Capítulo 26 | La esperanza
—No entiendo por qué estás tan nerviosa —dice Lily mientras esquiva a la gente para sentarse en el único espacio libre que encontramos en la cancha del instituto. Es en una esquina en la segunda fila y el ángulo es bastante incómodo, pero vamos a poder ver a los jugadores muy cerca de nosotras—. Tú accediste a venir.
Me siento a su lado con un resoplido. No hace falta que me lo recuerde.
Lo cierto es que cuando Austin me pidió con ojos esperanzados que fuera a verlo jugar a su próximo partido de basquetbol, no pude negarme. Es lo mínimo que se merece luego de haberme acompañado a ver el partido de mi hermana la semana pasada.
Ya no puedo seguir retrasando lo inevitable, es hora de que deje de evitar a Kyle. Además, ya lo había vuelto a ver y no había sido tan desastroso, decepcionante sí, pero predecible. Supongo que había sido como tenía que ser.
Aún así, no puedo evitar sentirme inquieta por el partido.
—Lo sé —contesto y observo como se termina en dos bocados su burrito cuando yo ni siquiera he tocado el mío—. Tal vez estoy nerviosa porque la primera vez que estuvimos aquí las cosas eran muy diferentes.
En ese entonces yo estaba ayudando a Kyle para que volviera con Jess y apenas conocía a Austin. Kyle y yo nos estábamos convirtiendo en amigos y ni siquiera se me hubiera cruzado por la cabeza... desearlo.
—¿La vez que besaste a Kyle? —pregunta Lily y yo la miro boquiabierta.
—¡Esa fue la última vez que estuvimos aquí, no la primera! —siseo— Dios, Lily, no estás ayudando con mi nerviosismo.
—Lo siento, lo siento —contesta y luego se pone rígida mirando un punto a mi derecha—. Tal vez deberíamos dejar de hablar del tema.
Yo sigo su mirada y veo que Jess ha llegado y se está sentando al lado de una chica que quita su mochila para dejarle espacio. Está en la primera fila a unos pocos metros de nosotras.
Mi estómago se revuelve porque es la primera vez que la veo luego de la charla que tuve con ella, y la expresión de su rostro es totalmente opuesta a la de aquel día. Ahora tiene una sonrisa radiante y parece feliz, entusiasmada por el partido. Aparto con rapidez la mirada y la centro en la cancha todavía vacía.
Lily hace una mueca antes de hablar.
—He estado aguantándome mucho tiempo sin preguntar... pero dado que pareces a punto de vomitar, lo haré. —Hace una pausa dramática y luego señala mi burrito—. No te vas a comer eso ¿no? —pregunta Lily. Yo suspiro y se lo paso. La verdad es que no creo que me entre ni un bocado. Tengo el estómago revuelto—. Relájate, Amber —dice mi mejor amiga con suavidad—. No te pierdas en tus pensamientos o en tus sentimientos. Es solo un partido que durará poco tiempo. Cuando te quieras dar cuenta ya habrá terminado.
—Es que no debería querer que termine cuando ni siquiera ha empezado ¿no? —digo, sintiéndome culpable.
—Nah, Jean diría que es la única reacción posible cuando se trata de ver deporte.
Sonrío, no solo por su comentario sino porque tiene un tono de voz diferente cuando habla sobre mi prima.
No pasa mucho tiempo hasta que los dos equipos salen finalmente a la cancha. Los vítores y aplausos se adueñan del lugar y mis ojos quedan fijados en la figura de Austin. No quiero ver a nadie más.
Cuando él alza la vista y me ve, me guiña el ojo con una sonrisa. Yo le correspondo la sonrisa saludándolo con la mano. Tiene una banda elástica en su cabeza para que no le caiga el cabello rubio sobre la frente, lo que permite apreciar el celeste de sus ojos con claridad.
Desafortunadamente, cuando el partido comienza, Kyle naturalmente entra en mi campo de visión aunque intento no mirarlo. Juega codo a codo con Austin y ambos parecen necesitar el uno del otro para desempeñarse bien.
Como la primera vez que los vi jugar, me quedo fascinada ante las habilidades que tienen. Gracias a que ya los he visto entrenar algunas veces reconozco su manera de jugar. Austin es un buen pasador, es más analítico y siempre me asombra la coordinación con la que se desempeña. Kyle, en cambio, parece ser mejor tirador, tiene una agilidad para correr y una fuerza para lanzar increíbles. Ambos hacen un buen equipo y también se nota que se entienden muy bien con los demás jugadores.
Nuestro equipo parece que le lleva mucha ventaja al equipo contrario. Sin embargo, en uno de los descansos entre un tiempo y otro, los jugadores se agrupan con el entrenador para discutir sobre el juego y puedo escuchar que el entrenador le dice a Kyle que no está centrado en el partido y por consiguiente sus tiros se están desviando mucho, algo de lo que yo no me percaté.
Oigo que uno de los jugadores, David, el armador, gruñe que probablemente sea porque su novia ha venido a verlo y por eso está con la cabeza en las nubes. Kyle lo insulta e instintivamente alza la cabeza hacia el público en busca de ella, pero en vez de mirar a Jess, nuestras miradas se encuentran por una fracción de segundos. Mi pulso se acelera y puedo notar como él traga saliva antes de desviar sus ojos hacia el entrenador quien continúa hablando. Kyle vuelve a prestarle atención, nadie parece haber notado esa pequeña distracción.
El entrenador está elogiando los bloqueos del Pivot y da unas cuantas indicaciones más antes de que el silbato vuelva a sonar. Austin le grita algo al equipo que no alcanzo a escuchar y el entrenador le da la razón y luego se dirige a Kyle.
—Muchacho, empieza a pensar más como Austin. Confío en que te desempeñarás mejor en este próximo tiempo.
Kyle asiente con el ceño fruncido.
Trato de concentrarme en otra cosa. Lily está utilizando su celular sin ser consciente del partido ni de mi respiración agitada.
El partido se reanuda y se hace interminable hasta que finalmente acaba. Cuando lo hace, exhalo aliviada. Afortunadamente nuestro equipo gana y Austin anota los últimos puntos.
Los jugadores se dispersan por la cancha, algunos van a los vestuarios, pero otros se acercan hacia sus familiares y amigos. Esto último hace Austin. Trota hacia mí con una sonrisa en la cara. Yo me pongo de pie y lo abrazo aunque esté sudado y agitado.
—¡Felicitaciones! —exclamo— ¡Has jugado excelente!
—¿Tú crees? —repone con alegría separándose unos centímetros de mí.
—¡Todos lo creemos! —corrobora Lily a nuestro lado— Gracias a ti no me he quedado dormida durante todo el partido.
Mentirosa.
Austin se ríe y tira de mí hacia el centro de la cancha. Lo sigo confundida y agarro a Lily del brazo para que nos siga también.
—¿A dónde vamos? —pregunto.
—Con los demás —me informa Austin y yo miro fugazmente a Lily haciendo una mueca.
Kyle está a unos pocos metros de nosotros hablándole a Jess. Me obligo a mantener mi rostro neutro a la vez de que Lily y yo saludamos tanto a Kyle y a Jess como a otros dos jugadores que están a su alrededor.
Jess parece sorprendida al verme, pero me sonríe con tranquilidad. No sé si ella le ha contado a Kyle sobre nuestra charla, o qué pensará de mí, pero se muestra amable y yo me relajo un poco. El que no se muestra para nada tranquilo es Kyle, que a pesar de que también sonríe y se sumerge en una conversación sobre el partido hablando animadamente, puedo reconocer su mandíbula apretada y la tensión en sus hombros.
Lily me señala el bolso de una chica diciéndome que quiere el mismo haciendo que aparte mi mirada de Kyle. Sé que lo hace para distraerme y se lo agradezco.
—No me importa lo que digas, Kyle —dice David—. En tu fiesta de cumpleaños no habrá tanto alcohol como en la de Jerry si al otro día tenemos que entrenar. No me importa cuantos insultos tenga que aguantar, el entrenador me amará.
Todos se ríen, menos Kyle y yo. De hecho, ambos nos tensamos. Nuestras miradas se cruzan y puedo notar el sentimiento de culpa en su rostro.
—¿Cuándo es tu cumpleaños? —le pregunta Lily, su voz más seca de lo normal.
—El viernes que viene —contesta Kyle y está por decir algo más cuando otro jugador, Sam, lo interrumpe.
—Y será una fiesta jodidamente increíble, con muchísimo alcohol —señala Sam mirando mal a David.
Yo no puedo contenerme mucho más.
—No sabía que cumplías años el viernes —murmuro.
Austin parece entender que Kyle no me ha invitado y le lanza una mirada inquisitiva. Kyle se apresura a hablar.
—Todavía no está todo organizado, todavía me falta invitar gente. Pero, vendrán ¿no? —dice mirándome a mí y a Lily, y aunque trata de sonar casual, no lo logra o por lo menos en mis oídos suena forzado—. Claro que están invitadas.
Lily finge una sonrisa. Yo no digo nada.
Pronto la conversación cambia, y Lily y yo contestamos preguntas aleatorias que nos hacen los jugadores. También cruzo algunas palabras con Jess, porque Kyle me pregunta cómo está Ratón y ella quiere saber por qué lo llamé así. Se horroriza cuando le cuento sobre el accidente y se ríe cuando le describo el aspecto de mi perro. Yo también fuerzo una sonrisa en los momentos que debo hacerlo, y aunque hablar con ellos no es tan difícil como me imaginaba, no pude empujar la sensación de pesadez en mi pecho durante toda la conversación.
Una hora después, cuando Lily y yo ya nos separamos y estoy hablando con Austin de camino a mi casa, no puedo dejar de pensar en el cumpleaños de Kyle y preguntarme si debería ir o no.
—Austin... —titubeo por un momento, pero luego decido que quiero conversarlo con él y no inventar una excusa— ¿Tú crees que deba ir al cumpleaños de Kyle?
Austin suspira y me mira apenado.
—Me imaginaba que estabas extraña por eso. Noté tu decepción, pero Amber que no te haya invitado antes no significa nada. Tú ya conoces a Kyle, la mayor parte del tiempo tiene la cabeza en las nubes, es muy despistado.
—No quiero que me invite por obligación —admito.
—Eres su amiga, jamás lo haría por obligación —responde y me muerdo la lengua para contradecir la parte de "eres su amiga", porque ya no sé hasta qué punto lo soy.
Decido contarle otra de mis preocupaciones.
—¿Y no crees que a Jess se sentirá incómoda?
Esto último le sorprende. Frunce el ceño y me mira desconcertado.
—¿Por qué la incomodaría?
—Bueno... recuerda que Kyle y yo fingimos estar juntos para que ella volviera con él. Tal vez no le cae muy bien que vaya... y más luego de lo que pasó con Bethany, tal vez su confianza—
La risa suave de Austin me interrumpe y yo me callo y lo observo con las cejas levantadas.
—Amber, estás preocupándote sin sentido —contesta—. Por lo que tengo entendido Jess sabe que tú ayudaste a Kyle a volver con ella. Te tiene que agradecer más que otra cosa, y realmente parece dispuesta a confiar en Kyle y darle una segunda oportunidad, así que tranquila, no va a suceder nada que te incomode. Además estarás conmigo y Lily. La pasaremos bien —me asegura, pero luego su tono de voz cambia un poco y posee un deje de preocupación—. ¿O es que te preocupa algo más?
Inspiro hondo y niego con la cabeza antes de detenerme.
—Espera, sí —digo mordiéndome el labio— ¿Qué diablos le voy a regalar?
Mierda, él me había regalado una computadora. ¿Cómo voy a superar ese regalo? Ni siquiera tengo la mitad de ese dinero como para regalarle algo importante.
Las arrugas de la frente de Austin desaparecen y vuelve a reír.
—Ya se te ocurrirá algo —me asegura—. Puedo ayudarte. Te diría de hacer un regalo en conjunto, pero siempre hacemos regalos grupales con el resto del equipo.
—No, no te preocupes. Tienes razón, ya se me ocurrirá algo —respondo sonriéndole.
****
Al otro día, sigo pensando en qué puedo regalarle a Kyle. Trato de enfocarme solo en esa cuestión, porque si me pongo a analizar todo lo demás o la forma en que Kyle pareció invitarme a su cumpleaños por obligación, decidiría no regalarle nada y no asistir a su fiesta. Así que prefiero ocupar mi mente en algo positivo para no seguir tocando heridas.
Entro a la cocina en busca de algo para merendar. Como es de esperarse, Maia y Dylan están allí, comiendo huevos revueltos. Una vez que me sirvo jugo de naranja, los miro por encima de mi vaso. Ellos me devuelven la mirada.
—¿Estás a punto de gritarnos y preguntarnos por qué estamos bajo el mismo techo que tú? —inquiere Maia mientras mastica su comida.
—Solo voy a gritarte porque te he visto hasta el esófago —replico asqueada—. No hables con la boca llena.
Maia mueve sus labios haciendo la mímica de lo que he dicho y yo ruedo los ojos.
—De hecho —digo cambiando mi tono de voz a uno más conciliador—, podrían ayudarme a pensar qué puedo regalarle a Kyle.
—¿Kyle? —repite Dylan extrañado— ¿Volvió a nuestra vida? Vaya, uno no habla contigo un día y ya se pierde como tres capítulos.
—Como cuando Norberta se pasó tres días en coma y... —comienza a decir Maia pero yo la interrumpo.
—No hace falta que les cuente los detalles. Solo que me ayuden a pensar un regalo, él me regaló una computadora. Tengo que hacerle un buen regalo.
—¿Un microondas? —sugiere Dylan rascándose la barbilla.
Resoplo.
—Dylan, con suerte tenemos un microondas nosotros. No tengo tanto dinero, ni siquiera tengo la mitad de lo que le salió la computadora. ¡Y tampoco tiene cuarenta años!
—¿Un perfume? —sugiere Maia.
—Mmm... no me convence.
—¿A Ratón? —dice Dylan viendo a nuestro perro entrar en la cocina. Maia y yo lo miramos mal—. ¡Bueno, a ti no te gusta nada! —se queja— ¿Qué le quieres regalar?
—Bueno, primero algo que pueda pagar—respondo—, y luego, no lo sé. Algo... algo que tenga sentido, que no sea superficial o...
Me quedo callada cuando una idea empieza a formarse en mi mente y esbozo una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Ya sé! —exclamo y salgo corriendo hacia mi habitación, no sin antes escuchar a Dylan decir: "solo bastaba con preguntarle qué le quiere regalar para que lo sepa, se ve que no es tan inteligente como Norberta".
En mi habitación, abro mi armario con rapidez, y comienzo a rebuscar entre mi ropa. Hace mucho que no lo utilizo, pero sé que lo tengo que tener en algún lugar. Revuelvo los cajones y ¡Aquí está!
Sostengo el pijama que me regaló mi tía hace unos años. El de Bananas en Pijamas. Busco la etiqueta y leo el nombre de la marca de ropa. Agarro mi computadora y me apresuro a buscar el nombre en internet. Es una tienda de ropa unisex y posee muchas opciones de pijamas de diferentes dibujos animados, series y películas. Sonrío al ver que tiene muchas alternativas de Bananas en Pijamas. Busco uno que también tenga dibujos de los tres osos, pero no encuentro ninguno que tenga a "Amy" en el trasero como el mío. Luego decido que es lo mejor, quizás sería perturbador dado que Amy he pasado a ser yo. Me decido por uno que tiene hasta al "Señor Rata" y sé que Kyle hará una broma con respecto a Ratón cuando lo vea. Lo compro.
Luego busco en internet una buena receta de galletas. Estoy en el proceso de anotar los ingredientes que necesito comprar cuando tocan la puerta y mi padre entra a la habitación.
—Hija, ¿Ya has sacado a pasear a Ratón? —me pregunta.
—Todavía no, lo sacaré en diez minutos.
—No te preocupes, yo lo haré —contesta y está por cerrar la puerta de nuevo cuando lo detengo.
—¡Papá! Espera, ¿La semana que viene me ayudarías a hacer estas galletas? —pregunto acercándole mi celular para que vea las galletas con forma de los personajes de Bananas en Pijamas.
Mi padre agarra el celular y lo acerca a su rostro frunciendo el entrecejo.
—¿Para qué es? ¿Una despedida de solteras?
—¿Qué? ¡No! Son para Kyle.
Él alza las cejas y me mira con los ojos desorbitados.
—¿Y por qué vas a hacerle galletas en forma de banana? —cuestiona horrorizado— Si esto quiere decir que—
—¡Papá! —grito espantada— ¿Por qué todo el mundo lo sexualiza? ¡Es una simple fruta!
Mi padre me mira fijamente por unos segundos, y luego asiente devolviéndome el celular. Yo no puedo evitar reírme. Me promete que me va a ayudar antes de salir de mi habitación. Yo me acuesto sobre mi cama sintiéndome mejor.
Tal vez es una tontería, pero siento que este regalo puede ser una buena manera de intentar que las cosas vuelvan a estar mejor entre nosotros. Sé que no volveremos a ser amigos como antes. Todo se ha complicado y no puedo permitírmelo, pero sí me gustaría que podamos hablar sin que haya incomodidad, sin que él tenga que mentirle a su madre sobre mí ni tenga que invitarme a su cumpleaños solo por educación. Me permito sentirme positiva al respecto.
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