6. ¡Chismosos!
Capítulo dedicado a ItalyTavasci mi lectora favorita.
Capítulo 6
¡Chismosos!
⭐⭐⭐
Sangre.
Mi mundo se detuvo por un instante, vi con horror como el cuerpo de mi hermano estaba manchado de un líquido rojo. Él no se movía, su cuerpo estaba inerte. Papá corrió con él en sus brazos hacía nosotras y solo pude observar horrorizada como se acercaba a mí.
—¡Linda, conduce! —indicó a mamá, quien aun llorando se movió con suma rapidez al asiento del piloto—. Tenemos que llevarlo al hospital.
Entró al auto junto con el cuerpo débil de mi hermano y yo reaccioné metiéndome también al auto, esta vez en el asiento del copiloto, junto a mamá. Ella condujo a toda prisa mientras yo miraba como papá revisaba efusivamente el cuerpo de Brandon, el cual tenía el rostro muy pálido. A pesar de eso tuve un poco de tranquilidad cuando vi que estaba consiente.
—No llores, hermanita —susurró débil y le sonreí—. Te ves fea llorando —Dañó el momento con sus típicos comentarios e intentó reírse de la cara de indignación que puse, pero se quejó de inmediato. Preocupado por eso papá le regañó.
—Hijo, evita hablar, mejor descansa —Movió sus manos entre la ropa de Brandon para para ver si tenía alguna herida abierta en su cuerpo.
—Como no quieres que me ría, si Estela esta vuelta un manojo de mocos —Se burló y de nuevo se quejó de dolor. Rodé los ojos y con las mangas de mi suéter me limpié los mocos y las lágrimas. Volví a fijar mi vista en el cuerpo de Brandon, este estaba muy maltratado y con muchos moretones visibles.
Brandon cerró los ojos y se quedó quieto a pesar de que papá le estaba haciendo presión en las costillas, para ver si estaban rotas.
¡Se murió! No pude evitar soltar un grito desgarrador.
—¡Brandon! ¡Brandon, no te mueras! ¡No te mueras! —grité asustada, con los ojos cerrados y al abrirlos vi cómo; tanto mamá como papá me observaban con cara ¿Qué te pasa? Escuché la risa ronca y débil de Brandon y entendí que estaba exagerado.
Nos detuvimos frente a un hospital y resultó ser el mismo donde trabajaba papá. Colocaron con rapidez a Brandon sobre una camilla y lo introdujeron al inmenso hospital con nosotros corriendo a su lado.
Las horas pasaron mientras mamá y yo estábamos en la sala de espera, ella sentada y yo caminando de un lado para el otro en ese ruidoso lugar; digo ruidoso porque había tantas personas: Unas hablando, riendo, llorando, quejándose y discutiendo.
Todo eso al mismo tiempo, lo mío no era la paciencia así que solo me dediqué a aplanar el piso con mis pies, mientras le lanzaba miradas asesinas a un niño de tres años que estaba lloriqueando porque su mamá no le daba un bendito chupete. Estaba tan desesperada con ganas de arrancarle ese chupete a la señora; la cual no hacía nada más que ignorar al niño llorón para conversar muy alegre con otras señoras.
Agotada de dar vueltas en el mismo lugar, me arrojé de mala gana a una silla junto mamá, pero eso fue peor, porque el mismo niño comenzó a jugar con mi cabello; lo jalaba con sus manos llenas de baba y yo solo me limité a pensar en mi hermanito, pero si hubiese sido en otra ocasión hace rato que me vengaba de ese niño.
Recordaba la forma tan mala en que encontramos a Brandon, todo golpeado y magullado. Algo era seguro y es que alguien le había dado una buena paliza y la pregunta era ¿Por qué?
—Cariño —La voz de papá me sacó de mis pensamientos conspirativos y levanté la vista, él estaba vestido con esas batas blancas que usan los doctores y su semblante era más calmado—. Ya está bien, pueden ir a verlo...
No esperé que él terminara de hablar cuando salí corriendo con dirección a donde estaba mi hermanito, y después de correr varios metros recordé que, no sabía dónde él estaba así que tuve que regresar con la cola entre las patas.
Sentí que pasó una eternidad antes de llegar a la habitación de mi hermano y mucho más lo sentí al ver como mi papá se tomaba su tiempo en abrir la bendita puerta. Hasta me comí las uñas y todo. La puerta se abrió y corrí hasta la cama para abrazarlo, él estaba despierto, pero aún seguía débil, su carita pálida estaba cubierta por unos parches y su cuerpo con algunos vendajes. Lo abracé hasta que se quejó de dolor y papá me despegó de él.
—Estela, basta lo lastimas —me reprendió papá y vi como mamá le acarició el rostro con delicadeza y luego dejó un beso en su frente.
Tuvieron que calmarme para que no lastimara a Brandon y aunque fue difícil, lo logré, después de eso Brandon dijo que le habían querido robar y como no tenía ni en que caerse muerto, pues me lo magullaron todo.
Aunque eso no era una explicación razonable, dejé las cosas así y solo me dediqué a pegarme como una sanguijuela a su cuerpo durante todo lo que faltaba de la noche y ahí pegada a él -en esa pequeña camilla- me quedé dormida.
⭐⭐⭐
—Cariño, despierta —Escuché un susurro y negué.
—No, un ratico más —hablé adormilada.
—Vamos, despierta —La suave voz de mamá en mi oído, me hizo removerme un poco hasta que la gravedad hizo su función y me caí de la camilla partiéndome todo lo que se llama cara. Bueno no, tampoco así pero casi.
Las risas de mis papás inundaron la habitación junto con las carcajadas de Brandon quien ya estaba muy despierto y sano como para seguir burlándose de mi existencia.
Papá me ayudó a levantarme y sentí todo mi cuerpo entumecido, además de la caída; me dolía el cuerpo porque dormí toda la noche al lado de mi hermano en una camilla bien pequeña y estrecha, estuve en la misma posición así que era obvio que estuviera tiesa esa mañana.
—Estela, ve a lavarte la cara para que desayunes —dijo mamá, acomodando una mesita hecha especialmente para los enfermos, en esta había: jugo de naranja, fruta picada y un poco de cereal sabor chocolate -sin leche- es que el señorito Brandon era intolerante a la lactosa así que siempre desayunaba cereal seco.
Caminé hacia el baño y después de lavarme las babas de la cara y hacer mis necesidades, salí con ganas de devorar todo lo que se me atravesara. Me senté en el sillón donde había dormido mamá y abrí unas bolsas con comida chatarra.
Que irónico, a él que era una persona que; comiera lo que comiera nunca subía de peso, le daban comida sana con frutica y toda la cosa y a mí que me descuidaba un segundo ya me andaban saliendo llantas por todos lados, me dejaban comer comida chatarra.
Pero a mí eso no me importaba mucho que digamos, porque yo estaba bien con mi cuerpecito de tabla.
—Mami, llama al doctor Jones y dile que me deje ingresada aquí —murmuré quejándome de un dolor en el cuello.
—¿Por qué? —contestó ella, ayudando a Brandon a comer.
—Es que me duele el pescuezo.
Carcajadas salieron de ellos dos y solo los miré indignada.
—Te dije que te fueras a casa anoche y no quisiste así que no te quejes —expresó mamá.
—Fue mi culpa mamá —intervino Brandon—. Yo fui quien le pidió a Estela que se quedara conmigo —Su voz aún era un poco ronca.
—Es cierto. Él me suplicó que durmiera ahí a su lado, en esa posición tan incómoda, según él porque tenía frio —renegué y como a mí solo me pasaban cosas desastrosas, esa mañana casi muero, porque me atoré con un trozo de carne.
Pero no pasó nada más grave y unas horas después le dieron el alta a Brandon, ya que no tenía ningún sentido seguir teniéndolo ahí cuando ni una costilla se le había roto, así que nos echaron del hospital.
¡Ah! pero antes de irnos me encontré en un pasillo con aquel niño llorón, y como su mamá estaba distraída le pegué una palmada en la cabeza y salí corriendo muerta de la risa. je je je.
⭐⭐⭐
Dos días pasaron, dos fabulosos días donde no fui a clases con la excusa de que tenía que cuidar de Brandon, ser su enfermera personal y darle todo el cariño que necesitase para tener una buena recuperación, obvio que no fue así ya que solo me la pasé: durmiendo, viendo tv, escuchando música y gastándome las pocas neuronas que tenía viendo videos absurdos en internet.
Las únicas personas que sabían de lo sucedido eran mis amigas y durante esos dos días fueron a visitarme y aunque se morían por ver al incapacitado, no pudieron porque él se encerró bajo llave en su cuarto solo para que no lo molestáramos.
Pero como ya sabes, nada es eterno ya que mamá me ordenó volver a mis clases y antes de ir hice algo que hasta el día de hoy no me arrepiento de hacer, una de las cosas que hice fue dibujarme unas pequitas en las mejillas y la nariz con un maquillaje bien tierno y la otra que fue aún mejor, escabullirme a la habitación de Brandon mientras él tomaba un baño.
Inserta música de espías.
Con sumo cuidado y silencio encendí su ordenador, conecté una USB solo para robarme alguna de sus canciones. Como estaba ansiosa escogí la primera que salió y comencé a descargarla, ese proceso fue espantosamente lento; la imagen del porcentaje avanzaba tan lento que sentí que iba a morir descubierta, sentí las gotas de sudor bajar por mi frente mientras esperaba sentada en el escritorio y peor aun cuando por fin terminó de descargar, quité la USB y como yo era la viva representación del desastre y la impaciencia, la USB se me cayó al piso. Intenté recogerla pero escuché el sonido de la regadera cerrarse y casi me dio un paro cardiaco cuando Brandon salió del baño y me quedó mirando.
—¿Qué haces? —preguntó amarrando bien la toalla en sus caderas. Yo me quedé tiesa, congelada, pasmada. Él se dirigió a su armario para sacar su ropa, entonces reaccioné y con torpeza me quité uno de mis aretes y lo arrojé al piso, justo al lado de la USB.
—Anoche, cuando vine a traerte la cena, creo que perdí un arete aquí —mentí y me agaché para hacer el disimulo y como él estaba distraído decidiendo si ponerse un suéter negro o una camiseta negra, aproveché para recoger la USB—. ¡Lo encontré! —exasperé algo exagerada. Él no me prestó ni la más mínima atención así que solo desaparecí de su cuarto.
Ya en la escuela, hablé con mis amigas acerca de mi fabuloso plan y este consistía en ir a donde estaban los chicos de Deep Purple y enseñarles la canción que me había robado esa mañana.
Lo acepto, no era un plan tan elaborado, aunque era como yo, bien directo. Escuché por parte de las chicas que ellos estaban ensayando desde hace varias horas en el salón de baile. No lo recuerdo, pero creo que era porque tenía una presentación o algo así.
Como quien no le tiene miedo a nada, yo y todo mi flow nos dirigimos hacia el salón de baile. Llegué y como ya había tenido mi mala experiencia, primero me aseguré que fueran ellos los que están ahí adentro. Abrí un poco la puerta y asomé un ojo, si, ellos estaban ahí bailando bien chévere. Noté que utilizaban un equipo de sonido que mantenían en un rincón.
Ese era mi objetivo.
Como si fuera la jefa, entré y caminé por delante de ellos sin siquiera mirarlos, aunque si pude sentir sus miradas extrañados y como se quedaron quietos. Llegué hasta el equipo de sonido y conecté la USB. Di play y una pista comenzó a sonar, menos mal era una de las buenas porque si hubiese escogido una normalita quizás mi estupendo plan hubiese fracasado.
—Estela, que fue lo que pasó con tu herma...
—¡Silencio! —Espeté con firmeza e Ian, quien fue el que habló se quedó en silencio—. Solo escuchen, es lo único que les pido y si no les gusta, hagan lo que quieran, ya me da igual.
Ellos se quedaron en completo silencio y parecían un tanto confundidos ¿Y cómo no? si llegó el desastre andante llamado Estela y entró como si nada para interrumpir su práctica.
La pista se detuvo y esperé no tan paciente, su respuesta y como no hablaban me desesperé.
—Por si no lo han entendido, esa es la música que hace mi hermano. Sé que ustedes no me creen, es por eso que les traje esto. Él realmente tiene talento y estoy segura de que cuando lo conozcan me entenderán —murmuré con sinceridad y mostrándome pasiva.
Esta vez fue Max quien habló:
—¿Por qué haces esto, Estela? Él ni siquiera vino a vernos cuando se lo pediste, incluso ni siquiera está aquí, eres tú la que está detrás de esto, no crees que tal vez a él no le importa mucho estar en nuestro grupo y solo...
—Basta —corté con seriedad—. Él no pudo venir porque le dio diarrea, y digamos que yo soy su agente o manager como lo quieras decir —Lo dije seria, pero ninguno de ellos pudo evitar querer reír así que solo reprimieron sus risas ya que ese era un momento serio.
Fue Ian quién tomó la iniciativa de acercarse a solo unos centímetros de mi cuerpo haciéndome sentir diminuta, ya que te recuerdo que Ian era una vara de premio bien sexy, bien rico, bien sabroso, bien ¡Ah! en serio necesitaba concentrarme.
—Sinceramente, Estela —comenzó él—. ¿Qué consigues tú, con que él entre a nuestro grupo? Porque parece que tú eres la más interesada con que él entre ¿Qué es lo que ganas?
Bueno, como sonaría decirle que iba a ganar quince dólares, quizás hubiese dado la impresión de que era una chica interesada así que mejor me quedé en silencio, meditando mi respuesta mientras lo miraba directo a los ojos.
Hasta ese momento nunca me lo había preguntado, pero realmente si tenía una respuesta más seria. Más seria que la cara que tenía Ian en ese momento mientras esperaba mi respuesta y como a mí se me reinició el Windows pues solo compartimos miradas de...
«¿Qué quieres?»
«Que hables»
«Te estoy hablando»
«No, Estela que me respondas»
«Ah, sí verdad»
«De verdad, no eres normal»
Solté una carcajada burlándome de la extraña conversación que tuve con Ian en mis pensamientos y él solo me miraba como si tuviera frente él, a una loca.
Ok, ya mejor le respondía al pobre. Abrí la boca para hacerlo, pero me interrumpió el grito que dio Lau entrando al salón. Me giré para verla y noté que estaba muy agitada por correr, ella se acercó y habló con dificultad.
—¡Estela, tu hermano está en una pelea! —informó a lo que yo me apresuré a negar.
—No, eso no es posible, él no vino hoy a la escuela, él está en casa des...
La mirada que me dio Lau me hizo entender la situación, olvidándome de todo tomé la mano de Lau para que me indicara dónde y ambas corrimos hasta el lugar.
La entrada de la escuela. Un lugar donde podías hacer lo que quisieras ya que los profesores no les importaba.
Corrimos hasta llegar a un círculo de personas siendo los espectadores de la pelea. Como pude luché para atravesar a esa gente, hubo empujones, pisadas y hasta tocadas, pero no hacia mí, sino que yo toqué una que otra zona prohibida de algunos chicos mirones.
Por chismosos.
Si hubiese sido en otra ocasión y con otras personas siendo los luchadores créeme, que yo estuviera apoyando la pelea y gritando como la loca que era ¡Dale, con la silla! pero no, él que estaba ahí envuelto en una pelea era mi hermano y eso para mí era otro nivel.
Presencié como él y otro chico se daban unos buenos derechazos que sonaban como si estuvieran partiendo cocos.
Tuve unas ganas de arrancarle la cabeza a ese chico, que tuvo el atrevimiento de dañar el precioso rostro de mi brandy. Pero me quedé petrificada cuando el otro chico se volteó y pude detallar su cara, una cara conocida.
Era él.
John.
Mi ex-crush.
¡Ah!
De un momento a otro y sin que yo me lo esperara, Ian se metió a la pelea y detuvo a John imponiendo su alta estatura. John quiso golpear a Ian y rápido los demás chicos también se metieron y lo apartaron de un empujón ¿Cómo llegaron? No lo sé. Tengo mi teoría de que corrieron a ver el chisme.
—Este no es su problema, así que mejor no se metan —exclamó John quien tenía pinta de ser un chico busca pleitos, musculoso y vanidoso. Hay veces en que me avergüenzo de mis malos gustos antes llegar a esa escuela.
—Cálmate —intervino Ian—. Es mejor que te vayas, si no quieres tener problemas con todos nosotros —sentenció con un porte, una mirada y una voz de macho pecho peludo.
Y como si fuera una orden, los demás chicos se colocaron en posición de pelea bien intimidantes. John los ojeo a cada uno y luego alzó las manos en señal en paz.
—Tranquilos —murmuró serio y se giró un poco encontrándose con mi mirada, a lo que sonrió con malicia—. ¡Vaya, pero que grata sorpresa! —expresó con burla e intentó caminar hacia mí, pero Brandon en un movimiento rápido se interpuso entre él y yo. Me colocó detrás de su cuerpo y le lanzó una mirada de odio a John que lo hizo retroceder.
—Si es la hermosa y muy ingenua, Estela —La manera en que pronunció mi nombre me asqueó y pude sentir como el cuerpo de Brandon se tensó. John limpió la línea de sangre que manchaba su labio inferior para luego mirar a los chicos aún en su posición de pelea—. Será para la próxima —murmuró John y luego de hacerme una reverencia, se alejó empujando a todos los mirones.
En tan solo unos segundos no quedó ni una sola persona en ese lugar, todo el mundo se desapareció, menos los chicos y mis amigas a quienes les hice una señal para que se marcharan a sus casas y estas lo hicieron.
Abracé a Brandon por detrás y hundí mi cabeza en su espalda. Éste comenzó a caminar hacia una banca cercana, aún conmigo pegada a su espalda como garrapata. Él hizo que me separara para poder sentarse así que lo imité.
Comenzó a limpiar su rostro, el cual tenía algunas heridas abiertas.
—¿Estás bien? —pregunté, muy preocupada pues hacia solo unos días desde que lo golpearon y otra vez estaba recibiendo golpes. Él me miró y me regaló una sonrisa tierna.
—Sí, no te preocupes, estoy bien.
—Cómo quieres que no me preocupe —exclamé y le toqué el rostro, a lo que él se quejó—. Si ese lunático te volvió el rostro una mierda y si sigues a si no vas a conseguir novia, porque además de amargado serás feo —bromeé y él se rio de mis ocurrencias.
Al ver su risa me puse triste y no pude evitar decirlo.
—Perdón —Él me miró sorprendido por mi cambio de humor—. Perdón, porque por mi culpa no pudiste ver a los chicos la otra vez, ahora lo entiendo otra vez todo es mi culpa —murmuré con la voz entrecortada.
Sí, todo era mi culpa, como ya te dije Brandon no era una persona agresiva, de hecho, le daba igual lo que pensaran, pero cuando la gente se metía conmigo, él no lo soportaba y seguro eso fue lo que había pasado.
—Estela, no...
—Ese día, por que estabas en ese callejón —Lo interrumpí, acariciando sus nudillos los cuales estaban lastimados.
—Él se enteró de que nos mudamos a aquí y me envió un recado —comenzó él—. Dijo que debíamos encontrarnos y si yo me reusaba, te haría daño. Cuando fui a ese callejón él me esperó con unos tipos y ya sabes cómo terminó todo —suspiró cansado—. Y hoy, tenía mucho miedo de que al salir él quisiera hacerte algo por eso vine a esperarte.
Sus palabras me hicieron sentir peor, quise llorar como una magdalena, pero no tuve tiempo de hacer mi drama porque alguien carraspeó para llamar nuestra atención. Brandon y yo nos giramos a ver sorprendidos.
A un lado de nosotros, estaban los chicos escuchando todo el cuento, les lancé una mirada de reproche ¿Qué tenían ellos que hacer escuchando? ¡Chismosos!
Ellos se acercaron aún más y se posicionaron frente a nosotros.
—¿Entonces tu eres el famoso, Brandon? El nuevo miembro de Deep Purple.
¡WHAAAAT!
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