AMBER
Miro la pantalla de mi computadora con impaciencia mientras tamboreo mis dedos en la mesada de la cocina. Tengo abierta una pestaña de mi blog, la que todavía no pude llenar. Es el apartado que dice "¿Quién soy?" y que he estado tratando de completar todo el año pero sigo sin saber qué diablos poner.
No sé por qué me bloqueo. No debería ser tan difícil, tampoco es que tenga una crisis de identidad, pero...
Bolas de cereales caen en mi teclado y levanto la cabeza con irritación. Dylan y Maia están en frente mío y me miran con los ojos muy abiertos y expresiones de culpabilidad en sus rostros. Hace diez minutos que Dylan le está tirando bolas de cereales en la boca de Maia a pesar de que les dije que vayan a otra parte de la casa a hacer ese maldito jueguito.
―¡Yo no fui! ―se defiende Dylan escondiendo la caja de cereales detrás de su espalda, pero Ratón salta para agarrarla y él pega un gritito.
Dylan mueve la caja más arriba y Ratón comienza a saltar desesperado. Maia se la quita de las manos y hunde su mano en la caja para agarrar más cereales.
―¿Qué te pasa? ―me pregunta mi hermana― ¿Estás de mal humor porque extrañas a Kyle?
―¡Maia! ―se queja Dylan boquiabierto― No podemos decir ese nombre en voz alta, es como Voldemort.
―Nah, Voldemort serían Jess y Austin...
―¡Maia! ―la vuelve a regañar Dylan horrorizado― Deja de insultar. No puedes decir ninguno de esos nombres.
―¿Ah, no? Mírame, Kyle Kyle Kyle ―empieza a decir Maia, desafiándolo. Dylan comienza a discutir con ella con el ceño fruncido.
Se callan cuando les tiro las bolas de cereales de mi teclado por la cabeza. Ratón no pierde el tiempo y limpia los cereales que se han caído en el piso con su lengua.
―¿Pueden callarse de una vez? ―me quejo― Y no extraño a Kyle ―miento.
Mi hermana me mira alzando una ceja.
―¿Me vas a decir que no cuentas los días que ya pasaste sin hablar con él? ―inquiere.
Un mes y veinte días.
―Claro que no ―aseguro.
―Qué mentirosa ―dice Dylan llevándose un puñado de cereales a la boca―. Seguro que cuenta los días en la pared de su cuarto como los presos.
Maia se ríe y yo resoplo.
La verdad es que sí. Bueno, no lo de contar los días en la pared como los presos. Todavía no llega a ese nivel... todavía.
Pero extraño demasiado a Kyle. Este tiempo sin hablar ha sido duro. Me enfoqué en los exámenes finales, en mi blog, en pasar tiempo con Lily y mi prima, con los babosos de Dylan y Maia, con Ratón... pero aún así no puedo evitar extrañarlo.
Extraño su presencia en mi vida, el sonido de su risa y sus bromas. Echo de menos lo tranquila que me siento cuando él está a mi lado y lo feliz que soy cuando estoy con él. Extraño sus abrazos, sus besos...
Nop, no voy a seguir por ahí.
También se me está haciendo demasiado difícil tener que frenarme cada vez que me pasa algo y a la primera persona que quiero contárselo es a él. Más difícil aún es no saber cómo él está ahora. Cuando le pedí este tiempo no me di cuenta de que nunca pusimos una fecha como para volver a hablar, así que supongo que esperaré a que él lo haga. Después de todo, él es quién tiene más asuntos que resolver.
En mi caso, este tiempo que llevamos distanciados me ayudó para confirmar lo que ya sabía: estoy enamorada de Kyle y quiero estar con él.
No me importa que no sea fácil, que tengamos que construir la confianza o que tenga que tener paciencia con él luego de todo lo que sucedió. Estoy dispuesta a intentarlo, pero siempre y cuando Kyle también esté comprometido a hacerlo. No podemos tener una relación si él nos pone barreras y no nos permite tener esa oportunidad.
Supongo que si él decide que no está listo, trataremos de ser amigos. Me dolería demasiado no tenerlo en mi vida de ninguna manera. Aunque, tampoco sé si eso funcionaría. Por lo menos no en este momento, cuando lo único que quiero hacer es besarlo y decirle que lo...
―¡Amber! ―exclama Maia chasqueando sus dedos frente a mis ojos― Vuelve a tierra.
Enfoco mi atención de nuevo en Maia y Dylan.
―¿Qué me decían? ―pregunto.
―Te pregunté qué estabas haciendo ―dice mi hermana señalando mi computadora.
Suspiro y giro mi computadora hacia ellos.
―Estoy tratando de llenar esta sección de mi blog y no sé qué diablos poner.
―¿Quién soy? ―lee Dylan en voz alta y luego me mira confundido― Uh, ¿Ahora te olvidaste de tu propio nombre?
Pongo los ojos en blanco.
―No tengo que escribir mi nombre, es algo más... profundo.
―Ah. Es algo así como Batman, ¿verdad? Amber de día y La Consejera de noche.
Frunzo el ceño.
―No es nada como eso.
―Lo es ―concuerda mi hermana con Dylan―. Como cuando le confesaste a Jess que eras La Consejera como si estuvieras revelando que eras Ladybug o algo así.
Resoplo, no sé para qué se los conté.
Mi celular comienza a sonar en la mesada y le echo un vistazo. Es un número que no tengo agendado.
―No atiendas ―me dice Maia al ver que agarro mi celular.
―¿Por qué no? ―inquiero extrañada.
―¡Porque no lo tienes agendado! ―exclama Dylan― Es como si un desconocido tocara tu puerta.
Frunzo el ceño ante su comparación.
―O tal vez es uno de tus amigos superhéroes que te llaman para salvar el mundo ―se burla Maia.
Los miro mal antes de atender. Ojalá sea uno de esos que llaman diciéndote que secuestraron a tu hermana para que caigas en la trampa y les des tu dinero. Les daré mi dirección de verdad y les pagaré para que se la lleven. Y a Dylan se los daré gratis.
―¿Hola?
―¿Amber? ―responde una voz que reconozco.
Parpadeo sorprendida.
―¿Jack?
―Sí, soy yo. Yo... siento llamarte ―dice apenado― Pero quería pedirte un favor.
―¿Estás bien? ―pregunto con preocupación.
―Sí, sí. Es sobre Kyle. ―contesta y yo me levanto del asiento sintiéndome nerviosa de repente― ¡Él también está bien! ―se apresura a decir y suspiro aliviada―. Creo... es que, ¿te acuerdas que el mes pasado se lastimó?
Aprieto los labios. La venda. Claro que me acuerdo.
―En el taller de tu padre, ¿verdad?
―Sí y mi padre lo despidió. ―Alzo las cejas, eso no lo sabía―. Y el otro día lo escuché decir que le gustaría volver a trabajar en el taller, así que hablé con papá, pero él me dijo que lo mejor era que no me metiera en asuntos de grandes. Pero... me gustaría ayudarlo. Me gustaría que Kyle tuviera la relación que tengo yo ahora con él. Le pregunté a mi padre si accedería hablar contigo y él aceptó. Te... te lo quería contar por si tú podías hacer algo ―explica esperanzado.
―¿Conmigo? ―pregunto boquiabierta.
―Sí, sabe que eres importante para Kyle.
Me quedo callada tratando de procesar la información y lo que Jack me está pidiendo. ¿Hablar con su padre? ¿Cómo podría hacerlo si ni siquiera estoy hablando con Kyle? Y, además, ¿realmente podría ser de ayuda? ¿Qué podría hacer yo para mejorar la situación?
Titubeo.
―Jack... yo... no lo sé...
Hay un silencio del otro lado antes de que Jack vuelva a hablar.
―Oh... está bien ―Otro silencio―. No te preocupes ―dice aunque trata de sonar animado, sé que está decepcionado―. Lo siento mucho si te molestó...
―¡No! Para nada. No me has molestado. Solo que... no sé si yo puedo ser de mucha ayuda en estos momentos...
―Claro, lo entiendo. No te preocupes, Amber ¡Muchas gracias de todas formas! Perdona, pero ya tengo que colgar.
―Adiós, Jack ―me despido y me quedo mirando el celular tratando de procesar la conversación.
No puedo evitar reparar en lo ilusionada que sonó la voz de Jack al pedirme ayuda, como si yo fuera uno de esos superhéroes que tanto le gustan y realmente pudiera hacer algo para mejorar la situación.
Pero, lo cierto es que yo no puedo hacer nada.
¿Verdad?
****
Lo pienso durante toda la semana.
Según Dylan, no debería hacer nada. Según Maia debería intentarlo ya que de otra forma no voy a poder dejar de darle vueltas al asunto. Y, seamos sinceros, confío más en el criterio de Maia que de Dylan.
Ya pasaron siete días y no puedo dejar de pensar en la llamada de Jack. En el hecho de que él estaba tan seguro de que yo podía ayudar y de su decepción cuando mi respuesta no fue positiva. Pienso en Kyle y en su venda y siento un nudo en el estómago. Su padre accedió hablar conmigo. ¿Pero por qué? ¿Qué podría decirle que pudiera ayudar a Kyle?
Dios. Maia tiene razón, ahora que se me metió esta idea en la cabeza no puedo simplemente ignorarla.
Sopeso los aspectos positivos y negativo.
Negativos: el padre de Kyle podría no decirme nada de utilidad y yo podría no tener nada para convencerlo de que le permita volver a trabajar. Mi intento de ayudar podría no servir de nada.
Positivos: la conversación podría ir bien y tal vez lograría ayudar a Kyle. ¿Cómo? No lo sé. Ya lo averiguáremos.
Finalmente decido que no pasará nada malo si intento hablar con el padre de Kyle. Busco la conversación con Kyle y doy con la dirección del taller de su padre. Me la había enviado en una ocasión en la que yo iba a pasar a buscarlo, pero al final él me paso a buscar a mí.
El taller se encuentra a veinte minutos de la casa de Kyle, pero en esos veinte minutos en los que puedo arrepentirme y darme cuenta de que ir al taller podría ser una idea terrible e incluso podría empeorar las cosas entre Kyle y yo, no me arrepiento. Solo puedo aferrarme a la estúpida idea que yo tal vez sí puedo hacer algo para ayudarlo.
El taller del padre de Kyle es más grande de lo que me hubiese imaginado. Se encuentra en una zona transitada y parece estar lleno de gente trabajando dentro.
Entro en un gran galpón donde hay autos y algunas motos. El establecimiento tiene dos pisos y arriba parece haber oficinas. Trato de no arrugar la nariz ante el fuerte olor a gasolina, caucho y pintura. Observo trabajadores yendo y viniendo, con los uniformes llenos de grasa y herramientas en sus manos. Algunos de ellos reparan en mi presencia y me miran extrañados, pero otros me ignoran mientras continúan trabajando. Un joven pelirrojo se acerca a mí, se está limpiando las manos con un trapo con manchas de aceite.
—¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta el chico amablemente.
—Yo... mi nombre es Amber y busco a...
Y es en este momento cuando me doy cuenta que no tengo ni idea del nombre del padre de Kyle y de que el hecho de que sea el dueño no quiere decir que tenga que estar en el taller y que tal vez he venido hasta aquí por nada. De hecho, me doy cuenta de mi estupidez y doy un paso hacia atrás lista para huir de allí.
—Supongo que me buscas a mí.
Un hombre de mediana edad se acerca a nosotros. Sé inmediatamente que es el padre de Kyle. No porque pueda reconocer algún parecido, sino porque el hombre denota autoridad. Es alto y a pesar de estar vestido de forma casual con unos pantalones negros y una camiseta blanca, hay algo en él que grita que es el jefe. Tal vez sea la rigidez de sus hombros o su mirada aguda y su actitud calculadora. Tiene el cabello negro perfectamente peinado y me está observando con impaciencia, a la espera de que diga algo.
—¿Sabe quien soy? —es lo único que se me ocurre decir.
Él resopla. Le da un asentimiento al chico para que sepa que puede seguir trabajando. Luego señala un banco que se encuentra más alejado de los demás empleados.
Se sienta y yo hago lo mismo en la otra punta. Mientras observo como los demás trabajan a nuestro alrededor, me debato en qué decir. Ahora que estoy aquí, no sé muy bien qué hacer realmente. No pensé más allá de este momento y ahora me arrepiento de no haber planificado más. Sin embargo, el padre de Kyle habla primero.
—Sé quién eres ―dice―. Eres la chica que le dejó a mi hijo el cabello tan asqueroso que lo tuve que rapar. Todavía puedo escuchar su llanto desesperado si lo pienso.
Oops. Aprieto mis labios para no reírme.
—Y es difícil olvidar el nombre del primer amor de tu hijo ―continúa. Mis ojos se agrandan y mi espalda choca contra el respaldo del banco. Definitivamente esta no es la conversación que esperaba―. Yo soy Paul, por cierto. No creo que mi hijo te haya hablado mucho de mí, pero supongo que estás aquí para pedirme que vuelva a aceptarlo aquí —dice entrelazando sus manos.
Lo observo esperando verlo irritado, pero no lo está. Él parece... receptivo, dispuesto a escucharme. Lo que me sorprende. No tengo una buena imagen de él. Las pocas veces que Kyle me habló del padre, él estaba enojado y no me dijo grandes cosas sobre él. No me olvido que obligó a Kyle a trabajar para que él ganara "el dinero que le corresponde", cuando era el deber de Paul darle lo que le correspondía a sus hijos.
—¿Por qué lo despidió? —pregunto siendo consciente de que Paul se dará cuenta de que no sé nada y puede mentirme.
—Se lastimó con una llave.
Bueno sé que es una herramienta pero eso no me dice nada realmente.
—¿Estaban discutiendo?
Paul frunce el ceño.
—Siempre discutimos, pero no. En ese momento no. Kyle se lastimó porque estaba demasiado distraído.
—¿Y por un simple error lo despide? —inquiero, cruzándome de brazos.
—No lo despedí porque se lastimó. Le dije que se tomara un tiempo lejos del taller porque se lastimó, él se negó y me obligó a despedirlo. No quería hacerlo, pero no quiero que trabaje con el corazón roto. —Ante mi mirada inquisitiva él suspira—. Los amigos también te pueden romper el corazón.
Vaya, no esperaba que el padre de Kyle supiera sobre Austin y Jess.
—¿Tú estás de acuerdo con que él no vaya a la universidad? —cuestiona y el corazón me da un vuelco.
—¿Qué? —susurro.
—Bueno, parece que hay mucha información que no sabes —comenta y yo aprieto los dientes porque no hace falta que él me lo recuerde.
¿Kyle no quiere ir a la universidad? ¿Eso quiere decir que ya ha sido aceptado en una? ¿O simplemente nunca ha mandado las solicitudes realmente? Él quería estudiar ingeniería mecánica, me había hablado de la carrera y siempre lo noté ilusionado. ¿Es que ya no le interesa? ¿Jess y Austin tienen algo que ver?
—Él y yo estamos... tomándonos un tiempo... —confieso porque no sé que otra cosa decir.
Y es entonces cuando me siento estúpida sentada allí. No tengo nada que ofrecer, ninguna ayuda para Kyle. Ahora solo tengo más dudas y un nudo en el estómago más grande que el que tenía antes de llegar aquí.
El padre de Kyle suspira pesadamente antes de hablar.
—Mira, muchacha. No sé qué sabes, pero no tengo la mejor relación con mis hijos ni con la madre de mis hijos. Últimamente estoy tratando de que eso cambie, de enmendar errores y dejar atrás viejos rencores. No puedo afirmar que lo estoy logrando. Traje a mi hijo a trabajar aquí porque pensé que en esa casa iba a volverse loco. No sé si fue lo mejor, pero tampoco quiero que se quede aquí toda la vida. Sé que eso cambiaría si su madre... —Paul se calla, tal vez porque se da cuenta de que me está dando demasiada información, aunque no tengo ni idea de qué estaba por decir—. Kyle ha sufrido mucho este último tiempo.
—Lo sé —digo con impotencia mirando mi regazo—. Pero no puedo hacer nada. Él me estaba apartando y pensé que necesitaba tiempo —Hago una pausa para aclararme la garganta porque se me está por quebrar la voz. Y no sé por qué diablos tengo la necesidad de sincerarme con el padre de Kyle, pero ya estoy aquí y me siento impotente—. Quizás simplemente ya no quiere que forme parte de su vida —digo en voz alta uno de mis mayores miedos.
Alzo la vista asombrada cuando escucho la risa de Paul. Lo miro entrecerrando los ojos porque lo que acabo de decir no tiene nada de gracia.
—Oh, perdóname —contesta tratando de ponerse serio de nuevo—. Pero me resulta muy difícil creer que él no te quiera en su vida. Mira, no soy el indicado para decirte qué hacer con respecto a él. Es difícil saber cómo se siente. Sí, el espacio que se dieron está muy bien, pero si realmente lo quieres no te rindas con él.
No puedo creer que el padre de Kyle me esté dando una especie de consejo. Estoy tentada a reírme por lo absurda que es la situación y es entonces cuando se me ocurre una idea. Me levanto de la silla de un salto y el padre de Kyle se sobresalta.
—Creo que me ha dado una idea.
—¿En serio? —pregunta sorprendido.
—Si, gracias —recuerdo la razón por la que vine aquí y hago una mueca—. Pero... ¿no hay posibilidades de que Kyle vuelva a trabajar aquí?
―Si. Cuando esté listo para volver, no antes —contesta con firmeza.
Supongo que eso es mejor nada. Y, tal vez, después de todo, sea lo mejor.
Me quedo de pie sin saber muy bien qué más decir. Lo único que se me ocurre es "usted no parece tan horrible como imaginaba", pero dudo que eso sea lo indicado.
—No pensé que aceptaría hablar conmigo —digo en cambio.
—Probablemente no lo hubiese hecho hace un mes.
Alzo las cejas sorprendida.
—¿Y qué ha cambiado? —pregunto con curiosidad.
—Jack. Un día se armó de valor y me dijo todo lo que pensaba de mí. Nunca lo había visto así. Desesperado, cansado, enojado. Me di cuenta de que los años no vuelven y que si seguía así, el resentimiento que me tiene Kyle, también lo tendría Jack y que no quiero que mis dos hijos me odien. Decepcioné a Kyle muchas veces, no quiero hacerlo también con Jack.
—Jack es un chico grandioso —contesto—. Me alegra mucho que se haya animado a hablar.
—Yo me alegro que alguien le haya dado el consejo de alzar su voz —repone mirándome con complicidad.
Y entonces entiendo que esa es la razón principal por la cual accedió hablar conmigo.
****
Capítulo dedicado a @AnggieL20 ♥️ Vi que te ofreciste a hacer un grupo para charlar de mis historias y me morí 🥺🥺🥺 ¡Muchísimas gracias por todo el apoyo! Lo aprecio muchísimo
¡Y muchas gracias a todxs por leer, comentar y votar! ♥️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro