Capítulo 9 | El Consejero
Me apresuro a buscar la caja que tiene la amiga de Jess donde está el gatito y seguir a Kyle, quien había salido de la pileta empapado y se dirigía dentro de la casa mientras todos se reían.
Escucho a Austin insultar a unos chicos que se están burlando de Kyle.
Kyle llega hasta Jess y ella lo mira sorprendida, dando un paso atrás para que él no la moje. Ella está perfectamente vestida con un conjunto blanco y unos zapatos de tacón.
―¿Cómo que eres alergica? ―la voz de Kyle suena angustiada, puedo notar que se siente mal consigo mismo.
―Te lo he dicho, Kyle.
―No, siempre me has dicho que querías un gato.
―Pero el último mes he estado alérgica. ¿No lo recuerdas? Bueno, seguramente estabas tan ocupado engañándome con otra que no lo registraste ―replica y por unos segundos su mirada se posa en mí ya que estoy detrás de Kyle, pero a una distancia prudente. Jess vuelve la mirada hacia Kyle, lo mira con odio.
―Claro que lo recuerdo ―dice Kyle, sonaba sincero― pero nunca me has dicho a qué se debía.
―Te lo he dicho la noche que me engañaste.
―¡No me lo has dicho esa noche! ―insiste y Jess abre los ojos sorprendida, Kyle ha sonado como si confirmara que efectivamente esa noche la engañó. Él se da cuenta y se acerca más a ella, desesperado― No, Jess, quise decir que no me lo has dicho la noche que piensas que te engañé. Además, tus padres me dijeron que te gustaría el regalo.
Jess lanza una sonrisa amarga.
―¿Mis padres? Mis padres te odian luego de lo que me hiciste, pasé semanas llorando.
―Pero... no me los has dicho ―él repite ―Lo recordaría.
―¿En serio, Kyle? ―cuestiona ella― Deja de engañarte a ti mismo, ya bastante has hecho conmigo.
Acto seguido Jess desaparece, y yo me siento mal por Kyle, aunque no sé si debería. Está chorreando agua y tiene la cabeza gacha. No sé que hacer, estoy segura que Kyle estaba entusiasmado por su regalo.
Austin aparece detrás de mí y nos miramos. Niego con la cabeza, para hacerle entender de que no se arreglaron, y él suspira.
―Amigo ―le dice Austin, pasándole un brazo por sus hombros― ¿Por qué no nos vamos de aquí?
Kyle asiente, y se dirige a la puerta, Austin y yo lo seguimos.
―Soy un estúpido ―murmura y luego se da vuelta y me ve. Abre más los ojos, como recordando que yo también había venido a la fiesta―. Lo siento, Amy.
Me acerco más a él.
―¿Por qué lo sientes?
En realidad, ¿Por qué me lo dice a mí?
―Porque te he hecho venir aquí y sólo estás perdiendo el tiempo conmigo.
―No digas eso, has perdido una batalla, pero no la guerra ―bromeo.
―Ya es demasiado tarde, Amy. Jess no quiere saber nada más conmigo. La he perdido ―su voz suena triste, y Austin le pone una mano en el hombro.
―Hey, ¿Así te pones cuando estamos perdiendo en algún partido? No, nunca, ni una vez te he escuchado rendirte, aunque sabíamos que estábamos jodidos. No deberías tener esa actitud con la chica que amas.
Asiento.
―Kyle, me has buscado a mi porque querías volver con Jess, porque es injusto que hayan roto por una mentira.
Kyle suspira bruscamente y se saca la camiseta mojada.
―Eso ―alienta Austin―, esa es la actitud. Ve a buscarla y hazla tuya.
Miro a Austin alarmada, pero Kyle se ríe.
―Lo siento, Austin ―contesta Kyle―. No te haré caso, ya tengo una consejera para eso ―dice, posando su mirada en mí. Yo trato con todas mis fuerzas de seguir mirándolo a los ojos y no bajar la mirada a sus abdominales, pero es que nunca había visto abdominales en persona. Siempre en fotos o en películas. ¿Cómo se sentirá tocarlos?
―Hermoso ―dice Austin y entro en pánico porque pienso que hice la pregunta en voz alta, pero Austin está concentrado mirando un Porsche estacionado.
―Mierda, voy a mojar todo el auto ―masculla Kyle―, mi madre va a matarme.
―Tengo un bolso con ropa para el entrenamiento de mañana en el auto ―responde Austin―. Te lo daré si mañana me dejas anotar más que tú.
Kyle pone los ojos en blanco.
―El entrenador se dará cuenta que algo anda mal si anotas tú ―bromea Kyle y Austin lo empuja.
―Lo que digas, sirenita. Mi auto está aquí a la vuelta. Ve y cámbiate allí.
Él asiente.
―Enseguida vuelvo, Amy ―me asegura y se marcha.
Austin sigue a Kyle con la mirada, su rostro refleja preocupación.
―¿Crees que Jess le ha dicho realmente que es alérgica a los gatos?
¿Crees que Kyle la ha engañado?
―No lo sé ―dice suspirando― Puede que si y Kyle lo haya olvidado.
―Era algo bastante importante como para que lo olvide ―murmuro.
Austin me mira frunciendo el ceño.
―Amber, sé que Kyle no está quedando muy bien últimamente. Es verdad que él no fue un novio muy atento o romántico con Jess, pero te puedo asegurar que la amaba genuinamente y la sigue amando. Él se ha abierto con Jess y le ha contado cosas que ni a mi me ha dicho. No tienes una idea de lo que significa Jess para Kyle. Por favor, no dejes de ayudarlo.
Niego con la cabeza.
―No estaba pensando en dejar de ayudarlo, tranquilo.
Austin me sonríe y se acerca a la caja que sostengo en mis manos para jugar con el gatito. Whisky se ha despertado y sus garras sobresalen de las rejas, tiene ganas de jugar y pronto la caja comienza a moverse provocando que la agarre con más fuerza.
―Es admirable lo que haces ―dice Austin en voz baja y no sé a qué se refiere.
―¿Soportar a Kyle? ―pruebo.
Él lanza una carcajada y yo sonrío.
―Además, pero me refería a darle consejos a gente que no conoces.
Mi sonrisa se borra y mi rostro se calienta. Austin se da cuenta de mi reacción y se endereza haciendo una mueca.
―Lo siento, Kyle me lo contó. En realidad, él me contó en su momento que Jess recurrió a una página llamada "La Consejera" y que trataría de encontrar quien era ya que había rumores que decían que era alguien del instituto. Cuando me dijo que tú ibas a aconsejarlo até cabos. Perdón, no quería incomodarte.
Inspiro hondo, negando con la cabeza para no darle importancia. Claro que estaba al tanto de los rumores que vinculaban a alguien de nuestro instituto con "La Consejera". Suponía que todo había empezado cuando aconsejé a alguien del instituto y yo respondí sin darme cuenta dando mucha información de las clases y espacios para que esa persona pudiera saltearse una clase sin ser visto.
Si, La Consejera también da ese tipo de consejos.
―No te preocupes, me da un poco de pudor, nada más.
―No debería ―contesta con seguridad―. Es impresionante.
―¿Quién es impresionante? ―pregunta Kyle detrás de mí, sobresaltándome. No lo había escuchado acercándose.
Austin no deja de mirarme cuando responde.
―Tu consejera.
―――――――
Al día siguiente, bajo al salón cuando Maia y Dylan están peleándose por un partido de cartas.
―¡No has dicho uno! ―se queja Dylan señalando― Tienes que llevarte diez cartas.
―¡Si lo he dicho! Y ¿Diez cartas? Son tres que debería levantar.
―En realidad son cinco ―agregó mirando la mesa con sus cartas.
―De todas maneras, he dicho UNO ―replica mi hermana, decidida a no levantar las cartas.
―No lo has dicho, Maia. No seas tramposa ―le responde su novio, cruzándose de brazos.
―¡Tú me has lanzado un +4 cuando claramente no debías hacerlo, y las levanté de todas maneras!
―Claro que podía hacerlo, yo conozco las reglas oficiales. Levanta diez cartas, te he dejado elegir un color cuando tuve cambio de color.
―¡Porque tenía treinta cartas luego de tus estúpidos +4 que no debías haberme lanzado!
El timbre de mi casa suena y Ratón comienza a ladrar, corriendo hacia la puerta. Dejo a mi hermana y a su novio discutiendo para ir a abrirle a Kyle. Me había dicho que iba a pasar hoy para que pudiéramos hablar. Ayer luego de que se cambiara de ropa, me dejó en mi casa sin decir nada, estaba decepcionado consigo mismo.
Cuando abro la puerta me encuentro a Kyle, con el gatito en su mano y un tupper de galletas en el otro. Ratón comienza a gruñir al olfatear al gato.
―Sé por qué has traído el tupper con galletas ―le digo.
Noto el surco violeta de sus ojeras, estoy segura que ha dormido mal.
―¿Por qué? ―pregunta con inocencia en su voz.
―Te sientes culpable.
―¿Culpable? ―repite como si no tuviera idea de lo que hablo.
―Austin sabe que soy "La Consejera", y sientes que es por tu culpa.
―¿Yo? No... ―dice alargando la "o". Encaro las cejas y él suspira― Bueno, si ―asume, a lo Homero Simpson.
―Kyle no pasa nada, no me molesta ―le aseguro y le saco el tupper de galletas―. De todas formas, me las voy a devorar, entra.
Mientras Kyle entra al salón, Ratón se pone en dos patas y salta para agarrar al gato, quien está con el pelo levantado y se nota que le tiene miedo a mi perro.
―Ratón se va a devorar al gato ―dice Kyle, levantado más arriba al gato.
Maia y Dylan detienen su discusión para saludar a Kyle.
―Estás levantando al gato como si fuera Simba ―indica Dylan― Aw, ¿Se llama Simba?
―No ―contestá Kyle luego de saludarlos― Se llama Whisky.
―¿Whisky? ―repite Maia y nos mira― Ustedes dos son malísimos para poner nombres a sus mascotas.
―Ratón es original ¿O no bebé? ―le pregunto a mi perro, pero este está concentrado en el gato.
―¡Eso es un 9! ―le acusa Maia a Dylan― ¡Y yo he tirado un 6! Pensabas que no me iba a dar cuenta.
Agarro a Kyle del brazo para que me siga, si seguimos mucho más tiempo cerca de ellos voy a matar a alguien, y Kyle está primero en mi lista.
En el trayecto, Ratón salta dos veces para alcanzar a Whisky y lo regaño.
―Lo siento, Ratón ―le digo cuando llegamos a mi habitación― Pero, si quieres que el gato sea tu cena tendré que dejarte afuera ―cierro la puerta, dejando a mi perro fuera.
Kyle deposita a Whisky en mi cama quien comienza a caminar por la cama, explorando. Ve mi conejo de calcetines en el escritorio y se agazapa para saltar a agarrarlo. Me apresuro a cambiarlo a un lugar más seguro. Me agacho para darle una pelota de Ratón y Whisky empieza a jugar con ella. Podía imaginarme a mi perro cuando olfateara la pelota pensando "la traición, dueña".
Kyle se saca las zapatillas y se recuesta en mi cama. Pone al gatito en su estómago y Whisky clava sus garritas en la camiseta de él.
―Como en tu casa ―murmuro.
―Necesito hacer catarsis. La he cagado más ayer. ¿No? Dios, soy tan estúpido.
Suspiro.
―No sirve de nada compadecerte, Kyle ―le digo, sentándome a su lado―. Ahora tenemos que pensar cuales serán nuestros próximos movimientos, pero realmente creo que no tienes que hacer nada pronto.
―Si, creo que debemos dejar pasar un tiempo hasta que se olvide que le regale algo que podía matarla. Tal vez pensó que era una indirecta.
―No seas exagerado, no iba a morir.
Él se encoge de hombros.
―A Austin le gustas ―dice y me mira para ver mi reacción. Yo trato de permanecer serena, aunque esa afirmación me emociona un poco.
―¿Por qué dices eso?
―He visto como te miraba ayer. Lo conozco.
―Solo estábamos preocupados por ti ―respondo acariciando al gato.
―No entiendo como Austin babeándose por ti es significado de que está preocupado por mi ―dice divertido.
Lo empujo con mi hombro.
―No estaba haciendo eso.
―¿Quieres que comience a darte consejos yo para que lo enamores a él? ―bromea para molestarme más.
Rezongo.
―Eres insufrible.
―Podrías llamarme "El consejero" ―dice sonriendo―. Puedo hacerme una página propia y ser tu competencia.
―Basta ―contesto y agarro una almohada para pegarle en la cara, él se ríe mientras trata de esquivarme. Whisky se aleja ante nuestro alboroto.
―¡Quieres matar a tu competencia! Bill Gates vs Steve Jobs.
Lanzo una carcajada y él aprovecha para agarrar mi almohada y hacerme cosquillas.
―¡Está bien, está bien! ―respondo cuando tomo una bocanada de aire porque me estaba ahogando de risa. Odiaba las cosquillas― Tú ganas.
―Tu ganas... ¿Qué? ―me apremia a seguir, alzando la barbilla.
―No lo diré ―le aseguro, pero él ya se prepara de nuevo y me recuerda al gato agazapándose para destruir mi calcetín de conejo.
―Consejero―digo a regañadientes.
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