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Katherine...
Varias mujeres, pasilleban por el lugar mirándonos y cubriéndose su nariz. Nosotras las mirábamos tranquilamente. El lugar tenía muchos lujos, habían bandejas y recipientes de oro.
Contando que esas mujeres tenían sus cuellos y manos con varias joyas hermosas. Hermosos cinturones de oro colocados en su cintura.
Ellas parecían ser felices aquí.
__ Quiero que las revisen a todas. Miren bien sus rostros y dientes. Sobre todo los cuerpos, miren que estén bien formados - habló una dama muy distinguida desde simple vista, de unos cuarenta y seis años o quizás más.
Pero cuando escuché hablar a esa mujer, pude darme cuenta que muchas no entenderían nada. Estaban hablando en coreano.
Debido a mi pasado, tuve la oportunidad de entender cada una de sus palabras.
Varias mujeres, se acercaron a nosotras y comenzaron a despojarnos de nuestras prendas.
__ Esto no es necesario - hablé yo, negandome a que me desvistan.
Todas las miradas se posaron en mí, con asombro y seriedad.
Tal vez no esperaban que supiera hablar coreano.
__ Nadie ha pedido qué hablara... señorita - habló la dama de manera seria - Usted hará lo que se le diga.
Sin remedio alguno, tuve que dejar que me desnudaran.
__ Revisen sus caderas, sus pechos. Miren quiénes están bien dotadas y pueden ser perfectas procreadoras para los hijos del Sultán- hablaba la mujer, mientras todas estabamos expuestas y tocaban nuestros cuerpos.
__ Agh... - me quejé cuando la mujer que me revisaba, apretó con fuerza mis pechos - No sea tan brusca - le dije de mala forma.
Ella reviró los ojos.
__ Revisen sus dientes, no quiero mala higiene en el Harén - habló para que auto seguido nos abrieran la boca a la fuerza, presionando nuestro mentón - Separen a las que estén en buen estado y llevenlas a los baños. Las doctoras las revisarán para verificar la virginidad de cada una. - sentenció
Nuestra virginidad...
Mi virginidad...
Oh Alexander...
Sentí mis ojos cristalizarse.
__ Después eligire a las Concubinas, mientras tanto las demás serán esclavas - una lágrima se deslizó por mi mejilla.
¿En qué infierno me había metido?
Ahora iba a ser la esclava de un anciano amargado.
__ Vamos - dijo una mujer joven, tomándome con brusquedad de mi brazo-
Yo le miré.
__ Agh, me lastimas- dije quejandome, haciéndo una mueca -
__ Ay, lo siento princesa - dijo con mucho sarcasmo - ¡A mi que me importa si te duele o no! - cuestionó con brusquedad- Aquí debes de aprender y darte cuenta quién eres; una esclava más - me dijo con desdén y mala cara para llevarme a la fuerza a los baños.
Jamás olvidaré todo lo que sufrí.
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Jungkook...
Escribía esos papiros, con mucho cuidado de no derramar ni una sola tinta o de no equivocarme. Tenía tantos papeles en mi escritorio, que tal vez no iba a terminar ese día.
__ Adelante - dije al escuchar que habían tocado la puerta -
Después de varios segundos, escuché las puertas abrirse y cerrarse. Para después sentir varios pasos hacia mi dirección.
__ Su majestad - dijo Sehun mientras hacía una reverencia de unos ciento ochenta grados, podía verlo de manera discreta-
__ ¿Que pasa Sehun? - dije sin mirarlo, ya que estaba concentrado en mis documentos del imperio -
__ Su majestad, han llegado las nuevas esclavas. - me puso al tanto- Hemos elegido para usted las más hermosas. - su voz era como si estuviera recitando un poema -
Dejé salir el aire.
___ Está bien, puede retirarse - comenté
__ Si su majestad - hizo una reverencia y las puertas se abrieron para después cerrarse, indicando su partida-
Entonces, me dispuse a alzar la mirada, dejando de lado los papiros.
Nuevas esclavas, nuevas concubinas. Todas con una historia diferente y con un mismo destino; servirme a mí y a mí imperio. Ahora todas debían pasar por mi cama, todas me pertenecían.
Me levanté y decidí ir a tomar un baño, de verdad lo necesitaba.
Me preguntaba; ¿cómo eran estas concubinas?
¿Cuál era la historia de cada una?
Todos los años, vienen cientos de Concubinas a mi Harén. Todas de distintos países, distintas culturas.
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Dos Semanas Después... 1501
Katherine...
Dos semanas, ya habían pasado dos semanas y seguía pasando un infierno. Terminaba todos los días agotada, con mucho agotamiento y dolores en el cuerpo.
Mientras estaba en el suelo de rodillas, con un pañuelo blanco en manos y un barde de agua a mi lado, limpiando el suelo, siendo presente las gotas de sudor en mi cuerpo; llegó un peli negro llamado Sehun.
__ Srta Hye Min, preparase. - le dijo, llamando la atención de todas - Su majestad desea verla esta noche, en sus aposentos privados - habló con picardía.
La muchacha, que era peli negra también; no podía creer lo que escuchaba.
__ ¿A mí? - preguntó sorprendida-
El peli negro pone los ojos en blanco, para volver a mirarla.
__ Y ¿a quién más?, acaso; ¿crees que el Rey desea pasar la noche conmigo?
- dijo incrédulo y con algo de fastidio, provocando la risa de todas, menos la mía. -
La chica con emoción, dejó su trabajo para correr hacia los baños con una sonrisa.
Seguí limpiando, llevé mi mano a mi frente tratando de limpiar el sudor, pero sin darme cuenta lo limpié con el trapo de la limpieza.
Dejé salir el aire con frustración en el momento que me di cuenta.
__ No más, no más. AGH... - dejé salir un jadeo, para sentarme en el suelo sintiendo mis ojos cristalizarse.
Esto era un maldito infierno.
__ Me niego a llevar esta vida por siempre - dije en un susurro.
__ Si actúas con inteligencia...- escuché una voz demasiado cerca, así que alcé la mirada para encontrarme a una dama- puedes llevar otra vida - dijo la misma mujer que me había llevado a los baños, hizo el amago de irse pero rápido la detuve-
¿De que hablaba?
__Espere; ¿a qué se refiere? No puede dejarme así - pregunté y le hice saber frunciendo el ceño, ella sonrió.
Volvió a voltearse, dándome frente.
__ ¿Sabes lo que es una Concubina?- preguntó y yo asentí lentamente- La mujer que obtiene ese título, es la más propensa a tener una vida llena de lujos- me explicó, dejándome totalmente ida.
__ No entiendo - le dije con sinceridad.
__ Si pasas una noche con el Sultán, tú vida puede cambiar. Podrías ser su Concubina Real - me explicó mejor- Pero si le das un hijo, exactamente un varón; tú vida cambiaría por completo. Podrías obtener un título de Sultana. - yo alcé mis cejas
__ ¿Ya no seré más una criada si eso ocurre? - pregunté confundida
___ Exacto - me confirmó - Tendrías unos aposentos solo para tí, joyas, oro, mucha riqueza.
Yo asentía.
___ Dígame algo señorita - le dije mirándola fijamente- ¿Por qué me ayuda? Hasta hace semanas me tratabas como trapo de piso. ¿Que cambió?
Ante esa pregunta, ella suspiró.
__ Porque veo potencial en tí - contestó.
Yo alcé ambas cejas.
¿Debía seguir viviendo ese infierno? ¿O brillar por mí sola?
___ Entonces... - decidí hablar después de varios segundos - ayúdame a llegar al Sultán- le dije muy decidida.- Si realmente desea ayudarme, demuestrelo. - dije con atrevimiento- Prefiero las acciones, antes que las palabras.
Ella dejó salir una sonrisa satisfecha.
__ Primero, te daré clases de modales. Y tratare de hacerte llegar al Sultán. Lo demás, corre por tu cuenta...
Yo sonreí satisfecha.
Si llego a conquistar al Rey, prometo hacer de él un títere manejado por mí...
-pensaba...
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Ocho semanas Después...
Habían pasado ocho semanas desde que estaba recibiendo clases de modales.
Era difícil, tengo que ser sincera. Tantas reverencias era tedioso, así como también tener que hablar con respeto a todas las personas de la realeza.
Cada día que pasaba, me enseñaban a ser una esposa perfecta. Las clases de modales eran continuas, día y noche.
Me ayudaron a perfeccionar mi escritura, así como el idioma y mi postura. Fueron semanas duras, llenas de clases tanto de día como de noche. Me obligaba a mí misma a aprender todo lo necesario.
Me enseñaron acerca de las leyes del Imperio Coreano, así como también los títulos que abarcaban en una mujer.
Fueron muchas clases en tan solo dos meses. Pero fué el precio de entrar a la Dinastía, quería un Rey de títere, pero debía esforzarme para poder ser su dueña.
Por la cama del Rey Jungkook, habían pasado muchas concubinas, demasiadas. Gracias a Dios ninguna había quedado en cinta. Lo que me abría camino hacia mi cometido.
Ahora me encontraba por los pasillos, íbamos rumbo al Harén después de recibir nuestra clase de música. Todas íbamos una detrás de la otra. Caminando de manera derecha, sin perder la postura.
___ ¡Atención! - anunciaron, lo cuál hizo que todas detuvieramos nuestro andar - ¡Su majestad El Sultan Jeon Jungkook! -
Enseguida me alarme, vería al Sultán por primera vez.
__ ¡Todas en una fila! - dijo la dama - Bajen la mirada y muestren su respeto - nos ordenó.
Todas atacamos su orden, entonces los guardias hicieron una reverencia y seguido nosotras, para sentir un fuerte aroma a chocolate con vainilla que inundó mis fosas nasales.
Vainilla...
Los fuertes pasos se sintieron, todas miraban el suelo.
Sin embargo, yo me digne a mirarlo.
Alcé mi mirada, sin temor alguno.
Mis ojos capturaron a un peli negro de cabellera hasta los hombros, ojos rasgados y nariz única, con un pequeño molde raro. Labios pomposos, rosados con un mentón muy bien definido, un rostro demasiado varonil.
Portando una elegante túnica de rojo.
《El rojo, solo lo puede vestir alguien de la realeza o de mucho poder. Por lo que las concubinas solo pueden usar ese color, en sus noches con el Sultán. Pero si lo usa en su primera noche, con el Sultán; significa que será una mujer de mucho poder en la Realeza 》
Recordé las palabras dichas por la Dama.
Ese hombre, parecía tener una gran anatomía debajo de toda esa ropa.
Era demasiado hermoso. Nada comparado con el anciano que tenía en mente.
Ya había pasado de mí, pero esta era mi oportunidad, nunca iba a tener una tan buena como esta.
¿Que podía ocurrir?
Que me mandara a la horca.
Pero iba a confiar en Dios, solo en Dios.
Tomé aire, y alcé la mirada por completo.
__ ¡Sultán Jungkook!- dije con una voz demandante que hasta a mí me sorprendió, sin embargo este se giró y me buscó con la mirada, cuando sus ojos se toparon con los míos, me regaló una mirada tan intensa, que sentí mis piernas temblar. Lentamente se acercó a mí, mientras yo sin vergüenza alguna, lo miraba directo a los ojos, sabiendo que no podía hacer eso-
Cada paso que daba hacia mí, hacía que viera cada vez más cerca, mi llegada a la realeza.
Cuándo se detuvo frente a mí, se quedó mirándome. Sin embargo, yo dejé caer todo mi peso hacia su cuerpo. El inmediatamente me sostuvo en el aire con sus fuertes brazos, ahora podía ver mejor su rostro. El se me quedó mirando fijamente, miró mis ojos y después mis labios.
¿Habrá funcionado? - me preguntaba para mis adentros.
__ Jungkook... -- salió de mí con una voz tan dulce y delicada, que parecía que recitaba un poema de amor. Este me miraba a los ojos sin comprender y a la vez sorprendido.
Solo le sonreía.
__ Jungkook... - volví a decir, dejando salir una pequeña sonrisa de mis labios, entonces cerré mis ojos simulando un desmayo.
Un segundo...
Aún me estaba mirando, podía sentirlo.
Dos segundos...
No apartaba la mirada.
Tres segundos...
Capte su atención.
Cuatro segundos...
Me estaba admirando.
Cinco segundos...
Dime que ya eres mío.
__ Guardias - escuché- Ayudenla, se ha desmayado - dijo para dejarme en manos de los guardias y seguir su camino.
Solo esperaba que hubiera funcionado.
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Jungkook...
Aún no entendía. Pero nunca había visto un rostro tan perfecto como el de esa mujer, una sonrisa tan encantadora y una mirada tan atrayente.
Juro por Allah, que mi objetivo era castigar a la insolente que se atrevió a pronunciar mi nombre.
Pero esos ojos color café claro y ese cabello rizado como el fuego, me dejaron prendados.
Nunca me había sucedido algo así.
¿Acaso me había seducido esa pelirroja?
Se atrevió a engatuzarme sin preguntarme. Cayó en mis brazos sin pensarlo y me miró con encanto.
__ Jungkook - lo decía de una manera tan dulce, dejándome ver una pequeña sonrisa encantadora.
No podía dejar de mirarla, no podía apartar mi mirada de su ser. Ni siquiera cuando sus bellos ojos se cerraron.
Oh Allah, había encontrado mi muerte, en esa mirada seductora.
__ Guardias ayudenla, se ha desmayado - la dejé en las manos de ellos para seguir mi camino -
Pero no podía dejar de pensar en esos hermosos ojos que se cargaba la condenada. Eran tan lindos y su piel se veía tan suave.
Sin duda alguna, quería a esa chica formando parte de mi Harén. Quería volver a verla.
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Katherine...
__ ¿Estás loca mujer?, te podían haber castigados por hacer eso - me dijo la dama, ella me miraba como si estuviera loca.
Yo sonreía.
__ Sí, Katherine. Te podían haber matado - me reprochó mi amiga, esa que hice en el barco, camino a este palacio; Elena.
__ Pero no lo hizo. A lo mejor le gusté
- dije sonriendo victoriosa, haciendo que ellas rieran divertidas -
__ Ay... - dijo en un suspiro-... esta chica
- dijo la dama sonriendo -
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Los días habían pasado, ya hacía casi una semana desde mi encuentro con el Sultán, pero no volví a verlo.
Aún seguía trabajando como esclava, tal vez sería así para siempre.
Tal vez era mi destino.
__ ¡Chicas! - llamó con euforia la dama, haciendo que yo dejara de lado mi trabajo de limpieza, para prestarle atención- Hoy la madre Sultana, ha preparado un fiesta, para su majestad. Necesitamos bailarinas, las cuáles yo eligire. Hoy es un día de fiestas, niñas - anunció la dama, todas comenzaron a reír y gritar de la emoción.
La dama me regaló una sonrisa cómplice, confirmandome que estaría entre las elegidas. A lo que sonreí satisfecha, la vida me estaba dando muchas oportunidades para llegar a ti, Jeon Jungkook.
__ Bien chicas, tienen que darlo todo, traten de mover lo mejor que puedan- nos dijo - Este es el momento de llegar al Sultán, la mujer que logre seducir al Sultán, tendrá la opción de pasar una noche con él- todas gritaron, yo solo mantuve la calma- Así que esta noche, ustedes tienen el control.
Todas empezaron a gritar de la emoción y yo... simplemente me imaginé todo. Esa era mi oportunidad y no la podía desaprovechar.
Tenía que conseguir, gustarle a Jungkook.
Necesitaba que el posara sus ojos en mí.
Oh Allah, ayúdame a llegar a ese hombre... - pensaba una y otra vez.
CONTINUARÁ...
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