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1. El limón

Capítulo 1

El limón.

"Nuestro encuentro será un hermoso desastre"

⭐⭐⭐

—¡Estela! —Los gritos de mi hermano me hicieron pegar un brinco alterada. Aclaro, no estaba durmiendo solo estaba recostada pensando con los ojos cerrados. Quién no lo ha hecho en su vida por lo menos una vez, así que no me juzgues.

—¡Quieres levantar tu trasero del sofá! —refunfuñó el amargado de mi hermano mirándome con los ojos entrecerrados, sí su mirada matara juro que ya estaría tres metros bajo tierra—. Tenemos que irnos ya —informó de mala gana y me vi obligada a levantarme.

Estiré mi cuerpecito plano a velocidad tortuga, ante la atenta mirada de mi hermano que estaba de brazos cruzados frente a mí.

—Ya floja, o quieres que nos mudemos y te dejemos aquí abandonada.

—Jamás me dejarían y mucho menos tú, Brandon —refuté con simpleza, terminando de estirarme y me dirigí hacia la terraza con mi hermano tras de mí.

Crucé la puerta y los primeros rayos del día calentaron un poco mi cuerpo, aunque para ese momento el sol no salía del todo se podría decir que ya estaba amaneciendo. Bostecé y mi mamá se burló mientras pasaba frente a mí con una caja en sus manos, tal vez recordando lo difícil que fue levantarme de la cama.

—¿Tienes sueño, cariño? —preguntó mamá, introduciendo la caja de cartón en la cajuela del auto. Un Hyundai gris que para ese entonces aún era nuevo.

—Sí, sabes que no soy buena madrugando —contesté recostada en la entrada de la casa. Observaba como todos se movían de un lado para otro mientras yo estaba ahí como la gran jefa. En eso mi hermano cruzó con otra caja en sus manos burlándose de mis palabras, la indignación plasmada en su rostro.

—Tú lo que eres es una floja, ni siquiera nos ayudaste a subir las cosas al camión de mudanzas. Lo único que hiciste fue dormir —murmuró siguiendo su camino hasta el auto.

—¡Mamá, Brandon me está molestando! —me quejé escuchando la risa de papá desde el interior de la casa. En ese entonces era muy normal que Brandon me molestara así que estaban acostumbrados a mis berrinches de niña.

—Estela, él tiene razón tú no has ayudado en nada —intervino mamá, pero para ponerse del lado de Brandon. Sentí como mi dignidad cayó al suelo y como Brandon me restregó su victoria en la cara.

—Lo ves, tengo razón —bufó Brandon regresando a la casa.

Indignada pero jamás derrotada y sobre todo sabiendo que decían la verdad, me subí al auto a esperar que terminarán de meter lo que quedaba de equipaje en el auto, para al fin poder irnos. Vi como papá cerro la cajuela del auto y mamá aseguró la puerta de la casa.

Esa fue mi casa durante un año y sí me dio mucha tristeza dejarla, sin embargo, teníamos que hacerlo ya que a papá le habían ofrecido una mejor oferta de trabajo en otra ciudad y ya estaba todo listo. Ya hasta habían comprado una nueva casa y toda la cosa. Era la primera casa propia que teníamos y por lo tanto papá nos había asegurado que sería la definitiva. Estábamos tan acostumbrados a mudarnos de un lado al otro desde hace años y casi nunca durábamos mucho tiempo en un lugar, ese no era un problema para mí ya que había aprendido mucho de cada país al que viajábamos. Papá comenzaría a trabajar prácticamente al día siguiente es por eso que teníamos que darnos prisa con la mudanza.

Brandon subió su apático ser al auto y se sentó a mi lado. Sin mirarme me brindó una botella de agua y una pastilla para los mareos. Recuerdo que sonreí como tonta ante su tierna acción y es que, aunque él se creía una persona fría y sin sentimientos, que todo tiempo estaba amargado y no le gustaba socializar con los demás mortales. La verdad es que ese chico era una dulzura, se preocupaba demasiado por mí y hacía cosas como esa para demostrarme lo mucho que me quería.

—Gracias, tonto —murmuré para después tomarme la pastilla. Él sabía perfectamente de mis mareos en viajes largos y por eso en aquella ocasión me dio esa pastilla. No saben cuánto adoraba a ese chico de cabello negro y ojos cafés. Mis padres subieron al auto y luego de un rato nos introducimos a la carretera.

Ok, ok. Creo que es hora de que te presente a mi familia.

Comencemos con mi padre, Jacob Jones. Hombre amable y cariñoso que trabajaba curando a las personas, si señores y señoras era un médico muy dedicado a su trabajo y a su familia. Alto, cabello negro y piel blanca, atractivo para su edad; sus pasatiempos eran dormir cuando podía.

Linda Herrera, dulce y divertida. Amaba a su esposo e hijos, aunque a veces me daba la impresión de que amaba más a los animalitos que cuidaba en su trabajo. Ella era una excelente veterinaria y una amorosa madre. Estatura promedio, cabello castaño oscuro un poco largo y piel caucásica. La más hermosa madre que podía existir.

Brandon Jones, alias Brandy. Je je. Chico extremadamente pálido al punto de necesitar urgente un bronceado, rasgos faciales delicados pero muy atractivos, se ejercitaba regularmente así que por supuesto tenia buen cuerpo. Se creía un hombre maduro y le gustaba mucho la música, su color favorito era el negro y a veces daba la impresión de que era un alma en pena. Cargaba siempre una cara de culo y se dice que podía exterminarte con su mirada apática. 

Y por último estaba yo, la consentida de la familia. Estela Jones, era muy divertida y traviesa, me gustaban los nuevos retos y por lo general siempre me estaba metiendo en problemas.  Tenía serios problemas para llevarme bien con las exnovias de mi hermano y no es porque yo no quisiera; es que ellas detestaban que Brandon fuera cariñoso conmigo y con ellas no, la envidia las carcomía.

Mi cabello para ese entonces era castaño y largo hasta las caderas, mis ojitos de un color café claro, muchas personas decían que me parecía mucho a mi hermano y hasta el día de hoy creo que eso era cierto, sé que no éramos hermanos de sangre, pero sí de corazón y la única diferencia que teníamos, es que mis 1, 58 de estatura no competerían nunca con sus 1,77. Aunque aún guardaba las esperanzas ya que para ese tiempo solo tenía diecisiete años.

 ⭐⭐

Papá apagó el motor del auto y todos bajamos quejándonos de que teníamos el trasero dormido y otras partes del cuerpo entumecidas, fue un viaje muy largo y cansado, pero eso no era lo peor; tuvimos que bajar los muebles y organizarlos.

Ahí de pie frente a la nueva casa me quité mis lentes de sol y observé fascinada el lugar, era hermosa, hecha totalmente en madera y manteniendo un ligero toque de casa histórica.

La mayoría de las casas en Beafort, Carolina Del Sur eran así y siempre había muchos árboles decorando las terrazas. Con la emoción a flor de piel nos introducimos a la casa y apreciamos cada rincón de ella.

—¡Pido el cuarto más grande! —grité emocionada mientras corría por toda la casa; revisando cada cuarto para ver con cual me quedaba ¿Por qué corría? Buena pregunta, es que tenía a mi rival también revisando, ambos queríamos la mejor habitación y pues no se lo iba a permitir. Agotada de tanto correr me encerré en un cuarto que a mi parecer era el más bonito y lo recorrí entusiasmada, imaginando donde pondría el armario y todo lo demás.

El cuarto estaba vacío, pero la luz que entraba por la pequeña ventana en forma circular y que tenía un diseño muy hermoso de estrella en el cristal, le daba un contraste muy cálido. Un agradable olor a madera se impregnaba en mis fosas nasales, dándome la bienvenida a mi nuevo lugar favorito.

Luego de un buen rato organizando los muebles, mamá nos pidió a mí y a Brandon que compráramos alimentos y allí estábamos, en un Walmart haciendo mercado en nuestro nuevo vecindario como los niños buenos que éramos.

Aburrida de esperar en la cola para pagar, salí del Walmart dejando a mi hermano allí con todas esas señoras discutiendo por qué les subieron los precios a algunos productos. Era gracioso porque él intentaba ignorarlas, pero era inevitable que ellas lo incluyeran en la discusión decían cosas como  ‹‹¿Tu qué piensas?››  ‹‹Tengo razón, ¿verdad?››  y pues el pobre solo asentía, sin embargo, no era suficiente ya que esas señoras lo miraban con cara de ‹‹Di algo, mijo››

Ya afuera y a salvo de aquella penosa situación, me puse unos audífonos para entretenerme mientras esperaba, me coloqué mis lentes de sol y metí mis manos dentro de mi sudadera. Había un montón de autos estacionados en la entrada, muchas personas entraban y salían a toda prisa. Caminé sin rumbo hasta que algo verde y redondo en el suelo llamó mi atención, me incliné para recogerlo y detallé que era un limón.

A alguien de seguro le hará falta un limoncito en sus compras, pensé mientras acomodaba mis lentes sobre mi cabeza y seguía con mi camino.

De repente algo se atravesó en mi camino haciéndome caer de bruces al suelo. Gracias al señor limón, yo tenía puesto un pantalón largo porque si no me hubiera raspado las rodillas. Más rápido que un pedo me puse de pie y enojada busqué a la persona que me hizo caer, visualicé a un chico que iba en una patineta como si nada, después de atropellarme.

—¡Oye, idiota! —Grité, enfadada. Éste detuvo su trayecto y volteó a verme—. ¿Por qué no te fijas? —reclamé acercándome, él chico se encogió de hombros y luego hizo una mueca de burla; sin embargo, se mantuvo en silencio.

—Que no te piensas disculpar, por tu culpa me caí —inquirí con los dientes apretados y como era más alto que yo tuve que inclinar la cabeza hacia atrás para enfrentarlo. El chico rubio y de ojos azules frente a mí, se rio descaradamente. Las líneas de su rostro se marcaron con esa amplia sonrisa burlona que plasmó.

—Por qué tengo yo que disculparme, sí fuiste tú la que se atravesó —dijo con un tono de suficiencia arrogante, cosa que hizo que se me calentara la sangre.

—Yo no me atravesé, tu deberías tener más cuidado ¿Qué hubiese pasado sí en mi lugar hubieses atropellado a un anciano o a un niño? —exclamé cruzándome de brazos y él solo se reía como idiota.

—Pero no eres ni una anciana, ni un niño... más bien eres como una pulga —Se burló y luego volvió a montar su patineta alejándose un poco. Como sí no acabara de ofenderme. Te juro que para ese momento debía de tener la cara roja como un tomate, pero no por haberme sonrojado; si no porque estaba a punto de explotar como un volcán de toda la rabia que me dio que me llamara pulga.

Empuñé mis manos, muy molesta y fue cuando sentí que aún tenía el limón en mi mano derecha.

—¡Oye! —Lo llamé, él irritado se detuvo y me miró—. ¡No soy una pulga! —grité y lo siguiente que vi fue mi mano arrojando con mucha fuerza el limón, y a éste golpeando el ojo del chico.

Llevé mis manos a mi boca al ver como el chico cayó al suelo y comenzó a quejarse de dolor; mientras con sus manos se cubría la zona afectada.

¡Santa cachucha!

Angustiada hice lo primero que se me ocurrió y fue huir, comencé a correr como si mi vida dependiera de ello, no espera, si dependía de eso. Corrí hasta que me encontré con mi hermano quien llevaba dos enormes bolsas repletas de alimentos. Le pasé por un lado sin detenerme.

—¡Corre, Brandon! ¡Corre! —grité, desesperada y cuando volteé lo vi corriendo detrás de mí con ambas bolsas en sus brazos. La verdad se vio muy gracioso corriendo así pero no tenía tiempo de reírme en ese momento, solo pensaba en huir.

Luego de correr sin detenernos cinco cuadras, por fin habíamos llegado a casa. Entré y me arrojé al sofá para intentar calmar mi respiración, tenía siglos que no corría de esa manera, creo que aún estaba en forma porque no me detuve ni siquiera para asegurarme de que mi hermano estuviera corriendo tras de mí. Un segundo después Brandon entró a la casa sin aliento y dejó las bolsas en el piso.

—¿Qué les pasó? ¿Por qué vienen corriendo? —cuestionó mamá muy preocupada.

—Esa tonta, me hizo correr varias cuadras y todavía no sé ¿Por qué? —se quejó Brandon, molesto y yo no sabía ni qué decir.

—Estela ¿Qué pasó? —preguntó mamá, levantando las bolsas del piso y dirigiéndose a la cocina. Brandon aun agitado tomó asiento a mi lado.

—Un perro gigantesco me atacó, fue por eso que salí corriendo —mentí recordando al "perro" al que le tiré un limón en el ojo.

—Cual perro, yo no vi ninguno —refunfuñó Brandon.

—Tu no lo viste, pero te salvé la vida hermano, ya no te quejes —dije refiriéndome al temor que él sentía por los perros y mucho más si eran grandes, que irónico no, mamá era veterinaria y a él le daba miedo acercase a uno.

Brandon se rindió ante mi indiscutible lógica y mamá solo se reía de mis ocurrencias, lo que ella no sabía es que le había sacado el ojo a un chico con un limón, me estaba muriendo de remordimiento porque pensaba que había dejado a una persona llena de sueños e ilusiones, sin un ojo. Y estuve encerrada en mi cuarto todo lo que resto del día rezándole a Dios que por favor no me castigará por eso. Todo había sido culpa de ese limón, no mía yo era una niña buena.

—¡Niños, bajen a cenar! —Escuché la voz de mamá proveniente de la cocina y luego de organizar mi cuarto bajé, la casa era grande y tenía muchas habitaciones es por eso que siempre tardábamos un poco en llegar al comedor. Cuando ya todos estábamos sentados empezamos a comer.

—Chicos, mañana quiero que se levanten temprano —se prenunció mamá, mientras cortaba su trozo de carne.

—¿Por qué? —cuestioné tomando mi jugo.

—Asistirán a clases.

Ambos nos quejamos.

—¿Qué? Pero...

—Su mamá los inscribió hace algunos días y gracias a sus buenas notas, los aceptaron —intervino papá con simpleza.

—Pero por qué tanta prisa, acabamos de llegar —replicó Brandon con disgusto y lo entendía, ya que ambos teníamos planeado descansar de los estudios. O sea, estar por lo menos dos o tres días echados en la cama todo el santo día.

—Simple, no quiero que estén perdiendo el tiempo y que se ocupen en sus estudios —Suspiró mamá, cansada—. Sé que el cambio es muy duro, pero solo queremos que hagan muchos amigos y se diviertan —dijo mirando a Brandon—, y que no se metan en problemas —Ahora se dirigía a mí. Muy tarde mami ya le había sacado el ojo a un chico que me llamó pulga.

—Ok —decimos al tiempo y seguimos con nuestra cena.


 ⭐⭐⭐

Muchas veces creí que eso de presentarse ante tus demás compañeros de clase ya había pasado de moda, pero no, henos allí a punto de hacerlo. La maestra de apellido Smith acomodó sus lentes y luego nos indicó que nos presentáramos.

Mi hermano y yo cruzamos miradas cómplices y seguido él habló:

—Mi nombre es Brandon, tengo diecisiete años y soy nuevo aquí —se presentó, con toda la apatía que su cuerpo se lo permitía y algunas chicas se lo comieron con la mirada.

—Hola, soy Estela y soy su hermana —dije y la cara de la maestra fue como ¿Eso es todo? Si, esa fue mi fantástica y muy elaborada presentación.

Ambos caminamos hacia unos puestos vacíos y tomamos asiento. Traté de ir la más confortable posible: me puse unos Jeans, un top blanco y una chaqueta de Jean color negro. Mi hermano se puso lo mismo de siempre: unos jeans y un suéter negro.

La maestra dio inicio a la clase y yo traté de concentrarme para fingir que no escuchaba los murmullos de mis compañeras respecto a mí y mi hermano, ser los nuevos nunca es fácil, pero siempre hacíamos lo que se podía.

Me encontraba recorriendo la escuela secundaria Beaufort. Recuerdo que me gustó mucho era muy bonita y grande. La decoración se apegaba perfectamente a esa ciudad y a sus habitantes: la mayoría del interior estaba pintado de blanco con excepción de las puertas y ventanas que lo estaban de verde; tenía piscinas, gimnasios para jugar baloncesto y canchas para practicar diferentes deportes. Lo que más me llamó la atención fue que tenía salas de práctica de baile, eso era curioso además del hecho de que me gustó la mascota oficial de la escuela, era un águila.

Finalicé mi recorrido en la cafetería y tomé asiento en una mesa que estaba vacía. Me puse a revisar mis redes sociales cuando sentí que alguien tomó asiento frente a mí. Levanté la vista y me encontré con tres chicas sonriéndome.

—Hola —saludaron amablemente las chicas.

—Hola —les regresé el saludo sonriendo.

—Soy Jena, ella es Lau y esta morenaza hermosa es Pilar. Estamos en tu misma clase —inquirió Jena con alegría y me permití observarlas, eran muy bellas y diferentes la una de la otra.

Jena era un poco alta, delgada, con buen cuerpo, tenía la piel blanca, cabello rubio y ojos color verde claro. Llevaba puesto unos shorts a cuadros azul y una camiseta de tirantes blanca. Era ese tipo de chica que sabía combinar la belleza con la simpleza. Era linda y agradable.

Lau era la más baja de la tres, aunque no mucho: tenía la piel clara, el cabello tinturado de morado y un piercing en la nariz, ojos negros y cuerpo bien proporcionado para una chica de su edad. Estaba vestida con unos jeans negros con más rotos que las medias de mi hermano, un top de tirantes. Su apariencia era como la de una chica que le daba igual lo que pensaran de ella. De las mías.

Y por último estaba Pilar, piel color canela y ojos color miel intensos, tenía un frondoso cabello castaño ondulado y unas curvas que dejaban babeando a cualquier chico. Su perfil era perfecto y sin mencionar que tenía un pequeño tatuaje en la clavícula, pude verlo gracias a que llevaba una blusa blanca con escote en V y unos jeans.

La conversación comenzó y debo admitir que esas chicas me cayeron muy bien, eran muy divertidas y ocurrentes.

Creo que ya pasé la primera tarea de mamá, hacer amigas, listo. Falta divertirme. Pensé mientras me reía un poco por el comentario que hizo Pilar sobre mí elaborada presentación en la clase.

De repente la cafetería se volvió muy ruidosa, había chicas gritando como locas y chicos celebrando. No entendía qué estaba pasando, por qué había tanto alboroto.

—¿Que está pasando? —cuestioné a las chicas y éstas me señalaron hacia un lugar en específico. Me giré un poco para ver qué era y vi a tres chicos haciendo una entrada triunfal a la cafetería.

—¿Quiénes son esos? —indagué sin tanto interés y Pilar casi se atragantó con su propia saliva; mientras las demás mi miraban como ‹‹Chica, ¿en qué planeta vives?››

—Son los chicos más populares de la escuela —contestó Lau.

—Y ¿Qué con eso? no es para tanto, ni que fueran la gran cosa —hice un ademán para restarle importancia y en ese momento los chicos pasaron a un lado de nuestra mesa.

Jena carraspeó y con mucho orgullo habló:

—Max, Ben y Josh, son miembros de la banda Deep Purple. Ellos tienen su propio canal de YouTube donde han subido varios videos musicales y tienen mucha popularidad —me informó mientras aún los seguía observando.

Detallé cuidadosamente a esos chicos y no podía negar la realidad, si estaban bien buenos y supuse que debían ser muy talentosos para ser así de populares, pero sobre todo para tener a todas las chicas babeando detrás de ellos.

Los chicos se alejaron y todo volvió a la normalidad. Ya no se escuchaban gritos ni murmullos solo tranquilidad.

—No es para tanto. Solo son tres chicos normales, en una escuela normal, buscando sobresalir en un mundo lleno de personas superficiales y muy exigentes respecto a la apariencia física. Nada fuera de lo común teniendo en cuenta que aún no se enfrentan a la vida real —musité haciendo un mohín de desinterés.

—Pero falta uno —intervino Lau —, es el más popular de todos y el más guapo, su nombre es Ian Miller. Supongo que ese, sí te parecerá interesante.

—Bueno, eso ya lo veremos.

⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐
Nota de la autora
⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐

Heyyy. primer capitulo espero les guste.
Sobre la escena del limón, parecerá chiste pero es anécdota, gracias a Dios no me pasó a mí, si no a mí mamá. Créanme a ella le pasaron muchas cosas interesantes en su juventud.

Este capítulo es como la presentación de los personajes y sobre todo de Brandon, ya que él es un personaje importante en esta historia, recuerden que él también pidió un extraño deseo.

Besos.

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