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C9

N/A: La canción queda perfecta para J&S, al final escuchenla con los ojos cerrados e imaginen todo lo que leyeron en este capítulo. 🤍

June:

—No le digas a mami pequeñita, recuerda que es nuestro secretito.

—Papi, no me gusta este secreto. Es doloroso.

Desperté con la respiración agitada, un sudor frío recorría toda mi espalda y aquellas imágenes eran repetitivas en mi cabeza. Ese sueño en específico era constante, en él aparecía solo mi padre y yo, en mi habitación a oscuras con mi osito de peluche abrazado y lágrimas en mis ojos, sin embargo, no lograba averiguar de que secreto hablaba. Me frustraba no llegar a la razón de aquella visualización que mi cerebro creaba sin sentido.

Miré a mí alrededor y noté que todavía era de madrugada; tan silenciosa y solitaria. Si algo se me dificultaba era volver a conciliar el sueño cuando tenía una pesadilla, me puse a dar vueltas de aquí para allá, bebí agua, conté borreguitos y no pasaba nada. Haría un poco de provecho para mi haciendo unas abdominales de manera ridícula en el suelo. Unas diez repeticiones parecen haber funcionado porque quedé dormida hecha un ovillo. Desperté hasta que la alarma de mi celular comenzó a sonar ruidosamente, en una hora tengo una junta importante con los socios de la disquera, estaba que la emoción no cabía dentro de mi pobre alma, me encantaba saber que las cosas en mi trabajo iban tan bien y, que yo encajaba en ese lugar.

Mire mi armario, en él no había un mundo de prendas que utilizar, solo lo justo y necesario, por lo que opté por una falda que llegaba por arriba de los tobillos con estampado de leopardo y una abertura pequeña del lado izquierdo, acompañada con unas sandalias negras y una blusa de tirantes blanca. Mi piel era ligeramente bronceada, no como la mayoría de los habitantes de la ciudad que desfilaban con un bronceado marcado y perfecto.

La sala de reuniones era rectangular y grande, con ventanales que dejaban a la vista la ciudad, la mesa de madera pulida parecía recién barnizada, había exactamente once sillas: cinco en cada lado y una en el extremo, dejando el otro extremo libre con una pantalla en la que se presentarían las propuestas. ¿Lo mejor? Que en una de esas sillas estaría yo.

Me emocionaba mirar a mi alrededor y saber que lo estaba haciendo de maravilla poco a poquito, lo gracioso es que nadie imaginaba que tendría un empleo de este tipo, rodeada de música, papeleo, redes sociales, básicamente un trabajo lleno de estrellas. Tomé una taza de té de manzanilla que humeaba, el toque de miel de abeja le daba un excelente dulzor.

—Buenos días. —Un hombre de mediana edad se encontraba en la puerta de la sala, vistiendo un traje entallado que parecía hecho a la medida —. ¿Qué hace una lindura como tú en este lugar? Jamás te había visto por aquí y vaya es un placer verte.

Je je gracias, señor, buen día. Mi nombre es June Garrido, formo parte del área de redes sociales y protocolo para el señor Harrow. —El hombre extiende su mano y con respeto se la tiendo —. Es mi primera junta para tomar nota de lo necesario, estoy un poco nerviosa.

—No deberías estarlo, belleza, por cierto, soy Cameron Ritz, pero tú, preciosa, puedes llamarme Cam.

—Un gusto señor, si me disculpa debo seguir preparando mis materiales.

Hice el ademan de dar media vuelta para seguir con mis cosas, la situación es que no alcancé a dar ni dos pasos cuando la mano del hombre envolvió mi muñeca.

—No cielito, apenas y nos hemos presentado, deberíamos charlar un poco más. Podríamos sentarnos —acarició con delicadeza el interior de mi muñeca —, charlar un poquito, beber un café, ¿no te apetece?

—Hum... bueno, así podría ayudarme un poco a entender de que va todo este rollo, me vendría muy bien para no tener confusión.

Realmente me emocionaba conocer más sobre este mundo en el que trabajo, mamá se la pasa diciendo que tengo que ser amable con las personas y bueno, sabiendo el puesto del señor Ritz, me interesaba todavía más acerca de su trayecto en la disquera. Tal vez podría hacerla de voluntaria en la siguiente campaña de promoción a algún disco, pero se necesita de tiempo e información.

—¿Hace cuanto que estás aquí? —Se dirigió a la mesa de aperitivos, sirviéndose un café sin azúcar, a lo que lo miré extrañada.

—No mucho, apenas y unos tres, casi cuatro meses en realidad.

—Con razón —se sentó a mi lado poniendo una mano sobre la mía —, serias fácil de recordar.

—Si bueno...

La cercanía del hombre me incomodaba, las preguntas que hacía eran personales y por más que intentaba evadirlas su terquedad era invasiva. Su mano era áspera en comparación de la piel expuesta de mi pierna, quería moverme, salir de esa sala de inmediato, pero no lograba ni siquiera hablar; me sentía bloqueada por él. Sentí que el oxígeno regresaba a mi cuando la puerta se abrió y de ella emergieron varios hombres con vestimenta formal, a la cabeza se encontraba mi jefe con su sonrisa amable y marcada. Me pidió que me sentara a su lado mientras me explicaba los temas que se hablarían la siguiente hora.

—¿Todo bien? Te noto algo alterada y tensa —su mirada no dejaba la mía, eso me hizo entrar en razón y dejar a un lado mi nerviosismo.

—No he tenido una buena noche, es cansancio, hay algo de nervios también —miré a Ritz que estaba al otro lado de la mesa charlando con un hombre con bigote. Sintió mi mirada y me guiñó el ojo —. Solo quiero dar lo mejor de mí.

—No te mortifiques de más June, desde que comenzaste no he tenido ningún inconveniente contigo, además, mi hijo ha regresado y su carácter mejoró desde que llegaste —me ruboricé al escuchar hablar de Seth —. Soy un padre observador, no le digas a Seth, porque volverá a su modito de odioso.

—Gracias señor, necesitaba escuchar eso. Y sobre su hijo...

—Descuida, no soy de los que se molestan porque sus empleados tengan amoríos entre ellos —reímos los dos —, solo no hagan demasiado revoloteo por mi piso, ¿de acuerdo?

—Perdone por eso, mire ya van a comenzar de hablar —dije, intentando dar por terminada la conversación.

La junta transcurrió con normalidad, la mirada del señor Ritz no me dejaba en paz, me incomodaba que sus ojos inspeccionaran cada centímetro de mi cuerpo. Dejé a un lado su presencia continuando con mi trabajo. Al parecer el siguiente disco por salir era del chico que había conocido, Elliot, tenía que acordar un horario para que visitara las oficinas y se llevara a cabo la organización de su segunda presentación. Seguramente Parker se emocionaría al tener que asistir, lleno de música, bebidas alcohólicas, chicos y chicas por igual con los cuales besuquearse y meterse mano en un lugar estrecho y oscuro. Yo en cambio, no estaba segura en asistir, no soy de eventos masivos ruidosos, no tengo buena fluidez en pasos de baile festivalescos y, la actitud que se debe mostrar simplemente no se me da.

Hace un par de días había contactado a Elliot, hoy nos reuniríamos en la sala de descanso para beber algo refrescante y, así ponernos al día sobre la firma y la presentación. Él era un chico alegre, jovial y carismático, todo aquello era suficiente para que su fama incrementara de forma rápida.

—Comencé desde muy pequeño en la iglesia a la que iba con mi abuela —dijo bebiendo de su batido frutal —. ¿June es por el mes?

Comencé a reír por la pregunta, desde muy chica he tenido que explicar la razón de mi nombre. Nada interesante.

—June es porque mi padre conoció a mi madre en Junio, en un partido de baloncesto callejero. Cuando se embarazó, se le ocurrió que podría llamarme June.

—Pues es un nombre peculiar.

—Era ese o que me llamaran Toshi —rodee los ojos, él frunció el ceño sin entender —. Toshi, diminutivo de Toshiba, esa marca de ordenadores.

Comenzó a carcajearse abiertamente, el descarado le salían lágrimas de los ojos. A mí no me parecía muy gracioso, iba más a lo vergonzoso.

—Ay June, eres tan graciosa.

—Sí June, eres muy graciosa —una tercera voz se unió a la conversación —. Hola Juni Yummy, ¿nos vamos?

—Seth, hola, dame un momento —me brillaron los ojos cuando lo vi frente a mi depositando un beso en mi sien.

—¿Y tú eres? —Alzó un ceja mirando a Elliot.

—Seth, te presento a Elliot Leiva, nueva cara de la disquera. Elliot, te presento a Seth mi...

—Su esposo —dijo cortándome la oración.

—¿Esposo? —Leiva me mira confundido y yo lo miro roja como un tomate.

—N-no es mi esposo.

—Bueno, su novio.

—Tampoco lo eres, Seth es solo mi amigo e hijo del señor Harrow —concluí.

Elliot sintió el ambiente tenso por lo que apenado mejor se marchó. Seth me fulminaba con la mirada, yo tenía la cara escarlata, me senté en la silla bufando efectivamente molesta. Este maldito chico posesivo y sus etiquetas.

—¡Loco! —Le grité.

—Eres mía.

—Claro que no idiota, soy una mujer libre, no por nada existe algo llamado libertad. ¿De qué siglo eres?

—Como sea, vamos que tengo hambre y la reservación no la quiero perder.

—¿Ya dime a donde iremos a cenar?

—No, camina Tontín.

Seth comenzó a llamarme con ese apodo desde que le mostré mi colección de cuentos, entre ellos estaba Blancanieves y los siete enanos, de ahí me comparó con uno de ellos diciendo que me parecía por lo bajita, lo orejona y ni hablar de lo torpe.

Subimos a su auto que olía deliciosamente a cereza gracias al aromatizante que le compre en el supermercado, ese aroma es de mis favoritos y aunque a Seth le parecía demasiado dulce y empalagoso, no protestaba. En el fondo sé que le gusta porque le recuerda a mí y mi labial humectante. Además, tengamos en cuenta que yo estoy abierta de mente —y piernas — para hacer cositas nuevas en la cama, él claro que puede soportar un aromatizador de cereza.

Unas por otras.

El auto daba vuelta tras vuelta, me mareaba mirando a la ventana.

—Si das otra maldita vuelta, juro que vomitaré el sándwich que comí este mediodía —enfurruñada crucé los brazos mirándolo.

—Debes cubrirte los ojos, no puede ver al lugar al que nos dirigimos.

No proteste y me cubrí con la capucha de una sudadera que tenía. El auto continuó con su trayecto, pero ahora en línea recta, probablemente unos diez minutos después este se detuvo. El chico me ayudo a bajar mientras yo me burlaba de cómo sus manos temblaban sujetando mi cintura, el solo me daba pellizcos en la parte lateral de mis senos. Me tentaba el maldito.

—¿Ya puedo quitarme esto?

—Ya.

Me deshice de la prenda y en cuanto enfoque la vista, vi el lugar en el que me encontraba: Una playa no muy lejos a la ciudad, el cielo comenzaba a cambiar a las tonalidades naranjas que señalaban lo cerca que estaba el atardecer. Tendríamos suerte de mirarlo juntos antes de que anochezca.

—Vamos, que puede que ya nos hayan robado la comida —suelta mi mano y camina a la manta que está sobre la arena —. Mueve esas piernecillas Tontín.

—¿Esta era tu supuesta reservación? —Me senté a su lado y el asintió —. Me encanta. La vista es estupenda y no hay nadie que se entrometa. Estamos lejos de los murmullos de las personas.

—Solo el murmullo de mar y nada más.

—Gracias por traerme.

—Sabía que te gustaría. Es un sitio tranquilo, este es mi lugar de escape cuando no puedo dormir, me gusta sentarme y mirar el cielo, nada más que el sonido de las olas romper.

—Compraste higos —reí al mirar la canastita con la fruta —. Amo los higos.

—Lo he notado en cada maldita merienda, llegas con un recipiente de higos y la combinas con alguna otra fruta.

—¿Te das cuenta de eso? —Lo miro sorprendida.

—June, presto atención a cada maldito detalle tuyo. Se cuando tienes hambre porque tu humor es irritante. Cuando tienes sueño los ojos se te hacen pequeños y mueves mucho las manos. Cuando estás más alegre de lo habitual sueles tararear canciones y mueves tu cabeza a un ritmo que solo tu llevas —mi respiración se hizo más pesada al escucharlo —. Así que sí, me doy cuenta hasta de lo más minúsculo de ti.

—Me dejas sin palabras, Seth Harrow.

—Pues entonces dejémonos de palabras y vayamos a nadar.

Se levanto de un salto quitándose la camiseta que llevaba, seguido por los zapatos quedando solo en sus vaqueros. Me tomó de las manos arrastrándome a la orilla, mis pies los cuales ya estaban descalzos tocaron la frialdad del agua, mi pelo volaba salvajemente y la felicidad que sentía en ese momento era inmensa.

—Estoy muy segura de que te falta un tornillo, ni siquiera me dejaste quitar el vestido.

—Ese no es un problema, ya me encargo.

Tomó el dobladillo de la prenda subiéndole lentamente, pasó por mi cabeza y quede solo en ropa interior. La cual no era para nada sexy, era de algodón, cómodo y metía todo en su lugar. Lo justo y necesario.

—Uy, me gusta ese conjuntito. ¿Es de la tendencia abuela sensual en verano? —Bromeó.

—No, de hecho es la tendencia si te sigues burlando de mi ropa interior, te cortaré el pedazo de carne que tienes entre tus piernas. —Le di un beso en la comisura de los labios.

—No tenía idea de que Tontín tenía ese lado rudo, me gusta.

Cuando nos sumergimos me tomó del tobillo llevando más profundo, mi cintura y brazos rodearon su cuerpo para tratar de sobrevivir pegado a él como una sanguijuela. Seth y yo parecíamos un par de críos que no dejaban de jalonearse y chapotear agua, yo amaba nadar, estar dentro del mar era como oxígeno puro. En un momento se me ocurrió lanzarme a sus brazos y besarlo, tal y como lo había imaginado desde que era toda una adolescente leyendo novelas románticas. Fue un beso mojado y no hablo del intercambio de saliva, literal el agua salada se colaba a nuestras bocas provocando una que otra risa tonta.

—Te reto a que vayas a ese lado y te sumerjas lo más profundo que puedas —me susurro al oído dando un beso en el lóbulo.

—¿Cuál será el premio?

—Ya lo veremos después.

—Bien, entonces te veré allá.

Seth:

Desapareció bajo el agua, la seguí dándole cierta ventaja. Me sentía algo ansioso cuando averiguara de que se trataba todo esto. Hace unos días había decidido que le pediría que fuese mi novia formal, pero no quería una forma típica y usual, es por eso que la traje a un lugar tranquilo y especial, escondí un cofre al fondo con las rocas, dentro tenía una capsula con una carta. No solía hacer cosas como estas, cosas que involucren esfuerzo romántico de mi parte, supongo que June saca esa parte de mi sin siquiera esforzarse. Ella merece que sea un pelín menos mierda.

La pequeña figura de la chica salió como si se tratara de una sirena, se sentó sobre una roca de gran tamaño mientras trataba de descifrar como abrir el objeto que había encontrado.

—He encontrado esto, ¿tendrás una navaja o algo para abrirlo? —Dijo emocionada.

—No, pero tal vez pueda darte algo más útil como la llave.

—¿Llave? —Asentí —. ¿Es tuyo?

—Tal vez.

—¿Puedo saber qué hay dentro?

—¿Quieres saberlo?

—Pues claro que sí, es misterioso.

El cielo ya ardía con el sol, la piel de June destellaba un dorado hipnotizante, nadé hasta llegar a su lado y le di la pequeña llave plateada que estaba en mi bolsillo del pantalón. Podía notar lo emocionada e intrigada que estaba, sus dedos se movían con agilidad mientras abría el candado.

—Venga Seth, tanto misterio y al final es solo una cápsula de esas para... —sus ojos se agrandaron llenándose de lágrimas —. ¿Cómo la conseguiste?

En sus manos yacía una pieza idéntica a la pequeña estatuilla que había roto tiempo atrás, sus manos temblaban y no dejaba de mirar el detalle de la cerámica. No estaba al tanto del significado que tiene la figura para ella, pero solo quería que fuese feliz. Aunque fuera por una baratija.

—Sigue mirando.

Era un tubo de plástico reforzado, lo utilizaban en los submarinos en la guerras, dentro había una carta la cual me había costado días y noches escribir lo que de verdad sentía. Mi cesto de basura llegó a tope de bolas de papel arrugadas. De verdad estaba nervioso, ser honesto y que ella viera como me abrí desde dentro.

—¿Puedo leerla? —Preguntó cuando sus dedos goteaban sobre el sobre.

—Claro, es para ti. —Me sonrió tan hermoso que sus ojos se achicaron.

—¿Te importa si la leo en voz alta? —Asentí mientras me relajaba sobre el agua—. Bien aquí voy...

Amor... Juniiii... June:

Estoy un 98% no, un 100% seguro de que te extrañará estar leyendo esta jodida carta con palabras rayadas, debo admitir que yo mismo me encuentro cuestionándome el cómo llegue a este jodido preciso momento en el que decidí tomar una pluma y plasmar lo que me sale de los hue..., digo, del corazón. Tal vez, este papelito termine en mi cesto como las otras veinte, pero da igual, me arriesgaré.

Quiero decirte algunas cosas que tal vez me cuestan expresarlo con la voz y, en serio lo digo con toda la honestidad que hay en mis entrañas mi alma. Sé que la manera en la que nos conocimos no fue de las mejores circunstancias en las que dos personas deberían conocerse y, lo digo por mi forma de ser, pero admite que eres algo torpe y siempre serás así; por cierto, que sepas que me encanta tu torpeza. Fui duro contigo, no debí tener ese comportamiento nunca, esa mañana estaba verdaderamente irritado y me desquité contigo, lo lamento mucho.

Jamás había sentido lo que siento por ti y, es que tan solo el verte llorar me lastima, verte reír a carcajadas me llena de vida, cuando te miro y estás verdaderamente concentrada estudiando frunces el ceño y que sepas que me produces sueño, verte desnuda en tu verdadera piel es como admirar un pieza de arte, además, mi gran amigo duele y ni te imaginas lo que provocas en mi sistema. Básicamente, verte me hace sentir completo.

Juni, mi pequeña, torpe, ridícula, irritante y perfecta Juni..., eres la mejor chica que he conocido en toda mi vida, eres la única a la que he dejado ver a través de mis sombras.

No te prometo que seré el mejor hombre, mucho menos alguien cariñoso, bondadoso y amable del universo, pero lo que sí puedo prometerte es que mientras esté a tu lado dándote mi calidez cuando tengas frío, dándote el poco conocimiento que tenga acerca del cariño, ten por seguro de que estaré dándote un poco de mi vida.

Así que pequeña Tontín, ¿aceptarías tener como pareja al príncipe malvado?

Posdata: Espero que no pienses que por escribir esto seré así de cursi siempre, si alguien se llegara a enterar de esto, negaré que lo escribí y que soy un sensible llorón cuando quiero.

Con un trocito de mí, espero que no me dejes sin una respuesta.

Seth Harrow.

Ella dejó de leer y no dijo ni una sola palabra, ¿acaso había sido tan horriblemente empalagoso? Mi corazón latía a mil por hora y esto ya comenzaba a preocuparme. Por razones como estas no suelo hacer nada romántico, tal vez debí esperar o seguir así como estábamos, sin formalidad ni presiones. Maldita sea.

Me di vuelta decepcionado con el pánico recorriendo todo mi cuerpo, al sumergirme en el agua fría de la playa la tensión que se había acumulado en mis hombros disminuyo casi en su totalidad, nadé hasta que mis pulmones ardían a falta de oxígeno. Me demostré débil, sincero y ella no dijo nada. ¡Nada!

—¡Seth! —Gritó todavía desde su lugar —. ¡Seth, vuelve!

La ignore mientras salía pisando la arena, me senté mirando la luna que yacía acto de presencia, era hermosa y la luz plata se reflejaba en el oscuro azul del mar. Cerrando los ojos se me vino a la mente mi madre y lo mucho que le gustaba salir a caminar por la orilla de noche y sentir la brisa del viento salino.

—¡Mierda Seth! —La chica se tumbó a mi lado agitada —. Yo no nado tan rápido como tú señor Tritón, además, casi me traga una ola. ¿Por qué te fuiste sin dejarme hablar? —Bufé a lo que dijo.

—¿Ibas a hablar? Pensé que no, ya que ni siquiera hiciste algún gesto. Me abrí ante ti June, ¿sabes lo que es hacerlo y que no tengas respuesta?

Vale, ya lo he dicho.

Eso chico, expresa lo que siente.

—Puf y decían que las mujeres somos las dramáticas —me tomó de la mano —. Seth, ¿ahora me permites hablar?

—Sí.

—Pues primero que nada, gracias por reponer la estatuilla, lo aprecio demasiado —en ese momento nuestros ojos se encontraron —. Ahora, respondiendo a tu carta, pues te digo que ha sido lo más lindo que he leído en toda mi vida y vaya que me he leído decenas novelas románticas.

—Juni, no te desvíes.

—Perdona, acepto ser tu novia, no sin antes dejar unas cosillas claras.

Su cara de seriedad me asustó.

—¿Cuáles?

—Lo principal es que no eres el príncipe malvado, eres más como un Pitufo gruñón —comenzó a reír a carcajadas hasta que sus mejillas se tornaron coloradas —. No olvides moderar tu termostato de gruñides, nada de otras mujeres ni mucho menos hombres, esa va para mi parte también y no te sientas atacado.

—¿Algo más?

—Sipi, compartiremos calcetitas con dibujitos de vez en cuando, me cuidarás y yo te cuidaré.

—¿Eso significa que estás aceptando ser mi novia?

No hubo necesidad de palabras ya que ella tan solo se abalanzó a mí provocando que ambos termináramos sobre la arena, sus labios tocando los míos, nuestras lenguas entrelazándose, siguiendo su ritmo. Era oficial, June era mi chica; era mía y yo era jodidamente suyo.

—Seth, hazme el amor aquí —dijo entre besos —. Siempre tenemos sexo, hazme el amor.

—No sé cómo hacerlo —la voz me tembló —. Lo siento June, pero...yo no...

—Shhh, tranquilo Seth, déjate llevar. Es algo nuevo para los dos.

La besé, pero esta vez fue con suavidad, dejándonos saborear el momento. Sentir su piel, la textura, la fricción, todo de ella. 

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😭 YA SON NOVIOOOOS 😭
Mis niños ya son una pareja oficial jaja, que emoción me da esto, verdad de Dios. Hace unos días estaba pensando en cuando conoceré un Seth, porque estoy más sola que una piedra. ❄️

Cómo dice el capítulo, ahora hay una nueva historia de amor entre un Pitufo Gruñón y una Tontín.  🥺🍂

Denle a la estrellita ⭐ de allá abajo si les gusta y no olviden comentar que es lo que más disfruto.

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