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C14

June:

Tendimos la manta a cuadros bajo la sombra de un gran árbol a una distancia cercana de la vivienda. Ya casi todo se encontraba listo, tomamos prestados platos redondos de las gavetas de la cocina. Seth se encargaba de colgar las tiritas de colores en el tronco del árbol ya que yo, al ser una persona de baja estatura no lograba subirme. El hombre a cada rato refunfuñaba y eso solo provocaba que me riera de sus maldiciones.

Vic y Mario, se encargaban de la comida, no era tan complicado cortar triángulos de sándwiches y poner fruta fresca en los recipientes. Mientras tanto, yo seguía con la decoración que no involucraba alturas, los obsequios ya estaban perfectamente apilados en el costado; un pequeño aguacate de peluche se encontraba al centro, Angie tenía una fijación con coleccionar aguacates animados. Verdaderamente todo lucía precioso y el clima no sería un obstáculo.

—¿Así? —mi Pitufo habló desde la altura del tronco.

—Muévelo un poco a tu derecha para que quede alineado —él acató enseguida la orden como un bello ¿sumiso? —. ¡Te dije que a tu derecha! Que tonto.

—¡Lo estoy moviendo a mí derecha, tu sí que eres la tonta! —gritó cabreado —. ¡No sabes distinguir izquierda con derecha! Así que, ¡no me grites!

Upsi. Una ligera confusión.

—Pues eso, decía a tu izquierda, ¡solo hazlo, gruñón! —ahora yo era la enojada.

Me giré para que no viera lo apenada que me encontraba. Mi secreto más personal era que a veces solía confundirme con la derecha e izquierda, con decir que en un trabajo de verano tuve que anotar en mis muñecas la inicial de cada dirección para no confundirme.

Más tarde todo estaba ordenado y en sus posiciones, la fruta se veía riquísima con esos cortes tan exactos que nos enseñaron en clase, los sándwiches tenían queso amarillo, la limonada que preparé tenía un toque de vodka que le robé del gabinete superior a Seth. Nada fuerte.

Me di una rucha de esas exprés, me vestí con un vestido de tirantes color blanco que me llegaba unos dedos por arriba de las rodillas, tenía un escote discreto y coqueto que estaba segura de que le encantaría a mi noviecito. Mi cabello iba peinado con las ondas naturales, dándole esa libertad que a veces me privo de darle. Me gustaba sentirme así de libre. Seth no hizo la gran cosa por sus prendas, tan solo se quedó en pantalones cortos, calcetas no tan largas y una playera blanca que marcaba su tonificado torso. El dejó claro que no estaría en el festejo ya que según él, no quería interferir con nuestros planes.

El auto de Justin aparcó a unos metros de nosotros, Angie llevaba los ojos vendados y su cabello se veía como el fuego a causa del sol. Con cuidado caminaron por el césped, sus pasos eran torpes e inseguros.

—Justin, te juro que si caigo y se arruinan mis vaqueros, me las pagarás —se quejó —. Llevo desde que salí de casa con los ojos vendados, mis pestañas falsas de seguro ya se estropearon, ya no quiero esto.

Se quitó la venda sin que nosotros la detuviéramos, definitivamente era una quejica. Nos reímos cuando sus ojos se abrieron, ya traía el maquillaje estaba algo regado.

—¡Sorpresa! —gritamos.

Las lágrimas de Angie brotaron de sus ojos, sus mejillas coloradas se veían tiernas. Corrió a estrujarnos con sus delgados brazos muy conmovida.

—¡Gracias! Justin, lamento haberte gritado, esto es precioso. Me encanta. ¿Por qué hicieron todo esto?

—Lo hicimos porque te queremos.

Nos sentamos sobre la manta bromeando entre nosotros. Abrió cada uno de sus regalos emocionada, cuando vio que le obsequié un diario forrado de purpurina y piedras que brillaban, comenzó a gritar como una niña pequeña.

—Amo cada detalle que me han dado. Aunque chicos, si no es muy entrometido de mi parte preguntar, ¿dónde estamos?

—La humilde morada de la mamá de Seth —Mario se volteó con la boca regada de néctar de durazno. Sin importar lo chamagoso que se encontraba se atrevió a abrazar a nuestra amiga que seguía lagrimeando emocionada —. Felices veintiuno, pelirroja.

Ivy:

Esta mañana Eli, me había notificado sobre la visita de mi primo, me emocionaba la idea de verlo y conocer a personas con las cuales hablar al igual que aprender cosas nuevas como gestos, señas y, una que otra mala palabra que solo repetía en silencio ya que podrían castigarme.

Eli buscaba entre mis tantos vestidos coloridos dentro de mi armario, tenía que ser uno lindo para recibir a la visita. Optamos por uno color amarillo con bordes de encaje que llegaba al ras de mis rodillas. Eli me decía que mamá tuvo uno parecido cuando estaba embarazada de mí, si ella se veía hermosa, estoy segura de que yo lucía igual de linda. La extraño a diario, era muy pequeña cuando murió, pero recuerdo el color de sus ojos brillantes como los del cielo en pleno día.

—¿Lista, mi pequeña conejita? —me miró con una sonrisa llena de cariño.

—Lo estoy, las risas de las chicas son muy ruidosas.

Tomé al pequeño conejo de peluche que he tenido desde siempre, puede que sea infantil, pero siempre amaré a señorita orejas. Bajé las escalera de una en una con saltos irregulares, en la sala estaba la figura masculina de mi primo mirando entretenidamente el televisor, era una de esas películas con exceso de ficción.

—No puede ser verdad —de inmediato giró su cuello noventa grados para mirarme curioso —. Un chico que viste con un leotardo ajustado y tiene una araña en el pecho... vaya, y se supone que la niña soy yo.

Corrí hasta quedar sentada sobre sus piernas dándole un beso en la mejilla. Mi primo era guapo como aquellos príncipes animados, pero hoy tenía ese brillo extra en su mirada.

—Calla sapo, eres una niña y, además, miras a esa chica rubia que tiene todas las profesiones del mundo. Y para no dejarlo pasar, cargas a un afelpado conejo.

—¡Con Barbie, ni te metas! Ya quisieras ser como esa chica tan cool. —Oh sí, ya estaba usando palabras con estilo y de personas mayores.

—¿Cool? —comenzó a reír —. ¿De dónde lo has sacado? Pasaste de ser una niña de doce a una chica de secundaria.

Seguimos discutiendo un buen rato sobre personajes de películas, él estaba empeñado en que Spiderman era mejor que Barbie súper princesa, pero dejemos que el pequeño Seth crea eso. Le pedí que me acompañase a visitar por segunda vez en el día a las cabras en el cercado especial para ellas. En total son doce cabras bebés, el señor Ignacio es el encargado de ellas, yo solo me entrometía de vez en cuando. Me gustaba acomodar los biberones de leche para las crías hambrientas, son muy comelonas.

La mano de Seth era el doble que la mía, era algo lindo tomar de su mano y moverla hacia adelante y atrás. El tatuaje de su mano me seguía pareciendo precioso, la pequeña ola de mar era un recuerdo vivo de mi tía en su piel. Me gustaba tener cosas en común con mi primo, pero el que ambos perdiéramos a nuestras madres no es algo que nos agrade.

—¡Ahí está Mulán! —corrí hasta llegar con los animalillos ruidosos —. Hola mi bebita, hace horas que no te veía y ya te extrañaba.

—¿Dónde está Bella? Es mi favorita.

Nos metimos al cercado, yo ya distinguía a cada una de ellas, sin embargo mi primo solo sabía que tenían nombre de princesas de Disney, decía que Bella era su favorita porque era la única que no trataba de comer su chaqueta cada que las visitaba.

—Debe estar... —miré a mi alrededor con los ojo entrecerrados —. ¡Ahí! Es la que está con Cenicienta, de seguro charlan de sus hermanas.

—Ivy, te recuerdo que los animales no hablan, no creo que esté chismeando de como la pasaron aquella noche en la discoteca. Y otra cosa, hay hembras y machos, no se me hace justo que las llames como princesas teniendo en cuenta sus... cositas.

A decir verdad me daba igual. Eran mis princesas y principitos. A lo mejor y alguno era gay, como me llegó a contar alguna vez mi maestra de clase en línea. Todos somos libres de amar y de ser lo que deseemos; Barbie, mi maestra y yo lo decimos. ¿Por qué los animales no pueden ser lo que quieran ser?

Correteamos a las pequeñas cuadrúpedas, había minutos en los que ellas nos perseguían a nosotros queriendo morder las prendas. Cuando nos cansamos, salimos del cercado y nos enfocamos en caminar a paso muy lento por el pasto. Seth me cargó como si fuese un avión, sentía la sangre que se almacenaba en mi cabeza, provocándome una risotada que machacó mi panza. Ya en sus hombros jugueteaba con algunos mechones del cabello dándole jalones y escuchando sus quejas.

—Oye Seth, la chica del vestido blanco es muy linda, ¿es tu novia?

—Es más que linda —confirme eso llevando mi dedo índice frente a sus ojos —. Sí Ivy, ella es June.

—¿Es buena contigo? —descansé mi cabeza en la suya —. ¿Te cuida como yo lo hago?

—Nadie me cuidará como tu pequeña, pero lo hace de una manera especial. Además, tú eres mi cara de sapo.

—¿Y ella de que tiene cara?

—Ella...ella tiene cara del amor de mi vida.

Sonreí sin decir nada más. Había escuchado esa frase antes en alguna que otra película. Me parecía algo lindo, algo que por supuesto me gustaría vivir, aún era una niña para experimentar lo que él siente. Supongo que el amor de mi vida ahora puede ser mi mamá, o tal vez Bella la cabra, a lo mejor Duke, mi precioso cachorro, pero ¿un niño? Hugh no, no por ahora, preferiría que el amor de mi vida fuese el gran árbol frondoso en el que me las empeñaba en escalar todos los días, aprovechando el atardecer y mirarlo desde la rama más firme.

Ese sería el amor de mi vida.

Seth:

Seguí moviendo mis pies en línea recta, pensando en las palabras que le había dicho a una niña, tal vez Ivy sabía o no lo que quería decir con ello, pero me gustaba ser sincero no solo con ella sino también conmigo.

La tarde ya comenzaba a caer, los chicos no dejaban de reír al aire libre, Ivy se quedó dormida en mis piernas mientras veíamos una maratón de películas de barbie, que debo admitir que son buenas. Ya entiendo cómo es que las niñas la tienen en un pedestal. Es tan ingeniosa que puede con todo.

Le di un beso en la frente y la cubrí con su manta, Duke estaba dormitando profundamente a sus pies. Par de perezosos.

Salí para estirar un rato mis piernas y de paso reunirme con ellos, ya le había dado espacio suficiente. Caminé con las manos metidas en los bolsillos del short y entonces, la vi, estaba de pie con su vestido blanco, descalza y su cabello era revuelto salvajemente por el viento. Parecía una danza hipnótica.

June:

Mis amigos definitivamente podría catalogarlos como seres humanos bobos, desde que llegaron no han parado de decir tonterías, mi estomago suplicaba para que parara de reír. Los amaba con el alma.

Miré el cielo que ya estaba en su proceso de cambio de tonalidades, aquellos preciosos colores. Había una palabra de origen alemán que me gusta demasiado por su forma tan perfecta de englobar algo tan bello:

Abendrot. Significa el color que crea el cielo justo antes del atardecer.

Me levanté para admirar más de aquella belleza natural y de inmediato vi a Seth salir por aquella puerta que daba ingreso a su casa. Las manos las llevaba dentro de sus bolsillos, su cabello algo despeinado y sus labio curveados en una sonrisa. En el momento perfecto, nuestros ojos conectaron.

Seth:

La miré como si tuviera frente a mí la gema más preciosa en la tierra. Sus mejillas tenían ese rubor que tanto me volvía loco. Le sonreí tratando de trasmitir cuanto la amaba.

June:

Ante sus ojos me sentía como la chica más hermosa del planeta, como si yo misma fuera algo que debería ser apreciado a detalle. Le sonreí intentando demostrar todo lo que sentía en esa sonrisa.

Seth:

Dios.

Me considero tan afortunado de tenerla frente a mí.

June:

En definitiva soy afortunada de tenerlo conmigo.

Justin:

—¡Par de idiotas atolondrados, ya bésense de una vez! —grité cortando su numerito de miradas cursis.

Ambos se habían quedado embelesados cuando se miraron, se sentía como si en cualquier momento alguna prenda saldría volando y terminarían por darse su amorcito aquí. Ante mi grito parecieron reaccionar con las mejillas rojas, el grupo comenzó a reír por sus bobadas. Se fueron tomados de la mano, riendo también. Juro que ese par es extrañamente bueno para el otro.

—Bueno, tu turno Jus: Zendaya, The Rock y Emma Stone.

Ya estábamos al grado de jugar cualquier cosa. La comida se había terminado y la limonada parecía un elixir de la felicidad. Victoria estaba recostada boca abajo mirando el pasto a detalle, Mario tenía la cabeza sobre las piernas de Angie. El sol se estaba metiendo y ahora mismo nos sentimos mejor que nunca.

—Obviamente que me casaré con Emma Stone porque es la mujer que se cuela en mis sueños cada noche; Zandaya nunca fue mi tipo, así que le daré cuello. Y claro, porque soy un hombre razonable y oportunista, tendré una noche de pasión con The Rock, sería un estúpido si no lo elijo.

—Yo también me liaría con ese hombre, que ganas tener esos brazotes tatuados apretujando mi cuerpo, hasta quedar...—las fantasías sexuales de Vic fueron interrumpidas por Mario.

—Alto, alto marinero, bájales a tus hormonas que no quiero tener que nadar entre tus fluidos. Será mejor que recojamos esto antes de entrar.

Y eso fue lo que hicimos, conseguimos levantar todo en tiempo récord para estar en un nivel de embriagues medio. Corrimos por el lugar, llevaba a Angie en mi espalda mientras ella se encargaba de extender los brazos a lo Titanic, sintiendo en su rostro la libertad.

June:

Es raro que una persona encaje perfectamente con tu cuerpo. La mano de Seth quedaba perfecta con la mía, éramos como dos piezas de rompecabeza que estaban destinadas a estar unidas. Desde que pisé este lugar no he parado de sonreír, tengo a mis amigos, a mi novio y un espacio silencioso que es inmenso y muy verde. En definitiva es una razón para estar así de contenta.

Seth y yo tomamos camino a lo que parece ser un cercado en el que aguardan algunas cabras bebés, desde aquí se pueden escuchar lo ruidosas que son. Me dice que ese lugar es de su pequeña prima, la cual vi a lo lejos, pero no he tenido oportunidad de acercarme.

—June, te presento a: Bella, Jazmín, Mulán, Blanca Nieves, Cenicienta, Ariel, Mérida, Pocahontas, Aurora, Tiana y Rapunzel.

¿Nombres de princesas? ¿A cabras? Que belleza.

La risa salió sin que pudiera detenerla, eran hermosas con sus ojillos pardos, la energía que tenían no se comparaba con su cuerpo. Lo mejor era escuchar a Seth nombrarlas.

—¿Puedo acariciarlas? —el asintió y abrió con precaución la verja para que mientras entráramos ninguna peluda se saliera —. Amor, ¿cómo sabes distinguirlas entre ellas? Es solo que yo las veo como animales de cuatro patas, ojos que me dan un poco de miedo, un rabito pequeño y comelonas, ¡oye tú, deja mi vestido!

—Esa de allá es Bella, es la única que me cae bien porque me respeta —señaló a una color blanco con una manchita en el hocico color caramelo —. Y esa que te está mirando mal, se llama Mulán, la más salvaje y la favorita de Ivy. Honestamente sigo sin saber quién es quién, pero bueno, Ivy es la que me está enseñado.

Me abrazó colocando su cabeza en mi hombro, con su dedo señalaba a cada una mientras me decía algo que las diferenciaba. Noté como había una cabra más apartada del resto, parecía nerviosa mirando a todos lados. Con delicadeza me acerque a ella evitando cualquier movimiento brusco, cuando se percató de mi distancia dio un pasito para atrás con esas pesuñas tan chiquitas.

—Shu, shu, no te haré nada pequeña. ¿Tiana? —miré a Seth el cual estaba tras de mí, él asintió. Me puse de cuclillas acariciando su pelaje con cuidado, de inmediato esta se alegró un poco más y yo sonreí. A veces solo necesitamos un poco de amor y confianza —. Seth, ¿puedo adoptar a esta pequeñita?

—Podrías, pero no creo que quepa en tu casa, además de que tu madre me castraría si llego con su hija y una cabra. Aunque si lo quieres, podrías visitarla cuando quieras, amor.

—Escuchaste, vendré a visitarte —le dije dándole un beso en su cabeza —. Hasta luego, Tiana.

La medianoche hizo acto de presencia, los chicos y yo habíamos continuado la fiesta en una de las habitaciones, bebiendo y danzando bajo el efecto adormecedor del alcohol. La música no estaba a un volumen tal alto debido a la prima de Seth que de seguro ya dormía, hablando de Seth, este estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas, bebiendo de un vaso y a pesar de que mantenía una charla amena con Justin, sus ojos no se apartaban de mi cuerpo. Lo provoqué un poco bailando sensualmente al ritmo de Bad Bunny, el calor recorrió mi cuerpo hasta situarse en mi vientre bajo. Seth se disculpó con Jus y se acercó a mi pegándose a mi cuerpo, su mano recorría mi cintura y su boca dejaba un camino de besos por mi nuca.

—Vayamos a tomar aire —propuso.

Ya estando fuera de casa, podía ver la luz del cuarto. Estábamos en la parte trasera, el aire fresco sustituyó el olor a alcohol y ahora no había más que silencio. El cielo estaba oscuro, las estrellas ahora se veían claras debido a la disminución de contaminación, al ser luna llena esta brillaba como la protagonista que se roba el show. Los grillos se escuchaban como un soneto adecuado para dormir, tan relajante.

Tomamos asiento bajo la cúpula de un gran árbol, las ramas eran inmensas y parecía un lugar acogedor. Mi espalda estaba recargada contra el pecho de Seth, podía sentir el palpitar de su corazón, acariciaba mi cabello distraído, ahora mismo me sentía segura de que podría morir aquí en paz y llena de felicidad. Este momento se sentía dentro de las notas de Seven, me sentía parte de la canción.

—Dime algo que no sepa de ti —el chico rompió el silencio que nos envolvía.

—Mi segundo nombre es Khuê. Hum... cuando mi madre se casó con papá ella quiso conservar su apellido de soltera y es por eso que cuando él se marchó de inmediato tomó su bolso, una pluma y me llevó al registro civil para tramitar mi cambio de apellido, dijo que a pesar de que no era tan sencillo, haría lo que fuese para que no llevara nada de él más que la sangre.

—¿Sabes por qué se fue?

—No, y no me importa. Ese hombre aparece en mis pesadillas, así que es mejor no tenerlo cerca —noté que el ambiente se hizo más pesado, no me gustaba hablar de ese hombre así que mejor cambie de charla —. Mi fantasía romántica es todo un cliché.

—Cuéntamela, mi preciosa Khuê.

Nadie me ha llamado así en por lo menos una década, así que se siente extraño, pero en sus labios es como un poema que me eriza la piel.

—Bueno, pero más te vale que no te burles.

—Que bien me conoces, Garrido.

—Desde que era una niña he querido visitar Nueva York, llevar puesto un vestido color azul elegante, calzando unos tacones a juego, un chico a mi lado con un ramo de Nomeolvides y Narcisos. Juntos en el Bow bridge. —Reí nerviosa —. Toda una tontería.

—No lo es, al contrario, me parece algo romántico. Mi fantasía romántica es que pueda dar un beso como el de Spiderman, ya sabes, de cabeza mientras la chica levanta la máscara.

—Vaya Seth, eso sí que es raaaro. Pero suena interesante.

—Habla la chica que tiene en mente hasta el tipo de ropa interior que quiere usar en su fantasía.

Lo abracé divertida, ocultando mi cabeza en la curvatura del cuello, llenándome de su olor. Estando ahí comenzó a tararear una canción la cual no supe identificar, al cabo de un rato me quede dormida.

Seth:

Estaba profundamente dormida en mi pecho, su respiración era pausada y eso me hacía estar tranquilo. Hace meses no hubiese creído que estaría aquí, con ella. Me aterraba la idea del amor, porque la única persona a la que he amado de verdad ya no se encontraba conmigo; luego una mañana esta chica se le ocurre ser torpe al tropezar conmigo, sus rasgos me cautivaron a primera estancia, su determinación era definitivamente algo que me atraía.

No soy fiel creyente del destino o basuras parecidas, aunque comprobé que June estaba destinada a estar a mi lado y yo a ser suyo de todas las maneras posibles. Y si eso significaba amor, pues sí, estoy jodidamente enamorado de June.

Con delicadeza la cargué en brazos como un bello bebé, sin despertarla la llevé al cuarto más alejado de la fiestecilla. Le quité el vestido colocándole una playera mía y unos calcetines que sé que ama con locura dormir con ellos puestos. La cubrí con una manta delgada y con todo el amor que sentía deje un beso en su frente.

Bajé con pereza a la sala, me encontré con el cuerpecillo de Ivy desparramado en el sofá de dos plazas, los ojillos apenas y los podía mantener abiertos, no quitaba la vista del documental sobre tiburones en el televisor.

—¿Qué haces a estas horas despierta? —me senté a su lado.

—Estaba esperando a June para hablar con ella, no quería interrumpirlos, parece que se la pasan muy bien allá arriba. ¿Ya puedo acercarme con ella?

—Lo lamento Ivy, ya se quedó dormida. Lo que deduzco que tú también deberías estar haciendo, ya es demasiado tarde para charlas, mañana podrás hacerlo si te apetece.

—Vale. ¿Podría dormir contigo y con June? Me siento sola... Otra vez...

Su voz se entrecortó. Mi corazón se estrujo al escucharla tan triste. Ella pasaba mucho tiempo aquí y nunca se me pasó por la cabeza que ella se sentía de esa manera. Estaba en mí hacer algo para que la pequeña dejara de sentirse de esa forma.

—Seguro, tenía planeado dormir en otro cuarto, pero si tu así lo quieres, no hay problema. Ven acá cara de sapo.

La cargué como un costal de papas, ella reía y decía cosas que no le entendía muy bien. Al entrar al cuarto cerré la puerta con mi pie y acosté a Ivy sobre el colchón. Pensé en que sería buena idea dormir en el suelo, sin embargo el cuerpecillo de Ivy se hizo un ovillo invitándome a recostarme en el extremo vacío de la cama, era lo mejor ya que no quería amanecer con un dolor terrible de espalda.

Sería una noche larga si en algún punto alguna de las dos se le ocurre moverse al menos un centímetro de más.

—Descansa Seth, te quiero. —susurró con su dulce voz.

—Yo te quiero más, mi chica mayor.

Los labios de Ivy rozaron mi mejilla y luego se acomodó sobre mi pecho. 

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Espacio especial para mí niña Ivy ->

Quise meter un poco de lo que fue mi niñez con Barbie, yo también llegué a admirarla. Tengo 19 años y todavía disfruto como una chiquilla ver sus pelis.

¿Cuál es su peli fav de Barbie? ->
Las mías son: Barbie una aventura de sirenas, escuela de princesas y por supuesto el cascanueces 💜🥺

En otro tema, en ig llegamos a más de 1000 seguidores, no tienen idea de lo que significa esto para mí.

La historia de June y Seth ha llegado a los 9k lecturas!!! 🥳🥳 Y apenas llegó ayer por la noche y hoy ya estamos a nada de los 10k. Estoy que lloro brillitos y también estoy ansiosa por el número tan alto. Juro que jamás de los jamases imaginé tal cifra. Los amo con toda mi alma. 💙💥

* Hago bailecito de la felicidad de los perritos de tiktok *

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