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Valor

Esta es una historia que paso muchos años atrás y tiene lugar en una pequeña ciudad en el viejo continente de Aincrad y se centra sobre la vida de un hombre que vivía a en un viejo vivero alejado del pueblo escondido de las personas, debido al horrible aspecto de su piel que lo llevó recibir mucho odio y crueldad mientras crecía, sin que nadie llegase a entender el motivo de su aspecto. Nunca abrió su corazón a nadie y aún más después de la trágica muerte de sus padres en un incendio que lo marcó hasta la muerte. Cada vez que trataban de acercarse a él, se escondía en su propio enojo, porque sabía lo que la gente decía de él a sus espaldas.

Sin embargo había una labor que le alegraba sus días, su gran felicidad era plantar flores en su jardín, las cuidaba y protegía, ellas eran sus únicas amigas. Pero un día por la madrugada el escuchó ruidos que provenía del jardín, salió muy furioso de su dormitorio —otra vez esos ladrones dañando mis flores — pensó alzando su mechero. Pero su sorpresa fue grande al ver como una mujer de muy largos cabellos corría por su jardín, no podía distinguir más allá de su delgada figura debido a la oscuridad, ella saltó sobre la valla del jardín y él se percató que le robó un par de flores. Esto enojó mucho al hombre al principio. Así que se quedó afuera y observó su jardín toda la noche. Pero cuando cayó dormido, la mujer tomó otra flor. Esto continuó así durante varias noches.

Aquel hombre fingía estar dormido, sin embargo veía como la mujer le robaba sus preciosas flores. Hasta que la curiosidad por la mujer lo comenzó a inundarlo y sin darse cuenta cuando, él empezó a esperar a que ella viniera cada noche. La mujer al pasar los días parecía un poco más brillante que los anteriores. Un tiempo después cuando fue al pueblo a comprar unos fertilizantes para su jardín, se dio cuenta que ella estaba vendiendo las flores que le robó para ganarse la vida, era la primera vez que podía verla con tanta claridad, quedó embelesado con aquel peculiar color de cabello. Le pregunto a su vendedor por ella y este le contó que ella era huérfana y que cuidaba de su hermana pequeña.

El hombre al sentirse un poco identificado por ella desesperadamente quería ayudar a la mujer en todo lo que le era posible. Pero tenía miedo de que le aterrorizara su apariencia. Él sabía que ella no amaría su aspecto "grotesco". Entonces llegó a la conclusión de que la única manera en que podría ayudarla es dejar que la dama siga robando flores de su jardín. Este sujeto comenzó a hacer una flor única en su jardín, para que ella pueda venderlas con un mayor precio. Después de muchos injertos fallidos, el hombre hizo una flor que no existía en ningún lugar y llenó su jardín de aquel brote, llamando a la flor con el nombre de ella, Asuna. Nunca se lo diría, no quería que ella piense que él era un acosador.

Y llegó la noche, la mujer ingresó hacia el jardín, observó la hermosura de aquella nueva flor, tomo un par de ellas y las puso en su canasta, cuando estaba por marcharse se armó de valor y le habló al hombre — sé que no duerme señor, no entiendo porque usted permite que le siga robando, pero gracias y me gustaría poder ver algún día la cara del hombre que me ha estado ayudando por estos meses — al terminar saltó la valla del jardín. Aquello dejó sorprendido al hombre que al día siguiente se compró una nueva máscara para cubrir su rostro desecho y poder estar más cerca de aquella mujer de la cual se había enamorado, el muy ansioso no sabía que iba a decirle, no había tenido contacto con nadie desde hacía tiempo.

La noche cayó, el cielo era adornado por una gran luna llena que era acompañada por un océano infinito de estrellas, el hombre sentía que el tiempo pasaba muy lento ese día, tenía un regalo para ella. La mujer no tardó en llegar, el sin decir nada le entregó una maceta con su flor un par de semillas, esta le agradeció — ¿Por qué trae una máscara señor? — le preguntó, causando que el hombre se incomode y se aleje de ella — me disculpo por mi atrevimiento, al menos me dejará saber su nombre, señor — él no iba a decirle su nombre verdadero puesto que todos lo conocían y no quería que ella también lo viera como un monstruo — mi nombre es Kirito — le respondió cuando ella tomó por sorpresa de su mano y noto la rigidez de su piel, este asustado la quitó con rapidez. La mujer sin decir nada más se marchó. Los días transcurrían, ambos se observaban a lo lejos sin decir una palabra, pero no había en el ambiente una pizca de incomodidad. Ella después le comenzó a dejar un par de panes caseros cada vez que se llevaba sus flores, provocando que el hombre se sienta feliz al no ser abandonado por ella.

Noches más tarde notó algo diferente en la mujer, pero no tuvo el valor para preguntarle puesto que ella generalmente era quien hablaba, esta al tener es su poder la última flor se acercó a el — señor Kirito me permite ver su rostro — la mujer se mantuvo en pie esperando una respuesta — por favor — lo toma nuevamente de su mano descubierta, el hombre al sentir la calidez de sus manos quedó sorprendido, había transcurrido mucho tiempo desde que perdió aquel contacto humano. La mujer en un intento desesperado para que el aceptase, le contó que ya sabía de su apariencia y que eso a ella no le importaba, sin embargo la inseguridad y miedo del hombre pudo más — Eso dice ahora, pero usted luego se hará la burla de mi aspecto y me dañara, nadie seria amigo de un monstruo como yo, ¡vete! — tras dicho aquello, la mujer muy apenada se marchó en silencio.

Pero al día siguiente la mujer no fue, él se sorprendió por su ausencia y se lamentó por lo que dijo, sin embargo tenía la esperanza de que ella volviese la noche y poder disculparse, algo que no sucedió, la mujer dejó de ir a su jardín. No importaba cuánto tiempo esperara, ella nunca llegó. Después de pensar unas semanas al tener miedo de que se marchara por lo que dijo, decidió ir al pueblo a buscarla, cubriendo su rostro con la máscara que usaba cuando ella lo visitaba, entonces descubrió por terceros que la mujer había muerto — su hermana pequeña estaba muy enferma y falleció meses atrás, la mujer no hace mucho que murió, la pobre no comía nada, en ocasiones le daban un poco de pan, pero no fue suficiente para salvarla, ella estaba muy triste y sola.

Él se lamentó todo el camino a su casa por no tener el valor de hablarle de sus verdaderos sentimientos en aquel entonces, pues él tenía miedo de que ella lo rechazara por su apariencia — Si le hubiera mostrado mi rostro ¿Qué hubiera ocurrido? O ¿Si hubiera hablado más con ella? — eran preguntas, que jamás tuvieron respuestas, si tan solo se hubiera amado un poco más a sí mismo, podría haberle mostrado su rostro a la mujer y haberla ayudado antes, ella murió a causa de su pobreza y soledad — era algo que yo podría haberle brindado — aquel hombre murió solo años más tarde.



Este fic producto de la inspiración de una inspiración. Feliz San Valentín, espero que les haya gustado es historia un poco rara y si es así no olviden apretar a la estrellita o dejar sus comentarios. 

Los quiere 

Miss Lemons.

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