19
Había estado toda la noche despierta, no pude cerrar los ojos para poder descansar. Tenía miedo de que alguien le hiciera daño a mí hijo.
¿Era normal? Lo era, en un nido de víboras siempre ocurría algo.
Sumida en mi pensamiento y cansancio, apareció frente a mí Elena, vestida con un hermoso vestido carmesí.
Ella dirigió su mirada al ser que nació de mí, para luego posarla en mi persona y bajar la mirada.
- ¿Dónde estabas mujer?- cuestioné sorprendida de su presencia- Anoche por poco doy a luz en el pasillo buscándote - le dije algo débil, pero el reproche estaba.
Quería que ella estuviera conmigo en ese momento. Era mi mejor amiga, mi única familia antes de nacer mi pequeño. Elena era mi confidente, confiaba en ella con mis ojos cerrados porque sabía que esa preciosa mujer de cabellera castaña, con un corazón bondadoso y sincero, sería incapaz de traicionarme o mirarme con ojos de prepotencia, ni maldad.
- Lo siento, había ido a los baños. Vine en cuanto me dijeron. - es su excusa, la única manera en la que se defiende.
- Mm, me desperté como a las cuatro de la mañana por el dolor.- le hice saber- Hazme un favor, cuida a mi pequeño - le pedí con súplica y agotamiento. La vi alzar la mirada para observarme.
- Claro - ella se acercó a mí, tomé al pequeño en brazos, acaricie su rostro. Dormía en mi regazo-
- ¿A que está precioso? - le pregunté sonriendo- Anda, tómalo en tus brazos- lo extendi-tu eres su nana, su segunda madre- ella sonrió y lo tomó en sus brazos-
Se le quedó mirando atentamente. Y yo la miré a ella. Ah, realmente estaba agradecida con Allah por bendecirme al poner Elena en mi camino.
- Que pequeñito.
- Mm... cuídalo por mí ¿sí?- pedí para bostezar-No he dormido en toda la noche y realmente estoy cansada - ella asintió No dejes que nadie se le acerque, podrían hacerle daño
-Nadie le haría daño
Yo asentí no muy convencida, no tenía fuerza para discutir. Me recosté mejor en la cama para dormir y caí en los brazos de morfeo.
●●●
Abrí mis ojos, cuando de repente sentí una presencia, era cómo si alguien manteniera su mirada en mí. Por lo que volteé encontrandome a Jennie.
-¿que haces? - pregunté aterrada.
- Ayudándote a desaparecer a ti y a tu pequeño - ni siquiera me di cuenta cómo fué, en menos de milisegundos, ella estaba asfixiando a mi hijo con una almohada.
Yo quería gritar pero no podía, abrí mi boca, mi expresión de horror era notoria. Y aún así por más que lo intentase, no podía gritar hasta que me levanté exaltada.
●●●
- ¡¡Jeon Seul!! - exclamé asustada, aunque diría que en realidad grité, miré a mi lado tratando de ver a mi primogénito, pero para mi grata sorpresa totalmente desagradable, mis ojos no lo captaron.
Solo eso necesité para sentir el miedo en mí piel, aferrándose a mi corazón y mente en ese terrible sueño tan patético pero aterrador.
- ¿Elena?- pregunté y nadie me respondió por lo que me desesperé aún más.
Me levanté como pude a pesar del dolor que aún sentía, estaba muy asustada. Revisé cada rincón de mis aposentos, estaba aterrada. No había señal de mi hijo por lo que abrí la puerta de los aposentos.
- Mi hijo - grité cómo una loca desquiciada, qué había perdido el juicio. ¿La verdad? Lo había perdido al no verlo en la habitación.
Salí a gritar por el pasillo, no me importaba estar en una tela fina casi transparente, cómo vestido, mucho menos parecer una loca gritando.
-¡Jeon Seul!- grité cuando llegué al Harén. Todos se me quedaron mirando confundidos.
-Es la srta Mi Nam
-Ahora es la Sultana - susurraban mirándome caminar descalza, sin rumbo.
- Mi Nam...- escuché la voz de Lía, me detuve al verla caminar hacia mí - ¿que haces aquí? - me preguntó sorprendida por mi apariencia-
-Señorita Lía, ¿Dónde está mi hijo?- pregunté tratando de mantener la calma pero me era imposible al verla tan serena sin contestar mi pregunta-¡¡Jeon Seul!! - grité nuevamente para dar un paso y obviar la existencia de la mujer a mi lado.
- Ya deja la estupidez y regresa a tus aposentos - espetó con fastidio, dándome una orden y tomándome bruscamente por mi brazo derecho, haciéndome retroceder de manera violenta.
No lo pude evitar, todo en mí encendía, ardía en llamas con temor a que mis enemigos estuvieran con mí pequeño.
¿Porqué nadie podía decirme dónde demonios estaba?
¿Por qué tanta maldad?
¿DÓNDE ESTÁ MI HIJO?
Posé mi mirada en ella con todo el coraje que sentía, sintiendo el ardor en mi brazo sostenido.
- ¿Estupidez?- cuestioné con ironía, sosteniendo su mirada al ver que ella seguía tratando de ejercer su poder en mí- ¿Osas hablarle y jalonear a la Concubina favorita del Sultán?-le dije levantando la voz - Ya no soy la srta MI Nam, las cosas han cambiado - todas me miraban, principalmente ella-Yo soy la madre del Príncipe, yo soy la Sultana, ya no tienes, ni puedes darme órdenes. - me solté de su agarre con brusquedad- ¡Yo te las debo dar a tí! - ella suspiró y asintió
-Tienes razón...- finalmente cedió.
Entonces pude suavizar mi mirada.
- ¿Dónde está mi hijo?- pregunté en voz baja- exijo verlo - dije al borde del llanto
- Ven, vamos conmigo - yo asentí y la seguí
Ella me llevó a unos aposentos vacíos aparentemente, una vez procedimos a entrar, vi a la madre Sultana, la Doctora y a Choi
Hice una reverencia para correr hacia mi hijo cómo pude, porque finalmente sentí el dolor en mis entrañas. Lo vi acostado en una pequeña cuna, con sus ojitos cerrados durmiendo placidamente. Me acerqué a el para tomarlo en brazos.
-Oh, mi pequeño príncipe - le dije suavizando mi voz y dándole un beso en sus mejillas mientras el me miraba - Pensé que te habían separado de mí. - finalmente el alma me regresaba al cuerpo, al tenerlo en mis brazos y sentir su cuerpecito tan relajado.
- ¿Que haces de pie? - me preguntó por primera vez, por lo que desvié la mirada oara verla- Deja al niño y vete ahora, le están revisando.- ordenó con una expresión facial totalmente neutra y fría.
Tragué fuertemente.
-No puedo, Sultana. - respondí para verla alzar una ceja- ¿Cómo pueden llevarse a mi hijo así, sin decirme ? - me atreví a preguntar por lo que ladeó la cabeza.
Lía bajó la mirada.
Estaba siendo insolente, pero ellos habían sido imprudentes.
- Yo no tengo que preguntarle a nadie- me corrigió.
Miré a mí hijo para verlo posar su pequeña manito en mi pecho, de manera inconciente.
Nadie podía arrebatarlo. Nadie tenía derecho a llevarse a mi hijo sin mi consentimiento. Así que regresé a verla.
-Sultana, el es mi hijo.- le recordé- Me asusté mucho al no verlo a mi lado, fueron horas dando a luz y nueve meses siendo su portadora de vida- intentaba llegar a su corazón para que me entendiera- Pensé... pensé que lo habían separado de mí, que le habían hecho daño...- ella cambió su expresión a una de incredulidad y enfado.
-¿Que estupideces dices, Mi Nam? - estaba... ¿enojada? - Nadie le haría daño a un príncipe de mi noble Dinastía, entiende. - alzó la voz.
- Lo llevaré a mi habitación - le dije ignorando sus palabras anteriores - El me necesita.
- El niño se queda, la Doctora lo está examinando - es su respuesta.
Oh no, mi hijo se iba.
- Sultana, es mi hijo y yo decido por el. ¿Cuantas veces piensan examinar a mi hijo ? - le pregunté triste
- No es tu hijo, tú le diste a luz pero ese niño le pertenece a la Dinastía- escuchar eso me partió el corazón, créanme- Tu solo eres la progenitora, nada más.- su voz llena de frialdad, lograba que dagas atravesaran mi corazón - Ahora largo de aquí
Y así me dejaron en el suelo.
- Madre Sultana... - iba a hablar pero ella ni me miró -
- Choi, toma al príncipe y dáselo a la Doctora - sentenció y la srta se acercó a mí pero no quise dárselo, me negaba pagándolo a mi cuerpo.
- Es mi hijo, solo quiero tenerlo conmigo Sultana- le dije llorando, si, las lágrimas hicieron presencia.
- Cuándo pasen unos días lo tendrás contigo.
-P-Pero - no pude ni terminar cuando ya me lo habían quitado de mis brazos.
- Llevatela de aquí y haz que descanse- le ordenó a Lia, acató su orden y me sacó de allí prácticamente a rastras-
Esto me lo pagaría, claro que sí. ¿Cómo podía separarme de mi pequeño? Ni siquiera me avisaba.
Me fui a mis aposentos con la mirada al suelo mientras las lágrimas salían de mis ojos, no podía ni tener a mí bebé conmigo, eso era tan triste e injusto.
¿Di a luz a la Dinastía? ¿No tenía voz ni voto en la vida de mi hijo?
Ni siquiera llevaba un día con el y ya lo apartaban de mi lado.
Oh, mi pequeño, mamá te extrañaba tanto.
Al entrar a los aposentos me acosté a dormir o eso intenté pero era imposible. No podía dormir sabiendo que mi hijo no estaba a mi lado.
●●●
Jungkook:
Caminé hacia los aposentos de mi amada, me habían hecho saber de que un nuevo príncipe era partícipe, pero mis ojos captaron a esa mujer de cabellera negra que me dio la vida.
- Madre - saludé de manera respetuosa-
- Hijo mío, ¿vas a la habitación de Mi Nam? - preguntó para llegar a mi lado.
- Sí, madre. ¿La han examinado?
- Vamos juntos, la doctora tiene que examinarla ahora. - es su respuesta.
Pensaba que la habían examinado tan pronto llevaba horas de dar a luz.
Asentí para continuar mi recorrido, solo que ahora tenía su compañía.
Al entrar me encontré con una Mi Nam totalmente decaída.
- Mi Nam - dije acercandome a ella, la vi alzar la mirada para verme con sus hermosos ojos algo rojizos, había estado llorando. Me senté en el borde de la cama -
-Su m-majestad - ella me miró con esos ojitos llorosos y tristes. Acaricié su mejilla .
-¿Qué te sucede, amada mía? - le pregunté
-Oh, alteza - ella miraba a la madre Sultana y luego me miraba a mí - Extraño a Jeon Seul.
Fruncí el ceño algo confundido.
- ¿Y dónde está? - le pregunté
-Está junto a la Doctora desde muy temprano.- miró a la Madre Sultana de soslayo para regresar a mis ojos- Me gustaría verle, su alteza, pero la madre Sultana me lo prohibió - dijo haciendo puchero, que tierna -
Yo me giré para mirar a mi madre, la vi algo pálida y sin expresión. No le gustaron sus palabras, era obvio. Lo que me hacía entender que buenas intenciones, no habían.
-Traigan a Jeon Seul - ordené -
La srta Choi miró a mí mamá y ella asintió
- Gracias su alteza - agradeció sonriendo mi hermosa Rosa-
A mí me encantaba verla sonreír, era tan hermosa.
Pasaron varios minutos, quizás quince.
-Oh, mi pequeño- dijo al ver que ya lo traían - Ven con mamá - se veía tan emocionada por cargar a nuestro hijo que cuando lo hizo, chilló de la emoción.
Era una pequeña niña.
-Mm, mi corazón, mi pedazo de luna - le dijo dejando salir una lágrima de su ojo derecho. Para besar su coronilla - Eres mi vida entera, hijo mío.
Escucharla así tan maternal me hizo sentir una sensación extraña, sabía que sería una buena madre.
Ella me miró para sonreír al verme tan centrado en ellos.
-Puedo darle más príncipes si desea, alteza - me dijo con seguridad- Pero solo le pido algo a cambio. - ladeé la cabeza con diversión.
- ¿Y eso es ? - le pregunté sonriendo
- Su amor, alteza, solo le pido eso - al escucharla decir eso con ternura y al mismo tiempo tristeza, me partió el corazón- Nunca me deje de amar.-
Yo le sonreí y llevé mi mano a su mejilla para dejar leves caricias mientras ella me miraba enternecida.
-Te amo, Kim Mi Nam - ella sonrió-
De repente sentí que la puerta se cerraba. Mi madre había abandonado los aposentos.
-Me tienes a tus pies, nunca podría dejar de amarte. - le hice saber- Me tienes enloquecido. Eres la dueña de mi corazón, de mi vida, Mi Sultana Mi Nam .
- Alteza...
-Gracias por darme este hermoso regalo, un príncipe - le agradeci-
-Gracias a usted, su majestad.
Joder, nunca pensé que me volvía así de cursi con una mujer.
Debía reconocer que era fuerte ante mis súbditos y la Corona, pero ante ella, era un sumiso...
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