El club de Alba
Me miró y suspiró con resignación.
—Hola Andrew —miró al interior del restaurante y ubicó a su familia, sentados con la comida lista frente a ellos sin tocar un bocado—, será mejor que regreses o preocuparás a tu madre. Inventa algo convincente.
—No hay problema Dariel —sonrió—, soy bueno para eso. Suerte.
Se alejó de allí rápidamente mientras el recién llegado, Dariel, me miraba con resignación. Me tensé, recordando su promesa de desmayarme. Pero no lo haría con tanta gente alrededor ¿o sí?
—Eres Liz, ¿verdad?
Me sorprendió que me llamara de esa manera, como si me conociera.
—Sí —respondí a secas.
—Alba me ha hablado mucho de ti —dijo con una voz extraña— debes estar loca intentando cubrirla ¿verdad?
—Mi madre cada vez es más insistente. No va a demorar en llamar a la policía —le conté con la vista clavada en el suelo.
Dariel empezó a avanzar, alejándose del restaurante y lo seguí rápidamente. Estuvo un minuto en un silencio que no me atrevía a romper. Cuando me fijé mejor, me di cuenta que había algo en él que me recordaba a Alba en los últimos días, pero no podía identificar qué era con exactitud. ¿Tal vez las profundas ojeras?
—¿Qué sabes de esto? —dijo finalmente— ¿Qué te ha contado Alba?
Me mordí el labio. No quería que descubriera que en verdad no sabía nada. Dariel sonrió.
—Ella no te ha dicho mucho ¿a que no? —parecía encantado por el hecho.
—No —admití a regañadientes—, pero no pienses que eso me va a detener. Quiero saber qué ha pasado con mi hermana.
—Aquí no —dijo Dariel—. Vamos, encontraremos un mejor lugar.
—¿Estás intentando despistarme para luego huir sin más?
Dariel rió.
—No. Digamos que acabo de tener un pequeño altercado con alguien para poder contarte todo y hacerte una pequeña propuesta.
Aquello hizo que empezara a hiperventilar.
Mientras doblábamos una esquina, descubrí qué era lo similar a Alba: Dariel también miraba hacia los lados y hacia atrás constantemente, como si alguien lo persiguiera.
—Entonces Liz, ¿qué sabes sobre nosotros? No quiero repetir información.
—Solo mis amigos me llaman Liz.
—Alto al fuego —dijo alzando las manos en son de paz con una expresión cómica— mis disculpas, señorita Elizabeth, ¿me podría decir qué es exactamente lo que le contó vuestra hermana?
—Vale, vale, me quedo con Liz y el lenguaje normal —Dariel sonrió—. No mucho. Alba salía casi todas las noches. Al principio solo los fines de semana, pero poco a poco se le hizo habitual.
—¿Y a dónde iba? —me daba la impresión que se burlaba de mí.
—Al dichoso club por supuesto.
—¿Y el club se llama...?
—CEL 20 —dije, esta vez con seguridad—. Es la abreviatura de algo que ya no recuerdo.
—Bien, bien —dijo él aplaudiendo sin ganas. Volvió a mirar hacia atrás, comprobando a la gente— ¿algo más?
—Mi hermana ha desaparecido. Quiero saber dónde está.
—Eso, mi queridísima Liz, no lo sabe ni Feried.
Me estaba cansando que me tratara como si tuviera cinco años.
—¿Quién es Feried?
—Es... algo así como el director del club.
Nos quedamos en silencio nuevamente. Dariel había dicho que tenía permiso de decirme todo así que decidí hacer la pregunta más importante.
—¿Qué pasó con ella?
—Una noche salió con nosotros.
—¿Qué pasó esa noche? ¿Qué le hicieron a Alba?
—Ya te lo dije. El viernes tuvimos un pequeño altercado. Tu hermana era una de las pocas que tenía que regresar a su casa para no preocupar a nadie, así que se fue... y no la volvimos a encontrar.
—¿El viernes? Pero... Alba estuvo en mi casa el sábado y salió igualmente para el club.
Dariel se detuvo y me miró con sorpresa. Me tomó por los hombros y empezó a sacudirme.
—¿El sábado en la mañana? —dijo— ¿estás segura?
—Sí, completamente. Auch.
Dariel me tomó de la mano y caminó.
—¿Qué pasa? ¿A dónde vamos?
—Al club, por supuesto.
Se detuvo súbitamente y alzó la mano para pedir un taxi. Después de cinco minutos dando vueltas, Dariel hizo que el chofer se detuviera frente a una pizzeria. Para ser sincera, no era lo que esperaba. Dariel le pagó al taxista y me arrastró fuera. Sin embargo, en cuanto bajamos, me hizo seguir caminando otras dos cuadras y volteó súbitamente por un callejón que desembocaba en un patio donde había un portón enrejado que daba acceso a un solo edificio, increíblemente grande, que ocupaba toda la cuadra. El club era la cosa más desvaída que pude haber imaginado. Cada noche que Alba salía por la ventana nunca hubiera visto aquello. Mi idea era un local subterráneo, oscuro, con muchas luces de neón. Pero Diábolo resultó ser un edificio en las afueras de la ciudad. Lo más cercano a lo que yo suponía era el aspecto de no haber tenido una buena limpieza en meses. Parecía un hotel muy antiguo.
Cuando llegamos a la puerta, sin embargo, Dariel me miró con la duda reflejada en su rostro. Finalmente, como si le costara mucho, me metió al recibidor.
Un sillón que lucía sacado de una sala familiar y una maceta con una planta natural conformaban el mobiliario. No había recepcionista, pero el escritorio destinado para ella estaba allí. Dariel cogió el teléfono y marcó un número.
—Feried... he traído a la hermana de Alba... no, escúchame.... ESCÚCHAME —gritó de repente. Tomó un largo trago de aire para calmarse—, dice que Alba estuvo en su casa el sábado por la noche...y que salió para el club...Sí, está bien.
Colgó y me atrapó mirando las paredes.
—Feried estará aquí en... te presento a Feried.
El hombre acababa de aparecer de la nada, literalmente. Era alto, delgado, calvo y tenía los brazos llenos de tatuajes que no correspondían con su aspecto de tío favorito de la familia. Estaba enfundado en un jean simple y un polo blanco, que dejaba entrever el resto de su cuerpo, cubierto de extrañas cicatrices. Sobre el pecho llevaba un amuleto circular con una mano cuyos cinco dedos tocaban la circunferencia exterior y en el dorso tenía un sol y una luna. Me faltaba la respiración, sentía que todo me daba vueltas pero traté de que no se notara. Actué como si fuera normal que la gente pudiera hacer algo así.
—Dime que es broma Dariel.
—No, ella misma me lo ha dicho.
El hombre se acercó a mí y clavó sus ojos grises en los míos.
—Cuéntamelo.
—¿Qué… qué cosa? —tartamudeé.
—Alba... ¿estuvo en tu casa el sábado?
Me tomé unos segundos para concentrarme.
—Sí, regresó del club y salió el sábado en la noche.
—¿Notaste algo más? Dime todo lo que recuerdes por favor.
Parecía ansioso porque le contara todo lo que sabía.
—Pues... estaba más cansada que de costumbre. Llegó de mal humor, me parece. Se metió a ducharse y estuvo todo el día con una mascarilla puesta, ya sabe para hidratar el cutis y eso…
Feried y Dariel cruzaron una mirada.
—No lo era —me aclaró Dariel.
—Era una pomada por la quemadura que sufrió —dijo Feried—, hasta allí todo coincide. ¿Qué más hizo?
La revelación de que, lo que yo creía una mascarilla de belleza, fuera una especie de poción, me dejó en shock, pero me recuperé con rapidez. Parecía que iba a tener más cosas extrañas por venir.
—Estuvo anotando en hojas, tipeando en su laptop y llamando por teléfono. Creí que hacía un trabajo importante.
—¿Qué anotaba?
—No lo sé. Recuerdo haberme acercado y guardó todo rápidamente. Creo que era un dibujo con muchas anotaciones alrededor.
—¿Un dibujo de qué?
—No lo recuerdo.
Feried suspiró y se sentó en el sillón. Dio una palmada al asiento de al lado para que lo acompañara.
—Disculpa que hagamos esto cuando no sabes nada, pero necesitamos toda la información posible —miró a Dariel—. Sakie acaba de regresar... ni una pista. Pero dice que está completamente segura de que ahora está con daluths.
Dariel palideció y se agarró al escritorio de recepción. Me senté junto a Feried.
—Lo siento... —me miró, intentando adivinar algo.
—Liz —dije automáticamente.
—Lo siento Liz, esto debe ser muy extraño, pero necesito todo, cualquier detalle, por más normal que te parezca. Cuéntanos qué pasó desde el segundo que regresó a casa.
—Llegó a casa y entró a bañarse —dije tratando de revivir el día. No me paré a pensar en lo surrealista del momento, solo seguí la corriente, era más fácil —. Salió con una mascarilla puesta. Se quedó con ella toda la mañana e hizo lo que le dije.
—¿No viste nada en la laptop, una conversación, nada?
—Bueeeno —empecé—, hace unos días oí algo. Creo que dijo que no quería regresar, pensé que se habría peleado con su enamorado en el club porque dijo: "No, déjalo en paz. No quiero que le digas nada. Él y yo ya hemos terminado" Lo último que dijo fue "estaré allí y espero que tengas la información". Había un nombre pero no lo recuerdo.
Feried me miraba con una ansiedad que hacía imposible que apartara mis ojos de él.
—¿Nada más? ¿Llevaba algo raro cuando salió, vestía de manera diferente, dijo algo extraño?
—No. Se vistió con un short, mallas negras, botas, un top negro, y una mochila pequeña.
—Siempre se viste así, ¿verdad?
—Sí, casi siempre, aunque cambia de ropa, el estilo es el mismo. Pero nada más.
Feried se quedó en silencio y se pasó una mano por la cabeza.
—Tenemos que encontrarla —dijo Dariel.
—Lo sé, lo sé —respondió Feried— pero es que ha dicho tan poco.
—Al menos sabemos que el sábado regresó a casa...lo que significa que no...
De repente, Feried desapareció. Salté en el asiento.
—¿A dónde ha ido? ¿Cómo ha hecho eso?
Empezaba a asustarme en serio. Dariel apenas tuvo tiempo de abrir la boca para darme una explicación coherente, cuando Feried volvió a aparecer.
—¿Nunca viste a tu hermana hacer eso? —me sonrió. Lo que le devolví fue más una mueca.
—Alba no podía desaparecer en el aire —dije con dificultad. A cada palabra mi seguridad se desvanecía.
Feried volvió a sonreír.
—Sí, sí podía —dijo— pero Alba es muy cuidadosa para los detalles.
—¿Quiénes son ustedes? —solté de golpe.
Empezaron a ocurrírseme hipótesis cada vez más inverosímiles. ¿Y si de casualidad había ido a parar a manos “del enemigo” o algo parecido?
—Aún puedo recordar la primera vez que ella preguntó eso —dijo Dariel con un aire de nostalgia.
Murmuró una disculpa y se retiró escaleras arriba. Me daba la impresión de que me iban pasando de una persona a otra para librarse de la lata de hablar conmigo.
—Hey —dije intentando ir tras él—, dijiste que me dirías todo.
Feried me retuvo por el brazo y me hizo mirarlo.
—En cuanto a eso —dijo seriamente—, tenemos un pequeño desacuerdo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro