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Capítulo 3. La oscura realidad

Gracias a todas las que me siguen y tiene la amabilidad de votar y comentar la historia, las quiero muchisimo, me alientan a seguir, también les quiero dar la bienvenida a las nuevas lectoras, espero que la historia no las decepcione.

Como siempre nos seguimos leyendo :)


Dormí ese día completo hasta la mañana siguiente que me levante a causa del dolor en la mejilla y la pierna, ahí fue cuando entro el doctor con su peculiar enfermera a darme un poco de morfina y un desayuno, esta vez tuve que preguntar por el estado de Alan y me dijeron que estaba en perfectas condiciones, que se recuperaba rápido y sanaba muy bien, tal vez podrían hacerlo mi compañero de habitación y eso me alegro demasiado.

No esperé mucho para que fuese así, a mediodia lo convirtieron en mi compañero de habitación cuando la enfermera me aplica un poco más de morfina y me brindaba una silla de ruedas para que pudiera mirar por la ventana, vi como lo ponían en la camilla que estaba enfrente mio, logré verlo, estaba dormido pero vi su fabulosa recuperación, estaba sano y tenía color en la cara, su cabello rubio brillaba como antes, lo veía estabilizado y eso me dio un gran alivio, no hubiera soportado haberlo perdido, nunca me lo hubiera perdonado.

Le pedi ayuda a la enfermera para que pudiera ayudarme a sentarme en la silla y así mirar a Alan sin despertarlo, avance para verlo solo unos metros, lo contemple, sonreí con fuerza al imaginar todo lo que paso para poder llegar hacia donde yo estaba, su valentía y coraje era notable, eso jamás podría pagárselo.

Avancé hacia la ventana pero al parecer el rechinido lo hizo despertar o quizá su sueño no era tan profundo como pensé, abrió los ojos con pesadez y luego al percatarse de mi presencia parpadeo incrédulo, no pudo evitar sonreír.

—Edith —casi pareció que rió —Tenia ganas de ver como estabas.

Me acerque y le tome la mano, estaba cálida y suave, así como antes.

—Estoy mejor, gracias a ti.

Eso lo hizo sonreír con ganas, nos miramos durante un rato y suspiro, miró hacia el techo un momento y luego a mi de nuevo, estaba vez supe que iba a preguntarme lo obvio, estaba serio y sus ojos se opacaron.

—¿Has visto a Thomas?

Baje la mirada un poco, todo el recuerdo del día anterior se arremolinaron en mi cabeza, me inquiete un poco y asentí.

—Sí, lo vi ayer.

—¿Hablaste con él?

Asentí.

—¿Qué le preguntaste?

—Por que lo hizo, por qué me hizo esto —mi voz comenzó a quebrarse de nuevo, me sentí débil y frágil  y no sabía como evitarlo. —El por qué era lo que necesitaba escuchar de él.

Alan apretó mi mano y me sentí refugiada, las ganas de llorar desaparecieron un poco pero se quedo la sensación todavía en mis ojos.

—Él me salvo —admitió con aplomo —Tengo que decirtelo porque es la verdad, me dijo que no iba a permitir que Lucille acabara contigo después de firmar esos papeles, me pidió resistir, estaba seguro de que nos salvaría a ambos. Y lo hizo, te regreso todo Edtih, no quería continuar con esto.

Lo miré sin decir nada, era cierto, me había regresado todo lo que me pertenecía y lo único que me quedaba de mi vida, había luchado contra su hermana para hacerlo, me había jurado que solo quería mantenerme y sacarme con vida de aquella mansión y lo había logrado pero sus mentiras, la forma en que lo hizo, en lo que se convirtió para lograr lo que querían fue lo que en mí detuvo cualquier esperanza.

—¿Edith?

No me había percatado que había guardado un largo silencio, parpadee y le apreté la mano con ligereza, me miró con dulzura, fue como sentirme en casa, en Buffalo de nuevo, él y yo platicando como en los viejos tiempos.

—No se que decir, es todo —susurré, me miraba esperando a que le dijese todo lo que pasaba por mi mente.

—Las cosas volverán a la normalidad pero no será lo mismo Edith, eso tenlo por seguro.

Inhale profundamente.

—Ya termino, es lo que debemos agradecer. —suspiré.

—¿Estás segura de que termino?

Me apreté los labios con fuerza, miré hacia la ventana que ya daba indicios de la proximidad del mediodía, quería salir, pensar las cosas pero en mi estado era imposible, no podía concentrarme y el dolor de la pierna y el ardor de mi rostro me inquietaba mucho.

—Haz lo que tengas que hacer —me interrumpió de nuevo en mis pensamientos —Escúchame, Thomas no es lo que pensaste, cometió horribles actos pero estaba sofocado, mal influenciado, puedes ver lo que es y en el fondo parece que se arrepiente demasiado, te hizo sufrir pero creo que después de todo merece perdón.

Titubee y solté su mano.

—Tengo que terminar realmente con todo esto, ya no lo soporto más, quiero ir a casa. —solloce.

—Te llevaré a casa, Edith, te lo prometo pero antes dile todo lo que necesites sacar, antes de que sea tarde, le diste tu amor, no lo merece pero recuerda que merece perdón, es todo.

—¿Acaso tu los has perdonado?

—Le perdone lo que me hizo a mí, no lo que te hizo a ti, eso no se lo podré perdonar.

Lloré de nuevo, esta vez mis lágrimas fueron cayendo sin verlo venir, me limpie rápidamente las lágrimas de mi lado derecho para evitar que me ardiera de nuevo la mejilla pero fue demasiado tarde, comenzó a arderme como si hubiera mantenido mi piel sobre el fuego por mucho tiempo, quería arrancármela.

Me acerque de nuevo a él, le tome la mano y le bese el dorso, puse mi cabeza sobre la camilla y él me acaricio el pelo, escuche que respiraba con rapidez entonces levante la cabeza y vi que intentaba levantarse.

Se acerco a mi rostro y con su mirada fuerte pero al mismo tiempo tan cálida me tomo por completo.

—Te amo Edith, siempre te ame. Yo quiero hacerte olvidar el pasado, intenta darme esa oportunidad.

Me quedé boquiabierta al verle y escucharlo, mi cabeza temblo ante su confesión pero estaba segura que responderle, muy segura, abrí mi boca para hacerselo saber en una sola frase hasta que escuchamos el rechinido de un carrito de medicinas que la enfermera empujaba hacia la entrada, me interrumpio cuando se dio cuenta que Alan estaba despierto.

—Señor McMichael ¿A que hora despertó?

Alan dio un gesto de importunencia y trato de sonreirle a la enfermera.

—Hace unos minutos.

La enfermera me miró como si quisiera que volviera a mi cama pero no me movi, entonces ella se acerco del otro extremo de la camilla para atender a Alan.

—¿Desea algo de comer? —le preguntó mientras le tomaba la temperatura.

Alan me miró como si estuviese pidiendome permiso, yo le sonreí.

—Yo puedo darle de comer —sugerí.

La enfermera lo dudo pero luego supo que sería una manera perfecta para librarse del trabajo así que me dio oportunidad de darle sopa a Alan, cuando termine deje que volviese a descansar y le pedi ayuda a la enfermera para volver a mi cama pero antes me asegure de preguntarle algo sin que Alan lo pudiese sospechar.

—¿Donde está él?

La enfermera me hizo levantarme mientras me sostenía de los hombros, se detuvo en seco cuando le pregunté aquello, me examino la cara y se puso casi como si estuviera preguntandole algo indebido.

Tembló un poco cuando me respondió.

—¿Sir Thomas Sharpe? —tartamudeo —En una de las habitaciones al final del pasillo, nadie utiliza esa habitación, esta casi oscuro y sin uso, ha estado ahí desde anoche.

Comenzó a sudar bajo las manos y se acerco más a mi para contarme algo que seguramente nadie podía decirme, lo supe por como movía los labios y sus ojos iban de allá para acá.

—Tengo que decirle algo Lady Sharpe, la policía ya lo sabe, todo el mundo lo sabe, tal vez tarde o temprano vengan por él.

Me deje de sostener un momento para estudiarle la expresión, estaba asustada como al mismo tiempo aliviada, la gente de Cumberland parecer ser muy conservadora, no les gustaba andar en boca de nadie pero ellos sabían acerca de Allerdale Hall así que solo podían mantenerse en silencio,

La mire fijamente con recelo y ella no pudo sostenerme la mirada.

—¿Que quiere decir? —le pregunté sintiendo el horror crecer dentro de mí.

Tuvo que sostenerme con fuerza para no hacerme caer.

—Sir Thomas Sharpe —repitió con lentitud —Al fin tendrán lo que se merecen. Vendrán a preguntarle a ustedes y al señor McMichael para al fin hacerlo pagar.

Y fue ahí donde sentí que la fuerza de gravedad me jalaba con total brusquedad, la enfermera me sostuvo con todas las fuerzas que sus larguiruchas manos pudieron tener, me aferré a donde pude de ella, no pude respirar, sentí un nudo en la garganta que necesitaba deshacer.

—Lady Sharpe...¿Está bien?

Intente hablar sin torpeza pero no pude, me acerque a la silla y volvi a sentarme.

—Necesito...ir al baño. —indique, aferré mis manos a la silla para controlarme.

Rápidamente me llevo fuera de la habitación, miré por primera vez el pasillo, había pocos doctores yendo y viendo igual que enfermeras, no escuche tanto alborto en ninguna de las habitaciones, en fin, el baño quedaba cruzando aquel pasillo así que rápidamente fui a uno de los lavabos y vomite, la enfermera me brindo suero diluido en un vaso de agua.

—Está pálida, Lady Sharpe —me explico la enfermera queriendo evitar poner mala cara. —Regresemos a su habitación.

Negué con la cabeza, sintiendo de nuevo las ganas de vomitar.

—¿Llamo al médico?

Mantuve mi cabeza sobre el borde del lavabo, cerré los ojos con fuerza y respiré con profundidad.

Oh dios mio, Thomas, ¿Por qué?

—¿Lady Sharpe?

—No se preocupe por mi —le pedí —Déjeme aquí, yo misma iré a mi habitación, creo que esperaré hasta el atardecer para volver a mi cama.

La enfermera iba a replicar pero acepto, se fue caminando hacia la salida del baño dejándome completamente sola, cuando cruzo la salida de inmediato avance para ver por donde iba, me acerque a la salida para sacar la cabeza, vi que se metió a una de las habitaciones alejada de la mía y gracias a ello aproveche para salir y conducir hacia la parte más silenciosa y abandonada del pasillo.







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