EXTRA 🎄✨🎅🏻
AMBER
―Kyle, ponte más a la derecha ―me quejo mientras acomodo el celular en la mesa de mi sala de estar para que Kyle esté bien posicionado para el video―. Estás tapando todo el árbol de navidad.
Y habíamos estado horas para armarlo. Ayer por la noche a Maia y a Dylan se les ocurrió la brillante idea de armar el árbol de navidad a la una de la mañana. Se suponía que lo íbamos a armar hoy con la luz del día, pero ellos estaban tan aburridos que Kyle y yo accedimos para dejar de escuchar sus quejas molestas.
Cuando fuimos a la cocina a pedirles a mis padres que nos fueran a buscar el árbol de navidad al sótano, se rieron porque pensaron que era un chiste. Cuando se dieron cuenta de que hablábamos en serio, se volvieron a reír y nos dijeron que no.
Así que no nos quedó otra opción que buscarlo nosotros mismos. Tuvimos que encender velas porque la lámpara del sótano estaba rota. Y sí, por mi cabeza pasaron todos escenarios de payasos comiéndome, muñecas poseídas y extraños viviendo en mi sótano listos para matarme. Lo que sinceramente hubiese preferido antes de tener que escuchar la vocecita molesta de Dylan en mi oído diciendo "vamos a morir, vamos a morir" a cada paso que dábamos adentrándonos en el sótano.
Entre que no encontrábamos el árbol dentro de las miles de cajas que mis padres guardan sin razón alguna, el hecho de que Maia vio un ratón (un ratón de verdad, no a mi perro) y Dylan gritó provocando que a Kyle se le cayeran las velas que tenía en las manos, todo fue de mal en peor.
Finalmente usamos las linternas de nuestro celulares (¿por qué no lo habíamos pensado antes?) y luego de que Kyle me hiciera piecito, encontramos la dichosa caja donde estaba guardado el árbol de navidad junto con los adornos.
Fue difícil decorar el árbol porque Ratón saltaba y quería comerse las bolas pensando que eran pelotas para jugar, pero pudimos terminarlo. Y hoy Maia y Dylan habían salido a comprar tonterías de navidad para ponernos encima.
―¿Aquí estoy bien posicionado? ―quiere saber Kyle.
Vuelvo a mirar la pantalla del celular. Kyle, al igual que yo, se puso uno de los sweaters típicos de navidad. El de él es rojo con bolas de nieve de felpa y el mío es verde con diseños de la cara de Papá Noel.
―Mmm, un poquito más a la izquierda ―le indico.
Él resopla, pero lo hace. Lo adoro porque cuando le conté la idea del video se puso rojo de vergüenza diciendo que no iba a poder hacerlo porque lo haría mal, pero aquí estaba, intentándolo.
―¿Me puedes decir de nuevo quién pidió este tutorial? ―rezonga.
―La gente en mi blog lo está pidiendo ―repito―. Desde que subí una foto mía y detrás salía el calcetín de conejo en la mesa de luz, me preguntan por él.
Kyle oculta una sonrisa, definitivamente le gusta que hayan preguntado por el calcetín aunque no lo admita.
―¿Qué dijeron exactamente?
Saco mi celular del bolsillo de mi pantalón y busco la captura de pantalla.
― "Quiero saber cómo hizo ese conejo", "Eso es un calcetín? Necesito saber cómo lo hizo" ―leo en voz alta―. Y luego otras personas poniendo, X2, X3, X4.
―¿Eh? ―pregunta Kyle frunciendo el ceño― ¿Por qué multiplican?
―Están repitiendo el comentario anterior, como diciendo que ellas también quieren saber.
―Ahhh, entonces cuando tú me dices "te amo", yo puedo decirte X2.
Arrugo la nariz.
―No si quieres seguir siendo mi novio ―le advierto― ¡Dylan! ―lo llamo a los gritos.
―¿Qué? ―pregunta Dylan apareciendo al lado mío, haciéndome sobresaltar.
―Diablos, ¿desde hace cuánto estás ahí parado? ―me quejo, llevando una mano a mi pecho.
―Desde que escuché la palabra "tutorial" desde la cocina. Pensé que iban a hacer un tutorial de cómo evitar los grumos en la chocolatada ―dice cruzándose de brazos―. Pero no me importa cómo hacer ese calcetín sucio. Mejor me voy ―resopla dándose la vuelta.
―Mejor ―murmura Kyle por lo bajo y Dylan vuelve a darse vuelta para mirarlo mal.
Me aclaro la garganta.
―¿Dónde dejaron las cosas de navidad que compraron con Maia? ―le pregunto.
Eso distrae a Dylan que sonríe entusiasmado.
―¡Ah! ¡Aquí, tomen! ―exclama agarrando una bolsa que se encuentra debajo de la mesa de la sala―. Compramos vinchas. Para ti, Amber, esta ―dice sacando una vincha decorada con un sombrero de Papá Noel. La acepto y me la coloco―. Para ti, Kyle... ―Dylan sigue revolviendo en la bolsa― ¡Ah, aquí está! Es perfecta para ti ―asegura y saca una vincha con dos cuernos de reno.
Abro mucho los ojos y Kyle y yo nos quedamos en silencio observando la vincha. Dylan sigue hablando, pero se calla cuando se da cuenta que nos quedamos en silencio. Dylan mira nuestras caras horrorizadas sin entender y baja la cabeza para mirar la vincha, luego vuelve a mirar a Kyle.
―¿Qué tiene? ―quiere saber― Son cuernos de... Ahhhhh ―se da cuenta y se queda boquiabierto mirando a Kyle. Comienza a negar con la cabeza con desesperación―. Ay no, no, no. No la compramos por los cuernos de... porque tú tienes... porque te metieron los cuernos ―aclara finalmente. Yo me doy una palmada en la frente―. ¡Les juro que no! ―exclama mirándonos asustado― Pensé que combinaría con tu cabello negro y...
Las carcajadas de Kyle interrumpen a Dylan y yo no puedo evitar reír también, aliviada por escuchar la risa de Kyle y tentada al ver a Dylan entrando en pánico.
Dylan se pasa una mano por la frente para secar su sudor.
―¡Dios, casi me dan un infarto! ―se queja y le tira la vincha a Kyle.
Kyle la agarra en el aire con una sonrisa y se la pone en la cabeza. Dios, está hermoso. Su cabello negro sobresale de la vincha y sus ojos oscuros brillan de diversión. Tiene una sonrisa relajada en el rostro y verlo con ese sweater solo me provocan ganas de abrazarlo.
―Dylan, sabes que a pesar de todo te quiero, ¿verdad? ―pregunta Kyle sonriendo.
Dylan lo mira con desconfianza.
―¿Estás mintiendo para despistarme antes de matarme? ―inquiere, dando un paso atrás.
Kyle niega con la cabeza.
―No. Si no fuera por ti, probablemente Amber y yo no hubiésemos vuelto a hablar.
Me cruzo de brazos porque no me gusta la idea de darle crédito a Dylan por haber sido un bocazas, peeero... es verdad que si no hubiese sido porque él le contó a su hermana que yo soy la consejera para que luego Clara se lo contara a Jack y Jack a Kyle... tal vez nada de esto hubiese sucedido.
Mierda. ¿Ahora debería agradecerle a Dylan?, pienso horrorizada.
―¿De qué hablas? ―Dylan nos mira confundido y recuerdo que nunca le conté cómo Kyle descubrió todo.
Los ojos de Dylan se van agrandado a medida que Kyle se lo cuenta. Cuando termina Dylan lanza un grito eufórico y Maia entra en la sala para ver qué está pasando.
―Wohooo ―exclama Dylan― ¿Así que gracias a que soy un idiota ustedes dos terminaron juntos?
―Hey, tú no eres idiota ―protesta Maia.
―Básicamente sí ―dice Kyle al mismo tiempo.
―¡Ja! Ahora deberán llamarme cupido. Toma tú, Amber, tú eres La Consejera pero yo soy El Cupido. En su boda voy a hacer un brindis contando como gracias a mí ustedes están juntos.
―Si es que te invitamos ―digo por lo bajo y Dylan me mira con la boca abierta, ofendido.
Maia interviene antes de que Dylan empiece a los gritos.
―Saben que el otro día subí una historia a Instagram de un capítulo de la serie de Norberta y todos me contestaron preguntando cómo se llama la serie.
Ah. Todavía no sé cómo me siento con el capítulo final de la serie de Norberta.
Al final, ella se encontraba en una camilla de hospital, inconsciente. Se escuchaba su frecuencia cardíaca normal hasta que de repente se escuchó el "piiiiii" sostenido de la maquina del hospital indicando que Norberta ya no tenía pulso. Los médicos entraron desesperados a la sala y trataron de reanimarla, sin éxito. Se escucharon gritos y llantos (de Dylan, no de la serie).
La última escena fue la imagen de la cara pálida de Norberta con los ojos cerrados. Muerta.
Hasta que de repente Norberta abrió los ojos cual Bella Swan cuando se convierte en vampiro.
Ahora no sabemos si Norberta sobrevivió de milagro o es una criatura sobrenatural.
―¡¿Cómo no saben el nombre de la serie? ―se queja Dylan― Es el mejor nombre que puede existir en la industria cinematográfica.
―Esperen, ¿Cómo se llamaba la serie? ―pregunta Kyle.
―¡Kyle, cómo no te acuerdas! ―se queja Dylan― La serie se llama―
El timbre de mi casa suena interrumpiendo a Dylan, Ratón sale corriendo hacia la puerta ladrando a más no poder.
―Debe ser Ricardo que nos trae los regalos de navidad que compraron nuestros padres a último minuto ―digo al escuchar a mi madre dirigiéndose a la puerta.
―¡Vamos a ver! ―exclama Maia llevándose a Dylan del brazo.
Kyle y yo nos volvemos a quedar solos y él se acomoda mejor su vincha en la cabeza. Me río y eso hace que sus ojos vuelen hacia los míos con una sonrisa.
―Hey, tú ―me dice en voz más baja―. Ven aquí.
Estira los brazos para mí, pero yo señalo el celular en la mesa.
―Si voy contigo me distraerás y no haremos el video.
―Bueno, tal vez tus seguidores quieren un video así ―contesta subiendo y bajando las cejas.
―No, no son unos pervertidos como tú ―miento.
Él solo rodea los ojos. Agarra su celular para poner una playlist de navidad de fondo y espera pacientemente a que yo empiece a grabar. Está sonando "Jingle Bell Rocks" cuando aprieto play. Me siento a su lado y aguanto la risa porque debemos parecer ridículos con los sweaters navideños y las vinchas.
Kyle se endereza, en su mano tiene el calcetín de conejo que me regaló cuando éramos pequeños y en la mesa están todos los materiales que necesita para la explicación.
―¡Hola! ―saludo a la cámara― Yo soy Amber y él es...
―Su novio ―dice Kyle con una sonrisa.
Aprieto los labios para no reírme.
―¿Y mi novio tiene nombre? ―le pregunto sonriendo.
―Ah, sí ―Asiente― Mi nombre es Kyle pero mi novia me llamaba Baja Pantalones porque―
Carraspeo.
―Esa historia la dejaremos para otro video ―digo a la cámara―. Este video es un tutorial de cómo hacer el calcetín de conejo que estuvieron preguntando...
Dylan interrumpe volviendo a la sala.
―¿Realmente estuvieron preguntando? ¿O es como esos influencers que dicen "me llenaron de preguntas sobre..." cuando nadie les preguntó nada en realidad?
―¡Es en serio! ―aseguro―. Y Dylan ya puedes irte, gracias.
Dylan resopla y sale de la sala de estar, no sin antes gritar:
―¡Kyle, si te tienen secuestrado pestañea dos veces!
Kyle se ríe pero deja de hacerlo cuando lo miro alzando una ceja. Él mira de nuevo a la cámara.
―Quiero aclararles a todos que no estoy secuestrado y estoy haciendo este video por voluntad propia...
―¡Amor! ―me quejo― Me van a censurar el video si dices palabras como "secuestro".
―Ah, mierda. Oops, tampoco se puede insultar, ¿no? Dios, esto es como volver al colegio.
Niego con la cabeza con una sonrisa.
―Bueno, Kyle procederá a explicar cómo me hizo el calcetín.
Kyle se aclara la garganta y muestra el calcetín a la cámara.
―Bueno, primero quiero empezar diciendo que cuando hice este tenía siete años y puede que haya recibido un poquito de ayuda de mi maestra ―admite con culpabilidad―. Así que tal vez el calcetín que haga ahora me saldrá peor que cuando tenía siete. Lo importante es tener paciencia. ¡Ah, y que los calcetines estén limpios! A menos que se lo quieran regalar a alguien que odien, entonces sí, usen los calcetines por dos semanas seguidas antes de hacerlo.
―Peeero suponemos que es un regalo para alguien que quieren ―intervengo porque sino Kyle me va a descontrolar a los seguidores del blog y van a empezar a regalar calcetines de conejos con olor a pata.
―Ehh... eso, eso ―afirma Kyle―. Bueno los elementos que necesitaremos además del calcetín LIMPIO ―exclama y abro mucho los ojos ante su grito, ahora me va a asustar a la gente― son: un lazo, una cuerda, una tijera, dos botones, un marcador, pegamento y arroz.
Yo voy mostrando a cámara los elementos mientras él habla.
―Aclaración: no se coman el arroz crudo mientras hacen el calcetín, yo lo hice con siete años y no terminó nada bien.
Me río y él continúa su explicación.
―Primer paso: poner el arroz dentro del calcetín, también pueden utilizar lentejas si no tienen arroz, pero que no los vea su madre si no quieren chancletazos por robar comida.
Kyle agarra el calcetín y lo abre. Yo agarro el arroz y lo vierto dentro del calcetín.
―Segundo paso: atamos el extremo del calcetín con la cuerda y luego atamos otra cuerda por la mitad del calcetín.
Lo hacemos de tal forma que la cuerda del medio separa la cabeza de lo que sería el cuerpo del conejito y la cuerda de arriba separa la cabeza de lo que serían las orejas.
―Luego le damos forma a las orejas con la tijera, cortando lo que sobra del calcetín en la parte superior. ―Kyle corta las orejitas del conejo y luego agarra el lazo―. Y el lazo lo ponemos en el cuello del conejo. En la parte que separa la cabeza del cuerpo.
Yo le pongo el lazo al conejito y le hago un moño en el medio.
―Después le pegamos los botones al conejo que serán los ojos. Si no tienen botones pueden dibujarlos con marcador.
Le pegamos los botones al conejito y con marcador Kyle le hace una sonrisa.
―Por último con las cuerdas que sobraron pueden pegárselo a la nariz para hacer los bigotes.
Corto dos cuerdas finitas y luego Kyle las pega al conejo.
―¡Y listo!
Kyle y yo mostramos los dos conejitos a cámara.
―Hey, creo que quedo mejor este que hicimos juntos ―dice mirando el calcetín con aprobación.
Sonrío, aunque la verdad es que el calcetín que él me regaló a los siete años siempre va a ser mi objeto favorito sin importar cuántos calcetines mejores haga.
―¿Qué hacemos con él? ―pregunta Kyle moviendo el calcetín que acabamos de hacer.
―Tal vez podríamos hacer un sorteo ―propongo.
Kyle arruga la nariz.
―¿Realmente piensas que alguien participaría? Probablemente solo lo haga mi mamá.
Me río y miro a la cámara.
―Comenten si quieren que lo sorteemos —digo y luego frunzo el ceño—. Dylan y Maia, si comentan que lo tiremos a la basura los bloqueo.
―Y Jack ―agrega Kyle―, no obligues a todos tus amigos a comentar que lo sorteemos.
―Bueno, creo que eso es todo y―
Ratón aparece saltando entre medio de Kyle y yo para que lo alcemos. Kyle lo levanta y lo pone entre nosotros, mostrándolo a la cámara.
―Este es Ratón y se pone celoso si no le das atención por mucho tiempo ―comenta Kyle.
Ratón trata de morder el calcetín que acabamos de hacer.
―¡Hey! No te comas a nuestro conejo ―lo regaño alejando el calcetín del hocico de mi perro.
―Bueno, ya saben, si quieren un conejo de calcetín babeado por Ratón, comenten.
Me río y Kyle y yo saludamos a la cámara. Ratón no pierde el tiempo y se acerca a husmear el celular. Detengo el video luego de que Ratón le de un lengüetazo a la cámara.
****
KYLE
En la última sesión de terapia hablé de lo difícil que siempre fueron las fiestas con padres separados.
No importaba el motivo, siempre mis padres terminaban discutiendo. Tal vez era porque mi padre quería pasar navidad con nosotros y no año nuevo, y mi madre quería hacerlo al revés, o porque querían que mi hermano y yo nos dividamos y pasemos una fiesta con cada uno. Llegaban a haber casos donde parecía que ninguno quería pasar las fiestas con nosotros y quería que el otro se hiciera cargo. No importaba el motivo, nunca nos escuchaban a Jack y a mí y siempre se terminaban peleando.
Afortunadamente, estas fiestas fueron la excepción. Mis padres pudieron tener una conversación decente donde ninguno le gritó al otro ni se dijeron cosas hirientes. De hecho, hasta se rieron en una ocasión, lo que era sinónimo de milagro navideño.
Decidimos que Jack y yo pasaríamos la navidad con mi madre y año nuevo con mi padre.
El novio de mamá pasará navidad con sus hijas e íbamos a estar solo nosotros tres en la casa hasta que los padres de Amber nos invitaron a pasar la navidad en su casa. Ese año harían una gran reunión junto con los abuelos de Amber, sus tíos y primos, Lily, la familia de Dylan, amigos de Jean, entre otras personas.
Yo no podía estar más emocionado por pasar navidad junto a mi novia y su familia. En este último tiempo, la familia de Amber me ha integrado en la suya como si fuera uno más y siempre me sentí bienvenido. El hecho de que pensaran también en mi madre y mi hermano para pasar las fiestas me hacía apreciarlos incluso más.
Desde el día que armamos el árbol de navidad en la casa de Amber, los adornos y las luces navideñas se multiplicaron. Sus padres habían llenado de luces la entrada de la casa y había guirnaldas por todo el interior.
La reunión es pura alegría. La casa de Amber está llena de gente y se escuchan risas en cada rincón. Afuera está nevando, pero dentro de la casa el calor de la chimenea hace que el ambiente esté tan confortable que te olvidas que fuera hace un frío que te congelas.
Estoy en la cocina buscando la bolsa de malvaviscos que compramos ayer con Amber. Hace unas semanas decidimos que debíamos mejorar nuestra receta de galletas y estuvimos cocinando mucho juntos. Nuestra última obsesión es el chocolate caliente con malvaviscos. Sí, no hay mucha ciencia en esa bebida, pero aprendimos como hacer la espuma para que quede como esas fotos de Pinterest que te dan ganas de reorganizar tu vida y estamos muy orgullosos. Para alguien como nosotros que habíamos quemado las galletas y le habíamos puesto sal en vez de azúcar, era un gran paso.
Escucho la risa de mi mamá y la de Amber que proviene de la sala y sonrío.
Me doy vuelta para ver si está Amber cerca para preguntarle por los malvaviscos, pero solo están los tíos y los primitos pequeños de Amber y Maia correteando por la cocina. También está la abuela de Amber con otra botella de vino en las manos. Mierda, creo que ya es la segunda de la noche.
―¿Qué haces aquí tan solito? ―escucho a Dylan detrás de mí―. Ok, eso sonó mal. No te estoy coqueteando, eh ―se apresura a decir―. Somos cuñados. ¿O concuñados? Nunca entiendo esas cosas.
Me río negando con la cabeza.
―¿Tú sabes dónde están los malvaviscos? ―le pregunto abriendo un estante alto.
―Nop. Hey, yo también quiero ―dice señalando las tazas navideñas que separé para el chocolate caliente.
El timbre de la casa de Amber suena y se escuchan los ladridos de Ratón.
―Ayúdame a buscar y lo pienso ―contesto.
―Mierda, ¿has visto eso? ―murmura Dylan mirando un punto fijo a lo lejos.
Sigo revolviendo los estantes.
―No, ¿la abuela de Amber agarró otra botella de vino? Porque si es así espero que su padre le exija hacer el cuatro con las piernas antes de irse y... ¡Aquí están!
Finalmente encuentro la bolsa de malvaviscos. Me apresuro a poner en el fuego la leche y el chocolate que ya había separado.
―¡No! ―se queja Dylan― Llegaron los amigos de Jean y mira ese chico que está hablando con Maia y Amber.
Sigo su mirada. Desde donde estamos parados podemos ver a Maia y a Amber de pie hablando con un chico. Es un rubio alto y musculoso. Parece que recién volvió de unas vacaciones en la playa porque está bronceado y noto como sus ojos claros resaltan desde aquí.
Vuelvo a poner mi atención en el chocolate caliente y le agrego un poco de extracto de vainilla y canela.
―¿Qué tiene? ―pregunto.
Dylan me mira frunciendo el ceño.
―¿Cómo qué tiene? ¿No lo has visto? ―insiste con preocupación.
Me río.
―Si, lo vi. ¿Pero qué te preocupa?
―Mmm, no lo sé, tal vez que... ¡¿no tengo su rostro?!
Niego con la cabeza mientras empiezo a hacer la espuma.
―No tienes de qué preocupa―
―¿A ti no te preocupa? ―chilla― Mira si el chico está en este momento pensando en lo hermosa que es tu novia mientras está hablando con ella.
―Sería un idiota si no lo pensara ―contesto.
Dylan resopla.
―Ah no, yo no dejaré que me roben a Maia ―dice Dylan entrecerrando los ojos― Tú sigue haciendo tu chocolatito si quieres, pero yo voy a poner orden.
Observo como Dylan se va con prisa hacia donde están Maia y Amber. Interrumpe la conversación con el chico que le sonríe a Dylan, pero Dylan le da una sonrisa falsa antes de decirle a Maia que tiene que mostrarle algo. Maia frunce el ceño y se deja arrastrar por Dylan. Amber lo mira sorprendida y luego vuelve a dirigirse al chico. Cuando lo hace el reflejo de luces navideñas le da en la cara por un segundo y yo no puedo evitar aguantar la respiración contemplándola. Joder, soy demasiado afortunado.
Vuelvo mi atención a la cocina. Mientras termino de hacer las bebidas pienso en que probablemente no dejaré de sentir esa pequeña punzada de inseguridad propia, por lo menos todavía no pude dejar de sentirla, pero es entonces cuando yo mismo me tengo que recordar que valgo la pena y que no tengo que compararme con nadie.
Sin embargo, estoy tan seguro de mi relación con Amber, de lo que sentimos y del respeto que nos tenemos que nunca más volví a tener ese miedo de pasar por lo mismo que pasé. Sé que nuestra relación es especial y que puedo hablar con ella de todo lo que siento sin miedo a ser juzgado.
Jamás pensé que una relación podía sentirse así de bien, pero Amber me hizo darme cuenta de que así deberían ser siempre las relaciones, poder confiar en el otro y sentirse seguro siempre sin importar lo que pase.
Coloco los malvaviscos en nuestras tazas y busco el chocolate amargo para poder rallarlo encima tal como le gusta a Amy. Mientras lo hago, vuelvo a mirarla. Ella está hablando con el chico, pero su mirada se encuentra con la mía y sonríe instantáneamente. Me llama con la mano para que me acerque a ella y yo le guiño el ojo.
Agarro las tazas humeantes y me dirijo a ellos. Cuando llego, Amber alza la cabeza para mirarme con una sonrisa de felicidad que me provocan ganas de besarla. Le doy un beso en la cabeza y le paso su taza con cuidado para que no se queme. Luego le sonrío al chico.
―Hey, él es Eric ―me cuenta Amber y luego mira a Eric― Él es Kyle, mi novio del que te estaba hablando.
Eric me sonríe y estira su brazo para estrechar mi mano. Lo hago y alzo las cejas al ver la fuerza que tiene. Ejem, sí que es musculoso y yo hace meses que no voy al gimnasio. Deslizo una mano por la cintura de Amber con inocencia. Amy apoya su cuerpo contra el mío.
―Le estaba contando que tú estudiarás ingeniería mecánica y Eric me dijo él que estudiará lo mismo.
―¡Si! ―exclama Eric― No conozco a nadie que estudie lo mismo. Yo no iré a la universidad de Georgia, pero igual es bueno conocer a alguien que estudie la misma carrera que yo.
―Si, yo tampoco conozco a nadie más. Luego me puedes mostrar tu plan de estudios para ver si nuestras materias coinciden ―contesto antes de darle un sorbo al chocolate.
―¡Eso sería genial! Y―
De repente Jean interrumpe y agarra a Eric del brazo.
―Primita Consejera, Baja Pantalones ―nos saluda Jean y Eric nos mira abriendo mucho los ojos. El pobre estará pensando que somos sexólogos―. Tengo que llevarme a Eric, necesito que le muestre a Lily lo que puede hacer con sus brazos, los dobla como cuando a Harry Potter le hacen ese hechizo del brazo sin hueso. ¡Es un talento oculto!
Jean arrastra a Eric. Eric se despide agitando su mano.
―¡Después te busco para hablar, Kyle! ―exclama y yo asiento con la cabeza.
Amber se para frente a mí y pasa una mano por mi cuello.
―¿Qué fue lo que le picó a Dylan? ―pregunta divertida.
Yo le quito un mechón de cabello de su rostro y se lo coloco detrás de su oreja.
―Ah, se puso celoso de Mr. Músculo ―le cuento.
Amber se ríe.
―Me lo imaginaba ―dice y luego encara una ceja― ¿Y qué hay de ti?
―¿Yo? ―pregunto con inocencia― Creo que tú deberías ponerte celosa. Cuando me estrechó la mano casi le suelto mi número de teléfono en ese momento.
Amy lanza una carcajada echando la cabeza hacia atrás y yo no puedo evitar sonreír y darle un beso en la mejilla mientras la estrecho contra mí con cuidado de no tirar nuestras bebidas.
―Sí que estaba interesado en ti y en tu carrera. Tal vez tenga que pelearme con Mr. Músculo después de todo ―bromea.
―Con las patadas y puñetazos que me das cada vez que jugamos al baloncesto estoy seguro que ganarías.
Amber sonríe y toma un sorbo de su chocolate caliente. Escuchamos que alguien grita: ¡prepárense para la cuenta atrás! La madre de Amber está repartiendo copas de champagne. Supongo que Amy y yo brindaremos con nuestros chocolates calientes.
―Oh no ―murmura Amy horrorizada―. La abuela está abriendo otra botella de vino y va a brindar con esa botella para ella sola.
Sigo la mirada de Amber. En efecto, la abuelita está en un rincón mirando para todos lados, procurando que nadie la vea mientras abre otra botella. La mamá de Jean, Emily, la ve y se apresura a sacarle la botella de las manos, pero la abuela no deja que se la quiten fácilmente y empiezan a forcejear.
―Esos son mis genes, Eric, ten cuidado ―dice Amber y yo me echo a reír.
―¿Y tu papá? ―pregunto paseando la mirada por la sala― No lo veo hace un buen rato.
―Está disfrazándose de Papá Noel ―explica por lo bajo―. Este año salió él en el sorteo. Deberías haber visto su cara. Estuvo de mal humor todo el día porque dice que es alérgico a esa barba blanca, pero estoy segura que solo quería poner una excusa para no disfrazarse. Recién Jack y Clara lo ayudaron a poner en un saco rojo los regalos.
Encaro las cejas.
―Yo no le di tu regalo.
Ella se muerde el labio, divertida.
―Yo tampoco le di el tuyo. Lo siento, pero no voy a permitir que un falso Papá Noel con una barba deshilachada le de mi regalo a mi novio.
Sonrío aunque todavía estoy nervioso por darle el regalo de navidad a Amber. Espero que le guste. Si hubiese sido por mí se lo hubiese dado hace dos semanas cuando lo compré. No soy de los que pueden guardar el secreto de qué le compraron a otra persona por mucho tiempo, pero con Amy me obligué a ser paciente y no decirle nada.
No sé si ella lo ha notado, pero en un almuerzo escuché que ella le decía a su padre que quería cambiar su lámpara de luz porque la luz era demasiado tenue y sentía que se estaba quedando ciega cuando utilizaba la computadora de noche. Así que pensé en regalarle algo que pudiera ayudarla en esas noches que se quedaba hasta tarde utilizando el blog o viendo series. Le compré una lámpara de una luna llena que cambia de color tocándola y puedes regular la luz para que sea cálida o fría.
Lily me aseguró que le encantará, pero de todas formas no puedo evitar estar ansioso.
―¡Empieza la cuenta atrás! ―grita uno de los tíos de Amber― ¡7!
―¿Quién empieza la cuenta atrás desde siete? ―le digo a Amber al oído.
―Shhh, está borracho ―murmura mientras alza su taza de chocolate. Yo alzo la mía.
―Tu familia me está empezando a dar miedo ―le aviso encarando una ceja.
Amber sonríe maliciosamente.
―Ya es demasiado tarde.
―¡4!
Busco a mi madre con la mirada. Ella está en un rincón con una mano sobre el hombro de mi hermano y en la otra mano sostiene un jugo de frutas que le hizo especialmente la madre de Amber ya que mi madre decidió no tomar alcohol por la medicación. Cuando me atrapa mirándola me sonríe de oreja a oreja y yo le devuelvo la sonrisa.
―¡Tres!
―¡DOooooOos! ―Dylan grita de forma exagerada, lo que hace que Ratón empiece a ladrar.
―¡Uno!
―¡Feliz Navidad! ―gritamos todos.
Amber y yo brindamos con nuestro chocolate caliente mientras nos miramos con una sonrisa. Luego la atraigo hacia mí agarrándola de la cintura. Hundo mi mano en su cabello para besarla y ella sonríe en medio del beso. Siento una calidez en el pecho y alargo un poco más el momento porque simplemente no quiero dejar de besarla.
―¡Jo-jo-jo feliz navidad! ―escucho que su padre exclama entrando a la sala.
Profundizo el beso y Amber lo continúa sin ninguna objeción hasta que escuchamos a nuestro lado que alguien carraspea. A regañadientes me separo de ella para ver un Papá Noel mirándonos con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Su barba blanca definitivamente es de mala calidad y se le está despegando. No sé que se puso en el estómago para que sea más prominente, pero tiene la espalda hacia atrás como si estuviera embarazado.
Detrás de él están los primitos de Amber saltando y esperando sus regalos.
―Esta fiesta es family friendly, Kyle ―dice el padre de Amber fingiendo una voz más grave.
Aprieto los labios para no reírme.
―¿Cómo sabe mi nombre? ―pregunto alzando una ceja. Seguramente luego me arrepienta de haberle hablado así a mi suegro.
Las cejas de él se hunden más.
―Recuerdo todos los nombres de los niños atrevidos que se portan mal ―asegura.
Amy abre mucho los ojos.
―¡Papá! ―se queja, pero luego le echa vistazo a los niños que la miran ladeando la cabeza― ...¡Noel! ―aclara y luego entrecierra los ojos― ¿No tienes que estar dándole los regalos a los niños?
―No tutees a Papá Noel ―le advierte y luego agarra la bolsa roja a sus pies y se la echa al hombro― ¡Jo-jo-jo! ¿Quién quiere sus regalos?
Los niños gritan y Amber me mira con una sonrisa negando con la cabeza.
―¿Nos vemos en veinte minutos en mi habitación? ―me pregunta.
La miro boquiabierto.
―Amber, ¿no escuchaste a Papá Noel? Esta fiesta es family friendly ―le recuerdo.
Ella pone los ojos en blanco.
―Es para darnos nuestros regalos sin toda la familia interrumpiendo a los gritos.
Asiento con una sonrisa. Le doy un beso en la frente y nos separamos para saludarnos con nuestros familiares.
Busco los regalos y luego me dirijo hacia donde está mi mamá. La abrazo antes de entregarle el suyo. Hacía unos meses ella había empezado a hacer ejercicio de forma diaria y a meditar así que le había comprado un bolso deportivo con un mat para sus clases.
Luego busco a mi hermano, pero Jack me encuentra primero y me salta en la espalda. Me río y le doy su regalo, el nuevo videojuego que él tanto quería. No tengo que pensar mucho si le gusta o no porque cuando lo desenvuelve su boca cae como si no pudiera creer lo que está viendo.
Después de pasar un rato con él, me uno al grupo de Lily y Jean donde también está Eric y finalmente podemos hablar de nuestras futuras carreras tranquilos... hasta que nos interrumpen Maia y Dylan porque quieren ver como dobla la muñeca.
Vuelvo a buscar a Amber por la sala hasta que la veo subiendo las escaleras y me apresuro a seguirla antes de que Papá Noel interceda y me mande de una patada al Polo Norte.
Llevo su regalo en la mano y cuando entro en la habitación y ella salta encima mío, yo ya estoy preparado para sostenerla porque es algo que siempre hace. Procuro cuidar el regalo mientras la sostengo y doy unos pasos hacia atrás riéndome.
―¿Algún día dejarás de hacer eso? ―pregunto esperando que diga que no.
―Solo si quieres ser tú el que salte encima de mí y yo te sostenga.
Sonrío.
―La próxima lo intentamos.
Dejo a Amy en el piso y ella mira la bolsa sorprendida.
―¿Casi rompo mi regalo?
―Descuida, estaba preparado. Además tal vez no es algo que se rompe, tal vez es un almohadón gigante con mi cara.
Ella se cruza de brazos.
―¿Dylan también te sugirió que me regales eso para navidad?
―Sí, pero quería que te lo regale con su cara.
Amber lanza una carcajada y se sienta en su cama, yo me siento a su lado mordiéndome el labio.
―Hey, no estés nervioso ―dice con una sonrisa.
―No estoy nervioso ―miento. Ahora estoy pensando que tal vez era mejor regalarle el almohadón con la cara de Dylan que la lámpara de la luna. ¿Y si no le gusta?
Le entrego el regalo y observo con nerviosismo como Amber saca con una sonrisa la caja que está dentro de la bolsa.
―Wow, es pesado ―exclama emocionada y comienza a quitar el plástico de burbujas―. No tengo ni idea que pued―
Amy deja la frase sin terminar y ahoga un grito de felicidad. Me mira boquiabierta con una expresión de felicidad y luego mira la lámpara.
―Ya la cargué ―me apresuro a decir y la ayudo a sacar los cables―. Sé que el tamaño es grande, pero te juro que queda increíble cuando está encendida y además puedes cambiarle el color tocándola y―
Amber se lanza a abrazarme.
―¡Es hermosa! ―exclama sonriendo y vuelve a observarla con atención― ¿Cómo sabías que quería algo así? ―me pregunta impresionada.
―Mmm... ¿tal vez porque eres mi novia y te presto atención? ―le pregunto divertido.
Me levanto para apagar la luz de la habitación y que ella pueda encender la luna. Cuando la habitación está a oscuras, ella le da un toque con su palma y la luna se enciende iluminando toda la habitación y su rostro. Sus ojos brillan y esboza una sonrisa de oreja a oreja.
―¡Aw, me encanta!
Yo me inclino para besarla.
―A mi me encantas tú.
Ella sonríe y vuelve a besarme antes de probar los diferentes colores. Elige dejar el color "azul medianoche" y la ayudo a colocarla en su mesita de luz. Verla tan contenta me tranquiliza y me alegra haber elegido eso y no el estúpido almohadón.
Amber saca una bolsa de su armario y me la entrega. Ella no está insegura como yo lo estaba, probablemente porque sabe que sea lo que sea que me haya comprado, a mi me encantará porque es ella la que me lo regala.
Saco el contenido de la bolsa y parpadeo cuando veo la camiseta de baloncesto de mi jugador favorito, LeBron. La miro sin poder creerlo, no recuerdo haberle comentado nunca que ese era mi jugador favorito.
―¿Cómo sabías? ―le pregunto alzando la camiseta y contemplándola con una sonrisa.
―¿Tal vez porque soy tu novia y te presto atención? ―pregunta en voz grave imitando mi voz.
Me río y la acerco a mi para besarla.
―Me encanta, en serio ―digo con una sonrisa―. Ya quiero probármela.
En este último tiempo había logrado volver a disfrutar el deporte. Al principio, cuando mis compañeros de baloncesto me invitaban a jugar con ellos, me sentía extraño sin jugar con Austin. La mayor parte de mi vida habíamos sido él y yo jugando en equipo, así que volver a acostumbrarme a jugar sin él me costó más de lo que esperaba. Tuve que recordarme la razón por la que había empezado a jugar en primer lugar y cómo podía disfrutar el deporte por mi cuenta. Finalmente lo estaba logrando y estaba amando el baloncesto como la primera vez.
―Y hay algo más dentro ―me dice Amber.
Yo alzo las cejas y vuelvo a abrir la bolsa.
Dentro, hay una cajita de cartón y cuando la abro, veo que está llena de fotos polaroid. Miro sorprendido las fotos, son momentos capturados con las personas que más quiero: una con mi madre, mi hermano y Whisky cuando el gatito todavía tenía pocos meses, una con algunos chicos del equipo en uno de los últimos partidos que jugamos... Mi corazón late con fuerza al ver una con mi padre de pequeño y me doy cuenta de que seguramente se la ha dado él porque en mi casa apenas hay fotos con mi padre. Se me escapa una sonrisa. Luego hay otra de un día que fuimos al club a ver jugar a Clara, la hermana de Dylan. Está la familia de Amber, mi familia y la de Dylan, la mitad está sonriendo para la foto y la otra mitad está hablando sin poder quedarse en silencio ni siquiera para la foto. Y por último y definitivamente mi favorita es la foto que nos sacamos con Ratón en el cumpleaños de Amber.
―Sé que hace un tiempo que no tienes fotos en tu cuarto ―murmura Amber y yo la miro y muevo la bolsa para que pueda sentarse en mi regazo―, pero se me ocurrió que tal vez sería una buena idea regalarte fotos nuevas.
Trago saliva. Tiene razón. Desde lo de Austin había quitado todas las fotos de mi cuarto. Tal vez porque me recordaban a mi vida cuando mi mejor amigo todavía seguía siéndolo y nada malo había pasado.
Vuelvo a mirar todas las fotos de los nuevos momentos con las personas que tanto quiero. Sí, definitivamente las iba a pegar en mi cuarto.
Uno mi frente a la de Amber con una sonrisa. Ella rodea mi cuello con sus manos.
―Gracias ―susurro.
―¿Por las fotos?
―Por tu forma de quererme.
Una sonrisa ilumina su rostro y baja la mirada hacia la foto que tengo en mis manos, la que estamos junto a Ratón.
En ese momento no sabía lo que me esperaba, no sabía todo lo que iba a sufrir poco tiempo después. Pero, lo más importante es que tampoco sabía que meses más tarde estaría de novio con la persona que más feliz me hace. Y, si tuviera que pasar de nuevo por todo ese sufrimiento solo para llegar a este momento donde tengo en mis brazos a la chica de la que estoy enamorado, volvería a hacerlo sin dudarlo.
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¡Holaa! ¿Cómo están? ❤️❤️
Admito que en un principio pensaba escribir un extra corto, pero puse una playlist de navidad que duraba dos horas y me inspiré y el capítulo me quedó mucho más largo de lo que esperaba. ¡Ojalá les haya gustado! 🥰
El tutorial del calcetín de conejo es un tutorial real, en Youtube está lleno de tutoriales así por si les interesa 😂
No sé si llegaré a escribir otro extra antes de las fiestas así que por las dudas les deseo a todxs unas hermosas fiestas. Lxs amoo ✨✨
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