29. Una espectadora más
Capítulo 29
Una espectadora más
⭐⭐⭐
Mi corazón estaba roto por primera vez, era horrible sentirme y era la primera vez así que no sabía lo que estaba pidiendo. Solo quería dejar de sentir. Quitarme ese dolor y olvidar lo que era. Olvidar a Ian...
Abrí los ojos llenos de lágrimas y entonces mientras observaba fijo el collar que aún mantenía su brillo, a pesar de la oscura noche que me rodeaba, vi a mi familia. A mi madre Linda, a mi padre Jacob y mi hermanito Brandon, quienes me habían regalado una hermosa y feliz vida.
Todos esos bellos momentos de mi niñez y adolescencia, los olvidaría definitivamente. ¿Era eso lo que en realidad quería? No. Lo que yo más deseaba cuando era una estrella era conocer el amor verdadero, y lo encontré en ellos. Ellos me habían brindado su amor incondicional a pesar de no ser su hija. Entonces lo supe, el amor de una pareja no es el único que existe, estaba el de una familia; el de una madre que se enamoró de mi apenas me vio, el de un padre que quedó hechizado con el sonido de mi risa y el de un hermano que me cuidaría para siempre.
El lazo que me unía a mi familia era más fuerte que cualquier cosa. El destino ya lo tenía planeado así, por eso me envió hacia ellos en cuanto me convertí en humana. No me dieron el amor que yo quería, si no el que necesitaba.
Lastimosamente, mi deseo de volver a ser una estrella había sido enviado. Sin quererlo había enviado un grito de auxilio al cielo y fui escuchada. Muy tarde me di cuenta que ya no había marcha atrás, el collar dejó de brillar y aunque supliqué con todas las fuerzas de mi corazón que no me llevaran, ya no había nada que hacer.
Esta vez no lloraba porque Ian me había dejado, más bien porque yo dejaría mi familia. Duré mucho tiempo persiguiendo el anhelo fugaz de un amor prometido cuando siempre lo tuve a mi lado. Y ahora lo iba a perder.
Supliqué durante varias horas y con mucho fervor a mis hermanas estrellas que me dejaran quedarme, pero ninguna quiso escucharme. Estaba hecho, la pequeña estrella que se convirtió en una niña humana para conocer el amor, regresaría al cielo con el corazón roto.
No sabía cómo ni cuándo sucedería, pero si, que sería doloroso. Me desvanecería en pequeños fragmentos, como polvo y no habría nadie a quien recordar después de eso.
Resignada a mi destino, me enrollé el collar en la muñeca izquierda, como si se tratara de una pulsera. Me puse de pie con dificultad, pues mis piernas dolían al estar tanto tiempo de rodillas.
Empapada comencé a caminar hacia las escaleras. Mientras las bajaba, las huellas de mis zapatos llenos de agua marcaban el camino del cual quería alejarme. Salí de la escuela fundida en mis pensamientos. Recordando los bellos instantes que viví con mis padres, reproduciéndolos una y otra vez para no pensar en que en algún momento tendría que despedirme de ellos.
Caminé en modo automático, sin dejar de llorar, aunque aproveché que, debido a la lluvia, mis lágrimas se ocultaban para que al llegar a casa nadie se diera cuenta que había estado llorando.
A unas cuadras de llegar a casa, entre el sombrío ambiente vi una silueta acercarse. Un chico alto y escuálido, vestido de negro y con un paraguas en su mano se puso enfrente de mí.
—Aquí estás, te estuve buscando por todos lados —expresó con preocupación mi hermano al tiempo que me cubría con el paraguas.
Sonreí y rápido la abracé, este se sorprendió, pero no me alejo, solo me sostuvo entre sus brazos como solo él sabía hacerlo. Llore desconsolada en su pecho hasta que el me separó un poco y con sus dedos limpio mis lágrimas.
—Vamos a casa.
Me tomó de la mano y me guio por el camino. Los dos caminamos sin decir una sola palabra. Yo me calmé y dejé de llorar gracias a su compañía. El camino se terminó y ya estábamos frente a la puerta de la casa. Brandon guardó el paraguas y abrió la puerta informando que ya habíamos llegado.
Mis padres aparecieron corriendo y al ver el desastre que era, me abrazaron. Creo que eso era lo que necesitaba en ese momento, un abrazo de las personas que amaba, sentir su calidez para que el frio en mi cuerpo desapareciera. Brandon nos observaba a unos pasos de distancia, él sabía por lo que yo estaba pasando, pero no se lo dijo a mis padres.
Me quité esa ropa mojada y le di una ducha con agua tibia, me puse mi pijama y bajé a la sala a tomar una taza de chocolate caliente con mi familia mientras afuera seguía lloviendo. Aún estaba triste, pero no quería que mi felicidad estando en mi hogar con las personas que más amaba se viera empañada.
Lloré bajo las sabanas toda la noche, no pude dormir ni un poco y sentía una congestión en la nariz. Al día siguiente ni siquiera me molesté en ver mi imagen, solo fingía delante de mis padres que estaba bien, solo que un poco enferma por haber estado bajo la lluvia tanto tiempo y por eso me veía fatal. No quería preocuparlos.
Ese era el último día de escuela así que solo íbamos a despedirnos. Al llegar las miradas juzgadoras me persiguieron todo el día. Todo el mundo me molestaba y decían cosas horribles. Ian era amado por todos en la escuela así que cuando se enteraron de lo que hice me convertí en la villana. Me la pasé todo el día con mis amigas ya que Brandon tenia cosas que hacer. En algunas ocasiones me crucé con Ian, aunque parecía que éramos dos desconocidos.
No sabía lo doloroso que era sentirse ignorada por alguien hasta que en su mirada yo ya no era lo que causaba un brillo. Ya no era una prioridad para él así que solo pasaba de mi sin compasión. También se veía igual de mal, yo sabía que muy en el fondo él también estaba sufriendo, solo que lo ocultaba mejor.
Las chicas habían hecho todo lo posible por borrar esas fotos del internet, fue difícil, pero lo lograron, claro que con ayuda de Ian. Al final del día, él seguía siendo un buen chico.
Estaba demasiado triste como para comer así que me fui a la biblioteca. Me cansé de que todos me estuvieran juzgando tanto en persona como por las redes sociales, mi cuenta de Instagram parecía un inodoro de tanta mierda que me ponían en los comentarios. Tuve que bloquearla.
Sentada en una mesa con la cabeza pegada a la madera pensaba en lo que estaba por llegar. No quería que mis papás se enteraran de lo que me estaba pasando. La graduación estaba a unos días y tenía que fingir que estaba bien para que ellos no se preocuparan.
Sentí que alguien tomó asiento frente a mi así que sin ganas levanté mi cabeza. Él estaba ahí, se notaba que estaba nervioso y avergonzado. Pero se veía mejor.
Me forcé a sonreír, no porque no quisiera hablarle si no que enserio estaba deprimida.
—Oh, Ben, eres tú.
—¿Pensabas que era alguien más?
—No, solo... ¿Cómo sigues?
—Mejor, ¿y tú?
Jugué con mis dedos algo inquieta por su pregunta.
—No sabría que decirte.
—Aun no has arreglado las cosas con Ian.
Solo eso bastó para que unas ganas de llorar me invadieran con fuerza. Sentí mis ojos humedecerse y mi pecho apretarse así que desvié mi mirada hacia la mesa.
—No, él y yo terminamos... definitivamente —Sentí que se formó un nudo en mi garganta.
—Lo siento, todo es mi culpa, si no me hubiese emborrachado y escuchado a Leila...
—Dijiste Leila —lo interrumpí—. ¿Qué tienes que ver ella en esto?
—No mucho, ella solo me aconsejó.
—Ben, qué pasó esa noche, ¿por qué terminaste en ese estado?
—Bueno, después de que cantamos me puse a tomar solo como te dije, estaba resignado a que Ian y tu eran muy felices juntos y que yo no podía dañar eso, pero luego Leila apareció y me dijo muchas cosas.
—¿Qué cosas?
—Que ustedes se la pasaban peleando ya que eran muy diferentes, que tú le confesaste a ella que yo era tu segunda opción y que luchara por ti, que no me diera por vencido. Yo nunca imaginé que ella fuera tan linda y gentil. Me dijo cosas hermosas de ti y hasta me plantó una idea de un futuro en donde tú y yo éramos felices en la universidad ya demás me regalo una botella de alcohol muy cara según ella. Sabía algo extraña, pero ella digo que era porque era fuerte.
—Entonces fue así —concluí viendo como él se rascaba la nuca. Todavía se podía apreciar el moretón que dejó el puñetazo de Ian.
—He intentado hablar con Ian, pero él simplemente no quiere escucharme.
Enseguida lo supe, había sido ella. Leila lo había manipulado y drogado para que Ian terminara conmigo. Y lo logro.
Me quedé en silencio un rato sintiendo de nuevo esa profunda tristeza que me hacía querer estar sola y acostada en mi cama. Ben seguía ahí, mirándome y note que aún se sentía mal por lo sucedido y como yo aún tenía miedo de que tuviera esos pensamientos negativos cambie el tema.
—Ya dejémoslo así ¿Qué hay de ti? ¿Qué pasó con tus padres?
—Mmm. Mi madre y yo tuvimos una larga charla que me hizo sentir mejor y sé que fue gracias a ti —murmuró a lo que yo sonreí—. Después, cuando era muy tarde papá regresó ebrio y tuvieron una gran pelea. Tuve miedo de que fuera por mi culpa, pero mamá me aclaró que no era así. Y que pronto todo sería diferente.
—¿Qué pasó después?
—Ella le pidió el divorcio y ahora que regrese a casa tendré que empacar ya que nos mudaremos a otra casa, solo ella y yo.
—Supongo que eso es lo correcto. Después de todo ninguno de los dos merece seguir sufriendo.
Este asintió y de repente miró en su celular un mensaje. Esto hizo que se pusiera rápido de pie.
—Nos vemos después Estela, tengo que ir a ensayar —dijo y enseguida intentó irse, pero yo reaccioné y lo sujeté de la muñeca impidiendo que se marchara.
—¿Ensayar? ¿La banda aún sigue teniendo ensayos? —cuestioné confundida.
—Sí, aunque esta será para el día de la graduación y será mi última presentación con ellos, creo.
—¿Por qué?
—Bueno, Brandon no está, Ian ahora no quiere cantar junto a mí y sin él la banda no existe, así que yo decidí dejarla.
Me quedé sorprendida por eso, Ian no quería cantar con Ben, enserio estaba molesto. Algo llamó mi atención en la distancia y giré mi cabeza un poco hacia la derecha y descubrí que Ian estaba observándonos, él se encontraba al lado del director quien le estaba diciendo algo y mostrando unos papeles en sus manos, pero Ian solo miraba hacia mi dirección.
Entonces me di cuenta que yo estaba sosteniendo la mano de Ben y que él estaría pensando algo que no era.
Rápido solté la mano de Ben, y este pareció no darse cuenta de que Ian nos observaba, esto porque él se dirigía hacia a dirección contraria.
—Nos vemos después —se despidió y caminó lejos desapareciendo entre los estantes de libros.
Yo regresé mi mirada ojerosa hacia Ian, quien también se había marchado junto con el director de la escuela.
Perfecto, de nuevo Ian malinterpretaba las cosas y más que nunca tendría oportunidad con él. Ahora entendía que enserio la vida estaba resentida conmigo, pues parecía que no quería verme feliz nunca más.
Volví a enterrar la cabeza en la mesa lloriqueando y recordando con nostalgia esa mirada brillosa que Ian solía regalarme cada vez que me veía y que ahora ya no estaba. Sus ojitos estaban tristes al igual que los míos.
La sonrisa de Ian se había ido al igual que la mía y la de Brandon. Aunque sabía la razón de la de Ian, la de Brandon aún era un misterio para mí. Él estaba triste desde hace un tiempo, incluso se alejó de la chica que le gustaba por alguna razón y sin dar explicaciones, solo se alejó.
⭐
Mi último día de clases en la escuela secundaria de Beafort fue quizás un día que no quisiera recordar.
La noche llegó y Spica tenía que presentarse en el bar, ya estamos en el camerino alistándonos para salir a cantar. Me encontraba sentada en una silla mirando mi celular. Me limpiaba el rostro con un pañuelo mientras ella cosas horribles de mí. Cosas como; que mi voz era desafinada y poco estable, que mi baile no tenía ritmo y que no merecía estar en el grupo ya que no tenía talento y solo era un relleno.
Esos comentarios dolían. Creo que estuve a punto de comenzar a creerlo hasta que Lau me arrebató el celular de las manos muy molesta.
—Estela, ya deja de leer esas cosas, no te hacen bien, además, qué no habíamos bloqueado tus redes sociales.
Las demás chicas se acercaron a mí.
—Si las bloqueé, estaba en la página del grupo —me excusé sin ánimos—. Deberían ver todo lo que están diciendo en la trasmisión en vivo.
Pilar le quitó el celular a Lau y comenzó a leer los comentarios. Su cara era de total enojo.
—Pero que mierda... —exclamó Lau, pero Jena la cayó, tapándole la boca con sus manos.
—No importa, sabes que es mentira. Tú tienes demasiado talento, eres una parte muy importante de Spica, aunque ahora con todo lo que está pasando ninguno de nuestros seguidores lo comprenda y solo te juzguen.
Lau crazada de brazos asintió.
—Es verdad, cuando el tiempo pase todos se olvidarán de esto. No les prestes atención y mejor terminamos de maquillarte —propuso y las tres se encargaron de hacerlo. Me maquillaron y peinaron, pero yo en verdad seguía deprimida.
Lo único que me mantenía de pie en ese lugar era la idea de que al estar cantando olvidaría por un segundo todo lo que me había pasado.
Las luces del bar se apagaron y cuatro luces iluminaron el escenario. Una por una salimos y nos colocamos debajo de las luces y la música comenzó. Lastimosamente apenas pude cantar la primera estrofa ya que el público comenzó a gritar cosas que, por la confusión del momento no entendí. Intentamos seguir con la presentación, pero nuestras voces no se podían escuchar con todo el bullicio y para rematar unas chicas que estaban en el frente me arrojaron unas bebidas.
Esto me aturdió un poco y cuando quise moverme por el escenario como parte de la coreografía el líquido en el piso me hizo resbalar por causa de mis altos tacones. Caí al piso de rodillas y muy duro. Todos comenzaron a reírse y mis amigas se detuvieron para ayudarme.
Al ponerme de pie la música se detuvo y escuché con claridad lo que el público gritaba. "sáquela" "bájenla" ellos estaban pidiendo entre burlas que yo me bajara del escenario.
—Estela, estás bien —preguntó Jena mientras me revisaban el cuerpo.
—Mira, está sangrando —mencionó Pilar señalando mi rodilla.
Me miré y si, estaba sangrando debido a la caída. Rápido todas bajamos del escenario y ya tras bambalinas me ayudaron a tomar asiento.
Yo aún seguía en shock, mientras ellas corrían a limpiarme. En eso el señor Carl apareció muy preocupado.
—Chicas, ¿qué sucedió? —dijo apresurado.
—Nada, todo está bien, solo fue una caída torpe —respondí.
—Chicas, supongo que ya lo notaron, verdad. El público no quiere ver a estela cantando. Y si ellos naos las escucha será un gran problema para todos, hoy incluso vino solo la mitad de las personas que vinieron la última vez. Eso significa perdidas. Tiene que hacer algo y rápido.
—¿A qué se refiere? —exclamó Pilar.
—Es obvio —intervine, haciendo que todos me miraran—. El público reacciono de esa manera porque no me quieren ver a mí, pero a ustedes sí.
—No, de ninguna manera —me interrumpió Lau molesta—. No cantaremos sin ti.
—Lau, tiene razón, eres nuestra líder y parte del grupo, no podemos cantar si ti —Esta vez habló Jena.
Yo les sonreí al ver lo serias que estaban.
—Tranquilas, está bien. Si pueden hacerlo. Tengo pocas líneas y pueden hacer la coreografía sin mí, podrán hacerlo.
—No. De ninguna manera —Pilar se negó.
—No pasa nada si cantan una sola vez sin mí, además estoy lesionada —señalé mi rodilla que para nada era una lesión y ellas lo sabían.
—Estela, no —suplicó Jena.
De repente se escucharon los nombres de las chicas unos pro uno en las voces del público que las aclamaba, aunque en ningún momento escuché mi nombre.
Tragué saliva y mostré una sonrisa amplia. aunque tenía un nudo en la garganta me forcé a fingir entusiasmo pues no quería que ellas lo perdieran.
—Verdad Carl, que no pasa nada si cantan si mi —El hombre asintió no muy convencido—. Deben darle al público lo que pide, y en esta ocasión ellos solo quieren verlas a ustedes. No pasa nada si les damos eso.
La presión de los gritos hizo que ellas accedieran a hacerlo. Les di un abrazo y mostré una enorme sonrisa para motivarlas, incluso me levanté de la silla y las empujé hacia el escenario. Ellas subieron esta ves solo tres luces iluminaron el escenario.
El acto empezó de nuevo y el público ya no estaba enojada, al contrario, las animaba mientras ellas daban todo de sí. Era como si eso era lo que estaba destinado a ser. Ellas tres sobre el escenario y yo mirándolas por detrás. Escondida en donde las luces no podían alcanzarme y por lo tanto nadie podía verme.
Mi sonrisa desapareció, quería estar allí con ellas, cantando mis líneas, aunque fueran pocas, quería bailar la coreografía, aunque no tuviera ritmo, quería estar allí aun solo era un relleno.
Mis mejillas volvieron a mojarse una vez más, esta vez no era por Ian, era porque algo por lo que había luchado para construir se estaba alejando y me estaba dejando por fuera. Estaba sucediendo otra vez, de nuevo era solo una espectadora más de lo maravilloso que era la felicidad, los sueños, el amor.
Me abracé a misma sin dejar de llorar, entonces vi de reojo que alguien se posicionó a mi lado. Era Leila, no dijo nada ni siquiera me miró.
—Leila, sé que publicaste el video —expresé y ella se burló.
—No tienes pruebas y estoy segura que, si se lo dices a Ian, él no te va a creer —dijo acepando lo que había hecho con descaro, aunque tenía razón, nadie me creería. Me mordí el labio inferior llena de frustración—. Gane.
—Tienes razón, ganaste... así que, por favor, déjame en paz.
Sin más que decir me retiré. Nadie se dio cuenta de mi ausencia y era lo mejor, ya que pronto eso era lo que iba a suceder. Yo desaparecía de sus vidas y era mejor hacerlo desde antes.
Cada vez más cerca del final.
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