Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

27. Nubes grises

Capítulo 27

Nubes grises

⭐⭐⭐

La mañana no empezó bien, yo tenía los ojos hinchados y no quería hacer nada. Casi no comí y cuando llegué a la escuela me enteré que ese día era la final del campeonato de futbol. Se enfrentarían el equipo de mi escuela y otro que decían eran muy buenos.

Brandon no fue así que estaba con mis amigas a quienes obviamente les conté todo. Ellas me brindaron todo su apoyo, aunque era inevitable que para toda la escuela mi nombre se viera precedido por una reputación de zorra.

Traté de no darle mucha importancia a los comentarios y solo me dediqué a buscar a Ian, aunque con eso del campeonato era imposible.

Llegué a los vestidores en donde los chicos se estaban preparando parar salir a jugar y cuando lo tuve a unos centímetros de mí. El director del equipo apareció y se lo llevó. Aun así, él sabía que yo lo estaba buscando.

La esperanza aún estaba, sabía que Ian era bastante razonable y que solo estaba enfadado. Era como esa vez en que yo me molesté con él y dejé de hablarle por unos días, solo que esta vez sí era algo serio, pero yo estaba segura de que me escucharía y que, sobre todo, me creería. Tal como lo hizo esa vez.

Solo tenía que explicarle.

Faltaba poco para que comenzara el partido así que las chicas y yo, nos sentamos en las gradas a observar la ceremonia de inicio en donde las animadoras de ambos equipos y unas bandas hicieron un show muy llamativo.

Uno a uno los jugadores de cada equipo fueron haciendo su aparición; los rivales llevaban un uniforme rojo con negro y el nuestro por supuesto, era verde con blanco. La verdad que los del equipo visitante estaban bien grandotes y malotes. A Lau se le fueron los ojos con unos cuantos y yo solo me preocupé porque en nuestro equipo no vi a Ian, que era el capitán.

Ben tampoco estaba.

Cuando iban a iniciar vi a Ian aparecer, aunque no se veía muy bien. Éste corrió hasta el centro de campo para encontrarse con el capitán del equipo rival y el árbitro.

—Buscando una nueva víctima, zorrita —Alguien murmuró a mi lado en tono de burla.

Me giré y eran las amigas de Leila, no quise darles importancia, pero sabía que esas tipas eran peligrosas, ya que la última vez me cortaron el cabello. Así que solo les saqué el dedo medio.

Lau y Pilar les hicieron señas de que no se metieran conmigo y estas asustadas se alejaron. Les agradecí, ya que no tenía ánimos para pelear con ellas. Me quedé sentada viendo el partido.

Este iba muy mal, Ian quien era el mejor jugador estaba muy desconcentrado y no hacía nada bien. Sus mismos compañeros le cuestionaban qué le pasaba, pero él se quedaba callado. Los del otro equipo eran como unos buldóceres y aprovecharon que Ian no estaba en buena condición y se le fueron encima en varias ocasiones. Casi me lo matan de tanto golpe. El pobre casi no podía ponerse de pie e incluso lo vi sangrar por la nariz.

Esta vez el ring de boxeo no se formó en las gradas si no en el campo. Max quien era defensa no soportó ver la paliza que le estaban dando a Ian y que el árbitro no hiciera nada así que, en un acto de impotencia y enojo se fue sobre uno de los rivales. Lo empujó y amenazó varias veces, pero este solo se mofaba así que Max le metió tremendo puñetazo.

Por supuesto que ahí sí, el árbitro reaccionó y le sacó tarjeta roja a Max. El resto del equipo quiso objetar, pero fueron amenazados así que tuvieron que aguantarse las ganas de partirles la cara.

El partido continuó y para el segundo tiempo Ian seguía mal. El director tomó la decisión de sacarlo y a pesar de sentirse frustrado Ian, accedió a dejar su puesto como capitán y sentarse en la banca, después de todo iban perdiendo 5 contra 2.

En eso recibí un mensaje en mi celular. Lo miré y casi salté al ver que era de Ian.

¿Podemos hablar después del partido?

Emocionada fijé mi vista a donde él estaba sentado y lo vi mirando en mi dirección con el celular en sus manos. Nuestras miradas volvieron a encontrarse y noté que ya no estaba tan enojado. Sonreí y rápido le envié una respuesta.

Sí, claro. ¿En dónde?


Te espero en la azotea.

¿Estás bien?


Lo estaré si hablo contigo... la verdad no sé qué fue lo que pasó entre tú y Ben, pero necesito verte. ¡TE NECESITO!


¡YO TAMBIEN TE NECESITO!

Me emocioné tanto que hasta abracé a Jena y la besé en las mejillas. El partido reclamó la atención de todos ya que hubo un penal a nuestro favor.

Recibí una llamada de un número desconocido así que la rechacé un par de veces, pero seguían insistiendo. Decidí contestar, pero por el ruido que causó el gol del penal no podía escuchar nada. Me alejé de las gradas y por fin supe quien estaba del otro lado de la llamada.

Ben, se escuchaba algo extraño. Como llorando. Apenas supe que era él quise colgar, pero este me suplicó que no lo hiciera.

—Espera, solo escúchame... no quiero irme sin antes pedirte disculpas, por joder tu relación con Ian.

—Ben, dijiste «irme» ¿A dónde te vas?

—No lo sé... quizás a algún lugar lindo. Eso espero.

—No te entiendo.

—Quizás la caída me duela, pero sé que si lo hago desde a tan altura será rápido.

Lo que escuché me dejó fría, yo era algo tonta y lenta, pero esa situación mi cerebro sí que lo procesó rápido. Me asusté al escucharlo con ese tono de, ya nada vale la pena.

—Espera, ¿de que estas hablando?... ¿Qué estas planeando hacer? ¿Sea lo que sea no lo hagas? —Me desesperé al escucharlo llorar.

—Lo siento... merezco que me odies, también que Ian me odie... que todos me odien.

—No digas eso, nadie te odia. Yo lo dije porque estaba molesta pero no era cierto...

—¿No?

—Claro que no, sabes como soy. Todo lo digiero rápido y ya te perdoné.

Se quedó en silencio y eso me puso más ansiosa. Caminé de un lado al otro mordiéndome las uñas. Su voz sonaba tan apagada.

—Estela, lo siento.

—Ya deja de disculparte y mejor dime, ¿dónde estás? —exclamé corriendo hacia la salida.

Estaba decidida a evitar que ese tonto cegatón cometiera alguna estupidez. Aunque no tenía ni la más mínima idea de cómo lo lograría.

—Estoy, en... ¿Por qué quieres saberlo?

—Qué no es obvio, para ir. Quiero que hablemos.

—¿Enserio?

—Si. Dime dónde estás.

—En la azotea del edifico San Lorenz. Ese que está en construcción en la avenida Pendroy.

—Ok, no te muevas y espérame allí. No te vayas a tir... a mover. Voy en camino —Quise colgar, pero me dio miedo que si colgaba él se tirara.

—Por favor no le digas a nadie sobre esto. No quiero que más personas se decepcionen de mí.

—Nadie está decepcionado de ti —Logré llegar a la entrada y rápido detuve un taxi.

Cuando quise volver a la llamada me di cuenta que Ben había colgado. Me asusté demasiado ya que no quería que él acabara con su vida. Era la primera vez que me enfrentaba a este tipo de situación y estaba muerta de miedo. No sabía qué hacer. Si llamaba a la policía o alguien para que me ayudara, o solo ir a hacerme cargo de ese problemón yo solita.

Me debatía entre hacerlo o no hacerlo, en si respetar lo que me había pedido de no contarle a nadie más, pero qué pasaba yo no podía ayudarlo y moría. Tendría que cargar con su muerte por el resto de mi vida.

Como sea, en poco tiempo ya me encontraba en el edifico, el cual estaba totalmente solo ese día. Como estaba en construcción había algunos pisos sin terminar y daban mucho miedo, digamos que solo estaba la estructura hecha. Subí las escaleras corriendo y cuando estaba a punto de quedarme sin aire, estas se terminaron.

Había llegado a la azotea. Parado en el delgado muro de concreto divisé a Ben. Solo pude ver su espalda cubierta por un suéter negro mientras él seguía perdido mirando a la distancia. Había una gran posibilidad de que se arrojara al vacío y cómo eran varios pisos, seguro moría.

Temerosa de que hacer cualquier cosa que lo asustara y causar que se resbalara, me acerqué con cuidado. Tenía los nervios de punta y las piernas me temblaban como gelatina.

—Ho... hola Ben —murmuré con suavidad, logrando que este me mirara por sobre su hombro.

Sin embargo, sus ojos no se atrevieron a sostenerme la mirada. Estaba avergonzado de sí mismo y eso era muy triste. Le brindé una sonrisa sin dejar de acércame con discreción.

—¡No te acerques! —advirtió con temor.

Me detuve delante del muro que solo media un metro.

—¿Por qué? ¿Acaso no querías que viniera?

—No después de lo que te hice.

—No es algo tan grave y lo sabes —La barbilla me temblaba tanto que no podía hablar bien.

—Lo es, ya lo recordé... yo quería tenerte a la fuerza... te forcé a hacer algo que no querías y quizás hubiese hecho algo peor.

Tragué saliva comprendiendo a lo que se refería, pero seguí mostrándome sonriente.

—Sé que tú no eres capaz de hacerme algo malo.

—Esa noche no era yo mismo —Se quitó los lentes y los arrojó al vacío en una muestra de que ya había tomado la decisión de arrojarse también.

Ben seguía llorando con mucha ansiedad. Eso me preocupaba, además, estaba el hecho de que había mucho viento y eso empeoraba la situación.

—Ya pasó. Mejor olvídalo y baja de ahí, te lo ruejo —expresé tratando de brindarle confianza y este negó moviéndose. Sus pies estaban muy cerca del vacío.

—No puedo, sigue reproduciéndose en mi cabeza una y otra vez. Ian era mi mejor amigo y lo lastimé. No soporto ver esa mirada en sus ojos... todos ahora me miran como si me odiaran. Mis amigos me detestan, justo como lo hicieron mis anteriores amigos.

—Ya te lo dije, nadie te odia. Tienes que creerme.

—¡Que no lo ves Estela! ¡Siempre lo jodo todo! —Su grito me asustó. Ben estaba demasiado alterado y dolido. No era momento de pensar en cómo me sentía yo. Solo quería que se bajara y no volviera poner su vida en riesgo.

Ambos estábamos llorando, aunque yo intentaba estar lo más calmada posible.

—Ben, te lo ruego. No lo hagas por favor... piensa en tu familia.

Él se rio con amargura y lo vi dar un pequeño paso hacia adelante, cosa que aceleró mi corazón. su pie derecho ahora tenía la mitad afuera.

—Mi familia. ¿Cuál familia? Mi madre me detesta por decirle la verdad. Me abofeteo llamándome mentiroso cuando ella misma sabe que papá se acuesta con su hermana y qué decir de mi padre, que ahora me quiere mandar a una escuela militar —Se pasó las manos por la cara limpiando con las mangas de su suéter las lágrimas que no paraban de salir—. ¿Quieres que piense en esa familia? Pues gracias a ellos es que estoy aquí.

Había empeorado todo sin querer, Ben estaba destrozado. Era desgarrador verlo así tan herido. A pesar de esto yo pude acercarme un poco más. Ya solo estaba a tres pasos de él.

—Está bien, no pienses en ellos. Qué tal si mejor hablamos tu y yo.

—¿Hablar de qué?

—De lo que sea. Te escucharé, lo prometo, pero primero necesito que te bajes de ahí.

Ya que estaba más cerca pude ver que la anchura del muro no era mucha, quizás unos treinta centímetros.

—No quiero hacerlo.

—Ok, entonces por lo menos mírame. Debes mirar a la cara a las personas que te están hablando.

Lo vi titubear. Sin embargo, se dio la vuelta. Con lentitud fue moviéndose hasta quedar de frente. Ahora podía verlo a los ojos. Su aspecto era descuidado. Sus ojos estaban rojos de tanto llorar y una sombra gris los rodeaba. Su cabello despeinado y su ropa sucia.

Tragué saliva y jugué con mis manos, esperando que él tomara la iniciativa de contarme lo que sentía.

Me alivié cuando vi que él tomó asiento sobre el muro.

—Estaré así pero no te acerques.

—No lo haré —Me apresuré a decir sin ocultar mi entusiasmo.

Él suspiró varias veces mientras miraba al suelo.

—Antes estaba en otra escuela, en otra ciudad. Tenía dos amigos con los que siempre estaba, lo compartíamos todo, pero uno de ellos Alec, se metió en problemas con unos tipos a los que les debía dinero, esos tipos lo obligaron a hacer cosas que él no quería. Hasta que un día lo obligaron a robar en un almacén. Alec confió en mi antes de hacerlo y me dijo todo el plan. Él y dos tipos más robarían al día siguiente... Yo estaba tan asustado que cometí el error de contárselo a Thomas. Él me prometió que no intervendría y esa tarde, mientras yo estaba en casa estudiando. Thomas fue al almacén para evitar que Alec cometiera una locura. Lo que no sabía era que el dueño del almacén tenía un arma guardada y al usarla, provocó un tiroteo. En el que Alec también disparó y por accidente le dio a Thomas.

Ben detuvo sus palabras para llorar. Sostuvo su pecho con dolor mientras yo solo podía escuchar.

—Tuve que cargar con la muerte de Thomas y la constante culpa de que Alec terminara preso. Lo jodí todo. Estuve en depresión por mucho tiempo. En un punto solía desear desaparecer de este mundo y lloraba todos los días. ¿Me sentiré mejor si simplemente desaparezco? Me hacia esa pregunta cada maldita noche. Tenía tanto miedo de las miradas sobre mí. Durante mucho tiempo estuve sufriendo, me odié por lo que hice. Mis padres, profesores y el resto de la escuela me miraban y sabía que solo era para juzgarme. No es así como realmente quería sentirme solo era un chico de dieciséis años, tenía tanto por vivir, pero seguía alejándome. El dolor no desaparece. Aún sigue aquí, conmigo.

» Aunque, a medida que pasó el tiempo pude mejorar; vine aquí, encontré a Ian quien me ayudó a seguir. Él me llevó con los chicos y me recibieron en su banda, me hicieron su amigo y me trataron como un hermano. Y cuando pensé que todo había quedado atrás apareciste tú. Llegaste como un rayo de luz a mi vida, no hacía nada más que pensar en ti.

Tragué saliva al sentir su mirada. Todo por lo que había pasado era muy doloroso. Ben tuvo que afrontar la perdida de sus mejores amigos a muy corta edad y cargar con la culpa. No supe de su sufrimiento hasta ese día. Él siempre se veía tan alegre y cariñoso que no pude ver lo que ocultaba detrás.

La sombra que arrastraba lo estuvo mortificando tanto tiempo y ahora había vuelto.

—Ben. No tenía idea —Fue lo único que pude decir.

—Te di tantas señales porque quería ser sincero contigo. Quería que me amaras aún con mis problemas, pero tu solo tienes ojos para Ian y nunca te diste cuenta de esas señales.

—Lo siento tanto.

Él asintió varias veces mordiéndose los labios.

—Al verlos juntos y tan felices me enojé tanto porque quería lo que Ian tenia, esa felicidad. La quería, pero cuando hablé con él entendí que no podía hacerle eso a mi mejor amigo. No nuevamente. Ian no se lo merecía.

De nuevo Ben rompió en llanto y se cubrió el rostro.

—Ben, cálmate.

—Me estaba resignando. ¿Entiendes? Ya había aceptado que ustedes se amaban, hasta ese día que emborraché y te confesé mis sentimientos. De nuevo volví a joder todo. Ian me odia y tú también. Mis padres no me quieren y me mandarán lejos. ¡Todos me odian! ¡Desearía desaparecer para que todo esto acabe de una vez! ¡¡Desearía morirme!!

De repente se puso de pie de nuevo, con la clara intención de saltar al vacío. Di un grito con temor y rápido lo sujeté de la pierna izquierda. Me aferré a esta con todas mis fuerzas.

—¡No lo hagas! ¡No lo hagas!

—Déjame Estela. No quiero seguir sufriendo.

—No. No. ¡¿Qué hay de los chicos?! ¡¿Qué hay de Ian?! No piensas en lo mucho que les va a doler si mueres así.

Para este punto, tanto él como yo estábamos en riesgo de caer. Mi mirada se fue en lo que nos esperaba abajo; un duro suelo de concreto y al lado una carrera en donde pasaban varios vehículos a toda prisa sin darse cuenta que en el octavo piso del edifico San Lorenz estaban dos chicos, uno querido saltar y otra queriendo salvarlo.

—Ellos no lo saben y no tienen por qué saberlo.

—¡¡Por favor, no lo hagas!! —Cerré los ojos.

—¡No quiero seguir así, esto es demasiado para mí, nadie merece cargar con la muerte de una persona que tanto quiso!

—¿Qué hay de mí? Si mueres ahora, ¿qué crees que sucederá conmigo? Me sentiré culpable y tendré que cargar con tu muerte... Soy la única aquí. La única que puede evitarlo y si no lo logro, eso quedará en mi mente para siempre.

Ben se quedó quieto por un momento. Yo solo me aferraba a la idea de que Ben no se quitaría la vida ya que, si lo hacía, en parte yo tendría la culpa.

Había llegado al mundo para conocer y sentir el amor, pero no para experimentar algo tan desgarrador como lo era la muerte. Sabía que los humanos no eran eternos y que en algún instante de nuestras vidas tendríamos que partir, pero no de esa forma. No así.

Con los ojos cerrados y el corazón acelerad decidí extender mi mano en el aire. con la esperanza de que el la tomaría y saldría de ese hueco en donde se encontraba.

—Si no quieres que yo me sienta igual que tú, por favor, toma mi mano y baja —Mi voz salió en hilo.

Temblaba y sudaba. Muchos sentimientos experimenté ese día, sintiendo el fuerte viento queriendo empujarnos.

El alma me regresó a cuerpo cuando sentí su mano rozar la mía. Abrí rápido los ojos y levanté la mirada. Él sujetó mi mano con fuerza y me sonrió.

Yo le devolví la sonrisa y jalé mi cuerpo hacia atrás. Con las pocas fuerzas que me quedaban lo atraje hacia el suelo logrando que se bajara y apartara del peligroso muro. Debido a mi acción y, a que, ambos estábamos asustados caímos al suelo de concreto. Pero al menos no habíamos caído al vacío.

Nos quedamos ahí, acostados mirando el cielo. Tomando respiraciones largas y pesadas. En el cielo había muchas nubes grises.

—Gracias por venir —dijo Ben ya más calmado.

—Prométeme que no vas a volver a intentar eso. Nunca más.

—Lo haré, aunque quisiera pedirte algo. Seamos amigos de nuevo y yo te prometo que no seguiré enamorado de ti. No quiero perder tu amistad.

Sin mover mi cuerpo alcé mi mano y saqué mi dedo meñique.

—Te lo prometo —murmuré con seguridad.

Él levantó también su mano y entrelazó su meñique al mío.

—Te lo prometo.

De nuevo nos quedamos en silencio. Ningunos de los dos tomaba la iniciativa de ponerse de pie. Solo estuvimos así un buen rato. Hasta que una gota de agua cayó en mi mejilla.

Luego otras más comenzaron a mojarnos. Rápido entendimos que debíamos irnos pues se avecinaba una fuerte lluvia.

Ambos nos pusimos de pie y corrimos hasta las escaleras. Bajamos al tiempo que la lluvia caía con gran estruendo. Al llegar a la carretera mientras tomábamos un taxi nos mojamos un poco. Logramos subirnos al taxi y nos dirigimos a casa de Ben, en donde me aseguraría de que pudiera tomar un descanso y definitivamente hablaría con su madre.

Faltan pocos capítulos para que esta historia termine.

besitos...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro