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Capítulo 7

—Kaz vamos a llegar tarde —le grité y le golpeé la puerta. Yo ya estaba lista y él ni siquiera había salido de su cuarto.

—No me estoy sintiendo bien —dijo desde adentro con un tono de enfermo que me pareció un tris exagerado.

—Bueno, me voy. Si te sientes mejor, te espero abajo —dije y me dirigí hacia la puerta. La abrí y la cerré. Y me fui a esconder a la cocina. En unos segundos se escuchó el abrir de la puerta del cuarto y escuché que se dirigía a la cocina, me escabullí y me escondí detrás de la isla de la cocina.

—¿Hay alguien aquí? —su pregunta la respondió el silencio y tomó confianza, pensó que yo me había ido de verdad. Seleccionó un plato hondo y se sirvió un cereal con frutas. Se sentó en el comedor dándome la espalda.

—¿Esta silla está ocupada? —le pregunté antes de sentarme. Su reacción valió oro, como gritó y como dio un salto fuera de la silla, era para un video de humor. Me reí con gran fuerza hasta que él se volvió a sentar.

—¿Sabes? Hay gente que se muere por sustos como esos. ¡Le da un ataque al corazón! ¡Un infarto! —replicó Kaz y limpió toda la leche que había derramado cuando salto de la silla.

—Eres joven, a ti no te daría un infarto —hice una pausa, me serené y cambié de tema—. Ahora, explícame por qué me mentiste y dijiste que estabas enfermo.

—No quería ir. No me gusta la natación y además no tengo una pantaloneta de baño. —sus palabras tenían emoción y no le quise molestar, pero intenté indagar. No me dijo mucho, pero el resto lo pude deducir.

—Te molestaron en una piscina, ¿cierto? —se sorprendió, pero igualmente asintió. Se levantó y fue por leche para terminar su cereal—. ¿Por qué no me cuentas?

Me miró fijamente intentando descifrar mis intenciones, reflexionó y se decidió. Su mirada se parecía a la de Ezra cuando examinaba a alguien. —Prométeme que no le vas a decir a nadie.

Le prometí. —Esto es muy vergonzoso y vas a ser la primera que lo va a oír de mis labios. Tenía como siete años y antes yo era un poquito gordo, era una salida del colegio. Y fuimos a piscina, en el momento en que salí de los vestier todos los niños del curso se rieron de mí. Obviamente salí llorando y corriendo de ahí, estuve todo el día en el bus esperando a que nos devolviéramos.

—Y, ¿desde entonces no has ido a ninguna piscina? —le pregunté ya sabiendo la respuesta, pero él igualmente asintió—. Hoy va a ser diferente.

—No, hay forma de que vaya a ir a nadar y además no tengo un traje de baño —terminó de hablar y Felicity salió del cuarto y nos saludó. Tenía todo el cabello enmarañado y era la mejor representación a las palabras "recién levantada".

—Si necesitas te puedo prestar un traje de Ezra, no hay ningún problema —le abrí los ojos, sabiendo que ya no tenía excusa y estaba acorralado.

—Está bien, pero tú no tienes y pues...Si tú no vas para qué voy —era la peor excusa del mundo saqué mi vestido de baño del bolso que ya había alistado. Suspiro con fuerza—. Me debes una y te aseguro que te la cobraré.

Y se fue a alistar su propia maleta. Entre tanto le ayudé a Felicity con el desayuno de Ezra, ella se alegraba y se entristecía a ratos. Me pareció extraño, pero preferí no decirle nada porque era super probable que se tratara de la charla que no todavía no habíamos tenido y todavía no quería tener.

—Pensé que no iban a venir —dijo la señorita recién nos vio—. Cámbiense que los estábamos esperando.

Nos fuimos a cambiar con velocidad en los vestier y salimos para la piscina.

—Compraste ese vestido escarlata por tu nombre, ¿cierto? —Kaz me dijo mientras corríamos hacia la piscina. Él tenía una pantaloneta y camisa de surf, que realmente disonaban. Intenté no reírme por la promesa que le hice.

—Culpable de los cargos.

Entramos para ver que todos en serio nos estaban esperando. La señorita hizo que los chicos se alinearan para competir, me fui a sentar en una de las sillas que estaban alrededor de la piscina. Intenté que fuera lo más lejos posible de Artemisa, pero con eso y todo recién me vio fue a sentarse en la silla más cercana a mí.

—Ese vestido de baño es absolutamente feo —dijo con desdén y siempre alargando el "absolutamente"—. ¿No encontraste otro harapo que vestir? Se nota que te falta sentido de la moda.

Con el comentario otras chicas que estaban presentes hicieron risitas que intentaban ocultar. Intente calmarme porque sabía que el enojo nubla los pensamientos y te hace quedar como tonta.

—Por suerte este no es un concurso de belleza sino una competencia de natación y tú no tienes el físico para ganarme —repliqué, puso los ojos en blanco e hizo el amague de que se iba a ir.

—Tal vez se lo eligieron sus padres y por eso murieron... De vergüenza —masculló cuando se iba. Ese comentario fue cruel y fue la gota que rebosó la copa.

—No te atrevas a mencionar a mis padres... Tú ni los conocías —dije, de ira y cerré mis puños.

—Solo sé que están mejor sin ti —y se fue corriendo, todas las chicas presentes desviaron la mirada. Mi ira llegaba a un nuevo nivel, nadie nunca la había llevado al límite. Quería golpear a alguien o algo, aunque no quería montar una escena. Y lo que realmente me daba ira era que era verdad...

—¿Estás bien? —las piernas no me respondían y quería colapsar. Intenté dar un paso, pero las piernas me fallaron, Kaz me agarró y me sostuvo—. ¿Quieres irte?

Asentí sin mirarlo, casi todo mi peso estaba apoyado en Kaz. Salimos a los vestier y comencé a llorar, no me importó que Kaz estuviera ahí. Se preocupo y me obligó a que le contara, le conté todo incluyendo la última parte—. Y, ¿crees que es verdad?

—Sí —dije secamente. Intento convencerme de lo contrario y casi lo logra, pero no fue suficiente. Me dio un abrazo y me consoló. Me dio agua y un chocolate relleno de mora. Le agradecí —. ¿Volvemos a entrar?

—Ya habrá pasado la competencia de las chicas y no podrás restregar tu victoria —bromeó—, pero podemos nadar libremente.

Entramos un rato, jugamos con Logan y los demás chicos. Antes de salirnos Pierre se me acerco.

—Te ves hermosa —dijo con esa mirada que antes me hacía sentir especial y deseada, pero ahora solo me hacía sentir incomoda.

—Lo sé, no necesito que me lo digas —me fui sin esperar alguna repuesta.

Subimos y Kaz se fue a su apartamento, todavía tenía la camisa mojada y se le alcanzaba a notar unos pocos abdominales que tenía. Si fue gordo en algún momento ya era difícil de creer. Entré en silencio y pensé que no había nadie hasta que escuché susurros. Era la voz de Felicity, me acerqué hasta su cuarto para escucharla.

—No sé si puedo ser tan fuerte para poder pasar por esto otra vez. La verdad no quiero.... ¿Será que sus abuelos no se podrán encargar de ella? —estaba al teléfono y se quedó en silencio porque la otra persona le estaba respondiendo—. Lo sé. Ellos nunca han sido padres para poder pensarlo, pero qué pasa si vuelve a ocurrir. No podría con la culpa de saber que fuimos la causa de otro corazón roto. ¿No será que alguien más se quiera quedar con Scarlett?... Espera, creo que escuché a alguien, parece que Scarlett ya llegó.

Corrí rápidamente al baño, tropezándome con la maleta del entrenamiento que había dejado en el suelo, pero entré y cerré antes de que Felicity saliera. Me preguntó si ya había llegado.

—Sí, acabo de llegar. Me voy a meter a bañar para quitarme el cloro de la piscina —le grité desde el baño, la única excusa que se me ocurrió.

Me golpeó la puerta. —Sé que eres autosuficiente, pero creo que necesitas ropa para cambiarte y tu toalla está dentro de esta maleta.

Entreabrí la puerta y ella tenía la maleta donde, como ella dijo, estaba mi ropa de cambio y mi toalla. Le terminé de abrir y ella me la dio sin decir palabra, en cambio me levanto el mentón para examinarme mejor.

—Antes de que te entres a bañar debo tratar con ese moretón, no vas a creer que no escuché cuando te caíste.

Me ofreció su mano y lentamente se la di. Me dirigió a una de las sillas de la isla de la cocina, sacó unos cubitos de hielo y los aplicó en mi mejilla. Tenía curiosidad de saber cuánto yo había oído, pero se contenía. Contó los diez minutos contrarreloj mientras hablábamos de cómo me había ido en la piscina, obviamente exceptúe el mal momento que había pasado y acabado el tiempo me mandó a bañar.

Puse música mientras me bañaba para poder pensar mejor en todo lo que había sucedido, desde mi colapso emocional en la piscina hasta la conversación de Felicity. Y en todo eso intentar ver mi borroso futuro, algo que no pude definir ni siquiera imaginar porque todo era tan incierto que cualquier posibilidad tenía una probabilidad muy baja de suceder. Y todo dependía de mis decisiones. "Esa niña no sabe lo que quiere". Sus palabras volvían a resonar en mi cabeza y odiaba cada una de ellas. ¿Qué es lo que realmente quiero?

—¿Quieres hacer un pastel conmigo para el postre de hoy? —me ofreció Felicity—. Es de brigadeiro, un pastel típico brasileño.

Algo que me aleje de mis pensamientos, la ocasión perfecta, acepté con gusto. Me guío por el proceso, pero yo era la que hacía todo hasta antes de ponerlo en el horno porque ahí ella prefirió hacer todo el trabajo.

—Eres buena cocinera —me elogió y me sonrojé, se sentía un gran halago viniendo de ella.

—Me gusta la cocina excepto lavar todo lo que se ensucia en el proceso —bromeé. Nos reímos y ella aceptó que también odiaba esa parte.

Ezra no había llegado y ya teníamos el almuerzo y el postre listo en la mesa. Y no es por halagar, pero el pastel con brigadeiro encima se veía excelente y más que todavía estaba caliente. Comencé a mirar el reloj con impaciencia.

—Kaz y Ezra no se deben demorar, no te preocupes —lo dijo en una forma que realmente quito mi preocupación y me asombre para mis adentros—. ¿Te gusta leer?

Había tenido mis encuentros con la lectura, pero la verdad no era algo que me encantara más bien le huía. Pero no le iba a decir eso a Felicity, solo intente con la mejor excusa que se me ocurrió: "No tengo un libro".

—Si quieres mientras esperamos eliges un libro —me ofreció Felicity, asentí y fuimos pasillo que conectaba las habitaciones con el baño. Se quedo mirando a la pared de color azul oscuro, algunos rayos de sol entraban desde la sala y hacía un efecto maravilloso en la pared. Felicity prendió y apagó la luz del pasillo unas cinco veces hasta que la pared se abrió para revelar unos estantes. Mis ojos se abrieron como lunas llenas al ver la pared abrirse de esa forma—. Realmente este iba a ser otro clóset para mi ropa, pero lo perdí contra Ezra en un juego y quedó como una pequeña biblioteca. Donde se han almacenado una cantidad de libros que hemos atesorado en nuestros corazones y puedes creerme cuando te digo que hay de todos los géneros que puedas imaginar y para todos los gustos.

"Pequeña biblioteca", debía estar de broma, pero la verdad parecía que estuviera diseñado para ser un armario o un vestier. Pero tocaron a la puerta y pospusimos la elección de mi libro, salimos de la habitación secreta y esta se cerró. Me sorprendía porque no dejaba ningún tipo de rastro que algo estuviese ahí.

Y presentía que la conversación que se había pospuesto ya iba comenzar.

Kaz y Ezra llegaron al tiempo. Todos empezaron a comer después de que Ezra bendijera la comida y en su oración había muchas palabras dirigidas hacia él. En ese momento confirmé mis sospechas y comencé a estar ansiosa. Pero mucho tiempo después de que termino la oración alguien se atrevió a elogiar la comida y romper el silencio, pero después de eso nadie volvió a hablar hasta que se sirvió el postre.

—Bueno me tengo que ir —dijo Kaz antes de que le sirvieran el pedazo de pastel con brigadeiro.

—¡No, te atrevas! —le grité en un grito de súplica. Los Fosters se me quedaron mirando por el cambio de tono. —Vamos, sé que vamos a tener esa conversación y quiero que Kaz este.

Era para que no me fuera a destrozar en frente de los Foster, de alguna forma u otra, veía a Kaz como una fuente de fuerza que me siempre estaba ayudando. Me preguntaron si estaba segura de mi decisión dado que íbamos a tocar temas delicados de mi vida, asentí con seguridad.

—¡Qué bien! Porque este pastel se veía buenísimo y la verdad no me lo quería perder —los Fosters le lanzaron una mirada asesina. Le rodé los ojos y sonreí porque yo sabía que estaba bromeando para aliviar el ambiente.

—¿Qué quieres preguntar?

Honestamente, no sabía por dónde empezar. Mi mente salto de tema en tema hasta no poder hacer una decisión.

—¿Qué estaban hablando esta mañana cuando llegue de natación? —fue lo primero que se me ocurrió preguntar.

—Estamos —comenzó a decir Felicity, pero se corrigió—... Yo estoy dudando si seremos capaces de ser unos buenos padres y no cometer los mismos errores que cometimos con Danielle. Y no sé si adoptarte sea una buena idea, tal vez no seamos los mejores para ese trabajo.

Ezra le ofreció la mano y ella la agarro con fuerza. E intento no desmoronarse en la silla, igual que yo. Ellos eran los que me habían acogido y me habían tratado como uno de los suyos, hasta a veces se sentían más familia de lo que eran mis propios padres. Pero deseche ese pensamiento para que no doliera.

—Y, ¿qué paso con Danielle? —pregunté ignorando mi propio dolor, intentado ignorar los rasguños que había en mi corazón de ese pequeño comentario. Kaz al escuchar el nombre miro a mi habitación.

—Ella cuando fue a la universidad escogió malas compañías, que la alejaron de Dios y ella decidió dejar el camino de Cristo. En la mitad de la carrera se fue a vivir sola, me imagino que se sintió sola, aunque estaba rodeada de los compañeros de la universidad. Y me imagino que toco fondo, ella nunca nos contó nada de lo que le pasaba, aunque la llamábamos para preguntarle cómo estaba, ya casi no iba a clase y se sentía un vacía; pero termino sus estudios con mucha dificultad. Tampoco nos invitó a su graduación. Pensó que estaba sola en la vida y nadie la iba a ayudar, no quiso nuestra ayuda. Y ni siquiera nos avisó, solamente la policía fue la que nos contactó para decirnos qué se había quitado la vida en un puente —se le quebraba a Ezra la voz por momentos a contar la historia—. Ella creyó que nadie la iba ayudar y que nadie la iba amar.

—Ella cortó toda comunicación con nosotros, no sabíamos lo que ella sentía. Ella nos apartó, nos sacó de su vida y no quiso saber de nosotros —añadió Felicity.

—¿No culpan a Dios? —pregunté.

—No —dijo firmemente, pero con pesadez en su corazón—. Ella conocía los caminos de Dios, pero decidió apartarse y Jehová no obliga a nadie a obedecerlo. Él no obliga a las personas a obedecerlo o a vivir debajo de su amor. Las personas eligen ser independientes a Yahvé. Ella decidió y todas las decisiones vienen con consecuencias.

—Y, ¿cómo se conocieron con mis padres? —pregunté para alivianar el ambiente y la conversación. Segundos después de que el silencio llenara la habitación.

—Pues, con tu padre éramos amigos en el colegio desde que tengo memoria —dijo Ezra y parecía que se esforzaba en traer el recuerdo—. Yo fui el que estuve en todo momento con él y fui su mejor amigo, hasta le ayudaba con las tareas, entonces te imaginaras toda la confianza que teníamos.

—Y yo era la mejor amiga de tu mama, todos cuatro íbamos al mismo colegio, pero nunca realmente nos conocimos —dijo Felicity y su espíritu se animó al contar los buenos recuerdos—. No fue hasta la universidad en que realmente nos conocimos los cuatro, tu mama fue la que me introdujo a Santiago y a Ezra. Obviamente me enamore de Ezra casi en el primer momento que nos vimos y siempre agradeceré a Skylar por haberme introducido.

—Inclusive íbamos en citas dobles, tiempo después, cuando comenzamos a salir. Yo creo que desde ese momento las almas de los cuatro se unieron —concluyo Ezra.

—Y, ¿qué paso? Si eran tan buenos amigos porque yo no los recuerdo, yo solo los distinguía —pregunté. Y en ese instante Kaz intento robarme mi trozo de pastel, clave el tenedor en el pastel indicando que era de mi propiedad.

—Les tengo que decir que les quedo estupendo, es una mezcla perfecta entre chocolate y un pastel de mora —dijo Kaz.

—Pero, no era de mora. Era de zanahoria —le corregí confundida.

Él se encogió de hombros. —¿Estás segura? Creo que debo volver a probar porque no le sentí en ningún lado la zanahoria. Tal vez tu pedazo era diferente al mío. No será que un lado era de zanahoria y otro era de mora.

Me reí y le di un pedazo de mi pastel en su boca, los Fosters se nos quedaron mirando. Me ruborice y con mi cabello oculte un poco mi rubor. Acabé mi pastel y les pedí que me respondieran la pregunta.

—Pues digamos que tuvimos nuestras diferencias en algunos temas con Felicity y nos íbamos a divorciar, pero un jefe que yo tenía en mi anterior trabajo me hablo de Cristo y yo decidí cambiar mi vida. Cambie en todas las áreas de mi vida, en mis finanzas, en mis amistades, en mis conductas, en mi forma de hablar, etc.

—Cuando vi un cambio en Ezra me dejo perpleja y yo misma quise también cambiar, en ese momento nos arrepentimos y nos bautizamos. Este cambio en nuestras vidas también afecto a nuestros amigos de cierta forma, ya no salíamos a fiestas ni bebíamos tanto. Porque te digo que eso era algo de dos veces por semana y eso era lo que estaba arruinando nuestro matrimonio. Pero el verdadero "explosivo" fue que opinamos acerca de ti.

—¿Acerca de mí? —pregunté confusa. ¿Yo fui la causa de que su amistad se terminara?

Quedo un tiempo en silencio, ellos se miraban y con sus miradas discutían. Hasta que por fin Ezra hablo.

—Nosotros habíamos conocido de Dios y habíamos aprendido mucho de lo que a Él le agrada. Y pues, ahora lo sabemos, fue un error de que a veces opinábamos de su crianza contigo. Esto no le agrado nada a tus padres y por eso digo que lo sabemos ahora, porque mucha gente nos critica por nuestra crianza con Danielle. Ahora entendemos lo incomodo que resulta que alguien te critique con dureza —tomo un respiro e hizo una pausa—. Pero la última vez que los vimos, realmente, fue cuando me llamo para que lo llevara a su casa porque estaban ebrios. Yo estaba en su teléfono como contacto favorito y por eso fui la primera opción. Estaba libre y hacía un tiempo que no los veía, entonces por qué no. Cuando llegue a tu casa, deberías tener cinco años más o menos y estabas llorando desconsoladamente. Y cuando tus padres cruzaron la puerta corriste a ellos como si hubieses pensado que ellos estaban muertos. Eso me hizo explotar en ira y dije cosas que no debí haber dicho.

Realmente no recordaba esa escena particular, pero yo conocía muy bien cuando ellos hacían sus "escapadas". Yo siempre quedaba sola y esperaba a que ellos llegaran, inclusive hubo veces que no llegaron. Cuando regresaban siempre decían que se habían divertido y que lo volverían a hacer, nunca olvidaré una conversación en particular:

«—¿Se divirtieron está noche? —siempre les preguntaba cuándo llegaban bien entrada la noche. Ya tenía unos ochos años y mi voz chillona todavía no había cambiado. Mis padres estaban felices por causa del alcohol, sus sonrisas casi tocaban sus orejas».

«—Ni te lo imaginaras, realmente fue lo mejor, no nos divertíamos tanto desde que naciste —ignoré su comentario porque pensé que era por causa del alcohol, pero no termino ahí—. Ya la verdad no recuerdo porque tuvimos una hija si nos divertíamos tanto cuando estábamos solamente los dos».

«Mi mama estuvo de acuerdo con el comentario y añadió. —Tienes toda la razón, no sé porque te tuvimos. Nos divertíamos mucho más cuando estábamos sin ti. Y me imagino que si no te hubiéramos tenido hubiéramos ido en un crucero alrededor del mundo. Era tan bonita la vida sin ataduras.»

Esas palabras dolían cada vez que recordaba la escena y ahora me siento igual, nadie quiere estar de mi lado ni a mi lado. Tenía ganas de llorar, mis manos estaban heladas, quería comenzar a temblar y me imagino que mi cara se volvió fatal porque Kaz se me quedo mirando, preocupado.

—Nunca he escuchado la historia de ese cuadro —señalo al cuadro de la silueta de un hombre mitad blanco y mitad negro en una cruz. Yo sabía que estaba cambiando de tema para distraerme de mi dolor. Lo dijo al mismo tiempo que entrelazo sus manos con las mías.

—Jesús murió por nuestros pecados. Como ya sabemos existe la ley que dice que el que peca merece la muerte. Entonces por nuestras propias fuerzas no podíamos romper esa ley por esto Jesús vino y murió porque Él no tenía pecados. Alguien justo tenía que romper esta ley —comenzó a decir Ezra—. Por esto, es un regalo, no merecíamos que Jehová enviara a su único hijo a que muriera por nosotros y esto demuestra el grande amor de Él hacía nosotros. Además, cuando Yeshúa fue enviado a ver a la Muerte se abrió el libro de su vida y la Muerte se dio cuenta de que Él no tenía pecado, no lo pudo retenerlo. En base a esto, el poder de Dios lo levantó entre los muertos.

—Pero, pensé que el que había resucitado era el siguiente cuadro —intervino Kaz. Él se refería al que el hombre estaba afuera de una cueva completamente blanco.

—Sí, es cierto. Pero es importante decir que resucito al tercer día porque si no todo sería inútil. Y esto es lo que hace la diferencia de Jesús con cualquier otro.

—Además de esto, cuando resucito él resolvió lo que la ley no pudo resolver, las consecuencias de la independencia. Para cada uno de los errores que nosotros hicimos Jesús los resolvió —añadió Felicity—. Jesús nos reconcilio con Dios para que pudiéramos volvernos a comunicarnos con Él. Como ya dijo Ezra, Jesús hizo un sacrificio para que nosotros no tuviéramos una condenación eterna. También nos liberó de ser esclavos de Satanás a través de su sangre. Y por último aplaco la ira de Dios, no la elimino, pero la disminuyo.

Era extraño porque Yeshúa vendría a la tierra solo para morir por la humanidad y por lo poco que sabía la muerte de Jesús fue dolorosa, muy dolorosa. Una parte de mí ya conocía la repuesta. «Lo hace por amor», un amor que yo del todo no comprendía. Un amor que yo no había recibido ni siquiera de mis... Interrumpí mis pensamientos porque si no me pondría a llorar al frente de todos. Antes siempre pensaba que, si ponía a mis padres orgullosos, ellos de alguna manera iba a atraer su atención a mí e iban a colocarme en primer lugar de sus vidas. Pero ahora ya perdí esa esperanza y no había nada que yo pudiera hacer para poder cambiar eso.

—Y ahora, ¿qué va a pasar conmigo? —susurre debajo de mi aliento. Por suerte nadie escucho mi pregunta.

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