VII
Chris se queda parado con los ojos cerrados con fuerza y se toma la cabeza, le iba a explotar, siente el estómago revuelto. La pelea sigue con el centauro, Dafne sigue peleando con él. Intenta volver a la batalla, pero su cuerpo no reacciona.
Se oye un grito desgarrador, eso hace que abra los ojos para mirar a su alrededor, mira a Dafne caer de espalda, el centauro la va a aplastar, entonces reacciona corre con rapidez y lo atraviesa son su espada. El centauro mira hacia su estómago y sonríe:
—Eso es lo que tienes Heracles —dice, sacándose la espada del cuerpo—. Sabía qué harías eso de nuevo, no lo recuerdas.
—¿Qué?
Chris es golpeado con la gran mano del centauro que lo lanza algunos metros. Chris se levanta con mucho dolor, siente arder la mejilla y el labio le empieza sangrar. El centauro cabalga hacia él para volverlo a golpear, sale de nuevo volando, pero esta vez le dio con una pata. Chris cae de espaldas sofocado y tosiendo.
—No permitiré que vuelvas a matar. Ahora si te venceré.
Lo intenta aplastar con sus patas, pero es detenido por Pegaso que lo embiste para hacerlo un lado. Chris intenta levantarse de nuevo para pelear, pero se tambalea, siente su cuerpo temblar.
—¿Por qué no logramos matarlo? —pregunta Chris a Dafne que se acerca a ver como está.
—No lo sé, Chris.
Chris nota que el centauro trae ese medallón, tiene un símbolo de espada y una lanza, intenta recordar en dónde había visto el artefacto. Dafne se pone frente a él para protegerlo.
—¡Quítate ninfa, que tú sigues hermosa! No debes defender al tipo que...
—¡Cállate! —Se lanza contra él.
Chris no comprende porque dice eso, entonces Dafne se detiene junto a él para decirle:
—Ya comprendo, porque no puede morir —comenta Dafne con una mano en la frente—. El tiene el medallón de la inmortalidad de Ares, ese dios te odia demasiado...
—¿Por qué me odia? —pregunta
—No hay tiempo, Chris, tenemos que quitarle el medallón para poder asesinarlo —explica Dafne, silba para llamar a Pegaso—. Éntrenlo un rato, amigo. Necesitamos hacer un plan.
El caballo alado relincha diciendo "sí", vuela hacia el enemigo. El centauro comienza a pelear con Pegaso, estaban levantando sus patas de batalla.
Ambos corren hacia el centauro que anda distraído por el caballo alado, entonces intentan extraer el medallón, pero fallan al querer agarrarlo porque el caballo con cuerpo humano se da cuenta y se hace un lado. Ahora el los ataca para asesinarlos y así evitar que le quiten lo que mantiene con vida al monstruo.
—¿Qué hacemos? —pregunta Chris al levantarse del piso por el gran golpe que le dio el centauro cuando brinco para arrebatarle el medallón.
La ninfa se levanta de nuevo para intentar de nuevo su cometido, entonces Dafne se abalanza contra él, pero es inútil; así que él exclama:
—¡Nadie podrá conmigo! —dice triunfante el centauro soltando una gran carcajada—. Ahora te toca ser mía.
Ya esta apunto de agarrar a Dafne.
—No lo creo —comenta una voz detrás de él. Es Chris con su medallón en la mano.
—¿Cómo?
—Te distrajiste con Dafne mientras yo por detrás te desate el medallón—Lo destruye en miles de pedazos con su espada—. Ahora te toca de ti, hijo de puta.
Chris saca su espada, aún utiliza ambas manos para dar más firmeza y así afilar la espada que trae, le corta la cabeza de un solo tajo que hace que brote sangre; ésta cae al suelo, rueda hacia Dafne que lo mira con desprecio y asco. Al instante la cabeza de ese monstruo de cuatro patas se convierte en ceniza que luego vuelan hacia el horizonte despareciendo de su vista.
—Felicidades, pasaste la prueba —dice una voz fuerte y rasposa—. Pero para la próxima no tendrás tanta suerte.
Desaparece.
Chris tiene un escalofrío recorrer por su cuerpo, se le erizaron los pelos del cabello; esa voz es tan siniestra que se le hizo conocida, pero no recuerda quién es.
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Después que Chris y Dafne terminaran con la vida del centauro y escucharan la voz siniestra; siguieron su camino como si no hubiera pasado nada. Él se siente preocupado por lo que vio y escuchó cuando vence al centauro. Voltea a ver a Dafne ella se encuentra bastante seria de lo normal; quiso preguntar, pero sus labios están sellados no se atreve a decir nada con el temor de que se enoje y le quiera cortar la cabeza.
—¿Dafne? —pregunta en un susurro.
Ella voltea con un semblante serio. Detiene su caminar para ponerle atención a sus palabras; Chris al mirar esa mirada se siente intimidado y comienza a tener angustia, ella distante responde:
—Sí —Gira su cuerpo hacia él.
—¿Por qué tuve ese recuerdo?
Ella mantiene la mirada seria.
—No lo sé, puede ser que al mirar el centauro con el que peleamos hace unas horas; te regresó uno de tus recuerdos... —dice con una sonrisa—. ¿Recuerdas algo más?
—No —contesta con sinceridad—. Es lo único, pero no entiendo... al ver ese medallón que traía me hizo recordar que salve a una chica llamada Megara. ¿La conoces?
Chris suelta esa pregunta a Dafne con preocupación. Él nota que ella cierra el puño y le tiembla la mano, aunque su rostro esta con semblante serio, poco a poco va soltando la mano en forma de puño, él no entiende por qué, así que quiere seguir vivo, mejor no preguntar nada.
—Será mejor que sigamos nuestro camino, Dafne.
Comienza a caminar con pasos rápidos para hacerle entender a Dafne que continuaran su camino. Van pasando por una pequeña vereda que era bañada por la luz del sol que reflejaba en un enorme lago y alrededor de él hay muchas flores de colores, al fondo del paisaje se mira un castillo de color blanco entre las montañas con varias guirnaldas alrededor del lugar, este se ubica al pie de una montaña rocosa de varios metros de altura.
Chris le gruñe el estómago, tienen varias horas caminando sin alimento. Pegaso relincha con gran fuerza y se levanta en el aire para girar con alegría; baja a la tierra y Dafne se sube en su lomo y jala a Chris para que montara. Vieron el castillo ya cercas de ahí.
—Vamos, necesito descansar —comenta Chris haciendo que Pegaso volara hacia el castillo.
—Espera, tengo un mal presentimiento... —dice Dafne con los brazos cruzados.
—¿Qué puede pasar, Dafne?
Entonces vuelan en gran velocidad, esquivando nubes y haciendo piruetas; Dafne se burla de la cara de Chris porque se está mareando, entonces le murmura a Pegaso que diera otras 6 vueltas más. Chris se tapa la boca para no devolver lo que ha comido, mientras que la ninfa se reía de la cara verde de su compañero.
Llegan a la entrada del palacio, ellos bajan de Pegaso, Chris se inclina hacia adelante respirando con dificultad y la otra solo contiene la risa. Los guardias se pusieron a la defensiva para apuntarles con sus lanzas a ellos, sin embargo, Chris, ya un poco recuperado, les dice:
—¡Esperen! —grita para calmarlos—. Venimos a ver al rey... —se gira hacia Dafne con una risa nerviosa, se rasca la cabeza—. ¿De quién es el castillo?
—Es del rey Athanasios el gran gobernante de esta región —habla el guardia quién apunta aún con su lanza—. ¿Para qué lo quiere? —pregunta.
—Necesitamos refugio por esta noche —comenta Chris con cara seria, suspira no sabe si decirles quién es realmente—. Soy Heracles...
Ambos guardias se miraron de manera sorprendida. Están con la boca abierta porque tienen al héroe más grande del mundo delante de ellos.
—Espere iré a comunicárselo al rey —entra al palacio de manera rápida.
Ambos esperaron afuera, se les hacia eterna la espera. Pasaron varios minutos cuando sale de nuevo el guardia con cara sonriente, eso a Chris no le gusta, su mirada es calculadora y fría.
—¿Qué te dijo? —pregunta Chris.
—Pueden pasar —se hace un lado—. Solamente sin armas —extiende su mano para que le entreguen sus espadas—. Y sin caballo Alado, ese debe estar en las caballerizas...
Chris y Dafne se miran, algo no anda bien. Desenfunda la espada y se la entrega al guardia.
Abren la puerta que, con un chirrido, los guardas se hicieron un lado para dejarles paso a los invitados. Dafne dio una última mirada inquisidora hacia los guardias que solo se limitan a sonreír de manera fría.
Chris cuando dio el primer paso hacia el castillo se queda con la boca abierta porque es bastante grande el lugar, a parte que jamás ha visitado un palacio, lo último que visito fue unas ruinas de un antiguo palacio en Atenas. Ahora comprende lo hermosos son los castillos. Ellos caminaron por los pasillos bañados en oro y plata, se detuvieron ante una puerta bañada en oro.
Uno de los guardias dio un golpecito y por dentro otros guardias abrieron la puerta jalándolo de una cuerda. Ahí en el trono está sentado un rey con cabello y barbas blancas, tiene un estomago abultado y una corona con diamantes.
Él al mirar a sus invitados; da una seña de que se acerquen. Chris y Dafne se inclinan hacia él cuando llegaron a unos cuantos metros de distancia.
—Heracles —habla con una voz rasposa—. El gran héroe de Grecia, el hijo de Zeus, Dios del Trueno y los cielos, es un honor tenerte aquí —comenta.
—Sí... eh...
—¿Qué te trae por aquí en mi reino? —pregunta.
Dafne hace una reverencia y le dice:
—Pues, andamos de paso y queremos refugio por este día y...
—...comer —concluye Chris.
Él rey sonríe de manera extraña como de forma fría. Chris, voltea a ver a Dafne quien también se da cuenta, algo andaba mal, pero aclara su mente para sacar esa idea de su cabeza, lo que más anhelaba es tener algo de comida en el estómago.
—Esta bien, mandaré que mis sirvientes le preparen la mejor cena del reino —dice con esa sonrisa malvada—. Así que siéntense cómodos en mi palacio.
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Unas horas después Chris come la cena que el rey ha preparado para ellos. Se siente con gran apetito, lo que quiere es saciar su hambre después de horas sin comer, lo poco que tenía antes en el estómago lo ha vomitado en el viaje de Pegaso.
—¡Esto está delicioso! —se pone otra pieza de pollo, lo devora con gran desesperación.
—Puedes comer con tranquilidad, Heracles —dice Dafne mientras come de sus vegetales—. Te vas a ahogar.
La ignora completamente. Él quiere saciar su hambre, no sabe exactamente lo que siente en ese momento. Le sirven más vino, se lo toma por la sed que tiene. Se siente mareado un poco, empezó a tomar más.
—Espero que te guste lo que mande hacer.
—S...í... —balbuceo Chris con la boca llena.
—Los humanos sí que son unos...
El rey comienza a charlar con Chris él le cuenta todo lo que pasa y que está en busca de sus recuerdos para recuperar su antiguo yo. Dafne cada rato lo calla porque no debe revelar mucho de su misión. Hay algo en la bebida que lo hace decir siempre lo que uno quiere saber, no podía parar.
—Toma mas vino, querido Heracles —Una sirviente le pone más en su copa—. Espero que lo disfrutes...
—Deberías parar de beber, eso es muy malo...
—Tienes razón —hace un lado la copa de vino.
—No Heracles, toma más. —Le ordena el rey, toma de nuevo la copa de oro.
Está a punto de tomar, cuando Dafne le dice que pare, pero no lo escucha.
—Bueno, es hora de dormir —se levanta del comedor, luego se dirige a Chris—. Mis sirvientes le mostraran sus habitaciones.
Todos empezaron a salir del comedor principal. Le mostraron su habitación, es grande con una gran cama que para opinión de Chris es bastante cómoda. Tiene un ventanal amplio con cortinas de terciopelo.
—Esta es su habitación mi señor —dice la esclava—. Espero que su descanso sea muy confortable mi amo.
Dafne le dice a la sirviente que ella se quedará con Chris, ya que como guardián debe estar a su lado, pero el rey no se lo permite, sin embargo, la deja quedarse en la habitación que está en la parte derecha de su protegido.
—Aunque aquí en mi palacio es bastante seguro.
—Lo sé, pero es mi deber... —responde Dafne instalándose en la habitación de al lado.
Chris se desviste, se siente emocionado porque por fin va a dormir en una cama y no en el frío piso de la vereda. Se acuesta, queda profundamente dormido.
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Es ya de madrugada, cuando escucha unas voces al lado de su cama, abre con pesadez los ojos, son unos guardias que lo miraban con frialdad y en sus manos traían cuerdas.
—¿Qué sucede? —inquiere Chris sentándose en la cama—. ¿Para qué son...?
Los guardias no le contestan. Al contrario, se abalanzan contra él, intenta gritar, pero es amordazado y lo atan los brazos atrás de su espalda, lo bajan de la cama y lo patean.
—Querido Heracles —habla una voz, le levantan la cabeza para que lo mire bien, es el rey— con la pena, no podrás cumplir tú misión.
Lo abofetea.
Intenta desatarse, pero no puede, se siente bastante débil, sin fuerzas, alguien lo golpea por la parte de atrás de la cabeza provocando que pierda la conciencia.
—Alguien estará muy feliz de verte, querido Heracles. —Hace una seña para que se lo lleven—. Ares, por fin me dará las armas que necesito para poder conquistar el otro reino.
Lo sacan de la habitación.
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Hola, lectores. He regresado con la continuación de una de mis novelas preferidas, porque es a honor de alguien que quise mucho. De echo, su personalidad está basada en él jajaja... Bueno, espero que les guste este capítulo.
Se está poniendo bueno el texto, espero continuar pronto.
Un fuerte abrazo a mi lector preferido: R.E.G.Z mi esposito que me lee desde la obscuridad o sea sin ser usuario. YA HASTE LA CUENTA, GORDIS!
AHORA SI ME VOY, BYE.
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