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Capítulo 6


—¿Quiénes son ustedes?

—Somos tus abuelos.

—Creo que se equivocaron —les dije mientras lentamente les cerraba la puerta.

—¿Eres Scarlett Allen West? —pero antes de responder salió Felicity a ver quién era. ¡Y a tan temprana hora! Los saludó como si fueran conocidos y desde allí me preocupé, los invitó a seguir. ¡Mis abuelos habían venido sin invitación y a las seis de la mañana!

—Discúlpenos por venir a tan temprana hora —dijo la que se introdujo como Sarah y presentó a su marido como Johan—, no pudimos conseguir sus números de teléfono. Y teníamos urgencia en hablar con ustedes. Es muy importante.

«¡No tenían sus números de teléfonos, pero al parecer sí su dirección!», me gritó mi mente. Sarah le dio a Felicity unas galletas y un pastel casero. En ese instante, apareció Ezra para saludarlos.

—Preferimos que la niña no esté —dijo Johan lentamente y con voz temblorosa. «¡La niña! ¿Cuántos años creen que tengo? ¿Nueve?!», mi mente volvió a discutir—. Es muy importante y no queremos que ella esté.

Felicity me dio los obsequios y me dijo que los fuera a colocar en la cocina. Si pensaba que se iba a deshacer de mí, estaba muy equivocada.

—¿Qué sería el tema como para que ella no esté? —preguntó Ezra.

Johan y Sarah me miraron y luego miraron a los Foster. —Los motivos porque ella no debería vivir con ustedes.

Ya iba a contradecir sus motivos, pero alguien toco a la puerta y fui a abrir. Kaz estaba con ropa deportiva y con dos botellas de agua. A mí se me había olvidado ayer llevar agua y casi muero de deshidratación, un lindo gesto. ¡Pero llegó en el peor momento!

—¿Estás lista?

—¿Cómo haces para llegar en el momento exacto de una situación? —le dije con sarcasmo.

—Práctica —dijo con una gran sonrisa. «¡La pregunta era retórica!»

Le cerré la puerta en la cara y me dirigí a los que estaban en la sala. —Ustedes no pueden hablar esto sin mí. Es algo que afecta mi vida y que yo debería escuchar.

—Lo siento, querida. Pero es una charla de adultos, tú deberías irte con el chico apuesto que llego por ti —dijo Sarah. El comentario me irritó y estaba a punto de explotar. Felicity se interpuso y me habló al oído. Me trató de tranquilizar y me dijo que me iban a contar todo lo que hablaran. No era suficiente, pero tampoco les podía hacer una rabieta como niña de nueve años. Aunque, se me había ocurrido una idea.

—Bueno. Solo voy a dejar mi celular cargando y si necesitan algo, llamen a Kaz —ellos asintieron y Ezra me sonrió de una manera como si él fuese cómplice de mi gran secreto, intente ignorarlo pensando en que realmente él no sabía. Lo deje cargando cerca de ellos y lo puse a grabar. Me despedí y salí—. Gracias por esperarme, Kaz. Y... Lo siento por haberte cerrado la puerta en la cara.

No respondió, pero su sonrisa aceptaba mi disculpa.

La mañana se pasó a una velocidad que le daría envidia a alguien que estuviera en una clase de matemáticas. Jugamos un partido de fútbol y cuando termino subí con velocidad al apartamento, sin importar nada. Llegue ya se habían idos mis abuelos, Ezra estaba en el trabajo y Felicity estaba durmiendo. Me fui a revisar mi teléfono, que tenía una nota escrito: «Para que escuches con toda la privacidad del mundo» y al lado de esta unos audífonos inalámbricos.

—Entonces sí lo sabías —le dije al Ezra imaginario y me dirigí a mi cuarto. Abracé a mi búho y reproduje la grabación, el comienzo fue unas preguntas muy aleatorias. Que no valían la pena y por esto lo adelanté.

Bueno, ¿qué es lo que verdaderamente quieren hablar? —dijo Ezra con seriedad.

—Ustedes no deberían tener a la pequeña Scarlett, porque ustedes tuvieron a una hija y está muerta. —dijo lentamente Johan. Hubo un silencio prolongado en la sala. Y con la noticia mi corazón comenzó a latir incontrolable.

—¿Cómo se han enterado? —dijo Felicity con un tono de angustia. Hubo otro silencio. —, pero eso no quita el hecho que somos buenos padres.

—¿Cómo pueden decir eso? Su única hija está muerta —los acusó Sarah. Con solo escucharla me airaba. Aunque tenía que admitir que hacían un buen punto.

Nuestra hija decidió irse y comenzar su propia vida, pero en rebeldía. Tomo malas decisiones y nosotros la aconsejamos, la amamos y le respetamos las decisiones. Pero no quiso acudir a nosotros cuando tuvo una mala situación y prefirió quitarse... —se le cortó la voz a Ezra y Felicity estalló en llanto. Se disculpó y salió de la habitación. Hubo un largo silencio y Sarah les volvió a cuestionar la paternidad—. Y, ¿qué me dicen de ustedes? Abandonaron a su hijo y lo dieron a una tía. Él siempre hablaba con odio cuando se refería a ustedes. Y se intentaba consolar diciendo que ustedes estaban en un país extranjero buscando mejor economía.

—Y fue verdad —admitió Johan.

Él nunca recibió ni un centavo de ustedes. Todo lo que tenía lo trabajaba y con algunas ayudas de su tía. Y yo también lo ayudaba cuando podía. Todo lo que hizo lo hizo a pulso. Nunca tuvo ninguna figura paterna ni materna que lo acompañara, a su graduación, a su matrimonio, a sus cumpleaños. Solo aparecieron cuando se murió y ya para qué —dijo Ezra con un tono muy firme. Esperaba que nunca me usara ese tono se sentía con gran autoridad y no con el tono alegre que normalmente manejaba.

Otro silencio.

Entonces esperemos que lo decida un juzgado —dijo Sarah y se levantó.

¿No lo debería decidir ella? —dijo Ezra y sonó que la puerta se abría

Esa niña no sabe lo que quiere —dijo resueltamente Sarah. Y sonó el cerrar de la puerta.

Pensé que iban a haber horas y horas de grabación, pero no. Unos segundos después Ezra dijo:

Tenemos que hablar del tema cuando regrese, Scarlett. Y puedes preguntarnos lo que quieras.

"Fin de la grabación", me avisó el teléfono.

Di un salto cuando sonó la puerta y fui abrir, me alivié cuando me di cuenta de que era Kaz. Al parecer me había quedado dormida.

—¿Qué quieres de almuerzo, domicilio o cocina en casa? —preguntó cuando entró.

—Pensé que Felicity haría el almuerzo. Hablando de ella, ¿dónde está?

—Tiempo a solas, fue a dar un paseo. Por eso me dijo que bajara y decidiéramos juntos.

Decidimos por un domicilio porque a la verdad a ninguno le apetecía cocinar. Mientras esperábamos miraba constantemente a la puerta a ver si alguien la iba a abrir.

Me imagino que Kaz noto mi ansiedad y obsesión por ver la puerta que tuvo que preguntar. —Paso algo malo esta mañana, ¿cierto?

«Yo no diría malo, diría algo que es de vida y muerte y muchos, muchos secretos», me dijo mi mente en tono de risa nerviosa.

—No, no. Para nada, solo hubo una conversación amena con mis abuelos —mentí, poniendo un tono serio, pero fue imposible que no me temblara la voz.

—Entonces escuchaste todo, los estabas espiando —dijo e hizo una imitación como si se estuviera quitando un sombrero imaginario—. Te aplaudo, deberías ser una espía internacional.

Me intento de halagar, pero todavía tenía la mirada fija en la puerta y no le podía poner atención. Ya se estaba acercando la hora de que Ezra llegará a casa y mi corazón estaba acelerado. No es justo pedirles explicación del porqué su hija está muerta, al fin y al cabo, no fue su culpa. ¿Cierto?

Un golpe sonó en la puerta y pude sentir mi corazón en la garganta, iba ir a abrir, pero mis piernas no quisieron cooperar. Al final solo era el domiciliarlo con nuestro almuerzo, mi corazón se tranquilizó e intenté poner mi pulso a la normalidad. Comimos en silencio, sin saber de qué hablar.

Terminamos de almorzar y Kaz rompió el silencio.

—Deberías tomar mi consejo —hice una cara de confusión, que hizo reír a Kaz—. Necesito una foto de esa cara, pero lo que estaba hablando era de ser espía.

Ahora era yo la que me reía, pero con Kaz estaba serio. —¿No lo dices en broma?

—Tal vez no como los de las películas, pero sí uno de verdad. Eres inteligente, valiente y sabes actuar bajo presión.

Me le quedé mirando, dudando de que me estuviera hablando en serio y le llegó un mensaje al teléfono.

—Hasta ahí quedo mi plan —dijo leyendo el mensaje. Le pregunté por el plan—. Pues era distraerte por un tiempo para que no estuvieses preocupada por la charla que ibas a tener en unos momentos.

—No van a llegar, ¿cierto? —le pregunte y aunque no era lo ideal, mi corazón se alegró. Solté el aliento que llevaba contenido—. ¡¿Me estabas diciendo que podía ser espía internacional por distracción!?

—Lo que funcionó, por cierto. —Se paso la mano por el cabello peinándose y soltó una risa nerviosa—. Dejaste de pensar en la puerta, ¿verdad?

Asentí y me reí. ¡Espía internacional, que locura! Nos reímos un buen rato, luego me invitó a ver una película en la tele de la sala. Pero no sé si era que estaba muy mala porque ambos nos quedamos dormidos.

—Se ven tan tiernos —dijo en un susurro Felicity, mis ojos se abrieron lentamente cuando escuche su voz. Estaba recostada en Kaz y él en mí, nos separamos lentamente. E intente con mi cabello ocultar mi vergüenza.

—Trajimos la cena —dijo Ezra en un susurro. Realmente no había la necesidad de susurrar ya que ambos estábamos despiertos y al mismo tiempo, muertos de vergüenza.

Comimos en silencio ya que nadie quería traer el tema a colación. Cuando todos terminamos, Ezra se aclaró la voz y rompió el silencio.

—Deberíamos dejar nuestro tema para mañana Scarlett. ¿Te parece bien? —yo solo asentí, si tenía la oportunidad de postergar ese tema por más tiempo, la tomaría—. Más bien podemos hablar acerca del cuadro.

—¿La del hombre blanco?

—Hablemos de ambas, esa y en la que está al frente de una multitud. La primera la del hombre blanco, significa que Jesús era santo, su vida era perfecta y no había pecado en él, aunque fue tentado en todo. Y en la segunda, es la misión del porqué vino a la tierra, primero para demostrar que Él era el Salvador, darnos ejemplo de santidad en un cuerpo humano y morir por nosotros. También le enseñó a su pueblo, primeramente, pero después permitió que todas las personas que creyesen en Él pudieran ser salvos sin importar su pasado, su nacionalidad o su modo de pensar. Pero hay unas reglas para poder ser Hijos de Dios.

—¿Acaso no todos somos Hijos de Dios? —pregunté.

—No, todos somos criaturas de Dios y nos ama a cada uno. Y quiere que todos procedamos al arrepentimiento para ser sus Hijos. Pero no todos somos Hijos —aclaró y respondió Felicity mi pregunta.

—Es como si alguien se me acercara en la calle y me llamara padre, sin motivo ni razón. —ejemplifico Ezra—. ¿Acaso va a ser mi hijo, solo porque me llamó padre?

—No. —Y entendí lo que me trataban de decir, luego me adelanté del tema con una pregunta que me estaba rodando por la cabeza—. Pero, ¿por qué iba morir Yeshúa por nosotros?

—Por la misma razón de que dejó ser Dios... Por amor —dijo Felicity. Y entendí que muchas cosas Dios las hace por amor a nosotros.

«Amor», me dijo mi mente cuando me fui a acostar. Es una palabra con demasiado peso y el amor de Jehová se escuchaba sin límites. «Incondicional», me respondió mi mente.

—Oye —sonó una voz del otro cuarto. Activé el mecanismo con el botón del armario. El rostro de Kaz apenas se veía por la oscuridad de la noche y la de los cuartos.

—Está tarde para una charla. ¿No crees?

Se dio la vuelta y trajo el reloj que tenía en la mesita de noche. —Son las nueve y media de la noche. ¿Qué eres un bebé? Necesitas dormir desde las ocho.

Se burló, le hice una mueca de disgusto, aunque no creo que la haya visto muy bien. —Estoy intentando pensar y tú no estás ayudando.

—¿La conversación con tus abuelos? —adivinó o dedujo, y luego añadió—. ¿Te gustaría vivir con ellos?

La verdad era que no, unas personas que habían abandonado a mi padre para hacer dinero y luego vienen por su nieta para que viva con ellos. ¿Pero eran ellos peor que los Fosters? Su hija se había quitado la vida... «Eso no tiene nada que ver y lo sabes. No puedes juzgar por lo que hizo su hija». Pero creo que ellos no lo han superado, me imagino que la extrañan y tal vez piensen tienen una opción de corregir sus errores. Y no quisiera defraudarlos, por eso tal vez pensaría la opción de irme a vivir con mis abuelos. Donde no tengo ninguna responsabilidad y puedo ser como yo quisiera. Kaz aclaró la garganta para que le prestara atención y le respondiera la pregunta.

—No sé qué quiero, honestamente —dije, pero me recordó las palabras que había dicho mi abuela: "Esa niña no sabe lo que quiere" y me dio ira por darle la razón—. Pero lo que tengo claro es que... Voy a tomar la mejor decisión.

Creo que notó que el tema me estaba molestando y lo cambio por uno en que tampoco había pensado. —Y, ¿qué piensas acerca de lo de Pierre?

Creo que no sabía de qué más hablar. Y lo peor de todo era que me preguntaba cosas que no había tenido tiempo de pensar. Entonces dije inocentemente como para que no prolongara la conversación. —¿Qué pasa con él?

—Entonces tampoco has pensado —dijo sabiendo y dejó todo en silencio por un tiempo, pensé que iba a cambiar de tema. Pero en cambio dijo—. Tú eres especial para Jehová y también para Jesús, tú para ellos vales más que el oro y la plata. Debes encontrar a alguien que no solamente busque tu belleza sino también tu corazón. Solo quería decirte eso.

—Es que solo pasó, no tuve momento de reaccionar —intenté excusándome, pero después decidí decir la verdad—. Nadie se había fijado en mí de esa manera y pues quería que alguien me prestara atención.

Suspiré. Él apoyo la mano en el vidrio y yo por mi lado también la apoyé. —Tal vez lo que te vaya a decir no valga mucho, pero, prometo que estaré aquí. Decidas lo que decidas. Como un amigo, siempre podrás contar conmigo. Sin importar tu decisión.

Sus palabras calaban en mí, siempre yo había sido muy sociable, siempre tenía amigos. ¿Amigos? Compañeros es la palabra, ninguno de mis "supuestos amigos" me han contactado desde que mis padres se murieron y ni siquiera mi mejor amiga me había llamado para saber si estaba bien.

Le deseé buenas noches y viceversa, cerré la pared.

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