22
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Jungkook
Sabía perfectamente que ella ya estaba sospechando, así que decidí no verme más con esa concubina que, además, llevaba ya varias veces sin estar con ella. No me satisfacía la chica.
Salí de mi habitación directo a la de Mi Nam. Hacía mucho tiempo que no estábamos juntos como dos amantes enamorados y necesitados, y la extrañaba mucho.
Estando ya en sus aposentos, la vi en su cama con un traje rojo bien sexy y provocativo.
—¿Y esta hermosa, sexy y ardiente bienvenida? —le dije con una sonrisa coqueta.
—¿No te gusta? —me dijo con una voz algo provocativa.
—Me encanta —le respondí.
—Entonces, toma asiento en un lugar cerca para que veas lo que haré hoy por ti.
Al decirme eso, no lo pensé ni dos veces; ya me encontraba sentado en un hermoso sillón que quedaba frente a la cama.
Ella alzó sus piernas lentamente y empezó a moverlas de una manera sensual mientras me miraba a los ojos.
Luego se volteó, dejándome a la vista su trasero, y comenzó a menearlo de una manera sexy como si estuviera teniendo sexo. Ufff, si quería volverme loco, lo estaba logrando.
—¿Qué quieres que haga esta noche? —su voz estaba tan sexy y provocativa que ya sentía un bulto en mis pantalones.
—Quiero que te toques por mí —dije con ardor—. Déjame ver cómo te tocas.
Ella sonrió y se acostó en la cama, empezando a bajar suavemente su mano hasta llegar a su intimidad.
Yo la observaba sin despegar mis ojos de ella. Había olvidado lo que era una noche con mi chica.
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《Mi Nam...》
Esa noche estaba dispuesta a hacer todo lo que él me pidiera sin negarme.
Así que opté por hacer lo que me pidió.
Con mi mano derecha empecé a pasármela por todo mi cuerpo, hasta llegar a mi intimidad. Al llegar ahí, por encima de la ropa, empecé a masajear.
Dejé salir inmediatamente un gemido ahogado.
Pude ver cómo mi chico se mordía el labio inferior mientras me miraba con lujuria.
Aparté mis bragas y empecé a masajearme mejor. Movía mis dedos sobre mi clítoris en forma circular, dejando salir gemidos de mis labios.
—Mmmmm —los gemidos estaban incontrolables.
En todo momento miraba su rostro y él estaba que no daba más. Lo vi llevar su mano a su bulto y jadear.
—Ven aquí —le dije con mi dedo índice—. Tal vez quieres ayudarme.
Él no lo pensó ni dos segundos y ya estaba en mi cama, con su cabeza entre mis piernas y sus ojos posados en mi zona íntima.
—Oh nena —dijo con la voz ronca y sexy—. Extrañaba tanto escucharlo así que me excitó. Esta noche tendré el mejor encuentro de mi vida, eso ya puedo asegurarlo.
—¿Ah sí? —le pregunté inocente—. ¿Y cómo harás eso?
Él sonrió y sin esperarlo, ya tenía su lengua acariciando mi feminidad, haciendo que soltara un suspiro.
—Aghh~~ —dije—. ¡Cielos, Jungkook, tu lengua es maravillosa! —le dije y él no pudo evitar reír.
—No lo sabía.
—Supongo que... —no me dejó terminar cuando ya estaba nuevamente pasando su lengua por toda mi feminidad, y sin previo aviso, un dedo lo introdujo en mí. Me dio una lamida que me dejó aturdida, me chupaba mi clítoris sin parar, mientras con su dedo me penetraba.
—J-Jungkook Ahhh~~ —dios mío, es un Dios.
—Eso es, gime mi nombre, nena —me decía.
Yo estaba en las nubes, hacía tanto que no tenía intimidad, casi un año y diez meses.
Jungkook empezó a acelerar sus embestidas con su dedo y yo gemía alto. Por suerte, Jeon Seul estaba en la habitación de Yuna; ella quiso estar con él esta noche. Jungkook comenzó a lamerme esta vez con su lengua, yo llevé mis manos a su cabello y lo agarré mientras él continuaba con su trabajo.
Empecé a sentir un cosquilleo en la zona que me mató. Las piernas empezaron a temblar y yo ya me iba a venir.
Parece que Jungkook se percató de eso y paró.
—¿Por qué te detienes? —le pregunté agitada y molesta.
—Porque te tengo algo mejor, te vas a venir conmigo dentro —me dijo con su voz sexy y ronca, para después quitar su túnica y bajar su bóxer, dejándome ver ese enorme bulto que tanto placer me da.
—Dice que te extrañó, nena —me dijo sonriendo divertido al ver mi rostro de lujuria—. ¿Y ustedes, nos extrañan?
—Demasiado —dije sin pensar, para cogerlo por el cuello y hacer que cayera encima de mí.
Abrí mis piernas para que él se metiera entre ellas.
Él me besó por primera vez en toda la noche, y me dejó atónita. Ese beso era lujurioso, tierno, apasionado. No podría describirlo; nuestras lenguas jugaron como si fuera un juego. Ah, pero la diferencia era que este juego era delicioso.
—¿Estás lista para gemir mi nombre, muñeca? —me preguntó y yo asentí.
Él empezó a adentrarse en mí suavemente y yo dejé salir un gemido. Hacía tanto que no estaba con él que me dolía un poco, y parece que él se percató porque se detuvo una vez estuvo dentro de mí; me besó en los labios y siguió a mi cuello para dejar besos húmedos.
— Ya puedes moverte - le dije después de casi varios minutos. Por lo que acató mi orden con ferocidad, deseoso.
El empezó a moverse de una manera sensual que me volvía loca, me hacía desear más y más. Creí que eso era una adicción, su pelvis se movía con lentitud y sensualidad mientras llevaba su mano derecha a mi muslo; lo apretaba con fuerza para con su mano libre, acariciar mis pechos
—Ohh~~ nena...—jadeaba con la respiración entrecortada—...aún estás tan estrechita como la primera vez - al decirme eso no pude evitar sonreír. Oh vamos, había dado a luz, necesitaba al menos seis meses para que mi vagina volviera a tener su apertura original. Porque apenas, según la revisión de la Doctora, comenzaba a recuperar dicha originalidad de mi vagina.
Sencillamente, Jungkook intentaba hacerme sentir bien o quizás, el tenía razón. Al no ser que el deseo de hacerme suya, lo hiciera sentir tan bien.
—Quiero que me Folles duro, Jungkook, bien duro - le hice saber mi petición en su oído, mientras el me embestia y me daba besos en el cuello.
Él empezó a acelerar las embestidas, el sudor comenzaba a ser más persistente en la belleza de su cuerpo tan definido...esto estaba bien caliente.
No me digan nada, perdí la noción del tiempo mientras sentía su masculinidad joderme en demasia.
— D-Dejame llevar el control - le pedí agitada, para verlo mirarme con diversión-
—¿Me quieres montar? - me preguntó divertido, con una sonrisa sacarrona - No dejo nunca que nadie me monte y lo sabes, pero no puedo negarme contigo... —todas las veces que fui suya y nunca pude montarlo, no me atrevía a decirlo. Pero por alguna razón, sentía que podía ser una mujer transparente con él. Nuestra relación estaba en otra etapa, dónde la vergüenza en momentos así, no era relevante para mí.
En un movimiento rápido, ya estaba encima de él llevando el control de todo. Y les cuento; se sintió atrevido, me sentí dominante. Yo era la del poder. Verlo debajo de mí admirando mis pechos, mordiéndose el labio; mirándome con esa morbosidad en su mirada, era indescriptible.
Empecé a dar saltitos que cada vez eran más rápido, hasta que me cansé de eso y empecé a menear mi cintura. No sabía que hacía, era el deseo e instinto lo que me motivaba. Así que intenté hacerlo sexy y sensual mientras que Jungkook me miraba soltando uno que otro gruñido de placer acompañado de maldiciones.
Empecé a mover mis caderas de adelante hacia atrás, queriendo capturar su hombría dentro de mí, por lo que dejó caer su cabeza en la cama poniendo los ojos en blanco. No sabía si era buena o mala señal, pero no parecía disgustarle.
—¡¡JODER!! — lo escuché decir de una manera que solo usaba cuando estaba muy excitado—QUE BIEN TE MUEVES NENA - esa fué mi muerte, esa voz si me había dejado loca.
El posó sus manos en mi cintura para ayudarme a moverme más rápido, por lo que posé mis manos en su pecho fornido.
—Quiero que me dejes a mi merced tu trasero, nena - me pidió después de varios minutos en los cuáles, había aprovechado para soltar mi cintura, sentarse en la cama y tomar mis pechos en sus manos para dejar besos en ellos.
Hice caso a su orden, me giré para montarlo estando de espaldas. Nada más mi trasero estuvo a su merced; empezó a dejar nalgadas en los cachetes de mis nalgas. Eso era tan excitante que ya yo no podía más. Me daba nalgadas sin parar y de vez en cuando, pasaba su dedo índice por el orificio de mi trasero dándome una sensación increíble. De hecho, nunca lo había hecho. Llevé mi mano izquierda a mi intimidad y me dispuse a masajear mi clitoris. Estaba envuelta en el deseo, en las estrellas; esa iba a ser uno de los mejores orgasmos.
Sentí como las paredes de mi intimidad se contrajeron, ya sabía que iba a llegar a mi clímax.
—Ohh~~ que a-apretada - dijo al sentir que mis paredes apretaban con ferocidad su hombría- Me voy a venir también nena, espérame.
Él me embestia fuertemente y yo gemía como loca, la excitación me tenía en las nubes. Apretó mi trasero dando nalgadas, cómo si no pudiera soportar tenerlo en sus manos sin proporcionar un sonido de satisfacción para sí mismo.
Las embestidas eran rápidas, sin bondad. Sin compasión, hasta que los dos llegamos al orgasmo. El extacis, a lo tan esperado.
—¡¡Mmgh, Mi Nam!! - gimió mi nombre casi en un grito ahogado.
Me quedé ahí a horcajadas, como un minuto; recibiendo espasmos sobre su miembro quién recibía lo mismo. Moví un poco más mis caderas, el gruñia para levantar un poco su cuerpo y poder morder mi espalda.
— Agh...— sabía que estaba sensible—si sigues así habrá segunda ronda - me susurró.
Sonreí con picardía. No me pregunten si hubo segunda o no, tenía las piernas cómo la gelatina.
Cuando ya había pasado varios segundos, me separé de su intimidad y me acosté a su lado tratando de respirar más calmada. Las capas de sudor acariciaban nuestra piel.
—¿Te gusto ? - le pregunté estando agitada y sudada -
Pues ambos estábamos sudados, era una capa de sudor fina. Estábamos muy agitados.
El sonrió del mismo modo para mirarme, por lo que opté por hacer lo mismo.
—Este ha sido el mejor sexo salvaje de mi vida, nena - me confesó- No sé qué pasó, pero tenía un grado de excitación elevado. Y tenerte así para mí...- me miró de arriba a abajo desde su posición, para morderse el labio- ...me encendió más. - suspiró-
Seguro también fué por la infusión.
—Me alegra saber eso...- le comenté, los ojos comenzaban a pesarme.
Yo iba a girarme, quería descansar un poco pero el me detuvo.
—¿Que pasa?
Se me quedó mirando a los ojos, pensando en si hablar o no.
—perdón - me dijo finalmente, mirándome a los ojos, sabía perfectamente porqué se disculpaba.
—Ya no importa, ¿sí?- salió de mis labios. No quería tocar más ese tema. Solo recordaría y me haría sentir mal. Solo esperaba que no volviera a ver a Elena, que no la buscara. No quería tenerla de enemiga, no a ella.
—Mm, Te Amo - auto seguido me atrajo a el y me besó tiernamente la frente, acurrucandome en su pecho para después caer exhaustos en un profundo sueño.
Con saber que aún me amaba y se "arrepentía" podía calmar mi pobre corazón.
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