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C4


June:
Esta mañana desperté como una chica nueva, llena de energía y ganas de pasear un poco. Desayune en una cafetería muy hermosa, después caminé por los alrededores del hotel sola y de paso visité algunos lugares interesantes cercanos por mi cuenta. No necesitaba de ningún hombre para hacer cosas y mucho menos uno que era alto, con algunos tatuajes, cabello revoltoso, guapo, bueno en plan trabajado a causa del ejercicio, con una linda sonrisa y unos ojos que... Estaba describiendo a Seth Harrow. Rayos.

Llegué de nuevo a la habitación por allá del medio día, quería preparar todo lo que me pondría esta noche. Llevaba un lindo vestido color crema largo, unas zapatillas doradas y pensaba ponerme un suéter delgado para cubrir mis hombros. Mi madre me había obsequiado la prenda dos meses atrás, ella llegó una tarde muy emocionada a casa con la bolsa en mano, me comentó que lo había visto en el aparador de una tienda de segunda y que si al maniquí le quedaba de maravilla, a mí me quedaría como guante.

—¿Usarás eso? —Miré a Seth que estaba recargado en la pared con las manos en los bolsillos de su pantalón y una cara de pocos amigos. No dije nada ignorando el tonito de su voz y solo asentí —. Estás de broma, no llevarás eso a un lugar en el que estarán personas muy reconocidas con vestidos lujosos y de marca, serás el hazmerreír de la noche.

—¿Y qué quieres que haga? No soy rica como para comprar un Chanel y despilfarrar el dinero a como se me dé la gana. Yo no veo nada de malo, mi madre me lo compró y lo voy a usar —dije no tan convencida.

—Ni de broma, ponte tus zapatos y baja, te espero en el lobby.

Dicho eso él salió del cuarto, no entendía nada. Prácticamente, no entendía nada lo relacionado con Seth Harrow. Me puse mis tenis de nuevo y miré por un momento el vestido que yacía sobre la cama. Negué con la cabeza y salí dirigiéndome al lobby, Seth, estaba recargado en un pilar, su perfil era hermoso y mostraba un buen ángulo de su mandíbula estructurada.

Su mirada viajó a la mía, de inmediato sentí como mis vellos se erizaron ante su atención, tuve que morder el interior de mi labio para tranquilizarme. Resopló divertido, seguramente pensado lo patética que me veía, caminó dando largos y seguros pasos. Lo seguí tal cual perrito fiel, genial, June la canina ¡guaf!

Llegamos a una zona bastante elegante y poco transitada, eran tiendas enormes con marcas de ensueño, mamá decía que esto era avaricia y el diablo nos hacía pecadores. Yo no le creía ni una sola palabra, yo lo veía como algo por lo que tuvieron que trabajar las personas para llegar hasta donde estaban.

Entramos a una tienda, era limpia y todo estaba acomodado estratégicamente, me daba algo de pena pisar su mármol pulcro. Seth se acercó a una chica rubia y le susurró algo, me miraron y le señaló una parte de la tienda, seguí su mirada y me encontré con un área especial de vestidos ultraelegantes y preciosos.

—Ahora tienes variedad, escoge los que más te gusten y pruébatelos —dijo tomando asiento frente al vestidor.

—Son carísimos Seth, no puedo pagarlos. Podemos buscar una tienda más barata, hasta alguna de estas de segunda mano.

—Tú no lo pagarás, lo pagará mi padre. Anda muévete, no tengo tu tiempo.

No queriendo y queriendo mucho, me acerqué y comencé a apreciarlos con detalle; el primero, era rosa brillante, con una apertura en la pierna, bastante ajustado y entallado. Lo descarté de inmediato, ya que yo no cabría en ese tubo de tela.

—No, no me gusta —expresó frunciendo el ceño.

Había salido con uno lila muy hermoso de manga larga y largo, era tela de seda y quedaba con mi estilo. El segundo fue uno amarillo pastel con algunos cristales en el pecho tampoco pareció gustarle, este hombre no entendía de moda.

No, no, no y no.

Los noes seguían y seguían, mi última opción era uno color entre azul y morado, tenía la falda suelta y con volumen, de arriba era ajustado y sin tirantes o algo que lo sujetara. La tela era como de un tutú de bailarina y con algunos brillos platas incrustados en la materia, llegaba un poco más arriba de mis tobillos y daba un toque de transparencia. Era precioso y me sentía una princesa.

—Ese, ha sido el mejor. Ahora quítatelo y nos vamos.

De mala gana lo hice, este vestido era precioso y cómodo, nunca había usado algo parecido, la mayor parte del tiempo eran vestidos por debajo de la rodilla, holgados y un tanto anticuados. Dejé el vestido en el perchero y me miré al espejo admirando mi silueta. Siempre me he sentido acomplejada por mi cuerpo, encerrada por una jaula de estereotipos que nunca podría llenar; Nunca podría tener piernas largas y delgadas, una cintura pequeña y el abdomen plano y firme, tal vez un busto más grande, unas facciones más estéticas. La realidad es totalmente diferente, soy de altura media, mi complexión no es nada parecida a los estándares de belleza, tengo ojeras bajo mis ojos, estrías y celulitis en mis muslos y podría seguir con la lista de imperfecciones que adornan mi piel. Mi mayor inseguridad son mis brazos, no eran delgados, al contrario, eran flácidos y algo regordetes.

Al salir ya vestida vi como Seth pagaba con una tarjeta negra, de seguro todos tenían una de esas en la alta sociedad. Tarjetazo por aquí, tarjetazo por allá, yo pagaba con billetes y monedas, lo clásico y usual en el mundo de los mortales.

Seth se encontraba dormido en la cama, con su torso al desnudo, lograban ver los pocos y diminutos tatuajes que tenía en su brazo y pecho, este chico de verdad era guapo y sexy hasta dormido.

Me di una ducha rápida, agradeciendo al agua caliente que me quitó lo tenso, no había dejado de tensarme desde que estábamos de compras, sentía un peso enorme sobre mis hombros. El olor del champú costoso inundó mis fosas nasales, me encantaban los aromas frutales y frescos. Con un rastrillo que compre en el aeropuerto comencé a pasar la navaja por mi pierna, llevándose los pequeños vellos que ya habían crecido un poco. Escuché como abrían la puerta del baño, me asusté debido a que la mampara de la ducha era de cristal transparente y daba una gran vista full HD a mi cuerpo desnudo. Al distraerme llevé con fuerza la navaja e hice un corte en la parte superior de mi muslo, había tenido antes este tipo de accidentes y eran solo rasguños, pero este fue un poco más profundo, comenzó a sangrar y con el agua parecía una cascada de sangre.

—¡Mierda! —Grité por el ardor.

—¡AHG! ¡TAPATE! —En el marco de la puerta se encontraba el chico con la mano cubriendo sus ojos —. ¿Ya?

Rápidamente, salí de la ducha y tomé una toalla envolviendo mi cuerpo en ella.

—Sal de aquí, ¿qué no te han enseñado a tocar?, estoy desnuda, lárgate ya.

—No te ves tan mal en toalla —comenzó a reír abiertamente burlándose de la situación, se acercó al lavamanos para lavar sus dientes alineados.

—¿Tienes una curita? —ya calmada me senté en la taza del retrete, mirando por debajo de la toalla blanca. Seth negó y me miró con curiosidad.

—¿Qué te paso? — se acercó —. ¿Con qué te has hecho el corte?

—Con las navajas del rastrillo y fue todo porque me asusté cuando irrumpiste mi pequeño espacio de privacidad.

—¿Te duele?

Su tono de voz era suave y tranquilo, con cierto grado de preocupación. Era la primera vez que veía esta cara de Seth, tan sereno y nada egocéntrico.

—Un poco, más bien arde y es molesto. Me cambiaré y buscaré una curita en la recepción. ¿Sabes cómo puedo pedirla en italiano?

—No, no vayas, yo iré. Quédate aquí y límpiate.

Dicho eso salió, yo aproveché para ponerme ropa interior y una playera holgada. Me senté en la orilla de la cama con los pies danzando en el aire. Me sentía nerviosa por el evento de gala, nunca antes he estado rodeada de tanta gente con un estatus social tan alto. No soy fanática del clasismo y gracias a gossip girl sé a qué grado pueden llegar los seres humanos.

No pasó mucho tiempo cuando regresó Seth a la habitación, traía con él un pequeño botiquín de primeros auxilios, la verdad es que parece algo exagerado por un diminuto corte molesto. Aunque no puedo negar que es un gesto lindo de su parte, no creía capaz a este chico de ser algo más que un imbécil privilegiado.

Su mano tocó alrededor de la pequeña herida, su tacto era suave y precavido. Un calor se forjó dentro de mí, sintiéndome rara y mezclada con una sensación de deseo. Su mano subió unos centímetros más tocando mi cadera, me dejé caer por completo en la cama recargándome sobre mis codos, miré cada uno de sus movimientos, lentos y delicados. Sus dedos tocaron el interior de mis muslos, solté un jadeo inconsciente. Sentí sus dedos ásperos rozar con el elástico de mi pantaleta; esto no estaba bien, yo lo odiaba y él a mí.

—Oye, de verdad eso no es necesario, solo dame la curita y me la pondré.

Él pareció despertar del embelesamiento en el que se encontraba y pestañeó confundido.

—Como sea —carraspeó —, de todas formas no me gusta perder tiempo con tonterías —indiferente se alejó dándome la espalda.

—¿Yo soy una tontería? —Dije, ofendida por sus palabras frías e hirientes—. Yo no te pedí que me ayudaras, tu solito te ofreciste y comenzaste a hacerlo. ¡Maldito bipolar!

Seth:

No sé por qué rayos lo había hecho. Es solo que verla con esa pequeña herida me hizo sentir una punzada en el pecho de preocupación, su piel era suave y se sentía bien tocarla. Era un tacto diferente al que he tenido muchas veces con otras chicas, este era delicado y me enfocaba en sentir su cálida piel, suave y tersa, logré observar algunas líneas blanquecinas que destacaban. Su piel era como un mapa, uno que definitivamente me gustaría seguir.

Me di una ducha con agua helada, ya que necesitaba despejarme y olvidarme de ella, yo la aborrecía, era odiosa y no la soportaba.

El traje picaba, era ajustado y el moño se clavaba en mi cuello, no sé por qué estaba aquí, en primer lugar no debí de haber aceptado lo que dijo mi padre. Me encontraba ya en el lobby esperando a June, tardaba horas en ponerse un maldito vestido, o sea, ella era fea, no es como si se pudiera hacer mucho para cambiar eso.

Miraba mis zapatos negros recién lustrados, contrastaban con la alfombra beige que había, tan limpia y pulcra que se manchaba con facilidad. Escuché las puertas del elevador abrir, de ahí salió primero una pareja de viejos tomados de la mano y enseguida ella. El vestido azul le quedaba en su punto, era como si hubiera sido hecho para ella y nada más que ella. Llevaba unos tacones azul oscuro que tenían unas flores como detalle, el cabello lo llevaba suelto como cascada, no parecía la misma chica con cabello revoltoso y ojeras al mil, sus labios eran rojos y sus cortas pestañas habían crecido por el rímel.

Se veía linda. Tal vez ni siquiera había una palabra para describir lo preciosa que lucía.

—¿Tardaste una eternidad solo por eso? —Tenía que equilibrar el asunto, mi mente era una cosa y mi boca otra. Noté como su cara volvía a mostrar cierto grado de decepción, tenía que arreglarlo para no verme tan imbécil —. Me gusta el vestido, no te queda tan mal.

—Lo sé, lamento la tardanza es solo que no podía abrochar mi collar y sigo sin poder hacerlo... ¿Te importaría?

Tomé el collar que se trataba de una cadena de oro con un dije de perla, lo abroche con suma delicadeza y me alejé de ella, incorporándome. Nos subimos al Alfa Romeo que había rentado, era elegante y me hacía recordar aquellos tiempos en los que salía a altas horas de la noche con uno de los autos que tenía en casa de mi padre.

Llegamos a la locación en la que se llevaría a cabo la velada, como lo imaginé, había personas con sus prendas más elegantes y de diseñador, con joyas y sus mejores sonrisas, la mayoría de ellas eran falsas ocultando su realidad. Suspirando miré a June, ella estaba mirando por todos lados, a lo lejos se podía notar el nerviosismo de la chica, sus manos temblaban, había podido notar que esos comportamientos los hacía cuando se sentía insegura y no la culpaba, cuando estás en este mundo eres comido por los ojos hambrientos, esperan cualquier pequeña falla de tu parte para atacar. Me acerqué a ella y la tomé de la mano, entrelazando nuestros dedos, me miró con confusión, pero también con una chispa de agradecimiento.

—Vayamos por una copa, la necesitaremos para sobrevivir esta noche. —La llevé hasta la gran mesa alargada en la que había variedad de alcohol y bebidas.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Porque evitaste que tuviera un ataqué de pánico, hubiera sido vergonzoso.

Noté como su voz se entrecortó, le di una copa de vino blanco y yo tomé una de tinto, no podía dejar de mirarla, sus hombros estaban desnudos y tenían un brillo rosado. La dejé un momento para acercarme con algunas personas que conocía, había chicas preciosas con cuerpos esculturales, en este mundo generalmente el cuerpo es lo que vende así que debes invertir en él. Una completa tontería.

Me salí un momento para tomar aire, me encontré con una June bebiendo de una botella de agua, tenía la mirada perdida, estaba seria y aun así relucía. Me acerqué a ella arrebatándole la botella para beber de la misma, su mirada volvió, asesinándome con los ojos.

—¿Ya te aburrió la pelirroja, esa de grandes atributos? —Soltó con amargura.

—No, digamos que solo quería tomar un poco de aire, esto ya me enfadó. ¿Qué haces sola afuera? Te vi muy contenta con ese chico bajito.

—No era tan bajito. Estoy cansada, los pies me duelen por estos ridículos zapatos y claramente no encajo en este lugar. Todas las chicas me miran mal y me juzgan.

—Que les den, una de las primeras reglas del mundo es que no debe importar lo que digan y piensen los demás de ti.

—¿Cómo lo haces?

—¿Hacer qué? —Me acerqué más a ella poniéndome en cuclillas, tome con cuidado uno de sus tobillos y le quité el tacón, ella recargó su cabeza en la misma pared, exhalando.

—Ir por el mundo como si nada te afectara. Muestras esa barrera, que me es imposible crearla —Dijo mirándome.

—Una vez que tú misma te des cuenta de tus errores, nadie más podrá decírtelos, porque tuviste que enfrentarte a ti y aceptarlos. ¿Cómo lo llaman? —Mordí el interior de mi labio —. Ego. Tienes que mantener el ego alto y solo así tendrás el mundo a tus pies. Nadie podrá destruirte.

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