Narrador omnisciente.

Mientras la mente de Marinette trataba de no ser controlada, Alya y Adrien compartían sus miradas de preocupación. Además, el rubio ya había visto la reacción de la chica ante la corona anteriormente, y por más dolido que estuviera, tenía que acudir a salvar a su mejor amiga antes de que hubieran consecuencias en ella.

—Iré a buscar a los demás, posiblemente aún no se hayan marchado del reino— habló Alya afirmando un poco el tono de su voz —Debemos sellar esa peligrosa corona cuanto antes, y solo hay un modo de hacerlo.

Ya que la morena conocía muy bien cada rincón del castillo del séptimo reino, sabía de antemano como salir de aquella habitación sin pasar cerca de la peliazul y así buscar a los príncipes y princesas que se acababan de ir. Por su parte, Adrien no podía dejar de sentirse ligeramente resentido, pero tragándose todo sentimiento propio decidió dirigirse hacia bajo, para ver cómo estaba Marinette.

Escaleras abajo, la peliazul había logrado neutralizar el poder de la corona y se hallaba apoyada en la pared, teniendo un pequeño momento de cordura. Cuando sintió unos pasos cerca, levantó el rostro para darse cuenta de que el joven príncipe la estaba observando.

—Adrien... ¿Q-Qué hice? ¿Por qué ya no hay nadie?— preguntó desconcertada, sintiendo pequeñas punzadas en la cabeza y una profunda pena, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas —Yo... rompí una promesa.

Viendo que la chica se sentía culpable, Adrien se le aproximó rápidamente y la apretó entre sus brazos, sintiendo como ella de inmediato se recargó en él. Si había roto una promesa se debía a alguna razón muy importante.

—Realmente fallé a una promesa... No lo puedo creer— susurró Marinette, sin poder dejar de lamentarse —Si no me hubieran recordado a mis padres, si Chloé no hubiera dicho nada...

De repente el rubio dejó de escuchar a la chica. Ella paró de hablar de un momento a otro, provocando que Adrien sintiera un poco de miedo.

—¿E-Estás bien?— interrogó él, intentando encontrarse con los ojos de la joven.

La mirada de ésta había perdido todo brillo, haciendo que un pequeño escalofrío recorriera todo el cuerpo del rubio. Sin soltar ninguna palabra ella se separó de los brazos que la rodeaban, parándose rígidamente. Acercando una mano al rostro del anonadado chico, pasó el dedo índice por sus labios, viendo como él de inmediato cayó al suelo dormido.

—Chloé— musitó Marinette, comenzando a avanzar por el pasillo.

***

En su misión de detener a los representantes de los otros reinos, Alya iba entre muchos ciudadanos montando un caballo blanco. Cuando por fin pudo localizar a sus objetivos con la mirada, avanzó rápidamente y se detuvo frente a ellos.

—¡Alto ahí!— exclamó la morena, imponiéndose ante todos —¡No sigan caminando!

—¿¡Qué sucede!?— preguntó Nino, exaltado, acercándose para ayudar a que la chica bajara del caballo —Dime, ¿por qué vienes así?

—Es Marinette. N-No sé mucho sobre el tema, pero descubrió un objeto mágico sumamente peligroso y necesito vuestra ayuda— confesó Alya entre algunos titubeos —Tal vez, si juntamos estos objetos que hemos heredado de nuestros padres, los llamados miraculous, podríamos hacer lo que ellos hicieron hace muchos años.

—Te refieres a un sello, ¿no?— dijo Chloé entrando en la conversación —Lo siento, pero no tengo intenciones de ayudar a una arribista. Y no sé si te das cuenta, pero tu plan incluiría al malvado de Hawk Moth y a la otro reina que ni conocemos.

Quedándose en un incómodo silencio, dándose cuenta de que la rubia tenía razón, Alya miró a Nino en busca de una solución. Pero antes de que alguien pudiera hablar, una voz que no pertenecía a ninguno de ellos los interrumpió, haciéndolos girar en dirección al castillo. Allí, vieron a Marinette, la cual procuraba llamar la atención de todos.

—Queridos ciudadanos... Aprovecho que todos permanecen aquí aún para declarar que a menos de un día de firmar el tratado de paz entre cinco de los siete reinos, Chloé a roto el trato— declaró Marinette, alterando a todo el mundo —Quien acabo de nombrar me ha agredido psicológicamente y eso tendrá consecuencias. Desde hoy el séptimo reino...

Todos estaban intrigados, en especial Chloé, la cual se preguntaba qué palabras saldrían de la boca de la peliazul.

—¡Desde hoy el séptimo reino se encuentra en guerra con el primer reino, dirigido por los Bourgeois!