¿Derrota?
Apenas hubo tiempo entre el momento en el que cerró su libro, y aquel en el que cayó dormido. Comenzó el día una vez más y se mantuvo ocupado a lo largo de este, ya que se dispuso a ayudar con el orden de toda la casa y eso nunca estaba de más.
Ese día le costó un poco más que de costumbre conseguir sentirse lo suficientemente cómodo como para escribir, pero cuando finalmente lo consiguió, no dudó en hacerlo.
Contemplaba cuarto año como una tentación a sentir esperanza, la cual al llegar, no tardaría en desaparecer.
La modalidad impuesta para atravesar el año, consistía en asistir durante una semana a la escuela y, la siguiente, no. Así se pretendía evitar los contagios y a la vez, evitar perder tiempo. Bien, ¿no? Bueno, no salió como se esperaba. Las clases virtuales aún arrastraban los inconvenientes presentados durante el año pasado; mientras que las semanas presenciales, estaban dedicadas casi en su totalidad a tomar evaluaciones. En su opinión, no había manera de que eso saliera bien, siendo que se les tomaba exámenes de contenidos cuyo estudio se encontraba tan dificultado; con el paso del tiempo, se evidenció la certeza que tenía esa opinión. Una nueva resolución les permitió a los alumnos pasar aprobando ocho materias en total, y al no tener ni una aprobada, tuvo que presentarse durante un mes en total para intentar pasar.
El tiempo corría y solo necesitando aprobar una materia más, se dirigió a preceptoría para consultar la ubicación dentro de la escuela de una profesora; luego de que se le indicara que la desconocían, se le dijo:
-Pero ya no estás en condiciones de pasar, ¿para qué vas a buscarla?
-No sé.
Se dio la vuelta para retirarse y bajó las escaleras para dirigirse a una banca solitaria. Al sentarse, pensó... y al pensar, lloró. Permaneció así, aunque tranquilizándose mientras se desahogaba, convenciéndose de que sabría manejar la situación cuando le dieran la noticia y lo que consideraba una derrota, comenzara a materializarse. Pero fue interrumpida por la pregunta de una bella chica de la cual sentía estar enamorada, quien preguntó por su estado de ánimo y quien escuchó los motivos de sus penas, pero solo hasta que pudo oír a su novia hablar de la única materia que le faltaba aprobar para pasar de año. Le indicó dónde se encontraba esa profesora, y después de darle un "piquito" tan rápido como sonrojante, ella se alejó corriendo mientras secaba sus lágrimas. La encontró, y a pesar de no haber estudiado, aprobó la lección oral que significó la clave para llegar a quinto año. Nunca había sentido tanto alivio como en ese momento, pero solo porque no existía la personificación de su futuro para demostrar su desacuerdo con esta manera de tomarse lo ocurrido.
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