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8. ¡Que viva el amor!


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Capítulo 8

¡Que viva el amor!

⭐⭐⭐

Regresé a la mesa y vi que mi hermano estaba sentado en unos sofás de cuero justo a sus nuevos amigos. No parecía que se estuvieran divirtiendo mucho así que decidí que el caos andante, les llevaría la diversión. Me dirigí hacia Brandon y tomé asiento a su lado.

—¡Brandy! —grité cerca de su oído, a lo que él se quejó y yo solo me reí—. Brady, perdóname —expresé más seria y él se volvió hacia mi cansado.

—Otra vez con eso, ya olvídalo.

—No puedo porque yo fui la culpable de que no pudieras llegar con los chicos ese día y además te desfiguraron la cara.

—Primero que todo, no estoy desfigurado y segundo, también fue gracias a ti que estoy con ellos ahora. Así que gracias —Sonrió y volvió a mirar hacia el frente.

—No cabe duda, me tocó el mejor hermano del mundo.

—Sí, lo sé —Él siguió con su mirada hacia el frente hiciera lo que lo que hiciera, así que decidí seguir su mirada y averiguar qué lo tenía cautivado.

Justo en esa dirección había muchas personas bailando, pero noté que él estaba mirando fijo a alguien en especial. A Jena, que se movía como una diosa en medio del lugar y su presencia deslumbró a mi hermano.

—¡¿OMG, te gusta Jena?!

Mi voz salió tan fuerte que sentí el peso de las miradas de algunos extraños. Era que no podía evitar, estaba muy emocionada por lo que acababa de descubrir.

—Tengo que contárselo a Jena —exasperé muy, muy ansiosa e hice el intento de levantarme, pero Brandon me obligó a quedarme sentada.

—Estela, no —advirtió.

—¿Qué haces? ¡Déjame! Tengo que decirle —Forcejé con él y lo único que conseguí fue que me aplastara con su cuerpo.

—No lo harás.

—¿Que? Te da miedito —bufé riendo y él negó, aunque pude ver como sus mejillas se tornaban rosaditas—. ¡Jena, mi hermano está...! —Él cubrió mi boca con sus manos para que no siguiera gritando, como cerdo gordo un treinta y uno de diciembre.

Uy, alguien estaba nervioso.

Traté de gritar, pero él no me dejaba, en eso Ben apareció frente a nosotros y mi hermano con una agilidad impresionante me levantó, entrelazó mi brazo con el de Ben y de un empujón nos llevó hasta la pista de baile. Ya una vez ahí desapareció dejándome con un Ben nervioso y torpe que no sabía qué carajos estaba pasando. Arreglé mi peinado y con disposición tomé los manos de Ben, las coloqué sobre mi cintura y yo reposé las mías sobre sus hombros.

Ambos nos movimos al compás de la música y como yo era así no pude evitar preguntar.

—Ben ¿Alguno de ustedes tiene novia?

—¿Que? —preguntó y yo me acerqué más a su oído para que me pudiera escuchar.

—¡Qué si tienen novia!

—No, ninguno tiene novia ¿Por qué preguntas eso? —Se rio nervioso y evitó mirarme.

—Solo tenía curiosidad.

—Estela, ahora soy yo el que tiene curiosidad ¿Por qué tanto tú, como tu hermano hablan así?

—¿Así como?

—Así de raro, ustedes utilizan palabras muy extrañas.

—No son extrañas, es solo que son modismos que hemos adquirido en todos nuestros viajes —expliqué con simpleza. Ambos nos reímos y seguimos bailando.

⭐⭐⭐

A la mañana siguiente no creas que me olvidé y dejé pasar lo de Brandon, no claro que no. Apenas nos bajamos del auto de mamá, ahí en la entrada de la escuela me interpuse en su camino para evitar que se escapara y lo interrogué.

—Estela, no sé de qué me hablas, ya deja de inventar historias.

—Claro que no mi estimado. Yo estoy segura de lo que mis ojitos bellos vieron así que no me vengas con cuentos de, no sé de qué me hablas, porque yo te conozco y sé que te pones rojito cuando alguien te gusta.

—Es el calor —Se excusó intentando evadir el tema y escapar, por supuesto no lo dejé.

—Ja, como no, vamos dime o quieres que le cuente el chisme a Jena.

—No te atreverías.

—Me estas retando.

—Metiche —se quejó despeinando su cabello aún más de lo que ya estaba—. Está bien te voy a decir, pero hay de ti como le digas a alguien.

—Si aja, habla de una vez.

—Yo creo que me gusta, no estoy muy seguro —Suspiró cansado—. Ya, eso es todo ahora déjame ir.

—Por mí no hay problema, Jena es muy linda y cariñosa, creo que sería bueno tenerla de cuñada —bromeé y éste rodó los ojos—. ¡Que viva el amor! —murmuré en un tono burlón, pero él solo me ignoró y se fue...

Ya en el salón de clases todo andaba normal, bien tranquilo hasta que a la maestra se le dio por salir según ella, porque tenía que ir al baño y de inmediato mis amigas me abordaron.

—Estela, tenemos un problema. Es sobre nuestra idea de ser cantantes —informó un poco alterada Pilar, al tiempo que se acomodaban a mí alrededor.

—Hmm —dije sin ganas mirando mi celular y Jena me sujetó el rostro con sus manos logrando así que la mirara.

—Necesitamos promoción, patrocinadores, seguidores, necesitamos tantas cosas si queremos ser conocidas —explicó Jena, ansiosa.

—Sí, eso con el tiempo se conseguirá, ¿no?

—No me estás entendiendo, Estela.

—Pues explícame.

—Para darnos a conocer, primero tenemos que cantar frente a un público y no podemos ir a cantar al parque.

—¿Por qué? si esa no es mala idea.

—Estela concéntrate, tenemos que hacerlo de una forma más rápida y precisa, así como lo hicieron los chicos de Deep Purple.

—¿Y cómo lo hicieron ellos?

—Ellos se presentan en un bar, donde van muchos jóvenes a beber y a escucharlos solo a ellos.

—Chicas no se preocupen lo vamos a solucionar —inquirí con total seguridad—. Solo tenemos que buscar un lugar que nos deje presentarnos como sus cantantes.

—Y ahí está el problema ¿Cómo se supone que vamos a conseguir un lugar así? —exasperó Pilar mordiendo mi lápiz.

Abrí la boca para decir algo., pero el sonido de la campana que indicaba la terminación de las clases, me interrumpió así que todas recogimos nuestras cosas y salimos con destino hacia la cafetería. Mientras caminábamos por los pasillos en medio de un montón de estudiantes seguimos con la conversación.

—De seguro que conseguiremos algo, ¡Ahh a quien quiero engañar si está bien difícil! —murmuré pensativa al tiempo que tomábamos asiento en una mesa.

En eso Lau carraspeo ganándose nuestra atención, ella sonrió con mucha suficiencia para luego colocar sus manos sobre la mesa quedando sus codos apoyados en esta, y sus dedos entrelazados a la altura de su mentón.

—Chicas, tengo una idea y voy a necesitarte a ti, Estela —dijo y todas voltearon a mirarme expectantes—. Es sencillo, ahora tu hermano hace parte de Deep Purple, eso quiero decir que tú eres más cercana a ellos y solo tienes que ir preguntarles como consiguieron un lugar para cantar, y también que si saben de otro.

Ella terminó de hablar y un silencio nos invadió.

—Estás queriendo decir que yo, vaya con ellos y les pida ayuda.

—Exacto.

—Vamos Estela, hazlo por nosotras tu eres nuestra líder y ahora todo depende de ti.

—Bueno, tampoco tienen que rogarme —dije con simpleza y ellas alteraron de sobremanera—. Está bien chicas lo haré, no se preocupen más.

Todas comenzaron a agradecerme y en eso Pilar dijo:

—Hazlo ahora —Señaló con su dedo una dirección en específico—. Ellos están allí —giré mi cabeza hacía donde ella señaló y los vi sentados en una mesa, un poco separada de la nuestra.

Di un exagerado suspiro, me acomodé mi pantalón negro con cadenitas y mi top de escote pronunciado, para entonces si caminar hacia donde estaban ellos. Apenas llegué me di cuenta que Ian no estaba con ellos, mejor porque no quería ni verlo.

—Hola chicos —saludé alegre y ellos se quedaron viéndome como si nunca en la vida alguien los saludara. Ignoré sus caras de sorpresa y muy confianzuda tomé asiento al lado de Ben, ya que era el único asiento vacío.

Noté que Brandon estaba sentado frente a mi así que extendí mi puño hacia el en forma de saludo y él lo chocó en modo robot, ya que en ningún momento le despegó la mirada a su plato.

—Chicos, se preguntarán qué hace está loca aquí ¿Verdad? —Ellos asintieron—. Bueno seré directa, necesito un favorcito.

—¿Cual favor? —preguntó Max, intrigado y Ben se apresuró a añadir.

—Claro, cual sería ese favor —Me regaló una gran sonrisa y yo se la devolví para luego mirar fijo a los demás.

—Necesito que me ayuden a encontrar un lugar donde mis amigas y yo, no nos podamos presentar para cantar.

Silencio...

Y...

Más silencio.

Ellos no respondieron nada, simplemente guardaron silencio y no pude soportarlo mucho tiempo.

—Bueno, ¿me van a ayudar sí o no?

—Estela, no sabes cuánto deseo ayudarte, pero... —habló Ben inseguro.

—Pero ¿qué? —exasperé y fue Josh quien contestó.

—Nosotros no fuimos quienes conseguimos el lugar, ninguno de nosotros —Señaló a todos con su dedo—, ni siquiera sabemos dónde buscar uno.

—Y entonces —murmuré decepcionada y un poco triste porque eso arruinaría nuestros planes. En eso Max volvió a pronunciarse.

—Ian.

—Ahh —exclamé levantando la cabeza y mirándolo—, ¿mencionaste a Ian?

—Sí, creo que él puede ayudarte, de hecho, él fue quien se encargó de buscarnos uno.

Perfecto, justamente a quien no quería encontrarme. Resultaba que Ian era el ángel que tenía la solución a mis problemas.

Estaba fundida en mis pensamientos, en donde encontraba mil maneras de estrangular a Ian cuando Josh habló:

—Claro, si puedes convencerlo —dijo con una sonrisa traviesa a la que Max correspondió, aunque ni mi hermano, ni Ben entendieron.

—¿A qué te refirieres? —cuestioné y él solo se encogió de hombros. 

En ese momento sentí que Ben quitó un mechón de cabello de mi rostro y lo acomodó en mi oreja, con mucha delicadeza.

—Lo que él te quiere decir es que Ian es un poco... Bueno, como decirlo... difícil y seguro se negará, pero si tú le insistes tal vez te ayude —concluyó con una sonrisa a lo que yo asentí.

—¿Y dónde está? —cuestioné y escuché sus risas. ¡Y por fin! ¡Gloria a Dios! mi hermoso hermano dejó a un lado su preciada comida.

—Él está en el salón de baile —dijo con pereza y yo asentí nuevamente.

—Chicos fue un placer —exclamé poniéndome de pie—. Pero ya me tengo que ir, gracias por su ayuda y por fa, no se atraganten —bufé y sin esperar sus reacciones me retiré. Caminé con prisa hacia el salón, creo que ya era una costumbre terminar en ese lugar.

Ja, que Ian era difícil, no más bien era un demente de cabeza cerrada.

¡Ay! ¿Cómo iba a hacer para convencerlo? ese quizás no era el problema ¿Cómo iba a hacer para iniciar una conversación con él, después de lo de la noche anterior? Es que lo que me hizo no tenía perdón de Dios.

Después de caminar un rato llegué al salón, encontré la puerta medio abierta y eso me permitió escuchar la música, era un sonido lento como una mezcla entre piano y violín muy armonioso. Entré y lo primero que vi fue a Ian danzando al compás de la melodía; su baile no era como los otros, este era más expresiones que movimientos y estos se intercalaban de una manera que no te dabas cuenta cuando los combinaba. La melodía era un sonido triste y él la representaba muy bien ya que sus movimientos eran acordes con cada nota.

Algo dentro de mí se removió de una forma muy extraña, verlo bailar así con tanto sentimiento, como si tratara de expresar mucho dolor, causó estragos en mi pecho.

Él estaba vestido totalmente de negro y en sus manos llevaba una cinta de tela blanca con la cual acompañaba sus movimientos, incluso la vi alzarse en el aire cada vez que él la arrojaba para hacer alguna acrobacia. Todo su cabello dorado estaba despeinado y mojado por el sudor; de este caían gotas gruesas que humedecían su rostro y le daban un aspecto triste, melancólico.

Estaba viendo un hermoso número artístico, muy emotivo.

Ian era muy artístico.

Muy bello.

Enseguida, vino a mí la Estela perversa, que se salía cada vez que sus hormonas se daban cuenta de que Ian estaba cerca. No pude evitar observar su cuerpo, él estaba tan sudado que su ropa se le pegaba y marcaba unas zonas en específico.

Estoy hablando del trasero, de nada más. Ian tenía un trasero bien redondo y duro que se acomodaba a la perfección con su definido cuerpo. Mordí mi labio y seguí observándolo hasta que él intentó hacer una acrobacia peligrosa en el aire y algo le falló porque se partió la madre.

El golpe fue seco y por un momento creí que se había desnucado, al ver como cayó sobre su cabeza y se quedó quieto en el suelo. Asustada llevé mis manos hasta mi boca y sentí como mis ojos se humedecieron, tuve la intención de correr hacia él, pero noté que se movió y eso me tranquilizó.

Ian dio vuelta a su cuerpo quedando acostado sobre su espalda, estiró sus largas piernas y alzó su mano derecha con la cual cubrió sus ojos y dejó su otra mano extendida sobre el piso de madera. De un momento a otro comenzó a golpear el piso y a gruñir.

Pobrecito el piso, que no tenía la culpa de que ese loco se haya caído.

Bajé mis manos hasta mi cintura y me acomodé el cinturón imaginario con determinación. Caminé a paso firme hasta que me posicioné cerca. Éste seguía en su mundo y como la música aún estaba sonando pues no me escuchó, así que decidí sentarme a su lado. Me quedé ahí sentada en silencio mientras él descargaba su rabia con el piso.

Esperé pacientemente cosa que yo nunca hacía, pero esperé y esperé hasta que por fin éste quitó su brazo para descubrir sus ojos un poco y fue cuando se dio cuenta de mi presencia. Él pegó un brinquito de sorpresa de una manera tan tierna. Yo me mantuve ahí, regia, con cara de póker.

—¡Carajo! —Exclamó exaltado— ¿Qué haces aquí, Estela? —Puso sus manos sobre su pecho y me miró como si tuviera en su delante, a un fantasma.

—Casi te matas.

—Si ya lo sé, no tienes por qué recordármelo —dijo de mala gana y se colocó de pie para apagar la música y tomar un trapo el cual, se pasó por el rostro. Lo miré aún sentada mientras se secaba el sudor.

—Necesito tu ayuda —confesé con seriedad y él me miró con recelo.

—Tú me necesitas —Dibujó en sus labios rosados una sonrisa de burla—. ¿Para que soy bueno? —Recostó su espalda sobre la pared, que era un espejo y se cruzó de brazos. 

Me levanté y me acerqué un poco.

—No estoy para bromas, Ian, es serio lo que te tengo que decir —murmuré.

Me puse frente al espejo y noté que estaba empañado, tanto que ni siquiera podía ver mi reflejo.

—Soy todo oídos, Estela.

—Mis amigas y yo estamos pensando en formar un grupo para cantar —dije y estaba tan concentrada en mi reflejo empañado que cuando levanté mi mano para limpiarlo, en este vi detrás de mí a Ian. Más bien arriba porque ya sabes la estatura de Ian, nos separaba mucho.

Nuestras miradas se cruzaron a través de nuestros reflejos al tiempo que sentí que él se acercó mucho más a mí, hasta que nuestras pieles hicieron contacto.

—Para cantar, eso quiere decir que tú cantas Estela o ¿Me equivoco? —susurró y tragué saliva porque en ese momento no sabía dónde carajos se había escondido mi voz—. Me dejarías escucharte —pidió sin despegar su mirada de la mía, pero yo si lo hice, me alejé de él y evité mirarlo.

Me puse nerviosa.

—Tengo gripa —mentí y fingí que mi voz estaba ronca a lo que él se puso serio.

—Lo siento, no puedo ayudarte —dijo dejándome descolocada. Él comenzó a caminar hacia la salida. Rápido lo detuve sujetándolo por el brazo.

—Espera Ian ¿Qué te pasa? —cuestioné confundida y él suspiró cansado—. No puedes o no quieres ayudarme —dije con seriedad y lo solté para deslizar una de mis manos por mi cabello, irritada.

Él me ignoró y siguió con su camino por lo que decidí soltar mi rabia.

—Ben, se equivocó cuando me dijo que eres difícil, debió decirme que eres un completo imbécil ¿Qué mierda te pasa conmigo? —cuestioné con enojo y él frenó en seco, justo a unos cuantos pasos antes de llegar a la puerta, dio media vuelta y con firmeza caminó hasta mí. Quedando a tan solo unos centímetros de distancia.

—¿Que dijiste? —cuestionó con seriedad.

—Al parecer también eres sordo.

—¿Quién te crees para hablarme así?

—¡Y tu quien te crees para tratarme así! —grité. Él se quedó en silencio y un poco sorprendido, a ese punto ya no había nada que me pudiera detener, el volcán había explotado—. ¡¡Anoche en la discoteca, cuando me acerqué a ti para conversar me ignoraste bien feo y solo te largaste justo como ahora, sin dar ninguna explicación y yo lo único que quería era tu ayuda para conseguir un lugar donde cantar!!

Listo, me había desahogado, había explotado y ahora que lo pienso fue algo estúpido.

—¡Wow, así emperezaron mis papás!

Ian y yo nos giramos tras escuchar la voz de Josh, él estaba parado en la puerta y había escuchado nuestra discusión infantil.

—¡Cállate! —Ambos gritamos al mismo tiempo dejando al pobre de Josh como perrito regañado. Y ya demasiado sofocada decidí marcharme, caminé hacia la puerta y en el trayecto escuché la voz de Ian.

—Mañana a la hora de entrada, te llevaré a un lugar que conozco —Me detuve en seco quedando al lado de Josh y me giré abrupto para mirar a Ian—. Quizás pueda convencer al dueño de que las deje presentarse todos los fines de mes —dijo acomodando su mochila sobre su espalda.

Estaba tan sorprendida y confundida que no pude gesticular ninguna palabra. Él continuó hablando mientras se acercaba a nosotros.

—Ah y por favor deja de gritar, tus gritos son muy irritantes —murmuró con suma tranquilidad a lo que yo lo miré con indignación.

—No que querías escuchar mi voz —ataqué ya teniéndolo a mi lado, y él aprovechó para poner su mano sobre mi hombro y susurrarme.

—Entonces me arrepiento, tu voz es muy irritante —Negó con una risa burlona y yo abofeteé su mano. Me disponía a contraatacar y Josh intervino.

—¡Que viva el amor! —exclamó con entusiasmo, interponiéndose entre nosotros dos a lo que lo que le lancé una mirada asesina.

—Son unos ridículos e inmaduros —espeté mirándolos y ahora sí, salí de ese salón lleno de inmaduros con la intención de regresar a la cafetería y poder almorzar de una vez.

—¡Nos vemos mañana, pulga! 

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