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Capítulo 28 | El pasado

Recuerdo vagamente que seguí a Kyle hacia el exterior de la fiesta, pero cuando llegué a la puerta él ya estaba subiéndose a un taxi y no pude alcanzarlo.

Recuerdo quedarme un rato en la acera hasta que Lily apareció, pidiéndome que me calmara y asegurándome que todo iba a estar bien. Creo que me reí entre sollozos, porque nada iba a estar malditamente bien. Luego apareció Austin y me rogó que lo escuchara, pero ni siquiera su súplicas para que hablara con él fueron suficiente para que no le dijera que no quería verlo y que no se acercara a mí. Lily también detuvo un taxi y nos subimos alejándonos de la fiesta y de Austin.

Mi cabeza no parecía poder procesar lo que acababa de pasar y, si yo me sentía así, no podía imaginarme cómo se sentiría Kyle. Todo este tiempo... todo este tiempo había pensado que Bethany había mentido y había dicho que estuvo con él cuando, en realidad, esa noche Jess estuvo con Austin. Su novia había estado con su mejor amigo.

Lily me contó que después de que Kyle se fuera, Bethany y Jess entraron en una discusión donde se enteró lo que realmente había pasado: Jess le pidió a Bethany que la ayudara y mintiera porque esa noche Jess estuvo con Austin y quería tener una excusa para romper con Kyle. Jess estaba harta de que Kyle no le prestara atención. Ninguna se imaginó que Kyle iba a tratar de recuperar a Jess y cuando ella aceptó volver con él, se peleó con Bethany, quien al parecer, no quería mentir más sobre ella y Kyle, pero lo había hecho de todas formas por Jess. Mi cabeza daba vueltas.

Austin me había mentido. Me hizo creer que Kyle había estado efectivamente con Bethany. ¿Pero por qué? Cuando le dije que yo sabía algo... ¿Pensaba que yo sabía la verdad sobre él y Jess y por eso decidió mentirme? Tenía muchas preguntas y tantos sentimientos contradictorios que apenas dormí esa noche. Lily insistió en que me quedara en su casa y yo acepté, realmente no quería estar sola.

Ahora quiero estar sola, en mi cama con la única compañía de mi perro. Lo único que puedo hacer es mirar al techo y pensar en cómo todo se fue a la mierda. Es un alivio que hayan comenzado las vacaciones y no tenga que ir al instituto por dos semanas.

Quiero borrarme las palabras de Kyle de la mente, sus ojos fríos y el dolor en su voz cuando me dijo que yo realmente no lo conocía, que no me quería volver a ver. Me odio por haberle creído a Austin, por ni siquiera dudar de lo que me había dicho, pero fue fácil creerle después de la actitud de Kyle, después que se alejara de mí.. porque él quería alejarse de mí, ¿verdad?.

Ayer le envíe miles de mensajes a Kyle y lo llamé, pero no contestó ni mis mensajes ni mis llamadas. Quiero ir a verlo, necesito hablar con él, pero no puedo obligarlo si no quiere.

El primer miembro de mi familia que viene a verme a mi habitación es mi padre. Me mira con preocupación. Ya me he visto en el espejo y tengo los ojos hinchados de tanto llorar y ojeras profundas, además de que mi cabello es una maraña de pelo y no me he duchado.

—¿Quieres hablar de ello? —pregunta mi padre sentándose a un lado de mi cama.

Lily le contó brevemente a Maia lo que había pasado cuando llegamos hoy a mi casa, desconozco si mi hermana les informó a ellos también.

—No —musito, retorciéndo entre mis manos las sábanas.

—¿Por qué no te distraes con tu blog?

Hago una mueca.

—Estoy segura de que si entro a mi blog con este estado de ánimo, mi consejo solo será: drogate para evadir tus problemas —bromeo.

Mi padre me mira horrorizado.

—¿Te estás drogando? —inquiere escrutando mi habitación—. ¿Quién te ha dado hierba? ¿Dylan?

Mi padre logra sacarme una leve sonrisa, pero un segundo después desaparece y miro a mi padre angustiada.

—Kyle me odia.

—Tonterías —contesta negando con la cabeza—. Ese chico nunca te podría odiar.

Cierro los ojos con fuerza.

—Tú no has visto la manera en que me ha mirado, la decepción y el dolor en sus ojos cuando se dio cuenta de que yo dudé de él.

—Por lo que Maia nos contó, ha sido una noche muy difícil para él. Dale tiempo. —Suspiro pesadamente y siento como mi padre se levanta de la cama—. Ese chico no te odia —repite con seguridad—, y sino preguntale a tu madre.

Abro los ojos sorprendida.

—¿Qué quiere decir eso?

Mi padre se limita a guiñarme el ojo antes de salir de mi habitación. Miro la hora. Mi madre está trabajando y no vuelve hasta tarde. De todas formas, probablemente el discurso que me daría ella sería parecido al de mi padre: Kyle estaba dolido cuando habló, tienes que darle espacio, ese chico te aprecia, blablabla.

La segunda visita es una hora después, de mi hermana y Dylan. Maia se apresura a recostarse a mi lado y Dylan toma asiento en la silla cerca de mi cama.

—Amber —me dice Maia apenada colocando un brazo alrededor de mis hombros—, ¿Qué podemos hacer para ayudarte?

Me hundo más en la cama.

—Nada, quiero estar sola.

—Y yo quiero patearle el trasero a Austin —replica mi hermana enojada.

—Siempre me gustó más BajaPantalones —afirma Dylan asintiendo con la cabeza—. Ese rubio me daba malas vibras.

—Eso es mentira —digo indignada—, nunca me has dicho nada.

—Es que recién ahora lo noto todo. Era muy perfecto y tiene un aura parecida a la de Edmund.

—¿Quién diablos es Edmund? —inquiero.

—El que traicionó a Norberta —dice mi hermana y yo bufo—. ¿Austin ha tratado de contactarse contigo?

—Sí, me ha llamado y enviado mensajes. Al igual que yo he hecho con Kyle, aunque él no me contestó. Yo le he dicho a Austin que no quería hablar y que me dejara en paz.

—¿Te duele? —pregunta ella con cautela— No me refiero a su traición hacia Kyle... digo que Austin y tú eran amigos o algo así y ahora...

—Ya no sé qué diablos fue real —respondo frustrada—, pero la verdad es que perder a Austin no me duele como debería. Me siento una estúpida, sí, y es doloroso darme cuenta que no es la persona que yo creía que era. Me cuesta procesar el hecho de que el Austin que estuvo conmigo, se interesó en mí y me trató tan bien es el mismo que se ha acostado con la novia de su mejor amigo. No lo creía capaz de hacerle algo así a Kyle, ellos... Dios, son mejores amigos desde pequeños. Sé cuánto significa Austin para Kyle, y pensé que era recíproco.

—Supongo que nunca terminas de conocer a una persona —comenta Dylan.

—Supongo —susurro—. Solo quiero hablar con Kyle, y sé que debo darle su espacio, pero cuanto más pasa el tiempo, más siento que estoy enloqueciendo.

—Yo sé que es lo que te puede distraer —dice Dylan y yo frunzo el ceño ¿Mi padre tiene razón y Dylan es un dealer?— La serie de Norberta.

Abro la boca para negarme, pero luego me doy cuenta de la preocupación de Maia y Dylan hacia mí y creo que si sigo llorando en la cama luego no voy a poder abandonarla. Así que suspiro y asiento. Ambos me miran anonadados.

—¿Realmente estás diciendo que sí? —pregunta Maia abriendo mucho los ojos.

—¡Sh! Actúa normal ¡No la hagas cambiar de idea! —se queja Dylan que ya está de pie, listo para bajar a la sala, donde podremos ver la serie más cómodos.

—Espero no arrepentirme —farfullo.

Dos horas después entiendo por qué Maia y Dylan están tan obsesionados con esta serie y es que es la verdadera droga. Pensaba que dormir era lo único que me haría sentir mejor, pero esta serie se aproxima mucho. Mi hermana pone play y me concentro en los problemas de la protagonista (que la pobre está llena, en este episodio descubrió que en el sótano de su casa estaba viviendo un hombre) y desconecto de la realidad. Solo cuando termina el episodio vuelve la angustia en mi pecho y busco mi celular para ver si tengo señales de Kyle. Nada. Dejo caer mi cabeza en el respaldo del sofá y vuelvo a centrar mi atención en la televisión. 

Al día siguiente, sigo con el incómodo nudo en el estómago, pero puedo pensar sobre todo lo que ha pasado con mejor claridad que ayer. Me obligo a no pensar en Kyle, y en cambio pienso en Austin y en Jess. No conozco a Jess en absoluto y no tengo idea de sus razones por las decisiones que habrá tomado, pero no me puedo olvidar de lo dolida que parecía haberse sentido cuando la había ido a visitar para hablar sobre Kyle.

¿Había sido toda una actuación? ¿Todo este tiempo había estado actuando? ¿Había sentimientos entre Austin y Jess o solo había sido un estúpido error de una noche? Comienzo a recordar momentos en los que hemos estado todos juntos y me congelo cuando recuerdo el primer partido al que había ido a ver a Kyle. Recuerdo que Jess también había estado allí. A Lily y a mi nos había parecido que Jess estaba mirando a Kyle con una expresión de ternura, pero... pero Kyle estaba al lado de Austin, tal vez era a él a quien en realidad estaba mirando.

Me levanto de mi cama de golpe para dirigirme a mi computadora. Hay algo que no cuadra y es el hecho de que Kyle me ha pedido ayuda con Jess porque yo fui la que supuestamente le aconsejó que rompiera con él. En ese momento, me había parecido extraño que yo hubiera dado ese consejo. No lo recordaba, pero no le di demasiada importancia.

Voy al archivo de mi blog y comienzo a buscar el mes que Kyle me pidió ayuda, había sido en mayo y recuerdo vagamente que él me dijo que mi charla con Jess había sido dos semanas antes de que me pidiera ayuda. Tardo un buen rato, pero encuentro mi conversación con Kyle. Sin embargo, por más que busco y busco, no encuentro ningún mensaje en el que me pidieran ayuda con algo parecido a lo que había pasado.

Entierro mi cabeza entre mis manos. Si tan solo hubiese chequeado lo que me había dicho Kyle, tal vez las cosas hubiesen sido muy diferentes.

Trago saliva y agarro mi celular para ver si Kyle me ha respondido los mensajes. Nada. Aparto la vista y luego de unos minutos la vuelvo a fijar en la pantalla. Nada. 

Busco en mi blog algún consejo para responder ya que necesito desesperadamente dejar de estar pendiente de mi celular para ver si Kyle me ha hablado. Sin embargo, no me siento capaz de responder ninguno. ¿Qué diablos puedo decir yo en este momento que pueda ser de ayuda? Yo soy la que necesito un consejo.

Y es entonces cuando mi madre toca la puerta y aparece como si hubiese escuchado mis pensamientos. A veces creo que lo hace.

—Cariño, ¿estás mejor? —pregunta ella sentándose en la cabecera de mi cama.

No finjo, no con mi madre.

—No —admito—. Ahora en lo único que puedo pensar es en lo mal que debe de sentirse Kyle por la traición de Austin y de Jess. Sobre todo de su mejor amigo. Si Lily me hiciera algo así... —Suspiro—. ¿Cómo va ahora Kyle a confiar en alguien más después de que las personas en quien confiaba lo lastimaran así?

—Será difícil, seguramente —responde al mismo tiempo que agarra mi conejo de calcetín de mi mesa de luz y juguetea con él—. Probablemente necesite tiempo, debe procesar el dolor y su nueva realidad. Será un antes y un después en su vida, pero él es quien debe transitar ese camino. Aunque siempre es mejor tener ayuda y un hombro en quien apoyarse —asegura mirándome de manera significativa.

—¿Yo? —me rio con amargura— Kyle no me quiere ni ver tampoco. Puede que yo no sea la primera de su lista de personas indeseadas en este momento, pero estoy seguro que estoy en el lugar número tres. Yo también lo he decepcionado, mamá. Me odia.

Ella se ríe y niega con la cabeza.

—Kyle no te odia, Amber.

Entrecierro los ojos al mirarla.

—Papá me dijo que dirías algo así.

Se encoge de hombros y vuelve la vista al conejo.

—¿Quién te ha regalado esto? —pregunta y yo la miro con las cejas alzadas con miedo a que le estuviera agarrando un ataque de amnesia.

—Tú, mamá —respondo de manera obvia—. Si lo sabes. Me lo has regalado el día que me he caído del tobogán en el instituto a los siete años y no paraba de llorar.

—Ah —contesta inspeccionándolo y luego alza la cabeza con una sonrisa extraña—. ¿Estás segura?

Frunzo el ceño.

—Claro que sí. Recuerdo que el doctor te dijo que iba a estar bien y tú sacaste el regalo de tu espalda para que dejara de llorar.

—Ya.

Mi madre no deja de sonreír y mi respiración comienza a acelerarse.

—¿Qué es lo que no me estás contando? —pregunto, ahora con la mirada fija en el calcetín. Ya está raído por el paso del tiempo, pero me niego a desecharlo. Recuerdo como ese conejito me calmó cuando estaba presa del pánico porque me tuvieron que dar puntos de sutura en la pierna.

—Recuerdo que llegué a toda prisa al instituto —me cuenta mi madre—. Tú estabas en la zona de los juegos en el exterior, sentada en una banquilla con el doctor al lado. Estabas verde del pánico y yo me quedé contigo mientras el médico te cocía la rodilla. De todas formas, no se me pasó desapercibido que un niño de tu edad, con ojo negros y con el pelo oscuro ondulado tan largo que le dificultaba la vista, te miraba con preocupación. No era la primera vez que lo atrapaba observándote —me dice y siento la boca seca y el sonido de mi pulso acelerado en los oídos—. El médico terminó contigo y la directora me pidió que me acercara un momento para decirme algo. Luego de que termináramos de hablar, me estaba dirigiendo de nuevo hacia ti cuando sentí que alguien tiraba de mi mano con suavidad. Bajé la vista y allí estaba Kyle, con el conejo de calcetín en la mano. Me dijo que lo había hecho para ti y me preguntó si te lo podía entregar. Yo le sonreí y le dije que podía dártelo él mismo, pero él se negó y dijo que no lo ibas a aceptar si te lo daba él, que por favor no dijera nada. Yo lo acepté y él se fue corriendo. Allí fue cuando volví y te entregué el conejo.

Vuelvo a fijar mi vista en el calcetín, ahora viéndolo de una manera completamente diferente. Siento mi cara enrojecida. ¿Todo este tiempo había tenido un regalo de Kyle en mi mesita de luz? Pero... pero él había estado en mi cuarto, había visto el calcetín y me había preguntado por él.

—Nunca... nunca me contó nada —logro decir, sin apartar la vista del conejo.

—De la misma forma en que tampoco te contó que él fue quien vino a buscarme a mí y a tu padre cuando en aquel acto de música en el que te equivocaste, se burlaron de tí y huiste al sótano del instituto.

Alzo la cabeza de golpe.

—Pensé que había sido Lily la que descubrió dónde estaba —digo confundida.

Mi madre vuelve a sonreír, parece encantada de que finalmente me esté contando esto.

—No, cariño. Kyle siempre ha tenido la atención puesta en tí.

—¿Pero por qué no me has dicho nada? ¿Por qué él nunca me contó nada?

—Eras pequeña —respondió ella, dejando el calcetín en su lugar—. Kyle no parecía querer que sepas de su encaprichamiento contigo y tú ni siquiera te percatabas de su existencia. Supuse que algún día volverían a coincidir.

Niego con la cabeza, sin poder creerlo.

—De todas formas no significa nada mamá —digo luego de un momento—. Probablemente él se haya olvidado de todo ello, por algo nunca lo volvió a mencionar.

—A mi me lo volvió a mencionar —comenta y yo la miro boquiabierta—. El primer día que vino a casa, ¿lo recuerdas? Tú habías subido al cuarto y Kyle y yo estábamos en la cocina. Me pidió que por favor no te dijera nada de lo que te acabo de contar.

Trato de hacer memoria. Sí, había encontrado a Kyle y a mi madre hablando en la cocina de manera cómplice, pero me habían dicho que estaban hablando de la madre de Kyle.

—¡Habías dicho que ustedes dos no hablaban desde el incidente del cabello de Kyle! —exclamo— Mamá no puedo creer que no me hayas dicho nada.

Ella se quita una pelusa inexistente de su camisa.

—Me parecía adecuado que fuera él quien te lo dijera.

—Nunca iba a hacerlo —me quejo.

—No estés tan segura de eso, Amber —dice y el tono de su voz hace que le preste atención—. Sé que hay mucha información que no tengo y puede que lo de Kyle hacia ti en su momento fuera un flechazo de la infancia, pero también lo conocí siendo tu amigo ahora, he visto cómo te trata. El día que se perdió Ratón, la preocupación que tenía en sus ojos me recordó mucho a aquel día en que te lastimaste, era consciente de cada uno de tus movimientos. Cada vez que vino aquí a casa, siempre me pareció que toda su atención la tenías tú, a pesar de que estuviéramos nosotros, Maia, Dylan o Lily, ese chico parecía tener ojos solo para ti. —Niego con la cabeza y ella suspira—. Puede que me esté equivocando, pero sé que no me equivoco cuando digo que no te odia. Probablemente lo hayas lastimado y esté dolido, pero él también se equivocó contigo, ¿verdad? —Asentí. Si, Kyle también se había equivocado— ¿Y lo odias?

—No, no lo odio. Quiero verlo —susurro.

—Dale unos días más, tal vez responde, y si no, te llevaré a verlo.

La miro esperanzada.

—¿Tú crees? ¿Y si no me quiere ver?

—Por lo menos lo habrás intentado.

Sonrío y me lanzo a sus brazos. Ella me abraza con fuerza y mis ojos caen en el calcetín de la mesita de luz. Sí, definitivamente tiene un nuevo significado para mí.


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