Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13. Forced to hurt a loved one

Hubo una masacre al norte de Irak a un pueblo de minorías por un autodenominado grupo de Estado Islámico: Isis. Surgió de una dependencia indirecta de Al-Qaeda, funcionando como una especie de banda criminal mafiosa que se extendía a una velocidad preocupante por Irak, Siria, y demás alrededores. Aunando a ser una insurgencia iraquí, se está autoasignando como ser califato, justificación suficiente para caracterizarse a ser ellos una interpretación fundamentalista del islam, su violencia brutal para la limpieza contra los no musulmanes y de lo que ellos consideran como falsos musulmanes.

En la gran mayoría de ocasiones, los beligerantes como Estados Unidos no ponían en marcha la exhumación del territorio invadido por razones de seguridad, su función principal era exterminar a los terroristas, el servicio social era una coyuntura por piedad. Sin embargo, por los recientes bombardeos por la zona por un comando americano, la milicia rebelde retrocedió considerablemente.

Fue ahí donde se realizaban las tareas de limpieza por parte del Ejército occidental en búsqueda de pistas o sobrevivientes que pudieran dar su testimonio. Griffin Callenreese fue asignado a una de ellas junto con otros hombres, siendo uno de ellos Xin Chen.

Generalmente, su amigo chino americano era animado y grosero la gran parte del tiempo, creando un ambiente entre ameno e irritante, pero su silencio sentenciaba lo terrible de la misión.

La muerte se podía oler a kilómetros.

A simple vista, el pueblo solo se trataba de escombros pintados con salpicadura de sangre cobriza en los muros. Había algunos habitantes fallecidos alcanzados por la lluvia de balas cuando los terroristas llegaron. La putrefacción de los cuerpos y el abrasador clima eran un indicador del tiempo que llevan ahí, estimando de una semana, casi dos: la presencia de falta de masa muscular; los fluidos descompuestos acumulados alrededor del cadáver como un charco pantanoso; las migración de larvas y moscas; el pus visible de la piel ennegrecida desprendida por la licuefacción de los tejidos; los ojos hundidos y el fuerte hedor penetrante.

Al adentrarse, el panorama era peor.

—Sepárense y busquen. — ordenó ambiguamente el cabo Johnson a los soldados. No quería hacer denotar su inseguridad porque era obvio que nadie había sobrevivido a esa matanza, por lo que tocaba inferir hallar información visual.

Las calles estaban pavimentadas de gente sin vida, siendo un poco dificultoso para algunos soldados pasar; otros no les importaba y caminaban encima de los frágiles cuerpos, no era que esos iraquíes podrían quejarse de todos modos.

Ante la imposibilidad de tener algún conocimiento útil de los Isis, lo siguiente era adentrarse a las edificaciones con el pensamiento que fueron usadas como refugio para los insurgentes; quizá un mapa olvidado, armamento o medios de comunicación para dar con el paradero del grupo.

Dentro de las viviendas no era distinto que allá afuera, había muertos también; era desolador vislumbrar los últimos momentos de las personas. La mayoría de quienes se encontraban eran mujeres, adolescentes y niñas que apenas rozaban los dos años descuartizadas de la vagina luego de haberlas violado salvajemente, en sus rostros apagados todavía se esbozaba el pánico y el dolor; niños y ancianos apuñalados con saña, ahogándose en su propia pila de sangre.

Era la misma en cada casa solo que con víctimas diferentes, identificando la brutalidad de los asesinatos, ese impulso perverso de alevosía en desfigurarlos y asegurarse que cada uno muriera solo en agonía, sin poder despedirse de sus seres queridos o esperar el inminente final con un abrazo.

Los milicianos no se esmeraron a seguir al pie de la letra las órdenes de su superior. No encontrarán información de nada sobre los Isis... en ese pueblo se robusteció el ensañamiento sin escrúpulos de la agrupación terrorista.

En eso, Xin notó que Griffin luchaba por no desmoronarse al entrar casa por casa. En vez de preocuparse por él, sintió escalofríos. De por sí, él más que nadie de sus amigos debería estar acostumbrado a la muerte, no importa su forma o motivo, pero verlo tan afligido concluyó que no a todos pueden tener un corazón de piedra aunque quisieran. Ni siquiera él podía juzgar, se sentía impotente e incómodo.

—Callenreese — lo llamó con voz baja, su nariz ya estaba adormecida por el olor putrefacto. —, solo nos queda una más para acabar y nos vamos. Los demás descubrieron una fosa común, dejemos que ellos hagan ese trabajo.

Griffin no respondió de inmediato. A pesar de que él es de rango más alto que su amigo, siguió su recomendación como si fuese una orden, resaltando la confianza que tienen entre ellos.

—Sí...

Cuando entraron a la última residencia, Griffin y Xin jadearon de pavor.

Lo que pasó adentro con sus habitantes fue algo peculiar y poco común.

En sí, el lugar era un desastre, el poco inmobiliario que había estaba destruido, la comida saqueada pero no había ni una gota de sangre derramada mas se encontró pis de color casi anaranjado oscuro en el suelo, indicativo de lo deshidratados que estaban antes de morir. Sin embargo, en medio de la sala había una mesa de un metro de alto y quince de ancho que sirvió de escalón para que una familia se ahorcarse de la viga; lo más perturbador eran que los cuatro menores de rostros pálidos y con restos de saliva en la comisura de sus labios, dos niños alrededor de siete u ocho años y los demás adolescentes, estaban firmemente atados de manos. No obstante, los adultos, los supuestos padres, tenían las manos sin ataduras estando ambos con sus dedos entrelazados el uno del otro, quedando su cara hacia el techo como si buscaran a su Dios.

Ellos se estaban pudriendo, la escena quedó intacta aún cuando los rebeldes entraron. Incluso el hombre presentaba un priapismo, siendo el responsable de esa orina y no porque alguien de los de los terroristas haya sido irrespetuoso.

Ninguno de los dos soldados comentó o se movió por un buen rato. No valía la pena hacer algo ahora mismo.

—Creo que ellos terminaron sus vidas antes que los rebeldes ingresaran —Xin tragó saliva, llegando a esa hipótesis del terrible final de esas personas: al no haber esperanzas de ser salvados, los progenitores forzaron a sus hijos al suicidio, los amarraron para no presentar resistencia y después fue su turno para unírseles. Fue comprensible que les dieran tiempo para hacerlo, esa era la casa más alejada del pueblo para cometer suicidio colectivo. —. Callenreese... ¿Eh?

Xin observó a su amigo y quedó en shock. Los ojos de Griffin brillaron serenamente, en trance al ver los cadáveres suspendidos.

Por primera vez desde que lo conoce, Xin sintió miedo por Griffin.

*

Una semana después, Xin seguía con el alma tendida de un hilo. Cada vez que veía a Griffin, su corazón se constreñía.

Eso era extraño... De por sí él nunca se ha interesado genuinamente por el bienestar de alguien jamás. Hasta su madre lo llamaba como un egoísta nato. Sin embargo, desde que se unió al Ejército y los conoció a ellos, su percepción cambió.

—A ver —Max se rascaba su polvosa cabellera con la caperuza del lapicero. El día de descanso para ellos lo aprovechaban para jugar cartas, hablar o simplemente echar la pereza en las barracas. Ese día, ellos estaban haciendo las tres. —, las siguientes ideologías de los insurgentes que hemos enfrentado son: el Wahabismo, Yihadismo y... Takfirismo...

Griffin asintió vigorosamente. Parecía que estaba de nuevo en la escuela, encorazonándolo.

—No te olvides del Antichiismo, Antisufismo, Panislamismo, Antioccidentalismo y el Antisecularismo — juntó sus manos y alzó su vista al cielo. —. También del Antilaicismo y el Antiateísmo.

Max jadeó sorprendido mientras que Richard y Xin los veían aburridos.

—Ay caray, es verdad — rápidamente se concretó en escribirlos aún si fuese mal. —. Hemos luchado con un par de grupos así...

—A parte están los más conocidos: Anticristianismo, Antisemitismo y Anticatolicismo. — Griffin sonrió al recordar y saber cada una de ellas.

Chen masculló al ver al joven Callenreese: —El glosario andante. —tenía una sensibilidad por los nerds debido a que su familia hubiera querido que su cerebro haya sido como la de su amigo.

Richard frunció sus labios.

—¿Para qué haces un listado de eso?

—Es para mi reportaje —alzó su pulgar. —. Una vez salga de aquí, me pondré a escribir mi experiencia en Irak.

—Es decir que vas a lucrar tu experiencia en Irak — Xin entrecerró sus ojos. —. Ten cuidado, Glenreed, o el gobierno te silenciará.

Los presentes comenzaron a reírse, incluso Griffin con una risita tímida.

—Vete a la mierda, Chen. — Max cruzó sus brazos, ofendidísimo. —. Ya verás que tendré éxito.

—Ni siquiera puedes recordar o pronunciar los nombres iraquíes — observó con mansedumbre a sus amigos. —. Deberías contratar a Callantee para que te apoye, él es el verdadero autor detrás, no tú.

—Estoy con Chen, Callenreese posee el don de la escritura —Richard le dio una palmada fuerte en la espalda al joven. —. Gracias a sus poemas tan dulces y conmovedores, mi abuela dejó de preocuparse por mí desde Nueva York.

En eso, Griffin se ruborizó furiosamente, bajando la mirada de inmediato. Los tres hombres se quedaron anonadados, hace mucho que él no ponía una expresión tan relajada y suelta como si fuese un niño pequeño.

—B-Bueno, si quiere... — Max lo instó con una risa campechana. —. Sería grato estar con él en Los Ángeles.

El aludido se sintió mareado por los cumplidos que nunca escuchó en la escuela, en casa o en su vida, su pobre corazón latía casi sintiendo salir de su pecho. Quizá sólo decían por cortesía. Él era bueno para nada... Su única habilidad es matar con el arma de fuego, se lo han celebrado en su pueblo, con su padre y en el ejército. ¿Poesía? Eso es para estúpidos, y él quería dejar ser uno.

 Además, Max lo estaba invitando a estar con él. ¿Acaso no se da cuenta que esas esperanzas lo están quemando? Él no puede ser libre de su remordimiento, las drogas o del abandono de su rota familia. Ya se había hecho la idea de que una vez terminado el servicio, Max no estaría con él como lo había prometido. ¿En serio está dispuesto a seguir cumpliéndola? ¿Por qué? ¿Fue realmente sincero?

Le da mucho temor empezar de cero o enfrentarse a la realidad que dejó atrás en Cape Cod.

Mierda. 

—Yo... —se puso de pie sin pensarlo. —. Ahora quiero ir a orinar.

De repente, Richard lo siguió.

—Uy, yo también, hombre — se rascó su entrepierna. —. Con tanta ideología de mierda se me durmieron los huevos.

Luego de que ellos se fueran, dejaron una vibra extraña entre Max y Xin, sobre todo porque el segundo empezó sobre analizar la situación.

Era obvio que Griffin ya no era el mismo desde que se conocieron; bueno, en realidad nadie lo era y necesitan un pase directo al psiquiatra después de que lleguen a sus hogares... Pero él sabe lo que ha visto durante ese tiempo: su amigo no está cuerdo, su juicio se halla vulnerable cuando lo notó contemplando a esa familia ahorcada en su propio hogar, como si fuese algo hermoso... como si quisiera pertenecer en ese cuadro.

Cualquiera que esté en este infierno de guerra ha pensado morirse más de alguna vez... Pero con Griffin ya ha manifestado intenciones alarmantes.

—Hey, Glenreed.

—¿Hmm? — contestó al repasar sus apuntes para no prestarle atención al aura de Xin.

—¿Callenreese no ha recibido ninguna carta de su familia todavía?

Max relajó sus hombros. Siempre que Xin pronuncia correctamente el apellido de Griffin es porque está hablando con seriedad.

—No.

—Ya veo — no quiso ahondar en el tema, crear suposiciones sobre aquel misterio no le haría el bien a nadie. Incluso si él se queja de su madre, no sabría qué será de él sin ella. —. No lo culpo...

—¿De qué?

Griffin se siente vacío, su deseo de morir es real. Chen omitió agregar, era evidente a estas alturas. No podía imaginar cómo es estar solo en el mundo, sin metas o amor. No tiene nada que perder o ganar.

—Convéncelo de ir contigo — el chino americano se recostó en el duro suelo. El único que posiblemente pueda hacer algo era Max. Existía una conexión bizarra entre ellos que tampoco quería reflexionar. —. Él necesita entender lo buen escritor que es. —asimismo un propósito para vivir.

—¿Qué?

—Pero no le hagas nada raro. A él le gustan las musculosas — chasqueó su lengua. —. Recuerda que eres el reemplazo de Edwards, no tu amante.

—¡Qué no soy el reemplazo de nadie! ¡Griff y yo solo somos cercanos! — Max rodó los ojos. Ese chino era un buscapleitos. —. Ya tuvimos esta conversación antes.

—¡Sí como sea! ¡Controla a ese jefe y no lo lleves a bares gay! ¡Vas a contagiarlo de SIDA! — le señaló su pene y giró su cuerpo en señal de negación. —. Llévalo al gimnasio donde encontrará a su Laura Carolan.

—¡Te estás yendo muy lejos! ¡Esto no es como Freddy Mercury! — Le dio un tic en el ojo. —. ¡No somos parejas!

—¡Tienes sueños húmedos con él! —lo vio acusatorio. —. ¡Niégalo!

—Ay, por favor.

—¡Di que no, Glenreed!

—Y-Yo no sueño con eso. — se sonrojó, haciendo que Xin se descojonaba.

—¡¡Jah!!

—¡¡Pero sueñas con tu orgia de actrices chinas!!

—Soy como el Emperador, me encantan.

Hubo un bufido por parte de Max como remedio de liberar parcialmente su malestar. Aún si su plática terminó abruptamente, era normal entre ellos el silencio después de sacar a colación la sensibilidad entrelíneas y maquillándola de gritos banales y estresantes.

Han aprendido a sobrevivir de ese modo para no caer en la crudeza de la guerra, el cigarrillo que dañaba su esmalte natural en los dientes o el sagrado licor artesanal exótico en sus paladares.

Varios de sus camaradas han amilanado en el camino. Sobrevivir en los días venideros las adversidades de la guerra era un logro bajo la marcha.

—Yo ya estoy al tanto de toda la situación —Max informó al seguir escribiendo sobre el correoso papel. —; también quiero ayudar a Griff. No sólo con las drogas, Chen.

La voz compungida del hombre le hizo click al chino americano.

—Ah, lo sabes... —giró su rostro atribulado. A veces olvidaba que Max podría ser muy perspicaz. —. ¿Cuándo?

—Desde que lo vi por primera vez —Max dejó su manuscrito a un lado, sin atreverse a ver los ojos almendrados. —. Irak no es la única guerra que viene arrastrando.

Xin quedó sorprendido. ¿Esa era la razón por la cual se pegó como chinche a Griffin en el reclutamiento? ¿Cómo es posible que alguien capte esas señales de ayuda sin ser manifestadas?

—Eres raro, Glenreed —curvó sus labios en una sonrisa. —. Continúa siendo así.

—Y tú continúa con tus estupideces... Ayudan a todos, no sólo a Griffin.

—Jah — ahora sonrió entre dientes. —. Solo los uso de práctica, cuando tenga mi público de verdad en un sitcom me rogaran por una entrada.

—Estoy seguro que sí. — Max exhaló, sintiendo una burbuja de felicidad explotando en su interior.

*

Griffin siente una mirada escalofriante acechando desde lejos.

Lo viene persiguiendo cada semanas, días, horas, minutos y segundos cuando está en el cuartel. Hace todo lo necesario para ignorarlo al estar con los muchachos, pero la ansiedad le estaba obstruyendo el aire.

Al principio creyó que era su cerebro quien le estaba haciendo una jugarreta, efectos de la abstinencia autoimpuesta o el temor de haber ido a la oficina del doctor Abraham Dawson sin la debida autorización.

Sea cual sea la verdad, creía que se estaba volviendo loco... su corazón pesaba en penas y su mente sollozaba por los recuerdos de Aslan.

Aún si quiere levantarse y seguir, viene una fuerza mayor y lo atragantado en la miseria nuevamente sin un rumbo.

Ya no sabe identificar sus emociones.

Era patético, ha olvidado cómo era sentir la tranquilidad; aunque, quizá, nunca le ha calado como es realmente... Desde niño el estrés lo ha acompañado gradualmente hasta roerle los huesos.

¿Acaso se volvió esquizofrénico?

No lograba ubicar esos ojos. Al girar su rostro, el panorama se vislumbraba normal.

¿Quién es el nuevo demonio detrás de él? ¿Era mejor ceder para que lo despedazara de una vez por todas?

Estaba cansado y harto. Se quería rendir.

Sin embargo, lo curioso arrima sobre todo cuando el consuelo se personifica en Max, era el único que podía sedar esas intromisiones, mientras más tiempo permanecía a su lado, se sentía humano decente. Los estupefacientes ya no eran suficientes para hacerlo olvidar y parar ese sangrado agónico interno en su ser. Si consumía más, la adicción empeorará. Se ha percatado últimamente que el hombre lo acoge en sus palabras, toques y acompañamiento más de lo normal, aislarlo de todo... Protegerlo de lo que sea que lo estuviera siguiendo.

Nuevamente, Griffin era esclavo de algo para mantenerse sensato. Esa mentalidad suya algún día lo llevaría a la tumba, tenía la creencia en periclitar pronto en el abismo.

Luego de que Max le inyectara del narcótico en las afueras de un cascote, pudo suspirar y poner sus ojos en blanco. La cantidad suministrada era como un somnífero culposo, dentro de poco podrá dormir una hora o menos.

Ambos se hallaban solos, a excepción de la luna que los iluminaba para llevar a cabo la vergonzosa rutina.

—Griff...

De repente, Max lo acogió en sus brazos de forma tan delicada y tierna que podría haber llorado de la conmoción. En momentos como estos se cuestionaba si realmente valía la pena seguir luchando. Podía morir ahora mismo sin poner resistencia, estaba listo.

Max Glenreed era un hermoso caos en su vida. Le juró que con él no sentiría soledad y lo aterrador era que se esforzaba en cumplir su palabra.

—¿Por qué?

—¿Si?

—¿Por qué no me dejas ir?

Max supo que estaba hablando en doble sentido, pero conservó la serenidad.

—Puedes lastimarte si te lo permito en esas condiciones. — ladeó su rostro, intentando ver el rostro somnoliento escondido de Griffin sobre su hombro.

—Nadie merece estar solo, eso fue lo que me dijiste... — murmuró, haciéndose un ovillo. —. ¿Pero qué significa realmente?

—¿Cómo? — preguntó, no sabiendo a dónde quería llegar.

—Yo siempre estuve solo en mi camino. ¿Por qué siento que eres el único que se esfuerza al estar permanecer unidos? — cerró sus ojos con voz temblorosa.

—Pero Griffin. — frunció el ceño, apartándolo al sostener sus hombros. El aludido continuaba cabizbajo.

—Gracias, yo... Quiero que sepas que me hiciste feliz efímeramente sin darte nada a cambio —cogió sus manos y ladeó su rostro. —. Déjame ir.

Pudo ver que Max se sobresaltó. Eso era lo que sonaba, se estaba despidiendo y darle libertad.

—Aún si me ruegas, no lo haré. — vociferó con convicción.

Griffin apretó sus dientes. ¿Por qué lo estaba haciendo más difícil?

—Hazlo, por favor. No soy ningún bondadoso... Quiero irme.

En eso, Max lo agarró de nuevo por los hombros, con más fuerza esta vez.

—Eres más valioso de lo que crees —su rostro se endureció. —, al menos para mí.

—¿Por qué...? Yo no soy nadie especial... —Griffin por fin se animó a verlo directamente a la cara. —. No quiero depender de nadie. Ya te lo dije, estoy jodido... Solo hago más daño que bien...

De repente, el hombre acunó su rostro entre sus palmas, quedando perdido en su ansiosa mirada. Aunque quería mostrar seguridad, la verdad era que se le notaba conflictivo.

Hubo un rato en que ambos no se movieron ni un centímetro, tenerlo tan cerca le provocaba un manojo de nervios.

—Te amo.

Max se confesó sin filtros, provocando un violento sonrojo en Griffin.

—¿Qué? — su quijada se tensó, abriendo grandemente sus ojos.

—No me importa si no soy correspondido o si te incómodo con esto —Max palpó sus mejillas con estima, pensando que sí mostraba sus verdaderas intenciones podría comprender mejor. —, pero mi amor por ti no necesita comprender la lógica... — endulzó su semblante cuando empezó a temblar. —. Te amo aún con tus fallas y virtudes que todavía no te das cuenta que tienes.

—M-Max...

—Te has convertido en alguien que quiero proteger de este infierno... Permíteme ser egoísta en no dejarte ir —ante su silencio, Max gruñó con frustración. —. Ódiame si quieres pero...

Entonces, Griffin dio un paso para atrás, deshaciendo el tierno consuelo tejido como mantra sobre su cuerpo.

Sin percatarse del todo, estaba rechazando a Max cuando le dijo que no lo juzgaría.

—Lo siento — dijo abrumado. —. Aléjate de mí... me das asco.

Nunca antes ha afrontado su sexualidad, aún si su corazón bailaba en alborozo se sentía más confundido. La depresión y ahora el amor se ponían en una balanza a ver cual de esas era más pesada en su alma. Lo peor del caso es que le correspondía, quería marcar un paso a la felicidad y proceder a besarlo pero quería proteger el poco de cordura que conservaba. Exponerse era arriesgarse, no quería salir lastimado nuevamente.

Además, cómo es que Max podía gustarle una bazofia como él? Ni él mismo se soportaba lo miserable que es. 

Ante la expresión abatida de Max, Griffin quiso huir. Sin embargo, ambos fueron llamados por el Comandante Edwards.

Al día siguiente, tenían una misión juntos con un grupo especializado, incluyendo a Richard Rountree y Xin Chen. 

N/A: PASARON TANTAS COSAS PREOCUPANTES, SANGUINARIAS Y TRISTES.

Griffin se minimiza mucho al punto de querer rendirse 💔 esto ya es una seria alarma de emergencia 💔 La guerra no le está ayudando, no saber de Ash tampoco y ahora lo de MAX 💔 AAAAAAAHHHHHHHH

El próximos capítulos serán muy feos. A penas llevamos casi la mitad de la historia y ya siento que desfallezco 💔

Muchas gracias por estar al pendiente ♥ Los aprecio un montón ♥ Nos vemos la siguiente semana, ♥

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro