C5
Seth:
Llegamos a la habitación pasada la medianoche, me despojé del saco y el ridículo moño, al fin volvía a respirar como se debía. Me dejé caer en el suave colchón, cerrando los ojos, descansando un poco de todo el ajetreo anterior. Sentí como a mi lado la cama se hundía, June estaba recostada a mi lado mirándome a los ojos, el cabello le caía por la cara, haciendo que se viera hermosa de esa manera.
La luz de la luna se colaba por la ventana, iluminándonos a nosotros dos, como un reflector natural. Le sonreí mostrando un poco de mis dientes, el aire se sentía ligero, me sentía en calma mientras mi nariz recibía con gusto el perfume que usaba.
—¿Qué está pasando por tu mente en este momento? —Cuestioné.
—Hace un rato, antes de ir a la gala, estabas acariciando mi piel de una manera delicada, pero al segundo te apartaste y volviste a ser frío —cerró los ojos un momento —. ¿Me odias tanto a tal grado que te doy asco?
¿Odiarla? Me acerqué un poco más a ella acortando la distancia que nos separaba, pasé mi dedo por su rostro, trazando pequeñas figuras imaginarias. Había que ponerse a pensar en qué momento termine en esta situación, siendo bueno con ella. La voz que utilizó para preguntar tal tontería parecía rota, ¿de verdad la odiaba?
—June, no te odio y mucho menos me darías asco —fui honesto, el alcohol ya comenzaba a hacer de las suya —. Me alejé de esa manera tan apresurada porque me hiciste sentir y no quiero que tú me hagas experimentar eso. No puedo.
—¿Por qué no? —Puso su mano sobre la mía, provocando que mi corazón latiera a mayor velocidad —. ¿Es malo sentir?
—No, claro que no lo es. Pero no estoy listo para hacerlo, no quiero ser como mi padre —negué con la cabeza intentando alejar lo tenso que me sentía —. Olvídalo, es una tontería la cual no entenderías.
—No lo es, los sentimientos de las personas o de cualquier ser vivo nunca serán una tontería. Tienes que dejar de guardar todo en tu interior, te harás daño, lo digo por experiencia propia.
—Si te lo cuento, ¿me dirás acerca de tus ataques de pánico? —Alcé la ceja.
—Trato —sonrió.
—Mi madre era una mujer demasiado amable para un mundo como este. Ella era hermosa, recuerdo perfectamente los fines de semana que pasábamos viendo caricaturas en mi habitación mientras comíamos golosinas —sonreí al recordar los bellos momentos —. Ella daba cariño sin esperarlo devuelta, mi padre solía decir que la amaba, pero siempre estaba distante de nosotros. ¿Cómo puedes decir que una persona es tu vida y no estar presente? Cuando murió, no lloró, no demostró ni una sola pizca de dolor. Nada. Mientras tanto, yo estaba destrozado, tan solo tenía dieciséis años y ya había visto morir a mi madre de una manera trágica y tortuosa —limpié la lágrima que amenazaba con derramarse —. Entonces, comprendí que a veces el decir lo que sientes no es lo mismo a demostrarlo. Mucho menos si dices amar a la otra persona. Entendí que no siempre es real, son solo palabras al aire, la realidad es que no sé lo que es amar a otra persona, el único amor que conozco era el que sentía por mi madre. Ese si era un amor sano y puro.
Terminé de hablar con un nudo en la garganta, ella captó mi momento de debilidad y depositó un beso corto en mis nudillos.
—De verdad lamento lo de tu madre, estoy segura de que ella te amaba con toda su alma y lo sigue haciendo desde donde quiera que esté. Pero debes dejar ese miedo y dejarte amar. Puedes aprender poco a poco. Puedes...
En ese momento no pude contenerlo más, acerqué mis labios a los suyos besándola. Sus labios eran pequeños, con volumen y se sentía una sensación áspera. Sus besos eran tan diferentes a los que había dado con anterioridad, este era inexperto, con una calidez infalible, se sentía bien hacerlo. Se sentía como un respiro de mi mierda, una burbuja de oxígeno. Sin dejar caer mi peso me subí a ella, en ningún momento aparté mis labios de los suyos, ella me correspondía de la misma manera. Recorrí su cuello con la punta de mi nariz, el olor natural mezclado con el floral de su perfume me hizo sentir que mi corazón se desbocaba y anhelaba salirse.
No llevaba mucho tiempo en conocerme y yo a ella, y estaba cien por ciento seguro de que cualquier persona me tomaría por loco. Estos besos se sentían sinceros y correctos. Sí, iba rápido, mi pequeña historia con June comenzaba precipitadamente, pero tal vez este cuento tenga un punto final en las próximas horas o puede que solo sea un simple punto y coma que nos invita continuar con nuestras vidas. No lo sé, al demonio el tiempo.
Mantuve mis labios en la curvatura de su cuello, recorrí cada centímetro de piel expuesta cercana a su rostro, ella tenía los ojos cerrados y los labios rojizos entreabiertos. Utilizó sus manos para ir desabrochando mi camisa con torpeza y una lentitud tortuosa. Mi mano comenzó a explorar por debajo del vestido que todavía enfundaba, mordisquee su hombro obteniendo un jadeo de respuesta.
—Dime Juni, ¿quieres esto? —Pregunté excitado.
—Sí, lo quiero. Necesito saber cómo es estar con una persona de esta manera, tan...tan íntima.
—Yo no soy gentil, conmigo no verás un cuento de hadas y mucho menos una escena de amor. Mi modo es diferente, ¿podrás manejarlo?
—Podría intentarlo —dijo cegada por el deseo —. Solo dame un momento, hazlo primero lento, podré manejarlo.
—Me gusta ese pequeño lado que tienes, ruidosa.
Dejé las palabras, utilizando mi boca para volver a atacar sus labios con deseo, nuestras lenguas se encontraron y decidieron integrarse al juego. Me incorporé para desabrochar su vestido y lanzarlo por algún lado de la habitación. La piel con un tenue bronceado brillaba, mi entrepierna endureció todavía más al verla en solo un trozo de tela liso color blanco que se traspasaba por la humedad que creaba su anatomía; no llevaba sostén, por lo que sus pequeños pechos estaban expuestos y los pezones endurecidos.
—"Lo único que provocas en mi son náuseas y ganas de darte un golpe" —repetí sus palabras con burla al ver que efectivamente estaba húmeda —. Te mordiste la lengua, querida.
—Probablemente ya no me produzcas náuseas, pero sigo queriendo darte un golpe y borrar esa estúpida sonrisa canalla.
Ataqué uno de sus pechos que aclamaban atención, el pezón endureció cuando mi lengua lo tocó, deseoso la miré desde el pequeño relieve en el que me encontraba, June gemía palabras sin sentido y pedía más. Metí dos de mis dedos dentro de su ropa interior, acariciándola lentamente, esparciendo su humedad por el interior de sus pliegues. Esta rogaba por ser liberada.
—Abre las piernas para mi June.
Muy obediente las abrió, quité sus bragas en segundos y ahora esa zona tan íntima, estaba completamente descubierta, permitiendo ver perfectamente aquella parte que anhelaba ser atendida. Lleve mi boca al interior de su muslo, respirando su piel y lamiendo el corto y delgado hilo de humedad que trataba de huir. Ella me tomó del cuello con delicadeza para encontrarse con mi boca, mientras ella se enfocaba en seguir el ritmo de nuestras lenguas, llevé mi mano a la zona sensible de entre sus piernas, frotando el punto central de nervios, sus gemidos eran resguardados por mi boca mientras mis dedos se enfocaban en hacerla llegar al límite.
Deslicé un dedo dentro de su cavidad, su respuesta fue casi por mera inercia arqueando la espalda, me miró con vergüenza, pero ella no debía de avergonzarse, jamás. La besé en el mentón tratando de transmitir confianza, mientras la miraba a los ojos pidiendo permiso para continuar, ella asintió cerrando los ojos sintiendo de nuevo mis dedos invadir su pequeña intimidad, la sensación que me provocaba era inexplicable, si así se sentía con mis dedos, no imaginaba lo que sería cuando estuviera dentro de ella. Era estrecha, cálida y sus ojos transmitían paz. Mucha paz.
Sin mucha paciencia tomé mi miembro y lo alineé con su entrada, antes de hacerlo, me tomé un momento para darle un poco de preparación a June con palabras, dejando en claro lo que podía sentir en el momento; un poco de dolor, incomodidad, pero poco a poco ese ardor pasaría dejando un placer del que debía disfrutar y dejarse llevar. Sintiendo seguridad, prometiendo que su cuerpo estaría a salvo conmigo esta noche.
June:
Sus besos estaban llenos de un fuego abrasador, él me mostraba lo experto que era en ese tema, dejándome a mí como una primeriza cohibida. No había besado a más de tres personas en toda mi vida, nada de lengua o besos subidos de todo.
Se sentía increíble.
Seth besaba cada parte de mi cuerpo: mi pecho, abdomen y luego llegó a mi punto dulce, aquel punto más sensible de todo mi ser. De mi boca no salían más que jadeos, gemidos y súplicas, en ese momento había olvidado formular palabra alguna o siquiera mi nombre.
Cuando el primer dedo se adentró en mi interior, sentí un pequeño latigazo de dolor, enseguida lo ignoré enfocándome en aquellos labios suaves que golpeteaban contra los míos. Con dos dedos tuve que aferrarme a su espalda, dejando caer una pequeña lágrima y besando su hombro. Con el tercero gemí con mayor intensidad, quería más. Necesitaba más, pero no de su mano. Los dedos de su otra mano disponible jugueteaban con mi pezón hinchado, la sensación quemaba. Quería sentirlo, sentir todo de él y como me hacía suya en todos los sentidos posibles.
Me sentía embriagada de su piel, de su aroma, de sus besos, pero sobre todo de su tacto. Mis cinco sentidos estaban perdidos en ese momento, mi mente viajaba al país de las maravillas, dejándome en un estado de excitación total.
—Hazlo Seth, estoy lista —dije con dificultad.
—Para ser tu primera vez, veo que tienes un poco de prisa —su risa hizo vibrar más mi interior —. No vayas a quejarte después, pequeña ruidosa.
Con un movimiento pélvico suave, introdujo un poco su miembro, el ardor incremento al grado de tener que apretar las sábanas con fuerza, las lágrimas de inmediato salieron de mis ojos; Dios esto dolía, sin embargo no era un dolor insoportable. Continuó deslizándose entre mis piernas, con paciencia me miraba a los ojos, asegurándose de que todo iba bien o buscando una sola pizca de remordimiento, pero no, no me retractaría de hacerlo. En un punto dejó de ser incómodo, el dolor que estaba anteriormente presente había dejado paso a la sensación placentera, él debió notar como mi cara relajaba que se comenzó a mover con un ritmo persistente. Flexionó sus brazos, los bíceps se le marcaron aún más; sus besos fueron húmedos, depositándolos en mis senos necesitados de atención.
—¿Te satisface? —Asentí con la mirada perdida en sus ojos hambrientos —. Tú eres todo un dilema, quien podría decir que hace tan solo unas semanas atrás no soportaba tu presencia y tú mi simple existencia. Ahora estoy entre tus piernas, degustando cada parte de ti. Estoy cogiéndote, Garrido.
Mi apellido en su boca era como escuchar el canto de un ángel. Había desbloqueado un gusto personal y era la voz de este hombre que tenía las mejillas rojas y las pupilas dilatadas.
Si así se sentía el infierno, no me importaría quemarme unas decenas de veces más.
—Sigue hablando, me gusta el timbre de tu voz —mascullé perdida en el placer.
—¿Te gustaría que te diga las cosas que te haré?
—Por favor —imploré.
—Voy a recorrerte desde la punta del pie hasta la última hebra de cabello. Voy a besar, morder y succionar esos labios rosados que no dejan de llamarme —se acercó a mi cuello, provocando que mi piel se erizara a causa de su respiración —, degustaré la ambrosía que produces, degustando tal elixir de los dioses. Sentirás frío después de mi tacto, rogarás por él —su mano encontró el punto que guardaba un manojo de nervios comenzando a estimularlo y mientras lo hacía no dejaba de penetrarme —. Gritarás mi nombre June, tenlo por seguro.
No lo pude contener. Sentí como mi cuerpo obtenía una electricidad que nunca antes había existido, el nudo en mi vientre por fin se liberó dejándome una sensación inexplicable. El orgasmo pasó por mi cuerpo, experimentando lo que era volar por los aires del placer por primera vez. Sus embestidas eran cada vez más desmañadas hasta de su boca salió disparando un gruñido, anticipando que venía su orgasmo. Sentí su líquido caliente recorrer mi abdomen, ignorando el desastre, él acercó la cara a mi vagina, llevándose con él mi esencia.
Después de unos cuantos besos y encuentros e ir al baño a limpiarnos, me recosté de nuevo en el suave y blando colchón, Seth también ya estaba tendido con la mirada fija en el techo. Sus mejillas seguían coloradas por la elaborada tarea que hizo, la delgada sábana cubría su desnudez, todavía podía admirarse el bulto medianamente erecto. Suspiré dejando de apreciarlo como si él fuera una obra del museo Louvre, miré el techo buscando algo que decir, a los pocos segundos el castaño me tomó de la cadera, llevándome hasta la firmeza de su pecho, lugar en el que quedé cómodamente tendida.
—Todavía no me has contado lo de tus ataques de pánico —susurró con mi oído.
—Tampoco es como si me hubieras dado oportunidad —ambos reímos. Vaya, al fin él reía y, me encantaba —. ¿Estás seguro? No quiero aburrirte con algo tonto como esto.
—No me aburrirías, nunca lo haces, bueno tal vez seas algo fastidiosa —le di un puñetazo en el pecho y solo sonrió —. Un poco, admítelo. Además, una chica ruidosa y muy inteligente me dijo que los sentimientos de las personas nunca serian una tontería.
Ignoré el sonrojo de mis mejillas y tracé líneas imaginarias en su pecho.
—Todo se remota cuando yo era pequeña, maso menos tenía unos diez años y para que lo sepas era muy aplicada en la escuela, era de las primeras de la clase.
—Qué modesta eres —se burló.
—Bueno, el caso es que un día llegué a clases y tenía que presentar mi exposición sobre los ecosistemas, al pararme al frente escuché cómo un grupo de niños se burlaban de mí... La profesora no hizo nada, seguía escuchando los murmullos, la presión en el pecho se presentó y respirar ya no era tan sencillo. Yo solo quería que todos se callaran de una buena vez y dejaran de juzgarme.
» Esa fue mi primera vez y jamás volví a ser la misma niña. Después comenzaba a sucederme constantemente, no podía estar en lugares demasiado transitados, la gente solía observarme, pasé de ser una niña estudiosa y alegre, a ser una niña cohibida e insegura de sí misma. Prefería encerrarme en el baño de la escuela, llegando a ser una de esas personas de película que a la hora del receso comía sentada en el retrete, escuchando las charlas tontas de las víboras de mi clase.
» El psiquiatra con el que me llevaba mi madre, me diagnostico con ansiedad que llevaba a los episodios frecuentes, a esto se le sumó un nivel de depresión. Toda una mierda eso de ser una adolescente, era juzgada y rechazada. La verdad es que tengo miedo de regresar a esos tiempos, era un bicho raro enfermizo, pero te juro que los comentarios me afectan a pesar de que yo me empeño en evadirlos.
Sentí como mis ojos ardían, recordarlo me lastimaba demasiado, aquellos habían sido tiempos duros para tan solo una niña. Lo único bueno de todo eso era que mi fuerza interna había incrementado, ya no me escondo tras un muro lleno de inseguridades, ahora los enfrento.
—Oye, no eres ningún bicho raro, tal vez eres un bicho, pero uno único en toda las especies de los bichos. Las personas son una mierda, es una lástima que tuvieras que pasar por eso tu solita, de verdad lo lamento. —Seth dejó un beso en mi frente —. Te prometo que protegeré a la pequeña June de todos, pero tú tienes que florecer y ser tú de nuevo.
—¿Por qué dices todo esto? —Simplemente no lo entendía. No podía prometer esas cosas —. Es solo que no ha pasado ni un día desde que me dijiste algo ofensivo, de verdad me cuesta creer tus palabras.
—Creo que podría ser el alcohol, simplemente me hace decir lo que pienso. Y, antes de que el efecto pase y regrese a ser un maldito, quiero pedirte una sincera disculpa, no he sido del todo justo desde que tropecé contigo en ese tren.
No creí que ese hombre tuviera esa clase de personalidad que deja a un lado su ego. La verdad es que sentía bien recibir sus disculpas.
—Mira hombre, tal vez mañana no recordemos mucho de esto, pero ya que andamos sincerándonos, quiero decir que eres un chico muy guapo y si no fueras tan imbécil, hasta me gustaría salir contigo. Hacer cosas como pintar y andar en bicicleta, e incluso andar en un monopatín por la calle. Sería divertido.
Su pecho vibró ahogando una risa.
—Algún día June, algún día.
El silencio reinó entre nosotros, no era para nada incómodo, era del lado acogedor y reconfortante. Hoy, en una noche oscura, conocí una faceta nueva de Seth, una sin barreras de por medio. Ese chico ha pasado por cosas que lo han llevado a crear esa capa de frialdad, no quiere ser amado, no quiere amar y no quiere ser lastimado; Ojalá después de esta noche se dé cuenta de no es malo abrirse de vez en cuando.
Me quedé profundamente dormida entre sus brazos, escuchando la hermosa melodía del pálpito de su corazón. Se sentía bien estar con alguien. He leído muchos libros de romance, algunos de ellos contenían ese tema del sexo y erotismo, deseaba tener un amor apasionado, pero mi vida nunca sería parte de una novela juvenil. No es tan sencillo cambiar al chico roto, cuando tú estás rota de la misma manera o mucho peor. Él no quiere recuperar sus fragmentos y yo no quiero ser lastimada.
Había la probabilidad de que después de esta noche tan mágica, todo fuera tan diferente que la relación que teníamos de odio ahora sería una posible amistad y tal vez hablar sería el factor principal.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro