21. El espíritu de la piraña y del vampiro
Capítulo 21
El espíritu de la piraña y del vampiro
⭐⭐⭐
Más rápido que un pedo salí de mi cuarto y bajé las escaleras. Corrí a través de la sala en donde se encontraba Brandon acostado sobre el sofá mirando una película de terror muy a gusto.
—¡¡Brandon, maté a Ian!! —grité sin detenerme, solo pude ver por el rabillo del ojo como él levantaba la cabeza y me miraba correr hacia la puerta.
Al salir a la terraza fui hasta la zona donde cayó Ian y solo recuerdo que me temblaron las piernas cuando lo vi inmóvil en el suelo. Como pude me acerqué a él y me arrodillé a su lado.
Él estaba de lado, mostrándome su espalda así que no podía ver si estaba despierto.
Quise tocarlo para ver si reaccionaba o no, así que coloqué mi mano sobre su hombro, en eso Brandon apareció detrás de mi asustándome.
—¡¿Qué le pasó?!
Solté un quejido al escuchar su voz y como estaba muy nerviosa moví a Ian sin querer queriendo. Éste gracias al cielo se quejó demostrando que estaba vivo.
Respiré aliviada y sentí como mi cuerpo se relajó mientras Brandon se inclinó a mi lado.
—¡Ay! Brandon tu hermana es una psicópata —se quejó Ian con pesadez mientras se acomodaba boca arriba—. Me hizo caer por la ventana.
Brando me miró con los ojos entrecerrados. Esa mirada juzgona que solía darme siempre que yo hacía algo.
—¿Que?... fue un accidente —me defendí encogiéndome de hombros.
—Accidente, esta es la segunda vez que atentas contra mi vida —añadió con la voz raposa.
Ok, lo acepto, pero tampoco es que lo hacía apropósito solo que yo en ese entonces era un desastre andante.
—¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¡Te partiste algo! —cuestioné nerviosa.
—Además del corazón.
—Aja.
—Creo que nada. Pero si me duele la espalda —logró decir mientras intentaba levantarse.
Como se le dificultó, Brandon y yo lo ayudamos a ponerse de pie. Con cuidado lo ayudamos a caminar hasta dentro de la casa y lo sentamos en el sofá.
—Ok, espera un poco llamaré a papá, hay que estar seguros de que no te rompiste algo —dijo Brandon sacando su celular.
Ian asintió con dificultad mientras se mantenía quieto.
Yo por mi parte tomé asiento, mi cara en ese momento era de perro arrepentido así que solo me mantuve en silencio. Papá contestó y rápido Brandon le conto más o menos lo que había sucedido.
Dijo que Ian había tenido una caída, pero no explico cómo. Mi papi bello pidió hablar con Ian y empezó a hacerle preguntas de cómo se sentía y eso.
Después de chequearlo, papá dijo que aparentemente todo estaba bien pero que mejor fuera a hacerse unos exámenes para ver si su cuerpo no había resultado fracturado o lesionado.
Después de colgar la llamada Brandon decidió dejarnos solos para que arregláramos nuestros problemas.
—Estela, al menos me vas a decir qué es lo que pasa —inquirió acercándome más a mí, yo solo me mantuve en silencio—. Bien, entonces sea lo que sea, lo siento, de acuerdo. Perdóname si hice algo que te hizo sentir mal.
Rodé los ojos.
—Te disculpas, aunque ni siquiera sabes que hiciste mal.
—Sí, porque en realidad quiero que tú y yo estemos bien.
De nuevo me quedé en silencio pensando si decirle o no. Es que en realidad yo también quería que estuviéramos bien.
Él llevó una de sus manos hasta mi cabello y con suavidad puso un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Fue por lo que pasó en a la fiesta, la pelea con Leila —murmuró y asentí lento—. Mira, conozco a Leila desde hace años y sé que, aunque parezca malcriada y prepotente en su interior es una chica buena.
Lo miré seria.
—Enserio Ian, tienes los ojos cubiertos con...
—¿Que?
—Que estás ciego, que no te das cuenta que Leila me odia, desde que llegué hace lo que sea para perjudicarme, o ya no recuerdas que incluso me cortó el cabello.
—Ella me explicó que quien lo hizo fue su amiga.
—Ese es el problema Ian, no quieres ver la realidad, hasta el tonto de mi hermano se da cuenta de lo mala que es ella. Todos lo saben, menos tu —suspiré y me llevé las manos sobre el rostro frustrada.
—Bien, entonces dime que fue lo que pasó.
—No importa, de seguro ni me vas a creer —renegué subiendo mis piernas al sofá y cruzándolas.
—Estela, por favor —insistió.
—Mmm, ella me amenazó y me dijo cosas horribles, tú lo dijiste soy muy impulsiva y cuando se metió con mis padres me enojé... y ya sabes el resto.
—Yo no... no puedo creerlo, ella no es así.
—Lo ves, ni quiera me crees, prefieres creerle a ella y en cierto punto te comprendo, Leila es tu amiga de toda la vida y yo solo soy alguien a quién acabas de conocer... cómo quieres que compita contra eso.
—No tienes que competir con nadie, Estela —Me tomó de las manos—. Sabes que estoy enamorado de ti, estoy dispuesto a hacer lo que sea por ti, porque te amo.
Nos quedamos en silencio, él mirándome y yo mirando nuestras manos, toda mi vida estuve deseando escuchar esas palaras y ahora que estaba pasando no podía creerlo. Mi corazón quería estallar de alegría, cosa que no me permitió decir algo solo me quedé tiesa.
—Lamento si te lastimé, pero créeme, confió en ti —Me sonrió tierno—. Qué tal si tenemos otra cita, una en donde de verdad vayamos al parque de diversiones como lo habíamos planeado.
—Mmm no sé —fingí dudar.
—Di que sí, vamos.
—¡Que! ¿Ahora mismo?
—Aja —imitó mi forma de hablar así que reí.
—No, no podemos, estoy en pijama y tú te acabas de partir la madre —Ambos nos reímos—. ¿Qué tal mañana?
—De acuerdo, solo por favor no se te ocurra salir por la ventana de tu cuarto, después de lo que pasó hoy no pienso dejar que vuelvas salir por ahí.
Me reí a carcajadas de su comentario, como si alguien hubiese podido evitar que yo hiciera estupideces y me cayera todo el tiempo.
—Ok, tortolitos —interrumpió Brandon apareciendo de nuevo en sala—. Ya es muy tarde, Estela aún está castigada, Ian tú tienes que ir a cuidar a tu abuela que, seguro está preocupada esperándote, y yo tengo que dormir así que...
—Tampoco lo eches.
—Mira quién habla, la que armó todo un escándalo para que no lo dejara entrar.
Tenía intención de protestar, pero Ian se puso de pie, aunque quejándose un poco. Sin más que hacer lo despedí con un besito y luego me fui a dormir porque tenía sueñito.
Acaba de casi matar al amor de mi vida, al responsable de que yo fuera una humana. Que linda forma de estar agradecida.
Pero que podía hacer, creo que el cuerpo que me fue dado al convertirme en humana estaba defectuoso, carecía de prudencia y no tenía ni una gota de paciencia. Aun así, amaba quién era. Amaba a mi familia y siempre la amaré a pesar de que ya no pueda verlos. Siempre los voy a recordar.
⭐⭐⭐
Me encontraba en la cima de una montaña rusa, mi cabello iba con el aire, de un lado a otro mientras yo gritaba eufórica. Mi mano estaba unida a la de Ian que también gritaba, aunque él más que todo lo hacía por temor.
Resulta que habíamos estado subiéndonos a todos los juegos y ya mi amorcito bello estaba muy mareado, no quería subirse a la montaña más alta y terrorífica del parque, pero lo obligué y casi que dejó el alma en ese juego.
Pobrecito, le tocó ser el novio de la persona más loca de su escuela.
Solo de acordarme me muero de risa, fue divertido ver como hacia ahorcadas estando en aire y que las personas detrás de nosotros estuvieran muy preocupados de que el vómito les fuera a caer a ellos.
—Estela —Me sacó de mis pensamientos la voz de una maestra—. Estela, te estoy hablando.
Reaccioné y la miré muy confundida.
—Sí, dígame —logré decir.
—Te pregunté ¿De qué te estabas riendo?
Miré a mi alrededor y todos estaban burlándose de mí.
—No, no era nada.
—Es la segunda vez que te pasa esta semana, tienes que concentrarte más en tus estudios o no podrás graduarte.
—Lo haré.
La maestra siguió con su clase y yo me concentré en escuchar lo que decía. Hace tres días había sido mi cita con Ian y para entonces toda la escuela ya sabía que estábamos saliendo. Él subió a su cuenta de Instagram una foto con la descripción. "La primera cita con mi hermosa novia" si eso fue muy cursi de su parte pero que se le hace no es como si yo le hubiese exigido que lo pusiera. Fue su idea.
Esa tierna publicación de nosotros besándonos fue como una bomba para toda la escuela, hay quienes nos apoyaron y otros desubicados que no, incluso después de eso recibí un montón de mensajes de odio en mis redes, aunque no me interesaba la verdad. Solo tenía que interesarnos a nosotros.
Con Ian todo iba de maravilla, él que estaba teniendo problemas era Brandon, cuando salí de la escuela junto a él nos cruzamos con Jena quién se acercó con una sonrisa de oreja a oreja y un brillo intenso en los ojos, recordé que la noche anterior los había visto besándose en la cocina de mi casa, debido a que ella había ido a verme y terminó teniendo un acalorado encuentro con Brandon. Claro antes de que mi mamá los interrumpiera.
Miré orgullosa a Jena quien se veía más feliz, confiada y sobre todo más bonita. A diferencia de ella Brandon estaba como si nada, de hecho, hasta noté que ni siquiera la miró como solía hacerlo antes, solo mantuvo su vista en cualquier lugar menos en ella. Como si no existiera.
—Hola, Brandon —saludó Jena con un tono entusiasmado—. Crees que podamos vernos esta noche para... —La pobre no terminó de hablar cuando ya mi hermano estaba colocándose los audífonos.
—No puedo, estoy ocupado —Fue lo único que dijo y comenzó caminar como si nada.
Tanto Jena como yo nos quedamos confundidas por su actitud, yo con ganas de darle unos buenos golpes para que dejara de actuar como idiota y Jena, más bien, triste.
La vi bajar su cabeza y cubrir con sus manos su abdomen que estaba por primera vez al descubierto. Ella llevaba unos jeans y un top que dejaba ver su bello abdomen y por supuesto sus pequeñas y casi imperceptibles estrías a cada lado de sus caderas.
Casi no se notaban, estoy segura que nadie se daba cuenta, pero para ella eran enormes y horrendas, ella era quién más las veía y justo cuando se había decidido a mostrarlas el tonto de mi hermano la había ignorado.
Como sabrás eso no se iba a quedar así.
Salí con ella para que se olvidara del desplante que le hizo Brandon y así subirle un poco el auto estima y también saber el porqué de su decisión, resulta que él la noche anterior le había dicho tantas cosas bonitas sobre quererse a sí misma y mostrarse ante él cómo ella realmente era. Y luego vinieron los coqueteos, las caricias y finalmente los besos. Después de que mamá los interrumpiera ella entendió que todo entre ellos estaba bien, que habían dado el siguiente paso y por eso la entristeció tanto que Brandon la ignorara.
Decidí ser más calmada y mejor preguntarle a él que había pasado, pero ¿Que recibí? Un «no es tu asunto» y un portazo en la cara.
Esa noche no me dijo nada más, solo se encerró en su cuarto y al día siguiente, fue lo mismo no me quiso decir absolutamente nada, incluso después de que lo bombardeé con miles de preguntas y lo molesté todo el tiempo no dijo ni una sola palabra.
Brandon había cambiado tanto, antes me contaba sus cosas, sus problemas con chicas y sé muy bien que él jamás trató así a una de sus novias, no era un rompe corazones que las ilusionaba y después de conseguir lo que quería las rechazaba, no, él no era así. Algo le estaba pasando porque yo sabía mejor que nadie que él también sentía cosas por Jena.
Después de clases me enteré que él y Jena estaban distanciados, no tenía idea porqué. Así que apenas terminó la clase fui hasta la piscina de la escuela en donde Jena solía entrenar natación. Debido a la hora había algunas personas también nadando.
Fui hasta una esquina en donde la vi y me acerqué.
—Jena, podemos hablar —dije inclinándome un poco.
Ella se quitó las gafas protectoras y me miró. Note enseguida que estaba triste.
—Dime —Su voz sonó quebrada.
—Que pasó, escuché de Lau que las cosas entre tú y Brandon no van muy bien que digamos.
Ella suspiró.
—No sé qué pasó, solo que esta mañana nos encontramos en la entrada y él dijo que lo perdonara, pero lo que hubo entre nosotros fue solo un malentendido, él no quiere tener nada conmigo, ni siquiera como amigo.
Vi que se le cristalizaron los ojos así que traté de calmarla.
—Estás segura de que esas fueron sus palabras, quizás dijo otra cosa.
—Estela, eso fue lo que dijo. Yo no entiendo, incluso nos besamos, y ahora me sale con esto.
—Quieres que hable con él.
—No, si él no quiere nada conmigo no puedo obligarlo —Se colocó las gafas de nuevo—. Hablamos después, quiero seguir nadando.
—Bueno.
La vi sumergirse en el agua y comenzar a nadar. Me puse de pie y caminé hasta la azotea y estuve un buen rato allí arriba observando como hacían su recorrido los estudiantes, algunos iban y otros venían. Incluso vi a Ian caminar quizás a dirigirse alguna de sus clases así aproveché para tomarle una foto desde ese ángulo y mandársela.
Me gustaba ese lugar, me traía tranquilidad, aunque esa bella paz se esfumó apenas Leila apareció. Como si nada se posicionó a mi lado y con toda la libertad del mundo colocó su mano sobre mi hombro.
—Hola, Estela.
Me aparté de ella conteniendo la ira en mi interior.
—¿Qué quieres? —dije con los dientes apretados.
—Tranquila, solo quiero disculparme contigo por todo lo te dije —Se puso la mano en el pecho—. No sabes, como lamento haberte dicho la verdad.
Empuñé mis manos y respiré pesado.
—Si no quieres que te acomode esa horrible nariz, déjeme en paz.
Ella se rio con falsa inocencia.
—Yo solo vine a disculparme y tú me amenazas.
Me abalancé sobre ella y la sujeté del cuello con fuerza.
—Te lo advierto, déjame en paz o... —Mis palabras se vieron interrumpidas por que Ian llegó así que rápido la solté.
Respiré para tratar de calmarme mientras él se acercaba a nosotras, era claro que me había visto amenazando a Leila así que pensé que de nuevo íbamos tener problemas.
O sea, me había visto con las manos en la masa.
Ella comenzó a hiperventilar de manera exagera y a fingir que la había lastimado, aunque así no fue.
—Ian, lo viste. Ella me atacó —Corrió a sus brazos tal como aquella vez—. Yo vine a disculparme como te lo prometí, y ella me trató muy mal, incluso me lastimó de nuevo.
No pude decir nada en contra de eso, era la segunda vez que me había visto agrediéndola, así que esperé que él se pusiera de su lado. Aunque lo que Ian después Ian me sorprendió.
Él apartó a Leila y le habló muy serio.
—Basta, Leila, quieres parar. Te lo advertí, que si seguías molestando a Estela te dejaría de hablar.
—Yo no le hice nada —se defendió ella.
—No me importa si hiciste algo o no, me prometiste que le pedirías disculpas así que hazlo y vete.
Las pablaras de Ian habían sido claras y contundentes, ella parpadeó varias veces y parecía no procesar nada de lo sucedido.
Ian había decidido creerme, dejar a un lado los años de amistad con Leila para creer en mí. Obvio estaba aguantándome la risa ya que era un momento serio.
Leila reprimió lo que sea que iba a decir y se dirigió hacia mí.
En sus ojos se notaba que estaba furiosa y que no quería pedirme disculpas, pero tenía que seguir manteniendo su fachada de chica linda delante de Ian.
—Lo siento. Discúlpame por las cosas feas que te dije... por favor discúlpame, no volverá a suceder —murmuró a la fuerza mientras Ian se mantenía de brazos cruzados muy exigente.
Ok, aunque sabía que Leila no era sincera tuve la necesidad de disculparme también.
—Sí, yo también lo siento, ya sabes por romperte la nariz, de verdad fue solo un impulso.
Ambas nos miramos en silencio. Su mirada denotaba mucho enojo. Ian decidió romper con esa tensión que aún estaba en el ambiente.
—Bueno, chicas ya que ambas se disculparon que tal si también intentan hacerse amigas, seria genial que mi amiga y mi novia fueran cercanas —propuso él con entusiasmo, posicionándose a mi lado y colocando su brazo alrededor de mi cintura.
Leila fingió una sonrisa y de inmediato negó.
—Ian, cariño, no pidas imposibles —dijo con falso sarcasmo al tiempo que le apretaba una mejilla a Ian, nuestras miradas se cruzaron y supe que ella no se daría por vencida.
Leila giró sobre sus tacones y se fue de la azotea.
Me dieron unas ganas de abrazarlo, pero él se me adelantó y me abrazó con fuerza, mi cabeza quedó hundida en su pecho así que no podía respirar.
—Lo ves, las cosas se solucionan conversando —masculló con emoción mientras me asfixiaba.
Recuerdo que por un momento dejé de pensar que se me dificultaba respirar ya que pude sentir los fuertes pectorales de Ian entre mi rostro y mi lado travieso y pervertido salió. Intenté morderlo, pero apenas este sintió mis dientes cerca de su piel se apartó de mí.
Creo que un espíritu de piraña me invadió, porque ese día entre juegos y risas le dejé varias marcas de mordeduras en el cuerpo, aunque se desquitó porque también hizo lo mismo. Aunque él fue un nivel más alto, ya que no fueron mordiscos lo que me hizo, fueron chupetones. ¡Chupetones!
A mí me invadió un espíritu de una piraña y a él, el de un vampiro.
Cuando regresé a casa hice hasta lo imposible para que no me vieran esas marcas así que andaba cubriéndome en todo momento, pero se me olvidó que tenía un hermano metiche que vivía solo para delatarme con mi mamá. Y esa vez no fue la ocasión, apenas me vio el tremendo chupetón que Ian me dejó en el cuello y otro más en la clavícula les dijo a mis papás que por supuesto le creyeron y como ya sabían que yo era novia de Ian y se creían padres modernos quisieron conversar de, pues... ya sabes.
Eso fue un desastre, no por el hecho de que habláramos de eso, ya que en la escuela daban clases especiales que abordaban ese tema muy bien, si no que al ser mi papá medico era bien directo y mi mama que pensaba que no debía nombrar todo tan exacto como debería ser, terminó usando términos veterinarios que me daban mucha risa y como ya sabrás yo no era muy seria que digamos y pues solo me senté frente a ellos a escuchar cómo era el apareamiento de los humanos con ejemplos de la vida animal, fue un desastre, como todo en mi vida.
Pero lindo si fue y como se concentraron tanto en ese temita se les olvidó que estaban cocinando y por eso cuando la densa nube de humo invadió la cocina sus reacciones fueron geniales. Intentaron sacar la comida del horno, pero lo que estaban cocinando se había convertido en carbón, y para rematar las alarmas contra incendios se activaron y de un momento a otro comenzó a llover dentro de la casa.
De verdad que el destino no pudo haberme dado una familia mejor, es que eran iguales a mí. Un hermoso desastre.
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