imperturbables, se pusieron en movimiento. Siguiendo órdenes del rey, se dirigieron con paso decidido hacia los aposentos de Camilo, decididos a hacer cumplir la ley y preservar la seguridad del reino. Rodearon a Camilo en su habitación, mientras él, despojado de su dignidad y su honor, se veía obligado a someterse a su destino. Sin darle tiempo para vestirse adecuadamente, lo tomaron por los brazos con firmeza, arrancándolo de su refugio y llevándolo a través de los intrincados pasillos del castillo.

Camilo, en un estado de desnudez que iba más allá de lo físico, se sentía expuesto ante los ojos del mundo, su ropa interior medieval apenas ofreciendo un mínimo de modestia en medio de la vergüenza y la humillación. La fría brisa de la noche acariciaba su piel descubierta, recordándole su vulnerabilidad mientras avanzaban por los corredores sombríos y desiertos del castillo.

A su alrededor, las sombras danzaban en las paredes de piedra, como espectros silenciosos que observaban su caída desde las alturas del poder. Los murmullos de los guardias resonaban en el aire, acompañados por el tintineo metálico de sus armaduras, creando una sinfonía sombría que marcaba el ritmo de su marcha hacia el abismo.

Con cada paso, Camilo se sentía más alejado de todo lo que había conocido, más ajeno a la vida que había llevado antes de que la traición lo consumiera. La oscuridad de las mazmorras lo esperaba con sus fauces abiertas, lista para devorar lo que quedaba de su orgullo y su honor. Y mientras los guardias lo conducían hacia su destino incierto, él se aferraba a la esperanza de que algún día, encontraría la redención en medio de las sombras que lo rodeaban.

De repente, en medio de la desesperación que lo envolvía, un destello de determinación brilló en los ojos de Camilo. Con un susurro apenas audible, comenzó a concentrarse en su interior, invocando los poderes ocultos que yacían latentes dentro de él. Con cada respiración, sintió cómo la energía fluía a través de su ser, fortaleciéndolo y dotándolo de una fuerza que no sabía que poseía.

Entonces, en un instante de inspiración desesperada, extendió la mano hacia adelante y con un movimiento casi imperceptible, la puerta de la mazmorra comenzó a temblar. Los guardias, sorprendidos por el repentino cambio en la situación, retrocedieron instintivamente mientras observaban con asombro cómo la pesada puerta se movía lentamente, como si obedeciera la voluntad de Camilo.

Con un esfuerzo concentrado, Camilo intensificó su concentración, canalizando toda su fuerza interior en el acto de mover la puerta. Con un estruendo sordo, la puerta finalmente cedió, abriéndose de par en par y revelando un pasillo oscuro más allá.

Sin dudarlo, Camilo se lanzó hacia adelante, aprovechando la confusión momentánea de los guardias para escapar de su cautiverio. Corrió por el pasillo con una determinación renovada, sus pasos resonando en las paredes de piedra mientras se adentraba en las profundidades del castillo, lejos de las garras de la justicia real.

A medida que se alejaba, una sensación de libertad lo embargaba, renovando su esperanza de encontrar la redención y la redención en algún lugar más allá de las sombras que lo habían consumido. Con cada paso, se acercaba un poco más a la verdad que había perdido y a la redención que anhelaba con todo su ser.

El Rey Alexey, sumido en una mezcla de ira y desilusión por la traición de Camilo, se enfrentó a una decisión que pondría a prueba su autoridad y su humanidad. Con una voz firme y resonante, declaró que Camilo sería sometido a un castigo que reflejara la gravedad de sus acciones.

—Por su traición al reino y a su soberano —declaró el Rey con una severidad que helaba el aire—Ordeno que Camilo sea castrado y despojado de su honor como hombre.

Los nobles presentes en la sala se estremecieron ante la sentencia, conscientes del terrible destino que aguardaba al traidor. Los guardias, con rostros impasibles, asintieron en silencio, preparándose para llevar a cabo la voluntad del rey.

Luego, un guardia se acercó al rey para darle la terrible notician de que Camilo se había escapado. Con la determinación de un hombre que ha sellado su destino, el Rey Alexey, furioso por la osadía de su prisionero fugitivo y ex amigo, decretó que Camilo sería condenado a muerte por decapitación. La sala resonó con la solemnidad de sus palabras, mientras los nobles presentes asentían en silencio ante la severidad de la sentencia.

Los guardias, aunque habían perdido de vista a su presa, recibieron la orden real con una lealtad inquebrantable. Sabían que su deber era capturar a Camilo y llevarlo ante la justicia, sin importar cuán lejos pudiera haber escapado.

Mientras los guardias se dispersaban en busca del fugitivo, el Rey Alexey, con la mandíbula tensa y los ojos encendidos por la ira contenida, contemplaba con determinación el destino que aguardaba al traidor. No habría clemencia para aquel que había traicionado su confianza y desafiado la autoridad del reino.

Así, en medio del caos y la incertidumbre, la sentencia de muerte de Camilo pendía sobre su cabeza como una espada afilada, esperando caer con el peso implacable de la justicia real. Y aunque el fugitivo pudiera haber escapado por el momento, sabía que su destino estaba sellado y que, tarde o temprano, enfrentaría las consecuencias de sus acciones ante el brazo de la ley.

CONTINUARÁ....

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro