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20. La decepción, la traicion


Capítulo 20

La decepción, la traición

⭐⭐⭐

Me veía espantosa, llena de monte justo como aquella vez que desperté en su casa. Ya enserio tenía que dejar de pasar pena enfrente de Ian. Me limpié como pude y arreglé mi cabello. Ian me ayudó y también me colocó en el cabello la rosa que había traído.

—Listo, ahora vámonos al parque de diversiones —expresé entusiasmada y él asintió. Antes de poder tomar un taxi Ian recibió una llamada.

—Sí, señor Patrick —contestó en un tono familiar—. ¡Que! ¿Ahora? —Él me miró y después hizo una expresión de preocupación—. De hecho, sí, estoy muy ocupado, usted me había dicho que sería mañana la fiesta...

Ian se apartó un poco de mi así que me tocó esperar un rato mientras él continuaba con su llamada, que ya me tenía preocupada.

Después de colgar se acercó de nuevo a mí. Con las manos dentro de los bolsillos de su sudadera roja y un tanto pensativo.

—Estela, discúlpame por eso.

—No te preocupes, ¿quién era?

—Un amigo de mi familia, hace unas semanas me contrató para que contara en una fiesta que va a dar, se suponía que era mañana, pero la adelantaron y me llamó para avisarme que está a punto de comenzar.

—Mmm ¿Y qué piensas hacer?

—No pasa nada, solo le devolveré el dinero y ya —Me sonrió tomando de nuevo mi mano.

—Si quieres podemos ir.

—Enserio.

—Sí, claro, si no hay problema en que me lleves.

Ian me besó con efusividad y en menos de lo que esperé ya estábamos en una lujosa y grandísima casa. Personas vestidas elegantes entraban mirándonos de reojo. En la entrada había un empleado recibiendo invitaciones para dejar entrar. Miré a Ian quien solo saludó al hombre con confianza. Este le devolvió el saludo mientras me miraba con recelo.

—¿La señorita es su acompañante? —cuestionó a pesar de que yo iba pegada a Ian.

—Así es.

—Entonces, adelante —Nos indicó así que Ian comenzó a caminar conmigo de la mano.

Un gran salón lleno de gente nos recibió, más jóvenes que adultos así eso me alivió, había incluso meseros caminando entre las personas con bandejas de comida y copas de champaña. Me apresuré a tomar una copa bajo la mirada de reproche de Ian.

En eso un elegante y muy sofisticado señor apareció frente a nosotros. Saludó con un brazo a Ian y a mí solo me extendió la mano.

—Hijo, que bueno que pudiste venir —expresó con sinceridad—. Ya sabes que una fiesta mía sin tu presencia, no es lo mismo.

—Gracias, Patrick —Fue lo único que Ian dijo.

—Tus cosas ya están preparadas, ya sabes donde puedes cambiarte.

El hombre se despidió mientras Ian me llevaba hasta donde había mesas preparadas con un bufet. Me dio un beso, luego me dejó ahí y desapareció.

Me entretuve un rato degustando los platillos hasta que una adolescente rubia y muy bonita me hizo compañía. La chica tenia puesto un vestido color azul lleno de diamantes y una coronita en la cabeza.

—¿Quién eres? —cuestionó la chica mientras yo tenía la boca llena con comida.

Le sonreí avergonzada.

—Hola, mucho gusto soy Estela.

Esta me miró de arriba abajo como si tratara de descubrir algo.

—¿Nos conocemos? porque no te recuerdo.

—Oh, eso, veras, no nos conocemos, pero la persona que me trajo si la conoces... supongo.

—En ese caso, bienvenida —Me sonrió con amplitud y ondeando su cebollera con orgullo—. Espero que disfrutes de mi fiesta de cumpleaños.

—¿Es tu cumpleaños? —dije sorprendida y ella sintió—. Felicidades ¿y cuantos?

—Quince. Se supone que la fiesta seria mañana, pero mis papis la adelantaron porque me iré a un crucero en la mañana.

—Wow, eso es genial —No pude terminar de hablar porque escuchamos una voz anunciarse por un micrófono. Ambas dirigimos nuestras miradas hacia el pequeño escenario en que se encontraba el animador.

El hombre dio un discurso en donde agradecía los invitados su presencia en nombre de la cumpleañera llamada Britney y de toda su familia. Después de eso introdujo de una manera extraordinario a Ian.

Repito lo que el hombre dijo «Hoy está con nosotros la estrella naciente, un talento que haría temblar a cualquier cantante profesional, una voz estremecedora, melodiosa y tan alucinante que nos haría dudar de si es real. Con ustedes el nuevo prodigio de la música, Ian Miller»

Al parecer había más personas que pensaban lo mismo que yo, respecto al gran talento de Ian.

El chico rubio salió en medio de aplausos de los presentes, ahora estaba vestido con un elegante traje blanco que le quedaba muy bien. Tomó asiento frente un piano y acomodó el micrófono. Felicitó a la cumpleañera y de inmediato comenzó a tocar como solo él lo hacía. Todos estábamos maravillados por la melodía.

—Verdad que es guapo —murmuró la chica que aún seguía a mi lado y que no dejaba de mirar a Ian con fascinación.

—¿Que? —balbuceé sin comprender.

—Mi novio, ¿es muy guapo?

Me reí sin nada de gracia.

—¿De quién estamos hablando?

—Del cantante, Ian.

—¡¿Es tu novio?!

Ella se rio.

—Aún no, quizás cuando yo cumpla dieciocho —suspiró justo como yo cada vez que veía a Ian—. Él no lo sabe, pero ya solo faltan tres años para que podamos ser novios.

La manera en que esa culicagada hablaba me estaba dando coraje. Parecía que media cuidad estaba enamorada de Ian.

Quise decirle algo como "ay, majita, ubíquese y primero aprenda a limpiarse el jopo" pero no pude, no porque no quisiera si no que mi vista se fijó en algo.

Junto al hombre que nos recibió y que supuse era el padre de Britney estaba la creída de Leila. Como si fuera un cuervo lo que hubiese visto mi buen ánimo se esfumó. No sé, pero creo que era por el hecho de que cada vez que nos encontrábamos teníamos problemas.

Y esa noche no sería la excepción.

Ian tomó un descanso y apenas se bajó del escenario tanto Leila como la cumpleañera se arrojaron a sus brazos. No le vi problema a eso, pero si a que cuando Ian intentó venir hacia mí, Leila no se lo permitió. Lo llevó hasta donde estaban unos hombres muy distinguidos para que lo saludaran.

Me quedé casi toda la fiesta sola comiendo, hasta que él pudo acercarse a mí.

—Estela, disculpa que te dejara sola es que el señor Patrick quería presentarme a personas muy importantes en el mundo de la música —dijo desesperado. Lo miré y le di una sonrisa de labios cerrados y seguí comiendo.

—Que bien —fue lo único que dije, aunque un poco seria.

—¿Estás molesta?

—No, solo aburrida —Mi vista volvió a centrarse en como Leila conversaba con una señora muy parecida a ella físicamente y al hombre que nos recibió, el tal señor Patrick. Fue evidente, eran sus padres y la chiquilla esa, era su hermana—. ¿Por qué no me dijiste que la fiesta era en la casa de Leila?

—No pensé que fuera importante.

—No lo es, pero era mucho mejor estar preparada.

—Lo siento.

Me quedé callada con los brazos cruzados y de repente sentí como Ian deslizó uno de sus dedos por mis labios. Supe enseguida que tenía una mancha de comida en la boca y quizás llevaba rato así.

Miré a Ian con los ojos entrecerrados.

—Ni se te ocurra hacerlo —advertí, pero no me dio tiempo de seguir cuando ya había llevado el dedo con el que me había limpiado a su boca.

—Muy tarde —dijo entre risas.

Le di una palmada en el pecho también riéndome.

—Tonto —me quejé y luego suspiré rendida—. Vamos a bailar por lo menos.

—Por supuesto —Extendió su mano hacia mí.

En ese momento sonaba una música muy mi movida, creo que era jazz, yo eso no lo sabía bailar solo dejé que Ian me guiara, y fue muy divertido el único inconveniente era que cada vez que él me hacía girar como trompo, sentía que iba a vomitar. Aunque gracias al cielo eso no sucedió.

Me reí mucho mientras bailaba con él, tanto que después me dolían las mejillas. Y por supuesto que todos en la fiesta se dieron cuenta que Ian y yo teníamos algo, ya que todas las miradas se centraron en nosotros dos, incluso la familia de Leila nos observó con caras muy serias.

Y me dio mucho gusto ver la reacción de esa chiquilla al darse cuenta que el inalcanzable de Ian estaba conmigo.

Al terminar, Ian tuvo que regresar a cantar así que de nuevo me quedé sola. Me fui al baño y después de vaciar la vejiga me puse a arreglar mi maquillaje, mientras tarareaba la canción que Ian había cantado hace un instante.

En eso Leila entró al baño y se colocó a mi lado para mirarse en el espejo. Aunque no había palabras si había mucha tensión.

La miré, ella me miró, me reí y ella se rio. Me crucé brazos y ella también, solo faltaba que alguna de las dos atacara primero.

—¿Qué es lo que quieres, Leila? —Tuve la iniciativa ya que no entendía por qué ella no atacaba.

—Nada —Se burló—. ¿Qué haces en mi casa, cucaracha?

—Ian, mi novio me trajo.

—Estás muy feliz cierto, pues esa dicha no te va a durar mucho, ya que Ian se va a dar cuenta que en realidad no siente nada por ti y te va a dejar, para regresar a mí.

—Seamos claras, Ian nunca fue tuyo.

—Eso piensas, bien, vive en tu ignorancia —Se acercó más a mí—. Pero enserio crees que la amistad entre un hombre y una mujer durante tantos años, puede ser solo eso.

Me estaba calentando. El fosforito dentro de mi quería prenderse.

—Ya quisieras —bufé.

—Ian se la pasa casi todo el tiempo aquí en mi casa, mis padres lo adoran y desean con todo su corazón que él y yo estemos juntos. Crees que tú eres impedimento para mis planes.

—Si.

—No te engañes, Estela. Tarde o temprano Ian se va a dar cuenta que yo soy mucho mejor, tengo mejor cuerpo, soy bonita, tengo dinero y, sobre todo, influencias que es lo que el necesita para triunfar en la música.

—Por favor, puede que si lo del dinero y las influencias, pero más bonita, ni siquiera eres rubia natural y tienes Botox en la cara.

Me reí, pero tenía las manos empuñadas.

—Ian es mío. Y no voy a permitir que una sucia rata apestosa me lo quite. Tú y tu estúpida familia van a saber quién soy yo. Haré que despidan a tus padres de sus trabajos y no los vuelvan a contratar en ningún lado, y a tu mediocre hermano...

Ya no aguanté más la ira y solo lo hice. Le di un puñetazo en la nariz con fuerza. Ella retrocedió varios pasos cubriéndose el rostro y dando gritos. Y para mi mala suerte Ian acababa de ver eso. Él sorprendido corrió hacia ella e intentó ver como estaba.

En medio de sus gritos logró quitarle las manos del rostro y consiguió ver lo que mi puño causó. Una mancha de sangre se extendió por su nariz y parte de la boca. Era más que claro que estaba rota. Ian tomó papel de baño y se lo colocó en la nariz para detener el sangrado.

Leila comenzó a dar gritos muy exagerados así que Ian intentó calmarla. Me quedé incrédula viendo como Ian se preocupaba tanto por ella.

Ella quiso irse así que comenzó a caminar hasta la puerta, pero Ian la detuvo.

—Espera un momento —le dijo y ella en medio de su llanto asintió.

Él se acercó a mí.

—Estela, ¿en que estabas pensando? ¿Qué va a pasar si sus padres se enteran?

—Pues que se enteren, qué más da.

—Estela.

—Ella empezó —exasperé.

Ian respiró profundo tratando de mantener calma y solo se podía escuchar el ridículo llanto de esa serpiente.

—Ok, ya que lo quieres así ¿Quién empezó?

—¿Qué?

—¿Qué quién agredió primero?

—Yo, pero... ella me provocó.

—Lo ves, Estela eres demasiado impulsiva. Tienes que controlarte.

Me quedé mirándolo seria y un tanto decepcionada, así que no pude refutar nada más.

Leila lo llamó:

—¡Ian, me duele demasiado!

Él se pasó las manos por la cabeza con frustración.

—Ya voy —informó para que ella se callara. Seguido me sujetó por los hombros y habló más bajito.

—Mira, voy a tratar de solucionar esto, sin que pase a otro nivel. Tu ve al salón principal y espérame ahí. De acuerdo.

Él esperó que yo le dijera algo, pero solo me quedé en silencio. Este se alejó de mí y se fue con ella.

—Creo que debemos llamar a un doctor —La escuché decir mientras caminaban hacia quién sabe dónde.

Enojada me dirigí dando zancadas hasta el salón principal y con decisión atravesé el lugar y caminé hasta la salida. Ya afuera tomé un taxi y me fui de regreso a casa. Apenas llegué me encerré en mi cuarto y me tiré a la cama a desquitar mi enojo con las almohadas.

⭐⭐⭐

Al día siguiente bajé temprano a desayunar, mis padres ya se habían marchado al trabajo así que solo estábamos mi hermanito y yo. Me senté en el comedor y comencé a jugar con mi comida. Pensando en ese tonto de ojos azules que me decepcionó la noche anterior.

La decepción, la traición.

Brandon se sirvió su cereal y tomó asiento frente a mí. Al levantar la vista noté que estaba en una llamada.

—Ian quiere hablar contigo, dice que te ha estado llamando un montón de veces pero que no le contentas, ya yo le expliqué que mamá de quitó el celular —dijo y extendió su celular para que hablara con Ian.

Con la cabeza le indiqué que no y él muy confundido alejó su celular.

—Dile que se vaya al carajo —expresé aún molesta y a la fuerza comencé a comer.

Brandon se quedó sin saber que decir.

—Mmm... sabes Bro. Ella está indispuesta en este momento así que no puede hablar.

Rodé los ojos mientras él se excusaba y luego de escuchar lo que sea que Ian le dijo, colgó la llamada.

—¿Que pasó entre ustedes dos? —cuestionó con tono serio que no le quedaba.

—Nada, solo estoy enojada con él.

—¿Por qué?

Me mordí el labio y estuve un rato en silencio.

—Brandon conoces a Leila, ¿verdad? —inquirí tomándolo por sorpresa. Él asintió.

—La chica rubia que es amiga de Ian.

—Aja, esa misma ¿Ella te agrada?

Él pareció pensarlo.

—De hecho, no, sabes que yo cuido mucho mi espacio personal, pero ella es muy, como decirlo... insinuante.

Mi hermanito pensaba lo mismo que yo.

—Bueno ella es la raíz de mi enojo con Ian. Me cae muy mal.

—Y él sabe eso.

—No estoy segura, no sé si se hace el pendejo o en realidad no se da cuenta de que Leila esa una serpiente engañosa.

Tomé la tostada de pan de mi plato y la partí en trocitos.

—Creo que es mejor que se lo digas.

—Ya no importa, seguro ni me toma en serio —Respiré con fuerza y dejé que las malas vibras se alejaran—. Mejor por qué no me dices, ¿qué es eso?

Me estaba refiriendo a la bebida de color extraño que acompañaba su desayuno. Era la primera vez veía algo así.

—Oh, es que últimamente me he sentido sin energías y sin apetito así que estoy tomando vitaminas y ese tipo de cosas —dijo restándole importancia así que solo me limité a seguir comiendo.

Tenía mucho en que pensar además de Ian, ese día era nuestra primera presentación como cantantes en el bar así que debía estar muy concentrada en eso. Después de tantos incidentes al fin podíamos hacer nuestro debut.

Esa mañana al llegar a la escuela evité a toda costa encontrarme con Ian, aunque fue difícil ya que él no se daba por vencido. Logré ignorarlo durante las clases y después me encerré con las chicas en el salón de música.

Practicamos nuestras dos canciones durante horas para que no tuviéramos ningún error, las cosas nos estaban saliendo bien, ya que unos días después de haber subido a internet un video de nosotras cantando y bailando la canción, una parte se hizo viral y muchas personas se interesaron.

Ya teníamos un público a quien cantarle y esa noche sería la primera de muchas presentaciones de la girl band SPICA.

El momento había llegado, estábamos vestidas y preparadas. Tengo que presumir que nos veíamos hermosas. Éramos otras personas esa noche. Nos emocionamos cuando escuchamos que el público nos aclamaba. Incluso casi a Pilar le dio algo cuando nos asomamos a ver. Había más gente de lo que esperábamos.

Antes de salir nos dimos un abrazo grupal y nos deseamos suerte. Esa noche fue espectacular, sentí por primera vez que me estaba acercando más y más a cumplir mis sueños. Cuando era una estrella veían cosas como estas, jóvenes llorando de alegría y anhelaba también sentirlo.

Mi vida había sido muy larga pero aburrida, solo podía desear lo que los humanos tenían, mis hermanas se quejaban todo el tiempo de que la humanidad eran un caos y que siempre arruinaba todo. Yo no veía eso, veía algo más.

Y digamos que por eso bajé a la tierra, no porque me había enamorado de Ian. Bueno si, pero en eso momento quería pensar que mi decisión no tenía nada que ver con él.

Nada mejor que engañarte a ti misma.

Estando sobre el escenario pude ver a Ian entre el público así que casi me desconcentré, pero ignoré todo lo relacionado con él y seguí dándolo todo.

Cuando la música se detuvo los aplausos llenaron el bar, no pude parar de llorar incluso después de bajarnos del escenario, incluso después de correr a los brazos de mi hermano y abrazarlo durante mucho tiempo.

Ya después de un rato me calmé y festejé con todos mis amigos. Estábamos sentados y yo tenía la cabeza recostada sobre el hombro de Brandon cuando noté que Leila también estaba en el bar. Según por lo que escuché había llegado con Ian y lo peor era que estaba modo victima así que no se separaba de él. Desde mi lugar vi como Ian le dijo que esperara y luego comenzó a caminar solo hacia mí, enseguida me levanté.

—Brandon, me quiero ir —murmuré y él comprendió la situación.

—Ok, supongo que estás cansada, yo también así que mejor vámonos —dijo y también él se puso de pie. Sin perder mucho tiempo me despedí de las chicas y de los amigos de Brandon que por supuesto habían venida vernos.

Ian había llegado a nuestra mesa así que más rápido que un pedo mi hermano y yo nos fuimos de ahí. En todo el camino a casa me la pasé pensando en él y en la sonrisa victoriosa que tenía Leila.

Y eso me molestó aún más.

⭐⭐⭐

Al día siguiente mi madre me regresó el celular y no paraba de quejarse de que mi celular parecía que iba a explotar de tantas llamadas y mensajes que recibía. Incluso se vio obligada a apagarlo.

Sabía que eran de Ian, así que lo dejé apagado.

Me fui a la escuela e hice lo mismo que el día anterior, lo ignoré y evité todo el día. Según lo que me contó Brandon, Ian había convencido a los padres de Leila de que había sido un accidente así que ellos le pidieron encarecidamente que cuidara de su hijita mientras estaba herida.

Ahora que tenía la nariz rota no podía hacer su trabajo como modelo así que asistiría a la escuela todos los días y por supuesto, su niñero estaría pendiente de ella.

Regresé a casa y como mis papás tendrían turno toda la noche, me enceré en mi cuarto cuando de repente escuché que tiraban piedras en mi ventana. Con cuidado me asomé y descubrí que se trataba de Ian.

—¡Estela, ¿qué es lo que pasa?! —gritó sonado desesperado, pero solo cerré la ventana y la cubrí con las cortinas—. ¡Hablemos por favor!

Él siguió gritando un par de veces más y luego comenzó a tocar el timbre de la puerta para que le abrieran.

Rápido salí hasta la sala en donde vi a Brandon dispuesto a abrir la puerta

—Brandon, ni se te ocurra abrirle —exclamé seria y éste se encogió de hombros.

—No es mejor que ustedes dos hablen y resuelvan el problema.

—Sí, pero aún no, no quiero verlo.

Él rodó los ojos y negó con pereza.

—Está bien, pero eso es muy inmaduro de tu parte.

—Ya sabes, no le abras —ordené y vi como Brandon se acercó a una de las ventanas para hablar con Ian.

—Lo siento, ella me ordenó no dejarte entrar —le dijo a través de la ventana así que regresé a mi cuarto.

Noté que todo estaba en silencio ya no escuchaba sus gritos, ni nada.

—Enserio se fue —balbuceé para mí misma y con curiosidad aparté las cortinas de la ventana y la abrí.

Me asomé para ver si en verdad se había ido y casi me cagué del susto cuando lo vi subiendo. Estaba escalando la pared justo por donde yo lo había hecho anteriormente.

Después de soltar tremendo grito, vi como ya le faltaba poco para llegar así que entré en pánico. Él colocó una de sus manos sobre el marco de la ventana y mi reacción fue golpeársela.

—¿Qué crees que estás haciendo, Ian? —exclamé mientras él intentaba sostenerse con ayuda de su otra mano.

—Tenemos que hablar.

—No quiero —Seguí apartando sus manos del marco—. Bájate y vete.

—No.

—Si.

Me desesperé tanto que solo pensaba en que se fuera. Así que seguí quitando sus manos de la ventana y él solo se aferraba de esta.

—¿Dime qué es lo que pasa? ¿Qué fue lo hice?

—Vete.

—Estela, tenemos que hablar, enserio —habló con esfuerzo.

¡Ya te dije que no! ¡Pendejo, quiero que te vayas!

—Estela, habla en ingles que en español no te entiendo.

—¡Que te vayas! ¡No voy a dejar que entres! ¡Vete, vete!

Entre tanto manoteo Ian perdió las fuerzas y frente a mis ojos terminó cayendo desde esa altura. Era un segundo piso y abajo era puro concreto. Escuché un golpe seco y después no escuché nada más.

—¡Ian, estás bien! —grité asustada. Desde ahí solo podía ver sus piernas que no se movían.

Había matado a Ian.

¡¡Había matado a Ian!!

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