Otro comienzo pendiente
Habiendo llegado a su casa y sintiendo el abandono de su energía, decide reposar sobre el sillón de la sala de estar, para luego escuchar su música favorita sin dejar de lado los mensajes de la misma. Sabe que hay algo dentro de sí y lo sabe hace tiempo, pero en ese momento, se permite aceptarlo. Y al terminar la canción que estaba en reproducción, pone pausa a su playlist para concretar su decisión de comprenderse. Reflexionando durante un tiempo que no pudo percibir, se tomó un momento de introspección y decidió aprovechar el encuentro entre esta situación, y su ocasional necesidad de ser creativo. Solo debía ponerlo en marcha.
Antes de meterse en su mundo y escribir, atraviesa todo un proceso para limpiar o relajar su mente; y eso le molesta, porque el tiempo no le sobra precisamente. Pero igual lo considera completamente necesario, ya que al callar los pensamientos derivados de su día a día, consigue la libertad que se requiere como para empezar a reflexionar sobre algo desde cero. Sentía que no podía dejar de pensar en todos los detallitos que se acumularon en su cabeza a lo largo del día, como el hecho de que empezara el mismo y no tuviera lo suficiente como para desayunar, que lo invadiera el cansancio por no dormir correctamente, que haya llegado tarde y le traten mal por eso a pesar de su esfuerzo por conseguirlo, que el ruido dentro del curso fuera insoportable, que percibiera favoritismo o desprecio por parte del profesor, que en los recreos escuchara a grupos de hombres hablando vulgarmente sobre mujeres, que sus compañeros incitaran al odio, que notara perversión en algunos adultos, que tuviera que guardarse todo cuestionamiento, que no pudiera evitar que algunas clases no le llamaran la atención, que la única motivación inculcada sea aprobar y no aprender, que su estilo sea señalado, que se le apliquen prejuicios, y demás situaciones que se presentan entre su comienzo del día, y el momento en el que llega a su casa. Pero el lado positivo, es que por exposición a ello, aprendió a tratarlo.
Preparó su media tarde y la bebió despacio, apoyado en el marco de la ventana que daba al patio de su casa, con su mirada perdida y su concentración volcada hacia sí. Una notificación interrumpió el momento y no dudó en silenciar su celular, para así seguir pensando sin problemas en lo que pasó y analizarlo, comprendiendo un poco más a la gente, el por qué de las distintas situaciones y cómo afrontarlas. Entendía que en realidad, lo que infestaba su imaginación, era acumular tantos sentimientos negativos, cuyos motivos ni siquiera le era posible comprender en su totalidad.
Apreciando la tranquilidad que le brindaba el movimiento suave de las plantas del patio, el aire fresco y su dulce media tarde, pudo relajarse. Al terminar, lava su taza y se encamina a tomarse una ducha; lo hace volviendo a escuchar música, con el agua a la temperatura que prefería y teniendo un espacio solo para él. Los baños también terminan, pero para entonces, ya está lo suficientemente cómodo como para encargarse de sus responsabilidades y obligaciones, aunque siempre tomando preferencias o prioridades por más que no deba. Gracias a concluir con lo mencionado, se siente capaz de crear, porque tanto fuera como dentro de su mente, se siente libre de ocupar su voluntad en ello. Por fuera, creía haber cumplido con todas las obligaciones rutinarias necesarias, y por dentro, se permitió pensar con claridad en lo que le pasaba mientras realizaba sus tareas. Recordaba distintos fragmentos de lo vivido y los cuestionaba opinando sobre lo que entendía, buscaba soluciones y se planteaba a sí mismo cómo tomarlo, o incluso, cómo podría actuar la próxima vez. Siempre intentaba mejorar cada aspecto perjudicial de su rutina, porque además sabía que también afectaba en los demás; pero inevitablemente, cualquier intento de mejorar algo que consideraba influenciable, concluía en rechazo y fracaso. Dormir mejor no era tan simple como dejar de distraerse, llegar al horario de clase no siempre era posible a pesar de lo que se le argumentaba, contra el exceso de ruido no podía combatir sin auriculares, los profesores no tomaban una posición más profesional ni ante quejas, pedirle a todo un grupo que respetaran a las mujeres parecía peligroso en cierta forma, era difícil divulgar la paz entre quienes no la querían, ante un pervertido todos se callaban, criticar se reprimía con silencio, solo se tenía una "motivación" debido al constante uso del "desaprobar" o "repetir" como amenazas, parecía imposible que la rutina de las clases fuera capaz de captar la atención teniendo tan poco dinamismo, pensaba que quienes lo señalaban no entenderían una discusión, y a los prejuicios los combatía sin descanso pero también sin éxito. Y entendiendo que aún no tenía las soluciones a todo lo mencionado ni a todo lo demás, por lo menos se tomaba el tiempo de expresarse. De esta manera, lo único que quedaba pendiente, era saciar su sed de crear.
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