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Capítulo 10

Dos de la mañana en punto, al menos según el reloj de la habitación, mi corazón estaba a toda marcha. Siempre recordando la advertencia, "¡NUNCA SE LLAME A SÍ MISMO EN EL ESPEJO!", pensé que estaba en mayúsculas porque era como si estuviera gritando y rogando de que no se hiciera. Pero necesitaba respuestas y tal vez el espejo las podía dar, a través de mí misma. Era extraño cuando lo decía así.

—Espejo, una llamada, por favor —el espejo se iluminó de inmediato y me preguntó a quién quería llamar. Como no le di una repuesta inmediata, abrió una lista de contactos que tenía. Sentí que estaba manejando un teléfono táctil de mi tamaño. Había muchos nombres que no reconocía, como Pablo, Pedro, Esteban, etc. Incluso estaba Danielle, me pareció muy extraño y lo ignoré, pero seguí bajando hasta encontrar mi nombre. "Scarlett Allen West". Seleccione mi nombre y una advertencia instantánea salió, "¿Estas completamente segura de que quiere llamar a esta persona?". Comencé a dudar y la advertencia hacía eco en mi mente, pero lo pulsé rápidamente sin darle tanto pensamiento.

Nada pasó en cinco minutos, aunque el reloj no era el que me lo decía sino mi reloj interno, ya me iba a dormir hasta que me di cuenta de que había alguien en la cama.

—No vayas a gritar o despertarás a los Fosters —me advirtió la persona acostada sin ni siquiera moverse, su voz era como la voz de un recién levantado—. No me veas así, tú me llamaste. Me pareció muy estúpido de tu parte quedarte cinco minutos de pie al frente del espejo.

Me fui acercando a la mesita de noche y prendí la lampara, acostada en la cama había una muchacha rubia con un overol de jean. Su sonrisa maliciosa al ver mi cara de susto fue horrenda.

—Me llamaste, ¿a quién más esperabas?

No podía hablar, pero tenía razón, no sabía que iba a salir del espejo, pero nunca me imagine verme a mí misma... Tan igual.

—Sabes, tienes una boca para hablar y decirme para qué me llamaste. Entonces puedes comenzar a usarla —dijo irritada de ver que no le decía nada.

—Necesito respuestas acerca de las decisiones que voy a tomar y no sé qué hacer.

—Esa niña no sabe lo que quiere —dijo ella, citando a mi abuela, tal vez tenga razón.

—Te podría golpear por haber dicho eso, se supone que somos una y necesito ayuda, no que me digas lo que ya sé.

Se levantó de la cama y se puso al frente mío retándome a que la golpeara, no lo hice. Y se rio, una risa que podía compararse con la de un villano de película. Se volvió a acostar, sin dejarme espacio para que me sentara.

—Por qué no te sientas en esa silla —dijo con desdén y señaló la silla que probablemente no existía, dejando en claro que no me quería cerca. Me comenzó a dar desconfianza esta otra persona, pero quería saber lo que tenía que decir. Recién me senté y sentí que la silla existía, ella prosiguió—. Por donde yo lo veo hay tres opciones. Primera, el juzgado te deja con los Fosters y pues ellos son unos excelentes padres; aunque la gente diga lo contrario. Pero esa es la opción que menos posibilidades tiene. La otra es que tus abuelos te llevan a donde sea que vivan, a vivir una vida de malos ratos hasta que esos viejitos se mueran, en lo personal creo que es va a ser pronto, y después quedarás varada en un país extranjero sin conocer a nadie; donde terminarás en adopción y después de eso ya es incierto, pero no creo que te vayan a adoptar en un país extranjero.

Se quedó callada por un largo rato, pensé que estaba pensando lo que iba a decir después, pero no dijo nada. —Y, ¿la última opción?

—La última opción es acabar —dejó que la palabra quedara en el aire, sin dar explicación. Le pregunté acabar con qué y creo que escuché cuando dio una pequeña risa—. Acabar con la carrera. Terminar con el camino. Intentaba utilizar eufemismos, pero parece que necesito ser más obvia: acabar con tu vida.

—¡¿Qué?! —dije preocupada, a mí no se me había ocurrido esa posibilidad porque no me gustaba y era algo que no iba hacer.

—No me vas a decir que no te gusta la idea —negué con la cabeza varias veces, pero su tono era seductor—. Pensé que era la más obvia, al menos, era la que yo hubiera elegido.

—Prefiero estar viva, gracias. Si tú hubieras elegido esa opción entonces después de todo no somos la misma.

—¿En serio? No es lo que te dicen tus sueños cuando tú también mueres en el accidente —dijo y chasqueó los dedos. Me llevó a un puente en las afueras de la cuidad, un puente vacío para transeúntes con unos postes que daban poca luz y se escuchaba el paso de un río a toda velocidad. El puente daba miedo, pero todavía no podía creer que hubiéremos viajado con solamente el chasquido de los dedos de esa chica. Me acerqué a la baranda y confirmé que había un río con una corriente fuerte. «Tal vez sea un sueño.», concluí—. No es un sueño, siente el frío en tu cara y el viento que te agita el cabello.

Me asusté y la vi acostada en una banca de madera, toda la luz de un poste apuntaba a esa banca como si fuera un reflector de algún teatro dándole luz a un actor.

—Yo no te pedí que me trajeras, devuélveme a la casa de los Fosters en este instante. —le dije con furia, pero ella ni se inmutó.

—¿Quieres motivos? —todas las luces de los otros postes se apagaron, excepto donde estábamos. Mi corazón comenzó a latir con fuerza por el miedo que pasaban por mis venas—. Podríamos empezar por tus padres, su falta de amor para contigo.

—Ellos me amaban —dije defendiéndome de su acusación.

Se formó una sonrisa maliciosa en su rostro. —¿En serio? Pues nunca lo demostraron, tal vez ni te querían desde que naciste y tú lo sabes. ¿Para qué te tuvimos? No fue lo que dijo papá cuando estaba ebrio.

—¡Detente! —ordené con lagrimas que estaban empezando a salir, pero ella no me hizo caso y siguió.

—O tal vez te lo demostraron cuando te dijeron que se iban a divorciar, arruinándote la vida más aún. Pensaste que si con dos padres y ninguno te daba ni una gota de amor cómo iba a ser con uno, además de que siempre andaban ocupados. Tu soledad iba a ser mayor.

«Es una trampa está intentando convencerte de que te tires del puente, tengo que ser fuerte», me dije a mí misma. Pero sus palabras eran ciertas y cada una de ellas dolían. "Estaremos ahí amándote sin importar las circunstancias", eso había dicho Espíritu Santo y con lo poco que lo había conocido me había mostrado amor y consuelo.

—Tal vez ellos no me amaron, pero sé que tengo un Padre que es mayor a ellos y Él me ama sin importar las circunstancias —dije de nuevo con fuerza.

Hizo como si no me hubiera oído e intentó por otro lado. —Otro motivo son tus abuelos, los únicos familiares vivos y que solo están interesados en el dinero, tu casa; se debe sentir feo que tus familiares de sangre que abandonaron a tu padre te quieran solo para quedarse con algo tuyo.

—Tienes razón, por eso no me quiero ir con ellos, preferiría quedarme con los Fosters.

Su sonrisa volvió. —Y con los Fosters no te quedarás porque el juzgado no lo permitirá. Entonces te irás con tus abuelos a vivir una mala vida.

—Tú no sabes el futuro.

Su sonrisa se hizo más grande ya mostrando los dientes, le estaba siguiendo el juego. —Yo sé que sabes, que eso es lo que pasará. Y...

—No tengo control por el futuro sé que los Fosters van a pelar por mí y harán lo que puedan —le interrumpí, ya estaba cansada de escucharla, no tenía el control sobre las circunstancias y ella tampoco sabía lo que iba a pasar. «Solo Dios», me dije—. Y en llegado caso de que me vaya con mis abuelos... Veremos qué hacemos. Ahora vete de aquí que no eres de ayuda. No voy a hacer lo que quieres que haga. Voy a pelear hasta donde me sea posible y dejaré que Dios haga su parte.

—Bueno, me voy. Diviértete en tú camino a casa —dijo y desapareció.

Me senté en la banca, cerré mis ojos y elevé una oración a Jehová. «Dios, no soy profesional en esto de hacer oraciones, solo es una oración de una persona que está rota por dentro y te necesita. Pero quiero seguirte cueste lo que cueste. Quiero dejar mi pecado a un lado y deseo que mis heridas que sean sanadas por ti. Necesito de tú amor y de tu consejo». Hubo un vacío que se llenó.

Abrí mis ojos y me encontré en el mismo puente donde estaba antes. «Ahora entiendo el sarcasmo de ella», me dije cuando caí en cuenta. ¡Tenía que irme a casa a pie! Comencé para algún día terminar, algunos rayitos de luz estaban entrando a la atmósfera y por eso no me tocaba caminar en la oscuridad; al menos. Cuando salí del puente, una moto se detuvo al frente mío y temí lo peor. Aunque me pareció el colmo que todo me estuviera sucediendo a mí, además de que me tocaba ir a mi casa caminando, me iban a robar.

—Me alegra que estés viva, pensé venir aquí solo para estar seguros de que no hicieras nada estúpido —se quitó el casco y el rostro de Kaz apareció. Me lancé en sus brazos después de que se bajó de la motocicleta de alto cilindraje. Mi abrazo fue bien recibido y él me apretó más.

—¿Qué estás haciendo aquí? —dije sorprendida, aliviada y un montón de otras emociones.

—Bueno, este es el puente donde se suicidó Danielle —el silencio quedó entre nosotros y supe el porqué había venido, me alejo para verme como estaba, confirmando de que no tenía ninguna herida; me volvió a envolver en un abrazo por unos minutos más. Luego, me pasó el casco y se subió—. ¿Has montado moto antes?

Solo negué con el casco ya puesto y bailaba dentro de mi cabeza cuando negaba. Me subí el visor y di un simple "no". Me indicó cómo subir al puesto de atrás y antes de iniciar la travesía dijo. — Oh casi se me olvida lindas pijamas.

Quedé confundida de su comentario hasta que miré mis ropas, me sonrojé y bajé el visor, sin saber qué responder. Escuché una pequeña risa que provenía de su casco y arrancó la motocicleta. Sentí que casi salía disparada.

—¡¿Dónde están los cinturones en este aparato?! —grité desde mi asiento, escuché otra risa de su casco y me dio una respuesta negativa—. Y, ¿de qué me agarró?

—Del piloto con las piernas ejerces presión y para que no te congeles las manos introdúcelas en los bolsillos de mi chaqueta —dijo y así hice. Mis manos estaban calientes y ya no sentía que me iba a salir, pero todo mi cuerpo tiritaba. Más que todo mis pies que no tenían ninguna protección, "¿por qué no tengo chanclas, sandalias, medias o zapatos?", me cuestionaba. Pero otra voz respondió al instante, "no sabías que una niña igual que tú te iba a llevar a un puente en medio de la nada en la madrugada". Pero lo importante es que me estaba llevando Kaz y no me tocaba caminar kilómetros con los pies descalzos.

Nos dimos muchos abrazos, besos y regaños, no en ese orden; igualmente lo importante era que los Fosters se aliviaron cuándo me vieron. Me toco decirles todo acerca del espejo, de la otra yo y la razón por la que estaba en el puente.

—Sabemos lo del espejo, aunque no lo veamos —dijo Ezra, después de escuchar toda mi historia—. También sabíamos que gente extraña llegaba a visitar a Danielle. Pero esto es a otro nivel.

—La otra Scarlett te llevó con el chasquido de sus dedos —dijo Felicity como si con repetir las palabras las pudiera creer. Yo solo asentí.

—¡Esperen! ¿Cómo así que no lo pueden ver? —pregunté cuando me di cuenta de lo que había dicho Ezra.

—Danielle siempre nos contó que había un espejo en su cuarto y una silla, pero nunca los hemos visto. Y que siempre pasa a las dos de la mañana, pero nunca escuchamos nada —explicó Ezra.

—Bueno, entiendo que ustedes no puedan verla. Son adultos y eso debería ser un impedimento—comenzó a hablar Kaz—, pero, ¿por qué yo no?

—Preferencias —dije burlonamente, fui al cuarto cuando me acordé de algo y volví. —. También debo devolverles esto.

Les entregue el diario de Danielle, que había solamente ojeado. Ellos se sorprendieron cuando lo vieron.

—Pensé que ella se lo había llevado a la universidad y lo había perdido — Felicity abrazó el diario—. ¿Dónde lo encontraste?

—Estaba en la biblioteca —dije un poco avergonzada por ver cómo ellos habían reaccionado, su emoción al ver el objeto de cuero era como ver a su propia hija —Lo siento, no me di cuenta hasta que lo había seleccionado y pues tenía las instrucciones para llamarme a mí misma.

—¿Por qué te llamaste a ti en el espejo? —preguntó Ezra.

Era una respuesta un poco ridícula, porque ni siquiera tenía una respuesta certera de lo que yo estaba buscando.

—Quería saber que decidir acerca de lo que iba a suceder. Quería saber que iba a pasar en la juzgado. Realmente no sabía que iba a salir, pero nunca me imagine a ella —me sacudí para quitar el pensamiento de su sonrisa malévola.

—Haremos lo posible por tener tu custodia. —afirmó Felicity.

—Sabes que eso no es suficiente y no me quiero ir con mis abuelos, quiero quedarme con ustedes —dije casi gritando por el enojo, pero recién salieron mis palabras quede pasmada. "No debería presionarlos, si ellos no quieren quedarse conmigo". Pero era bueno sacar lo que quería realmente. Me quería quedar con ellos sin importar las circunstancias. —. Pero aceptaré las circunstancias y dejaré que Dios haga el resto. Buenas noches.

—¡Pero son las siete de la mañana! —dijo Kaz.

—No dormí bien —dije con un gran bostezo—. Gracias por traerme, si no hubiera sido por tu paranoia no estaría aquí, tan temprano.

Le di una gran sonrisa, dado que no fue su paranoia lo que me salvo caminar muchos kilómetros con los pies descalzos y en pijama, sino su preocupación por mí. Y era un gesto hermoso que se preocupara por mí, hasta me hacía sentir que tenía mariposas en el estómago y mi corazón daba un vuelta completa dentro de mí.

Felicity me dio un abrazo y un beso en la frente como despedida para irme a dormir, pero eso significaba mucho, pero mucho más. Ese pequeño gesto decía más que mil palabras que ellos hubieran podido haber dicho. Eso significaban que me querían en su hogar... Se me hizo un nudo en la garganta de la emoción y solo pude sonreír.

—¿Qué pasó? —dijo Kaz cuando sostuvimos la mirada con Felicity y Ezra por un tiempo—. Siento que me perdí de algo, como si hubieran dicho algo hermoso y yo me lo perdí. Esperen, ¿están llorando?

—Hasta mañana Kaz, gracias por todo —dije ignorando a Kaz, necesitaba descansar porque hoy era la cita para el juzgado y para mi suerte era por la tarde.

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