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13. Ya no estoy chiquita

Capítulo 13.

Ya no estoy chiquita

⭐⭐⭐

Otro día más, en la caótica vida de Estela Jones.

Era un lunes para nada tranquilo ya que mis papás me levantaron a las dos de la madruga, cosa que parecía imposible, pero como buenos padres luchadores, me cargaron hasta el jardín y me colocaron medio dormida sobre un sofá junto a mi hermano que por cierto también estaba dormido.

Déjame explicarte para que no pienses que se trata de algún ritual o algo así.

Ese día tanto Brandon como yo, cumplíamos años y mis papás tenían una extraña tradición de sacarnos a mí y a mi hermano al jardín unos minutos antes de las tres de la madrugada ya que a esa hora ellos me encontraron. La extraña tradición se creó después de que por dos años consecutivos a una loca Estela chiquita y sin dientes, se le ocurriera salirse al jardín para hablarle al cielo.

Y a mí hermano pues resulta que, para el tercer año él se dio cuenta y bajó al jardín con unas mantas para abrigarme y desde ahí se quedó a dormir conmigo después de desearnos un feliz cumpleaños. Mamá dice que después de eso dejé de hacerlo, pero ellos lo vieron como algo tierno y siguieron llevándonos cada año, para que el día de mi cumpleaños durmiéramos junto a las estrellas.

Adormilada me senté sobre el sofá y observé con asombro el cielo. Justo como cada año el cielo se volvió más brillante, las estrellas se reflejaron con más intensidad en mis ojos esa vez. Sonreí y como era costumbre cerré los ojos para pedir un deseo, en eso, la imagen del chico rubio de iris color celeste apareció en mi mente. Confundida abrí los ojos y miré a mis padres quienes me observaban con nostalgia.

Ellos estaban sentados frente a mí, abrazados el uno del otro mientras sonreían. Miré a Brandon quien seguía recostado en el sofá, pero ahora tenía sus ojos abiertos fijos en mí.

—Feliz cumple, hermanita.

—Feliz cumple, hermanito.

Ambos nos unimos en un abrazo y así, justo como cada año todos terminábamos durmiendo bajo la luz de la luna y las estrellas.

Ya en la mañana todo iba con normalidad, mis padres se marcharon a sus respectivos trabajos y nosotros nos fuimos a la escuela. Como era natural mi lindo hermano se fue por su lado como si no compartiéramos las mismas clases. Esa mañana tuvimos un examen sorpresa el cual casi pierdo, no te voy a mentir lo pasé gracias al espíritu santo porque mi odioso cerebro en vez de concentrarse, se la pasó reproduciendo la imagen de Ian diciéndome que le gusta mi espectacular corte de cabello.

¡Ah! hablando de eso fue mi papá quien terminó arreglándome el cabello ya que mamá dijo que ella tiene la mano mala para eso, su excusa fue «si te lo corto de seguro ya nunca más te crece, además de que se te pondrá feo» Eso fue muy rebuscado de su parte, pero no importó ya que mi papi lindo sacó sus dotes de estilista y después de ver un tutorial en YouTube me hizo un corte decente.

Después de tomar algunas clases me dio un hambre terrible por lo que me importó un comino lo que pensaran los demás al verme comiendo tan descuidada. Ahí sentada en una mesa junto a mis amigas del alma, devoré mi plató y creo que Lau se compadeció de esta pobre chica ya que compartió su plato conmigo, el cual también me comí.

—Estela cálmate, que parece como si te hubieran dejado una semana sin comida —murmuró Pilar mirándome con sorpresa. Yo terminé mi último bocado y le sonreí con los cachetes hinchados.

—Más o menos.

—No inventes ¿Cuándo fue la última vez que comiste?

—Esta mañana —dije y ella rodó los ojos. Iba a decirme algo, pero en eso una figura apareció frente a nuestra mesa. Era la tal Leila y no estaba sola, junto a ella se encontraban dos chicas que más que sus amigas parecían sus garrapatas. Me di cuenta que una de ellas era la misma que me cortó el cabello.

—Pero miren, si es la cucaracha —escupió Leila con un tono muy alto de desprecio, logrando ser el centro de atención en la cafetería—. O más bien debería decir, cerda —masculló con una sonrisa cínica en su horrendo rostro.

Sin mostrar mucho interés dejé a un lado mi plato ya vacío para así acomodarme sobre mi asiento. Como toda una reina me crucé de piernas y levanté la cabeza para dedicarle una mirada que obvio no se merecía, pero como yo era muy humilde le ofrecí mi mejor cara de culo.

—¿Se supone que eso es insulto? —cuestioné con una postura despreocupada. Ella dio un resoplido y se inclinó hacia mi apoyando sus manos sobre la mesa.

—Sí, porque comes como una cerda.

—¿Y eso a ti en que te afecta? —Mi ánimo ese día era el mejor y no iba a permitir que esa escoba con falda me lo viniera a arruinar.

—¿Qué parte de que no te acerques a Ian, no te quedó claro?

—Y tú, ¿qué parte no entendiste de que no me importa lo que digas?

Ok, ya me estaba enojando.

Ella se enderezó de nuevo con cara de confusión, de seguro pensó que podía venir a intimidarme creyéndose el gran jopo, pero no sabía que yo era la piña que le pica al jopo. (si no sabes que significa esta expresión mejor ni te digo)

Me puse de pie y para ese momento todos los ojos estaban sobre nosotras. Leila quiso asustarme acercándose a mí, sin embargo, yo me quedé firme, lista para cualquier cosa que ella intentara hacer.

—No juegues si no quieres salir quemada —sentenció hundiendo su dedo en mi hombro con fuerza y enterrando en el proceso sus largas y feas uñas en mi piel. Hice una mueca de disgusto y quité su dedo de mi hombro.

—No me toques con tus uñas horrendas, parecen las de una bruja.

Ella ignoró mi comentario y prosiguió.

—Más te vale que te alejes de Ian o sino...

—O si no ¿Qué? —cuestioné.

—Si no quieres que arruine tu vida y la de tu hermano, así como mandé a arruinar tu cabello —amenazó con seguridad. Yo no bajé mi cabeza al contrario le sonreí con malicia. Miré a mi alrededor y me fijé que no hubiera profesores ya que lo que iba a hacer no era algo bueno.

—Así como yo arruinaré tu precioso vestido.

Sin darle tiempo de nada, tomé de la mesa un vaso de jugo de naranja y se lo arrojé en el vestido blanco carísimo que llevaba puesto ese día. Su cara de espanto fue épica, y yo me carcajeé como nunca en mi corta vida, aunque el problema vino después cuando me di cuenta que casi todos los estudiantes grabaron esa escenita y la subieron a las redes.

Todos me alabaron por mi hazaña, pero mis profesores me llevaron a la dirección para que me castigaran, y así fue, la directora me castigó con trabajo colaborativo en la obra de teatro de la escuela. Aunque también castigó a Leila y a mis amigas por según ella "fomentar el desorden" y para solucionar nuestros conflictos tendríamos que trabajar en equipo.

Después de eso le conté a mis amigas que era mi cumpleaños y que por eso debían asistir a una reunión que inventó mi mamá con la intensión de conocer a nuestros amigos, especialmente a los amiguitos de Brandon. Ellas me felicitaron y casi me asfixian con sus abrazos y besos babosos de los cuales tuve que escapar.

Me encontraba rumbo a el salón de practica con la intención de asegurarme de que Brandon invitara a los chicos porque yo lo conocía y sabía muy bien que no les diría nada. Como de costumbre revisé primero si ellos estaban ahí y la vista que tuve fue espectacular, todos sin excepción, estaban descamisados y se encontraban en una especie de lucha por comparar quien tenía mejores abdominales. Sin perder el tiempo saqué mi celular y comencé a grabarlos. Me pregunté cómo es que eso era importante para ellos, pero teniendo en cuenta que todos eran unos pendejos asumí que era normal.

Josh se dio cuenta de que su acosadora número uno les estaba grabando y les aviso a los otros. Ellos comenzaron a taparse mientras yo como la dueña y señora de todo entré al salón, claro sin dejar de mirarlos en ningún momento. Brandon se apresuró hacia mí, me tomó del brazo y me dio vuelta para que no los mirara, eso me pareció ridículo porque cuando jugaban, al final de cada partido se quitaban las camisetas y se exhibían, pero ahora les daba pena.

—¿Qué haces aquí, Estela? —cuestionó Brandon después de ponerse su camiseta y me dio risa ya que actuaba como si no lo hubiera visto sin camiseta nunca antes, eso era ridículo ¡Yo lo había visto hasta en calzones!

—¿Les dijiste? —pregunté y me di vuelta, pero para mí mala suerte ellos ya se habían vestido.

—Aún no.

—Lo sabía, es por eso que estoy aquí —expresé con desinterés y luego caminé hacia los chicos.

 —Para tu información, si pretendía decirles.

Ellos al igual que mi hermano estaban empapados en sudor y recordando el hecho de que hace tan solo unos segundos estaban descamisados lucían sexys. Mi mirada se cruzó con la de Ian y casi se me olvidó hasta mi nombre de todo lo que sentí, pero desvié mi mirada y me concentré.

—Vengo a hacerles una invitación —comencé con entusiasmo—. Hoy mi hermanito está cumpliendo añitos y para celebrar mis padres han organizado una pequeña reunión en la que esperan, ustedes asistan —dije con una sonrisa de oreja a oreja y ellos se quedaron en silencio.

Hice una mueca y añadí algo más.

—Es una cena y podrán comer todo lo que quieran —Ellos se rieron y fue Josh quien habló:

—¿Acaso quieres comprarnos con comida, Estela? —bromeó.

—Si funciona, si —dije y él asintió.

—No era necesario lo del chantaje porque yo iré —Miró a los demás—. Y creo que todos ustedes también lo harán, ¿cierto?

—Si, después de todo Brandon ya es uno de nosotros —expresó Ben con entusiasmo.

—Si lo noté, ya le pegaron sus mañas —Me reí y vi a Max susurrarle algo a Ian, el cual solo sonrió tiernamente—. Ok, es a las cuatro, no lleguen tarde porque mi papá tiene muy mal carácter y no le gusta que lo hagan esperar.

Sin decir más me marché y prácticamente sentí que las horas pasaron demasiado rápido, en un segundo estaba en la escuela y al otro ya estaba en casa ayudando a mamá a cocinar. La mesa parecía como las que se ponen en navidad cuando vienen todos tus familiares a comer nada más.

Yo ya estaba bañadita y cambiadita, con un vestido blanco de escote plano, de cintura ajustada y falda suelta; mi cabello ya que por primera vez lo tenía corto solo lo dejé suelto y me hice unos moñitos a cada lado, era mi cumple y tenía que ponerme lo más bonita posible. Mis papás también ya estaban listos y solo faltaba como media hora para que la gente viniera a tragarse lo que con tanto esfuerzo habíamos preparado. 

El único que estaba sucio y mal oliente era mi hermano quien llevaba mucho tiempo recostado en el sofá escuchando música con sus nuevos audífonos.

Caminé hacia él y le tiré una bolsa de Cheetos, la cual cayó directo en su rostro. Él con pereza la quitó y lentamente la abrió para después comérsela.

—¿No te piensas bañar? —cuestioné cruzándome de brazos y él solo siguió comiendo como si nada—. Brandon vete a bañar —ordené.

—Estoy limpio —Fue lo único que salió de su boca floja.

—¡Limpio, pero si hueles a mico!

Él siguió en su modo perezoso y con sarcasmo dijo:

—Huéleme para comprobarlo.

—¡Ewww! —Brandon se burló de mi cara de asco, pero enseguida se me ocurrió una idea para que él se fuera a bañar.

—Pobre de Jena cuando venga y tenga que oler semejante... —No pude terminar de hablar porque me sorprendió el ver a Brandon ponerse de pie y abalanzarse hacia mí.

—¿También la invitaste?

—Claro.

—¿Por qué no me recordaste? —La desesperación en su rostro me causó gracia.

—¿Que te iba a recordar? Brandon invité a mis amigas a mi fiesta de cumpleaños, no seas pendejo.

Él hizo una mueca y de inmediato corrió hacia su cuarto a bañarse. Yo seguí ayudando a mamá en la cocina hasta que por fin llegó la hora de la cena y se escuchó el timbré de la puerta sonar. Mi mamá me ordenó abrir mientras ella iba a buscar a Brandon.

Cuando abrí la puerta vi a mis amigas bien maquilladas y arregladas como para una fiesta muy importante, todas llevaban regalos en sus manos; también justo en ese momento iban llegando los chicos. Les indiqué a las chicas que pasaran al interior de la casa y así yo poder recibir a los chicos, pero mi sonrisa desapareció cuando noté que Max, Ben y Josh habían venido pero la persona que más esperaba no.

Sin poder ocultar mi confusión y decepción les pregunté a los chicos por la existencia de Ian.

—¿Qué pasó con Ian?

Ellos compartieron miradas de confusión y fue Ben quien habló.

—No sabemos, él dijo que vendría por su propia cuenta; de hecho, pensábamos que ya estaba aquí —dijo y eso me hizo sentir una extraña sensación en el pecho.

—Llámalo y pregúntale si viene —inquirió Max a Ben y éste asintió. En ese momento mi papá apareció, les dio la bienvenida y les hizo pasar provocando que a Ben se le olvidara llamar a Ian. Aunque me quedé pensativa y preocupada por Ian, ya adentro no pude evitar entusiasmarme con los regalos que mis amigas me dieron. Lau me regaló ropa dark, Pilar me regaló maquillaje y la ricachona de Jena, me dio un celular nuevo.

Ahí sentados en la sala frente a todos abrí la caja del celular para darme cuenta que era de última generación, mientras les agradecía noté que los chicos tenían cara de perdidos, así que les aclaré.

—Hoy también es mi cumpleaños —Sus bocas cayeron abiertas y yo me reí porque al parecer mi hermoso hermanito no les comentó que ambos cumplimos el mismo día y debido a eso los chicos no supieron que hacer, para salvar la incómoda situación mamá propuso ir a cenar.

La comida para Jena pasó a un segundo plano porque desde que vio a mí hermano peinado por primera vez creo que se embobó aún más. Lo digo porque yo la descubrí observándolo, como ella se sentó justo a mi lado y Brandon frente a mi pues me quedaba fácil detallar esas miraditas que se daban. Como dijo la abuela de Múlan "Este arroz ya se cosió"

Luego de un rato fui a la cocina detrás de mi hermano quien fue a buscar más torta, y ya estando ahí me situé frente a él con el regalo que le compré con todo el amor del mundo.

Él sonrió de lado y levantó una ceja.

—¿Me compraste un regalo?

—Sí y déjame decirte que éste objeto lo necesitas mucho y por eso te lo regalo —Le sonreí con emoción y él tomó el regalo para después abrirlo. Sus ojos se entrecerraron y su en boca se dibujó una sonrisa de burla.

—En serio me compraste esto, Estela —renegó mostrando el cepillo de cabello color rosa que encontré en internet. Planeaba que fuera en color negro, pero se habían agotado y solo quedaban los rosados, cuál era el problema si el rosado es un color que puede usar cualquier persona, nada que ver con el género.

—Sí, y está lindo ¿No crees? Incluso tiene tu nombre marcado —indiqué con una sonrisa juguetona e intenté darle un abrazo, pero él me lo rechazó y sacó de su chaqueta un hermosísimo micrófono color dorado.

—Me siento estafado, yo gasté mucho dinero comprándote este micrófono y tu vienes y me compras un cepillo —dijo negando mientras yo intentaba quitarle el micrófono de las manos.

Como siempre la diferencia de altura haciendo su trabajo.

—No debí comprarte esto, hubiese sido mejor regalarte unas medias como el año pasado —masculló yo le pinché la costilla con lo cual conseguí quitarle el micrófono.

Sosteniéndolo en mis manos sonreí al darme cuenta que era un regalo muy significativo.

—Está hermoso —dije maravillada y Brandon me abrazó dejando reposar su mentón sobre mi cabeza.

—Te quiero, Estela —Besó mi cabello—. Gracias por ser mi hermana y espero que en tu primera presentación uses este regalo —susurró e intentó separarse, pero yo lo detuve apegándome con fuerza a su cuerpo.

—También te quiero, Brandy —Nos separamos y no tardó mucho tiempo en darse cuenta que yo tenía unas lagrimitas en los ojos.

—Eres una llorona, Estela —Se burló y yo le saqué la lengua. Él guardó su cepillo, tomó su trozo de torta y desapareció de la cocina dejándome emocionada con mi micrófono. Me quedé un rato admirándolo y cuando me disponía a volver la sala me crucé con Ben.

—Estela ya llamé a Ian y me dijo que no pudo venir porque se siente mal —dijo dejándome aún más preocupada.

—¿Es grave?

—No, solo es un resfriado —Respiré aliviada—. Ah y también le comenté que hoy es tu cumpleaños.

—Sí y ¿Qué dijo? —Reprimí las ganas de mostrar cuan interesada estaba en saber.

—Nada, solo que era algo extraño.

Asentí y le sonreí sin ganas, traté de no darle importancia y por eso decidí molestarlo.

—Ok, y tú no piensas decir nada, ya no estoy chiquita —bufé y él se rio.

—Así cumplas treinta seguirás siendo chiquita.

Ambos no reímos y luego regresamos a la sala para seguir con la conversación que tenían mis padres con los chicos sobre las habilidades de Brandon en la música.

Las horas pasaron y se hizo tarde es así que todos se marcharon y yo me quedé sentada en la terraza de la casa en donde en la esquina izquierda había un mini columpio. Este era parte de la decoración de la casa y se combinaba con la pequeña cerca de madera y las flores situadas en la terraza. Y ahí estuve unos minutos hasta que a lo lejos vi la figura de Ian acercarse en su patineta.

Me puse de pie abruptamente y detallé bien si era cierto lo que estaba viendo. Era él o me lo estaba imaginando.

Indecisa di unos cuantos pasos y lo vi llegar a mi casa y situarse frente la puerta. Él en su espalda cargaba un estuche de guitarra color negro y se disponía a tocar el timbre, pero lo detuve con algo muy a mi estilo.

—¡Alto ahí! —Ian se dio media vuelta y me miró confundido—. Si eres Ian, repórtate y si eres un fantasma, más te vale que desaparezcas porque sé defensa personal.

La cara de Ian fue un poema, pero eso no le impidió seguirme el juego.

—Cómo puedes golpear a un fantasma, eso es imposible —Su voz era rasposa y su nariz estaba roja. Recordé lo que me dijo Ben y no pude evitar cuestionarlo.

—¿Qué haces aquí si se supone que estás enfermo, Ian? —Él caminó hacia mí y se posicionó a tan solo unos pasos.

—Sí y me siento realmente mal, pero me enteré de que cierta pulguita experta en arrojar limones está cumpliendo años hoy, así que quise venir a felicitarla —dijo colocando su patineta en el suelo para así sacar del estuche una guitarra acústica color purpura, muy bonita.

Sonreí como boba al ver como él comenzó a tocar armoniosamente las cuerdas del instrumento y luego lo acompañó con su espectacular voz. Yo muy conmovida tomé asiento en el columpio mientras escuchaba a Ian cantarme una canción que relataba el hallazgo de una persona amada que venía a revolver su mundo por completo.

La forma en que Ian cantaba e interpretaba la canción hacía del momento algo único y diferente. Me sorprendió que incluso estando enfermo su voz era majestuosa y su mirada tenía un brillo hermoso. Esa noche las estrellas brillaron con más intensidad y danzaron al compás de la melodiosa voz del chico frente a mí; mientras yo solo admiraba en silencio como todo parecía desaparecer a nuestro alrededor.

La canción terminó y él aun cantando dijo algo que jamás en mi vida olvidaré.


Hola ¿Qué tal? ¿Cómo les va?

Pido perdón por desaparecerme pero ustedes aben que la vida es difícil, y aja. les traigo este capítulo que tarde en escribir mucho por falta de tiempo y aunque creo que esta un poquito aburrido espero les guste. 

¡LES TRAIGO SORPRESA!

Esta ilustración hermosa la hizo la talentosa  Ayelén que la pueden encontrare en Instagram como @pincelqueen y aqui en wattpad como @Ayyewiii  

Espero les guste.

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