Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

24. El viejo puente

Capítulo 24

El viejo puente

⭐⭐⭐

Una de las más grandes humillaciones que sufrí en mi vida, una de las tantas, fue esa mañana que la maestra despertó y sacó a todos los estudiantes de sus tiendas. Encontró a Brandon dormido junto a Jena y por supuesto que fue de inmediato a la tienda de Ian. Ella se enojó tanto que parecía que su cara iba a explotar de lo roja que se puso al abrir la tienda y vernos durmiendo semidesnudos.

Nos despertó con un grito que aún me duelen los oídos de solo recordarlo. Me asusté y entré en pánico y en medio de sus regaños me puse la ropa rápido y salí. Ian salió un segundo después. Por el alboroto todos se dieron cuenta de lo que habíamos hecho.

No se cómo me pude quedar dormida con Ian, se suponía que solo me quedaría un rato no toda la noche. A Jena y Brandon casi ni los regañaron ya que según las palabras de la maestra "solo durmieron" en cambio, a mi si, ya que nos encontró sin ropa. Por supuesto que yo le expliqué que no pasó nada, aunque ella no me escuchó e incluso me amenazó con llamar a mis padres.

Lo más increíble de todo es que solo a mí me llamó la atención, a Ian no le dijo nada. Yo sé que yo fui la que se metió a su tienda en medio de la noche, pero él también tenía la culpa. Quien lo mandaba a ser tan irresistible.

Él quiso que lo castigaran y así defenderme. La maestra dijo que por ser él, no lo haría. Y después de una larga conversación éste logró convencerla de que no llamara a mis padres.

No sé con qué clase de soborno la convenció. Sin embargo, ella me advirtió que estaría vigilándome.

—De verdad crees que no llamará a mis papás —inquirí mientras la maestra se alejaba.

Ian me miró sonriente y extendió su mano hacia mí.

—No lo hará, de todas formas, aquí no hay señal así que no te asustes.

Respiré sintiéndome aliviada y tomé su mano.

Más tarde la maestra en compañía del guía, nos dieron un recorrido por el bosque. Subimos a una de las zonas más concurridas, la cascada. Apenas llegamos la vista me dejó muda. Era hermosa. La verde naturaleza se contrastaba con el azul claro del agua cayendo con fuerza. Unas piedras gigantescas estaban situadas en la orilla así que todos nos subimos a ellas. Algunos comenzaron a grabar el pequeño arcoíris que se reflejó frente a nosotros.

Yo estaba maravillada, así que caminé lejos del grupo siguiendo un caminito que llevaba hasta el muro de roca en donde caía la cortina de agua. Entré y sentí como el agua rociaba mi cuerpo sin mojarme demasiado. Desde ahí vi atrás del agua a mis compañeros pidiendo permiso para entrar a nadar.

El fuerte ruido de la cascada me impidió escuchar los pasos de Ian acercándose. Este se puso detrás de mí y me abrazó. El lugar era un poco estrecho así que ambos nos estábamos mojando.

—Gracias por lo de anoche, pulguita —Besó con suavidad mi cuello—. Me gustó mucho.

Sonreí y saqué mi mano para atravesar el fluido del agua.

—A mí también me gustó —Ian sacó su mano y la puso junto a la mía, ahora ambos estábamos mojando nuestras manos.

—Espero que borres de tu memoria la imagen de mi tatuaje —dijo burlándose.

Enseguida a mi mente vino ese tatuaje que tenía en la nalga derecha, un dibujo muy feo de un cangrejito y sobre este la expresión "Grrr"

Miré nuestras manos mientras él las unía entrelazando nuestros dedos.

—Sabes, las estrellas viven una vida muy larga, demasiada y jamás olvidan la que más les llena de felicidad. Aunque por desgracia sus recuerdos dependen de una cosa tan pequeña que suele extraviarse con facilidad. A ellas les da mucho miedo perder eso así que hacen hasta lo imposible para mantenerlo cerca, y por eso siempre suelen guardarlo aquí —Me giré para quedar de frente y puse mi mano en su pecho—. Junto a su corazón.

No sé si Ian me entendió, pero solo se limitó a mirarme como solo él solía hacerlo, con esa intensidad en sus ojos azules que parecía que dijera cosas con solo mirarme.

Cosas como... te amo.

Me puse de puntillas para alcanzar un poco su rostro y él se inclinó para que nuestros labios se tocaran y cuando solo faltaba un centímetro para besarnos escuchamos un carraspeo que nos interrumpió.

Ambos volteamos a mirar de quién se trataba. Mi querida serpiente rastrera llamada Leila. La cual yo hacía lejos. Ella estaba ahí parada con un vestido de brillantes y unas botas altas. Maquillada y peinada como si acabara de escaparse de una sesión de fotos.

Su vestido plateado era muy corto así que se veía divina con sus piernas largas resaltando. Lo acepto a pesar de todo ella era muy atractiva.

—Así que aquí estas, muñeco —dijo con un tono acaramelado y sensual.

—Sí, aquí estamos —contesté con un tono de ironía el cual ella ignoró.

—Ian, me ayudas. Estas botas me están matando.

El nombrado me miró de reojo como esperando aprobación. Yo solo rodé los ojos y asentí.

—Si ayúdala no queremos que se le rompa un tacón, caiga de cara en ese montón de piedras y todos le conozcan el culo —Me reí y mi amorcito tampoco pudo aguantarse las ganas de reír.

Ella por su parte mantuvo su cara seria actuando como si yo no existiera.

Ian se acercó a ella y le brindó su mano para sostenerla, la muy aprovechada lo abrazó y se sujetó con fuerza de sus hombros. Ambos comenzaron a caminar para salir de debajo de la cascada. Ellos delante y yo detrás, echando humo.

—¿Cómo es que estás aquí? Creí que tus padres te habían llevado a otra ciudad ayer—cuestionó Ian ayudándola a caminar.

—Me escapé —dijo con una risa muy genuina. Su rostro se veía diferente, ya no lucia prepotente si no como alguien enamorada.

Por un momento sentí pesar por ella. Estuvo todos esos años enamorada de Ian y este nunca le dio una oportunidad, ella se tuvo que conformar con su amistad e incluso, tuvo que soportar que una completa desconocida llegara y se lo quitara. Sentí curiosidad de saber cómo era su amistad antes de que yo simplemente apareciera.

Cuando llegamos a donde estaba el grupo alistándose parar entrar al agua me aparté un poco sin dejar de sentir ese sentimiento de lastima por ella.

No la conocía, no tenía idea de sus problemas o de sus sueños, solo que, en ese momento y tan solo por una vez me sentí triste por ella. Yo sabía lo que era anhelar el amor y que, a pesar de tenerlo tan cerca, tanto que podías tocarlo con tus manos, este sin más se escapara entre tus dedos. Era la misma sensación que yo tuve cada día antes de que Ian pidiera ese extraño deseo.

Caminé hacia mis amigas que ya estaban quitándose la ropa. Hice lo mismo sin dejar de mirar inquisitivamente a Jena con quién me moría por hablar. Solo que la ocasión no era la adecuada ya que sentí que la maestra me respiraba en la nuca.

—¿Qué tienes? —cuestionó Lau al verme así.

—Nada, solo estoy un poco distraída.

—Creo que estás molesta.

—Claro que no.

—Sí, lo estas y es porque Leila está aquí —inquirió con un tono de burla.

Ignoré eso y solo me dediqué a quitarme la ropa.

—Vamos Estela, Ian se muere por ti no te preocupes por ella —murmuró con entusiasmo Jena poniendo su mano en mi hombro.

Y Pilar con una risa burlona añadió:

—Exacto, si ella no pudo conquistarlo a pesar de estar junto a él desde hace años, menos lo hará ahora que está enamorado de ti.

—Tienen razón —Me sacudí para alejar las malas energías y ellas me siguieron el juego.

—Aléjate espíritu de celos. Abandona este cuerpo —habló Pilar como si fuera una chaman.

Mientras nosotras hacíamos un ritual los demás comenzaron a grabarnos. Por supuesto ese video está todavía en internet. Donde el grupo de cantantes Spica hacía rituales en el bosque para ganar más popularidad.

Las cosas que se encuentran en las redes.

Seguido, todos nos metimos al agua, claro con excepción de la princesita Leila que dijo que jamás entraría a un agua tan sucia como esa. Ella se quedó afuera tomando el sol como si estuviera en la playa, incluso se puso protector solar.

Dentro del agua me subí a la espalda de Ian para jugar con los chicos a hundirlos. Brandon no quiso jugar y solo se puso a nadar solo y en un espacio apartado del resto. Jena se le unió y los vi conversar un poco hasta que Lau quién estaba sobre la espalda de Josh aprovechó mi distracción y me hundió.

Como pude salí después de tragarme toda el agua. Busqué a Brandon, pero no lo vi así que comencé a mirar a mi alrededor para ver a donde se había ido. Lo encontré saliendo del agua y dirigiéndose al interior del bosque junto a Jena.

Sentí que me jalaron las patas debajo del agua y de nuevo me sumergieron. Resulta que el tonto de Max se le hizo muy gracioso y casi que le parto la madre. Nos quedamos bastante tiempo jugando hasta que un rato después todos nos salimos para comer un bocadillo.

Yo me fui a orinar en donde nadie me viera, y creo que me alejé demasiado porque cuando terminé me di cuenta que no tenía ni la más mínima idea de donde estaba. Caminé quejándome de la vida y de esas ramas secas que me estaban aruñando las piernas.

Para colmo me golpeé con una rama y después pisé un charco de barro. Mi zapato izquierdo quedó hecho un desastre.

—¿Por qué me pasan todas estas cosas a mí? —renegué al cielo ya que no había nadie que me escuchara—. Acaso están probándome mi paciencia, hermanas ¿Se están divirtiendo con mis desgracias?

Seguí caminando y ya estaba segura de que me había perdido. Creía que me pasaría lo mismo que Brandon cuando pequeño por andar burlándome de él.

De repente escuché murmullos a lo lejos, me alivié y corrí hacía de donde provenían. Cuando estuve a punto de llegar vi que se trata de mi hermano conversando con los chicos. Se me ocurrió asustarlos ya que no se habían dado cuenta de mi presencia así que me escondí detrás de un arbusto.

—Es una broma, ¿verdad?

—No, no lo es Ian.

—Pero como nos vas a dejar —Me paralicé, había escuchado bien lo que dijo Ben—. No puedes dejarnos ya eres parte de nuestro grupo.

—Eres nuestro amigo —añadió triste Josh.

—Lo siento —dijo mi hermano con el rostro neutro, serio, pero noté que sus ojos estaban cristalizados.

—Al menos, danos una razón —inquirió Max frustrado.

Brandon bajó la cabeza y tragó saliva.

—No... no creo que ser cantante sea lo mío. Estando con ustedes me di cuenta que lo mío es ser productor y compositor.

Max se abalanzó con ira sobre él y lo sujetó del cuello de la camiseta, aunque no utilizó mucha fuerza, como si no quisiera hacerlo. Mientras Brandon mantuvo sus manos dentro de los bolsillos de su sudadera.

—Somos una broma para ti, Deep Purple es una broma para ti —La voz de Max se apagó y soltó a mi hermano—. Todo lo que hemos logrado desde que llegaste se irá a la basura si nos dejas.

Max se alejó sin saber qué hacer. Yo solo pude observar con los ojos llorosos lo que estaba pasando. Mi hermano estaba renunciando a algo que yo sabía muy bien le hacía feliz.

—Deep Purple no es una broma para mí. Si quieren puedo producirle sus canciones.

—Pero ya no estarás con nosotros arriba del escenario —concluyó Ian con desilusión.

—Tengo mis razones y espero que las entiendan. Les agradezco mucho que dejaran hacer parte de su grupo y que me consideraran su amigo, pero ya tomé mi decisión.

Se quedaron en silencio por un rato. Hasta que Ben recordó algo.

—Mañana tenemos una presentación. Ya disté tu palabra no puedes faltar.

—Tranquilos, haré con ustedes esa presentación, sin embargo, esa será la última. No pienso cantar de nuevo.

Se me hizo inevitable llorar, no podía entenderlo. Me quedé fundida en mis pensamientos que no me di cuenta que los chicos ya se estaban alejando. Se habían resignado a que Brandon dejaría el grupo. Mis sollozos fueron escuchados por él, que aún estaba parado ahí.

—Ya sé que estás ahí —Lo escuché decir así que salí de mi escondite. Cruzamos miradas y vi que había mucha tristeza fijada en su rostro—. Ven aquí —Abrió sus brazos para recibirme.

Corrí hacia él y lo abracé con fuerza. Lloré con más intensidad y quise preguntarle a qué se debía su repentina decisión, pero no pude hablar. Él solo me abrazó sin decir una sola palabra y acarició mi cabello con sus manos.

Estuve varios minutos sobre un pequeño y viejo puente situado un poco más delante de la cascada. Observaba el recorrido del agua y quizás por eso no me di cuenta que ya era tarde y debía regresar con el grupo. No quería hacerlo aun así que, a pesar de que tenía frio por solo llevar unos shorts y un top, me quedé un rato más.

Mi hermano no quiso decirme su verdadera razón para dejar de cantar con los chicos. Y además Jena se la ha paso llorando porque Brandon definitivamente le rompió el corazón al rechazarla después de haber pasado la noche juntos.

Llegué a pensar que eso había sido mi culpa, ya que por mi ellos tuvieron que dormir juntos. Aunque ya qué más podía hacer. Brandon estaba cambiando demasiado y lo peor, es que también me estaba alejando a mí.

—Oye, tu —Una voz femenina llamó mi atención así que me giré—. Si estás pensando en tirarte no lo pienses y solo salta. Aprovecha que no hay nadie para salvarte —masculló Leila con un aire de arrogancia muy propio de ella.

Puse los ojos en blanco y dejé de mirarla, mientras ella caminó hacia mi pisando la débil madera del puente. Sentí un crujido y luego a cada paso que ella daba el puente se agitó con brusquedad.

Cuando ya estuvo cerca de mí, ondeó su cabello rubio teñido hacia mi rostro golpeándome en el acto. Me limité a solo respirar con pesadez para no caer en sus juegos, ella quería que yo la atacara primero para ir corriendo a contárselo a Ian. Además, yo no estaba de humor para discutir así que quise irme.

—Veo que Ian te dio el collar —mencionó haciéndome frenar en seco, detrás de ella. Esta se giró y me sonrió—. Sabes, ese collar se lo di yo cuando éramos niños. Lo compre para su cumpleaños.

Mi voz interior grito: ¡Mentirosa, este collar es mío! Pero no podía decirle que era mío, ya que tendría que explicarle cual era mi origen.

—¿Enserio? Ian me dijo que lo había encontrado —expresé con los dientes apretados.

Esta se rio a carcajadas.

—Pobrecita, parece que tu novio no te dice todo lo que hace.

No caigas Estela, sabes perfectamente que te está mintiendo para provocarte. No caigas. Me repetí a mí misma.

—¿Qué mierda quieres Leila? Deja de actuar como alguien que no eres, que no te cansas de ser tan falsa.

—Crees que soy falsa cuando estoy con Ian —murmuró entre risas y yo negué recordando la sinceridad de su mirada cuando estaba con él.

—No, creo que cuando estás con él, es cuando de verdad eres tú misma.

Ella borró su sonrisa y se quedó seria. Sabía a qué me refería. Yo por mi parte no sabía que estaba haciendo, estaba molesta con ganas de partirle la madre y sacarle las muelas, pero mi boca decía otra cosa.

Leila pestañó varias veces sorprendida y luego volvió a poner esa expresión de soberbia que perdió hace un rato.

—¿Por qué dices eso? No me conoces.

—No, tienes razón, pero Ian sí y él jura que tú eres una buena amiga. He visto como lo miras, como le sonríes, como se te ilumina el rostro cuando estás cerca de él. Sé que estás enamorada y de verdad lamento que Ian no sienta lo mismo por ti, pero no puedes obligarlo a hacer algo que no quiere. Podrías perder su preciada amistad si sigues entrometiéndote en nuestra relación.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué me dices estas cosas?

Ella estaba visiblemente confundida.

—Estoy tratando de ser lo más sensata posible.

—Pues no quiero hablar con la Estela sensata. Quiero que la inmadura e inestable aparezca para pelear con ella.

Suspiré cansada y levanté mis puños listos para darle sin piedad.

—Bien, quise evitarlo, pero ya que tu insistes, creo que quieres que te vuelva a romper la nariz.

Ella también levantó sus puños.

—No, esta vez yo te la romperé a ti.

—Dale, aprovechemos que no hay nadie —reté y ella se abalanzó hacia mí, rápido la evadí dando un paso hacia atrás y el movimiento hizo que el puente se estremeciera haciéndonos perder el equilibrio por un instante.

Escuché un crujido y me di cuenta que tanto Leila como yo estábamos paradas en la misma tabla que para colmo estaba desgastada. Sentí un tirón y en un segundo vi como la tabla se rompió. Leila quedó con la mayor parte de su cuerpo en el aire solo sosteniéndose con sus brazos del resto de tablas, yo quedé mitad dentro mitad afuera.

Me sujeté con fuerza de la soga del puente al tiempo que ambas gritábamos del susto. El puente no era muy alto el problema era que el rio no se veía muy profundo, de hecho, estaba tan claro que se podía ver el fondo lleno de piedras afiladas y además una fuerte corriente amenazaba con llevarnos hasta el final de nuestras vidas.

—¡Hay mierda! —gritó Leila muerta de miedo, tratando de aferrarse al puente.

—Hay mierdita —murmuré casi sin aire sintiendo como mi estómago dolía al quedar aplastado entre las tablas.

—Esto es tu culpa —me recriminó casi llorando.

—Fue tu idea pelear encima de un puente viejo. No me vengas a echar la culpa.

Escuchamos otro sonido de la madera rugiendo, y esta vez fue la tabla en donde yo estaba sostenida. Se rompió y al sujetarme con fuerza del puente provoqué que este se estremeciera y Leila perdiera se agarre.

Por suerte no cayó, si no que se aferró a mis piernas con todas sus fuerzas mientras yo trataba de soportar el peso.

—¡Auxilio! ¡Auxilio! —solté unos gritos ensordecedores sintiendo como mis manos dolían.

—Estela ya no puedo seguir sosteniéndome.

—No está tan alto, si nos dejamos caer no creo que nos haga daño —propuse.

—Ese no el problema, que no ves que la corriente es muy fuerte y...

—¿Y qué? —Casi me solté porque ya no aguantaba el dolor.

—No sé nadar —confesó con temor.

—¡Perfecto, justo lo que faltaba!

Sentí como sus manos se resbalaron en mis piernas hasta llegar a mis tobillos. Leila empezó a gritar desesperada por ayuda y yo veía como mis manos temblaban y se tornaban rojas.

De un momento a otro dejé de sentir el peso de Leila y luego escuché el sonido de algo cayendo al gua. Miré aterrada debajo de mí y la vi siendo arrastrada por la corriente y luchando para no ahogarse.

—¿Por qué siempre me pasan estas cosas? —renegué y luego me solté del viejo puente para caer al agua y hacer el intento de salvar a Leila.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro