10
Dos malditas semanas, dos malditas semanas que fueron una tortura. El Sultán estaba de expedición y lo extrañaba demasiado, me sentía tan sola en ese palacio de depravados, en ese lugar dónde todos me detestaban.
No había salido de mis aposentos, pero aún así ya era demasiada tarde. Al parecer a una persona no le agradaba que pasara tanto tiempo aislada del harén. La madre Sultana me mandó a llamar. No lo iba a negar, era raro.
Empecé a caminar a paso lento hasta llegar a los aposentos de la madre. Cuando lo hice toqué la puerta, sus las esclavas las abrieron para mí, después de escuchar un "adelante"
Pasé y caminé hacia ella, sin levantar la mirada. Me detuve a unos cinco pasos de su persona, bajo su atenta mirada.
- Madre Sultana... - me dispuse a hablar para alzar la mirada. Ella estaba sentada en su sofá, portaba un hermoso vestido rojo con una tiara en su cabeza, más una pose erguida. Muy elegante por dónde quiera que miraras- ¿Me necesitaba? - pregunté con amabilidad-
Ella dejó salir el aire, para llevar sus manos a su vestido.
- Sí- respondió- Me han dicho que no sales de tus aposentos-
Vaya, al parecer me tenían muy vigilada.
- Su majestad no se encuentra aquí... - hablé con precaución- Por lo que me veo sin motivos para merodear por los pasillos, no tengo amigas además de Elena...- le confesé con sinceridad, ella asintió - Además, madre...no tengo a dónde ir.
- Te voy a dar la oportunidad de salir al jardín privado - la miré extrañada ante aquello, pues ahí solo iban los de la realeza o alguien de mucha importancia-
- ¿De verdad? - pregunté sin creerlo, una sonrisa iluminó mi rostro- ¿Lo tengo permitido? - ella asintió.
¿Acaso le agradaba a la madre de mi amado?
Me hubiera encantado compartir con ella.
- Claro. - afirmó- Vístete hermosa y sal un rato. Siéntete libre. - pidió- La señorita Choi te acompañará. Ahora ve anda- me sonrió, incitandome a prepararme.
Hice una reverencia sin dejar de sonreír y salí de sus aposentos. Al parecer le agradaba a la Sultana.
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¡¡Esto era hermoso!! Era una preciosidad, había unas hermosas rosas rojas, blancas e incluso azules.
Eran demasiado bellas, tanto que lo primero que hice fué tocarlas. Quería sentir la textura suave de sus pétalos. Pero para mí mala suerte, me pinché con una espina de una hermosa Rosa roja.
- Agh... - dejé salir para alejar mi dedo con rapidez ante la reacción de mi cuerpo. Vi la sangre salir, no era mucho, era poco. Una pequeña gota cayó, ensuciando el césped. - Las rosas son hermosas, pero muy peligrosas... - murmuré para llevar mi dedo a mis labios.
●●●
Narradora...
Mientras tanto unos hombres a la distancia observaban a la hermosa francesa, con lujuria, deseo. Acechaban a su posible presa, desde la distancia. Veían la manera en la que su dedo acariciaba sus labios, incluso la sonrisa los enamoraba.
- Tú serás el indicado- sentenció la mujer mayor, señalando a un hombre joven con sobre peso y barbu-
El joven sonrió emocionado pero al mismo tiempo sorprendido.
- Oh- sonrió incluso con sus ojos- Es un honor - dijo sonriendo-
- Espere a que la Madre Sultana le avise - dijo la señora mayor, con un carácter de mandona. Se veía que era alguien importante e influyente- Se le mandará a llamar cuando la chica esté lista, ahora pueden retirarse.
Ambos se fueron y la francesa seguía ahí admirando las flores. Sin saber lo que le esperaba, lo que sucedía a su alrededor, a sus espaldas.
(...)
- Ya todo está listo, Sultana- le anunció mientras miraba a los ojos a su Señora- No se preocupe. He encontrado un esposo perfecto para ella.
La mujer mayor sonrió para tomar de su copa de vino, con elegancia.
- Perfecto- respondió satisfecha- Entonces quiero que la preparen, hoy mismo se irá de aquí.
Su sierva ladeó la cabeza.
- ¿Tan rápido, Sultana? - le preguntó con asombro.
- Claro Choi - respondió con obviedad- Debemos aprovechar que Jungkook no está. Así esa mujer deja de ser un tormento para Jennie y una posible amenaza para nuestro Imperio- dijo ella con frustración-
- ¿Que pasará cuando su majestad regrese? - cuestionó con dudas- ¿Que le diremos su majestad?
-Que se murió. - respondió con tranquilidad- Tuvo una discusión con otra Concubina y se calló de las escaleras.
Su sierva asintió, acatando sus órdenes.
- Cómo ordene, Sultana, entonces ahora mismo iré a avisarle a la concubina de que empaque sus cosas - ella asintió- Permiso Sultana- hizo una reverencia para marcharse -
●●●
Mi Nam
- Y dime, ¿era lindo? - preguntó emocionada, sonreí al verla tan emocionada por la oportunidad que me fue otorgada-
- Sí-respondi- Las rosas son preciosas, es más no te voy a contar - llevé mis manos al frente haciendo una cruz- Cuando sea Sultana te prometo que te voy a llevar - sentencie con una sonrisa -
- Ojalá ya ese día llegue. - contestó para sonreírme con emoción.
- Muy pronto, ya verás - le respondí para poner la frente en alto y fingir una pose de Sultana.
Ambas reímos.
- Serás una gran Sultana - dijo sonriendo-
- Y tú una gran Dama. ¿Porque serás mi dama de confianza, mi majo derecha, verdad? - pregunté haciendo un puchero, con ilusión-
Ella asintió frenéticamente.
Vimos a la señorita la Choi caminar hacia nuestra dirección y ambas nos pusimos de pie para hacerle una reverencia.
- Necesito que salgas - miró a Elena- Ve a limpiar los baños y déjame sola con la señorita Mi Nam -mi amiga me miró con una sonrisa y luego se fué-
- ¿Que sucede señorita? - le miré- ¿Que la trae por aquí ?- pregunté sonriente -
- Tengo buenas noticias - respondió para sonreír, sin poder evitarlo ladee mi cabeza algo confundida- Ya te hemos encontrado un esposo.- mi sonrisa se borró al instante.
Acaso dijo...¿esposo?
- ¿D-De que habla, señoirta Choi? - me atreví a preguntar- ¿Que esposo? - dije confundida -
- Mañana te casaras con un hombre de buena familia - me hizo saber- La Sultana madre lo ha escogido especialmente para usted - al decir eso no pude evitar que mis manos me temblaran. Fué como recibir un golpe bajo, un balde de agua helada-
- P-Pero... y-yo soy la favorita del Sultán - mi voz se quebró - No pueden casarme...- mis ojos se cristalizaron.
Ella alzó una ceja.
- Ya no lo eres. - respondió con obviedad- El Sultán ya no desea verte - al decir eso el corazón se me partió, se me detuvo. El sultán no podía hacerme eso.
- N-No es ci-erto - la primera lágrima cayó- El nunca me abandonaría, e-el nunca me permitiría ir con otro hombre - ahora mi rostro era un manojo de muecas raras de llanto, estaba hasta temblando-
- Ya deja de llorar mujer, deberías alegrarte- me dijo con tosquedad- ya no serás esclava
¿Acaso no podía ver que estaba enamorada del Sultán?
- No, no me iré de aquí - sentencie secando mis lágrimas y poniéndome seria -
- No me hagas utilizar la fuerza, señorita - dijo fríamente- Empaca sus cosas y acompáñame
Negué con la cabeza.
-No me iré de aquí, hasta que el Sultán me lo diga en mi rostro - dije llorando nuevamente-
La señorita respiró y dejó salir el aire.
- Guardias - los guardias hicieron presencia- Tomenla y llevenla al calabozo - ellos me tomaron bruscamente por los brazos-
- Señorita Choi - le dije llorando - No me haga esto por f-favor - estaba asustada- ¿Por qué me odian?- creo que hasta sudaba- ¡¡Jungkook, ayúdame!! - dije llorando sin intención de parar mientras forsajeaba.
- Llevensela ahora - dijo sin mirarme y me llevaron de ahí a rastras mientras yo pasaba vergüenza delante de las esclavas. No podía dejar de llorar y mucho menos de forsajear.
- Matenla - dijo una de las Concubinas riendo -
Yo no podía dejar de llorar, el Sultán no me quería, me querían separar de mi amado.
Y para terminar, todas me odiaban.
No tenía escapatoria...
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