La Clausura De Mi Libertad
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La CLAUSURA DE MI LIBERTAD
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Francia, finales del siglo XIX Capitulo I Lentamente, como siguiendo una larga carretera, el dedo fino de un niño, pasaba por entre medio de los países cartografiados en un antiguo mapa, preguntándose, quien viviría allí, como serían los valles y las calles donde allí jugaban los niños y si sería posible, recorrer ese gigantesco mapa colgado en el despacho de un importante hombre de negocios de una punta a la otra. Así recordaba el joven Nicolae, su infancia en casa de sus padres, mientras viajaba en el incomodo tren de madera, que lo había cogido en la estación Parisina Gare de Lyon.
Rápidamente, corría la pequeña Catherine, por el amplio patio interior del claustro del convento de las monjas de clausura, llamadas las Hermanas Albigenses, lugar en el que había llegado nada mas nacer, cuando siendo un bebe la abandonaron el puerta del convento para que se hicieran cargo de ella. Desde entonces, se había educado siguiendo la doctrina cátara de las Hermanas de clausura. Por eso le gustaba correr, imaginando que iba de un lugar a otro, que cruzaba senderos, surcaba mares y exploraba frondosos bosques. Así recordaba la joven Catherine, su infancia en el convento de clausura de las “Puras de Santa Elena”, mientras seguía en el, desempeñando sus labores, como Hermana de Clausura Albigense Cátara.
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Capitulo II Tras seis años de formación en la prestigiosa universidad Parisina La Sorbona, Nicolae, no solo había logrado hacerse con la titulación de “Experto en comercio y derecho internacional”, sino que había hecho sus primero pinitos en el apasionante y complejo mundo de los negocios en una empresa de origen familiar en París, que comercializaba vinos, champagne, coñac y el anís francés, el pastis. Proveedores, clientes, ferias y otros asuntos, le llevaron a viajar por el norte de Francia, en poco tiempo, Bretaña y la Champaña, ya habían sido testigos de sus contratos y negociaciones. El estudiar derecho, le otorgó fluidez lingüística para exponer sus negocios e ideas, pero también elegancia en la palabra, lo que le valió para escribir en periódicos locales, gracias a eso, pudo ganarse una red de contactos con importantes personalidades de París, catedráticos, políticos y otros hombre de negocios. Por increíble que pareciese, también sacaba tiempo y energía para ser miembro del equipo de remo “Les Jars” (Los gansos) de su facultad. París, con tan solo nombrarla, se le llenaba la boca de felicidad, pero no era su hogar, era verano, y el curso finalizó, las empresas y oficinas daban descanso a parte de su personal, y uno de ellos era Nicolae. Sentado en un viejo vagón de madera, abría el envoltorio blanco de una bagette de queso, en el que se leía “Boulangerie madame Anne”, se sentía feliz, después de mucho tiempo volvía a casa de sus padres en Avignon. Una vez terminado su almuerzo, apoyo su cabeza contra su bolsa de equipaje de mano, que utilizó como almohada, mientras el sueño comenzó a vencerle. Mientras por su cabeza comenzó a rondarle una imagen, el dedo fino de un niño que pasaba por entre medio de los países cartografiados en un antiguo mapa…
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Capitulo IIII Estudio de las ciencias del mar por Amelia Alloza, Tributos, fiscalidad y contabilidad de Champoix S.A., Ensayos, mediciones y comparativas de viñedos por Cedric Solichon, eran algunos de los muchos libros con sus autores, que se acumulaban en las repisas y escritorios del despacho de Catherine. Libros sobre estudios científicos, historia, libros de contabilidad, novelas, informes de beneficios y perdidas de bancos, daba igual el genero al que perteneciesen, su destino en manos de Catherine era el mismo, ser ordenados y encuadernados. El tipo de encuadernación era el modelo importado de Inglaterra, consistente en una simple tela de percalina sobre cartón, adornada con impresiones de oro y colores. Para los pedidos de altos cargos, nobles o documentos de estado, se encuadernaban con tablas que se recubrían de terciopelo sobre el que se añadía alguna guarnición de plata tachonada con clavos de adorno, algo muy usual en la Constantinopla del siglo V. Siendo fieles al voto de clausura, de alejarse del mundo exterior, y por respeto al oficio de encuadernadora, estaba obligada a no abrirlos para ojear, ni mucho menos leer, reservando así la privacidad del autor. Leal a la intimidad que exigían sus encargos, podían pasar centenares de libros, millares de palabras, sin descuidar su mirada a la privacidad de los textos. Era consciente, que esos libros eran el vinculo con el mundo, mas allá de los muros del convento del que había sido privada desde que era una recién nacida, enclaustrada en un mundo que no había elegido pero que asumía con total disciplina, una entrega a una rutina que no siendo impuesta, fue elegida por desconocimiento a otras alternativas, una elección, que a sus 35 años de edad aun seguía sin comprender realmente. Entre medio de agujas para coser, pegamentos, papeles, tijeras y otros enseres, destapó una caja blanca con letras azules que podía leerse “Boulangerie Las Puras de Santa Elena”, cogió uno de los dulces para llevárselo a la boca, una vez terminado y con el cansancio acumulado en sus ojos, comenzó a dormir, en su sueño aparecía una pequeña cría que corría por un amplio patio interior de un convento…
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Capitulo IV El numero 8 de la Rue de la République, era de las pocas casas que con su color rojizo, desentonaba con el monótono amarillento conglomerado de casas señoriales de la principal calle de Aviñón, lugar reservado solo para las clases mas pudientes del sur Francia, y esta, era propiedad de la familia Neuville, Pierre Neuville, destacado hombre de negocios y padre de Nicolae Neuville. En el interior de los ventanales de la casa rojiza del numero 8, Nicolae tomaba relajadamente una infusión de té, mientras su padre Pierre, sentado en un cómodo sillón verde hacia dibujos en el aire con el humo que salía de su pipa. Hasta hace poco, en la pequeño reunión familiar se encontraba Marie Herjean, madre de Nicloae y feliz esposa de Pierre, ella quería escuchar las andanzas en los últimos años de su único hijo, como cualquier madre, se preocupaba de si había comido bien, si había pasado frío con los jerseys de lana que le había mandado y si había encontrado alguna estudiante que le hiciese pronto abuela. Pronto dejaron de hablar de estos temas, y pasaron a temas mas serios, lo lejos que había quedado la revolución industrial de Inglaterra, las maquinas de hilar habían multiplicado su velocidad, la increíble maquina de vapor y ferrocarril ya eran historia, ahora, en pleno inicio del siglo XIX, los ferrocarriles habían tejido gran parte de Europa y lo hacían a velocidades nada comparable con la de las primeras maquinas, por si fuera poco, ya el hombre conquistaba el cielo, el viejo globo aerostatito era un juguete en comparación con la enorme bala voladora, que pusieron por nombre Zeppelín, capaz de atravesar países con infinidad de pasajeros por el aire, a igual que un barco lo hace por el mar. Las comunicaciones también habían progresado, gracias a la fotografía muchos ejecutivos podían tener en la mesa de su despacho el paisaje donde pasaron sus ultimas vacaciones aunque estuviera a kilómetros de distancia, igualmente el teléfono permitió a Nicolae hablar desde la residencia de estudiantes Parisina Cités-U, hasta con sus padres en el numero 8 de la Rue de la République, de Aviñón. En esta fase de la conversación, Marie Herjean, había dejado de escuchar, era ama de casa y mujer de su marido, de estos temas ni entendía ni comprendía, aunque le gustaba escuchar. -Como veras hijo –decía el padre mientras daba una larga y espesa calada a su pipa-, el mundo moderno a alcanzado su cenit, es imposible que la capacidad humana siga extendiéndose mas, gracias a nuestros avances podemos viajar mas rápido que cualquier animal, sea por tierra, mar o aire, la medicina nos hace posible llevar una vida longeva, el grado de cultura es
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inalcanzable, en la ciudad prácticamente todo el mundo sabe leer y escribir, y hay gente que aparte del francés habla otra segunda lengua como si fuera su lengua materna. -No padre –replicó Nicolae, -El mundo es como un árbol, nunca crece lo suficiente, siempre ensancha su tronco y alarga sus raíces, y sus ramas crecen colapsándose con la de otros árboles. Nosotros somos un árbol, y el mundo es un bosque, pero para seguir creciendo debemos salir. Pierre Neuville, lanzó una inocente risa, mientras alzaba la vista a uno de los diplomas en el que se leía: Pierre Neuville Président-directeur Matiére premiére et énergie du Avignon et Vaucluse Société Era la placa que identificaba a Pierre Nueville, como gerente de la empresa que el mismo creó Matériau e énergie du Avignon et Vaucluse Société, prospera compañía proveedora, distribuidora y comercializadora de materias primas y energías con sede en Aviñón y Vauclusa. -Veras hijo, cuando tenía tan solo catorce años, ayudaba a tu abuelo a llevar leña desde Aviñón a pueblos cercanos como Remoulins o Cavaillon. Hoy en día mira lo que he conseguido desde entonces, exporto uvas del Ródano ha Bordeaux, compro madera en Toulouse para hacer sillas en la factoría de Nimes, que después vendo en Estrasburgo, el petrolero de Aquitania no va a ningún sitio de Francia sin antes haber pasado por nuestra refinería que tenemos en Vaucluse y muy posiblemente el carbón con te has calentado estos inviernos en París era comprado a Matériau e énergie du Avignon et Vaucluse Société. -Si papa –replicó Nicolae, -pero observa a tu alrededor, hemos crecido mucho en el vientre de Francia, pero mas halla de los pirineos y de los Álpes y del mar de Normandia, hay todo un mundo por explora. Hizo una pequeña pausa y prosiguió. –Ese es el bosque al que me refiero. -Durante generaciones, nunca hemos salido de Francia, veras Nicolae, a mi edad, todo esto me viene grande… -¡Padre! –Intervino Nicolae sin dejar de terminar a su padre. -Durante estos años en París me he dedicado devotamente al estudio de comercio y derecho internacional, mi tesis final el último año del doctorado, titulado “Exportación e importación, una Galia sin fronteras”, fue aplaudida y valorado por mis tutores. Nicolae, miró fijamente a su padre, y con tono serio y de suplica dijo: -Padre, déjame intentarlo. Pierre, acaba de terminar su pipa, la sostuvo en su mano y se la mostró a su hijo que de la emoción de su discurso y para dar mas énfasis y convencimiento a sus palabras se puso de pie, y dijo con voz calida como cuando un padre se dirige a su hijo cuando aún es un crio:
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-Nicolae, yo soy como esta pipa, ya nada mas tengo que arder ni ofrecer, el relevo es tuyo. Capitulo V Los Cataros, también llamados Albigenses, dejaron de existir como doctrina religiosa desde el siglo XIII, perseguidos por la inquisición, liderada por el Papa Inocencio III, culpándoles de herejes, las ideas revolucionarias de considerar el juramento pecado por ligarse al hombre al mundo material o que el dios del antiguo testamento “Yahvé” se trataba del mismo demonio por haber creado el mundo terrenal, con todo su apeo negativo, egoísta e impuro, habían puesto en pie de guerra a toda la comunidad cristiana de la Europa media, que los consideraba como una secta peligrosa. Sin embargo su carácter solidario y pacifico fue ganando fieles hasta tierras eslavas, para el Papado pasó de ser una simple doctrina minoritaria a una férrea amenaza, que hizo poner en pie de guerra a la Santa sede del Vaticano, buscando aliados con la Corona de Aragón, con el Rey Felipe II de Francia y el rey Alfonso II de Provenza, para sofocar a los Cataros. Eliminados prácticamente su totalidad, quedó solo una minoría en el sur de Francia, Languedoc y La Provenza, lugares donde nació tal doctrina allá por el siglo X. Durante el siglo XIV, las disputas Papales en Roma, el traslado de la ciudad Santa a Avignon, las constantes amenazas del Islam sobre tierra Santa y otros cismas menores en el seno de la cristiandad, provocó cierto abandono persecutorio sobre la minoría Catara que quedaba aún en pie. Excomulgada por la iglesia Católica, el cristianismo tenia otros asuntos mas importantes que atender. Este cese de persecuciones contra los Cataros Albigenses, favoreció que pudieran retirarse a un convento en la ciudad Francesa de Avignon, región de donde eran originarios. Allí continuaba en silencio fieles a sus creencias y rituales, por temor a nuevas represalias, se refugiaron en un convento a orillas del rió Rodano, actuaban como convento monástico bajo el nombre de “Los puros de Santa Elena”. Aparentemente era una comunidad cristiana, pero la realidad estaba oculta bajo el nombre, ya que Cátaro, viene de la lengua Helénica griega, Kazarós (καθαρός), que significa “Puros”, así que en Puro en Heleno es Cátaro, de ahí “Los Puros de Santa Helena”. Con el traslado definitivo de la Santa sede a Avignon, la ciudad fue creciendo y siendo mas prospera, abundaba el comercio, la riqueza, la prosperidad y el lujo. Esto provocó que mucho de los monjes ocultos cataros, abandonaran los hábitos de disciplina monástica, centrados en la
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castidad y soledad, vida apartada del trato humano y alejada de riquezas y lujos. La vida en la ciudad se había hecho más atractiva, y los monjes fueron emigrando al interior de la amurallada Avignon. El despoblamiento de hombres que sufrió el convento se vio compensado por la llegada de mujeres, monjas. En una sociedad aún machista, donde el trabajo, el juego, la caza y el comercio estaba únicamente reservado a los hombres, a las mujeres solo les quedaba, bien quedarse como amas de casa, bien como monjas. Jeff Van Dick, fue el ultimo hombre Cátaro del convento, a su falleciendo, solo quedaron las mujeres que se les había negado una oportunidad en el canibalismo machista de la ciudad del río Ródano, y encontraron entre los muros del convento una forma de vida mejor, donde poder compartir y vivir en armonía con su alma y con Dios. Por votación unánime, acordaron enclaustrarse para siempre, cambiando también el nombre del convento por “Las Puras de Santa Elena”. Cada hermana tenia sus labores y obligaciones, cooperaban mutuamente para poder autoabastecerse si necesidad del exterior. En un pequeño huerto, tenían cultivo de patatas, maíz y hortalizas, en un establo, guardaban un rebaño con unas pocas vacas y ovejas, mientras que libremente por un patio exterior caminaban libremente gallinas y otras aves ovíparas. La cultivación del espíritu por medio oraciones que rezaban desde antes del alba, era compaginada con el estudio de la moderna medicina, literatura, lenguas extranjeras, matemáticas e historia, en su propia historia, en sus orígenes mas primitivos desde el judaísmo, posterior cristianismo y finalmente Cátarismo. Con más hincapié en este ultimo, a través de sus textos más sagrados, el “Rituel Cathare de Lyon” y “Nouveau Testament”, que ponen de manifiesto su disciplina, sus ritos y creencias, y el compromiso de una vida ascética al margen de la opulencia terrenal. Esto ultimo, según los defensores de lo Cátaros y cátaros en si mismos, fue lo que detonó contra ellos la ira de la iglesia católica, pues su modo de vida, austera, de castidad y sumido en la pobreza, tal y como vivió el mismo Jesucristo, entraba en confrontación directa con el ritmo de vida frenético y de opulencia de los Papas y la iglesia católica, hacía pensar en el pueblo llano, que el estilo de vida que Jesús predicaba estaba mas próximo a la comunidad cátara que a la cristiana. En pleno siglo XIX, el convento seguía funcionando, pasaron demasiados años desde su fundación, los sufrientes como para olvidar los castigos a los que fueron sometidos por la iglesia católica y por el Papado que ya había dejado Avignon, pero por muchos mas años que pasasen, jamás olvidarían su votos de cátaros y clausura. Hace 25 años, que llegó a este convento la Hermana Catherine.
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Capitulo VI A todo prisa en su bicicleta o “Vélo”, como dicen los franceses se dirigía al convento “Las Puras de Santa Elena”, el nunca había ido allí, pero lo conocía de oídas, una de las cosas que sabía a parte de su clausura y de que hacían dulces, era que encuadernaban libros, trabajos y todo tipo de obras, esto era la razón de su visita. El austero convento, de color piedra, con ventanas pequeñas cubiertas con celosía de madera oscura cuyos agujeros diminutos hacia imposible ver el interior, poco parecía importar al joven Nicolae, que rodeó el convento buscando la entrada, supuso que la puerta principal estaría bajo un crucifijo o alguna representación de la tal virgen de Santa Elena, en su lugar encontró, una curiosa estrella con cuatro puntas y puntos a su alrededor, evidentemente sino había estudiado nada acerca de los cátaros antiguos era imposible que Nicolae supiera que se trataba de un antiguo convento cátaro.
Tampoco le hizo demasiado caso a la cruz, y con dos golpes secos hizo sonar el picaporte, de la obsoleta puerta con remates metálicos negros curtidos de oxido. Una voz anciana contestó, pero no provenía de detrás de la puerta sino de una ventana que había al lado: -¿Qué le trae por aquí joven? -Verá hermana, traigo un trabajo sobre el comercio y me han dicho que aquí podrían encuadernarlo. La voz anciana del otro lado abrió hacia arriba una hoja de la ventana dejando únicamente ver un cajón de madera. -Así es joven, déjelo aquí, nosotras se lo encuadernaremos, ¿lo necesita pronto? Mientras, Nicolae sacaba un compendio de hojas de su bolsa de piel que llevaba colgada al cuello, y los depositaba en el cajón de madera. -Si hermana…. –Nicolae dudó sobre que palabra era mas acorde para referirse a ella, -o madre, ¿o monja?... digo ¡Sacerdotisa! Se hizo un silencio, en ese momento Nicolae supo que había metido la pata a la hora de referirse a la anciana. En tono seco y malhumorado respondió:
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-Esta bien, si lo necesita pronto lo tendrá la semana que viene, le pondremos la tarifa de encuadernación urgente. Sin más, cerró la ventana de golpe seco. Lo que Nicolae no sabía, es que cualquiera de las palabras Hermana, Madre o Monja, hubieran sido bien empleadas, no sacerdotisa, pues aquello no era un templo, pero lo que enrabio a la anciana de nombre Agustina, es que el joven la hizo sentirse como si fuera un bicho raro, un animal enjaulado sin nombre describible. En ese momento, desde el interior la Hermana Catherine, oyó el portazo de la ventana: -Hermana Agustina, ¿Sucede algo? -No, nada importante, otro pedido para encuadernar. Toma, aquí lo tienes, tenlo para la semana que viene, pero tampoco hace falta que te esmeres demasiado, es para uno de esos jóvenes groseros que han perdido la educación y los valores de la vida. Catherine, sonrió, la Hermana Agustina, era ya muy mayor, vivió en el convento durante mas de sesenta años sin salir de el, ya apenas podía moverse con la ayuda de un corto bastón de acorde con su altura. Para evitar tener que andar, siempre estaba en la puerta para estos menesteres.
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Capitulo VII Son las cinco de la mañana, el verano a estas horas es frió, las hermanas van saliendo de la capilla central después de haber terminado la primera oración del día “El gloria Patri”, todavía quedaban dos horas por delante para el desayuno, así que cada hermana se dirigía a sus labores, unas cosiendo, realizando pastas, empaquetando ropa, lavando, vigilando el ganado o cultivando el grano, Catherine encuadernando. Se puso manos a la obra con el trabajo que le habían encomendado, “Exportación e importación, una Galia sin fronteras”, no sabía de que se trataba, ni le interesaba, se puso lo primero a repasar que todas las hojas estuvieran derechas, que no hubiera ninguna boca abajo, y que una vez terminado, pudiera leerse el libro correctamente de izquierda a derecha, de arriba abajo y de principio a fin. Luego alineaba las hojas, las recortaba para que tuvieran todas el mismo tamaño, las prensaba, luego las cosía por el lateral izquierdo con hilo fino. Cuando estaba todo bien cogido y hecho un bloque, se ponía pegamento hecho con resina juntando el lomo de las hojas con una encuadernación de cartón grueso. Para solidificar el cartón junto las hojas se les ponía una prensa metálica para que no se moviesen y se sometían al color de un horno, con cuidado del exceso de calor. Cuando llevas quince años haciendo la misma cosa te sale de forma mecánica, es lo que le pasaba a Catherine, en un lugar tan cerrado, las limitaciones son importantes. Era consciente de su “encarcelamiento voluntario” pero su subconsciente leía por todas partes “Exportación e importación”……….” una Galia sin fronteras”, El día seguía la misma secuencia cíclica, oración, encuadernación, oración, desayuno, encuadernación, oración, almuerzo, oración, oración, labores varias, oración, ducha, cena y oración. Al día siguiente, nada cambiaría, ni al siguiente. Después de la tercera oración del día, el sol esta muy alto, y el frío de las cinco de la mañana ha menguado por completo, los rayos solo entran al convento desde el patio interior, pues por fuera ni el ladrillo, ni las pequeñas ventanas con celaría de madera dejan entrar la luz. El calor, ha secado las ultimas flores de lavanda que hay en la habitación donde Catherine desarrolla sus labores como encuadernadora, afortunadamente, en el jardín del claustro abundan las flores de lavanda, arrancó un puñado, una vez en sus manos las selecciona, las corta, con los pétalos que han caído se frota las manos, liberándose en el aire y en sus finos dedos de encuadernadora el fino aroma de la flor, y las colocas en el jarrón donde hubieron estados las otras floras con agua nueva y clara, para que perduren el máximo de tiempo.
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Capitulo VIII Algo mas lento que hace una semana debido a la lluvia, Nicolae volvía con su “Vélo”, al convento donde además de dulces, encuadernaban libros, y uno de ellos era el suyo. Con la emoción de presentar el libro a su padre, para iniciar así negocios por el extranjero, olvido el altercado que tuvo con la voz anciana del otro lado de la ventana, si se hubiera acordado, hubiera ensayado como expresarse esta nueva vez: -¡Muy buenos días Madre!, -No hubiera estado mal, para que la anciana supiera apreciar los finos modales de un estudiante Parisino. De lo que si se acordaba, era de donde estaba la puerta, debajo de la estrella con cuatro puntas y puntos a su alrededor. Poco había cambiado en tal austero y desolado conjunto arquitectónico de piedra salvo una cosa: La voz del otro lado de la pequeña ventana: -¿Qué le trae por aquí señor? La voz había retrocedido al menos cuarenta años, ahora sonaba joven, amistosa y agradable, chocaba con el aura de seriedad que flotaba en las cercanías del convento. -Si, vera, hace una semana dejé aquí mismo a una señora mayor un trabajo sobre exportaciones e importaciones… -Si, lo recuerdo –Interrumpió ella. -Se lo dejó a la Hermana Agustina, falleció hace dos días. -Lo siento mucho, -Dijo Nicolae pensando por un segundo que su muerte pudo ser a consecuencia de causarle el disgusto de no haberla llamado correctamente. -Y aquí tiene su libro encuadernado, con la factura que ha de abonar, me dijo que era urgente. Sobre la portada se leía “Exportación e importación, una Galia sin fronteras”, por “Nicolae Neuville”. -Perfecto, a quedado mejor de lo que pensaba. Muchas gracias y espero poder seguir trayéndole mas trabajos, eso será que el trabajo y la vida me irán bien. Muchas gracias otra vez y hasta pronto. Metió su obra encuadernada en su bolsa de piel, agarró su bicicleta y comenzó a pedalear camino a Avignon, y próximamente, al mundo entero. Al otro lado de la cegadora ventana, la Hermana Catherine ocupaba el puesto de Agustina, además de el de encuadernadora, se volvió hacia la capilla, tocaba rezar el Oratio admonitionis.
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Capitulo IX Antes de subirse de nuevo a un tren, que le llevaría a seguir expandiendo el negocio de materias primas y energía de su padre, Nicolae, disfruto de algunas semanas de vacaciones durante el calido verano sureño francés. Que mejor sitio que ir de vez en cuando a la costa azul, Cap d´Agde, Niza, Cannes… lugar para reposar, pero la mente de Nicolae pensaba, ya no solo en el mundo que descubriría, pero no lo que rodea al aburrido mundo de los negocios, avales, letras de cambio, horas de despacho, horas de reuniones y mercenarios del comercio, sino en algo mas. Nuevas gentes, nuevas calles, nuevas costumbre, cambiar la “vélo” por un autobús rojo de dos plantas, el paté de foie por pizza o la boina de cuadros por un turbante, escuchar Very nice to be your new customer, Wieviel kostet das? o Vorrei fare una interurbana?, sin saber que demonios significa nada de eso, y es que los 510 millones de kilómetros cuadrados del planeta daban para mucho, y quizás para demasiado. Las potencias europeas estaban en pleno auge imperialista, con superioridad económica, tecnológica, militar y con total ausencia de moral, se cebaron como un león hambriento sobre la indefensa gacela africana principalmente. El continente fue literalmente repartido, familias, tribus y étnicas se vieron separadas de la noche al día, gentes libres fueron encadenadas como bestias para ser esclavos. La distancia no es obstáculo para la sed de conquista, hasta extremo oriente en Indochina y Malasia, llegan los rifles de Francia y Gran Bretaña respectivamente. Estados Unidos, una nación joven que ha aprendido bien la lección colonialista de Europa, se lanza con Puerto Rico y Cuba. De todo hay en la viña del señor, dicen, y bien es cierto. Nicolae, sabía la dantesca carnicería humana de la que era participe su Francia natal, pero no era su intención formar parte de ella. Antes, de entrar tan siquiera en la universidad, su padre le regaló por su dieciséis cumpleaños un libro que se titulaba “Voyages et voyageur”, una enciclopedia que relataba los interminables viajes de aventureros, sus hazañas, descubrimientos y odiseas, para el eran historias de fantasía de las que algún día quisiera ser el protagonista, desenvainar su espada junto Alejandro Magno por la ruta de la seda, devorar espacio al mar a bordo del galeón de Hernán Cortes hasta Tenochtitlán o bautizar con nombres indígenas las islas de la polinesia junto James Cook. Su gusto por la geografía y aventura seguía durante su estancia en la universidad Parisina Gare de Lyon. Por medio de la prensa seguía las andanzas de un tal Robert Peary, personaje que mas tarde, en 1.909 llegaría al Polo Norte, o las del biólogo español Manuel Iradier al corazón del África ecuatorial.
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Capitulo X -¿Por qué nos encerramos? Tímidamente se preguntaba Catherine. -¿Realmente es vital y necesario vivir así? Allí fuera hay un mundo que nos necesita, nuestra utilidad aquí dentro se ve reducida a la oración, no damos catequesis, ni acogemos ancianos o enfermos, nuestra única ayuda la exportamos con el rezo, sacrificio y el amor, ¿Pero como puede llegar a gentes que no hemos visto nunca ni su rostro?. La Madre Superiora, decía siempre que este convento era su mundo, templo dedicado a centrar sus fuerzas en Dios, hacer ver a todo el que les observa entre una mezcla entre paz y asombro, entre incredulidad y fe, entre locura y cordura, que su labor es necesaria para satisfacer la llamada de Cristo. Las Hermanas, pare acentuación de sacrificio, a parte de sus votos de clausura, abstinencia y pobreza, viven prácticamente solas, comen, viven, estudian, trabajan y duermen solas en sus pequeñas ermitas levantadas en el recinto monacal. Solo se reúnen para rezar, y después de la comida y cena tienen una hora de recreación donde hablan mientras hacen alguna pequeña labor, y es ocasión de dar noticias comunitarias, familiares o petición de oraciones. El paso del tiempo aquí se detiene, nunca pasa nada importante, el día se sucede a la noche, cayendo más oscuridad al lúgubre convento parco de luces. El otoño deja lugar para el invierno de forma rutinaria. Aquí no hay tiendas de ropa de moda, los hábitos de monja son todos iguales, únicamente cambian la talla dependiendo quien lo vista, tampoco hay restaurantes, ni sitios donde dar guateques, el gramófono inventado hace poco tiempo por Berliner no ha llegado todavía al claustro, ni llegaría, Suiza, el país vecino, dio un importante paso para la infraestructuras mundial al construir el primer puente de cemento armado del mundo, las Hermanas de clausura nunca llegarían a cruzarlo.
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Capitulo XI El ferry, era la única forma posible de momento de cruzar el Canal de la Mancha desde Calais hasta Denver. A bordo, viajaba el emprendedor Nicolae, con una enorme maleta de madera y su inseparable bolsa de piel, con cuadernos, direcciones, diarios, tarjetas de presentación, catálogos de productos… todas sus armas para comenzar sus negocios de materias primas y energías. Ovejas, principalmente era lo que le atraía de las islas británicas, la materia que le interesaba comercializar de la oveja era la lana, únicamente la lana. La refinada gastronomía francesa detestaba la leche de oveja, ¿un Francés haciendo “Creppes” con leche de oveja? ¡No merci!, vaya sacrilegio. Solo interesaba la lana, para los también crudos inviernos franceses. Una vez dejado el monótono mar, pisó tierra firme, le esperaba un gran letrero que ponía: “CUSTOMS” El nivel básico, pero defendible de Nicolae Neuville, le permitió traducirlo, se trataba de la “Aduana”. Sin nada que declarar, partió rumbo “Victoria Train Station”, en pleno corazón de Londres, lo que para muchos la capital de Europa. La casa del Parlamento, la Abadia de Westminster, el Tamesis, su neblina, una ciudad espectacular. Sin tiempo para entretenerse demasiado, trató de atender primero sus asuntos de trabajo. Entre Sloane Street, Chelsea Bridge y Oxford Street, se amontonan las oficinas de seguros, entidades financieras y de préstamos, empresas de transportes, bufetes de abogados, asesorías fiscales, organismos de administración pública y estatales, se centran las visitas de Nicolae. Su jornada laboral comienza bien temprano a eso de las siete y media de la mañana, desayunando en el hotel algo nada habitual para el, un té, bacón, huevos y alubias con tomate. Los cuadernos de inseparable bolsa de piel se van llenando de anotaciones, mientras alterna llamadas de teléfono desde las peculiares cabinas rojas, entra a oficinas, despachos, espera colas para ser atendido, los coches van por la izquierda, coge taxis negros conducidos por pakistaníes, también autobuses rojos de dos plantas, aquí no tiene su “Vélo”, también anda, hasta que esta fatigado y se toma el “lunch”, sentado en algún jardín con una mantel de cuadros siempre que haga buen tiempo en la lluviosa ciudad. A las cinco de la tarde da por concluida su jornada laboral, y se va la habitación del hotel, para poner en orden sus papeles y organizar la agenda del día siguiente. Inglaterra, creadora del ferrocarril, presume de tener la más amplia red de todo el mundo, cosa que beneficia a Nicolae, pues tras dos semanas en el ajetreado Londres, continúa viajando por Inglaterra abriendo y cerrando
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negocios. Su búsqueda de carbón, hierro, sal, y madera de roble y pino, le hace moverse por Birmingham, Leeds y Bath. Sigue en su punto de mira también el negocio de la lana, que le lleva hasta Escocia, allí es mejor que la inglesa y podrá conseguir un mejor precio. Su parada en Escocia, es en el gris Glasgow, donde sigue sin tregua en alcanzar algún trato con los ganaderos escoceses. Cuando llega la noche, tiene la cabeza llena demasiado embotellada y baja a un pub cercano a tomarse una “Pinta” o “0,454 litros” de cerveza Tennent´s cuya factoría esta en Glasgow, junto una antigua necrópolis. Los pub aquí, suelen estar enmoquetados, el inmobiliario de madera, al fondo una banda de música local y la barra llena de enormes vasos de cerveza vacíos que los barman, van reponiendo a toda prisa. Uno de estos bebedores es Nicolae, que tras un trago de Tennent´s dice un comentario poco afortunado: -¡Mmm! ¡Adoro la cerveza inglesa!. Sin tiempo apenas para dejar el vaso en la barra, una enorme mole de hombre, que seguramente jugaba a lanzar troncos, con pelo rojo rizado bajo una boina, boca ancha girada hacia un lado y con faldas de cuadros, le propina un sonoro puñetazo en el ojo que le hace caer al suelo. Confundir Inglaterra con Escocia es algo muy común en Europa y un craso error, sobre todo si lo dices en el país del whisky. A pesar que políticamente las dos regiones forman una única nación llamada “Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte”, que la componen cuatro regiones que en sus tiempos remotos fueron independientes. Escocia, es el que conserva todavía sus raíces más arraigadas, costumbre propias y con sentimiento de independencia. Anexionados a Inglaterra desde 1.707, no han cesado los escoceses de exaltar sus rasgos que le son característicos como propaganda para diferenciarse de su verdugo, Inglaterra. Para los escoceses, país, su nación y su identidad es Escocia, Inglaterra es ese país vecino feo que no tiene montañas. Durante los siguientes quince días, Nicolae Neuville viajaría por toda Escocia, y entendería por sus propios ojos, porque esta bella nación, se desmarca de su opresora Inglaterra, sus diferencias, y sus genuinos rasgos inimitables escoceses. Después de Glasgow, fue a la capital de Escocia, Edimburgo. Una vez se hubo bajado del tren en Waverly Station, no salía de su asombro ante la hermosura de esta ciudad, que le presentaba un gótico monumento de punta que vigilaba la calle principal. En el centro, un amplio jardín verde que siglos atrás era un lago donde ahogaban a las acusadas de brujería, y a su izquierda, la majestuosa fachada de la ciudad antigua “Royal Mile” coronada en su punta por el castillo de Edimburgo, por encima de los edificios sobresalían las agujas góticas de iglesias en vueltas en una atmósfera entre fantasmagórica y romántica, cada rincón
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tiene su leyenda, el sonido de las gaitas armoniza la ciudad y el tiempo se ha rendido ha sus pies quedándose en una arquitectura clásica pero moderna. El whisky escocés, es el mejor del mundo, y su mercado esta muy reservado, muy complejo hacerse un hueco, mejor desistir y centrarse en lana y pino “Lonesome”. En la cámara del parlamento y del senado, Inglaterra, siempre se muestra favorable a mantenerse unida a Escocia, la abusiva recaudación de impuesto sobre Escocia, y los pocos recursos que luego se invierten luego, hacen dudar de las buenas intenciones de Inglaterra, como se aprecia en la poca red de ferrocarriles que hay desde Edimburgo hasta el resto de las regiones de las highlands escocesas. Entre ferrocarriles, ferrys y a veces autostop, llega hasta el corazón de las highland, las islas Hebridas y los montes Grampianos. El paisajes es sencillamente espectacular, lagos que se funden con el cielo, valles dramáticos, acantilados que bien podrían ser del fin del mundo, praderas con espinosos y azulados cardos, pueblos pintorescos con su cultura ancestral, los hombres con faldas o “Kilt”, una lengua y escritura gaélica de cuando aún por escocia la formaban familias de clanes, historias de reyes, reinas, príncipes, traiciones y batallas, un cielo claro y sereno… todo esto era anotado en su cuaderno y hacia un sin fin de fotografías, no quería que lo que sus ojos veían cayeran en el olvido.
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Capitulo XII El salón de la casa rojiza del numero 8 de la Rue de la République, era hoy un hervidero de papeles del recién llegado Nicolae Neuville. Facturas, tickets de compra, contratos firmados, otros sin firmar y sin vistas de firmarse, direcciones de proveedores, direcciones de clientes, cuadernos de pedidos en distintas unidades de medidas, kilos, galones, libras, litros, cuadernos de distintos materiales a suministrar carbón antracita, carbón bituminoso, maderas de pino, maderas de roble, fichas urbanísticas de terrenos, listado de precios de productos industriales, legislaciones y tipos impositivos vigentes suministrados por la Cámara nacional de Comercio Inglesa, reportajes de prensa y fotografías. Para ordenar tanta documentación que mejor lugar que el convento de clausura. Al llegar allí lo que mas le impactó fue el contraste de su dinámica vida de los dos últimos meses, en oposición al carácter estático del convento. Parecía inerte y no moverse nunca, recordaba los atardeceres en un lago de las vasta llanuras escocesas y se sentía afortunado de no estar allí dentro. De cualquier modo hizo sonar el golpeteo seco del picaporte, esperando la voz del otro lado de la ventana, no sabía que voz sería esta vez. -¿Monsieur Nueville?, -Preguntó la voz joven de la ultima vez. -¡Si! Hermana…, -No sabía su nombre así que se quedó un poco en seco. -Catherine, -Rió levemente. –Hermana Catherine. -Si claro, -sonrió también Nicolae. –Le traigo otro trabajo por si pudiera encuadernármelo, no preciso de rapidez, tómese su tiempo. Le entregó un monto de hojas atadas con una cuerda. En la portada se leía en inglés: Investments, Supliers and Customers Por Nicolae Neuville. -Inversiones, proveedores y clientes. –Leyó y tradujo literalmente Catherine. Nicolae se quedo asombrado, no sabía que una monja metida toda su vida hay dentro supiera ingles. -¡Fantástico!, no sabía que hablase ingles. -La vida aquí dentro se hace muy larga, y una de las formas de matar el tiempo, a parte de la oración es estudiando, hablo ingles, latín y me defiendo algo en otros idiomas. Si me permite una corrección, la palabra “Supliers” se escribe con dos “p”, es decir “Suppliers”.
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-Mi ingles, es un poco de principiantes, seguramente el contenido de mi trabajo este lleno de errores. Si usted fuera tan amable, ¿Podría leerlo antes de encuadernarlo y corregírmelo? Le pagaré el encargo extra. -No, será necesario, se lo corregiré con mucho gusto, pero me llevará unos días más. -Se lo agradezco mucho hermana. Volveré en un par de semanas. La ventana pequeña de diminutos agujeros, se cerró, y la “Velo”,de Nicolae pedaleó hasta Aviñón.
Capitulo XII Dos semanas habían pasado, y el violento viento de Aviñón no dejaba de castigar con su soplo en contra la “Velo”, de Nicolae hacía el convento para recoger su libro, bien corregido, donde esta vez, aparecía en correcto ingles: Investments, Suppliers and Customers Por Nicolae Neuville -Un largo viaje, ¿Verdad? –Dijo Catherine, cuando Nicolae hubo tocado ya el picaporte. -Si, así es. Trabajo y gestiones comerciales. Pero el mejor negocio ha sido el poder viajar. Conocer gente nueva, nuevas costumbre, otras formas de vida, escuchar música que aquí sería difícilmente entendible o comer menús que no te pondrían en ningún restaurante de aquí. Paisajes llenos de vida, senderos mágicos, calles elegantes y aunque el cielo es el mismo para todo el mundo, firmamento allí parece otro. Catherine escuchaba, con emoción, curiosidad y fascinación. Mientras corregía el libro ya se había percatado de las maravillas de aquellas tierras lejanas por los grabados y fotografías realizadas por Monsieur Neuville o Mister Neuville, como le llamaban allí. El reloj de la capilla daban las ocho y media de la tarde, tocaba rezar el segundo misterio de los gozosos del rosario, “La visitación de nuestra señora a Santa Isabel”, pero antes, volvió a cambiar las marchitadas flores de lavanda del jarrón de su despacho.
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Capitulo XIII De madera de cerezo era la nueva estantería, que ocupaba ahora, la parte trasera del despacho de Nicolae en Francia. Allí, iría colocando todos los documentos que hacían referencia a sus negocios y viajes internacionales, y por su puesto los libros encuadernados y perfumados con aire de lavanda por la Hermana Catherine. Entretanto colocaba los documentos cuidadosamente, se acercó al mapa que aún conservaba desde la niñez. Era el mismo sobre el que le gustaba imaginarse las formas de vida de los africanos, de las aventuras por la polinesia o de las expediciones polares. Ahora, ya no miraba el mapa como una fantasía, sino como una realidad, no en vano, en cuatro días, un barco le llevaría desde Burdeos hasta el puerto noruego de Stavanger. Francia tiene una amplia cultura culinaria, el pescado es uno de los platos mas demandados por el educado paladar francés, pero se queda limitado al pescado de un mar cerrado y caliente como el mediterráneo. Este era el motivo de su viaje a Noruega, si lograse importar pescado de las frías aguas del mar del norte y de los dulces lagos Noruegos, los Chef de no dudarían en comprarlo como plato exclusivo para sus fogones. El viaje hasta allí es lento, que discurre en barco nada menos que bordeando hasta seis países. –Algún día los visitare desde tierra firme. – Decía entre si Nicolae Neuville. Que Noruega desde 1.875 fuese la tercera marina mercante más grande del mundo, se dejó notar tras cinco días de viaje, en el puerto de Stavanger. En la calle junto al puerto “Nedre Strangate”, pudo acomodarse en una de las pintorescas casa nórdicas de colores, que alquilan por habitaciones. Tenia dos plantas y dormía en la buhardilla, por la parte trasera se intuía un verde jardín oculto por la nieve y una barbacoa que con toda seguridad funcionaria en las largas noches de verano noruegas con el buen tiempo. Sobre la mesa de su habitación desplegó el alargado mapa noruego, un diccionario Francés-Noruego, con sus dos variantes: el Bokmal y Nynorsk, un fajo de billetes que tenían inscritos la divisa de la divida noruega “Kroner”, los horarios de trenes y ferrys del país, una agenda de contactos de industrias pesqueras y su cuaderno personal de anotaciones privadas, donde plasmaba sus impresiones de los lugares que visitaba. En Stavanger la visita fue más breve de lo que pensaba, fue directamente a los dos grande de la distribución pesquera, “Aakre Holding S.A.” y “FishNorsk”, consiguió buenos contratos para distribución de arenque y sardinas para Dijon, Toluose, Lille y Aviñón. Animado por la bonanza económica del país y con la rapidez para cerrar tratos, se dirigió a la segunda mayor ciudad de Noruega, Bergen. Más que una ciudad, se le antojó como una enorme villa, por la escasa altura de las casas y la madera rural de la construcción, en cuanto la vida,
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transito y bullicio, era equiparable a cualquier ciudad europea, guardando el encanto de las poblaciones pequeñas. El centro neurálgico comercial se encontraba en el puerto de madera, “Bryggen”, custodiados por los vetustos edificios de la época de la liga hanseática, hace mas de medio siglo. El pescado en salazón era el bien buscado por comerciantes de Alemania, que como Nicolae Neuville, veían en la exportación internacional un gran paso para el crecimiento económico. Para darse cuenta de la importancia del sector pesquero en Bergen, tan solo había que dirigirse unos quinientos metros a la salida del puerto, para meterse en el mercado del pescado; carromatos de genero hasta los topes, subastas de arenque en la lonja, mozos despellejando piel de bacalao en sus puestos, filas de gente aguardando su turno para adquirir las mejores piezas, gritos que vociferaban las capturas hechas por los marineros, hedor a pescado, a sal y a mar, charcos de agua que se confundían con la lluvia y el agua que dejaban las cajas traídas del mar y con el liquido hediondo que soltaban los cetáceos y crustáceos. Noruega ocupa una vasta extensión de tierra, con una forma alargada, que comienza en una latitud inferior a los 60º, hasta adentrarse en pleno corazón del ártico, donde están las islas de bacalao de Lofoten, la gran tierra de los Lapones Sami y el inhospitito archipiélago helada de Svalbard. Son zonas muy castigadas por los vientos huracanados polares, por las bajas temperaturas debido a la latitud y altitud de los fiordos, esto hace, que la mayor parte de la escasa población Noruega se concentre en el sur, del mismo modo, la mayor parte de la industria y el comercio se mueve por esta zona, y el aproximadamente el 85% de la facturación neta del país se mueve aquí, en las regiones sureñas, conocidas como Vestlandet, Sorlandet y Telemark. Noruega tiene fama de tener unos de los paisajes naturales mas maravillosos del mundo, poco influenciados por la mano del hombre, donde la flora y fauna autóctona sigue campando a sus anchas, el paisaje natural continua dinámicamente activo, los glaciares crecen en inviernos y en la primavera durante el deshielo bañan los fiordos haciendo florecer flores silvestres, alimentando grandes bancadas de peces y rellenar los manantiales donde acuden ciervos y zorros. Es una pena, venir hasta aquí y centrarse únicamente en el también bellos sur noruego, condicionado a que aquí este el comercio. En cuanto hubo terminado sus labores profesionales, Nicolae, se tomó quince días para recorrer el país, hasta su punta mas septentrional, Cabo Norte. Tomo el tren que sube los escarpados picos desde Bergen hasta Flam, remontó los como hacen las truchas los fiordos Sognefjorden y
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Geirangerfjorden, cruzar el aspecto lunar del parque de Jotunheimen, intercambió anécdotas con los autóctonos del pueblo con el nombre mas pequeño del mundo “A”, que se pronuncia “O”, atravesó la latitud 66º 33´ donde corta el circulo polar ártico, visitó los lugares de culto religioso de las antiguas civilizaciones vikingas, que consumaban sus oraciones y ritos en espectaculares iglesias de madera que emulaban barcos boca abajo, como la que se encuentra en Vik. Todo un almacenaje de vivencias, historias, paisajes y lugares que rellenaban las hojas de su cuaderno personal. El decimoquinto día de sus vacaciones hacía constar en su agenda que era hora de volver a su apartamento rojizo en Aviñon, con nostalgia y satisfacción de haber llenado su espíritu de tantas experiencias, recogió su maleta y demás efectos personales, sin faltar el compendio de anotaciones logísticas de sus aventuras comerciales noruegas y vivencias turísticas, cuyo destino en Francia sería el ser recortadas, alineadas y emparejadas, ordenadas, corregidas, pegadas y cosidas y finalmente encuadernadas por las perfumadas manos de la hermana Catherine, en el convento las “Las Puras de Santa Elena”, bajo el titulo: Norway: Weatlh from the sea. And Personal Stories
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Capitulo XIV Así sucedió cuatro semanas mas tarde. La hermana Catherine, a través de la pequeña ventana del convento, le hacía entrega del manuscrito, meticulosamente emparejado, perfectamente encuadernado y con ese embrujo de aroma de flor de lavanda. -Apasionante, ¿no? –Pregunto la hermana Catherine a Nicolae. -¿Cómo? –Nicolae no se esperaba tal pregunta, pronto pensó que hacia referencia al buen trabajo de encuadernación del libro. –¡Oh si! Esta vez se ha superado eligiendo el color y diseño de la portada. Catherine, rió, pero las pequeñas ventanas no permitían a Nicolae ver la sonrisa de Catherine. -Me refería a su viaje, señor Nicolae. –Corrigió Catherine. -Llámeme solo Nicolae. –Corrigió esta vez el. –Cierto, han sido unos días muy constructivos, a igual que mi anterior viaje, lo que mas me ha reconfortado ha sido mas que la satisfacción profesional, la satisfacción personal. Catherine, reconoció haber violado el derecho de la intimidad del contenido de los escritos de los clientes: -Verá Nicolae, mientras emparejaba los textos, vi paisajes que pensaba imposibles de existir, montes regados por manantiales y flores, cielos abiertos y despejados y renos libres pastando en valles. Pero ruego, que me perdone por el atrevimiento de haber ojeado su obra. -¿Ojeado solo? Preguntó bromeando Nicolae. –Deberías de leerlo en profundidad, aprenderás y conocerás cosas realmente interesantes y sorprendentes. -¿Si, de verdad? –Preguntó Catherine con excitación. –Cualquier lugar debe ser mas hermosos que estar aquí encerrada. Aquellas ultimas palabras impactaron de lleno en el alma, de Nicoale, por primera vez, se percató del gran sacrificio al que servía la hermana Catherine, aquella monja, con la que tras haber hablado varias veces y haberle hecho un par de encuadernaciones, no le había visto nunca el rostro, una cara sin mirada, era una ventana oscura con voz, unas manos que obraban sus viajes desde la permanencia inalterable de su convento, durante estos últimos meses Nicolae tuvo el privilegio de cruzar las islas británicas, navegar en barco, tomarse una cerveza en París y cruzar latitudes mas allá del ártico, mientras que la persona que tenía justo delante suya, la hermana sin rostro, en esos meses solo había ido de su taller de encuadernación a la capilla. Nicolae, con cierto sentimiento de culpa, quiso hacerle reír al menos a Catherine aunque no pudiera ver su sonrisa, y preparó uno de sus chistes de humor ingles: -Sabe Hermana Catherine, creo que alguna vaca noruega que iba en mi libro se a quedado dentro de su convento.
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-¿Cómo? ¿Una vaca que iba en su libro se ha quedado dentro del convento? No entiendo, explíquese. –Exigió Catherine inocentemente. ¿Está seguro? Nicolae rió: -Y tan seguro, el otro día se escapó a la ciudad y pidió… Nicolae carraspeó la garganta para poner una voz ronca y grave. –Cuatro bagettes de pan, dos docenas de huevos y un saco de harina. Catherine, captó enseguida la broma. Sabía que la vaca noruega a la que hacia referencia, era la hermana Carlota, una de las pocas hermanas del convento autorizadas a salir del convento, para abastecerse de recursos alimenticios o médicos, era una mujer de enorme tamaño, las piernas las movía rápidas a pesar de semejarse a toneles de vino, de los mofletes colorados le salían pelos negros y punzantes, y su voz parecía como la de los ogros que atormentan a los mas pequeños. En definitiva, lo mas parecido a una vaca noruega. Ambos rieron a carcajada limpia, Nicolae, se imaginaba como sería la risa de Catherine, aunque no le hubiera visto nunca el rostro, daba igual, le había hecho reír, era lo importante, y se sentía feliz por ello. De repente, sonó un fuerte estruendo, un sonido que sonaba a madera contra madera, era el golpe del bastón de la hermana Magdalena contra el suelo también de madera del recibidor del convento. -¡Hermana Catherine! ¿A que vienen esas risas? –Regaño malhumorada e indignada la hermana Magdalena. –¿Todavía nos sabe que su labor es orar y obrar? -Lo siento Hermana Magdalena. Nicolae no puedo ver, pero sintió que Catherine bajaba la cabeza para asentir su culpa por haberse reído. -Y usted, sino tiene mas nada que hacer aquí, márchese. –Ordenó Magdalena a Nicolae. -Si hermana, ya me iba. Nicolae, hábilmente, le devolvió otra vez el libro a Catherine y le susurró a través de la ventana: -Catherine, léalo. En este libro, hay algo más que vacas noruegas refunfuñonas. Catherine lo cogió, y lo apretó fuerte contra su pecho. –Lo leeré.
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Capitulo XV Catherine, tras contemplar durante cinco minutos, la inerte pared de su habitación, decorada únicamente con un rosario de camándula, un calendario que delataba que nos hallábamos a principios de invierno de 1.897 y un cristo moribundo crucificado bajo un letrero que rezaba I.NR.I. (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum), Jesús Nazareno Rey de los Judíos. Agachó su cabeza en dirección a la pagina veintisiete del libro que tenia entre manos: Norway: Weatlh from the sea. And Personal Stories Sobre sus oscuras pupilas fueron apareciendo alegres colores. Era el resultado del reflejo de esa página del libro, un apartado dedicado al pueblo indígena Sami, que habita en la Laponia. Sus trajes llamados kautokenios, están bordados con colores vivos, unas faldas de tablas, coloridos chales y cinturones de plata. Se veían los hombres cuidando un ganado, animales altos semejantes a una cabra pero con la cortamente más grande y enrarecida, abajo al pie de la imagen pudo leer: Escena de caza de renos. Gracias a esta anotación Catherine supo que animal se trataba. A través de las páginas pudo conocer otros animales, como los zorros árticos o frailecillos, especies que el no salir de Francia le impedían conocer. Dentro de convento, su contacto con el reino animal, se limitaba a la fauna autóctona de la zona, como faisanes y perdices que sobrevolaban el convento. A pesar de ser media tarde, la luz de la habitación menguó de forma considerable, el reducido tamaño de la ventana de su habitación, con las varas atravesadas de celosía impedían que los últimos rayos de sol entrasen en la habitación, recorriendo con su mirada la ausencia de luz. -¿Por qué no harían una ventana mas grande?, -Se preguntaba ingenuamente. Encendió velas y un quinqué, para continuar la lectura. La pagina cuarenta y cuatro por la que continuaba leyendo, hablaba de la luz noruega, del sol de media noche, un curioso efecto que ocurre en las regiones árticas durante los meses de verano. Debido a la latitud, el sol no llega a ponerse nunca en el horizonte dejando una perpetua tenue luz durante las noches de verano. –Afortunados algunos, que tiene luz incluso durante las noches, a mí oscura habitación le sucede lo contrario, apenas tengo luz durante el día. –Refunfuñó Catherine. Continuando con el efecto de luces árticas, leyó lo que seria un recorte de prensa científico: Nuevos hallazgos de las Auroras Boreales.
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Las auroras boreales, son luces brillantes que aparecen en el firmamento cuando las temperaturas son bajas. Estas luces son de colores y se mueven por el viento solar tomando divertidas formas en el cielo. Se sabe que son el choque de partículas solares atraídas por el magnetismo de la tierra, contra partículas de la magnetosfera, pero no seria hasta mediados del siglo XX, cuando se supiera que las partículas causantes son oxigeno y nitrógeno. La imaginación de Catherine proyecto sobre el color piedra oscura de su habitación adornado un el crucifijo marrón y un calendario incoloro, lo que su mente había entendido por una brillante aurora boreal. –Noruega debe ser un país muy colorido y vivo, ¡Que bonito! Odin, Thor, Freyr, Mimir… estos nombres encabezaban la lista de los dioses Vikingos, una estirpe escandinava de comienzos del siglo IX. Una raza de piratas del mar, saqueadores y vándalos que llegaron hasta las costas británicas y pueblos germánicos. Vestían ropas indecorosas, pero no cascos con cuernos como dicen las leyendas. Fieles a sus luchas, armas y dioses les rendían culto bajo conjuros únicos. Religión politeísta, hombres bravos de la mar, alusiones al color y vida placentera, Catherine empezó a sentirse incomoda por leer tales cosas, pensó que ya había leído demasiado, era hora de dejarlo, seria mas seguro ir a la capilla a rezar y pedir por todas aquellas almas impuras que vagarían seguramente en el limbo o en el purgatorio.
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Capitulo XVI El Paulinette es el edificio que alberga la estación de ferrocarriles de Avignon. Era 16 de Junio de 1.899, los controladores de vías iban y venían de anden en anden soportando mas de 26 grados de sol sobre sus gorras, los maquinistas a través de las ventanas se les podía ver como no paraban de secarse el sudor de la frente con un pañuelo, y los vendedores de prensa se abanicaban con los mismos periódicos que pretendían vender, el verano prometía ser caluroso. -Mal momento he escogido para comerciar en España. Dijo Nicolae a su madre Marie Herjean, mirando su ticket en el que se leía: “Avignon (France) – Valence (Spagne)”. Marie Herjean, como buena madre había ido a despedir a su hijo y le dió palabras de animo: -Tranquilo Nicolae, aunque el clima veraniego en España es mas severo que aquí, podrás disfrutar de hermosas playas para saciar tu calor. -Supongo, solo espero encontrar tiempo para poder ir. -Veras como si, anda sube a tu vagón, esta apunto de salir. Se abrazaron, Nicolae tomó su maleta y subió. El tren algo destartalado, era un preproyecto del futuro “Le petit train du Artouste”, un autentico bólido que recorrería los pirineos de forma fugaz para la época, que no seria terminado hasta 1.924. La península Ibérica, era un fuente inmensa de recursos alimenticios de excelente calidad, casi con toda seguridad la mejor del mundo. Los más exquisitos manjares se localizaban en la costa levantina y Andalucía. En general, es un país menos desarrollado que Francia, lejos queda la inigualable España donde nunca se ponía el sol, ahora era una extensa masa de tierra agrícola, apenas había industria, los caminos en su mayoría eran de tierra y arena, y el sistema de ferrocarriles era precario. Eran inconvenientes que ralentizaban sus avances comerciales, pero se veían recompensados con creces con el género obtenido. El aceite de los olivos de Jaén, los cerdos criados con bellota daban el mejor jamón con delicado gusto a tocino, las hortalizas y verduras conservaban un fresco sabor. La intachable reputación de los quesos y vinos Franceses catalogados como los mejores del mundo, fueron puestos en duda, cuando el paladar de Nicolae saboreo los quesos manchegos y vinos de rioja. -España es una autentico paraíso gastronomico. -Comentaba Nicolae con un gerente de una cooperativa de hortalizas, mientras degustaba una tapa de mojama con almendras en una pintoresca tasca de la sierra malagueña. Era el décimo día de viaje por España de Nicolae, subido a una camioneta, se refrescaba con una bebida hecha a base de pequeños tubérculos llamados “Chufas”, que se crían en Valencia, se dirigía a la costa almeriense. Allí se
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acordó de lo que le dijo su madre de las playas del litoral español. Sin duda, estas playas te invitaban a combatir el sofocante calor sureño con un buen chapuzón, no en vano, en nombre de Almería procede del Árabe, “Espejo del mar”. El sol ardiente, también acalorado por sus propios rayos, parecía tomarse un baño en el horizonte sobre cogedor de Cabo de gata, el punto más meridional de la costa. Una costa emblemática, salpicada por pequeños pueblos pescadores, la Isleta del Moro, Genoveses, Las Negras, Carboneras, todos ellos se componían de casas blancas con marcos azules, embarcaciones pequeñas, lonjas de pescado y algún que otro bar, donde Nicolae saboreaba raciones de calamares, boquerones en adobo y parrilladas de marisco, entre las horas del medio día y primera de la tarde, pues el calor de esa zona tan árida hace imposible trabajar adecuadamente. Para gran pena de Nicolae, no pudo cerrar aquí ningún trato, el pescado es un género que perece de forma muy rápida, y la precaria infraestructura española tardaría demasiado en hacerlo llegar a Francia. Adiós al sueño de Nicoale de poder comer salmonete rojo en su casa de Aviñon. La blanca piel de Nicolae se había vuelto mas oscura, resultado de la protección de la melanina cutánea para protegerse del sol. Si mal fue el negocio en Almería, peor fue en sus andanzas por tierras lusas, allí ni siquiera el pescado era tan bueno, ni había pequeños bares con tapas, ni la alegría de las sevillanas andaluzas o de las guitarras española. Portugal, se quedo estancada con la desaparición de sus grandes navegantes como Vasco de Gama o Enrique el Navegante. Era un país menos desarrollado, con menos industria y peor infraestructura y paupérrimo de cualquier bien atractivo para el comercio. Cruzó la frontera Portuguesa a bordo de velero a trajes del río Tajo, para retornar de nuevo a España vía Castilla La Mancha, escenario de las “Desventuras” del personaje mas popular de la literatura Española, Don Quijote. Lo más destacable fue un pedido de acero toledano, para una armería francesa para forjarlo para espadas, navajas y rifles. No hubo tiempo ni ganas para mas, el tiempo era insoportablemente caluroso, y los negocios pese a ser rentables no eran lo bueno que el había esperado. Se dirigió a la capital española, exclusivamente para coger el tren de vuelta a su país. El precario sistema ferroviario español, le hizo intuir, que tendría que tomar varias combinaciones y lentas, para poder llegar felizmente a casa. No se equivocó.
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Capitulo XVII Bulletin du Livraison 69.821F Concept: Poisson Cótiére. Quantite: 0 Kg. Prix: 0. Devise: Peseta espagnole. Albaran 69.821F Concepto: Pescado de bajura. Cantidad: 0 kg. Precio: 0. Divisa: Peseta española. Era el último albarán que archivaba Pierre Neuville, padre de Nicolae, en el libro de cuentas contables del tercer trimestre del año fiscal. El viejo fundador y antiguo gerente de Matiére premiére et énergie du Avignon et Vaucluse Société se limitaba ya únicamente a estos pequeños menesteres empresariales, y es que tras una vida dedicada a su empresa, a Pierre le resultaba difícil desentenderse totalmente de estos asuntos. Padre e hijo, Pierre y Nicolae, se refugiaban en el número 8 de la Rue de la République del insoportable calor de agosto. -Deberías conocer el calor seco de los campos de castilla. Comparado con este calor, esto parece invierno. –Le explicaba Nicolae. -Creo que exageras un poco hijo. ¿Donde coloco esta carpeta de proveedores? Preguntaba Pierre, mientras conversaban. -De momento déjalos en el cajón izquierdo, prefiero que me ayudes a repasar las cuentas de amortización del préstamo. Las tardes se sucedían como esta en el despacho de la casa rojiza, padre e hijo, juntos trabajaban codo con codo como patrón y peón, pero también conversaban sobre los viajes como grandes amigos. Eran ya últimos días de agosto, tenían toda la documentación lista para encuadernar, como no podía ser en otro lugar, en el convento de las Puras de Santa Elena. Los negocios eran prósperos, daban dinero y esto se hacía notar en la casa de los Neuville. La antigua “Velo” de Nicolae había dejado paso a una motocicleta Wolfmüller, de las primeras que se hicieron en serie, con un motor de dos cilindros alimentados por carbón. Con su habitual bolsa de piel colgada llena de documentos recopilados durante su estancia en España, arrancó la motocicleta en dirección al convento, aceleraba el motor, quería llegar cuanto antes, echaba de menos charlar con la hermana Catherine.
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Evidentemente tardó menos que con su antigua “Velo”, aun así el calor le había seguido todo el camino, con tanto ímpetu que cuando llegó estaba completamente bañado en sudor y con la boca áspera y la garganta seca. Afortunadamente debajo del sillín de su nueva motocicleta Wolfmüller llevaba una pequeña botella de agua del manantial de Vittel. Destapó la botella y bebió a tragos largos, antes de apurarla se roció lo que quedaba de agua por encima de la cabeza mojándose el pelo y quedando su ligera camiseta de tirantes empapada. Se acercó a la puerta del convento para tocar el picaporte, mientras se peinaba su pelo ya largo y rizado con las manos. La pequeña ventana se desplazó hacia un lado, al otro lado esta Catherine. Con su fino pulgar retiró de su frente un mechón de pelo negro rizado, para que sus ojos marrones desplazasen su mirada a través la pequeña ventana hasta clavarse en los ojos azules de Nicolae. Siguió desplazando su mirada hacia abajo hasta clavarse en su hombro desnudo con forma redondeada producto de las sesiones de remo. El bíceps se arqueaba de forma elegante, mientras que su antebrazo terminaba en una varonil mano que sostenía la botella que se encontraba ahora vacía. La piel lucia un atractivo moreno importado de las playas españolas y su torso estaba oculto por la camisa de tirantes blanca, pero el fluido derramado por la botella insinuaba el atlético cuerpo, los pezones se marcaban sobre sus abultados pectorales, la mirada investigadora de Catherine, se detuvo, se sentía incomoda, el único cuerpo de hombre que había visto en su vida era el del Cristo malherido que pendía desde el crucifijo que colgaba en su cuarto junto al rosario y el calendario de su habitación. Por el contrario, Nicolae no podía ver nada de ella, su mirada se estrellaba contra la oscura celosía de la ventana. Como comenzaba a ser costumbre el entregaba un compendio de documentos, fotografías, grabados, imágenes, mapas... le entregaba un mundo entero que ella ordenaba en las cuatro paredes de su estudio de encuadernación. Los constantes encargos de Nicolae, fueron allanando un camino de cierta amistad y de una relación armoniosa que iba más allá de cliente-encuadernadora. El le contaba anécdotas de sus viajes y ella le preguntaba acerca de los lugares que el visitaba. Conversaban durante horas, ella parecía muy entretenida con sus historias y el emocionado por poder contárselas. Gracias a sus descripciones, Catherine podía ver el mundo a través de sus ojos, el aliento de las palabras era como aire que mueve una mota de polen que vaga por los fiordos noruego o por las costas españolas donde Catherine parecía ir subida en ella, el entusiasmo que transmitía el joven de pelo largo rizado eran las alas que palmeaba Catherine para evadirse mas allá de los muros del convento. Las detalladas imágenes y paisajes descritos en sus textos le aceleraban el corazón, sentía una bocanada de aire violento en la cara como si fuera a bordo de un navío
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o un ferrocarril a toda maquina, únicamente se veía frenado de golpe cuando daba la hora de marcharse a rezar alguna oración en la capilla junto a sus otras hermanas o cuando la hermana Magdalena con su ronca voz advertía que hablar tanto de cosas superfluas y menos con un hombre joven, no era comportamiento de una Hermana, entonces era cuando el imaginario tren de Catherine descarrilaba al recóndito mundo del convento cataro.
Francia, principios del siglo XX Capitulo XVIII Hace dos años, el mundo cruzó la exuberante, deseada y para algunos apocalíptica edad XX siglos. Ha igual que sucediera a lo largo de la historia, cuando el calendario de la historia se acercaba a fechas o edades simbólicas, como el año 666 o año 1.000, se auguraban catástrofes o invasiones del mal, incluso los egipcios en las “Profecías de Neferti” o los mayas en el “Calendario Azteca”, vaticinaban el fin de la humanidad. Nada mas lejos de la realidad, nos encontrábamos en una prospera primavera del año 1.902, en Francia los pétalos de flores de lavanda daban colorido a los bosques galos, y para Nicolae no le afectaban las visiones apocalípticas, el mundo no se había reducido a cenizas, todo lo contrario, el mundo se agrandaba a cada paso que daba. La vida le había ido bien, dinero, reconocimiento profesional, aventuras por toda Europa, una vida plena y desahogada, pero las cosas y el contexto estaba cambiando en estos primeros pasos del siglo XX. Aparece un nuevo personaje mundial, “La Banca”, el sistema bancario privado, surgieron bancos hipotecarios y de inversión, especialmente en Alemania, Francia y E.E.U.U., que ayudaron a llevar fondos directamente de los ahorristas a la industria nacional. Las inversiones comienza a llevarse en pasases donde abunda la materia prima, esto hace que Europa comienza a delegar su hegemonía a favor de Estados Unidos y Japón. El mundo rural, el campesino y el agricultor van cediendo terreno a grandes urbes, a burgueses y empresarios, parece como si todo el mundo pudiera llegar a tenerlo todo, es la visión del capitalismo poderoso de esta época,
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todo esto es acompañado por el clima de calma y pacifista global, pues en Europa termino hace treinta y dos años, en 1.870 el ultimo conflicto bélico franco-prusiano, y Estados Unidos había concluido sus hostilidades contra España en el Caribe. Pero este clima efervescente no era palpable para todo el mundo, aun existía la esclavitud, se seguían contratando niños como mano de obra, las jornadas laborales se alargaban desde el amanecer hasta el ocaso y las rentas de los agricultores apenas daban para llenar la boca de sus familias. Contra todo este tipo de injusticias, tanto la primera y segunda internacional no tuvieron sus frutos deseados y ya se hablaba de una posible tercera internacional. Se liberaba ahora otra guerra, no militar sino política y social, capitalismo frente comunismo, nacionalismo fascista y separatismo. En Rusia comenzaban ha hacerse notar revueltas a veces violentas de la clase proletaria, en Francia, los estudiantes los veían como héroes nacionales, como ya hicieron sus antepasado en 1.879, se sentían haber creado “escuela revolucionaria”, esto hizo surgir nuevamente en entre los intelectuales y universitarios franceses el germen revolucionario y hacer campañas de protesta por mas derechos para el pueblo francés y apoyo al pueblo ruso. En algunos casos, la parafernalia socialista adopto posturas extremas de mano de los anarquistas, el mundo se volvía patas arriba, huelgas generales, colapso en las fabricas, protestas violentas, en España los anarquistas pegan fuerte con la aparición de la Confederación Nacional del Trabajo (CGT) y en Argentina su homologa bajo el nombre de la Federación Obrera Regional, extendiendo su influencia hacia otros países de Latinoamérica. Europa se mostraba muy sensible, cada nación muy protectora de si misma y recelosa del país vecino. El caso mas notable en Francia fue el “Caso Dreyfus”, capitán del ejercito francés, acusado de haber entregado a los alemanes documentos secretos. Esto levanto ampollas en toda la nación, condenado a prisión perpetua y desterrado en la Colonia penal de la Isla del Diablo situada a 11 km de la costa de la Guayana francesa por el delito de alta traición. Mas tarde el coronel Georges Picquart, jefe del servicio de contraespionaje comprobó que el verdadero traidor había sido el comandante Ferdinand Walsin Esterhazy. El Estado Mayor se negó a reconsiderar su decisión, así que la nación francesa culpo a un inocente, la economía, la sociedad, la justicia, la nación, todo parecía estar roto, desempleo, cierre de fabricas, hambruna, revueltas y huelgas, si quizás era ya el fin del mundo
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Todos estos temas estaban siendo el tema de conversación en una cafetería en la calle “Rue du Plaisance”, el joven Nicolae y un hombre que ya rondaba los cincuenta años, su nombre era Christophe Moret.
Capitulo XIX Christophe Moret, era un antiguo militar, perteneciente a la división cuarta de artillería del ilustrísimo general Louis Jules Trochu. Veterano retirado, con el dinero ahorrado montó una empresa manufacturera de madera a pocos kilómetros de Aviñon, donde entabló una fuerte amistad con Pierre Neuville, padre de Nicolae Neuville. Bajo un toldo de colores patrióticos azul, blanco y rojo, con un rotulo que leía “Café Domme”, conversaban de cómo le iban los negocios a cada uno. Christophe Moret, por razones de parentesco le habían llevado a enfocar sus negocios a Sudamérica. De padre hispano-frances nacido en la Guayana francesa y madre Argentina, estuvo muy ligado al continente Americano excepto en los años de su carrera militar. -En Latinoamérica, -Decía Chrisptophe mientras daba un pequeño sorbo a un café con leche, -La situación también esta revuelta, los Estados Unidos, están haciendo estragos allí, desde que en 1.847 invadieron a México, arrebatándole los estados de Tejas, Arizona, Colorado, Nueva México y California, recientemente hicieron lo propio con Cuba, Puerto Rico y el archipiélago de Samoa. -Por lo que cuentas, en ese clima tan bélico, no me parece prudente abrir mercado allí, claro que aquí en Francia nos matamos los unos a los otros entre los socialistas y capitalistas, entre los defensores y los detractores del caso Dreyfus e incluso entre los que apoyan la Tercera Republica Francesa y los nostálgicos del Segundo Imperio Francés de Napoleón III. -Correcto, escucha Nicolae, tu padre fue siempre reacio a probar fortuna en Sudamérica, pero yo te propongo que nos unamos y probemos fortuna allí, yo tengo experiencia en tierras sudamericanas, tu tienes ahora un fuerte capital, Latinoamérica es todo un continente por construir, rico en materias primas y Estados Unido un león hambriento que nunca se sacia, un país rico siempre dispuesto a comprar. -Comprendo, desarrollar industrias para los sudamericanos, y a su vez vender excedente a Estado Unidos, un país tan rico que gastan los billetes de dólares sin importarle cuantos ceros acompaña al uno de la izquierda. Christophe Moret sonrió: Eres tan hábil como tu padre, veo que lo has captado.
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El toldo de colores patrióticos azul, blanco y rojo, comenzó a replegarse, las camareras del “Café Domme” cambiaban la pizarra con la lista de precio de los cafés por otras pizarras donde aparecían menús de comida, era lógico, ya era de noche y dentro de poco empezarían a ofrecerse mesas para cenas. Nicolae y el ex militar habían conversado desde primera hora de la tarde hasta la noche sin darse cuenta. En ese momento de la noche, un portal de un edifico publico comienza ha arder, la Gendarmería francesa entra en acción, tres estudiantes franceses protestan por el encarcelamiento de un anarquista, al otro lado de la ciudad un empresario es llevado a los tribunales y sancionado por tener niños trabajando en una fabrica de fertilizantes y abonos. Después de tanta charla una cosa parecía clara, Nicolae a igual que Colon zarparía a América, Francia ya no era segura.
Capitulo XX El gran océano atlántico que separa Europa y América, solo era posible cruzarlo para los civiles en barco, ya que no seria hasta el 27 de agosto de 1.931 cuando se fletaría el primer avión comercial reduciendo la travesía de días a tan solo horas. Afortunadamente el alto rango miliar que desempeñó Christophe, le dotaba de influencias y familiares lo que le permitiría volar a los dos, abordo de aviones militares de la base de Toulon. El viaje en cualquier caso seria largo y la estancia más, cerca de tres años. Nicolae estaba muy emocionado, engrandecer su patrimonio ya no le preocupaba, era consciente de que el pan nunca le iba a faltar, lo que realmente le fascinaba era poder conocer América lugar por lugar como ya lo había hecho en la vieja Europa. Su estantería estaba llena de libros encuadernados por Catherine, en el lomo de cada tomo era un chivato de los países por los que había estado: Noruega, Alemania, Hungría, los países del Adriático, incluso libros dedicados exclusivamente a ciudades como Salzburgo o Atenas. Los libros perfectamente encuadernados que recibía Nicolae a través de la diminuta ventana del convento, transportaban algo más que la elegancia de un cosido de hojas, algo que Nicolae percibía, un ente que emanaba del libro cuando este lo abría en la intimidad de una vela en su escritorio mientras gustaba una copa de vino, durante meses se preguntaba que era aquello que hipnotizaba su mente, no era algo físico pero sabía que estaba allí. Por fin, una noche de luna llena, envuelto en una sinfonía de música clásica que sonaba desde su gramófono de aguja, abrió el libro por la mitad
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mas o menos, la sinfonía clásica ya comenzó hace un rato de forma leve con suaves notas en escala de “re menor”, miraba el libro y el misterio del libro se acentuaba, sus pupilas se dilataban, el sabor agrio del vino de sus labios se iba subiendo a la cabeza en forma de delirio, el libro estaba abierto por la mitad, posó sus mano derecha sobre la hoja derecha y la mano izquierda sobre la hoja izquierda, de pronto pareció verse en el fondo del libro el rostro imaginario de Catherine pese nunca haberlos visto, fue entonces cuando la sinfonía que sonaba entro en su máximo éxtasis, los contrabajos aceleraban el compás de cuatro por cuatro pasó a ser dos por cuatro, el chelo comenzó a subir octavas y los violines chirriaban con toda fuerza un sucesión que iba de “Mi mayor, Fa mayor y Sol sostenido”, en ese momento Nicolae se daba cuenta que sus manos parecían tocar ahora otra cosa, su mano derecha la mejilla derecha de Catherine, y su mano izquierda la mejilla izquierda de Catherine, en este momento de euforia y alucinación levanto el libro y se lo acercó al rostro frotándose los labios con él, con el libro cerca de la nariz, ya descubrió cual era el embrujo del libro, el olor a lavanda. Los continuos cambios de flores de lavanda de su jarrón cuando se secaban, el cultivo, abono y riego de las mismas, la recolección de sus hojas para hacer inciensos, hacían que las manos de Catherine estuvieran mucho tiempo en contacto con las flores de lavanda, manos que luego usaría para encuadernar, esta es la causa de porque las hojas de sus encuadernaciones olían a lavanda. Esa noche de vino, sinfonía y lavanda, Nicolae se percató que ni Noruega, ni Escocia ni España ni América ni ningún lugar del mundo le interesaba más, que conocer la geografía oculta del rostro de Catherine.
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apitulo XXI Apenas faltaba una hora para que amaneciese, pero Nicolae ya estaba subido a su moto Wolfmüller, se dirigía a toda velocidad al convento de las Puras de Santa Elena, sabia que Catherine ya estaría despierta, seguramente rezando el Angelus Agnus Dei. Tenia que verla a toda prisa, hoy se iba a las Américas. Había llegado ya a la puerta del convento. Del hombro de Nicolae colgaba su bolsa de piel. Esta vez no parecía tan pesada como cuando solía venir cargados de papeles, más bien se diría que estaba vacía. Catherine a ver la desinflada bolsa bromeo irónicamente: -Vaya, creo que la encuadernación me llevará quizás una tarde. El joven sonrió: -No, esta vez no traigo nada de papeles. Metió la mano en la bolsa y sacó de la misma un amuleto plateado. Era una estrella de ocho puntas dentro de un círculo. Una cruz que le recordaba mucho a la antigua cruz catara. -Es una rosa de los vientos. -¿Rosa de los Vientos? ¿Una rosa que olía a viento?, pensó en un acto reflejo Catherine. Y es que para una persona que nunca ha salido de un convento es difícil que supiera, que una rosa de los vientos es algo tan sencillo como una brújula. Desde el siglo XVI navegantes portugueses utilizaban este tipo de carta de navegación que indicaban los cuatro puntos cardinales norte, sur, este y oeste, los cuatro rumbos laterales noreste, sureste, noroeste y suroeste, los ocho rumbos colaterales nornoreste, estenoreste, estesureste, sursureste, sursuroeste, oestesuroeste, oestenoroeste y nornoroeste, y finalmente los nombres de la procedencia de los vientos tramontana, gregal, levante, jaloque, migjorn, lebeche, poniente y mistral. Una vez le explicó Nicolae que era este sencillo artilugio se acerco lo mas posible a la ventana donde el suponía que estaba su rostro, Catherine también acercó su cara lo mas que pudo a la ventana para escucharle, entre ellos dos había ahora la distancia mínima del grosor de la ventana. -Escucha Catherine. –Susurraba el. -Estaré lejos, muy lejos de Francia, no nos veremos durante tres años tal vez. Catherine comprendió que aunque dijo “Nos veremos” se refería a que era ella realmente la que no le vería, pues la oscura celosía no le dejaba verla a el. -Si alguna vez te sientes sola y quieres conversar con alguien. –Nicolae se enrojecía, se ponía nervioso y algo tenso, también triste y melancólico, trago saliva y prosiguió.
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-Conversar tal vez conmigo, esta rosa te dirá donde estoy, pues marca todas la direcciones del mundo, no habrá lugar que esta brújula te oriente a mi. Catherine se quedo pálida, como si se le hubiese parado el corazón, las mandíbulas le tiritaban por el gesto de intentar aguantar las ganas de llorar, finalmente rompió a llorar en silencia. Cogió el amuleto de la rosa de los vientos y se lo colgó alrededor del cuello junto un amuleto religioso que llevaba desde que entro en el convento, es decir desde toda la vida. -Lo llevaré siempre Nicolae. –Decía titubeante Catherine, mientras agarraba con fuerza el amuleto. Nicoale, por la voz entrecortada de Catherine sabia que estaba llorando, Nicolae sintió rabia e impotencia, en ese momento no quería ir a Sudamérica a montar industrias, ni codearse con agentes financieros de Estados Unidos, solo quería romper esa maldita ventana, tomar por el brazo a Catherine, subirla en la parte trasera de su motocicleta Wolfmüller y escaparse junto con ella al fin del mundo. Desde el otro lado de la ventana, Catherine sentía algo parecido, pero ambos sabían que era algo que no ocurriría, Nicolae arranco su moto y cuando estuvo lo suficientemente lejos lanzo un grito de la cólera contenida, Catherine no pudo hacer igual, se fue a su habitación, cerro la puerta y se precipito sobre la cama, mordió la almohada para que nadie pudiese escuchar su gemidos de dolor.
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Capitulo XXII Cuando visitas una ciudad, estas predispuesto a empaparte de su cultura, arte y tradiciones, pero también descubres algo más sobre ti mismo y tus limitaciones, en cualquier caso se trata de una experiencia imborrable. De esto se trataba ahora la nueva aventura americana de Nicolae, tres años más que dedicado a los negocios, estaba mas enfocado a en encuentro espiritual. El avión militar aterrizó en Sao Paulo-Guarulhos Internacional Airport, primer destino de este país gigante verde, cuyo nombre etimológico proviene de “Rojo como una brasa”, por las brasa americanas. Con un tamaño equivalente a la mitad de Europa, se extiende a lo largo de ocho países la descomunal selva amazónica, era el primer destino de los dos recién llegados. El centro de operaciones se haría en la lujosa ciudad de Manaus, un edén en medio de la pobreza, era de las pocas ciudades de toda América latina con edificios de lujo, tranvías o agua potable en las casas, todo gracias a la fiebre del caucho, un látex de una variedad de planta muy abundante en las amazonas. El desarrollo tecnológico del viejo continente europeo fue el detonante, para la comercialización de caucho a escala mastodontica. Nicolae y Christophe, no fueron los únicos visionarios en adentrarse en el lucrativo negocio del caucho, gran generador d beneficios y dividendos, desde hace dos décadas ya venían extranjeros de Europa y Norteamérica. El árbol del caucho se convirtió en protagonista del país, se formaron escuelas de métodos de extracción, las cuadrillas de de peones trabajaban a marcha forzadas para satisfacer la demanda mundial, la expansión parecía no tener limite. Gracias a la boyante entrada de divisas y creciente balanza de pagos, las autoridades brasileñas trabajaban el la apertura de una línea férrea Madeira-Mamoré, pero no seria la única, había que fomentar y desarrollar mas la industria del caucho, pues en los últimos años les estaba saliendo fuertes competidores. Inglaterra ya había plantado árboles de caucho en Malasia, Ceilán y África. Para poder operar y comercial legalmente en Brasil, Nicolae y Christophe crearon una nueva sociedad, llamada graciosamente para los hispanohablantes: Trans-Borracha, para un nativo portugués era lógico el nombre, el termino “Borracha” significa “Caucho”. Anécdotas al margen, la sociedad como todas las otras dedicadas al preciado látex comenzó a obtener beneficios día tras día, todos los días se mandaban barcos hacia Paris, Londres, Massachussets o Toronto, todos los días se compraban nuevos terrenos para plantar nuevos árboles, todos los días se deforestaban plantaciones por la tala del caucho, y todos los días los ingresos crecían.
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Christophe alquiló un gran despacho en pleno centro de Manaus, en la calle Rua Costa Azevedo 63, durante tres meses intensos Nicolae y Christophe trabajaban mas de trece horas al día, contrataron un traductor, un secretario y un gerente de aduanas, el trabajo les desbordaba y los domingos también pasaron a ser laborales. -¡Uff! Estoy saturado y me duelen las espaldas. –Refunfuñaba Nicolae a Christophe tras colgar el teléfono de una llamada proveniente de Dusseldorf. -Si yo también estuve algo jaquecoso ayer, me tome una aspirina y hoy estoy mucho mejor. ¿Quieres una? –Ofreció Christophe mientras sacaba una pequeña cajetilla de su americana. -No gracias, lo que necesito no es una aspirina. Escucha llegamos aquí hace tres meses y nos hemos encerrado en el despacho a trabajar, pero no hemos visto nada de aquí, no se ni como demonios es la planta del dichoso caucho, no hemos salido ni a comer fuera, incluso el secretario Edwaldo, nos trae el almuerzo al despacho. Trabajamos y comemos en escritorio y dormimos en el piso de arriba. Estoy un poco agotado. Nicolae, se preguntaba como lo podía hacer Catherine, permanecer en un lugar encerrada durante años. -Tranquilo hombre –Dijo Christophe con tono conciliador. –Mañana a 55 kilómetros de aquí tenemos una de nuestras plantaciones. ¿Qué te parece si nos tomamos el día libre y nos despejamos allí? -Perfecto, necesito salir de estas cuatro paredes.
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Capitulo XXIII A 55 kilómetros de Manaus se encontraba la plantación de caucho. Desde su despacho podía imaginarse como podía ser el caucho. Un tronco, una raíz y ramas, un árbol, sencillo. Pero lo que nunca se imagino fue lo que sus ojos veían con cierto desengaño y pavor. La hermosa y vasta región de las amazonas iba retrocediendo paso a paso agigantado con la tala de árboles de forma indiscriminada. Las maquinas se adentraban, rompían la armonía del paisaje, desde lo lejos se veían como bandadas de aves volaban despavoridas a cualquier lugar asustadas del ruido atronador de los operarios. Las bestias más salvajes huían con el rabo entre las piernas con la tan sola presencia del hombre. -¿Qué demonios es todo esto? –Pregunto irritado Nicolae a Christophe. -Tranquilo chico, ya se repoblaran. -¡Y una mierda! –Contesto mas indignado aun. Las plantaciones se suponen que estaban controladas y cercadas, no una tala indiscriminada. Aquí hay mas árboles cortados de lo que se estaba estipulado en nuestro convenio con la autoridad, a parte de hacer un sacrilegio a la naturaleza estamos cometiendo un delito legal. –Chillaba Nicolae. -No te pongas nervioso por eso, estamos en Sudamérica, aquí se compra y se soborna a todo el mundo. -Joder, parece que no te enteras de nada de lo que te digo. -Vale, vale, si quieres parte de los beneficios los dedicamos a repoblar hectáreas para que los caimanes y guacamayos que tanto aprecias puedan tener donde poner el culo. Esta actitud chulesca enfureció a un más a Nicolae, se acercó hacia el le agarro por el cuello de la camisa, se le acerco a la cara con expresión de ira y le dijo: Hay cosas que el maldito dinero no puede comprar, entiendes. La disputa a voces, levanto interés entre la muchedumbre que se acercaron a ver que sucedía. Varios curiosos se acercaron e hicieron un corro, de entre todos ellos, había un niño, con la piel y pelo negro, iba descalzo y semidesnudo, de su cuello colgaba un collar de plumas unidas por un cordón de cuero. Nicolae que aun seguía teniendo por el cuello a Chirstophe, le preguntó con un resoplido: -¿Qué es eso? -¿Qué? ¿Qué? ¿Qué cojones quieres saber ahora? Le agarró esta vez más fuerte por el cuello y le arrastró hasta donde estaba el pequeño indígena, y vociferándole al oído volvió a preguntarle: -¡Esto! ¿Qué hace un niño trabajando aquí? -Ya te lo he dicho Nicolae. Estamos en Sudamérica, aquí se compra gente, se compran esclavos, no hay leyes, los indígenas del amazonas pueden ser
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tratados a golpe de pólvora y los niños son tan animales como el guacamayo que tanto proteges. Le soltó entonces el cuello de la camisa para tener las manos libres, que luego cerraría para convertirlas en un puño que precipitaría sobre su cara. Tendido en el suelo ensangrentado por el pómulo, Nicolae lo miró con desprecio y dijo, me das asco. Esta fue la última vez que se vieron Nicolae y Christophe.
Capitulo XXIV De vuelta a Manaus, en la Rua Costa Azevedo 63, Nicolae todavía enfurecido recogía todas sus pertenencias del despacho. Mientras en el hall de la entrada del edifico se encontraba su ahora ex compañero Christophe con los brazos cruzados esperando a que Nicolae terminase de llevarse sus cosas para no tener que encontrarse con el. Nicolae se trasladó desde allí hasta la habitación de un hotel cercano, cuando entro no deshizo ni tan siquiera su maleta, la dejo encima de la cama y se metió en la ducha. El calor tropical y húmedo de Manaus pedía que la ducha fuese con agua fría, esto ayudaría a refrescarse y despejarse. Una vez terminada la ducha, liado en un albornoz que proporcionaba el mismo hotel llamó al servicio de habitaciones. Una voz femenina muy educada atendió la llamada: -Hotel Manaus Inn, ¿En que puedo servirle? -Una copa de coñac, por favor, habitación 314. Nicolae colgó y volvió a llamar. La misma voz femenina volvio a inquirir -Hotel Manaus Inn, ¿En que puedo servirle? -Que sea mejor la botella entera y un paquete de cigarrillos, para la misma habitación, 314. Nunca antes había fumado, pero sabía por lo que decían los fumadores, que fumar relajaba y eso es lo que necesitaba ahora.
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Capitulo XXV “No se que voy hacer todavía, de momento tomo unos días de descanso aquí. ¿Qué tal mama? ¿Cómo están las cosas allí?” Este telegrama llegó a la ahora lejana casa rojiza de la Rue de la République. “Tu madre bien. Las cosas en Francia andan un poco revueltas, lo de siempre, estudiantes rebeldes, intelectuales alborotadores y anarquistas incendiarios. Cuídate, besos de tus padres” Y este telegrama llegó a la habitación 314 del Hotel Manaus Inn.
Capitulo XXVI En la silenciosa noche de Manaus, Nicolae acomodado en la terraza de su hotel, alternaba una calada de un pitillo con un sorbo de coñac. Repasaba su vida, las cosas que allí había dejado y las cosas que le trajeron aquí. Su familia, los negocios, sus sueños de recorrer el mundo, su moto Wolfmüller, y una imagen que siempre le perseguía antes de acostarse: Sus tertulias con Catherine. -¿Donde estará ahora? –Se preguntaba mirando al cielo estrellado. Obviamente la pregunta era bastante absurda, pues la respuesta era muy predecible: Encerrada en aquel convento. Cada vez que pensaba en ella aun mas se entristecía, su recuerdo le acompañaba en cada momento, cuando viajaba en barco se imaginaba tenerla abrazarla en la cubierta viendo como las quillas cortan las olas, hubiera querido enseñarle la inmensidad del bosque amazonas, invitarla a conversar solos en las islas de Anavilhanas… todo demasiado hermoso, ahora no sabia que hacer, estaba desesperado, se había peleado con su socio Christophe y había estado comerciando con caucho inconscientemente fomentando la esclavitud. Al día siguiente, después de levantarse tarde tomo un desayuno continental y cogiò su maleta, estaba hecha, dedicaría estos dos años que aun le quedaban en viajar por toda América. Sus altos ingresos acumulados durante estos años soportarían este lujo al alcance de pocos. Tengo la necesidad primitiva de almacenar paisajes en mi corazón. – Pensaba en voz baja.
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Capitulo XXVII Dos hombres con uniforme azul, armados con pistola y porra, se acercaron a la pequeña puerta del convento cátaro. Siguiendo el protocolo hicieron sonar el picaporte y esperaron. La Hermana Catherine, estaba en su habitación, en la parte trasera de la Biblia que llevaba consigo había ingeniado un sistema mediante de barras cruzadas que funcionaba como un calendario que contabilizaba días. Ahora mismo contabilizaba 268 días, desde la marcha de Nicolae, todavía quedaban muchos para los aproximadamente tres años que el estaría fuera, por tanto sabia que el que estaba haciendo sonar el picaporte no era el. Desde su partida, perdió la agilidad con la que iba a abrir la pequeña ventana que comunicaba con el exterior, en su lugar lo hizo la Hermana Candelaria. Al abrir la ventana, la Hermana Candelaria pudo leer en el uniforme de los hombres. “Police”. -¡Dios mió! ¿Sucede a algo? –Pregunto la Hermana Candelaria algo inquieta. -De momento y afortunadamente no. El agente de policía, profano en estos temas de religiosidad hecho un vistazo al convento y sin saber muy bien que interacción podían tener unas monjas con el mundo exterior pregunto sin tapujos: -Escuche hermana, no se si sabe lo que esta sucediendo estos últimos meses en Francia. Candelaria, a igual que sus hermanas del convento lo sabía. Una ola de violencia se había desatado por todo el país. Las revueltas de unos años atrás ya no eran hecho aislados, sino una cadena de ataque por grupos organizados. La inestabilidad que Pierre Neuville le comentaba a Nicolae a través de telegramas estaba tomando un tamaño muy preocupante, el descontento popular era palpable y los lideres del partido de la oposición avivaban al pueblo a mostrar su descontento. -Pues bien. –Continuaba en agente de policía. –Hemos duplicado la vigilancia en la zona. Si notan algo extraño o ven gente sospechosa avísennos. Y sobre todo, muy importante, no salgan por la noche. -Señor, nosotras no salimos ni durante el día, pero gracias por el aviso.
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14 Octubre 1.905. Puerto de Nueva York. Capitulo XXVIII El reloj de Nicolae daban las cuatro y media de la tarde, aun faltaban dos horas para que desde South Street Port, zarpase el buque que le llevaria de regreso a casa, aunque este antes hiciese escala en la ciudad inglesa de Southamptom. Paseando por Battery park, veía como llegaban barcos de inmigrantes italianos e irlandeses a la tierra de las oportunidades. Al fondo, el regalo que su patria le hizo a los estados unidos, la estatua de la libertad. Mas libertad para el fueron los monumentos naturales que le llevaron por ibero América, las cataratas de Iguazú en Argentina, el desierto de Atacama en Chile, el lago Titicaca en Perú, el Salto del Ángel en Venezuela o las barreras de Coral en Belice. Era hora de volver a casa, por medio de los telegramas sabia que su padre, el fundador de Matiére premiére et énergie du Avignon et Vaucluse Société, había fallecido, y no podía quedarse la empresa sin alguien que la dirigiese. Además, la situación en Francia había terminado de explotar por las revueltas de los protestantes, y el mundo era demasiado maravilloso como para que Catherine estuviera encerrada en aquel infierno.
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14 Octubre 1.905. Convento Las Puras de Santa Elena Avignon Capitulo XIX La elegante pluma de Catherine dibujaba otra delgada línea en la tapa trasera de su Biblia. Su simplificado sistema de barras cruzadas daban cuenta que habían transcurrido 1.070 días, casi tres años desde la marcha de Nicolae, su llegada era ya algo cercano. Durante estos años su labor como monja de clausura se había enfatizado. Los libros que ahora encuadernaba eran aburridos textos de protesta política, tablas plagadas de números contables y fichas tributarias de los terratenientes de la Provenza. Echaba de menos los libros de Nicolae, con sus divertidas anécdotas, con los encandiladores paisajes del mundo, con sus imágenes soñaba verlos con sus propios ojos y recorrerlos por ella misma, muchas veces sus deseos caían en el pecado de caminar por los lejanos senderos de la mano de Nicolae, un deseo impuro pero sano y vital que ella lo encerraba en su alma, y su alma a su vez estaba encerrada en el obsoleto convento. Con la marcha de Nicolae a América, se esfumo con el las esperanzas de los sueños de trotamundos imaginaria de Catherine, entristecida y abatida por su marcha, el habito de clausura se cebo mas sobre ella, y las esperanzas que de vez encunado afloraban en ella de un mundo libre, se sofocaban rápidamente en sus pensamiento, un sentimiento de auto-encerramiento se apoderaba de ella. -A mi edad, ¿Qué haría una mujer como ello fuera en el mundo? Quizás este mejor aquí que en ninguna otra parte. Sumisamente, ella mima se contestaba cuando el subconsciente afloraba sentimientos de libertad. Miraba la rosa de los vientos que le regaló antes de marcharse, pero por mas que la miraba solo indicaba direcciones que llevaban a las paredes del convento. La rosa de los vientos debía estar libre, libre para poder llevarte a todas partes. Durante cuarenta años no había salido de allí todavía, no sabia de color podían ser los valles que había detrás desde donde le alcanzaba la vista, ni tan siquiera podía saber que aspecto exterior tenían los muros del convento. Su circulo de amistades se reducía únicamente las demás hermanas del convento, hermanas con las que la diversión de reducía a la oración, a las labores y cumplimentar con las obligaciones eclesiásticas. Era un tormento al que se había acostumbrado desde su nacimiento, lo había aceptado estoicamente.
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Capitulo XXX El camino en barco desde Nueva York hasta Southamtom fue tan largo, que lo único que lamentaba Nicolae de Christophe eran los favores uso de aviación militar para cruzar el charco en el mas breve tiempo posible. Después de tantos años, Nicolae volvió a pisar tierra británica, viejos recuerdos le volvían a la mente. Su olfato le advertía de cambios, no solo por el paso del tiempo sino por el clima de inestabilidad social que respiraba toda Europa, donde su querida patria francesa era la que se estaba llevando la mayor parte. Sin tiempo que perder a su llegada inglesa tomó otro buque que le dejaría en costas francesas. Una vez allí el implacable sistema ferroviario francés le dejaría a el y sus maletas en la Estación central de París. Durante su travesía a bordo del vagón de pasajeros de primera clase, Nicolae miró su reloj de cuerda, eran las seis y media de la tarde, pronto oscurecería y no podría disfrutar de los paisajes normandos, ya sentía la necesidad imperiosa de volver a escuchar la voz de Catherine, para calmar sus ansias comenzó a hojear un periódico de los que la compañía de trenes francesa regala a sus viajantes de primer clase. El titular, traducido al inglés para los turistas, era claro y directo, comenzaba con un titular grande y repintado en negro: “France Burn” El bastante mejorado inglés de Nicolae desde la primera vez que pisó Inglaterra, le permitió traducir sin problema: Francia Arde. Continuó leyendo hacia abajo, las noticias no eran alentadoras, esta no era la vuelta a casa que esperaba, aun así continuó leyendo hasta que le venció el sueño. A media noche el tren se detuvo. La parada pese a ser suave, fue lo suficientemente brusca como para despertar a Nicolae. Con los ojos soñolientos y cansancio acumulado pudo leer un cartel: “Gare du Train: Versalles” Al leer esto se despejo de repente, por la ventanilla vio que el maquinista se había bajado, estaba junto otro empleado de trenes y dos hombres armados que parecían militares, junto a ellos también había un hombre con uniforme azul oscuro en cuya chaqueta colgaban varios distintivos militares, lo mas seguro que ocupase un rango militar de teniente o coronel. Sostenía un
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mapa y con su dedo extendido sobre el, parecía indicarle algo al maquinista. Nicolae no entendía nada, el trayecto debía ir directo a Paris, no era un tren de cercanías que tuviera que hacer paradas intermedias o transbordos. Durante media hora, todos los pasajeros estaban expectantes a través de sus ventanillas a la reunión de hombres que se había formado recientemente. Al final de la conversación, los hombres estrecharon sus manos unos con otros y finalmente el maquinista volvió a subir al tren, pero no a la cabina de mandos, sino al vagón de pasajeros. La gente chismorreaba intentando descubrir que había sucedido. -Señor, un guarden un poco silencio por favor. –Rogó el maquinista. Un silencio asustadizo sucumbió el vagón entero. -París esta siendo tomada por los rebeldes. La guerrilla de la oposición, aparte de varios edificios gubernamentales se ha hecho con el control de la Estación Central de Paris. Es arriesgado ir allí, hay incendios provocados y la situación es hostil. El tren se parara aquí por seguridad, como así nos acaba informar el comandante Sylvere Mollard. -Así que no era ni teniente ni coronel. –Pensó para si Nicolae. Aunque el rango de aquel hombre era lo que menos le importaba, sino como volver a casa.
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Capitulo XXXI Cuatrocientas velas blancas alumbraban la capilla central del convento. Las cuarenta y dos monjas del convento rezaban en silencio el Padre Nuestro, pidiendo a Dios el cese de la violencia en Francia y piedad de las almas de los caídos. De entre ellas, Catherine a demás y sobretodo pedía por la vida y pronto regreso de Nicolae. Sus lagrimas que ahora se desprendían de sus ojos eran fruto de la incertidumbre de su paradero, fruto de la larga espera que la parte trasera de su Biblia estaba siendo testigo y de la necesidad amarga de volver a verle. -Nicolae ¿Dónde estas? –Se decía entre si. -Te necesito tanto tanto… -Continuaba su monologo interior. Terminada la oración, cada monja volvía a sus labores. Catherine subió a su alcoba y cogió su Biblia, ahora en la parte trasera se daba cuenta de que cada barra que había dibujado era un día que podía haber estado en compañía de Nicolae. Quizás llevando una vida tranquila, en algún lugar escondido en la Patagona o en los andes, cuidando un rancho de vacas en un pasto verde fresco en la primavera y dormir abrazada a el en una noche de invierno junto al calor de una hoguera. -¡Oh! Dios mió, porque estoy sacrificando mi vida de esta forma. –Se preguntaba al tiempo que también se lamentaba. -Podría ser una buena esposa y haberle dado tantos hijos como dios me hubiese permitido. Contra mas pensaba, mas lloraba y mas se lamentaba. Su desesperación fue tal que yacía ahora en el suelo con el puño cogiendo su rosa de los vientos.
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Capitulo XXXII En la estación de Versalles, Nicolae se dirigió a la oficina administrativa. Mas que una estación de trenes parecía un fortín militar. Tenía que haber alguna manera de volver a casa. Se acercó a una mesa en la que estaba uno de esos nuevos militares-encargados de trenes. -Mi nombre es Nicolae Neuville, necesito ir a Avignon. Iba a ir inicialmente desde París pero debido a los altercados… -Señor Neuville. –Interrumpió severamente el militar. -No se como esta de informado de la situación nacional, ¿Lee usted el periódico? -Últimamente no señor, he estado fuera. -Me lo temía. –Repuso con repecho el militar. -Mi nombre es Joseph Bitee, cabo artillero del ejército Francés. Francia como intuyó que si sabe esta siendo sacudida por revueltas de sindicatos socialistas, anarquistas y un ejército paramilitar liderado por los principales partidos de la oposición. El ejercito francés y actual gobierno, no sin dificultades hemos podido hasta ahora sofocar las revueltas con relativo éxito. Pero ahora la guerrilla esta siendo apoyada por grupos Pro-Franceses Argelinos. Como sabe, desde 1.830 es colonia nuestra y numerosos grupos revolucionarios se han organizado y están viviendo desde las costas africanas de Alegría en masa, con el fin de apoyar a la guerrilla, ellos piensas que el nuevo gobierno les dará la indecencia colonial. Nicolae, escuchaba atentamente, a medida que se le iba haciendo un nudo en el estomago. -España ha cerrado sus fronteras por tierra, asi que los rebeldes argelinos están llegando vía naval al sur de Francia, a Persignan, Avignon y Toulon. -¡Avignon! –Dijo Nicolae, mientras el nudo del estomago crecía. -Por esto señor Neuville, es sur de Francia es extremadamente peligroso. -No importa, debo ir a por Catherine. –Dijo entre si.
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Capitulo XXXIII Una columna de humo negro se elevaba desde el corazón de la ciudad de Avignon. Era lo único que se podía ver desde la lejanía del convento de las Puras de Santa Elena. Para los aterrados que habitaban el interior de las murallas de la ciudad el paisaje era algo mas desolador que una columna de humo negro. La ciudad se había convertido en un campo de batalla, los civiles se habían convertido en improvisados soldados que luchaban por defender sus pertenencias y la vida propia, los cadáveres de niños y mujeres se agolpaban en las calles y las aceras estaban cubiertas de casquillos de metralla. Tal y como le dijo el cabo Joseph Bitee a Nicolae, la parte sur Francesa estaba siendo dominada por los grupos paramilitares Argelinos, era una guerra civil y colonial al mismo tiempo. La casa rojiza del numero 8 de la Rue de la République, había sido reducida ahora a la mitad, tras ser alcanzada por una bala de cañón. La guerrilla Francesa en coalición con la Argelina ganaba terreno ha las tropas del ejercito Francés. Capitulo XXXIV -Se lo vuelvo a repetir señor Neuville. Los accesos al sur de país están restringidos solo al personal militar. Estamos enviando de forma masiva tropas al sur para contener la frontera sur del país frente a los desembarcos de guerrilleros Argelinos. ¿Comprende que si enviamos conjuntamente población civil a sur de Francia, entorpecerían nuestras estrategias militares? –Trataba el cabo Joseph Bitee de explicar la imposibilidad de que pudiera ir al sur de Francia. -Entonces la estrategia del ejercito es reforzar el sur de Francia, pasa por enviar tropas allí para contener al enemigo en la frontera e impedir que continúen entrando, ¿cierto? -¡Bravo! Veo que por fin lo ha entendido señor Neuville. –Dijo satisfecho Joseph creyendo haber disipado del todo la idea de Nicolae de viajar al sur. -¡Perfecto! –Exclamó Nicolae. -¿Cómo? –Preguntó estupefacto Joseph. -Alísteme en el ejercito como voluntario. Aún soy joven y soy fuerte. Quiero enrolarme en la armada. Horas mas tarde, Nicoale estaba sentado en la parte trasera de una camioneta con uniforme militar y los distintivos de ejercito de artillería francesa. Junto a el, otros voluntarios que habían perdido todo y ssolo les quedaba luchar. El destino era reforzar las lineas aliadas en la región de la Provenza, sur de Francia. La camioneta iba a toda prisa, la llegada era urgente, Avignon estaba siendo tomada.
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Capitulo XXXV Tras cinco días desde el alistamiento, la camioneta de Nicolae había llegado a la parte exterior de Avignon. La guerrilla Franco-Argelina había tomado el control de la ciudad, de hecho se veían banderas francesas con una estrella roja en el centro, símbolo de la liberación. -¡Oh no! Catherine esta en peligro. Las tropas revolucionarias, una vez conquistada la ciudad comenzaron su avance río arriba, donde se encontraba en convento de las Puras de Santa Elena. Tomar posesión de aquellas tierras sería tarea fácil. Son zonas agrícolas y ganaderas de poca población, gente sencilla, fáciles de derribar. Nicolae se encontraba junto a los voluntarios y ejercito en el lado opuesto de la ciudad y del rió. Tendrían que reconquistar la ciudad y seguir río arriba y detener el avance de los rebeldes antes de que llegasen al convento de clausura, pero no había tiempo. La ciudad estaba ahora bien defendida y los rebeldes avanzaban rápidamente hacia arriba. Por mucho tiempo que Nicolae pasó fuera de su país, la región de la Provenza fue toda su infancia, allí pasó sus primeros años, toda su adolescencia, conocía el lugar como la palma de su mano. Sabía que tomando los atajos adecuados podría llegar antes que los rebeldes al convento y proteger a Catherine. Sigilosamente cogió “prestada” una moto del ejercito francés. Sorteando curvas y caminos abruptos recordaba las tarde frescas de verano cuando hacía el mismo recorrido en su moto Wolfmüller en busca de Catherine, pero esta vez era distinto, iba para sacarla de allí para llevársela lejos de este infierno. Surcarían los mares de la polinesia a bordo de un velero, llegarían a costas de arena blanca y peces exóticos, se besarían hasta el atardecer de algún lugar tropical y cortaría leña para poder calentarla en los duros inviernos, vivirían su propia historia de amor. Por unos minutos había logrado olvidar la guerra civil francesa.
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Capitulo XXXVI La puerta del convento de las Puras de Santa Elena, son con fuerza. Nadie había hecho sonar el picaporte, pero la puerta se abrió. Una fuerte patada de un corpulento soldado Argelino de color, la derribo. Junto a el comenzaron a entrar soldados, también de color, armados con fusiles, rifles y pistolas al grito de: ¡Al suelo! Eran los rebeldes, ya habían tomado el convento, algunas monjas resultaron heridas, otras muertas, todas estaban aterrorizadas. Catherine se encontraba en la capilla central, acurrucada entre los bancos, el sonido de los disparos retumbaban en la soledad del convento, Catherine se mordía el labio atemorizada, tenia que escapar. Sabía que una de las vidrieras laterales donde están representados los doce apóstoles daba a la parte externa del convento, donde se encontraba prado algo montañoso, si escapaba por allí le sería luego fácil esconderse en el bosque. Sin pensarlo dos veces cogió el pesado copón del cáliz y lo arrojo sobre la vidriera que se rompió en pedazos, donde ahora solo se podían ver cuatro apóstoles. Corrió uno de los bancos hasta la vidriera rota para poder saltar mejor. Al mismo tiempo escuchaba las fuertes pisadas de las botas de los paramilitares que subían por las escaleras. Catherine para se despojo de su habito de monja y zapatos para poder correr de forma mas ligera y permitirle mas agilidad. Se quedó con la imagen indecorosa de una monja en camisón blanco, pero no era momento para protocolos y formalismos. De un generoso salto, cayo a tierra firme, era la primera vez en mas de cuarenta años que salía del convento, no era momento para saborear tal experiencia, tan solo se puso a correr tan rápido como le permitían las piernas. -¡Ha huido alguien, señor! –Dijo uno de los paramilitares al entrar en la capilla y ver el agujero de la vidriera. -¿Pues a que esperáis? Seguidla! –Ordenó el que sería jefe de ese comando. Tres hombres armados saltaron por el agujero que había hecho Catherine y corrieron tras ella. Los demás soldados acorralaron a las indefensas monjas, saquearon las cosas que pudieran ser de valor e inspeccionaron el lugar. -Una edificación fuerte y solemne, aislada de la ciudad, apenas sin ventanas, esto puede ser un buen lugar para presos y rehenes. –Pensó uno de los cabecillas del comando.
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Capitulo XXXVII A toda velocidad por tortuosos caminos conducía Nicolae la motocicleta del ejército Francés. El peligro de conducir por caminos no asfaltado dio el resultado final de un pinchazo de la rueda delantera de la moto, el reventón propició que girase el manillar de forma violenta perdiendo el equilibro y cayendo aparatosamente de la moto. Intentó amortiguar la caída interponiendo la pierna izquierda entre el suelo y la moto, pero fue inútil, en cuestión de segundo se encontraba tumbado en el suelo, la moto todavía en marcha a escasos metros de el. A pesar de tener el codo arañado, la peor parte se la llevó su pierna izquierda, que al intentar frenar la caída se doblo ligeramente la rodilla, el dolor era muy fuerte, pero para un hombre fornido como el soportable. Tumbado en el húmedo suelo de hierba veía las copas de los árboles, mientras una banda de pájaros se posaban sobre sus ramos. De repente el eco del sonido de un disparo perturbo ese silencio, y la bandada de pájaros echo de nuevo a volar. Conocía este bosque y sabía que el convento estaba cerca, muy cerca, y algo no debía ir bien. Se levanto como pudo, la rodilla le dolía, pero no era impedimento para andar, cojeando se dirigía al lugar de donde provenía el disparo, desafortunadamente ese lugar era en la misma dirección del convento. El autor del disparo fue uno de los tres hombres que salieron en la búsqueda de Catherine. Les separaba una distancia de novecientos metros obstaculizados por árboles, rocas y matojos, por lo que acertar en el disparo no era tarea fácil. Los tres hombres no perdían de vista a Catherine que huía despavorida hacia el interior del bosque, donde ella sin ser consciente, Nicolae acababa de tener un accidente con la motocicleta. La velocidad de los tres hombres, gracias a su entrenamiento militar era muy superior a la de una simple hermana de la caridad, por lo que la distancia inicial de novecientos metros se veía reduciendo paulatinamente, en consecuencia la posibilidad de acertar con un nuevo disparo era mayor.
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Capitulo XXXVIII La mirada de Catherine se clavaba en el frondoso bosque, único lugar que podía servirle de refugio para poder dar esquinazo de sus tres persecutores. De entre los arbusto de los árboles, como un halo de luz apareció la figura humana de un hombre que cojeaba ligeramente y se aproximaba a Catherine. Aquel hombre, al salir de la inmensidad del bosque vio a una hermosa mujer, que aunque nunca la vio antes, la conocía perfectamente. -Nicolae. -Catherine. Se dijo cada una para entre si. Corrieron despavorido el uno hacia el otro, presos del deseo de abrazarse y de la desesperación de unir sus cuerpos. Entonces un segundo disparo detuvo por un instante el tiempo. Las piernas de Catherine se pararon en seco, su respiración se ralentizaba, sus labios intentaban hablar torpemente y su camisón blanco a la altura del pecho se había teñido del color de la sangre, una bala del calibre catorce había perforado por la espalda a Catherine. Su cuerpo comenzó a perder fuerza y equilibrio hasta que sus rodillas se clavaron de una sentada en la tierra. Nicolae, testigo de la delicada situación, corrió cojeando más aprisa sin aliento hacia Catherine. Los tres hombres también corrían hacia Catherine, pero estaban todavía a mas distancia que Nicolae. El llegó primero ha ella, se arrodillo frente a ella, la rodeo con sus brazos, contemplo su rostro, era bello, el mismo que había contemplado años atrás en las hojas de su libro años atrás antes de irse a las Americas. Dios mió, que criatura mas bellas has creado para tenerla encerrada tanto tiempo, debió pensar en aquel instante Nicolae. Sus ojos grandes emanaban aún vida, aliento y esperanza, la blancura se su rostro adulterado únicamente por el relieve de su nariz y mejillas, un crisol de caprichosos rizos oscuros brotaban de su cabeza hasta descansar mas abajo de su nuca, los finos labios ocultaban el néctar de un dulce beso, las cejas intimidaban el abismo mirada que nada tenia que ver con lo que Nicolae había visto anteriormente en ninguna parte del mundo. Nicolae le cogió las manos con fuerza, con los ojos bañados en lágrimas le decía: -Amor mió, no hagas el viaje a la eternidad tu sola. Espérame, hagámoslo juntos cuando hallamos envejecido, cuando pueda enseñarte el mundo que yo he visto, cuando pueda enseñarte el mundo que te ha sido privado tantos años. Catherine, no me dejes. Te lo suplico. La voz de Nicolae agonizaba, mientras la boca de Catherine era incapaz de articular palabra, sus ojos perdían brillo y la fuerza con la que agarraba las manos de Nicolae se desvanecía. Un grito de dolor incontenible salió de los pulmones de Nicolae, el corazón de Catherine comenzó a ser libre.
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Capitulo XXXIX Los tres hombre, capturaron a Nicolae. Le llevaron al convento Cataro de Las Puras de Santa Elena, ahora convertido en una prisión para la guerrilla. Esposado es llevado a su celda donde estaría hasta el fin de sus días. El mundo que le quedaba por descubrir se redujo a las paredes de una pequeña habitación que en otro tiempo seria el dormitorio de alguna hermana de clausura. Sin ventanas al mundo exterior, se preguntaba que sería de su vida ahora. Sentado en la cama de la habitación se acercó al escritorio donde había un libro negro, era una Biblia, la hojeo por encima y al cerrarla vio que en su contraportada había escrito su nombre varias veces. NICOLAE NICOLAE NICOLAE NICOLAE…. Era la habitación de Catherine, era la Biblia de Catherine, era el sistema calendario de Catherine desde la marcha de Nicolae a América. Para escribir NICOLAE, es necesario trazar veintiuna barras, así podía Catherine orientar la fecha de su retorno. Se acercó la Biblia a su nariz, olia a flores de Lavanda.
Capitulo XL Catherine no escogió la clausura ni la libertad. La clausura la protegió pero le impuso una vida que no quería, la libertad en cambio la mató. Nuestros sueños y deseos nos conducen a caminos erróneos, quizás ese es el verdadero sentido de la libertad, poder tropezar y levantarnos, poder soñar y despertar, poder elegir y decidir sin acertar siempre. La vida se nos dio libremente, nuestra libertad de cómo vivirla.
NOTA DEL AUTOR: Todos los datos, lugares y eventos han sido cuidadosamente estudiados para dotar de un mayor realismo la historia, interviniendo la ficción lo mínimo posible, tan solo en la guerra civil que estalla en Francia y otros detalles de menor índole.
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9 De ABRIL DE 2.010. Carlos Lopez Muñoz
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