3
—A bailar entonces. —Jimin se puso de pie con violencia, avanzando hasta la pista de baile bajo la sorprendida mirada de su amigo, que no entendía el por qué de su comportamiento.
Hoseok soltó un largo suspiro, yendo hasta él para enseñarle cómo bailar la tranquila, pero pegajosa melodía que en ese momento se escuchaba ahí.
—Qué suerte, es una de las favoritas de mi madre, solía bailarla cuando hacía el aseo. —Hoseok sonrió con diversión y nostalgia al recordar cuando vivía con ella.
—¿Cómo se llama?
—No estoy seguro, pero era algo de unas rosas con espinas. —Jimin hizo un gesto que Hoseok no pudo interpretar para luego observarlo detenidamente.
Jimin perdió todo rastro de enojo cuando Hoseok tomó sus manos para posicionarlas adecuadamente sobre su cuerpo, tibio y delgado. Siguió con atención cada una de las mudas indicaciones, dejando que el ritmo de la canción los llenara por completo.
Con cuidado y fiel a su maestro, Jimin siguió cada uno de los pasos del pelirrojo, agarrando el ritmo rápidamente. En cuestión de un minuto, ambos se encontraban bailando animadamente, riendo cuando sus cuerpos chocaban y alguno llegaba a pisar al otro. No quedaba más de la hostil mirada de Jimin hacia él, optando por olvidar el asunto.
—Wow, eso fue muy divertido. —Sonrió Jimin, yendo algo tambaleante hasta la mesa para poder terminar de golpe toda la dulce bebida de tequila.
Hoseok sonrió asintiendo e imitando al rubio, levantando la mano y haciendo señas para pedir una ronda más de eso que el mesero les había llevado.
—¡Brindemos por la música! —Gritó Hoseok una vez tuvo el nuevo vaso entre sus manos. Sus sentidos estaban algo nublados por el alcohol y su vista comenzaba a desenfocarse.
—¡Por la música! —Respondió Jimin, divertido por el tono extraño con el que hablaba el peli rojo, pero también ya algo afectado.
—Jiminie, creo que ya... —Hoseok se cubrió la boca cuando un hipido lo interrumpió a media frase. —Perdón... creo que ya... —Sus palabras salían arrastradas y graciosas, haciendo que Jimin aguantara las ganas de reír estruendosamente. —Estoy algo borracho. —Concluyó por fin, dando un último sorbo al frío líquido.
Jimin lo contempló con una pequeña sonrisa en los labios.
—Es lo que veo ¿Nos vamos? —Hoseok asintió, el ánimo y sus energías comenzaban a menguar, dando paso al sueño.
Jimin llamó al mesero que los había estado atendiendo y sin molestarse en ver cuánto debía pagar, entregó su tarjeta. Hoseok solo pudo observar, sin tiempo siquiera para intervenir.
—¿No era yo el que invitaba? —Se señaló a sí mismo, con los ojos entrecerrados para poder enfocar adecuadamente a Jimin.
—Considéralo mi pago por la clase de baile. —Jimin le guiñó un ojo, levantándose antes que él para poder ayudarlo a caminar, temiendo que, si lo dejaba hacerlo solo, Hoseok terminaría con la cara estampada contra el suelo.
El pelirrojo pasó uno de sus brazos sobre él, rozando la piel de su nuca con su antebrazo. Jimin aprovechó para observarlo atentamente, delineando el perfil y paseando su mirada por esa nariz pequeña, los delgados labios, su mandíbula afilada y el esbelto cuerpo, cubierto por una camiseta sencilla de algodón blanco que dejaba algo expuestas sus clavículas, el bonito collar con forma de una flor de pétalos muy coloridos y un pantalón de mezclilla algo grande para la delgada figura.
"Este chico sin duda es guapo." Pensó mientras pasaba la lengua sobre sus labios y comenzaba a caminar, con Hoseok desequilibrando su andanza ligeramente.
Al llegar a la salida, una maldición abandonó los labios de Jimin, no se había dado cuenta de la hora y mucho menos de que llovía a cántaros.
—Supongo que no traerás un paraguas ¿No? Y creo que tampoco un suéter. —Preguntó con tono burlón.
Hoseok negó, poniendo un puchero en su boca.—Lo traje... pero creo que lo olvidé en el trabajo.
Jimin rodó los ojos. —¡Genial! Ahora vamos a mojarnos y tú vas a morir de frío.
Hoseok no pudo responder, antes de hacerlo Jimin ya estaba sacando la sudadera recién entregada de su bolsa para pasarla por la cabeza del pelirrojo.
—Vamos a mi casa, es cerca de aquí, llegaremos en menos de diez minutos si pido un taxi. —Comentó, más para avisar que para preguntar.
Minutos después ambos estaban subiendo al auto y, tal como lo había dicho, en solo instantes este se estacionó frente a una casa algo grande y lujosa, dejando a Hoseok boquiabierto.
—¿Vives aquí?
—Para nada, tengo ganas de allanar una casa de millonarios para que nos lleven a dormir a la comisaría. —Respondió burlón mientras presionaba el código de la cerradura automática para que se abriera y les permitiera el paso.
Hoseok rodó los ojos, dándose cuenta de la burla y el sarcasmo en su voz. Entró con cautela, descalzándose los zapatos sin mucho cuidado antes de caminar al interior del lugar.
Todo lucía inmaculado y elegante, el suelo estaba cubierto por losa marmoleada y las paredes lucían elegantes cuadros de pinturas florales. El lugar no era muy grande, pero sin duda era más de lo que él y su amigo tenían; sin embargo, lejos de sentirse intimidado, se sintió asombrado, detallando cada rincón, cada mueble de madera y cada cuadro.
—Que linda casa. —Susurró, sacando a Jimin de sus pensamientos, que lo contemplaba atentamente desde su lugar, aún en la entrada y con una pequeña sonrisa en los labios.
—Gracias, mi madre es algo quisquillosa con la decoración, le gusta lo elegante.
—¿Está en casa? ¿Está bien que yo esté aquí? Siquiera nos conocemos... —Eso último lo hizo sentir algo inseguro, mirando a esos hermosos ojos color miel, que lo observaban desde la distancia.
Con prisa apartó la mirada, sintiéndose cohibido, momento que Jimin aprovechó para acercarse a él lentamente.
—No te preocupes, ella no está y no hay problema con que estés aquí. Sí, no nos conocemos, pero... no voy a hacerte nada que no quieras. —Susurró contra la oreja del pelirrojo, haciéndolo brincar del susto y que se diera vuelta precipitadamente.
Jimin tomó la pequeña cintura de Hoseok entre sus manos para evitar que cayera y atrapó sus labios con los suyos, siendo delicado y precavido, en busca de una mínima aceptación o rechazo.
Hoseok no podía salir del asombro, sintiendo sus brazos inmovilizados por el musculoso cuerpo que lo abrazaba, hipnotizado por el calor que este emanaba y esos rechonchos y suaves labios que sabían dulces y embriagantes, no solo por el alcohol recién ingerido.
Con temor, Hoseok comenzó a mover la boca, permitiéndose presionar esos esponjosos belfos contra los propios, probando cuán moldeables eran. Jimin se dejó hacer, moviendo la boca lentamente, permitiendo al pelirrojo llevar el ritmo.
Con cuidado, Jimin caminó hasta el sofá color crema, sentándose lentamente mientras Hoseok doblaba su cuerpo, sin separar su boca del contrario; con lentitud, paseó sus manos por todo el costado del pelirrojo, permitiéndose sentir la esbelta figura, su errática respiración y sus acelerados latidos, atrayéndolo hacia sí para que abriera las piernas y pudiera acomodarse sobre él.
Hoseok entendió el mensaje, por lo que, con la mente aún nublada por la impresión y el alcohol, obedeció a las mudas instrucciones, pasando las piernas a cada lado de su cadera. Jimin sonrió en medio del beso, atreviéndose a tocar la suave piel del chico. Sus dedos podían sentir cada respiración que le movía las costillas, los músculos debajo de su toque y luego de un último jalón a las prendas, sus latidos.
Pecho con pecho, ambos movían la boca a un ritmo lento, reconociéndose. Jimin abrió la boca ligeramente, dando paso a su traviesa lengua para poder probar esos lindos labios en forma de corazón, obteniendo un jadeo de sorpresa como respuesta. Sus manos se aferraron más a la cintura ajena, pegando aún más sus cuerpos, delineando con la punta de la lengua aquellos cálidos labios que se abrían, permitiéndole el paso. Hoseok se aventuró a succionar el travieso y húmedo músculo que invadía su boca, provocando que Jimin soltara un pequeño y casi inaudible gemido.
Un par de cálidas manos se paseaban por su piel, podía sentir los dedos acariciar su columna y cintura, deslizarse discreta y lentamente hacia su trasero, soltando un respingo cuando fue apretado con firmeza. Algo tironeó en su entrepierna, pero había algo dentro de su cabeza que no le permitía perderse por completo en aquél húmedo y sugerente beso.
"¿Qué estoy haciendo? ¿Me gusta? Sí... Pero ni siquiera lo conozco ¿Por qué hago esto? No, no quiero..." Con algo más de fuerza de la necesaria se separó de aquella cálida boca y esas traviesas manos que, si bien habían logrado calentar su cuerpo, no lograban hacerlo sentir del todo cómodo.
—J-jimin... yo... lo siento, pero no... no puedo.
—¿Hice algo mal? —Un bonito sonrojo adornaba las mejillas del rubio y sus labios, rojos e hinchados, resaltaban bajo la humedad que el beso había dejado en ellos.
—N-no, no... pero no puedo hacerlo. Perdón. —Hoseok miró al suelo, avergonzado y sintiéndose sumamente culpable.
—Hey... no pasa nada, está bien. Podemos intentarlo luego si quieres. —Jimin se levantó del sofá, estirando la mano hasta ponerla sobre los nerviosos dedos de Hoseok, que temblaban y se entrelazaban.
—C-claro... —Hoseok se quedó en silencio, intentando entender el problema. No se dio cuenta del momento en el que Jimin desapareció, escaleras arriba, ni del momento en el que bajó de nuevo hasta que su voz, suave y cuidadosa, lo sacaron de sus pensamientos.
—¿Vienes? Dormirás en el cuarto de invitados. —Hoseok asintió, siguiendo a su nuevo amigo hasta la bonita habitación, equipada con una cama individual, un armario vacío y su propio baño. —Toma, es el pijama más calentito que tengo, pero si tienes frío, puedo darte un calefactor.
—Estoy bien, gracias. —Hoseok sonrió con pena, aún se sentía avergonzado por lo ocurrido. —Que descanses Jimin.
—Igualmente Hoseok. —Una pequeña, pero dolorosa punzada atravesó su pecho cuando Jimin dejó de llamarlo por su apodo, pero no hizo mucho caso, optando por cambiarse y meterse a la cama para poder dormir al menos unas horas.
Conectó su teléfono a la corriente, la hora marcaba las tres am. Con pereza revisó su ubicación, no estaba tan lejos de la escuela, podía llegar en menos de una hora. Programó su alarma para no quedarse dormido y se metió entre las cobijas, intentando descifrar lo que pasaba en su interior.
~☆~
Una suave melodía se coló en su hermoso sueño, sacándolo poco a poco de él. Hoseok se despertó algo sobresaltado, apagando su alarma con prisa y mirando alrededor para ubicarse.
Al recordar que se encontraba en casa de Jimin pudo relajarse un poco, frotando su rostro con ambas manos y suspirando. La cabeza le dolía y el regusto a tequila estaba haciéndolo salivar, por lo que se levantó con prisa para poder enjuagar su boca. Ya en el baño pudo ver que el lugar era como un hotel, equipado con jaboncitos pequeños y shampoo, optando por tomar una ducha rápida antes de irse a la escuela.
Una vez se hubo vestido, bajó las escaleras, sus delicados pasos podían escucharse en la silenciosa estancia.
—Buenos días joven. —Hoseok casi se resbaló, llevando una mano a su boca para no maldecir ante el repentino susto.
Una mujer de unos cuarenta años lo veía con ojos entrecerrados desde el final de las escaleras.
—B-buenos días señora...
—Lee, soy la encargada de esta casa. Y usted es...
—Hoseok, un placer. —El pelirrojo se apresuró a bajar las escaleras, haciendo una pequeña reverencia a la mujer.
—Lo mismo digo, señor Hoseok. Es usted muy amable, no como los otros que este niño suele traer... —Hoseok se sintió confundido, pero no dijo nada. —¿Qué quisiera desayunar?
—No es necesario, ya debo irme a la escuela. —Se disculpó. La señora Lee iba a responderle, pero otra voz lo interrumpió.
—¿Pensabas irte sin despedirte? —El corazón de Hoseok dio un brinco para luego latir desenfrenado ante la suave y divertida voz de Jimin. —Vamos a desayunar Hobi. Después te dejo en la escuela.
Jimin llegó hasta el pelirrojo, con una camiseta blanca, collares adornando su cuello y un conjunto de chaqueta y pantalones de cuero negro. Hoseok no podía dejar de mirarlo, fallando en el intento de ser discreto. El rubio cabello del joven lucía impecablemente acomodado, un suave, pero varonil aroma llenaba la estancia y las gafas que colgaban de su pecho le daban el toque más sexy a todo lo demás.
Para cuando Hoseok por fin pudo mirar sus ojos, Jimin le devolvía la mirada con diversión y una sonrisa juguetona, seguida de un guiño que lo hizo desviar la vista en seguida.
—Señora Lee, buenos días. ¿Nos prepararía unos waffles por favor? Mi amigo Hoseok hará el café hoy. —La señora se fue tras un ligero inclinamiento de cabeza, entrando a la cocina rápidamente. —Buenos días Hoseok.
—J-jimin, buenos días. Gracias por lo del desayuno, pero debo irme.
—Te llevaré en mi auto, llegarás antes que si te vas en el autobús.
—¿Tienes auto? —La mirada de Hoseok por fin ubicó al rubio, que asintió despreocupadamente, emprendiendo camino hacia la cocina. —¿Y por qué ibas en autobús aquél día?
Jimin se encogió de hombros. —A veces me apetece salir en transporte, me relaja.
Hoseok no quiso darle más vueltas al asunto, siguiendo a su amigo hasta la amplia estancia, en donde ya comenzaba a oler a aquella deliciosa masa. Jimin le indicó en dónde estaba lo necesario para hacer el café, por lo que, con algo de vergüenza al principio, Hoseok se puso manos a la obra, olvidándose de dónde estaba en cuanto el aroma a café inundó sus fosas nasales, relajándolo.
En menos de dos minutos Hoseok se encontraba charlando con la señora Lee, bajo el atento escrutiño del rubio. El desayuno estuvo listo rápidamente, por lo que pudo sentarse a comer tranquilamente antes de tener que irse.
—¿Usted no desayuna? Señora Lee. —Preguntó Hoseok untando mantequilla y mermelada de fresa a su waffle.
—No, muchas gracias. Tengo muchas otras cosas que hacer, así que los dejo, tengan un buen día jovencitos. —Y sin más, la mujer abandonó la estancia, dejando el lugar sumido en el silencio.
Hoseok no quería hablar con Jimin, sentía que moriría de vergüenza en cualquier momento.
—Oye, si piensas que estoy enojado o algo, no es así, yo... —Fue Jimin quien rompió el silencio.
—Lamento lo de anoche. —Lo interrumpió Hoseok.
—Yo no. —Soltó despreocupadamente el rubio, dando un pequeño sorbo a su café. Las mejillas de Hoseok adquirieron un suave tono de rojo.
—No sé qué pasó...
—Yo sí sé. Te besé, me besaste, no sbesamos y luego... nada. —Un pequeño gimoteo de incomodidad abandonó la garganta de Hoseok. —¿Eso es lo que te molesta?
—No. Es decir sí. Quiero decir... —Hoseok suspiró, intentando calmar sus nervios. —Hace mucho tiempo que yo no estoy con nadie de esa forma, me precipité, no debí besarte.
—¿Por qué? A mí me gustó. ¿A ti no?
—Para Jimin.
—Así que... ¿Tan mal beso?
—¡No! —Hoseok se avergonzó aún más por la efusividad de su respuesta. —He dicho que pares.
En ese momento, deseaba ser un pequeño zorro para poder clavarse de cara al suelo y jamás volver a salir. A su lado, Jimin reía sin disimularlo, haciendo que su amigo se sintiera aún peor.
—Escucha, no sé cómo hacer esto ¿De acuerdo? No sé si me gustas, te acabo de conocer y me cuesta trabajo relacionarme de esa forma contigo.
—Pero si yo ni siquiera te he pedido que seamos algo, solo... fue el momento. Tampoco sé si me gustas de esa forma, pero eres un hombre guapo Hoseok, y a mí me gustan los tipos guapos y buenos bailarines como tú. Para follar no se necesita conocer la vida de tu compañero.
Hoseok se sintió herido y molesto. ¿Acaso era él el del problema? Él pensando en que Jimin era agradable, lindo y quisiera conocerlo más, imaginando tomarlo de la mano y decirle que le gustaba, mientras él solo pensaba en follar, sin más de por medio.
"Vaya iluso, cursi y romántico que eres, Hoseok. Patético." Pensó mientras intentaba no dejar que la vergüenza lo dominara.
Dio un último trago a su taza para poder pasarse el nudo en su garganta.
—Gracias por el hospedaje Jimin.
Y sin más, salió de la casa a paso rápido, siendo llamado un par de veces por Jimin, pero lo ignoró por completo. Aún estaba a tiempo, si corría hasta la estación de autobús, llegaría a tiempo a su primera clase. Así lo hizo, alcanzando al autobús justo antes de que cerrara sus puertas. Su celular vibró con un mensaje nuevo.
Namu 🌱:
"Todo bien, hope?
Irás al campus hoy?"
Suspiró al leer las palabras de su mejor amigo en toda la vida.
"En eso estoy Nam. Llegaré
corriendo a la primeraclase,
pero tengo libre de 10:30
a 11, por si quieres ir a
comer algo. "
Namu 🌱:
"Bien, te veo en las banquitas
frente a la cafetería.
Invitas tú? "
Hoseok rodó los ojos con diversión, sintiendo el enojo, tristeza y vergüenza desaparecer paulatinamente de su sistema.
"Otra vez?! Eso es estafa.
Siempre invito yo."
Namu 🌱:
"Eso te pasa po rno llegar
a casa anoche.
Me tuviste preocupado. "
"De acuerdo, invito yo."
Guardó su teléfono, una sonrisa adornaba sus delgados labios y su corazón ya no dolía, sin duda Namjoon era la cura a todos sus males.
~☆~
Su primera clase pasó volando, por lo que incluso antes de darse cuenta, ya estaba camino a la cafetería. Compró dos cafés, un par de sandwiches de pollo y unas galletas de chocolate.
No pasaron ni diez minutos cuando Namjoon apareció tras él, tan alto y guapo como siempre, vistiendo sus bermudas y sudaderas holgadas de siempre, con sus tenis y calcetas altas de rayas.
—¿Estás solo, guapo? —Dijo a modo de saludo, inclinándose sobre el hombro de Hoseok, provocando que su aliento cosquilleara en su oreja, recibiendo una carcajada por parte de su amigo.
—No, estoy esperando a un tipo alto y guapo, pero creo que no va a llegar ¿Quieres acompañarme en su lugar? —Namjoon se carcajeó, dejando un golpe flojo sobre su hombro.
—¿Qué tal estás, Hope?
—He tenido mejores momentos ¿Y tú?
—Se podría decir que estamos igual, pero cuentame qué te pasó. —Hoseok suspiró sonoramente, comiendo una de sus galletas de un bocado.
—A veces creo que hay algo malo conmigo... quiero decir... no paro de hablar de lo bonito que debe ser volver a enamorarse, que te vean con ojos de borrego y todas esas mierdas cursis que me gustan, pero a la menor señal de alguien queriendo hacer algo conmigo, me aparto.
—¿Qué dices? ¿Quisieron hacerte algo? ¿Quién? ¿Estás bien? —El antes tranquilo semblante de Namjoon fue rápidamente reemplazado por uno de enojo y preocupación, dispuesto a salir corriendo en dirección de quien sea que haya osado lastimar a su amigo para partirle la cara.
—Calma, no me hicieron nada... Es solo que ayer pude haber tenido una muy buena noche, pero... no pude... yo no... —Se sentía avergonzado, pero no por hablar de esas cosas con su mejor amigo, sino por su cobardía.
—A ver, aclaremos algo Hoseok. Tú eres un tipo cursi que no para de leer novelas románticas, a la espera de alguien que te ame de esa forma para poder amarle de vuelta. —Hoseok miró su vaso de café, sintiéndose sonrojar y asintiendo lentamente a aquellas palabras. —Por lo tanto, una simple follada de una noche no es lo que buscas, no es lo tuyo, por eso no pudiste hacerlo.
—Pero yo...
—Pero nada, no hay nada malo contigo, solo no es lo que quieres.
—Pero si espero a que alguien me ame y yo lo ame, voy a quedarme solo por el resto de mi vida.
—Suenas como un adolescente, Hoseok. —Namjoon se sentía molesto y aliviado a partes iguales. Por una parte odiaba tener que seguir ocultando sus sentimientos, deseando gritarle ahí mismo que él lo amaba y por otra, sentía alivio de saber que Hoseok aún no tenía nada con nadie.
—Me siento como uno... me siento tan infantil por no poder divertirme, pasarla bien con alguien por una noche, solo porque tengo ideas demasiado anticuadas sobre el amor.
—El amor no tiene nada de malo, tampoco divertirse una sola noche, pero en tú caso no pueden ir juntas. Simplemente no es tu estilo y, si ese tipo quiere algo más contigo, deberá ser más que una sola noche.
—Pues yo no tengo problema con eso. —Una tercera voz hizo aparición, dejando a Hoseok de piedra.
—J-jimin...
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