Como dos peones
Además de ellas dos y dejando de lado que la bibliotecaria contaba como persona, la biblioteca estaba vacía en cuanto a gente, claro, porque tanto bellos muebles como tranquilidad, no le faltaban. Ella decide ignorar el hecho de que ese pizarrón doble parezca una copia al extranjero, que la bibliotecaria te trate como si lo último que quisiera fuera verte, y que hayan puesto banderas cuyo lema daba pie a criticar a toda la ideología de la escuela, porque prefería admirar lo bello de aquella que consideraba la parte más agradable del colegio. Aunque dejando de lado sus pensamientos, esta vez venía acompañada; por lo que luego de entender que no disfrutaría sola, tomó el pequeño impulso de directamente pedir un juego de mesa en la recepción. Pidió un juego de ajedrez y recién al tener la caja entre sus manos, se dio cuenta de que quizás su compañera prefería leer, usar su celular u otro juego de mesa; pero en fin, era libre de decirle en caso de que no quisiera jugar. Aun sabiendo eso, le preguntó a su compañera:
-¿Te gusta el ajedrez?
Respondió con una sonrisa, y luego dijo:
-Sí, lo amo.
-¡Genial!
Pero transcurrido un pequeño espacio de silencio luego de esa exclamación, la acompañante preguntó:
-¿Me enseñás?
Seguido de un "-Sí" entusiasmado y precedido por una breve confusión, acomodaron las piezas luego de poner el tablero sobre la mesa y sentarse en sillones que colocaron alrededor. Con su compañera atenta a cada palabra, ella le enseñó.
-Solo necesitás saber cómo se mueve cada pieza sobre el tablero, y en base a ello, razonar a tu manera. El objetivo es matar al rey oponente mientras defendés al tuyo, pero para eso se necesita entender algunos hechos que fácilmente podés relacionar con tu vida, como por ejemplo: siempre podés hacer un movimiento útil y no tiene por qué haber lugar para un "no sé qué hacer", nunca te conviene rendirte porque hasta solo teniendo el rey podés evitar la derrota, un error puede costarte la partida, y un largo etcétera. Pero todo lo que pueda enseñarte, vas a aprenderlo realmente jugando.
-Claro, aprendés jugando. Como en la vida misma, ¿no?
-Exacto.
Y transcurrido el inicio de la partida, su compañera optó por preguntarle:
-¿Y qué tal te va en la vida?
Eso se preguntó ella a sí misma durante el año siguiente, porque creía que las circunstancias requerían preguntarse un "¿Cómo me va en la vida?", para luego, en base a la respuesta, preguntarse "¿Por qué?". Y nada fue fácil, nunca, pero era parte de aprender a jugar.
Terminando el primer ciclo lectivo de la secundaria, se le dio una probada de lo que iba a saborear el resto de sus días en esa escuela. Llevó todas las materias en tiempo y forma, y parecía que en eso quedaba todo porque solo faltaba rendir el global (examen que incluía todo lo aprendido y valía un importante porcentaje de la nota final) de química, lo cual no veía como un inconveniente. Cabe destacar que ella no poseía un celular propio, así que su madre se encargaba de despertarla día a día, cada mañana. La mañana que ambas se quedaron dormidas, no fue motivo ni para quejas, porque parecía ser un día de casi fin de año como cualquier otro, sin productividad ni motivación; pero no lo era, porque el global se había adelantado una clase, o sea, a ese mismo día, y nadie se lo había comunicado. Terminó por enterarse cuando se lo contaron sus compañeros al día siguiente, por lo que a la próxima clase de química, llevó consigo una nota firmada por su madre y una pizca de esperanza, ambas inútiles porque la materia quedó desaprobada de todas formas.
Terminó primer año con su primer materia desaprobada y, también, su primer vivencia de una injusticia dentro del ámbito escolar que afectara directamente su rendimiento. Y le dio igual ir solamente un día de diciembre para sacar toda la materia en veinte minutos aprobando con nueve, porque se sintió extraña e insegura de todas formas, y sobre todo al retirarse mientras la profesora se "sorprendía" por el hecho de que no tuviera muchas más materias para rendir. Aun así, fue capaz de superar esa sensación dentro de pocos días, sin importar la presión por parte de la gente en general; y se convenció a sí misma de que no volvería a pasar porque se creía capaz de manejarlo de esta manera, pero eso se debía a que no lograba entender todavía que no todo depende de ella. De hecho, fue un error de su parte creer que era inmune a una etapa de su vida en la que sintiera perder el control de lo que consideraba "todo".
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