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C17

June:

Al fin la universidad me dejaría descansar, mi semestre había terminado y con calificaciones sumatorias por lo que me sentía orgullosa del arduo trabajo que había hecho.

Mi madre deseaba que pasáramos tiempo juntas, así que propuse que viajáramos con su familia en Jalisco, hace ya años que no los veía. Por esta ocasión me ofrecí a pagar los vuelos gracias al sueldo con el que contaba. El vuelo salía mañana por el medio día, ahora mismo arreglábamos las maletas.

—Llevaré cojines para tu tía Paulina, ya sabes cómo le encantan los cojines y hasta podría levarle un juego de sábanas del mercadillo.

—Ma, recuerda que no podemos excedernos del peso de la maleta, nos cobraran el extra. Además, Paulina dijo que no lleváramos nada, si acaso las galletas para Miguel.

—¡Es verdad! —chilló —. Por poco y lo olvido, tengo que ir entonces al supermercado.

—No te preocupes, ya iré yo. Tu termina de empacar y por favor, no metas esta vez nada de alimentos en refractarios, no quiero que nos detengan en seguridad.

—Ve con cuidado, cielo.

Sabía que lo más probable era que ignoraría mis palabras, a lo mejor y se metía un jamón entero o alguna otra cosa extraña. Me daba ansiedad solo pensar en aquellas películas de interrogatorios y que sea solo por llevar un jamón en conserva. Ya me veía en uno de esos episodios de alerta aeropuerto por un estúpido embutido.

Agarré de la canasta las llaves de casa, el sol se estaba metiendo y los colores rojizos ardían en mi piel. Amaba Cali con locura, pero mi alma siempre pertenecería a México y sus hermosas tierras llenas de vida.

Cuando llegué a la tienda de servicio, el aire acondicionado contrastó con la calidez de mi piel, a esta hora había pocas personas, por eso me gustaba. Sujeté la canastilla mientras miraba los estantes de dulces.

Miguel, era mi primo y tenía quince años y basaba su personalidad en esos retos de moda que suele ver en redes sociales. Me reí una semana entera cuando me envió su propia interpretación del ice bucket challenge, el pobre terminó titiritando del frío y un horrible chichón en la frente debido a que el balde le cayó con toda el agua helada. Había otro vídeo en el que el pobre niño comía alitas de pollo extra picantes, sus labios estaban hinchados y rojizos y su cara parecía a nada de explotar por los aires, sus ojillos lloraban y para rematar, cuando intentó quitarse del camino las lágrimas, su dedo todavía manchado con salsa hizo contacto con el ojo, provocando una guerra civil de ardor.

Benditos sean los celulares que graban tragedias y estupideces de los humanos.

Lancé un par de oreos edición limitada en tamaño familiar, agarré unos dulces que posiblemente allá no se encuentren y un par de paquetes de patatas fritas. De paso compré tiras de regaliz que me encantaban. Un dato sobre mí es que amaba con locura ir de compras al supermercado, a veces tomaba ese momento como terapia. Aunque parezca extraño, hay cientos de personas que comparten esa fascinación, ojala en Facebook existiera un grupo llamado locos por las compras del hogar, lo más seguro es que yo obtuviera la insignia de fan destacado.

—Soy más de gomitas de limón.

Me di la vuelta al escuchar la voz grave a mis espaldas. Me encontré con la figura de un hombre joven y apuesto, los ojos eran de un azul celeste y la barba era muy corta. Dio un paso más, acercándose a mí.

—¿Cómo dices? —pregunté, confundida.

—Digo, que lo que llevas en las manos es un pecado al mundo. Las gomitas de limón son el verdadero manjar en el universo de los caramelos.

—Ah. Bueno, pues fíjate que estaba por preguntarte. De hecho, tenía el pendiente de saber que sabor de gomitas era de tu agrado, ya sabes, dudas existenciales con las que despierto habitualmente. —Puse en blanco los ojos y termine por susurrarle un —: Imbécil.

Termine por alejarme de él sin dejar de mirar por el rabillo del ojo, él seguía observándome y sentía precisamente esa mirada en mi culo por las mallas ajustadas. Ahg, hombres asquerosos. Seguí metiendo lo indispensable en la canasta y me lo llevé a la caja exprés para pagarlo.

A veces extrañaba a las personas que atendían las cajas registradoras, ahora son máquinas en las que tenías que arreglártelas por tu cuenta. Me daba miedo el futuro, siento que un día despertaremos y las máquinas habrán incrementado su número al grado de ser más que humanos.

—Nos vemos de nuevo.

Y aquí va otra vez, el rarito. ¿Ahora qué quería? Hablarme del clima a lo mejor, aunque creo que quedaría más que me hablase de por qué el colorante rojo es más tóxico que el colorante azul.

—Ah sí, chico limón —sonrió de lado —. De seguro se te ha olvidado decirme que tienes un extraño club de fans que alaban a las gomitas de ese sabor tan artificial.

—No nena, de hecho ahora que lo mencionas, sería una gran idea, hasta tu podrías ser la administradora —puse los ojos en blanco por quinta vez desde que comenzó a hablar —. ¿Vives cerca?

—¿Y eso tendría que responderlo por qué...?

—Porque podría acompañarte a tu casa, así evitamos que un loco te siga.

—Un loco... creo que paso. Soy más de andar sola, suelo llevar una máquina de descarga eléctrica por si algún LOCO, intenta seguirme.

—Chica lista.

Me alejé sin seguirle la charla. Si claro, acompañarme, y yo soy una cría la cual acaba de salir al mundo a explorar. Que tipo tan más extraño, no es común que vayas por ahí mostrando tu fanatismo y luego querer llevar a una chica a su casa sin haberle siquiera preguntado su nombre. Tengo veintiún años, he visto los videos de experimentos sociales en YouTube.

Lo de la máquina de toques era falso, apenas y llevaba una goma de mascar en mi mini bolsito, pero eso no tenía por qué saberlo. Llegué a casa sin hacer ninguna escala. Y sin ningún loquito tras de mí.

La casa de mi abuela seguía igual, la fachada verde con blanco, el interior con paredes beige. El patio tenía un lavadero de pierda y a un costado una gran jaula con canarios y pericos australianos de colores azulados. Amaba esa casa y todo lo que me hacía sentir. Las macetas con plantas estaban alineadas en la pared, mi abuelo me contaba que su madre —mi bisabuela —, le encantaba tener macetas con flores de cada tipo, sus favoritas eran los claveles. Una flor preciosa.

Mi madre tan solo llegó y comenzó a meter mano en la cocina, apenas y un par de horas le bastó para hacerse cargo de la comida. Mientras tanto yo estaba en el cuarto de mi tía leyendo un libro. Miguelito, todavía no llegaba de la escuela, me emocionaba verlo y darle de manotazos como simple acto de molestar.

—Mi niña, ¿tienes tiempo para mostrarte algo?

Mi abuela cruzó la puerta con pasos lentos y silenciosos, su cara se veía más arrugada. Marcas de vida. Sus ojos café seguían teniendo ese brillo del que siempre deslumbraba, de pequeña me gustaba que me compararan con ella porque es una mujer increíble. Con ella aprendí que las mujeres son fuertes por naturaleza.

—Claro, ¿qué es?

—Hace tanto que no te veía y me perdí muchos de tus cumpleaños, pero en especial el número veintiuno, significa que ya eres una adulta. Me ha dicho la bocaza de tu madre que ya tienes novio y al parecer, es un gran chico. ¿Es verdad?

—Es el mejor chico que he conocido, abue, de verdad me ama. Me cuida y me respeta mucho, trabajamos juntos en el mismo lugar y hay veces que me deja en la escuela para que no vaya sola por la ciudad.

—¿Te acuerdas de ese sueño que pediste a la caracola? —asentí —. Pues me alegro de que se te haya cumplido, ahora eres una mujer fuerte que ha encontrado a su persona que te ve con ojos de amor verdadero.

Me acerque a ella dejando que me abrazara, la extrañé mucho, tanto que me sentí en casa. Cuando nos separamos se acercó al viejo ropero con espejo, de ahí sacó una bolsa de regalo rosa pálido, cuando la abrí extraje una caja café desgastada en ella había dos cosas que me hicieron palidecer: Lo primero fue un collar con un dije de cruz de oro, y lo otro, su anillo con el que contrajo matrimonio con mi abuelo. Para ser viejo, estaba muy bien cuidado, con su piedra verde brillante en el centro.

La sensación de familiaridad llegó a mis ojos, recordando las veces que de niña jugueteaba con ese anillo y jugaba a que era una dama del reino. Ahora era mío. A veces es necesario estar de nuevo en tu seno familiar para recordar de dónde vienes y lo que vale.

Después de una larga y amena charla con la mujer, salí con el primo de mi mamá —mi tío —, tan solo unos cinco años mayor que yo, así que básicamente estábamos en sintonía. Salimos a recorrer las calles cercanas al centro de Guadalajara, mi hermosa tierra tapatía. No recordaba lo inmenso que era el Expiatorio, una iglesia con una estructura increíble y detallada.

—Cada que la miro, no dejo de pensar en que Hogwarts es muy similar.

—¡Yo también! —exclamó con felicidad —. La universidad en la que trabajo queda cerca, así que cada que cruzo por aquí pienso en que Hermione vendría a lanzarme un hechizo de amor.

—Ya quisieras bobo, ella no se fijaría en ti.

Seguimos dando nuestro paseo. Llegamos a una cafetería en la que cada uno ordenó su bebida con cafeína y exceso de calorías. Nos pusimos al corriente de lo poco que no sabíamos el uno del otro, como por ejemplo, que mi novio era básicamente mi jefe.

—No juegues, arpía, que ganas de ligarme a la rectora, pero tiene unos veinticinco años más que yo. Así tendría mi aumento.

—No, Daniel, no. Yo no me acuesto con él por subir de puesto. Es amor purito, del bueno.

—Ya.

Seth :

Me sentía algo solitario y triste debido a la usencia de mi novia, me encantaba la idea de que saliera y disfrutara de su familia en Guadalajara, al menos por cinco días ella regresaría a sus raíces. ¿Qué haría sin sus besos? Esa era la cuestión, no lo sabía. Mi padre ocupaba parte de mi tiempo ya que celebraría una fiesta más íntima y privada en honor a los premios Grammy de este año, aunque me hubiese encantado asistir con mi preciosa chica tomada de mi brazo, juntos vistiendo elegantes.

En este momento estaba mirándome frente al espejo de cuerpo completo, sobre una tarima para que el sastre de la familia siguiera arreglando el traje a la medida, era color azul marino que según June, combinaba perfectísimo con mis ojos. Ella ya lo había visto, o al menos el bosquejo por medio de una videollamada que tuvimos.

Honestamente si me emocionaba ir a esa fiesta, habría músicos de los cuales admiraba desde que era un adolescente e incluso algunos veteranos de cuando yo era un crío. Por obvias razones tenía que mantenerme al margen como vicepresidente, adulto y ojo de la prensa. Había leído en una revista de prensa rosa, que me llamaban: Joven de oro. Sí, había salido en algunas notas de revistas tontas, me catalogaban como el futuro de nuevas eras musicales, dejaban en claro que mi físico era envidiable para muchos y el sueño de cientos de chicas. Basura, basura, basura. Nada de importancia para mí.

—Joven Harrow, me parece que ya está listo —habló el hombre de edad y guardó la cinta métrica en su delicada caja de madera barnizada.

—Muy buen trabajo, Silvestre, como siempre es perfecto.

—Me alegro de que le guste, todavía recuerdo al pequeño que se escondía tras el pomposo vestido de su madre.

—Qué recuerdos. Me asustaban los eventos como este, no puedo creer que ahora tenga que presenciarlos a diario.

—Si me permite joven, sigue siendo idéntico a ella. —Su cara palideció cuando lo miré directo a los ojos —. Lo siento, no debí.

—No tienes porque, ella se fue, pero no es un tema prohibido. Y gracias, es bueno tener algo de ella en mí .

—Lo dejaré solo, veré si su padre pudo colocarse bien el pañuelo.

Mañana debía tomar el avión que me llevaría a Las Vegas, ciudad en la que se llevaría a cabo el evento. Me encontraría con personas con las que he tenido oportunidad de formar un lazo oportunista para ambas partes, lo que me desagradaba al grado de que la bilis se subiera por el esófago era que tendría que ver la figura de Ritz, tremendo idiota. Me aliviaba que June se encuentre a cientos de millas de él, lejos de sus garras.

La noche era calurosa y oscura, el desierto rojizo nos rodeaba y eso me encantaba. Las personas vislumbraban con sus galas, posando en la alfombra roja repleta de cámaras que pertenecían a editoriales de revistas. Cuando fue mi turno se armó un revuelo del tamaño de un elefante, me gritaban de un lado a otro, pidiéndome explicaciones del porque iba solo, de nuevas firmas e incluso una persona preguntó qué tipo de lencería me gustaba, Dios, casi hasta me preguntan por cómo me limpiaba el culo. No posé, no sonreí, no hablé, tan solo me paré ahí mirando al frente.

Me fui directo a la parte en la que servían bebidas, pedí un vaso de whisky puro, esperando que la noche pasara igual de rápido que el líquido ambarino por mi garganta.

—Mira nada más, el gatito cotizado de los Harrow; perdona, creo que ahora es el príncipe de los Harrow. Por cierto, ¿dónde dejaste a tu ratoncito?

—Holly —espeté seco en modo de saludo —. ¿Qué haces aquí?

—Vine con un amigo.

—O sea que vienes con tu nuevo idiota que te da unos billetes y joyas a cambio de que le abras las piernas.

On point. ¿Tú que haces aquí? Creía que tu odiabas esto con todas tus fuerzas y por supuesto, tu padre no era exactamente tu persona favorita.

—Cosas que no son de tu incumbencia.

—Oh cari, tú eres de mi incumbencia, aunque me tengas arrumbada no te odio ni te olvido —su mano viajó por mi entrepierna, sus uñas largas y coloridas arañaron mi miembro —. Y veo que tú tampoco.

Quité su mano de un manotazo mirando a todos lados por si alguien nos había visto. Tomándola de la muñeca la arrastré hasta la terraza, sin importar si le hacía daño. Lo único que me importaba en ese momento era alejarme de la multitud y tenerla de frente.

June:

Seth no respondía a mis llamadas ni mensajes, sé que esta noche estaría ocupado por lo de la celebración de los Grammy, pero quería saber de él. Dejé el celular cabizbaja admirando en la pantalla las llamadas declinadas. Me senté sobre el asfalto, apenas y llevaba un par de días lejos de él y ya lo extrañaba, deseaba que estuviese a mi lado admirando las estrellas que titilaban a su ritmo. Era como si quisieran que los humanos las admiráramos.

—De aquí a la constelación más lejana —susurré al aire, deseando que le llegara.

Seth:

Estábamos solos, ni un alma.

—Escúchame bien, Holly, si me vuelves a tocar, te juro que arrancaré las bonitas uñas postizas que tienes en tus manos.

—¿Ahora me rechazas? Cielo, antes me buscabas y pedias por más. Te encantaban mis tetas, jugueteabas con mis pezones hasta que me corría con tu pene dentro de mí. Tan solo recuerda esa sensación de sentirme tan tuya, yo lo recuerdo cada vez que me masturbo pensando en ti, en nosotros.

—Que equivocada estás, para mí no significas nada ni en mi pasado ni mi futuro. Ahora tengo novia, una mujer increíble. Deberías tener un poco de dignidad y dejar de arrastrarte, ve por algo que sea bueno para ti, Holly, hazlo por ti.

Los ojos se le humedecieron, pero sus facciones se tensaron, sé que estaba enojada. Es fácil de leer.

—Ella no te quiere como yo, tú me dijiste que nunca estarías con nadie porque no querías comprometerte con una persona. Seth, sé que no durará, conmigo no tienes por qué ser exclusivo.

—Ya basta, Holly. Esa chica es esencial en mi vida, me hizo verla de otra manera y si me disculpas, me tengo que ir.

Me di la vuelta alejándome con cada paso. Si algo sucedía en los hombres es que la mayor parte del tiempo no tenemos dominio propio sobre nuestra segunda cabeza, fisiológicamente nuestro cuerpo tiende a tomar rienda propia. El escote del vestido ceñido que llevaba Holly dejaba poco a la imaginación, además, yo conozco lo que hay bajo esa fina tela de lentejuelas. Pero como se lo dije, June no es un juego más, ella es mi presente y si ella me lo permitía, también seria parte de mi futuro.

Me acerqué a la mesa en la que mi padre estaba sentado, a su lado había colegas que consideraba familia. Uno de ellos me palmó la espalda, yo le sonreí con gusto.

—Seth, que gusto verte por fin aquí.

—El gusto es mío, Landon, espero que no te decepcionen mis nuevas ideas que meteré a la disquera.

—Tonterías muchacho, es bueno que nos refresquemos de vez en cuando.

Charlé unos minutos con él, hasta que mi padre me atendió. Estaba algo bebido, me daba risa porque se le notaba más ligero, la corbata la llevaba desalineada y la pajarita ni hablar.

—Tengo que irme —el entendió y me dio un gran abrazo, cosa que me desestabilizó.

—Gracias por quedarte, hijo.

Al llegar a la habitación de hotel tomé el celular que había dejado en la cama, de inmediato me alarmé por las llamadas perdidas, intenté llamarla de vuelta pero ya no respondía y allá era más tarde. Seguro dormía.

Le mandé un mensaje de texto explicándole y disculpándome por no atenderla. Me detuve en el chat para revisar mensajes anteriores, a veces actuábamos como unos jodidos adolescentes en plena etapa hormonal, nos enviábamos algunas fotos con cierta intimidad. Justo vi una en la que aparecía la preciosa figura de mi chica semidesnuda, mi amigo de entre las piernas se despertó, ojalá la tuviera conmigo ahora mismo ya que ella sabía hacerle compañía al mini Seth. El sostén de encaje apenas y cubría sus pezones endurecidos, esas bragas contrastaban con su piel. En algunas se mostraba más o menos piel, la mías era un desastre. Ella posaba en todas las maneras posibles luciendo preciosa, en cambio yo era un maldito palo firme —sin hablar de mi pene, obviamente —, recuerdo que tuve que meterme a Pinterest para idealizar una nueva pose. Al fina cumplían con su propósito ya que a ella le gustaban.

—Maldita sea —musité, frustrado al volver a la imagen.

Recurrí al viejo y confiable autodelicioso, desabotoné mi pantalón tirándolo al suelo. Me acosté en la cama y dejé libre mi miembro endurecido y curveado, las venas se marcaban demasiado, parecía que iba a explotar. Tomándolo del falo comencé a bombear, la sensación ya conocida se hizo presente, de mis labios salían pequeños gemidos roncos. Arriba abajo. Apretón en la base. Pulgar en la punta. Velocidad alta. Velocidad lenta. Hasta que mi orgasmo vino y con ello mi mano recibió el líquido caliente y espeso.

FanculoJoder, susurré en italiano. 

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Helloo, ya llegamos a 14k y Dios mío, no saben lo emocionada que estoy. 🕯️😍

Ya por fin estoy de vacaciones (solo por dos semanas), lo que significa que podré enfocarme más en el libro, anhelaba llegar a este punto.

¿Qué les parece la historia? 😏

Oigan, quiero hablarles de algo serio, no están comentando y eso me pone muy triste. Saben lo mucho que me gusta leerlos, pero nadie comenta *llora en pobre de comentarios* por favor háganlo, además, es importante para apoyarme y saber que estoy haciendo bien o mal. ✨😖

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