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Capítulo 2. La búsqueda del perdón

Mi cuerpo yacía sobre una camilla cuando desperté, lo último que recordaba fue a varias personas detrás de nosotros ayudándonos con un caruaje y varios ayudantes que se dispusieron a ir por Alan, no por mi ni por Thomas, así que básicamente se sorprendieron al encontrarnos y más en nuestro estado, nadie dijo nada, ni ellos se limitaron a preguntarnos que había sucedido, todo se quedo con nosotros, yo tenía la vaga sospecha de que lo sabían, que cometerían un error en preguntarnos y por ello es que su silencio fue para nosotros una respuesta más directa.

Mis ojos aun no se acostumbraban al brillo cegador del sol que proyectaba una de las ventanas, así que cuando abrí los ojos tuve que parpadear para borrar esa maralla de confusión, al final noté claramente en donde era que me encontraba, era la habitación de un hospital, estaba sola, ninguna presencia, solo pude mirar alrededor varias camillas vacías y varios murmurros que se daban en un pasillo largo fuera de mi habitación, me miré la pierna, estaba enyesada y me era imposible levantarme aunque lo quisiera, solté un jadeo cuando me incorpore para estar sentada y fue ahí cuando los murrmuros cesaron, pensé lo peor ¿Era mucho fingir estar dormida? Lo que fuese que se me hubiera ocurrido fue tarde, las personas culpables del único ruido a mi alrededor entraron, lo primero que vi fue aun doctor y luego a una enfermera que llevaba un expediente en la mano.

Trataron de mostrarse afables y amistosos cuando se pusieron frente a la cama, la enfermera me tomo de un hombro para evitar que yo pudiera seguir moviendome, la miré con cara de pocos amigos.

—¿Dónde está, Alan? —les pregunté con un hilo de voz, me sentía todavia muy cansada y débil a pesar de haber estado durmiendo.

—El señor McMichael está en la siguiente habitación, se le acaba de realizar una cirugía de emergencia y esta en total reposo. —me aclaro el doctor con seguridad.

Los miré de nuevo tratando de estudiar su expresión, estaban tranquilos como si nada los hubiese aturdido, ¿Habrán sabido la razón de todo esto? ¿De cómo huimos de ahí? ¿O es que aun desconocían las circunstancias? Miré fijamente al doctor y pregunté de nuevo.

—¿Y Thomas?

Ahí fue dónde a ambos se les descompuso el semblante, se miraron el uno al otro con disgusto, sus posturas se sentían tensas y sus movimientos eran de inquietud, el doctor carraspeo y tardo un poco en mirarme.

—Sir Sharpe está al final del pasillo —vaciló un momento y luego se recuperó —A estado ahí desde que llego usted y el señor McMichael.

—¿Puedo...? —trague saliva, de repente se me hizo un nudo en el estomago pero lo ignoré a pesar de la incomodidad —¿Podría verlo?

—¿Quiere que lo llame? —se preguntó con los ojos sobresaltados y la postura congelada, lo miré confirmando que así lo deseaba, entonces miró casi aterrado a la enfermera y asintió. —Claro que sí, por ahora permanezca recostada Lady Sharpe.

Me palpito fuertemente el corazón al oir la mención del que todavía era mi nombre, me recosté de nuevo mirando hacia el techo, tuve la oportudidad de matar tiempo y mirar cada parte de la habitación, estaba tan tetrica, tan fría a pesar de tener iluminación del sol, se sentía vacía y tal vez gracias a ello me sentía tan extraña y desconocida, no me sentía yo, quizá tardaría en volver a ver un atisbo de mi otra vez, lo grave es que desconocía el tiempo que tardaría en ser yo misma.

Me volví bruscamente hacia la entrada de la habitación al escuchar pasos, fue ahí cuando lo vi parado con las manos a los lados, aun llevaba la vieja, sucia y gastada venda que le puse el día en que sufrió la quemadura gracias a la máquina, tenía el cabello alborotado y la ropa tan manchada y rasgada que le daba una apariencia fatigada, su rostro estaba en las tinieblas, sin vida, ni expresión pero en cuanto me vio pareció que su pena se desparecía y la amargura enterrada en los ojos se desprendía de ellos.

Su rostro se estremeció al dar una ligera e imperceptible sonrisa,

—Edith —pronunció sintiendo con placer mi nombre sobre sus labios.

Lo miré con miedo y al mismo tiempo con un ligero e imperceptible alivio, me quedé como una estatua al verlo avanzar hacia mi camilla, respiré con dificultad cuando su distancia se hizo diminuta, lo miré a los ojos, estaba suplicando con una fuerza descomunal mi perdon y al mismo tiempo todo aquel amor que sentía por él.

Cuando se detuvo alado de mí noté que sus manos imploraban tocarme pero yo lo miré con dureza cuando intento siquiera alzar unos centimetros, no pude evitar mirarle con resentimiento y me moleste por ello porque después de todo odiaba, me enfurecia verlo así, sin verlo venir comencé a derramar ligeras lágrimas y fue cuando sentí una sensación extraña en el rostro, cuando intente quitarme las lágrimas con el dorso de mi mano me di cuenta que llevaba una venda en la mejilla, recordé el corte que me había provocado Lucille en el elevador, empezó a arder cuando la venda se empapo.

Hice un gesto de dolor involuntario y él aprovecho el momento para acercar sus manos a mi rostro.

—No me toques —murmure con los dientes apretados, ladee mi cabeza para que no tuviera alcance suficiente.

Escuche que dio un suspiro y se alejo unos centimetros, me mantuve sin mirarlo unos largos minutos y cómo no hubo respuesta ni nada de su parte entonces me armé de valor y lo encaré.

—¿Cómo pudiste? ¿Por qué? Necesito saber...

—Hay cosas que...—se interrumpio de repente, inhalo aire y suspiro de nuevo —No se si pueda explicarlo.

—Hazlo —lo apremie con los ojos hundidos en urgencia —¿Por qué lo hiciste? ¡Por qué me enveneaste! ¡Por qué mentiste!

El dolor fue creciendo dentro de mi interior cada vez más insoportable, lloré en silencio y Thomas me tomo del brazo, di un grito cuando intenté quitarmelo de encima, no quería su consuelo quería solo la verdad,

—¡Respondeme!

Quito sus manos de encima y comenzó a hablar sin parar con voz profunda.

—Lo hicimos por nuestro apellido, por lo que habiamos sido, queriamos recuperarlo, tenerlo todo de vuelta pero no eramos nadie —bajo la mirada sin tener valor suficiente para decirme lo siguiente a la cara —Queriamos la forma fácil de recuperarlo todo y entonces encontramos la manera efectiva de hacerlo, no hubo retorno para detener lo que hicimos, acabamos convirtiendonos en monstruos y no nos importo.

Hubo ese silencio turbio que nos congelo a ambos, lo miré y cuando el trato de mirarme yo desvié la mirada, seguí llorando en silencio, recordando todo con una fuerte sensación de nostalgía y desgracia, había depositado en él todo mi amor, toda mi esperanza y futuro y todo lo cambio a la avaricia.

Me enfurecí por amarlo todavía tanto.

—Nunca me amaste —admití rompiendome en mil pedazos —No como yo lo pensé.

—Te equivocas —remarcó con la voz ansiosa, lo miré sus ojos viajaban por todo mi rostro y se acerco sin importar que yo lo interrpusiera. —Te ame desde que te vi, diste luz a todo aquella oscuridad maldita que vivió conmigo durante años, me abriste los ojos, me convertiste en la persona que desee siempre poder ser, Edith, te amo. Perdóname, por favor, te lastime y me odio por no haber sido más fuerte pero soy débil y ahora podré hacer lo que sea para recuperarte.

Con su alma sobre los ojos trató de hacerme ver que era verdad, que me daba todo amor que su cuerpo fuese capaz de almacenar, que estaba a mi disposición, que no me dejaría jamás, que sufrió por todos aquellos actos crueles del pasado y que ahora solo necesitaba la oportunidad del presente para demostrarmelo. Había enfrentado a su propia hermana por mi, había salvado a Alan por mí y ahora solo quería vivir en consecuencia de lo que eso pudo haber causado, fuese en contra o a favor suyo.

Me provoco un estrugamiento el dolor que me provocaba la herida que llevaba por dentro, aquella que había sido causada por sus mentiras y la forma ingenua en la que caí en ellas, tal vez era cierto que no estuviese mintiendo ahora pero ya no podía confiar en él, lo hice cuando ibamos ser atacados por Lucille pero ahora se volvió una confusión terrible que me envolvió en un mareo insoportable.

—Ya no sé que creer, no se que hacer pero no se si volveré a confiar en tí.

Thomas se arriesgo demasiado al levantar su mano y acariciarme mi mejilla lastimada con suavidad, me congele, no pude apartarme porque tuve el error de mirarle a los ojos y hundirme en ellos como si hubiese sido la primera vez en nuestras vidas que finalmente podiamos ser quien eramos.

—Confiaste en mi cuando te lo pedi ¿Por qué no de nuevo?

Porque la Edith de antes se había vuelto en un fantasma sepultado cuando habían finalmente salido de Allerdale Hall y ya nada iba a poder traerla de vuelta.

—Ya no soy la misma. —le aseguré con la voz quebrada por tanto llorar.

Sus ojos me encerraron en una prisión de la cual no pude salir.

—Yo tampoco. Créeme.

Aun llevaba su mano sobre la mejilla, me deje caer en su encanto y lo miré sin poder hacer nada más que en indagar en su alma una vez más para acabar con todas mis dudas y entonces acerco su rostro y ahí fue donde tome la mano que estaba posada en mi mejilla, me aferré a ella y luego la quite lentamente de mi rostro.

—Vete, por favor —le pedí con un hilo de voz —Necesito descansar.

Vi ante mi como el fuego de sus ojos se extingio por completo, vi como se le oprimia el pecho y bajaba la mirada hacia el suelo pero antes vi que sus ojos se cristalizaban y evitaba a toda costa que me diera cuenta, trago saliva con dificultad y asintió.

—Claro. Lo siento.

No dijo nada más, avanzo hacia la salida mientras yo tenía la cabeza en la almohada del lado contrario, escuche con un gran eco sus pisadas que reverberaban en toda la habitación, me lastimaba escuchar que se alejaba, me enfermaba toda esta situación, de tan solo imaginarlo, de ver las veces en las que obedecía a Lucille, las veces en las que la amo y luego a mí, fue tan insoportable que esta vez rompí a llorar sin guardar ningun silencio.

Gracias por sus hermosos votos y comentarios

Son tan lindos de verdad me fascina leerlos. Disfruten del capítulo.

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