Capitulo 1: ¿cómo te conocí?
Nunca fui una cualquiera en el Reino de las Ninfas,
ni tuve una vida normal por la reputación de mi progenitora,
mi madre siempre destacó por su gran bondad y cariño hacia el prójimo.
Era una sabia y poderosísima ninfa,
cargada de todos los dones imaginables e inimaginables;
muy admirada por todos;
nació con un destino marcado por sus antecesores:
gobernar con justicia y piedad,
vivir en paz con los demás pueblos y reinos vecinos,
dedicar su tiempo libre a cultivar flores y la comida para el invierno,
ayudar a todas las criaturas que requiriesen de sobre esfuerzos para poder cargar con sus alimentos y materiales para crear sus nuevos hogares.
Yo por entonces tendría sobre unos 8 años,
y ya sabía de antemano que nunca estaría a su altura,
era demasiado buena,
transparente con sus sentimientos,
irradiaba alegría allí donde fuera,
¿y yo?
Nunca he sido así,
ni, sinceramente,
como se cree la gente,
mi vida no es maravillosa,
de hecho,
ni la quiero,
¿cuál es el propósito de anteponer siempre las necesidades de todos sobre las tuyas?
Tan ocupada estaba mi madre que apenas creía que sabía que existía...
solo cuando lo necesitaba...
con eso no estaba diciendo que fuese una egoísta y solamente se preocupase por su pueblo,
es simplemente que me hubiese gustado que,
la atención que me prestaba,
no fuese solo para ir con ella a ayudar a los ciudadanos más desfavorecidos.
No decía no ayudarles, claramente,
sino que de vez en cuando pasásemos tiempo juntas,
como madre e hija.
¿Mi padre?
Simplemente no existía ni existe a día de hoy,
yo nací con algo llamado "fecundación in vitro"
que significa que a mi madre los médicos le introdujeron lo que viene a ser un espermatozoide;
mi madre se negaba a tener ninguna clase de relación que requiriese contacto,
pero, sin embargo, si deseaba descendencia,
por lo que los médicos se ocuparon de la fecundación artificial,
logrando así tenerme a mí;
ella no me exigía tener pareja,
decía que si quería que si,
y si no,
pues no,
pero,
con lo que sin embargo si me insistía era con tener descendencia,
aunque fuese con fecundación artificial,
para así poder mantener nuestro legado.
Bueno,
con eso nunca tuve queja,
me llamaba la atención el hecho de pensar que mi cuerpo tenía el poder para poder albergar otras criaturas que ayudarían a contribuir con la creación y expansión de nuestro mundo.
Una vida podría salvar miles.
Todo era normal y muy cotidiano:
ir con mi madre a los eventos,
tener que aguantar a algún que otro listillo que intentaba propasarse con las indirectas tan directas que me hacía,
y, claro está,
nuestro mayordomo,
el señor Dickens,
enseguida se acercaba a decirle un par de cosas a esos pesados.
Mi día a día era muy alborotado.
Aburrido,
bastante monótono;
llegué a un punto en el que no podía más,
el cansancio me consumía y simplemente tenía ganas de morir,
las cuáles iban invadiéndome poco a poco,
pero cada vez ganando más terreno.
Hasta que lo conocí a él,
al chico que hizo que mis miserables años se esfumasen con tan solo la primera mirada:
Nova Blaze,
él único que había logrado hacerme sentir tan viva y especial.
Nos conocimos por casualidad;
yo acababa de cumplir doce años,
iba con mi madre a ver como de costumbre si el pueblo necesitaba algo urgentemente;
estaba super aburrida,
y lo único que anhelaba era conocer a algo o alguien interesante.
Entonces,
como si Dios hubiese escuchado mi súplica,
apareció ante mí:
un chico unos 2 años mayor que yo,
con el cabello intensamente rojizo,
unos preciosos ojos azules cristalinos que me dejaron sin habla,
sin respiración.
En ese momento para mí solo existía ese joven de tez bronceada levemente y una hipnótica sonrisa.
Portaba ropa desgastada y llena de parches,
pero eso a mí me importaba bien poco,
solo quería acercarme a él y descubrir su identidad.
Me acerqué corriendo hasta él,
seguida de mi madre y el señor Dickens,
que en ese momento se miraban confusos.
-¡H-hola!-
Exclamé un poco avergonzada;
cuando el chico se volvió hacia mí y lo tuve cerca me sentí morir:
su mirada era tan profunda y cautivadora...
mis mejillas enseguida se tornaron de una rojo carmesí,
debía de tener una cara de boba...
-hola, s-señor-rita Psicó-sis-
tartamudeó él,
muy nervioso.
-O-oye-
murmuré,
ante la atenta mirada del joven de cabellos rojos ante mí;
tenía algo que me atraía,
muchísimo.
-¿C-cómo t-te ll-llamas?-
Seguí balbuceando como una cría
-s-soy N-Nova B-Blaze,
¿p-por-qu-qu-é la p-pregun-ta?-
Parecía que a él los nervios le vencían por mucho más que a mí;
Nova Blaze...
me encantó enseguida;
se veía entre una mezcla de tímido y extrovertido,
contradictorio,
¿verdad?
-¿Por dónde vives?-
Pregunté,
está vez bien,
sin trabarme en ni una sola vez.
-Soy de aquí,
del pueblo,
no tenemos muchos recursos,
y en nombre de todos los míos les agradezco de todo corazón que inviertan su valioso tiempo en personas como nosotros, que no valemos nada-
tras sus palabras le besó la mano a mi madre,
y segundos después a mí,
con una delicadeza y caballerosidad que me dejaron anonadada;
estaba tan sonrojado como yo.
Cuando de golpe nos miramos a los ojos,
me di cuenta de que mi corazón latía más rápido de lo normal,
estaba tan nerviosa que hubiese vomitado a todas esa mariposas que me hacían cosquillas,
o hubiese salido corriendo.
-¿Quiere ver el pueblo,
señorita Psicósis?-
Me dijo una mujer muy parecida a él,
debía ser su madre,
supuse.
-Claro, me encantaría-
dije sonriente.
No tenía ni idea de que esa decisión, que parecía tan simple, fuese a convertirse en un comienzo, una gran historia, la nuestra,
¿quién me habría dicho a mí que pasaríamos tanto en tan poco tiempo?
¿Qué aquel sentimiento crecería más y más, hasta convertirse por completo en una desbordante emoción que me consumiera por completo?
Por que,
a pesar de haber tenido nuestros buenos momentos al principio,
finalmente los recuerdos acabaron convertidos en una intensa e indestructible muro de humo,
que cada noche se aparece para recordarme lo poco que valgo,
tan sola en ese inmenso castillo,
el cual un día fue un lugar rebosante de alegría,
ahora
ya no queda nada...
solo una confusa maraña oscura de sentimientos, situaciones y vidas que desaparecieron por completo.
Y parte de la culpa la tengo yo...
así aprendí que
los finales felices no existen....
para nadie..
en ninguna ocasión....
solo dolor
remordimiento
y sueños rotos.
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