Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

24 Las tormentas

5 años de casadas.

   Llevamos cinco felices años juntas, durante ese tiempo nació una pregunta importante ¿Queremos hijos?

    —La verdad que no me veo siendo madre, tuve que cuidar muy joven de Savannah, pasar por el orfanato. No es lo mío ser mamá. ¿Tú quieres?

   —Lo quise hace algunos años, pero me gustan más cuándo son ajenos —ambas reímos—. Disfruto de nuestra vida así, aparte podemos mal criar a los hijos de Helen y Tes, y ahora que viene en camino el primer hijo de Savi y Dex creo que vamos a estar bien ocupadas cuidándolo, Savannah con los turnos del hospital no va a poder cuidarlo, Dexter es algo inútil y llora con facilidad —le golpeo el brazo—, es cierto y las únicas que quedan disponibles a los cuales les confiaría su hijo es a nosotras.

   —Me alegra estar en la misma pagina —me acerco y colocándome sobre ella en el sillón y la beso— ¿Te dije lo mucho que te amo hoy?

   —No, y mira a la hora que me lo dices son las 9 p.m. ¿Te parece conejita?

   —Si te dije que te amaba.

   —Bueno quizás se me olvidó, recuérdamelo de nuevo, por favor —mete sus dedos por la orilla de mi camiseta y comienza a subirla, sonrió y la beso.

   A los 9 años tuvimos nuestra primera crisis fuerte, el paso del tiempo, el trabajo, la rutina, fueron haciendo mella en nosotras, nos fuimos alejando de a poco y cuando quisimos alcanzarnos, habíamos naufragado la una tan lejos de la otra que pensamos que tal vez había un punto de no retorno.

   —Estoy cansada de discutir sobre lo mismo cada día Liesel, estoy harta. Ya te he dicho que no me gusta ella.

   —Ni siquiera quieres salir conmigo a cenar, o a sacar a Electra, no quieres pasar tiempo conmigo y soy tu esposa, te recuerdo que seguimos casadas.

   —¡Porque quieres hacerlo luego de discutir o los días que llego más agotada! Es solo una amiga ¡¿Cómo te lo tengo que explicar?! Aparte está casada con hijos. Tus celos son absurdos.

   —Ah, osea que si no estuviera casada...

   —Estás siendo una imbécil. Jamás te sería infiel y los sabes.

   —Serian celos absurdos si de los siete días a la semana, no te pasarás cinco en la casa de tu amiguita.

  —¡¿Quierés saber de que hablo con Pauline y Juliana?! ¡Les hablo sobre mi esposa, sobre la mujer que ha dejado de verme con amor, sobre la mujer que se la ha tragado la rutina y ya ni siquiera tiene detalles románticos, que no quiere hacer el amor conmigo, que no me ve y encima ahora se la tragan los celos! ¡Eres increíble Liesel!

   «¿En qué momento dejamos de ser una con la otra, para ir la una contra la otra?»

   —¡¿Yo?! ¡¿Qué de hay de ti?!

  —Lo intento cada día. Te he invitado a cenar, no quieres, preparé el desayuno para las dos y prefieres dormir un rato más, me acerco e intento tocarte y me frenas diciendo que estás cansada. ¿Qué te pasa? ¿Qué quieres?

  —Un tiempo —el silencio se instala entre ambas—, necesito un tiempo, necesitamos un tiempo y pensar...

   Comienzo a llorar, yo no necesito un tiempo para saber que la amo, no necesito estar lejos de ella para entender cuánto me dolería perderla, ya casi la perdí una vez, pero si ella quiere irse, si quiere tomarse un tiempo de nuestro matrimonio y relación, prefiero que se vaya. Me saco el anillo y aunque se lo quiero tirar en la cara enojada, no lo hago.

  —Deja tu anillo cuándo salgas —comienzo a llorar y ella me mira—. A mí no me hace falta estar lejos de ti para saber que te amo y que no quiero perderte, ya te perdí una vez Liesel. Si vas a hacer esto, de nuevo, hazlo ahora. ¿Quierés un tiempo? Bien. No quiero que estés en casa cuándo llegue. Tómate el tiempo que quieras y si —el llanto no me deja hablar—, y si ya no quieres estar conmigo tendrás que tener ovarios y decírmelo de frente. Pero no te quiero de nuevo frente a mí, al menos que hayas tomado una desición.

   Intenta abrazarme y me la saco de encima, Electra nos ladra y como puedo safandome de ella cierro de un portazo. Me duele que crea que podría serle infiel, me duele que no vea más allá y piense que nuestros problemas se deben a que yo sea amiga de Pauline, amiga que ella conoce y que sabe que está felizmente casada con su esposa. Pero es con la única que puedo hablar sobre lo que me pasa, Tessa es amiga de ambas y si le cuento la comprometo a quedar en medio y no quiero nuestra amiga se vea contrariada o abrumada por elegir un bando.

   Llego a casa y al parecer todo sigue igual, pero al revisar nuestro clóset falta bastante de su ropa, dos maletas, ropa interior y en el centro de la mesa del comedor está su anillo de bodas. Tomo las alianzas llorando y las guardo en mi mesita de luz.

   —¿Qué te parece juntarnos el viernes? Griselda nos invitó a su casa, la rubia la tiene bastante ocupada y hace mucho que no... —deja de hablar— ¿Y tu alianza?

   —Tes ayúdame a terminar esta exhibición y dejar armada la sala —me saca el martillo de la mano. Me voltea para que la mire y comienzo a llorar—. Discutimos anoche, me dijo que quería un tiempo, le dije que se fuera y me dejara su anillo, y que no quería volver a verla hasta que tomara una desición.

   —¡¿Otra vez Nirvana, te hará pasar por esto de perderla, de nuevo?! Esa estúpida, imbécil, ni siquiera me lo ha dicho y ¿Dónde está ahora?

   —No lo sé, se fue anoche y no volvimos a hablar. Me bloqueó de su WhatsApp y no me atiende las llamadas, creo que la cagué y se terminó —Lloro con desespero—. Ya la perdí una vez Tessa, creo que es definitivo ahora. Ella me dejó, se acabó.

   —Hablaré con ella —me seca las lágrimas—. Cariño —me abraza—, voy a desmembrarla viva, es mi amiga, pero es una idiota.

   —No, solo dale tiempo, por favor y no quiero que ustedes se peleen por mi culpa.

   —Es su culpa, no tuya.

  —Es de ambas, ambas somos responsables de que lo nuestro no funcionara. No le digas nada a Savi, no quiero que se estrese en el último trimestre de su embarazo.

   Liesel no volvió a casa a la semana, ni al mes, y quizás fue saber que aún estaba viva o haberla llorado tanto antes, que en realidad ya no me quedaban lágrimas para ella, bueno no tantas como pensé. Va a ser un mes y cinco días desde que no nos vemos ¿La extraño? Cada día. ¿Intenté comunicarme con ella? Cada vez que pude. Pero no lo logré, al menos sé por Tes que está en rentando un departamento amoblado, y al menos respira, come y caga, lo mínimo indispensable de cualquier ser humano, pero dormir, duerme poco.

   Soy la última en irme de la galería y me paseo por las salas corroborando que no haya nadie, no queremos que nos pase de nuevo que alguien se quedó encerrado y tuvimos que venir a abrirle al idiota.

   —Hola —ella está parada más palida y delgada, con un ramo de rosas en una mano y la otra mano metida en el bolsillo de su pantalón.
  
   —Hola —le digo secamente, un ramo de flores no soluciona lo nuestro y aunque me alegro de verla, no pienso ceder fácil—. Estoy cerrando.

   —Lo sé, quería hablar contigo y te traje flores —estira el brazo, pero no las tomo.

   —¿Ya tomaste una decisión? —me cruzo de brazos.

   —Sí, por eso estoy aquí ¿Quieres que vamos a cenar a algún lado o...?

   —Lis —su mirada se ilumina, solo la llamo así, como sinonimo de, te amo—, si vas a hacer esto, si me vas a dejar prefiero no tener público para cuándo mi esposa se transforme en mi ex. Dime lo que tengas que decirme ahora y terminemos con esto.

   —No quiero dejarte —deja el ramo de flores, sobre uno de los asientos y se acerca pero doy un paso atrás—, de hecho todo lo contrario. Pensé... que no era suficiente para ti, conejita. Llegué a pensar que estarías mejor sin mí —otra vez con lo mismo, suspiro exhausta—. Déjame que te explique...

  —No, mejor hazme el favor y cállate ¡Tú y tus ideas ilógicas de pensar que estarías mejor sin ti! La primera vez perderte casi me mata de manera literal, Liesel, y aún así piensas que estaría mejor sin ti ¿Tienes caca en la cabeza? No, lo pregunto en serio, dime por favor ¿Tienes caca en la cabeza? —Ella se ríe, encima se ríe— ¿Te da gracia? Apaga la luz cuando salgas, sabes dónde quedan.

   Comienzo a caminar a la salida enojada, escucho sus pasos apresurados acercarse a mí y ella me toma y me abraza fuerte por la espalda.

   —Estaba celosa, lo admito, estaba celosa de que pasaras tanto tiempo con Pauline, de que parecía que conectabas más con ella mientras nosotras nos alejabamos y me cerré, y en vez de hablar contigo me alejé, porque ya veníamos alejandonos hacía tiempo. Necesitaba un tiempo para calmar mi interior, para que tú también decidirás si querías seguir con esta idiota de tu esposa o si querías dejarme, jamás ha dependido de mí, conejita. Perdón, por favor mi amor, perdoname.

   Me suelta y volteo a verla, ahora de cerca se ve de verdad exhausta, delgada, cansada, la batalla de su lucha interna es un reflejo en ella misma. Me mira y veo el brillo en sus ojos, veo el amor que siempre ha estado ahí, por fin vuelvo a verlo.

   —Te juro Liesel que si sales con otra de estás ideas, si piensas que estaría mejor sin ti... que Dios te proteja del castigo que voy a darte Marchant. Toma —saco de la cadena larga que cargo siempre nuestros anillos—, me prometiste que no volverías a irte Lis.

   —Me echaste en cuánto mencione un tiempo, conejita.

  —Si sabes como me pongo, para le buscas la quinta pata al gato. Ya sabes como es tu esposa.

  —Lo sé y lo siento. Si vuelvo a tener inseguridades o fantasmas que me acechen lo hablaré contigo. Te lo prometo. No volveré a alejarme en una mala racha.

   Finalmente me besa y la beso de vuelta, la acepto y la abrazo fuerte. No pienso volver a dejarla ir, me aferro a su ropa, y respiro aliviada, es inhumano todo lo que la había extrañado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro