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X CAPÍTULO 4: EMPIEZA EL JUEGO X


Emma está empezando a ser la de siempre — comentó Axel, rompiendo el cómodo silencio que se había instaurado entre Dalia y él desde que entraron a trabajar hacía poco menos de media hora.

Ahora trabajar juntos se había vuelto su actividad favorita y se complementaban como nadie. Atrás quedaban los tiempos de desacuerdos y malentendidos por llevar las riendas. Por fin eran un equipo, en todos los sentidos de la palabra.

Aquella noche se encontraban adelantando un poco de papeleo, pues todavía tenían que ponerse al día después de su ausencia en el cuerpo. Y aunque ambos preferían la acción, un poco de tranquilidad también se agradecía.

Especialmente debido a que se estaban adaptando de nuevo a la normalidad.

— Eso es genial, me alegro mucho cariño — exclamó Dalia, con una sonrisa de oreja a oreja.

Axel se acercó por detrás y la aferró de las caderas, pegando su cuerpo al de ella y deleitándose con su perfume. No era un hombre que creyese en el amor, nunca en sus treinta y cinco años había sentido nada ni remotamente parecido. Pero entonces llegó Dalia y puso patas arriba todas sus malditas convicciones, simplemente con abrir la boca y defender sus puntos de vista con esa pasión y sentido de la justicia que la caracterizaba.

Y cada vez que despertaba junto a ella, ambos bañados en sudor después de una placentera noche de sexo, lo iba teniendo más y más claro; quería pasar el resto de su vida a su lado.

Quería que fuera su mujer.

Solo que todavía estaba pensando en la mejor manera de proponerle matrimonio. Porque claro, hacerlo en una comisaría rodeados de papeleo, gente a la que interrogar y fotografías de asesinatos no era lo más romántico del mundo y Dylan insistió – cuando se confesó con él tras excederse con el whisky – en que debía currárselo, pues debía ser un recuerdo especial para ambos.

Visto desde esa perspectiva, tenía lógica. Y él quería, por una vez en su vida, hacer las cosas bien.

— ¿Por qué estás tan callado? ¿Hay algo más que te preocupe? — inquirió ella, al ver que Axel no acotaba nada más. No era habitual en él sumirse en sus pensamientos cuando tenían una conversación...tan interesante. Y en la posición comprometida en que se encontraban.

Pero él se separó con suavidad, desechando la posibilidad de que aquella noche tuvieran un polvo esporádico en su despacho como habían hecho en otras ocasiones furtivas. 

— Me preocupan estos sucesos recientes, Dalia — se sinceró al fin, pues hacía mucho que había renunciado a la posibilidad de ocultarle nada. Era inútil y además injusto, porque ella no se lo merecía —. Todos esos animales mutilados, la societatem y su crecimiento antinatural en redes...se está gestando algo muy turbio y me da miedo no ser capaz de pararlo hasta que sea demasiado tarde — confesó, pellizcándose el puente de la nariz.

— Hasta que haya una víctima mortal — completó ella, apretando su mano con delicadeza —. Eh, lo evitaremos ¿de acuerdo? Haremos todo cuanto esté en nuestra mano por poner fin a esto — aseguró, rotunda, antes de alegar —: Tú ya lo hiciste una vez, ¿no?

Ese inesperado rumbo en la conversación le arrancó un suspiro pesaroso al subinspector. Nunca habían hablado abiertamente de aquello.

El simple hecho de rememorarlo le traía recuerdos terribles que lo atormentaban cada noche en sus pesadillas, pero sabía que tarde o temprano tendrían que hablarlo.

No quería tener secretos con Dalia.

— Sí, lo hice, pero...

El estridente timbre de una melodía entrante interrumpió de cuajo sus palabras, si fue una suerte o no solo el tiempo lo diría. El caso fue que tuvo que contestar.

— ¿Sí? —. Y enseguida su tono se volvió áspero a la par que incrédulo y un exabrupto se le escapó —: ¡Mierda! Vamos para allá.

Colgó, depositando el teléfono en el escritorio con malas formas.

Estaba muy tenso, así que Dalia fue cautelosa.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó, temiéndose lo peor. La respuesta de Axel no se hizo de rogar.

— Un pastor ha sido sorprendido por dos individuos durante las confesiones, a última hora. Al parecer, le han aterrorizado hasta que se han cansado... y le han dejado un mensaje para mí —. A pesar de su tono controlado e indiferente, Dalia supo que se sentía responsable de aquello y le frotó los hombros con indulgencia, apoyando la cabeza en su pecho unos minutos. Necesitaba dejarse reconfortar con su calor unos minutos antes de volver al ruedo.

— Tranquilo, sea lo que sea daremos con ellos. Y por suerte el pastor se encuentra bien físicamente, ¿no?

Sus palabras y su contacto parecieron relajarlo en grado sumo y giró el cuello para contemplarla con adoración, besándola con tibieza en los labios. Luego destensó los músculos y asintió.

— Sí, ha sido más que nada el susto. Vamos, a ver si terminamos pronto y podemos ir a casa. Quiero que cenes con Emma y conmigo — añadió, sorprendiéndola para bien. Axel era un hombre de pocos detalles, más propenso a planes imprevistos. Pero eso le encantaba a la inspectora, porque era lo que lo hacía él y una de las muchas razones por las cuales le había robado el corazón.

No pretendían cambiarse, se respetaban y complementaban el uno al otro. Y eso era lo que importaba.

Terminaron de coger sus cosas y salieron a toda prisa rumbo a la iglesia parroquial, donde Isaiah los esperaba escoltado por algunos agentes de policía que ya se habían trasladado hasta el lugar de los hechos para evaluar los daños.

Cuando Dalia y Axel llegaron poco después, les resumieron los hechos. Prácticamente era lo mismo que ya les habían contado por teléfono, así que Axel dejó de andarse por las ramas y fue directamente a hablar con Isaiah.

El anciano sacerdote estaba sentado en las escaleras de la entrada a la iglesia, con una manta que le habían entregado los del equipo de policía para que entrara en calor. Había sufrido un vahído por el desagradable impacto que la visita macabra de los dos jóvenes había tenido en él. Su corazón ya estaba débil y no aguantaba las emociones fuertes con el vigor de antaño.

Dalia y Axel se adelantaron y este último inició las presentaciones de rigor.

En cuanto hubo pronunciado su nombre, los ojos del párroco brillaron con reconocimiento.

— ¿Usted es Axel? Me dieron...un mensaje para usted — tartamudeó el pobre hombre, que todavía no había logrado reponerse del todo del sobresalto. No creía que pudiera hacerlo en el futuro cercano.

— Así es, soy yo. Junto con mi compañera, la inspectora Dalia White, estoy a cargo del caso de la Societatem Tenebris. ¿Los dos chicos que lo atacaron mencionaron algo al respecto?

Isaiah asintió, tragando saliva tan solo de recordarlo.

— Dijo: "pronto vendrá el reinado del Oscuro y vosotros, falsos ídolos, seréis aniquilados" — repitió textualmente las palabras de Rhett

Dalia tomó notas frenéticamente, mientras Axel ponía una mano en el hombro del sacerdote para tratar de reconfortarlo.

— Enseguida le dejaremos marchar, señor Tolbert, pero antes necesito que me diga cuál fue el mensaje que le pidieron que me entregara — le comunicó, intentando transmitirle seguridad.

Era un milagro que no le hubiera dado un infarto después de lo que le habían hecho pasar. Pero Axel no lograba ver la finalidad de todo aquello y eso lo inquietaba.

A juzgar por su semblante serio, Dalia no estaba teniendo mucha más suerte que él en sus deducciones.

— Me pidió que le dijera que esto es solo el comienzo de su peor pesadilla — Isaiah trasladó el mensaje, sintiendo las piernas débiles y temblorosas.

Solo quería ir a casa y que aquella infernal noche tocara a su fin.

— Gracias por todo señor Tolbert, una patrulla lo acompañará hasta su casa. Si percibe cualquier cosa inusual, no dude en llamarnos — le indicó, siguiendo el procedimiento.

— ¿Has tomado nota de todo? — le preguntó a Dalia, después de que el hombre les diera las gracias y se marchara con la escolta.

Axel dudaba que volvieran a molestarlo, ya había cumplido su papel en aquel demencial juego en el que ellos dos parecían ser protagonistas. Especialmente Axel, puesto que el mensaje iba dirigido expresamente a él.

Por más que se estrujaba el cerebro pensando en quiénes podrían ser esos dos hermanos siniestros que habían irrumpido de ese modo en la iglesia, no se le ocurría nadie.

— ¿Cómo demonios se las han ingeniado para transportar una maldita cabeza de carnero hasta aquí? — se preguntó Dalia en voz alta, sacándolo así de su abstracción.

— Si te soy sincero no lo sé, esta zona es bastante tranquila y silenciosa a estas horas, así que supongo que están familiarizados con el entorno y lo han aprovechado en su favor — razonó.

— Tiene sentido — se mostró de acuerdo ella.

Su mente trabajaba a toda velocidad, manteniendo la profesionalidad que se esperaba de ella.

— Sería bueno que los chicos investigaran las direcciones de todos los compañeros de clase de Patricia, empezando por darle prioridad a la de hermanos. Tengo entendido que en su clase solo había tres que cumplen con esos requisitos — aventuró Axel. Dalia hizo memoria.

— Sí, tres o cuatro. Llamaré a Kevin para que se ponga a ello — dijo, marcando ya su número. No había tiempo que perder.

Kevin contestó al primer tono, confirmando sus sospechas de que estaba operativo. Siempre lo estaba.

Les confirmó que se pondría manos a la obra ya mismo y los llamaría cuando tuviera algo.

Subieron al coche de Axel para volver a casa, pues su labor allí había terminado. Los de la forense se estaban llevando los restos del carnero para analizarlos y esperaban que descubrieran algo interesante, aunque Axel lo dudaba.

Aquello parecía estar planeado meticulosamente, demasiado como para que sus artífices cometieran errores.

— Llamaré a Emma para que sepa que vienes, ha salido esta tarde con unos amigos.

El orgullo era patente en la voz de Axel y Dalia sonrió, contenta por la joven. Se merecía ser feliz.

Sin embargo, las maldiciones que soltó Axel antes de colgar le borraron la sonrisa.

— ¿Qué pasa?

Casi le daba miedo preguntar, pero viendo lo serio que estaba Axel no podía no hacerlo.

— No contesta al teléfono.

— Estará pasándolo bien, a lo mejor se ha quedado sin batería y...

— No, ella sabe que siempre debe contestar al teléfono después de lo que pasó — indicó, seco, mientras estacionaba en un área de servicio para evitar una tediosa multa por ir hablando por el móvil mientras conducía.

Volvió a insistir, pero en aquella ocasión le salió apagado. Y aquel fue el indicador de que su presentimiento era correcto: algo estaba pasando con Emma.

— Joder, esta niña va a acabar conmigo — se quejó él, frustrado.

Dalia trató de reconfortarlo, pues sabía el vínculo tan especial que lo unía con la joven.

— Respira cariño, sea lo que sea ya nos lo explicará cuando vuelva — intentó quitarle hierro al asunto ella, pero Axel no se mostró muy convencido.

No tuvo valor para decírselo, pero lo que llevaba temiendo todas y cada de las noches desde que la conoció era que una noche no volviera, que se la arrebataran para siempre. Y la sola idea lo volvía loco.

Se pasó las manos por la cara, intentando relajarse. No quería alarmar a Dalia, quizá se estaba precipitando. Todo el asunto con el padre Isaiah lo tenía paranoico.

— Déjame probar a mí, a lo mejor...

El resto de la frase murió en los labios de Dalia cuando una llamada entrante saltó en ee preciso instante en su móvil. Axel contuvo la respiración y ella se apresuró a mirar por si era Emma, pero no. Se trataba de un número que no tenía guardado, así que descolgó.

— ¿Quién es?

— Un ciudadano preocupado. Llamo para informar a la policía de que en el pantano de Manchac hay un cadáver flotante que espera su examen. Bonam noctem.

La voz, por supuesto, estaba distorsionada y parecía lógico – a juzgar por sus palabras – suponer que quien los llamaba era el asesino, buscando regodearse por sacarles ventaja.

En aquella ocasión, se trataba de una víctima humana. Lo que confirmaba sus peores temores de que toda aquella pantomima con los carneros solo había sido el aviso inicial de lo que estaba por venir.

Y que Emma no diera señales de vida amenazó con acabar con los nervios de ambos, pero debían mantener la sangre fría a toda costa.

Si esa información era cierta, con toda probabilidad el numerito de la iglesia no había sido más que una treta para desviar la atención.

Ahora empezaba el verdadero juego.

Un juego a contrarreloj que esperaban ganar antes de que la Societatem Tenebris se cobrara una nueva víctima. 

XXXXXXXXXX

FELIZ NAVIDAD MIS AMORES!! ❤🎄Espero que os haya gustado el capítulo, estoy trabajando en la historia poco a poco aunque no lo sepáis jejej 

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